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Encallamiento del Fortuna Reefer
Fotos: Michelle T, Schärer-Umpierre Encallamiento del Fortuna Reefer
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Por: Edwin Rodríguez Sánchez, MS
El carguero M/V Fortuna Reefer encalló, en 1997, sobre un arrecife de franja en las cercanías de la Playa Pájaros, al sureste de Isla de Mona. El impacto del buque afectó un área de 300 metros de largo por 30 metros de ancho de extensión arrecifal dominada por el coral cuerno de alce, la especie Acropora palmata.
Aparte del daño principal causado por el encallamiento, se observó la presencia de daño colateral debido a las tareas de salvamento utilizadas para desencallar la embarcación, lo que causó un efecto pulverizante y desplazador de los fragmentos afectados. El área total de daños se estimó en 6.8 acres, en el que se produjo una reducción en la tridimensionalidad y la complejidad estructural del arrecife. Esto redujo, por consiguiente, el hábitat disponible para los organismos asociados.
El resultado del pleito legal entre las partes responsables llegó a $1.25 millones, de los cuales $650,000 se usaron para cubrir los gastos de la restauración inmediata y $400,000 se consignaron al Departamento de Recursos Naturales y Ambientales para un fideicomiso específico para Isla de Mona.
Durante la restauración de emergencia y primaria del arrecife, la cual estuvo a cargo de ingenieros marinos de la compañía Coastal Planning & Engineering, Inc., subcontratada por la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), se emplearon técnicas nunca antes utilizadas, a tal escala, para el coral cuerno de alce. La misma consistió en amarrar los fragmentos del coral que estaban sueltos al sustrato, las ramificaciones o las bases de esqueleto muerto usando alambre de acero inoxidable. En esta operación, se fijaron aproximadamente 1,857 fragmentos de coral. Luego del huracán Georges, se hizo una segunda restauración con alambre más resistente y flexible, ya que muchos fragmentos se habían desprendido y desaparecido del lugar.
Después de dos años de la restauración de emergencia, el monitoreo efectuado a las colonias o los fragmentos reveló que: un 57% sobrevivió, un 26% no sobrevivió y un 17% desapareció o se presumió se había perdido. El monitoreo de 6 años reveló que 20% de los fragmentos fijados estaban con vida y 30% de estos se había fijado al suelo por el crecimiento de su tejido. Luego de 10 años, solo un 6% de los fragmentos sobrevivió. La alta mortandad se debió a factores como: falla o fatiga del alambre de acero utilizado, sobre crecimiento de esponjas (bioerosión por Cliona spp.), depredación por gastrópodos (Coralliophila abbreviata), gusanos poliquetos (Hermodice carunculata), cotorros (Sparisoma viride), damiselas (Stegastes planifrons) y competencia por sobre crecimiento de macroalgas. Esta especie de coral, dentro y fuera del área de restauración, también ha sido fuertemente impactada por la enfermedad de la banda blanca desde 2001.