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Bañera y mar
fotografía de la experiencia de María Peña
La imagen de María llegó para romper el mundo oscuro de algunas de las experiencias. En su discurso, María reconoce que ella ha vivido la menstruación como un tabú durante toda su vida, en espacios públicos y privados. Sin embargo, con los años decía haber aprendido a hacer una convivencia con su propio cuerpo que le había conducido a entenderse, quererse y cuidarse, al igual que contaba Nina, con sus propios ritmos y necesidades.
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Su fotografía tenía que estar, necesariamente, alejada del drama simbólico fue complicado, consiguió encontrar su propio hilo conductor: el agua. María se imaginaba conviviendo con su menstruación allá donde todas nos encontramos con nuestra sangre: el momento del baño. Ella quería recuperar la imagen con la que se recordaba de joven: metida en la bañera de casa, disfrutando de un momento para sí misma, sin preocuparse por teñir el agua de rojo. Sin embargo, esta imagen evidenciaba una realidad literal de la que estábamos huyendo. Por eso, al continuar hablando del agua, planteó la necesidad de poder ver el mar desde su perspectiva (desde la bañera): el mar representaba la calma y lo salvaje a la vez, las mareas, la luna y nuestra conexión con la naturaleza. La bañera, sin embargo, debía estar en un espacio que la representase: el verde, el campo de su Villacarriedo natal (pueblo de Cantabria), vinculándola directamente con sus raíces.
En la fotografía: María Peña
Nosotras
fotografía de la experiencia de Miren Rodrigo
La experiencia de Miren, aunque única, está muy emparentada con otras historias de mujeres: a través del feminismo, su relación con la menstruación ha ido creciendo y evolucionando con los años. Este discurso resulta fundamental, porque nos sirve de análisis para entender cuál es la realidad del feminismo y cuál es su repercusión, no solo en la sociedad, sino en las personas individuales y, en este caso, en el sujeto del mismo.
Miren contaba cómo su relación con qué es y qué implica ser mujer, cómo entiende su rol en la sociedad y cómo comprende a las otras, a las demás mujeres, ha ido cambiando conforme se ha sentido interesada por la nueva ola del feminismo (tal y como lo vivimos desde España) y ha ido buceando en él. Ella hablaba de la importancia que han tenido y tienen las redes sociales, que son el marco perfecto para formarse, cuestionarse y consumir divulgación al respecto. En concreto, con respecto a la menstruación, hace un tiempo que sigue cuentas relacionadas con la educación menstrual, y cuenta que, gracias a los relatos ajenos, ella ha cambiado su relación con el cuerpo y con su regla.
En concreto, hablaba de cómo habían cambiado sus hábitos con respecto a los productos de higiene menstrual, utilizando ahora otros productos más sostenibles para con el medio ambiente.
Por esta razón, la propuesta de Miren para su fotografía tenía que incluir mujeres. Después de varias ideas y conceptos, su fotografía se fue dibujando como una escena en un bosque, y mujeres reunidas, haciendo una ofrenda a sus cuerpos, retratando la sororidad. La fotografía tendría también que versar sobre la relación con la madre tierra, por lo que planteó un posible desnudo (al que, posteriormente, le añadí la idea de las bragas rojas, elemento que serviría para unir a las protagonistas como grupo, y a vincular la imagen con las demás).
En la fotografía: Amanda González, Laura González, Yaiza Rasines, Carla Alcalde y Eva Conde
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