7 minute read
Genderless city. Entre lo público y lo privado
El baño como elemento para el respeto social.
Jordi Garcia Jordán.
Advertisement
En la actualidad, más del 30% de la población mundial carece de acceso a un adecuado servicio de saneamiento (Bloem, 2017). Además, parte del resto de población que sí dispone de este acceso, cuando hacen uso de él, se ven inmersas en una situación conflictiva e incluso de riesgo. Un ejemplo son los 25 millones de americanos que padecen de incontinencia (Guyer, 2015), la gran mayoría mujeres que, seguramente, tengan que decidir por obligación quedarse en casa y perder la oportunidad de trabajar, ir al colegio o de desarrollar tareas de cuidado, por ese motivo (Molotch, 2010). Esta falta de acceso adecuado a instalaciones básicas de higiene afecta también a las personas sin techo; no sólo por la humillación que supone el hecho de defecarse o hacerse pis encima sino también porque “without a place to wash up, their smell or surface dirt marks them off as offensive” (Molotch, 2010). En València, son 939 personas las que no tienen una vivienda en la ciudad (Guadalajara, 2019) y en India, por ejemplo, el 50% de la población hace sus necesidades al aire libre (Sinha, 2010).
La ciudad, así como la casa, además de un escenario de desigualdades, es el espacio en el que los roles de género se escenifican (Muxí, 2019). Es, así, el lugar en el que se producen las situaciones sociales donde emergen las relaciones de género, es decir, “aquellas diferencias entre niñas y niños, mujeres y varones, (...) que no son naturales, esenciales o biológicas”
Fig. 1 Elliott Erwitt, Segregated Water Fountains (1950).Fuente: https://bit.ly/3dD0oCa
(West y Zimmerman, 1987) y que, una vez definidas, son utilizadas para marcar los distintos usos de los espacios, distribuir lugares y asignar protagonismos (Murillo, 1996). De este modo, el género es la representación de una relación y, además, asigna a una entidad una posición dentro de una clase (Ríos et al., 2017).
Así pues, la ciudad, como también la vivienda, se organiza bajo una construcción social y cultural de roles de género que se puede remontar a los orígenes de la formación de las culturas monoteístas. Sin embargo, las culturas griegas y romanas ya diferenciaban los espacios según estos roles (Muxí, 2019) a diferencia de las egipcias, donde las mujeres se ocupaban de tareas como ir al mercado, mientras los hombres permanecían en casa tejiendo. Probablemente esto se deba a que, en una escala más urbana, no se visibilizaba un sentido de lo social y, por tanto, no existía escenario que permitiera las situaciones sociales de las que pudiese emerger el género.
Fig. 2 Gabriël Metsu. Mujer leyendo una carta (1629-1667).Fuente: https:// bit.ly/3b3h8An Fig. 3 Johannes Vermeer. La lechera (1658-1660).Fuente: https://bit.ly/3nVEfSo
Fig. 4 Artemisia Gentileschi. Susana y los viejos (1610).Fuente: https://bit. ly/3tvmB9o
En contraposición, la configuración de las ciudadespolis grecorromanas sí influyó en las costumbres de sus habitantes y favoreció que, por primera vez, tanto la limpieza corporal como la evacuación “adquiriesen un carácter público y social”. Esta configuración también permitió que los núcleos urbanos, y los edificios públicos que los formaban, se convirtieran “en los principales componentes de toda ciudad grecorromana” y que visibilizaran “el alto sentido de lo social” (Pardo et al., 2016).
Por tanto, en una escala más habitacional, el oikos, núcleo básico de la polis griega, que definía un concepto más amplio que el de casa, estaba “organizado alrededor de un patio y separaba claramente el área de las mujeres” (Muxí, 2019) del de los hombres. Ellas, en consecuencia, vivían en el gineceo: habitaciones situadas en la parte más apartada de la vivienda, “lejos de la calle y las zonas comunes” (Honomastico, 2012). Esta exclusión del espacio público impide la construcción, en igualdad de oportunidades, de una identidad propia, de un nombre propio y, por tanto, de individualizarse y de determinar un territorio personal, esencial del (o la) individuo (Murillo, 1996).
Fig. 5 Localización de los principales baños públicos de la antigua ciudad de Roma. Fuente: elaboración propia.
Por otra parte, es necesario destacar que en la sociedad griega, como en la romana, el acto de defecación fue “un acto público y social” (Pardo et al., 2016). Hay estudios que definen esta actividad como separada por sexos; sin embargo, no se puede considerar del todo cierto porque hay investigaciones que afirman 281
que ni el diseño ni la distribución de estas instalaciones proporcionan sólidos indicios sobre si las letrinas, en este caso las romanas, operaban basándose en la separación de género. Así pues, aunque la sociedad romana mostraba una mayor igualdad, su estructura familiar seguía siendo jerárquica y patriarcal y, por ende, así era el orden y distribución de sus viviendas.
También en la cultura japonesa, los baños públicos juegan un papel vital en la estructura de su comunidad. De hecho, ir a estos establecimientos significa verse desnudas unas personas con las otras, lo cual “es clave y les ayuda a socializar” (Tomàs, 2011). Sin embargo, el ritual higiénico en los hogares sigue denotando una jerarquía basada en roles de género.
Así pues, con esta serie de ejemplos, es necesario comprender que los baños han formado parte, y siguen formando tan diligentemente hoy, de una serie de tecnologías sociales que producen el género, no como una propiedad originalmente existente en los cuerpos, sino como “el conjunto de efectos producidos en los cuerpos, los comportamientos y las relaciones sociales” (Foucault, 1980).
De este modo, siendo el género una representación, como se ha visto, no quiere decir que no tenga implicaciones concretas o reales para la vida material de los individuos. De hecho, las tiene; y estas se ven escenificadas en el espacio higiénico. Un ejemplo es el proyecto de ley HB2: una norma de Carolina del Norte que prohibía a la gente transexual decidir qué baño es más apropiado, sano y querían utilizar. Una norma establecida por hombres (blancos, cisgénero y heterosexuales) que afecta al comportamiento de parte de la sociedad, e incluso a su integridad física.
Así pues, la historia se convierte en una herramienta que nos permite comprender que el futuro no tiene por qué ser como el pasado. Teresa de Lauretis se cuestionaba cómo los cambios en la conciencia
Fig. 6 Fotograma del capítulo 408 de Shin Chan “Ei, que és una passada anar al bany públic!” estrenado en Cataluña el 24 de junio de 2016.
Fig. 7 Edgar Degas. Mujer secándose después del baño (Cca. 1890). Fuente: https://bit. ly/3utQoR4 afectan a los discursos dominantes. Se preguntaba si ciertas prácticas, si bien marginales con referencia a instituciones, podían volverse dominantes o hegemónicas. Y si es así, ¿cómo? ¿O no necesitan ser dominantes para que cambien las relaciones sociales? Y si no, ¿cómo cambiarán las relaciones sociales de género? Son preguntas, todavía vigentes, cuyo objetivo, en este caso, es redefinir la arquitectura generizada de los baños para que estos puedan “hacer género” (West y Zimmerman, 1987) de modos alternativos a los hegemónicos.
Referencias.
• BLOEM, M. (2017). “Más del 30 por ciento de la población mundial no tiene acceso a agua limpia” en Europapress. <https://www.europapress. es/internacional/noticia-mas-30-cientopoblacion-mundial-no-tiene-acceso-agualimpia-20170712184456.html> [Consulta: 22 de febrero de 2021] • FOUCAULT, M. (1980). The History of Sexuality. Vol.I:
An Introduction. Nueva York: Vintage Books. • HONOMASTICO (2012). “La mujer griega”, diapositivas en PowerPoint. <https://es.slideshare. net/honomastico/la-mujer-griega-11950011> [Consulta: 2 de febrero de 2020] • GUADALAJARA, M. (2019). “Un millar de sin techo en València” en Las Provincias. <https://www. lasprovincias.es/valencia-ciudad/personas-techovalencia-20191211143656-nt.html> [Consulta: 18 de febrero de 2020] • GUYER, D. (2005). “La Incontinencia en la
Enfermedad de Parkinson” en American Parkinson
Disease Association. <https://www.apdaparkinson. org/uploads/files/APDA-Incontinence-Spanish283
at8.pdf> [Consulta: 22 de febrero de 2021] • MOLOTCH, H. en NOREN, L. (2010). Toilet: Public
Restrooms and the Politics of Sharing. New York:
New York University Press. • MURILLO DE LA VEGA, S. (1996). El mito de la vida privada. De la entrega al tiempo propio. Madrid:
Siglo XXI de España Editores, S. A. • MUXÍ MARTÍNEZ, Z. (2019). Mujeres, Casas y
Ciudades. Más allá del umbral. Barcelona: dprbarcelona. • PARDO DÍAZ, G., AMANN ALCOCER, A. y GARCÍA-
GERMAN, J. (2016). Cuerpo y casa: hacia el espacio doméstico contemporáneo desde las transformaciones de la cocina y el cuarto de baño.
Tesis doctoral. Madrid: Universidad Politécnica de
Madrid. • RÍOS, N., MANDIOLA, M. y VARAS, A. (2017).
“Haciendo género, haciendo academia: Un análisis feminista de la organización del trabajo académico en Chile” en Psicoperspectivas:
Individuo y Sociedad. Valparaíso: Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso. • SINHA, K. (2010). “Every Day 1.1bn People Poo without a Loo” en Times of India. <https://timesofindia. indiatimes.com/india/Every-day-1-1bn-peoplepoo-without-a- loo/articleshow/5691884.cms> [Consulta: 18 de febrero de 2020] • TOMÀS, L. (2011). “El onsen y la cultura del baño en
Japón” en Japonismo. Todo lo que necesitas para viajar a Japón. <https://japonismo.com/blog/elbano-en-japon#El_ofuro> [Consulta: 23 de marzo de 2020] • WEST, C. y ZIMMERMAN, D. (1987). Doing gender.
Gender and Society, 1(2), 125-151. <http://dx.doi.or g/10.1177/0891243287001002002> [Consulta: 6 de mayo de 2021]