VOLADAS
Año 2, nº 6
Voces, palabras, miradas… El verano acabó y las lluvias y el frío amenazan con convertirse en nuestros compañeros. Pero ahora estamos a cubierto, gracias a los amigos que nos acompañan, a todos los que se acercan a nosotros, nos leen y comparten nuestras voces y miradas. Voladillo es una aparente nevada de copos frágiles, no hechos de cristales fríos, sino de largos filamentos como espinas blandas. Pequeña bolita de algodón que navega por el aire, se posa sobre una rama, pisa de puntillas una flor y llega como un regalo entrando por la ventana. Ejército de ángeles que recorren las calles como prehistóricos bólidos, girando sus frágiles ruedas igual que pompas de jabón. Se dejan atrapar como animalillos dóciles pero no muerden ni hacen daño. Igual que alas de mariposa, cógelos con suavidad, entre las yemas de tus dedos y ponlos en libertad con un simple soplo para que surquen los cielos. Voladillo es nuestra mascota que toma hoy el vuelo, para encaramarse entre las hojas del árbol de nuestras letras. Además de Voladillo, podremos conocer qué llevó a nuestro personaje misteriosos a estar con un caniche, fumando un puro en una terraza de Marbella. Pues éste era el extraño final que proponíamos para una historia. En el número en papel desplegaron sus alas los seleccionados en el concurso: Rosa Freyre del Hoyo, Lourdes Couñago Mora, José Antonio Herrera Márquez y Rosa de la Corte. Las ilustraciones pertenecen a Rosario Siles Jaén, roteña de nacimiento. Entusiasmada con la naturaleza, autodidacta y con hobbies como la jardinería, los bonsáis, la micología, la restauración, el bricolaje, el dibujo o la cerámica.
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
ANDRÉS AGUILERA SERRANO Quién te ha visto PUES
sí que es bonito Puerto Banús, ¡qué yates!, ¡qué categoría! me recuerdan vagamente al Puerto de Marsella donde nací. Mi padre fue un hombre huérfano desde muy temprana edad. Gracias a la alevosa fuga de algunos documentos de la CNT, del que mi abuelo fue miembro, éste fue apresado en su casa y transportado a la anónima zanja que haría las veces de multitudinaria cárcava. Creció en un ambiente de represión que jamás consiguió hacer merma en su carácter proletario que, alimentado por las dulces e inteligentes lecciones y dosis de información que mi abuela, antigua maestra e intelectual de la república, le administraba, consiguió declararlo en rebeldía y tras un breve paso por prisión se fugó a Francia junto a una preciosa librepensadora que sería mi madre. Los primeros años de mi vida me crie en Francia bajo la doctrina de mis padres y rodeado de documentos de la Plataforma de Convergencia Democrática, Junta Democrática y Comisiones Obreras entre otros. Cuando regresamos a España me convertí en un joven y ambicioso abogado laboralista y durante años luché por los derechos de los estratos bajos tal como mi padre me había inculcado. Con los ochenta, España cambiaba, los directivos aumentaban, los sindicatos se politizaban, los estratos bajos evolucionaban y yo no sería menos. Pasé de defender al pobre a defender lo justo y de defender lo justo a velar por el orden establecido, más tarde a defender lo que mis jefes consideraban justo y a velar por la orden establecida de transferencia mensual a mi cuenta bancaria. En los noventa, eduqué a un niño pijo y mantenía a una mujer más manipuladora que hermosa que prestaba más atenciones a sus estúpidos chuchos que a su propia familia. Mientras, ascendí a la coordinación de la asesoría jurídica y laboral de esta gran compañía que he considerado mía durante años, en los cuales, me he dedicado a esgrimir y escudriñar habilidosamente las desdeñadas e incoherentes leyes laborales para
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
redactar contratos de trabajo que despojaran de sus derechos a una aburguesada, abyecta y malcriada clase trabajadora. Hice un gran trabajo, tan bueno, que creó escuela y ahora… me han despedido. Bueno, me han despedido y me han vuelto a contratar pero esta vez como autónomo, aunque me dicen que eso es ser “Freelance”. Han borrado de un plumazo mis vacaciones, bajas, pagas extra, cotización, honor… Debo reconocer que es una maquiavélica obra maestra. ¡Ay, padre!, No sé cómo he llegado a esto. Los años me fueron cayendo uno sobre otro y me aficioné al golf, a los cocodrilos sobre mis atuendos y los falsos Cohíbas. Fui un auténtico “killer” de los contratos, un sheriff de oficina al que la culata de su escopeta de cartuchos rellenos de mierda suelta le ha reventado en la puta cara y ahora… ahora me corroe y drena mi espíritu haber vendido mi alma y sentir que tengo lo que me merezco. Aunque no debo estar triste, vivo a la sombra de mi mujer, venida a menos pero… tengo mujer y un hijo que va a la universidad, aunque no estudie pero… va y un estúpido perro-peluche que ni me ladra ni me mueve la cola pero... ¡es tan mono! y esas son las cosas importantes… ¿No? En fin, podría decir que he sido feliz aunque no puedo decir que las cosas hayan salido al final como yo había planeado, porque ¿qué hago yo aquí, fumando un puro con un caniche en una terraza de Marbella?"
[2]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
EMILIO CAMPOS RUIZ LA
vida no es más que eso, querido amigo, una dura espera, constantemente se repite para todos. La diferencia siempre fue, es y será la misma, las cosas que van acaeciendo durante el proceso y cómo la afrontamos. Porque, incluso cuando no somos conscientes plenamente, lo que hacemos no es más que esperar, que pase, que no pase o que se repita algo. Mientras te escribo espero, sin saberlo, a ver tu reacción y mientras lees esperas a ver qué te contare. Nacemos, crecemos, esperamos a ser mayores y, cuando somos mayores, esperamos volver a sentir lo que sentimos, esperamos la hora de nuestro final cuando nos queda poco de vida. Esperamos literalmente y de una forma menos explícita, esperamos de los demás y de nosotros mismos. Y mientras esperamos debemos olvidarnos que estamos esperando, porque, si no, pasaremos la vida esperando, por ello decidí dejar de esperar, vivir, soñar, entregarme a cada segundo como lo que es, "un momento irremediablemente único que nunca volverá a repetirse", decidí actuar al respecto, conocerme mejor, quererme , decidí ser yo sin olvidar permitir a los demás ser ellos, decidí vivir, salí a celebrar la esperada no espera y así hoy me desperté, no puedo decir que las cosas hayan salido al final como yo había planeado, porque ¿qué hago yo aquí, fumando un puro con un caniche en una terraza de Marbella ?"
[3]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
GABRIELA CORRALES SALAS TODOS
los martes del mes nos tocaba viajar, la redacción estaba colapsada de noticias, pero eran locales. Este año el director había decidido que retomaríamos el “periodismo artesanal”, como él solía llamarlo, ese en el que hay que salir a la calle a buscar la noticia. Las ventas habían bajado y la publicación estaba llegando a su declive. Tomás siempre venía conmigo, las grandes historias requieren de al menos cuatro ojos para ser contados de una forma objetivamente subjetiva. Y allí estábamos, lápiz en mano, cuaderno de viaje y mirada atenta. La Ruta del Bacalao había empezado para nuestros mayores y en Arcos se reunía el grueso de la celebración. Una fiesta anual a la que hombres y mujeres de avanzada edad acudían a encontrar de nuevo el amor. Justo al cerrar la puerta del coche la vi, radiante, con su melena corta, piernas anchas, vestido azul y cara bonita. La reina del baile. – ¡Vamos Andrés, déjate de tonterías, tengo que volver a casa pronto, mi mujer me está esperando. Ya has sido muy Don Juan, deja de cosechar! –dijo Tomás, a la ligera, sin darle importancia a lo que acababa de suceder. Manuela había sido el amor de mi vida, su padre tuvo que cambiar de destino y nos separó con apenas veinte años. Habíamos planeado casarnos, tener cuatro hijos, un perro y una casita cerca del campo. Bajó del coche, con los ojos humedecidos se acercó a mí, derrochando una belleza que no podría describir, increíblemente llevaba el mismo olor que recordaba de sus besos, y me dijo: –Al fin, Andrés, llevo doce años en tu búsqueda, supe que ya no vivías en Rota, pero nadie me daba pistas sobre tu paradero. Ella vivía en Málaga, tuvo al perro, tuvo la casa, pero nunca esos cuatro hijos, ni mi presencia, ahora íbamos a recuperar el tiempo perdido. Me llegó por fin la felicidad. No puedo decir que las cosas hayan salido al final como yo había planeado, porque ¿qué hago yo aquí, fumando un puro con un caniche en una terraza de Marbella?"
[4]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
ROSA DE LA CORTE EN
la terraza reinaba un ambiente selecto, la gente que allí se congregaba era distinguida y, aunque el local se encontraba lleno, no se percibía más que un leve murmullo de conversaciones tranquilas. Me senté en la única mesa que quedaba libre. Pedí un rioja, deposité el ramo de rosas en la silla de al lado y encendí el puro que había reservado para la ocasión. Faltaban diez minutos para las nueve, la noche ya se había instalado y mi inquietud iba creciendo por segundos. Comencé a preparar la conversación con ella, no sabía qué iba a decir ni hacer. Mi mente se negaba a visualizar un guion que me sirviera para evitar malos entendidos. La vi llegar con un vestido elegante y sus cabellos rizados con filamentos de oro idénticos a los que poseía cuando la conocí. Solo desentonaba en su perfecta imagen un cuerpo peludo que llevaba agarrado en su brazo derecho. Recordé todos sus placeres y todos sus vicios. Vi a Marina escrutar cada rostro y yo no podía reaccionar de emoción. La amaba, siempre la había amado, deseaba volver con ella. Cuando me divisó, avanzó entre las mesas devorándome con la mirada, queriendo reconocer al hombre que tenía a pocos metros. – Hola –me dijo, besándome la mejilla, escondiendo la emoción que la embargaba – ¿Cómo estás? –pregunté. – Bien –respondió con voz seca. El silencio que flotó entre ambos, favoreció que pudiéramos contemplarnos despacio. Permanecimos inmóviles unos segundos, mirándonos en el espejo del otro para apreciar con cuánta crueldad nos había tratado el tiempo desde la última vez que nos vimos. De pronto, me di cuenta de que había otro par de ojos escrutándome con la misma curiosidad que los de su dueña. El caniche era idéntico a Fifí, la perrita que ella tenía cuando la abandoné un día antes de nuestra boda. Me pregunté si sería ella. No, imposible. De esto hace casi quince años, me dije. Sólo cuando le cogí la mano que sostenía al diminuto animal, noté [5]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
la calidez de su lana y reconocí su tacto; era Fifí. En ese instante fue cuando le dije: – Marina, perdóname. Fui un imbécil. – No importa. Lo pasado, pasado está. Solo quiero una cosa, devolverte el regalo del último cumpleaños que pasé contigo. Me quedé de piedra, muy sorprendido cuando plantó a Fifí en mi regazo. – Sabes –continuó diciendo–, nunca me han gustado los perros. ¿El ramo es para mí? – Sí, sí, claro... Alargó su brazo para coger las rosas rojas, se levantó y se fue tranquilamente por donde había venido. De repente, Marina volvió la cabeza para decirme: – Querido, ¿tampoco recuerdas que me gustan las rosas amarillas? No puedo decir que las cosas hayan salido al final como yo había planeado, porque ¿qué hago yo aquí, fumando un puro con un caniche en una terraza de Marbella?
[6]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
LOURDES COUÑAGO MORA Y llegó el final Qué raro todo. Pero ya perdí la capacidad de sorpresa, el derecho al pataleo, las ganas de preguntar. Cuando supe que solo habría la callada por respuesta ante mis “Quienes son ustedes”, “Qué hago yo aquí”, “Qué está pasando”, decidí dejarme llevar y que la cosa fuera como fuera. Era mi vida. Solitaria y escondida desde que ella me abandonó. Demasiado ocupado en mis negocios y mis relaciones sociales. Demasiado. Y algo saltó en mi mente, un interruptor que apagó el deseo, la ambición, lo que era todo, que pasó a ser nada. Busqué un pueblo perdido, y perdido quedé en una casa abandonada, alejado del mundanal ruido, autosuficiente, huraño y solo. Ni televisión, ni radio, ni prensa. Solo yo y mi dolor. Bueno, y mis gallinas. ¿Qué habrá sido de ellas? Porque aquel día iba a casa del molinero, necesitaba grano, unos minutos de charla, intercambio por huevos y vuelta a lo que ya consideraba mi hogar. Era mi vida. Solitaria y escondida. Pero mía. Desde ese día no me pertenece. Me estaban esperando. Recuerdo la bolsa en la cabeza, los golpes, los gritos, los empujones para meterme en el coche. Vinieron tiempos de preguntas y silencios. Pasé momentos de miedo, de ira, de súplica demencial y absoluta. Y cuando ellos supieron mi voluntad anulada, comenzó lo inexplicable. Me observaban, me analizaban, hablaban delante de mí como si yo no existiera. Me cebaron hasta que me salió esta espantosa papada, me obligaron a repetir palabras que nunca hubiera dicho, retahílas y dichos absurdos con tonos de voz forzada. Y movimientos, como un orangután inmenso. Querían que fuera como el hombre del video, no su doble sino él. Y aquí estoy. [7]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
Solo salí de mi vida de ermitaño para comprar grano para mis gallinas. Y ahora casi no recuerdo quien era. Porque ya solo soy el hombre del video, un tal Jesús Gil. No puedo decir que las cosas hayan salido al final como yo había planeado porque ¿qué hago yo aquí, fumando un puro con un caniche en una terraza de Marbella?
[8]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
ROSA FREYRE DEL HOYO Revolución ABANDERADO del anticapitalismo, defensor de todo tipo de causas sociales, en primera línea, abogando por aquellas revoluciones planteadas en situaciones extremas. Ése era yo, un chico de izquierdas, antisistema, acostumbrado a la manifestación pública, con la exigencia de lo que consideraba justo para una sociedad libre, igualitaria. Como muchos que no conocen otro tipo de "revolución". Porque revoluciones las hay, y muchas.... Mi aspecto me delataba, vaqueros, camisetas, zapatillas deportivas..... Mi discurso la política, la corrupción, la falta de líderes.... Y, ella, que me había visto en unas imágenes por televisión, me localizó, recursos no le faltaban. Era una chica bien, de familia burguesa acomodada, de las que se dicen pijas, con la vida resuelta, y con unos padres que le habían dado de todo, y lo que aún era mejor, continuarían dándoselo. Fue que mis ojos recalaron en los suyos, azules, en su pecho, pequeño, pero bien moldeado, en esas larguísimas piernas enfundadas en unos pantalones de marca, rematadas por unos pies de uñas rojas, calzados con stilettos..., y ese cigarrillo que sostenía el aire. Y yo como que entonces reconocí en mí cierta aptitud, la de la adaptación hacia todo tipo de movimientos, y los de ella producían en mí las más sublimes de las revoluciones, que terminaban en puro éxtasis. Y fue como, sin darme cuenta, satisfaciendo el impulso de la carne -que no conoce ideología-, me subí al tren del más férreo consumismo, y la verdad no me ha sido tan difícil. Cambié mis vaqueros y mis camisetas por ropa de marca, mis zapatillas deportivas por zapatos italianos, y mi pelo pulcro, siempre bien peinado, todo ello aderezado por el olor de una colonia, exclusiva e inconfundible. Me miré en el espejo y descubrí otro yo, al que había que darle una oportunidad. ¿Por qué no? Era justo. No puedo decir que las cosas hayan salido al final como yo había planeado, porque ¿qué hago yo aquí fumando un puro con un caniche en una terraza de Marbella? [9]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
JOSÉ ANTONIO HERRERA MÁRQUEZ Lo había visto en muchas pelis LA
crisis me había golpeado como al que más: sin trabajo, sin futuro, sin dinero… lo único que poseía era una hipoteca. ¿Cómo había llegado a esto? Siempre quise ser un gangster: fumar puros, beber whisky escocés de doscientos euros la botella y vestir traje hasta para ir a la playa. Siempre soñé con ser el sicario de una gran familia mafiosa, que todos me temieran y me respetaran. En algún momento me desvié de ese camino y me dediqué a la hostelería. Por eso, cuando respondieron a mi anuncio en Internet, no dudé ni un momento de que había llegado la hora de perseguir mi sueño. “Se ofrece hombre para cualquier tipo de trabajo, incluso como sicario”. Lo puse como una broma pero, para mi sorpresa, unos mafiosos de poca monta me contactaron. El trabajo era sencillo: matar a un anciano ruso en su mansión de Marbella. El tipo había sido un sanguinario jefe mafioso, responsable de más de cien muertes, por lo que me dije que no había nada amoral en quitarlo de en medio. Acepté. Lo había visto en muchas pelis. Estaba seguro de que podía hacerlo. El pago lo harían en dos veces: antes del trabajo y después. Cuando vi el fajo de billetes que me entregaron, decidí que había estado perdiendo el tiempo toda mi vida. A partir de ahora no haría otra cosa que no fuese esa. A la noche siguiente llegué a Marbella, a la mansión del objetivo. Abrí la puerta con sigilo, me deslicé hasta el salón y allí le encontré. Parecía que me estuviera esperando, sentado, bebiendo una copa de lo que supuse que sería vodka. Sobre sus piernas tenía un perro, al que no dejaba de acariciar. – Haces mucho ruido, ¿lo sabías? –me dijo, con acento de película de submarino soviético. [10]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
Le apunté a la cabeza, pero empezaron a temblarme las manos. No era capaz de disparar. Bajé el arma, derrotado. El viejo sonrió, se levantó y vino hacia mí. Me quitó la pistola y me dijo: – Cuida de mi perro. Y, acto seguido, se voló la cabeza. No puedo decir que las cosas hayan salido al final como yo había planeado porque ¿qué hago yo aquí, fumando un puro con un caniche en una terraza de Marbella?
[11]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
MERCEDES MÁRQUEZ PACHECO QUE
la vida me sorprenda, se dice Ricardo. El día de hoy no estará organizado como de costumbre. Sé que los médicos me pronostican poco tiempo, y que lo aproveche. Mi lista ya va por más de la mitad, ¿será que me queda ya poco? ¡Pero, qué ostias! ¡No, el tiempo lo controlo yo! Ni siquiera usaba gafas, y me veo en cuestión de un mes con dos compradas de promoción como si tuviera que guardar para la jubilación, ¡je! y yo siguiendo las enseñanzas de una vida conservadora y precavida, ¡qué iluso! Hoy será lo que suelo llamar anti-agenda. Billete de ida con destino a Marsella. Allí estaré fuera del control de los interminables comentarios: “¿cómo estás? Te veo buena cara; pero que bien lo llevas tío, se te ve muy animado, eres todo un campeón”. Repito, ciudad pero nadie me conoce, así que todos me verán bien. Cargo con mi oxígeno extra, por lo que pueda pasar. Nada de vicios, ambiente aséptico, aire puro y tranquilidad, pero siempre en compañía para no caer en la tristeza de un fin anunciado. Ni el Conde de Montecristo habría hecho un plan mejor, solo que yo llego al lugar del que él huyó. Creo que los efectos del tratamiento me producen cierta desorientación y confusión mental. Los sonidos se me hacen lejanos, me bajo del avión, cojo un taxi y con mi francés torpe pido que me lleven al puerto de Marsella antes de llegar al hotel. Mi primera transgresión será saltarme las principales reglas. Mi vicio fumador, mi amor por los animales y la soledad buscada. Pago al taxista sin esperar el cambio, y me apresuro como diablo que se lleva el viento a por esos momentos prohibidos. La lista de deseos y cosas para hacer que tenía bien organizada y pensada, se quedó en el olvido. Se había transformado en un cronómetro más que en un alivio.
[12]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
No puedo decir que las cosas hayan salido como yo había planeado, porque ¿qué hago yo aquí, fumando un puro con un caniche, en una terraza de Marbella?
[13]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
PEDRO MÁRQUEZ El pulsador rojo AQUELLA
mañana, haciendo limpieza en el desván de los abuelos, viaje a mi niñez. Cada fotografía y cada trasto roto y cubierto de polvo, me hicieron recordar las historias que mi abuela me hacía vivir aquellas noches de verano. Una mezcla de nostalgia y risa contenida, se entremezclaban con la inquietud de no saber que ocurrió con ella. Un viaje fortuito nos separó para siempre. Curiosamente, debajo de tanto cachivache olvidado, se escondía una pequeña caja con una nota a mano que decía: "Carlitos, aún nos queda una última aventura, ¿me acompañas?" Por un instante dejé de respirar... – ¿Abuela? El mismo nerviosismo de antaño recorrió todo mi cuerpo de pies a cabeza. Pareciera que la cordura de mis 30 años perdiera la batalla por una vez. Abrí con cuidado la caja y allí estaba el pulsador rojo que cada noche daba inicio a increíbles historias que mi abuela inventaba para hacerme soñar mundos de fantasía. – ¡Cuánto daría por volver a viajar contigo, abuela! –susurré cabizbajo mientras accionaba la campanilla del pulsador sin darme cuenta. Un profundo sueño se apoderó de mí. Al despertar, un intenso picor detrás de la oreja me hizo rascarme de manera compulsiva con la pata... Pero... ¿Qué estaba haciendo? ¿Cómo había conseguido tanta flexibilidad? Miré hacia el viejo espejo que un día presidió la alcoba y, para mi asombro, descubrí un chihuahua de lo más simpático. Mi sorpresa fue aún mayor cuando observe que seguía mis movimientos a la perfección. Al intentar llamarlo, un ladrido salió de mi hocico. [14]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
¡Me había convertido en perro! Volví a pulsar el botón sin saber si soñaba o estaba despierto y otra nota apareció. "Querido nieto: Ahora podrás entender por qué me fui sin despedirme. Espero poder explicarte algún día lo que ocurrió. Cada atardecer te estaré esperando en el bar para mascotas donde, de pequeño, te llevaba a jugar. Te quiere, tu abuela." Y así fue como mi vida dio un vuelco inesperado. ...no puedo decir que las cosas hayan salido al final como yo había planeado, porque ¿qué hago yo aquí, fumando un puro con un caniche, en una terraza de Marbella?
[15]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
MARINA MORENO DE LA LASTRA El salto – SALTA. Todo saldrá como ha de ser. Confía. – Dijo a mi lado la Anciana. Abatida, me acerqué al filo del acantilado. No tenía nada salvo esas palabras que parecían una promesa. No había más opción que la de lanzarme al vacío. Dudé. Tomé aire. Y lo hice. Al saltar, sentí la Nada delirante bajo mis pies, el Terror palpitante en mis venas, no sabía qué pasaría cuando tocase el fondo– si es que lo había–, si moriría o renacería… No sabía nada y por eso mismo cerré los ojos. La Tristeza empañó mis mejillas, el frio arropó mi corazón, un último aliento escapó de mis pulmones vacíos, mis labios pronunciaron el nombre de quién se marchó como si fuese un ruego postrero, una oración gritada al firmamento, como si cada una de sus sílabas fuese una despedida… Cerré los ojos, con fuerza, quizás viviese, quizás muriese… no lo sabía, la única certeza que poseía era que estaba cayendo… Han pasado años desde ese salto a lo desconocido. El cambio siempre provoca pavor y exige un precio a cambio. A veces demasiado alto. No puedo decir que las cosas hayan salido al final como yo había planeado, porque ¿qué hago yo aquí, fumando un puro con un caniche en una terraza de Marbella?”
[16]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
ALFREDO PÉREZ GONZÁLEZ Mi caniche y mi puro ESTUVIMOS intentando tener un hijo durante más de cuatro años. Pero no conseguimos atraer a ninguno de esos seres que vagan por el universo con la intención de meterse dentro de una mujer y formar parte de una familia. No creo que fuese culpa mía y puede que tampoco ella tuviese parte en este fracaso paterno que nos hizo muy infelices durante tanto tiempo. Sencillamente, no venían. Quizás no teníamos esa unión, como pareja que tanto les gusta a los hijos. O puede que no estuviéramos preparados para ser padres. Hartos de esperar se nos ocurrió adoptar un caniche, un perro pequeño y manejable al que Laura cometió el error de llamarle Daniela. Justo el nombre que barajábamos para nuestra primera hija. Y digo que fue un error porque en el subconsciente de ambos se creó la falsa idea de que ya teníamos un hijo y por lo tanto dejamos de intentarlo desde aquel momento. La perrita era simpática y desde el principio le cogimos mucho cariño. Dormía con nosotros, comía en la mesa, se sentaba en el sofá a ver la TV, incluso jugaba al ajedrez conmigo. Parecía que vivíamos felices sumidos en nuestros trabajos y dedicados en cuerpo y alma a la pequeña Daniela, pero algo sucedía en el centro de nuestra unión y Laura se distanciaba más y más de mí. Bueno, de los dos, porque cada día nos hacía menos caso, a Daniela y a mí. Se me ocurrió, para tratar de volver a unir nuestra relación, celebrar una fiesta de aniversario, justo el día en que la perrita cumpliría los dos años. A Laura le compré un perfume de Dior, que a ella le gustaba, de esos que son tan caros que se debería de llamar de Dios. Yo me compré un habano para celebrar, lo reconozco me gustan los puros cubanos, creo que es lo que más me gusta de Cuba.
[17]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
A Daniela le hice la peluquería, la manicura y la vestí con un chaquetón tipo escocés que vi en una tienda de esas para mascotas de lujo. El día lo merecía. Para darle la sorpresa completa quedé con Laura en una terraza cerca de nuestra casa. Así no se esperaría nada hasta llegar a la cita. A la hora convenida llegó. Me quedé mirándola, estaba guapísima, me refiero a la perrita. —Mira, Raúl, me alegro que se te haya ocurrido a ti lo del encuentro. Así tengo la ocasión de hablar de algo que hace tiempo quería contarte y no encontraba el momento. Me dijo sin pestañear. Ahora, pensé, es cuando viene lo gordo. —He conocido a un hombre y me he enamorado de él. Tiene un pastor alemán y estoy embarazada. Se podía haber ahorrado el resto, pero no, Laura era así, siempre decía lo que pensaba cayera quien cayese. —Así que ahí te quedas, con la caniche y con tu puro y tus tonterías. Sujeté con fuerza a la caniche y el puro, mientras que veía como Laura se alejaba de nosotros. No puedo decir que las cosas hayan salido como yo había planeado, porque ¿qué hago yo aquí, fumando un puro con un caniche, en una terraza de Marbella?
[18]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
MARÍA DEL CARMEN RUIZ-HERRERA LÓPEZ-MARRUFO Las zapatillas mágicas CERRÓ la puerta de un portazo, la confusión se había adueñado de él como si le perteneciera. El miedo ocupo un espacio omnipotente en el mismo instante en que sonó el ruido tosco y seco detrás de sí, aunque le dio la espalda en un atisbo de valentía que no terminaba de creer. La única fuerza que le impulsó fue esa sensación de estar por encima del llanto, que a veces persistía más de un instante, incluso más de dos: Segundos, minutos, horas, días, sin poder descifrar esa especie de melancolía exagerada. No había vuelta atrás… los pasos recorridos se le antojaban piedras demasiado pesadas para desandar, la poca distancia que había del portal al pequeño parque situado cerca de casa. ¡Desandar! Sonaba en su mente como un cacareo chocante que le hacía temblar. Las rosas colgantes del balcón cercano le embriagaron, hablándole en un idioma para el desconocido; imaginando algo semejante a la libertad. ¡Temida palabra! Contenida de terrores nocturnos y ansiedades, elección, equivocación, miedo, responsabilidad. Terroso el camino a la salida del parque, cogió casi deambulante el atajo del rio… pero nunca, nunca llego. Un autobús de color amarillo le hacía señales para que subiera a él. Por unos instantes perdió la noción del tiempo, de la realidad… y recordó la voz de una vieja historia infantil que a veces recordaba. “Las zapatillas mágicas, te llevaran adonde quieras ir” ¡Y allí estaba él!... como una ironía del destino participando en un concurso; escribiendo una historia para una revista, cuando creía que todo acababa. Y como una ironía del destino también, el… que nunca ni siquiera había fumado un solo cigarrillo y… por cierto! no le [19]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
gustaban los perros, allí se hallaba de vacaciones en una tarde calurosa de agosto, en bañador… y diciéndose a sí mismo, no digas… nunca jamás! Pues… No puedo decir que las cosas hayan salido como yo había planeado, porque ¿qué hago yo aquí, fumando un puro con un caniche, en una terraza de Marbella?
[20]
Voladas Año 2, Nº 6. Especial Concurso
Índice Andrés Aguilera Serrano, ¿Quién te ha visto? ………………………
1
Emilio Campos Ruiz ………………………………………………….
3
Gabriela Corrales Salas………………………………………………...
4
Rosa de la Corte ……………………………………………………….
5
Lourdes Couñago Mora ……………………………………………….
7
Rosa Freyre del Hoyo, Revolución …………………………………….
9
José Antonio Herrera Márquez, Lo había visto en muchas pelis ..
10
Mercedes Márquez Pacheco ………………………………………….
12
Pedro Márquez, El pulsador rojo ……………………………………... 14 Marina Moreno de la Lastra, El salto …………………………………
16
Alfredo Pérez González, Mi caniche y mi puro……………………... 17 María del Carmen Ruiz-Herrera López-Marrufo, Las zapatillas mágicas ……………………………………………
[21]
19
Síguenos en revistavoladas.blogspot.com revistavolada@gmail.com Depósito Legal CA 298 2014 Impreso en Ulzama gráficas Rota, diciembre 2015
Ars Longa, Vita Brevis