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Fuego

fotografía de la experiencia de Nina Ahmedow

La fotografía de la experiencia de Nina Ahmedow está íntimamente relacionada con el dolor. Su relato, que se relaciona con el de muchas otras, está lleno de anécdotas relacionadas con el padecer físico y sus respectivas consecuencias emocionales.

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A lo largo de la entrevista, Nina contaba cómo había viajado de médico en médico en busca de una solución al dolor físico que le producía la llegada de la menstruación, cómo había llegado a desmayarse en lugares públicos, y cómo toda esta vorágine le había afectado a nivel personal, pero también familiar y laboral. Por otra parte, también contaba cómo su relación con su cuerpo había ido cambiando a lo largo de los años: no solamente en cuestión de la vivencia de su menstruación, sino su forma de entenderse, respetarse y darse tiempos a todos los niveles. Esto había tenido consecuencias también en sus reglas: aunque los dolores seguían presentes, sus recursos para descansar y organizar su tiempo en base a su bienestar hacían más liviana su llegada.

Así, cuando llegamos a la última pregunta de la entrevista, Nina no sabía cómo dar forma a su fotografía. Con intención de provocar, le planteé abiertamente que quizás, siendo sus dolores los que eran, podrían aparecer los medicamentos como elemento principal de la imagen. Su reacción de negación fue muy intensa: “¡No! En realidad... ese dolor es como fuego. Es fuego“. Automáticamente nos asentamos en el terreno de lo simbólico, y nos sonreímos: se empezaba a dibujar la fotografía. Me indicó que, aunque claramente tendría que haber fuego, sentía que no era justo para ella imaginarse entre tanto dolor. Por eso me planteó la necesidad de incluir un espacio seguro en la fotografía: su cama. Me describió una cama mullida, cómoda, entre cojines, donde estaría a salvo de las llamas. El dolor podría estar en el exterior, pero de ninguna manera querría que le llegase a su lugar de cobijo.

En la fotografía: Patricia Bernardos

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