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Los mandamientos de la higiene del sueño

Para que tu ciclo del sueño sea de calidad óptima es importante crear una rutina que te garantice que este sea reparador y te posibilite un estado de alerta óptimo, sin somnolencia. Conoce aquí los mandamientos para una adecuada higiene del sueño.

Un acto de amor propio HÁBITOS SALUDABLES

En el afán del mundo actual la sociedad dedica mucho tiempo al entretenimiento y a actividades que le quitan espacio a otras más importantes como la reparación mental, orgánica y emocional que provee el sueño reparador. Por esto, es necesario que hablemos de su importancia para el correcto funcionamiento de tu cuerpo y tu mente.

¿Cómo puedo cuidar la higiene del sueño?

La World Sleep Society publicó los mandamientos de la adecuada higiene del sueño, que se han convertido en la recomendación más acertada para lograr un buen dormir.

1

Establece un horario regular para irte a dormir y para despertarte.

4

Haz ejercicio regularmente, pero no justo antes de dormir.

2

Si tienes la costumbre de tomar siestas, no excedas los 45 minutos de sueño diurno.

3

Asegúrate de que tu última comida sea al menos cuatro horas antes de acostarte. Lo recomendable es que sea un refrigerio ligero.

5

Usa ropa de cama cómoda y acogedora.

6

Mantén tu habitación bien ventilada y en una temperatura ideal entre 18 y 21°C.

8

Reserva tu cama para dormir y para las relaciones sexuales. Evita su uso para el trabajo o la recreación general.

7

Bloquea todo el ruido que te distrae y elimina la mayor cantidad de luz posible.

¿Qué consecuencias podría traer

no cuidar el sueño?

A pesar del papel protagónico que tiene el sueño en nuestra vida es normal que cuando necesitamos hacer rendir más el tiempo, utilicemos este como el primer “recorte” del que echamos mano.

Esta decisión es contradictoria, pues la ciencia ya demostró que si queremos rendir mejor, ser más creativos y sacarle el máximo provecho a cada hora laboral, dormir bien es la fórmula más efectiva y es una función de la que no podemos prescindir sin que nuestra salud sienta consecuencias como:

Afecciones emocionales: irritabilidad, cambios del ánimo, síntomas de depresión, frustración, ataques de ira, impulsividad, consumo de sustancias psicoactivas, entre otros.

Afecciones cognitivas: concentración y atención disminuidas, escasa comunicación, problemas de memoria a corto y largo plazo, lentitud en el tiempo de reacción, disminución de la creatividad, toma de decisiones alterada y muy baja productividad.

Afecciones de salud: riesgo aumentado de enfermedades como diabetes, cáncer, obesidad, inmunidad comprometida y gran posibilidad de microsueños. Enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, incluso en individuos cada vez más jóvenes.

¿A qué profesional puedo acudir para ayuda?

Un psicólogo puede ayudarte a retomar estos comportamientos y hábitos saludables, o también puedes acudir a un somnólogo, especialista dedicado a los trastornos del sueño.

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