de historia de la CIRM
50 años 2
22
48
Juan Mari Ilarduia
Isingrini Virginia mmx
45
50
Hertha Hampl, fsps
Camilo Maccise
Reflexión teológica 2 Hacia un nuevo modelo de comunidad religiosa y de superior/a
Editorial Editorial
3
Historia de la CIRM 50 años de historia de la CIRM
17
Reflexión teológica 1 Retroalimentarnos. Todo un reto en nuestras comunidades
Reflexión teológica 3 La afectividad… ¡motor de nuestra vida!
Hno. Gustavo Llaguno Velasco, msps
DIRECTORIO CIRM Presidente: Hna. Juana Ángeles Zarate, csc • PRIMER VICEPRESIDENTE: P. Ricardo Pérez, ocd • Segundo Vicepresidente: P. Jorge Rafael Díaz, op • Vocales femeninas: Hna. Mónica Esquivel, rscj; Hna. Rosa Elvira Aldana, stj; Hna. Hna. Matilde Ocampo Gorostieta, sic; Hna. Guillermina Mendoza, hcjc; Hna. Cecilia Morales, mps • Vocales masculinos: P. P. Francisco Magaña, sj; Fr. José Luis Castillo Villegas, omi; P. Pedro Alarcón, sm; Hno. Martín Rocha, fsc; Hno. José Sánchez Bravo, fms SECRETARIA GENERAL: Hna. Ma. Esther del Esp. Sto. Guillén Guzmán, cmst secretariagral@cirm.org.mx TESORERO GENERAL: Fr. José Miranda, ocd
Reflexión teológica 4 El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío
Reflexión teológica 5 Servicio de la autoridad y misión del instituto
55
De la Vida Religiosa 800 Años en la misión de predicar el Evangelio CIRM Nacional: Amores 1318, Col. Del Valle, Del. Benito Juárez, 03100 México, D.F. Tel (55) 56.04.54.14; Fax (55) 56.04.95.55 www.cirm.org.mx Revista Informativo CIRM: Director: P. Jorge Rafael Díaz Núñez, op Editor: P. Sergio Argüello Vences, ssp Diagramación y diseño: D.G. Fernando Daniel Perera E. Impresión: Editorial Progreso S.A. de C.V. Impresión: Tiraje de 500 ejemplares más sobrantes para reposición. Atención a suscriptores Atención a suscriptores De lunes a viernes de 9 a 14 hrs. Tel (55) 56.04.54.14; Fax (55) 56.04.95.55 Email: informes@cirm.org.mx
2
Editorial
Editorial
Editorial
L
a Vida Religiosa femenina y masculina en México desde el siglo xvi ha desempeñado un papel muy importante y necesario en la vida de nuestro país y de nuestra Iglesia. Muchas veces ha sido pionera en los campos de la educación, de la salud, en el cuidado de niñas y niños, ancianas y ancianos y muchas más obras sociales además de las tareas pastorales a ella encomendadas. El Decreto Perfectae Caritatis sobre la renovación de la Vida Religiosa del Concilio Vaticano II, promovió la creación de conferencias nacionales de superioras y superiores mayores de los Institutos de Vida Religiosa que estuvieran presentes en una nación o en un territorio con el objetivo de fomentar la colaboración entre cada Instituto para el bien de la Iglesia y tratar asuntos comunes de las y los religiosos (cfr. PC 23). En México, varios años antes que concluyera el Concilio, ya se había creado y organizado la Conferencia de Superioras y Superiores Mayores (CIRM). Adelantándose a la propuesta del Decreto conciliar, las y los religiosos se abrieron a la colaboración y desde hace más de cincuenta años se ha venido trabajando juntas y juntos en proyectos comunes coordinados por los distintos departamentos que funcionan en la CIRM. En el organigrama de la CIRM, la Asamblea Nacional es el órgano colegiado y supremo de gobierno. Anualmente se reúne para revisar el trabajo de la Junta Directiva Nacional (JDN) y cada tres años recibe el informe de la gestión de la JDN que termina su servicio y elige una nueva haciéndole una serie de encomiendas en orden a la vida y los objetivos de la conferencia. El próximo mes de abril de 2017 se llevará a cabo la Asamblea Nacional trienal. Sin duda es un evento importante para la vida y misión de la Vida Religiosa al servicio de la Iglesia en México. Es nuestro deseo que este número del Informativo CIRM de alguna manera nos preparen para una participación activa en la Asamblea y en la toma de las decisiones pertinentes para los próximos tres años. Disfruten su lectura.
Historia de la CIRM 3
50 años
H
de historia de la CIRM
ace 50 años nacía la Conferencia de Institutos Religiosos de México (CIRM), en un momento de efervescencia vocacional: el número de religiosos y religiosas, sobretodo de mujeres, experimentó hacia 1950 un aumento considerable. Los Superiores y Superioras Mayores dialogaban por esas fechas sobre la conveniencia de reunir a los Institutos a partir de objetivos comunes en el contexto histórico que les tocaba vivir. La Santa Sede y la Delegación Apostólica coincidían en el diagnóstico de la necesidad de una organización propia para los religiosos y religiosas, lanzando la iniciativa para que se organizara en México una Junta General de Superiores y Superioras Mayores, la CIRM, cuyo objetivo principal sería unir a las Congregaciones Religiosas y ayudar
en la formación de sus miembros. El Delegado Apostólico, Mons Luigi Raimondi, convocó a los Superiores y Superioras Mayores de algunos Institutos cuya sede se encontraba en la capital de la República para crear un Comité Preparatorio encargado de preparar la Primera Asamblea Nacional. El 25 de octubre de 1958 se tuvo la primera reunión con el Delegado Apostólico. En el acta #1 de la CIRM se informa que respondieron al llamado del Delegado Apostólico 33 Congregaciones Religiosas, reuniéndose con él los Superiores y Superioras Mayores o sus representantes.
Informativo
Como resultado de la reunión: - Se aprobó por unanimidad la formación de la Corporación de Institutos Religiosos, quedando como presidente provisional el P. Ángel M. Oñate, superior general de los Misioneros del Espíritu Santo.
cirm enero-febrero 2017
4
Historia de la CIRM
- Se nombró un Comité organizador encargado de echar a andar la Conferencia y discutir y redactar sus Estatutos. Hubo consenso sobre la necesidad de ser discretos en relación a la fundación de la Conferencia considerando que “[…] si bien es cierto que el Gobierno Civil ha ido tolerando la permanencia y actuación de los religiosos, la agrupación de los mismos, si se publicara, podría dar pie a posteriores molestias o restricciones para los religiosos”. La conflictiva relación histórica entre la Iglesia y el Estado mexicano seguía pesando en el ánimo de religiosos y religiosas. Los primeros Estatutos estuvieron listos y aprobados en noviembre de 1959, fueron firmados por el Cardenal Valerio y el P. Arcadio Larraona. La Santa Sede dio su visto bueno acordando que estarían a prueba por 5 años.
En su inicio se acordó que el órgano legislativo de la CIRM sería la Asamblea Nacional; sus miembros serían todos los Institutos del país representados por sus Superiores o Superioras Mayores o Delegados, más los miembros de la Junta Directiva Nacional.
En mayo de 1960 tuvo lugar la Primera Asamblea Nacional, con Ángel María Oñate como Presidente Interino. La Asamblea dio lectura a los Estatutos aprobados de manera oficial. A continuación se discutieron los Reglamentos internos de la Junta Directiva y del Secretariado permanente y se realizaron
las elecciones de la Junta Directiva para los próximos tres años. Como resultado de las elecciones quedó como Presidente el carmelita Rafael Checa, quien sería una figura central y emblemática para el periodo fundacional de la CIRM. En la primera Asamblea se trató también el asunto de las “Organizaciones y actividades nacionales e internacionales en las que pueden participar los religiosos y las religiosas”. A partir de entonces, la participación e inserción de los religiosos en México, América Latina y el mundo ha sido una constante. En esta Asamblea se concluyó que la CIRM acataría los lineamientos de la Jerarquía Eclesiástica en el país, con el firme propósito de colaborar en las diversas organizaciones de apostolado, sobre todo en la Acción Católica Mexicana. Se exhortó
Historia de la CIRM 5
a todos los Institutos Religiosos a cuidar de manera especial la formación pastoral de sus miembros. Desde su primer año de vida, la CIRM contempló la necesidad de contar con una publicación institucional siendo la primera, la Revista CIRM, cuyo número uno se editó en 1960. Desde su nacimiento, la CIRM contó con varias Comisiones nacionales creadas ex profeso. Se constituían o disolvían siempre en función de las necesidades específicas de la propia institución. Las Actas consultadas nos han revelado que para aquel año algunas comisiones aprobadas fueron: de Apostolado, de Servicio y Asistencia Social, Educación y Formación Religiosa y Vocaciones. La revista CIRM dedicaba un espacio a cada una de estas comisiones. El análisis de las fuentes revela, que la formación de los religiosos y religiosas ha sido una prioridad para la CIRM desde sus inicios. Se crearon para ello, en aquel año de 1960, varias Subcomisiones dentro de la Comisión de Formación
de acuerdo con los Estatutos: subcomisión de promotores vocacionales, escuelas apostólicas, noviciado, formación espiritual del profeso y profesa, formación humana intelectual y técnica, y problemas religiosos propios de los nuevos tiempos.
Para 1966 las principales actividades de la Comisión se enfocaron a la formación social de los religiosos a partir de las nociones básicas de doctrina social cristiana incluyendo a las hermanas contemplativas. La presidencia del padre Checa fue fundacional en el sentido más pleno del término. En ella se logró la institucionalización de la CIRM como asociación civil y se establecieron las prioridades de trabajo. La CIRM logró relaciones cercanas con la Confederación Latinoamericana de Religiosos/as, CLAR. Se propició el intercambio de publicaciones con la misma Informativo
CLAR y con otras de diversos Institutos. Desde el principio, la Conferencia mantuvo también relaciones con la Santa Sede y con el Episcopado Mexicano, pero no fue sino hasta años después, a finales de los años 60, que fueron invitados a las Asambleas Plenarias del Episcopado, naciendo una Comisión mixta CEM – CIRM. En la Segunda Asamblea Nacional, en mayo de 1963, se eligió como presidente al Misionero del Espíritu Santo, Jesús María Padilla. Durante su periodo presidencial se modificaron los Estatutos provisionales y se aprobaron los Reglamentos Internos de la Junta Directiva y del Secretariado Permanente. Uno de los cambios fue el referente al artículo noveno de los Estatutos para facultar a la Junta Central a “fomentar las relaciones con otras instituciones”, lo que ampliaba la mirada de la CIRM.
cirm enero-febrero 2017
6
Historia de la CIRM
El periodo que va de finales de los 50 a principios de los 60, fue muy importante en el ámbito eclesial mexicano y en el mundo entero, por la convocatoria del nuevo Pontífice Juan XXIII al Concilio Vaticano II, llamado a transformar la vida de la Iglesia y de la Vida Religiosa; a modificar su relación al mundo.
El aggiornamento eclesial, la apertura de la Iglesia al mundo moderno y a la sociedad, tenía entre las metas conciliares: la renovación interna de la Iglesia; la reunión de los cristianos separados y el diálogo de la Iglesia con el mundo. Esto daría a la CIRM sus directrices más hondas y el timón para ajustar su rumbo de acuerdo a los nuevos signos de los tiempos.
A Juan XXIII lo sucede Pablo VI con la tarea de renovar el mensaje cristiano desde el Evangelio. Se renovaba la noción de libertad para la nueva y esperanzadora concepción de la Iglesia como Pueblo de Dios. Tomaba cuerpo la reforma litúrgica, el ecumenismo, la curia romana se internacionalizaba y el laicado parecía dejar la minoría de edad y la dependencia jerárquica. La Iglesia recuperaba su misión fundacional abriéndose al mundo de los pobres. Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares sentían la necesidad del cambio. La palabra clave fue renovación. México no fue ajeno a la euforia conciliar y los religiosos dieron signos inequívocos de su decisión de poner en práctica la renovación conciliar en sus propios institutos. En 1966 se llevó a cabo la tercera Asamblea Nacional.
Las transformaciones a las que invitaba el Concilio fueron el tema central de la reunión. La Asamblea se abocó también a asuntos prácticos, urgentes al interior de la CIRM: fijar la aportación económica de los Institutos para los gastos de la Conferencia, revisar y aprobar las cuentas de la Tesorería.
Data de entonces el acuerdo de la Asamblea de formar una Delegación en México con el objeto de que la Junta Directiva pudiera trabajar a nivel nacional. Las Comisiones de Prensa, Estadística y Migración dependerían de la Junta Directiva Nacional así como el Instituto Religioso y el Regina Mundi. Un reto difícil, presente en la mayoría de las Actas desde la fundación de la CIRM fue el intentar revertir la falta de compromiso con la institución, no tanto a nivel
Historia de la CIRM 7
individual del religioso o religiosa, sino en general de los institutos miembros. Se reitera la preocupación por la falta de personal, o por la inestabilidad de la presencia de los religiosos al enviarlos sus congregaciones a asumir otros encargos fuera de la Conferencia. Este problema no pudo revertirse con el paso del tiempo y ha sido una constante en todos y cada uno de los periodos presidenciales de la institución. En la Asamblea de 1966 salió electo nuevamente el padre Checa como presidente de la Conferencia, sin embargo no pudo terminar su periodo ya que fue electo Vicario General de su orden. Lo sustituyó el jesuita Alfonso de la Mora, quien fungiría como presidente hasta el año de 1975.
Los primeros años de vida de la CIRM, sobre todo
aquellos impregnados del espíritu de renovación del Vaticano II, coincidieron en México con una importante movilización social, tanto en el frente secular como en el eclesial, tanto en la izquierda como en los más tradicionales, en contra del talante dictatorial del PRI en el poder y a favor de la apertura democrática, pugnando por espacios de participación política y en contra de los abusos
de los cuerpos policíacos. Se defendía la materia educativa, el derecho de los padres de familia a la educación de sus hijos, así como por la defensa de la libertad religiosa. En 1959 un acontecimiento internacional influyó de manera decisiva en el rumbo de la movilización social en el país: Fidel Castro entraba en La Habana, como símbolo del triunfo de la revolución cubana sobre la dictadura de Batista. La noticia Informativo
recorrió el mundo e impactó a México. El mundo universitario, las organizaciones populares no oficiales, jóvenes citadinos soñadores mostraban su fascinación por la figuras icónicas de Castro, del Che Guevara, de Camilo Cienfuegos... lo que dio nuevos motivos de conflicto con el sistema político mexicano. Para 1961 el gobierno del presidente López Mateos se enfrascaba en una controversia con la Iglesia con motivo de la aparición de los nuevos libros de texto gratuito para la educación primaria. Terminaba la década de los 60 y se hacía cargo de la presidencia de la CIRM el padre Alfonso de la Mora, quien al llegar convocó a una Asamblea Extraordinaria, con motivo de la creciente presencia y acción de la Conferencia a lo largo del territorio nacional. Se pretendía hacer más eficiente el trabajo de la Conferencia en
cirm enero-febrero 2017
8
Historia de la CIRM
la planeación de un apostolado de conjunto. En ese momento, la preocupación central era la formación de los religiosos de acuerdo a las nuevas circunstancias de la Iglesia y del país para lo que se proponía su reorganización. Se planteaban cuatro objetivos: apoyar a los institutos en la consecución de su propio fin, fomentar la toma de decisiones eficaces que apuntaran al mayor bien de la Iglesia, distribuir equitativamente el personal en las acciones apostólicas y responder de una mejor manera a los problemas comunes de los religiosos. Algunas deficiencias observadas fueron: Las comunicaciones que no llegaban a tiempo; la ausencia de información en los Institutos sobre los servicios que prestaba la CIRM; la falta de información de los Superiores y Superioras
Mayores a sus hermanas y hermanos sobre las actividades de la Conferencia; apatía de muchos Institutos; el no sentimiento de pertenencia de muchos institutos masculinos a la CIRM; y el no aprovechamiento de los servicios de la CIRM. En la misma Asamblea se acordaron las siguientes acciones institucionales: tener de manera periódica reuniones intercongregacionales especializadas, hacer un estudio sociológico acerca de las necesidades de cada región y presentarlo a los Institutos para que se dieran cuenta a dónde debían acudir, definir con claridad en el directorio los fines de cada institución.
Los religiosos y religiosas evaluaron la existencia de la CIRM y concluyeron que era necesaria y conveniente para que velara por sus intereses ante los demás organismos civiles y eclesiásticos.
En ese mismo año tuvo lugar en Medellín, Colombia, la Asamblea del Consejo Episcopal Latinoamericano, el CELAM. La reunión significó un esfuerzo de aplicación de Vaticano II al continente, reflejó el espíritu de renovación de la iglesia en América latina y su compromiso con los problemas sociales de la región, teniendo una clara opción por los pobres. En las Asambleas posteriores fue obligatorio hacer referencia directa a Medellín siendo decisiva para la misión de la CIRM. La aparente estabilidad política del país se mantuvo hasta el año de 1968 ocultando a duras penas los problemas de fondo: injusticia, desigualdad, autoritarismo estatal, y ausencia de cauces sociales de participación cívica. El movimiento estudiantil desatado a mediados de año a raíz de un pleito entre preparatorianos, permitió que aflorara el
Historia de la CIRM 9
descontento social en la forma del reclamo de jóvenes de clase media urbana, en contra de un sistema político que les prohibía participar en la vida pública nacional. El movimiento fue sofocado violentamente por el ejército el 2 de octubre: la represión abierta y la matanza de estudiantes costó al régimen la legitimidad ganada en la Revolución y puso fin al pacto social emanado de ella. Antes de que asumiera la presidencia de la CIRM el padre de la Mora, las Asambleas de la Conferencia solían realizarse al concluir cada trienio pero a partir de la presidencia del jesuita, las Asambleas se celebraron anualmente. La nueva presidencia se encargó de la renovación de los Estatutos ajustando sus fines a los nuevos tiempos. Se consideró la necesidad de revivir la histórica Universidad Pontificia de México que permitiera
la formación de los religiosos de acuerdo a las condiciones reales del país. El Padre de la Mora dio la noticia: Se trataba de una obra nacional que requería “[…] la colaboración de todos: clero diocesano, regular y seglares.” En el mismo periodo se dio prioridad a la formación de los miembros de los institutos, pues se consideraba que la renovación dependía de ello. Se creó el Juniorado.
Conviene destacar el interés que se puso en el compromiso cristiano ante las opciones sociales y políticas: se decidió que para abordar la problemática con seriedad había que estudiar antes temas prioritarios como la naturaleza de la Vida Religiosa, los problemas
Informativo
recurrentes derivados de los nuevos tiempos, su renovación; el nuevo papel de la Iglesia local en la Iglesia universal; el papel de los religiosos en la Iglesia local y su campo de acción; su inserción en las diócesis… y, por primera vez, en 1972, la CIRM se abocó a estudiar la problemática de la Mujer en las nuevas circunstancias y, específicamente de aquella de la mujer consagrada. En el último tramo de la presidencia del padre de la Mora, se realizó un estudio para determinar lo que se esperaba de la CIRM; se concluyó, que esperaba que la Institución “trabajara por la formación “Aggiornata” de los religiosos y religiosas fomentando las relaciones entre ellos y con los diversos grupos de Iglesia.” Otro objetivo central fue el mejoramiento de las relaciones de la CIRM con la Conferencia Episcopal y con los Obispos en particular. Se creó la Comisión mixta CEM – CIRM
cirm enero-febrero 2017
10
Historia de la CIRM
cuyo propósito prioritario era planear y determinar la distribución equitativa de los religiosos en el territorio nacional y de establecer el proyecto de relaciones con la Comisión del Clero. La Conferencia diagnosticaba la problemática de la Iglesia y específicamente de la Vida Religiosa en los nuevos tiempos: Crisis de Vida Religiosa, egoísmo; falta de comunicación; falta de organización eclesial y económica; y falta de una formación adecuada a los nuevos tiempos, entre otros. Para esas fechas, la Revista CIRM había sido sustituida por Signo, la que se sostenía a duras penas en medio de altibajos. El padre de la Mora pidió la integración de una Comisión de Prensa para transformar la revista y los boletines. Se le dio un nuevo impulso a la revista que se publicaba cuatro veces al año así como al boletín mensual. Se pidió colaboración a los religiosos y religiosas para mandar artículos y noticias para dinamizar la publicación. En mayo de 1972, se lanzó nuevamente un “SOS
fraternal”, un insistente llamado a los Superiores y Superioras Mayores para reforzar la Comisión que agonizaba por falta de personal y problemas económicos. Salía el padre de la Mora en 1975 y entraba como relevo al frente de la CIRM el también jesuita Juan Manuel Mata quien permaneció en el cargo tres años. Luis Echeverría había sucedido en la presidencia de la República a Gustavo Díaz Ordaz quien intentó recuperar la legitimidad institucional perdida, recurrió a la estrategia de un discurso popular e incluyente que era poco o nada congruente con sus acciones en la realidad. La década de los setenta se caracterizó entre otras cosas por una severa crisis económica: endeudamiento creciente, inflación, aparición de cinturones de miseria en torno a las grandes ciudades, y abandono del campo…
Mientras en la CIRM, la presidencia del padre Juan Manuel Mata tuvo lugar de 1975 a 1978. Esta etapa en la historia de la Conferencia se caracterizó por buscar caminos acordes al espíritu y las directrices del Vaticano II, para configurar la Vida Religiosa de acuerdo a la nueva realidad y una formación a la altura de los retos que ésta le presentaba. Se trató de promover y ayudar a los Institutos en el área de formación; nació el Bienal y los Cursos de Verano, a nivel nacional y a nivel local. En el último año del periodo de Juan Manuel Mata los Estatutos fueron modificados nuevamente. Entre 1978 y 1981 la Junta Directiva de la CIRM padeció momentos difíciles y una crisis manifiesta en dudas e incertidumbre sobre la misión y el destino de la Conferencia. Se
Historia de la CIRM 11
eligió como presidente al Hermano José Luis Razo quien tuvo que renunciar al poco tiempo siendo sustituido en el cargo por el vicepresidente de la institución Francisco Quijano, op, quien se vio obligado a hacer frente a los problemas de la institución sin contar con el apoyo de un secretario. Quijano se mantuvo al frente de la CIRM hasta el año de 1984. Fue entonces cuando la CIRM tomó conciencia de sus capacidades, probada en su vida y consolidada en su espíritu.
En la Asamblea de 1982 el objetivo fue retomar los trabajos de la VIII Asamblea de la CLAR para analizar la situación de la Vida Religiosa en los últimos 3 años y encontrar exigencias y líneas de acción para saber cómo impulsar a la CIRM. Conocer el presente, el pasado y el contexto de
la CLAR le permitió a la CIRM mirar hacia el futuro. Los problemas que se observaron en la época de su administración fueron la formación (se tuvo una visita canónica al ITES (Instituto Teológico de Estudios Superiores) el problema económico y la corresponsabilidad. Al finalizar la presidencia de Francisco Quijano se establecieron como objetivos para el futuro cercano, la reorganización y el funcionamiento de la CIRM con la respectiva actualización de los Estatutos y la creación de un Instituto de Formación que respondiera a las necesidades de la Vida Religiosa en México. El periodo de Quijano fue de reflexión y revisión. Consideraba que el reto de la Vida Religiosa en esa época era el de la formación a todos los niveles. Después de Francisco Quijano siguió en la Informativo
presidencia el jesuita Carlos Vigil. Un objetivo importante era la creación de un nuevo Instituto de Formación que respondiera a las necesidades de la Vida Religiosa en México, en sustitución del ITES, pues desde hacía tiempo había inquietudes y reservas sobre la marcha de este Instituto. En 1983 se decidió retirar el reconocimiento al mismo, el cual además contaba con muchas irregularidades jurídicas. En el informe de la xx Asamblea, en mayo de 1985, se indicó la disolución del Instituto, el cual se cerró el 3 de agosto de 1984. En cuanto al problema económico, se nombró al hermano Roberto Flores Calva como Tesorero Nacional y los miembros de la Junta Directiva Nacional se lanzaron en campaña para lograr la creación de un Fondo de Financiamiento de la CIRM. El hermano Roberto Flores Calva organizó también la acción económica y administrativa para orientar y asesorar
cirm enero-febrero 2017
12
Historia de la CIRM
a diferentes Institutos Religiosos. Para mejorar las relaciones con la jerarquía la junta se presentó con el Cardenal de México invitándolo a la Asamblea. Se tuvieron además entrevistas con diferentes personas del Secretariado General del Consejo de Presidencia de la CEM, con la Comisión Episcopal de Migración y Turismo y con la Episcopal de Educación y Cultura. Durante la presidencia del padre Vigil se festejaron los 25 años de la CIRM. Para 1986 la preocupación principal de los religiosos y religiosas fue con los indígenas. En la Asamblea de ese año se trató sobre la comunidad de inserción como una alternativa para la Vida Religiosa en México y las Comunidades Indígenas a través de Experiencia de las Comunidades Religiosas Insertas (CRIMPO). En el periodo del padre Vigil se logró restablecer
la economía de la CIRM, salió de la crisis en la que se encontraba desde años atrás. En la asamblea de 1987 se acordaron 5 prioridades o retos para el siguiente trienio: la Creación de un Instituto Superior de Estudios para Religiosas y Religiosos, Fomentar las relaciones con el Episcopado Mexicano, dar continuidad a los programas de estudio del interreligioso, Promover las CIRM Regionales y acompañar la inserción de los religiosos y religiosas en ambientes populares. Se eligió como futuro presidente al padre Agapito Sánchez. Al iniciar la presidencia de Agapito Sánchez se fortalecieron las relaciones entre obispos y religiosos y religiosas. Se preparó la Asamblea de Jalapa con el tema “Relaciones Obispos – religiosos en la misión de la Iglesia” basándose en el documento Mutuas relaciones. También se hizo la Asamblea de Colima con el tema “Obispos y religiosos. Hacia una nueva evangelización” y se hizo el primer encuentro de obispos y religiosos, del 6 al 9 de noviembre de 1989 en Durango.
Desde tiempo atrás mejorar la formación de los religiosos y religiosas era un asunto prioritario para la CIRM, por lo que el padre Sánchez se empeñó en fortalecer esta área; obtuvo la aprobación del Centro de Teología Fundamental para la Vida Religiosa. Los retos que esta época dejaba para el siguiente trienio fueron: Seguir fomentando la formación a todos los niveles, reorganizar el equipo de reflexión, impulsar y reforzar las regionales y resucitar la revista Signo que había pasado por un periodo de receso involuntario.
Ahora la tarea pasaría al nuevo presidente, el jesuita José Morales Orozco. En el contexto político mexicano de 1982, Miguel de la Madrid subió a la presidencia, su gobierno intentó restaurar alianza entre Estado, el sector privado y el exterior.
Historia de la CIRM 13
Su presidencia aun no lograba consolidar al país cuando en 1987 resultó electo presidente Carlos Salinas de Gortari; elección cuestionada existiendo inconformidad y reclamos por un posible fraude electoral; como consecuencia de ello se creó el Instituto Federal Electoral. Para 1985, la ciudad de México y Ciudad Guzmán sufrieron un terrible terremoto de 8.1 en la escala de Richter que causó destrucción en gran parte de estas ciudades. Los mexicanos tuvieron una experiencia de solidaridad ejemplar aun para el mismo gobierno. Ir en ayuda de los damnificados fue motivo de un trabajo intercongregacional muy bello. En el contexto internacional no podemos olvidar el año de 1989: La caída del muro de Berlín es considerada simbólicamente como el colapso del bloque
comunista en el tiempo de la guerra fría; La visita de Juan Pablo II a México en 1979 con motivo de la asamblea del CELAM en Puebla. En ella la CIRM participó muy activamente en su preparación y en el apoyo logístico. En la década de los 80 nacieron varios centros de Derechos Humanos fundados por religiosos. Su objetivo fue defender y promover los derechos humanos en México, se basaba en la opción preferencial por los más pobres y grupos vulnerables del país: indígenas, migrantes, trabajadores y víctimas de represión social. El periodo de José Morales Orozco duró 5 años y medio. En esta época uno de los temas de interés fue el compromiso con el prójimo, sobretodo con el más necesitado. Un problema que existió durante la presidencia de Morales Orozco se dio en el año de 1991, en enero la CIRM envió un comunicado sobre las relaciones Iglesia – Estado, acompañado de un carta de su presidente que se filtró en la prensa y fue Informativo
publicado en forma parcial y comentada. El 14 de febrero la presidencia de la CEM, en un desplegado en el Excélsior, acusó a la CIRM de “Magisterio Paralelo”. El 17 del mismo mes Morales respondió a los obispos y se reunió con la comisión mixta CEM – CIRM para aclarar las posturas.
En la Asamblea de 1993 se considera que se dio una orientación lejana del proceso de Vaticano II, y que su respuesta fue de poco profetismo dentro de la Iglesia. En esta época hubo un proceso de involución en la acción pastoral, un proceso de “conservadurismo”. Según el padre José Morales Orozco, los retos con los que la CIRM se enfrentaba en aquella época eran luchar porque en la nueva situación de relaciones con el Estado, la Iglesia y la Vida Religiosa mantuvieran su libertad evangélica y profética en el ámbito de la vida pública.
cirm enero-febrero 2017
14
Historia de la CIRM
Otro reto fue las relaciones con la CEM, puesto que se quería resucitar la Comisión mixta, la cual no había funcionado. En el contexto mexicano eclesial, 1992 fue un año de tensiones por las negociaciones para el reconocimiento jurídico de la Iglesia. En este año, el gobierno de Carlos Salinas de Gortari hizo reformas a la ley mejorando las relaciones entre el Estado y las iglesias, permitiendo a estas últimas tener personalidad jurídica, y a los religiosos y religiosas obtener derechos políticos. En esta época se dieron pasos importantes en la CIRM, se hicieron y difundieron folletos; se dieron cursos y talleres bíblicos y pastorales para que la Palabra de Dios se sintiera en la Vida Religiosa y en el Pueblo. La revista Signo había tenido en el periodo anterior una época de
dificultades, puesto que llegó inclusive a suspenderse. Durante la presidencia del padre Morales Orozco se resucitó a la revista y el padre escribió en el número 72 de la misma: “Un medio de comunicación entre nosotros es siempre una posibilidad de acercarnos más para reflexionar juntos y juntas …”. Se eligió de nuevo como presidente a José Morales Orozco y como vicepresidenta a la hermana Mariela Peña Kipper, quien sustituyó a Morales Orozco en los últimos meses de su periodo, siendo la primera mujer presidente de la CIRM. Durante este periodo el Centro de estudios teológicos CET-CIRM fue aprobado y reconocido por la SEP y por la Iberoamericana; constituye un espacio para que las religiosas puedan acceder a una licenciatura teológica reconocida, estaba bajo la autoridad de la Junta Directiva. También se realizaba el proyecto mujer. Hay un informe de la Comisión de mujeres de la CIRM, cuyo objetivo era
“Tender hacia una nueva identidad como mujeres religiosas comprometidas con el pueblo, para la transformación de estructuras antievangélicas”. Los retos que se observaban para el futuro de la CIRM eran nuevamente contribuir a promover la concientización y conversión del Pueblo de Dios en vistas a lograr una mayor democracia, justicia y superación de la miseria.
El nuevo presidente fue Jorge Ortiz González, Misionero del Espíritu santo. Las prioridades para ese trienio eran: Comunión eclesial; Formación inicial y permanente; La mujer y lo femenino; La educación y La salud. Durante el periodo de Jorge Ortiz en las Asambleas se trataron los siguientes temas “La Vida Consagrada bajo el signo del Espíritu, esperanza
Historia de la CIRM 15
para los excluidos”, donde se quiso reflexionar sobre los excluidos del tiempo en México. La exhortación apostólica “Ecclesia in America” que Juan Pablo II entregó al continente desde México; el documento que la Conferencia Episcopal Mexicana había elaborado en torno a las cuestiones sociales del país; y el proyecto “Por el camino de Emaús”. Los desafíos del contexto latinoamericano eran tomados en cuenta. También se renovaron los estatutos y en 1992 se dio de alta ante notario el Acta Constitutiva. Ésta contiene “La protocolización del certificado de Registro constitutivo y formalización de la Constitución de “Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México”, A.R.
De febrero de 1997 a enero de 1999 la CIRM se enfrentó con la suspensión de sus institutos de formación: INTER y CETCIRM, este hecho implicó el alejamiento de algunos Institutos femeninos. Posteriormente fueron reabiertos, respondiendo a las exigencias de renovación de los estatutos, idearios y programas de ambas instituciones para ajustarlos a las exigencias marcadas. Para el año de 1999, se creó el Instituto de Formación Teológica Intercongregacional de México, IFTIM, su misión fue apoyar a los Institutos que lo integran en la formación de sus hermanos estudiantes, religiosos aspirantes al ministerio ordenado, ofreciendo una formación teologal y teológica de excelencia. Tras el periodo de Jorge Ortiz, llegó la presidencia del hermano Alfonso Fernández Peña quién mantuvo las relaciones con el Episcopado, con la Secretaría de Gobernación, con la CLAR y otras dependencias. En relación con la CEM mantuvieron su participación en sus Asambleas e intentaron Informativo
colaborar en alguna reunión con la Comisión Permanente. Se continuaron favoreciendo las relaciones con la Secretaría de Gobernación, de manera particular con la subsecretaría de Asuntos Religiosos y Culto Público, donde el hermano Fernández Peña recibió invitación para asistir a la Cámara de Diputados al IV Informe del Presidente FOX. La xxxviii Asamblea Nacional se celebró en Veracruz, su tema fue “Vida Religiosa apasionada por Cristo y por la humanidad”. Su objetivo fue: “Concientizar y vivenciar la visión de la Vida Consagrada en el mundo y en México, y discernir, iluminados con las aportaciones del pasado Congreso de la Vida Consagrada y la reflexión del Equipo de Reflexión teológica de la
cirm enero-febrero 2017
16
Historia de la CIRM
CIRM, las pistas a seguir en el futuro.” Al término del periodo de Alfonso Fernández Peña salió electa como presidenta la hermana María de los Dolores Palencia Gómez. Durante la presidencia de la Hermana Palencia Gómez, en la XLII Asamblea Nacional de abril de 2007, se trató el contexto mexicano para reflexionar sobre los desafíos de la Vida Religiosa en México con el fin de formular criterios orientadores y sugerir líneas de acción para su caminar. Se reflexionó sobre distintos temas: economía, política, justicia y Derechos humanos, así como moral y cultura. En pocas palabras se establecieron prioridades y urgencias para el actuar de los religiosos y religiosas contemporáneos. Sobre el quehacer de los religiosos y religiosas en México se decidió impulsar 3 aspectos principalmente: revitalizar la identidad de la Vida Religiosa, su mística y su profecía en el seguimiento de Jesús, buscando nuevas respuestas a los desafíos actuales; el segundo, ante el individualismo creciente y la falta de democracia
en el país, se decidió propiciar la formación y capacitación para la intercongregacionalidad para desembocar en proyectos concretos, manteniendo la unidad con los obispos y los planes diocesanos; y por último, recuperar el lugar teológico de la Vida Religiosa esperando lograr la cercanía con los grupos marginados, es decir, la opción por los pobres, mujer, migrantes, indígenas y ayudar a que los ricos pongan sus recursos a favor de la causa del reino de Dios.
El 26 de enero 2007 la Congregación para la Vida Consagrada e Institutos de Vida Apostólica aprobó los Estatutos del CET-CIRM por 7 años. El 1º de mayo 2008, la presidencia pasó a Silvia Conde, sa. En la Asamblea se señalaron tres directrices: El Profetismo, La Intercongregacionalidad y la Formación.
A lo largo de sus casi 50 años de vida la CIRM ha demostrado su interés por estar inmersa en el contexto social y religioso de México, de América Latina y el mundo. El conocimiento de dicho devenir histórico le ha permitido a través de sus diferentes presidencias adaptarse cambio histórico y las exigencias que el mundo contemporáneo le presenta. Es notable el continuo y permanente esfuerzo de cada presidencia por renovarse, por responder de acuerdo a su misión a la realidad que la rodea. Actualmente la CIRM debe hacer frente a situaciones que se han vivido desde sus orígenes: la falta de personal, el compromiso a largo plazo de los institutos, el problema económico y, lo que es más importante, ser testigos de Jesús cada una y cada uno de los miembros de la Conferencia, además de animar una Vida Religiosa mística y profética, que va de la Sirofenicia a la Transfiguración. Ora por la CIRM para que los siguientes 50 años sean una historia marcada por Dios.
Reflexión teológica 1 17
Retroalimentarnos. Todo un reto en nuestras comunidades Por: Hno. Gustavo Llaguno Velasco, msps «En la vida comunitaria, la energía del Espíritu que hay en uno pasa contemporáneamente a todos. Aquí no sólo se disfruta del propio don, sino que se multiplica al hacer a los otros partícipes de él, y se goza del fruto de los dones del otro como si fuera del propio.»
San Basilio
E
ra el cierre y conclusión de un módulo formativo más de nuestro noviciado. Cada módulo duraba de quince días a un mes, en donde leíamos artículos, los reflexionábamos y relacionábamos con nuestras vidas; el último paso del módulo era compartir nuestros procesos personales en grupos pequeños y retroalimentarnos; en cada grupo nos acompañaba un formador que la hacía de moderador. El novicio compartía su reflexión, su vivencia y proceso personal; después, el resto del grupo de novicios guardaba un momento de silencio y cada uno lo retroalimentaba; todos estábamos aprendiendo a hacer este ejercicio y el formador nos acompañaba y orientaba. Recuerdo que en el proceso de aprendizaje se daba un ambiente tal, que las retroalimentaciones tenían que ser valientes, fuertes y capaces de confrontar y cuestionar el compartir del hermano novicio; de broma decíamos que “entre más sangre salía, mejor”.
Recuerdo un hermano que recibió una buena dosis de retroalimentaciones confrontativas e intensas, y terminando de escuchar, simplemente salió al baño y fue a devolver el estómago. A pesar de los errores cometidos, todos estábamos aprendiendo a ejercitar dos habilidades que nos servirían para el futuro de nuestra vida comunitaria: aprender a compartir y a retroalimentarnos como hermanos que se acompañan en el camino. Este artículo es la continuación del anterior, en el cual hablábamos sobre la importancia de compartir la vida en nuestras comunidades y reflexionábamos acerca de las condiciones mínimas que deben de existir para que el compartir la vida entre hermanos/as de comunidad sea posible. Decíamos también que el elemento más importante para que existan condiciones de compartir es la confianza, sin ella, no hay nada qué hacer. Informativo
cirm enero-febrero 2017
18
Reflexión teológica 1
En muchas comunidades sí hay condiciones para poder compartir la vida, pero no para retroalimentarse, y sobre ello quisiera profundizar en este artículo. La práctica de la retroalimentación en nuestras comunidades toca un tema delicado. No es nada fácil retroalimentar al hermano/a haciéndole ver lo que vemos en él, decirle nuestro parecer sobre su vida, su proceso, lo que percibimos de él. Cuando en una comunidad no hay condiciones para retroalimentarse puede ser a causa de varios factores. Es posible que los hermanos/as simplemente no estén en disposición de escuchar retroalimentaciones de los otros hermanos/as; tal vez no haya la valentía para retroalimentar al hermano por miedo al conflicto o a generar relaciones tensas, así que mejor se la “llevan bien” y “cada uno a lo suyo”; otro factor puede ser que haya hermanos/as que comparten discernimientos y decisiones “cerradas” donde ya no hay nada qué retroalimentar pues la decisión y el discernimiento ya está completado y hecho; otro factor puede ser que no se sabe cómo retroalimentar, no hay una metodología adecuada o no hay claridad de lo que se va a retroalimentar. Cuando hablo del ejercicio de retroalimentarse, no me estoy refiriendo a la antigua práctica de la “corrección fraterna” de las comunidades religiosas. Me parece que el término “corrección” no es el más adecuado; aquí no se trata de “corregir” al hermano, como si el otro estuviera “mal”, y yo —que estoy
“bien” — lo voy a “corregir”, pero fraternalmente. Si no, nos va a pasar como el llamado “circator”, término que se utilizaba en las comunidades de Canónigos Regulares del siglo xiii para designar a un hermano de la comunidad que tenía el encargo de vigilar las faltas de los religiosos que denunciaba para su corrección en los capítulos diarios. Aquí no se trata de “corregir” sino de retroalimentar, es decir, que yo voy a alimentar (enriquecer) el proceso y caminar de mi hermano/a con la percepción que tenga de su vida y persona; en algunos momentos implicará que el hermano/a corrija elementos de su caminar y en otros momentos implicará reforzar elementos que ya vive o intenta vivir. ¿Para qué retroalimentarnos en comunidad? Cuando existen las condiciones y se hace adecuadamente, es muy enriquecedor retroalimentarse, aunque implique en ocasiones escuchar cosas no agradables, pero ciertas. Cuando se retroalimentan los hermanos/ as no es sino para ayudarse en el camino, ampliar horizontes, escuchar otras voces que la propia, darse cuenta de nuevos elementos no vistos y en definitiva, aproximarse más a la voluntad de Dios. Para retroalimentar estoy dando por supuesto que ya existen condiciones para compartir; después de un buen compartir, es positivo que venga acompañada de una buena retroalimentación, darle una palabra al hermano/a que compartió y ayudarle en
Reflexión Teológica teológica 4 1 19
su proceso. Puede haber cuatro tipos de retroalimentación, según el caso: ando le devuelvo - Devolver: es cu lexiva al otro una visión comp de lo que me (que ve el conjunto) ntimientos compartió y de los se escucharlo. que en mí provocaron rar una nueva Esto contribuye a log opio caminar. percepción sobre el pr
cuando ponemos frente al otro cuestionamientos sobre algún aspecto que pueda ayudar a que el otro se dé cuenta de elementos que no ha querido o no ha podido ver y que son importantes para vivir desde la fidelidad a Dios y su Reino. Estos tipos de retroalimentación no son fórmulas ni se aplican al pie de la letra; se necesita partir de la vida, ver lo que - Confirmar: aquí se trata de conviene, pedirle al Espíritu luz para subrayar y corroborar algunos saber retroalimentar. Se trata, no de ser elementos (constructivos o no) agresivos o pasivos, sino asertivos con lo mencionados por el hermano/a, los que decimos. En el pasado artículo hablábamos cuales nosotros los confirmamos de las condiciones que se porque los hemos percibido en su necesitan para que en una práctica de vida. comunidad sea posible cuente - Proponer: es fre compartir la vida; que cuando además de aquellas, el otro nos quisiera agregar comparte, cuatro elementos nos surgen que son hacen montonal indispensables para de consejos que haya condiciones que le para una constructiva queremos retroalimentación: decir para es o nt pu te - Caridad: éste es el primero y el más en es resolver su situación; e de qu lo te en importante. Si no hay caridad y la lam so cir conveniente de de ra ne ma a retroalimentación no se hace desde la rio sa ce verdad se crea ne el en er ca e ed caridad, entonces lo mejor es no decir pu propuesta, ya que se le e qu s ejo ns co nada pues se puede hacer mucho daño. s los error de escuchar má ente al alm re ar ch Aquí es donde se debe cuidar mucho la cu es e qu r queremos da motivación por la cual uno retroalimenta hermano/a. y debe haber claridad interna, pues - Confrontar: esta for cuando se trata de asuntos que despiertan ma de retroalimentar es la más pasiones y enojos, se puede retroalimentar delicada de todas, por lo que se ne sin objetividad. Una retroalimentación cesita claridad y objetividad. Co siempre tiene que ir acompañada con la nfrontar significa “poner de frente ”, y es Informativo
cirm enero-febrero 2017
20
Reflexión teológica 1
intención de ayudar al hermano/a y nunca para perjudicarlo. - Transparencia: la práctica de la retroalimentación solamente funciona si hay transparencia; que lo que se dice sea porque realmente se cree en ello. Donde hay doblez y poca claridad, lo mejor es no retroalimentar. - Fe: cuando se comparte y se retroalimenta se hace a la luz de la fe, teniendo como marco de referencia, los valores el Evangelio. Es por ello que es conveniente pedirle luz al Espíritu, creer que la voz de Dios también se puede revelar a través de la retroalimentación del hermano/a. Con esto no queremos decir que lo que un hermano retroalimente es de por sí “Palabra de Dios”; tampoco se trata de relativizarlo al grado de quedarnos igual que antes; se trata de darle su justo lugar y por fe yo creo que Dios me puede estar diciendo, insinuando y orientando a través de lo que mis hermanos/as me dicen.
-
Apertura: es necesaria una mínima actitud de apertura para escuchar las retroalimentaciones. Muchas veces escucharemos cosas que no quisiéramos escuchar o no nos esperamos; y eso muchas veces es positivo pues de lo que se trata es de ampliar horizontes, ver nuevas posibilidades, reconocer lo bueno y lo malo, lo congruente y lo incongruente; para ello se necesita madurez y apertura que me permita integrar lo que escucho.
Compartir y retroalimentarse se puede dar en la vida cotidiana de una comunidad; hay que saber distinguir los momentos propicios para hacerlo, pues tal vez existan momentos que no es propicio hacerlo, ya sea por la intensidad del trabajo de ese momento, por el estado de ánimo o por la falta de disposición. Pero también se puede hacer el ejercicio del compartir y retroalimentarse con momentos formales dedicados para ello y con un método adecuado. Yo he visto que esto se puede aplicar entre hermanos/ as de una misma comunidad religiosa, comunidades de Formandos, o hermanos/ as de diferentes comunidades que se reúnen por ser de la misma generación o por afinidad común, etc. Incluso se puede aplicar en comunidades de laicos en las que existen condiciones para ello, y, ¿por qué no? en un futuro, entre grupos mixtos integrados por laicos/as y religiosos/as. Un método que he visto que puede funcionar en grupos de entre 5 a 10 personas, tiene los siguientes pasos:
es elegir al 1. Orar: el primer paso ir, se deja mp hermano que va a co art os tod y un momento de silencio nto me . piden por él un breve mo
Reflexión teológica 1 21 2. Compartir: es el momento en que el hermano/a comparte su vida, su proceso; se sugiere que previamente el hermano/a haya tenido un tiempo de reflexión personal para clarificar qué es aquello que quiere compartir; se calcula que su compartir no dure más de media hora, para que el conjunto no sea tan pesado.
3. Preguntas aclaratorias: después de compartir, se da un momento para que los otros hermanos hagan algunas preguntas solo para aclarar aspectos que no les hayan quedado claros. No se trata de hacer preguntas “exploratorias”, que abran más elementos que el hermano/a no tenía contemplado compartir, sino aclarar sobre lo ya compartido. 4. Silencio: se guarda un momento de silencio previo a la retroalimentación para dejar escuchar los ecos internos que quedaron de lo que se escuchó, hacer consciente la percepción que tengo del hermano/a que compartió, preparar adecuadamente la retroalimentación y aclarar lo que se va a decir teniendo la Caridad por delante. 5. Retroalimentación: es el momento en que cada hermano/a retroalimenta al que compartió. Suele suceder que el
que escucha las retroalimentaciones, quiere responder, aclarar más cosas o incluso ponerse a la defensiva cuando se trata de retroalimentaciones confrontativas. Aquí es importante dejar que todos los hermanos puedan retroalimentar, sin interrumpirlos y simplemente escuchar. Es por ello que muchas veces puede ayudar que exista un moderador externo que facilite a la buena dinámica del ejercicio de compartir y retroalimentar. 6. Resonancias: se invita a que, al terminar las retroalimentaciones, el hermano pueda decir algunas palabras de cómo se siente. Una vez terminados estos seis pasos, se pasa al siguiente hermano de la misma manera. Es importante antes y después del ejercicio de compartir y retroalimentar, haya un espacio de tiempo personal y silencio; primero para que cada uno pueda recuperar su vida, aclarar su proceso y las cosas que va a compartir; y después para dejar resonar lo que compartió y las retroalimentaciones que recibió, tanto las agradables como las no agradables, y ver cómo las integra a su camino de fidelidad en el seguimiento de Jesús. En definitiva de lo que se trata es de ayudarnos a escuchar cada vez mejor la voluntad de Dios. Por eso queremos que haya condiciones en nuestras comunidades para compartir y retroalimentarnos, no para fastidiarnos la vida ni para “sacarnos sangre”, sino para apoyarnos unos a otros a escuchar, sentir y hacer la voluntad de Dios al estilo de Jesús. Informativo
cirm enero-febrero 2017
22
Reflexión teológica 2
Hacia un nuevo
modelo de comunidad religiosa y de superior/a Por: Juan Mari Ilarduia
Aspectos introductorios reo que tod@s vamos teniendo cada vez más claro que no se puede hablar de la vida comunitaria sin hablar al mismo tiempo de la figura del superior/a. Y viceversa, no se puede hablar del superior/a sino en función de la comunidad. Es la comunidad la que da sentido al superior/a y no el superior/a a la comunidad.
C
Por eso en estas reflexiones vamos a ir trabajándolas juntas, sabiendo que lo prioritario es la comunidad y que los ministerios son derivados y al servicio de esta. Hablando de la Iglesia decía W. Kasper: “La común pertenencia al pueblo de
Dios precede a toda distinción de ministerios, carismas y servicios” (W. Kasper). Lo que define la Iglesia en general, con más motivo se ha de aplicar a la vida comunitaria. 1. Hacia una nueva figura del superior/a Podríamos asegurar que uno de los signos de la modernidad es haber puesto en crisis la figura de la autoridad. Y esto está teniendo fuertes repercusiones tanto dentro de la Iglesia, en las comunidades religiosas, en los partidos políticos y en las sociedades civiles. Pero en realidad lo que se cuestiona no es la necesidad de la autoridad sino su función y el modo de ejercer su poder. La psicología social nos advierte de que todo grupo humano
Reflexión teológica 2 23
termina desintegrándose si no tiene bien definida la figura de la autoridad, los mecanismos adecuados para nombrarla, y si no le dota de los medios necesarios para ejercerla. Todo grupo humano, si no quiere desintegrarse, tiene que definir el modo de ejercer el poder en él. Y no hay que olvidar que, aunque a veces parezca lo contrario, también la autoridad religiosa es, entre otras cosas, un modo de ejercer el poder. Y el poder se puede ejercer de muchas maneras: sanadoras unas veces, despersonalizadoras otras. De los muchos signos que definen la modernidad, junto al desarrollo científico-técnico, destaca la subjetividad como valor primordial: una subjetividad que reclama la autonomía de la libertad y el ejercicio de la razón crítica. Sus anhelos terminarán formulándose en el grito de “libertad, igualdad, fraternidad”, -de evidentes raíces cristianas, aunque ya emancipadas-. Ese grito atraviesa toda la modernidad, desde mucho antes de la revolución francesa, hasta el “Indignaos” del 15 M de la Puerta del Sol en Madrid y en la plaza Syntagma en Atenas. Este grito, además, es una reivindicación universal que alcanza a todos los continentes y culturas. En medio de estas tensiones provocadas por la modernidad, la Iglesia en el Vaticano II se entendió a sí misma como “misterio de comunión” y como “pueblo de Dios”. Una comunión que
brota de aquel misterio de comunión en el que convive el Padre con el Hijo en el Espíritu Santo. Dios tiene poder de generar una Iglesia de comunión porque Él mismo es comunión (LG 2,3,4). La Iglesia sabe y confiesa que lo que posibilita la “comunión” entre todos sus miembros, y que hace de estos un único “Pueblo de Dios”, es el hecho de que todos están habitados por un mismo Espíritu. Ese Espíritu es el “principio vital de la Iglesia” (LG 4) y el que establece la unidad, la igualdad y la comunión fraterna entre todos sus fieles. Todo ello gracias a que “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu que nos ha sido dado” (Rm 5,5). Gracias a ese Espíritu presente en todos, la “Comunión” y el ser “Pueblo de Dios” constituyen las claves que tiene la Iglesia para entenderse a sí misma. A partir de esta realidad básica se ha de entender todo lo demás, como dice W Kasper, sabiendo que lo que verdaderamente cuenta es una fe activa en la práctica del amor-servicio. El Vaticano II proclama así una Iglesia “comunidad de iguales”, (cf. Gal 3,28) habitados por un mismo Espíritu liberador (cf. 2Cor 3,17) y que forman ese pueblo de Dios hecho de hij@s/ herman@s. Es el grito que propone el Vaticano II a la modernidad: “Filiación, Igualdad, Libertad, Fraternidad”. Un Evangelio que puede ser anunciado y entendido en la modernidad. El mismo Espíritu que ha sido derramado en toda Informativo
cirm enero-febrero 2017
24
Reflexión teológica 2
criatura hace que todos los hombres y mujeres de buena voluntad podamos hablar un mismo lenguaje, guiados por una misma utopía y caminando en una misma dirección. Cierto es que las reglas de juego de una comunidad religiosa tienen sus fundamentos en criterios teológicos que van más allá de los criterios democráticos y de estructuras grupales. Pero no podemos olvidar que todo grupo humano, evangélico o no, supone una estructura para su funcionamiento, que requiere unos órganos decisorios y tiene que organizar las relaciones entre sus distintos miembros. De lo que deberá precaverse una comunidad religiosa es de no dejarse aplastar por las estructuras ni de caer en figuras meramente funcionales de la autoridad sino de inspirar su vida y funcionamiento grupal en criterios de evangelio. Queda en pié que todo grupo requiere un mínimo de organización y, por tanto, de autoridad y de liderazgo. Si no, no funciona. La experiencia confirma que la figura del superior/a sigue siendo decisiva en la comunidad religiosa.
Durante muchos años después del concilio se habló de “crisis de obediencia” a la autoridad. Más tarde se pasó a hablar de “crisis de autoridad”, en el sentido de que no se sabía muy bien cuál era su nueva función. Y ciertamente que la crisis de autoridad ha pasado al primer plano porque, con el cambio operado en la teología de la Vida Religiosa y de la idea de comunidad, el modelo de autoridad tradicional entró en crisis total. Y todavía hoy en muchas comunidades el superior/a sigue sin saber muy bien cuál es su misión dentro de la comunidad. Es un hecho reconocido que esta crisis de la autoridad se ha suscitado a rebufo del despertar de la autonomía del hombre/mujer modernos, de la nueva conciencia de la dignidad de la persona, de las democracias y movimientos de liberación modernos. Pero también como consecuencia de la nueva teología de comunión emergente desde el Vaticano II. Esta nueva sensibilidad se está haciendo sentir cada vez más dentro la Iglesia, desafiando sus formas tradicionales de gobierno y, de modo particular, sobre las formas gobierno de los institutos y comunidades religiosas. La nueva teología trinitaria de comunión, olvidada durante muchos siglos y ahora en el centro del interés teológico, decíamos, ha sido un factor determinante para inspirar nuevos modelos
Reflexión teológica 2 25
eclesiológicos y, de rebote, para inspirar una nueva idea de autoridad y de comunidad religiosa. En efecto, desde el Vaticano II, se vienen observando dos tendencias dentro de la Iglesia: una que intenta mantener el modelo tradicional más jerarquizado, que tiende a reforzar la figura de la autoridad, y otra que se inspira en un modelo de Iglesia concebida como Pueblo de Dios, como comunidad o fraternidad, como misterio de comunión que apunta a un modelo de gobierno más participativo, más sinodal, de estilo, diríamos más democrático. Dos modelos de Iglesia que podrían llegar a inspirar dos modos de entender y de ejercer la autoridad de modo bien distinto. La moderna conciencia de la autonomía personal ejerce sobre la VR un atractivo particular. Con frecuencia se quejan los superiore/as de que en nuestras comunidades se está implantando un individualismo rampante que amenaza la vida comunitaria. Como si se estuviera oficializando un cierto estilo de VR “liberal” o “posmoderna” donde cada uno campea a sus anchas. Y esto nos tiene que dar qué pensar, porque delata que algo de fondo falla y que está más allá de la figura de la autoridad. El hecho es que la VR, al no formar parte de la jerarquía de la Iglesia (LG 44), se ha visto más libre de trabas jurídicas para cuestionar las
viejas figuras de autoridad verticalista y experimentar formas nuevas de comunidad religiosa de comunión. Y esto nos ofrece una gran oportunidad para nuestra renovación. Ciertamente el individualismo es una de las tentaciones más seductoras de nuestro tiempo, amparándose en la relevancia actual de la autonomía de la persona. Pero justamente aquí se encierra una nueva posibilidad de autenticidad y responsabilidad para la VR. Una vez recuperada la autonomía personal, es ahora cuando el sujeto tiene el inexorable desafío de responder de su propia vocación sin delegar ni en la institución, ni en las leyes o normas, ni siquiera en la comunidad, aquello de lo que cada uno tiene que responder por sí mismo/a. Lo genuinamente vocacional se desplaza hacia aquel centro donde florece verdaderamente: la persona. Como toda crisis, también ésta de la automía-obediencia es sin duda un reto y una oportunidad ambivalente: podemos hacer de esta crisis una oportunidad para la responsabilidad personal frente a viejas formas despersonalizadoras y manipuladoras o podemos desintegrar la vida comunitaria, larvada por un individualismo que se ampara en los derechos de la persona pero que no ha sabido descubrir el camino de la comunión fraterna. Sin duda que incorporar la moderna conciencia de autonomía a la Vida Informativo
cirm enero-febrero 2017
26 Reflexión teológica 2
Religiosa choca frontalmente con viejas formas de entender y de ejercer el binomio autoridad/obediencia. Pero en ningún caso cuestiona la obediencia de la fe, la cual supone un alto nivel de autonomía y de libertad interior en el sujeto. Sin autonomía, en lugar de obediencia de la fe, lo que se da es sometimiento y despersonalización. Lo que reclama la nueva situación cultural es resituar el binomio autonomía/ obediencia. Como en todo proceso de cambio, mientras logramos esa nueva síntesis entre autonomía y obediencia de la fe, nos tocará pasar por situaciones de cierto desasosiego. Pero no cabe duda de que, frente a la vieja idea de obediencia entendida como “sumisión despersonalizadora”, una revaloración de la autonomía hará posible una obediencia más liberadora y comprometida evangélicamente. Evidentemente, el individualismo seguirá siendo la tentación más común de los nuevos tiempos. 2. Obediencia y autonomía: sentido antropológico de la libertad Uno de los grandes desafíos del nuevo rostro de la Vida Religiosa que está surgiendo está en desplegar y entregar la libertad. Desde un punto de vista antropológico la libertad es la expresión máxima de la dignidad humana: poder y tener que escoger ser lo que uno quiera ser. Ser
libre es disponer de sí para hacer consigo mismo lo que uno quiera. Todo el mundo tiene que entregar su vida a algo o a Alguien. Todo el mundo tiene que disponer de su libertad para decidir a qué o a quién quiere confiar su felicidad, el sentido y plenitud de su vida y su salvación. La obediencia de la fe no es dejación de la propia libertad sino el acto supremo de libertad: yo decido a quién quiero confiar mi vida, qué quiero hacer con mi vida, quién va a ser el Señor de mi vida. Y no me queda más remedio que decidir. Hasta cierto punto tenía razón Sartre cuando decía: “El hombre está condenado a ser libre” (L´être et le néant). La libertad es tener que escoger a quién o a qué entregar la vida, tener que escoger lo que yo quiera hacer conmigo mismo. Pero no me queda más remedio que entregarla, que optar en uno u otro sentido. Es el drama de la libertad humana. Nadie puede ahorrarse esta decisión. La opción fundamental de la vida supone este hecho decisivo: decidir a qué o a quién quiero entregar y confiar mi vida. El creyente es aquel que sabe que no dispone por sí mismo de las posibilidades de realización ni de salvación, ni propia ni ajena. Sabe que tiene dos alternativas: o quedarse con sus propias posibilidades sin salida ante el hecho del mal, del pecado y de la muerte o abrirse a las posibilidades que le ofrece gratuitamente Dios. El acto de fe consiste, no tanto en creer en ideas o
Reflexión Teológica 2 27
dogmas, sino en confiar la vida en las manos de Dios y, desde ahí, vivir la obediencia de la fe: fe-confianza. “Quien quiera salvar su vida, la perderá”. Porque nadie tiene la capacidad de salvarse a sí mismo. Todo está amenazado de finitud, de pecado y de muerte. En cambio “quien pierda su vida, la salvará” (Mt 16,25). El creyente, por tanto, se realiza no tanto en función de sus cualidades y posibilidades, sino en la desnudez de sí mismo/a, en la entrega y disponibilidad confiada en manos de Aquel que le puede salvar de la muerte. La fuente de su ser está, por tanto, no en sí mismo, ni en la propia autorrealización sin más, sino en la obediencia y en la confianza
en Aquel a quien confía su existencia en fe y en obediencia amorosa. Es la paradoja del cristian@ que se resuelve en esa síntesis de contrarios: la vocación a ser libres haciéndose siervos y que Pablo la expresa así: “Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad. Solamente que esa libertad no dé pie a los bajos instintos. Al contrario, que el amor los tenga al servicio de los demás” (Gal 5,13). 3. Autoridad y comunidad Hoy es algo ya asumido que el superior/a no recibe la autoridad directamente de Dios sino a través de la comunidad. Y esto no sólo en un plano de modelos sociales llamados democráticos sino también teológicoreligiosos. En la comunidad creyente todos han recibido el Espíritu y todos participan de sus siete dones, entre ellos el de sabiduría e inteligencia para conocer y discernir la voluntad de Dios. “De ahí, dice Clódovis Boff, la importancia de entender el poder a partir de la comunidad y no al contrario. La comunidad es el horizonte y el contexto del poder. No es sólo ni primordialmente objeto del poder. La comunidad es el sujeto del poder y la fuente originaria del mismo. En términos de ontología y de valor ocupa el primer lugar. La autoridad es una realidad secundaria, derivada y relativa” 3.1. Autoridad y obediencia: sentido teológico de la obediencia. Este encuentro quiere centrarse en algunas mediaciones de animación Informativo
cirm enero-febrero 2017
28
Reflexión Teológica 2
comunitaria. Y sobre todo en el superior/a como mediación del que dependen otras muchas mediaciones. Conviene pues que situemos mínimamente el fundamento teológico de esta mediación que es el superior/a. El creyente es aquel que ha hecho la opción fundamental de confiar su vida a Dios y vivir la obediencia de la fe. Confiar en Dios y vivir la obediencia de la fe van inseparablemente unidos en toda fe adulta. Por eso el creyente permanece atento a todo lo que viene de Dios. En la Biblia, lo que define al creyente es que vive de la escucha de la palabra de Dios. Obedecer proviene de término latino obedire que deriva de ob-audire, oír. En hebreo, igualmente, obedecer se dice sma, que significa escuchar. Pero se trata de un escuchar especial: abrir bien los oídos, escuchar con profundidad, con adhesión del corazón. Así pues, en la Biblia, obedecer es sinónimo de escuchar a Dios, en quien se reconoce la única autoridad definitiva. “Es preciso obedecer antes a Dios que a los hombres” (Hch 5,29). El/La religioso/a, como todo cristian/ ao, se propone vivir la obediencia de la fe. Su modelo es Jesús, que ama tanto al Padre, que su pasión es conocer y cumplir su voluntad. Por eso el cristian@ hace suya las máximas de Jesús:
• “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra” (Jn 4,34). • “Yo no obro por mi cuenta, sino lo que veo obrar a mi Padre” (Jn 5,19). • “He aquí que vengo para hacer tu voluntad” (Heb 19,9). • “Obediente hasta la muerte de cruz” (Flp 2,9). Creyente cristiano es aquel que vive esta obediencia al Padre como Jesús. Si uno opta por la Vida Religiosa es porque entiende que esta forma de vida es, para él, la mejor mediación de gracia para vivir la obediencia de la fe. Caben otras formas de vivir la obediencia de la fe, por ejemplo, en el matrimonio. El voto de obediencia no es más que un modo y un medio de los diversos posibles de vivir la obediencia de la fe. Este deseo de vivir en obediencia de fe se concretará ulteriormente en un carisma y en una forma de vida muy concreta. No se vive de la misma forma y con las mismas mediaciones la obediencia dentro de la familia benedictina, que dentro de la familia franciscana, carmelita o jesuita. Cada uno configura el mismo proyecto desde subrayados distintos. Pero lo determinante y lo común a tod@ cristian@, antes de pensar en los diversos carismas y mediaciones posibles, está en el deseo de vivir la obediencia al Padre al estilo de Jesús.
Reflexión Teológica 2 29
largo proceso de discernimiento que posteriormente fue discernido y reconocido por la Iglesia como proyecto de Evangelio.
Y esto atañe por igual a casados que a solter@s, a religios@s, a laic@s o clérigos, a superiores/as o súbdit@s. El/ La religios@ se compromete a buscar apasionadamente ese querer del Padre por medio de una comunidad religiosa. Este proyecto sólo se hace realidad a medida que el Espíritu va liberando nuestra libertad para entregarla. Esta es la paradoja que persigue el voto de obediencia: sólo en la muerte de la propia libertad es liberada la misma libertad. La libertad sólo puede ser liberada cuando se hace obediencia en fe, cuando se hace sierva. Entonces se da la paradoja de que la obediencia a Dios es fuente de la máxima libertad. Ahora bien, la voluntad del Padre es que le reconozcamos en el Hijo y acojamos su Reino. ¿Pero en qué se concreta su Reino en el aquí y en el ahora del momento presente que nos toca vivir? Responder a esto requiere el ejercicio del discernimiento Cada fundador llegó a traducir el Reino para su tiempo mediante un
En la Vida Religiosa la comunidad y el superior/a son las mediaciones ordinarias para llegar a conocer la voluntad de Dios. La autoridad que posee la comunidad y el superior/a sobre el individuo tiene como misión ayudarle a descubrir y a vivir la obediencia de la fe. La función más importante que hoy se atribuye al superior/a es la de ser animador/a. Otros dicen la de ser facilitador/a de esta obediencia de la fe. Pero, tanto animar como facilitar, consiste en “hacer participar” a los demás herman@s en ésta búsqueda de la voluntad de Dios. La comunidad, mediante la comunicación, la corrección fraterna, la comunicación de fe, la valoración de las tareas de misión, de los signos de los tiempos, etc… es el lugar privilegiado para llegar a conocer la voluntad de Dios. Tanto los encuentros comunitarios como el proyecto personal y el comunitario no son otra cosa que mediaciones para ejercitarse y vivir en discernimiento, siguiendo la recomendación de 1Tes 5, 21: “Examinadlo todo y quedaos con lo bueno”. El superior/a es otra mediación de discernimiento para cada herman@. “El superior/a es un herman@ al que Informativo
cirm enero-febrero 2017
30 Reflexión Teológica 2
Cuando el superior/a dispone algo, lo que busca fundamentalmente son dos cosas:
se le pide un servicio, el de ayudar al religioso/a en la búsqueda desinteresada y apasionada del querer de Dios sobre su vida.” La última palabra la tiene siempre el Señor y su Evangelio. En casos límites el superior/a podrá tener la penúltima, con tal de que esto se interprete como un principio práctico y no necesariamente de coincidencia con la voluntad de Dios. La autoridad del superior/a está siempre en función de la voluntad de Dios, de ayudar a los herman@s a buscar entre todos el querer de Dios y de interiorizar el proyecto de vida evangélica. Por eso la Iglesia siempre ha reconocido que, en caso de conflicto de conciencia, nadie está obligado a obedecer al superior/a. El superior/a y la comunidad misma son las mediaciones que cada hermano/a tiene a su alcance para conocer y cumplir la voluntad de Dios. De ahí nace el voto de obediencia como compromiso de asumir estas mediaciones como camino seguro para vivir la obediencia a Dios.
a) Acertar con la voluntad de Dios, no imponer la suya propia, los propios gustos o dar cauce a su deseo de ejercer poder. b) Ayudar al herman@ a crecer y a desplegarse, entre otras cosas a crecer en libertad para buscar en todo lo que agrada a Dios. El superior/a cumple, ciertamente, con otras muchas funciones organizativas, pero todas ellas están al servicio de estos dos objetivos centrales. Todo lo demás ha de ser valorado en función de estos dos objetivos. 4. Distintos modelos de comunidad y su correspondiente figura del superior/a El reconocimiento de la cultura moderna de la autonomía personal y la sensibilidad hacia formas democráticas de gobierno han sido sin duda unos de los revulsivos que han cuestionado los viejos modelos de comunidad religiosa y la forma de ejercer la autoridad en ella. Pero tanto la nueva idea de comunidad como la idea del superior/a han de encontrar en Dios mismo los fundamentos de su identidad. No se trata de instaurar sólo modelos más democráticos, sino de crear las garantías para que todos busquemos con más libertad interior la voluntad de Dios.
Reflexión Teológica 2 31
Con frecuencia, desde posturas conservadores, se interpreta que este cuestionamiento de la figura del superior/a como autoridad que decide y manda en nombre de Dios es el resultado de una contaminación mundana de las modernas democracias. Y se argumenta que la iglesia no es una democracia sino que es jerárquica. Con ello se intenta salvaguardar modelos autoritarios de Iglesia y de la comunidad religiosa que, a su vez, se olvida que se han inspirado en modelos civiles autocráticos: monarquías, sistemas feudales, etc. Se olvida que la necesidad de pasar hacia un modelo de Iglesia y de comunidad religiosa más de comunión y más igualitaria tiene una profunda y sólida fundamentación teológica. Es lo que he intentado fundamentar y aplicar a la Iglesia y a la comunidad religiosa en el número 30 de Frontera Perijóresis. La recuperación del Dios Trinidad, entendida como comunidad divina, como comunión del Padre/Hijo/ Espíritu, no sólo está revolucionado la eclesiología, sino que también, está incidiendo en la teología de la vida y religiosa, muy particularmente, en la comprensión de la vida de comunidad y su misión. 5. La Trinidad, paradigma de la comunidad religiosa La Vida Religiosa encuentra en la comunión trinitaria del Padre y del Hijo
en El Espíritu Santo (perijoresis), su fundamento y su fuente de inspiración más creativos y más dinamizadores de su vida comunitaria, de sus relaciones fraternas y de su misión en el mundo. El cambio de entender la Trinidad como una subordinación de personas a una comunidad de iguales ha dado paso a una eclesiología y a una idea de la comunidad religiosa centradas en la COMUNIÓN. Esta fundamentación trinitaria de la Vida Religiosa ha sido puesta de relieve por Juan Pablo II, entre otros documentos, en la Exhortación apostólica Vita Consecrata (1996). En ella nos dice que la comunidad religiosa está llamada a ser un signo de comunión y a demostrar en la práctica que “la participación en la comunión trinitaria puede transformar las relaciones humanas, creando un nuevo tipo de solidaridad” (VC 41). Unos años antes, el documento de La Vida Fraterna en Comunidad, de la Congregación para los institutos de Vida Consagrada, del 2 de febrero de 1994, ofrecía a la teología de la Vida Religiosa una vigorosa inspiración trinitaria. Recordemos algunos de sus textos centrales: • “La comunidad religiosa... hunde sus raíces en el corazón mismo de la Informativo
cirm enero-febrero 2017
32
Reflexión Teológica 2
Trinidad santa y santificadora, que la quiere como parte del misterio de la Iglesia para la vida del mundo” (VFC 8) • “La vida en comunión encuentra su arquetipo y su dinamismo unificante en la vida de unidad de las Personas de la Santísima Trinidad” (VFC 10) 6. Hacia un nuevo modelo de comunidad religiosa Si confrontamos ciertos modelos de vida comunitaria vigentes en la Vida Religiosa con el modelo de comunidad de la Trinidad vemos que hay ciertos modelos de comunidad y de autoridad que deben ser revisados y abandonados porque representan verdaderas herejías comunitarias. Existen ciertos modelos de Vida Religiosa muy dominados por la figura de la autoridad o por la norma y la disciplina en las que unos mandan y otros obedecen, en que no se reconoce la igualdad de todos los hermanos/ as. Existió una herejía llamada subordinacionismo, que consistía en no reconocer la igualdad del Padre, del Hijo y del Espíritu. Esa herejía sigue viva en la práctica en las comunidades religiosas en que no se reconoce ni se practica esa igualdad de comunión. Existen, al contrario, otros tipos de comunidad marcadas por una tendencia opuesta: el individualismo. Cada religioso constituye una comunidad por
sí sólo. Podríamos asemejarlas a una vieja herejía llamada triteísmo: tantos dioses como personas. Aplicado a la Vida Religiosa, tantas comunidades cuantas personas. Existen otras comunidades que no admiten la diversidad o pluralidad de formas de Vida Religiosa. Es como la herejía del modalismo: según la cual sólo hay una única persona divina que se presenta en diversos modos: Padre, Hijo y Espíritu. Pero sólo hay un sujeto. Traducido a la Vida Religiosa: hay instituciones que se cierran a una única forma de vivir la Vida Religiosa y no entienden que la Vida Religiosa se encarna en formas muy diversas a lo largo del tiempo y del espacio. Existen modelos comunitarios que no logran integrar el modelo de comunión trinitario porque han fijado su identidad en formas que no quieren dejarlas cuestionar desde criterios de evangelio. Como criterio útil de discernimiento que nos ayude a comprobar si una comunidad está bien orientada nos serviremos del texto Marcos 3,13-15. Mc nos da las claves para discernir las
Reflexión Teológica 2 33
claves de una comunidad religiosa centrada en el Reino de Dios y en el Dios del Reino. a) “Mientras subía a la montaña fue llamando a los que él quiso y se reunieron con él. b) Designó a doce para que estuvieran con él, c) y para enviarlos a predicar con poder de expulsar demonios” (Cfr 3,13-15). a) Llamada-vocación a cada uno, personalmente.
b) Funda una comunidad de discípulos en torno a él. c) Los envía a anunciar el Reino con poder para luchar contra toda forma de mal que oprime a las personas: arrojar toda clase de demonios. Vemos cómo la vocación cristiana se estructura y despliega, pues, en estas tres dimensiones, implicando cada una de ellas un tipo de encuentro. Toda vocación cristiana incluye estos tres momentos:
1. LLAMADA PERSONAL (Encuentro con un@ mism@ y con Dios)
2. COMUNIDAD (Encuentro con l@s herman@s)
1. Saberse llamado y responder personalmente. 2. Compartir un proyecto de vida y un destino con otros que, como yo, han escuchado y respondido a la misma llamada. 3. Entender la vida como misión en el mundo para compartir lo que un@ mism@ ha recibido de Dios: su misericordia.
3. MISIÓN EN EL MUNDO (Encuentro con las personas y su historia)
Vamos a describir algunas de las formas de comunidad que se han ido dando en el postconcilio para ver cómo nos situamos en ellas y con cual nos identificamos más, o qué mezcla de estos elementos encontramos en nuestras comunidades. En cada uno de ellas percibiremos que tal vez descuida alguno de los tres momentos del proyecto con lo que se corrompe el proyecto entero Informativo
cirm enero-febrero 2017
34
Reflexión Teológica 2
6.1. Comunidad de observancia: el buen religios@ es el observante de las normas y tradiciones. Las comunidades de observancia tienden a identificar la voluntad de Dios con las normas ya determinadas por los textos jurídicos y disciplinarios. La voluntad de Dios no es algo que haya que discernir en comunidad. Es algo que ya está “hallado” y plasmado en las normas y leyes establecidas. Si algo no está previsto por la ley, el superior/a se encargará de decidirlo Se caracteriza porque: • El poder está en manos de la autoridad, la cual está muy jerarquizada. • Valoran sobre todo los textos legislativos y el Derecho Canónico. • Valoran la uniformidad y el sentido de pertenencia. No se atiende a las necesidades personales ni se valora los elementos más originales de las personas. No se valora ni se tiene en cuenta el proceso personal que está viviendo la persona. No considera a la persona en su proceso evolutivo y dinámico. • Valoran a las personas dóciles y controlan a las individualidades discordantes y reformistas. • Suelen habitar en casas cuya estructura física les aísla del entorno.
El modelo de Autoridad: • Tiende a ser autoritaria, • Está más atenta a la observancia de la norma que al crecimiento de las personas. • Prefiere las personas sumisas, las cuales corren el riesgo de la despersonalización. • Controla la información a la que los súbditos no tienen acceso. • La autoridad sabe lo que hay que hacer. Los demás lo único que tienen que hacer es obedecer a la autoridad. • Busca que los súbditos cumplan lo establecido, sin atender en primer lugar si viven la obediencia en libertad interior. Su crisis: No han podido integrar ni dialogar con el primado antropológico de la autonomía ni la teología de comunión. Las nuevas generaciones, con una fuerte conciencia de su autonomía personal, se ahogan en una vida de comunidad en la que prima la observancia
Reflexión Teológica 2 35
sobre la persona. No están capacitadas para acompañar a las personas para orientar su vocación como proceso de libertad interior para discernir y secundar la voluntad de Dios. 6.2. Comunidad de autorrealización: la comunidad está al servicio de la autorrealización del individuo. Es la reacción a la comunidad de observancia que no valoraba la persona. Con el descubrimiento de la autonomía y la dignidad de la persona se exalta tanto este valor que se llega a ignorar que la liberad es para entregarla y que para ello la mediación del superior/a y de la comunidad son piezas imprescindibles. Se caracteriza porque: - Valora la persona individualmente considerada. - Busca satisfacer las necesidades personales. - Reconoce como una riqueza las diferencias y el pluralismo. - Se desmarca de lo institucional y pierde el sentido de pertenencia. - Se diluye el sentido comunitario: “cada uno va a su bola”. El modelo de autoridad: - Su criterio es el “dejar hacer” (laisser faire). La idea de autoridad se ha democratizado tanto que cada un@ ejerce de superior/a de sí mism@. - No cumple con su función de animador ni de dar cohesión al grupo.
- Se le asigna una función meramente organizativa de las actividades comunes, pero se encuentra sin autoridad moral para interpelar la vida y las tareas de l@s herman@s que se hacen celos@s de su vida personal. Su crisis: La comunidad se desintegra y el proyecto se hace inviable. 6.3. Comunidad empresa, centrada en el “eficacismo”: buen religios@ es el que trabaja por el Reino. Se caracteriza porque: - Se centran en la eficacia y en las tareas de misión, con tendencia a olvidar los procesos personales. - Olvida que lo esencial de la vocación es lo que unq va haciendo de sí mism@. - Los hermanos/as tienden a identificarse con el rol (maestro, psicólogo...) y no con su proceso vocacional de consagrad@s. - La formación permanente se centra en optimizar su nivel profesional y se descuida el ámbito personal y vocacional. - Los encuentros comunitarios analizan más la marcha de las tareas y de la institución que llevan entre manos que en el encuentro de los hermanos/as. El modelo de autoridad: - Es un buen gerente que busca la organización y la eficacia. Informativo
cirm enero-febrero 2017
36
Reflexión Teológica 2
- Las situaciones personales pasan a segundo plano: cada cual es mayor para cuidarse de sí mism@. - No le preocupa tanto el poder acompañar a sus herman@s en sus procesos vocacionales y espirituales sino que esté contento en el trabajo que desempeña y que sea un buen profesional. Crisis: La persona se siente instrumentalizada y entra en crisis de identidad porque no trabaja su proceso vocacional. 6.4. Comunidad estufa (nido), una comunión cerrada sobre sí: buen religios@ es que cuida de la comunidad y hace feliz a sus herman@s. Son aquellas comunidades que viven en función de sí mismas, y no quieren correr los riesgos de estar metidas en un mundo adverso y provocador. Se caracteriza porque: - Se repliegan sobre sí mismas, valorando, sobre todo, la propia comunidad dentro de la que se sienten seguras. Viven para sí mismas. - Están a la defensiva del entorno adverso y no se conciben a sí mismas como comunidades de misión. - Viven una vida de comunión enfermiza y superficial, con miedo a abordar los conflictos internos y externos. - Tienen un sentido de la misión muy funcional: “cumplo mi horario de servicio”.
- Tienden a desconectarse del entorno y a implicarse poco en él. Les molesta que los seglares frecuenten sus casas. El modelo de autoridad: - Paternalista y proteccionista. - Preocupada porque las personas se encuentren a gusto y no se sientan cuestionadas por conflictos internos o por la sociedad que les ha tocado vivir. - Crisis: Dejan de ser significativas, viven asustadas y se baten en retirada del mundo que no logran conocer, amar ni evangelizar. 6.5. Comunidad polarizada por la inserción: buen religios@ es el que se solidariza con los pobres. Se caracteriza porque: - Se implican en el mundo de los marginados y en la conflictividad social. - Son comunidades abiertas a su entorno. - Los pobres tienden a ser su referente principal. - Riesgo de dedicar de poco tiempo para el estudio, la oración personal y comunitaria. - Riesgo de reservar pocos espacios para los encuentros comunitarios. - Peligro de tener un sentido ideológico y funcional de la vocación y misión: ayudar a los pobres más como ideología que como identificación con el Dios misericordia. La relación personal con Dios como centro motivacional puede diluirse.
Reflexión Teológica 2 37
El modelo de autoridad: - Más pendiente de la significatividad social y del compromiso que de las dinámicas personales y comunitarias y de sus procesos espirituales. Crisis: comunidades que pueden quemarse al tener que vivir permanentemente en situaciones difíciles. Insuficiente fundamentación teologal-espiritual. 6.6. Comunidad que camina hacia el encuentro de comunión: su referente, la comunidad trinitaria. Se identifica con la persona y proyecto del Reino de Jesús el cual, movido por el Espíritu, vive en obediencia al Padre que quiere construir en la tierra un Reino de comunión por la práctica de la misericordia (Mc 3,13-15) Entiende la vida como un proyecto de comunión con Dios, con los hermanos/as de comunidad, con los hombres y mujeres de su tiempo y con toda la creación. Se caracteriza por ser una comunidad experta: - en discernimiento, - en comunión fraterna, - y en la práctica de la misericordia. a) Comunidad de fe experta en discernimiento, (obediencia de la fe): - Vive de la escucha de la Palabra y del encuentro personal con Dios: se entiende y define a sí misma como comunidad de fe.
- Busca a Dios en cada acontecimiento de la vida. Busca permanentemente conocer y secundar los deseos de Dios. - Para ello cuida las mediaciones personales y comunitarias para vivir en discernimiento y en la obediencia de la fe. - Está iniciada en el análisis crítico e interdisciplinar de la realidad social y en los recursos para aprender a discernir esta voluntad de Dios. La comunidad religiosa busca ante todo y en todo vivir su comunión con Dios. Esta comunión con Dios implica dos cosas: centrar el corazón en El y vivir la obediencia de la fe. Esta comunión con Dios es ante todo una llamada personal e individual. Es cada persona la que es llamada por su nombre, es cada persona la que es llamada a vivir en comunidad y la que es enviada al mundo a anunciar y hacer realidad el Reino. Pero es también una llamada a la comunidad, por lo que tiene que aprender a ejercitarse en el discernimiento comunitario. b) Comunidad de hermanos/as experta en comunión fraterna, (Fraternidad): - Tienen a Dios, comunidad de iguales, como referente de su vida de comunión entre hermanos/as. - Las personas que la componen tienen clarificada su identidad y su Informativo
cirm enero-febrero 2017
38
-
-
-
- -
-
Reflexión Teológica 2
autonomía personal, pero entienden que vivir es convivir y compartir. Valoran, reconocen y respetan las diferencias y necesidades personales, pero están atentos a las tentaciones del individualismo. Entienden la vocación como con-vocación y como camino de comunión con Dios, con los herman@s, con los hombres/mujeres de su tiempo y con la creación: es la comunidad de Jesús. Sus miembros han alcanzado buenos niveles de comunicación y se rigen por la filosofía del compartir: afectos, fe, vida, bienes materiales... Cultivan el sentido de pertenencia a la fraternidad local y provincial con un sentimiento de familia. La obediencia es entendida como disponibilidad al discernimiento comunitario y no tanto como sumisión a la autoridad. El modelo de autoridad: El superior/a se entiende a sí mism@ como mediación de animación de la vida comunitaria y de trabajar comunión. Se preocupa más de las personas, sobre todo de los más débiles, y de las urgencias del Reino que de las normas. Está atenta a suscitar dinámicas comunitarias de corresponsabilidad y a propiciar el discernimiento comunitario.
c) Comunidad de enviados/as, expertos en la práctica de la misericordia (Misión): - Son comunidades que tiene claro que
-
-
-
-
-
no se pertenecen a sí mismas sino a la misión como instauración de un Reino de comunión desde la misericordia. Se saben continuadoras de Jesús y del Espíritu, enviados por el Padre al mundo a construir un Reino de fraternidad y de comunión universal. Han descubierto en la vida misma de Jesús y de sus fundadores que los pobres son un referente prioritario a la hora de hacer opciones y de ejercer su misión profética. Hacen de la vida ordinaria el lugar de la experiencia de Dios. Buscan un equilibrio estratégico entre tiempos dedicados a la acción y a la contemplación, a la vida comunitaria y a la misión. Desarrollan una conciencia crítica y profética sobre el agotamiento y asfixia del planeta tierra por parte de unos sistemas productivos salvajes. Con su vida toda son signo de comunión entre los que viven.
Su modelo de autoridad: El superior/a como animador 1. El superior/a principal animador/a de la obediencia de la fe. 2. Está atent@ a suscitar dinámicas comunitarias, practicando el discernimiento comunitario. 3. Anima en la comunidad la identidad carismática. 4. Coordinador/a
Reflexión Teológica 2 39
7. Para ser expertos se requiere cultivo de actitudes y manejo de ciertas destrezas Experto es aquel que sabe por experiencia. Pero se trata de una doble experiencia: interna del corazón, y externa de manejo de destrezas. Para crecer como comunidad de Jesús, tendremos que estar manejando siempre dos dinámicas distintas que yo las resumiría así: a) trabajarse en actitudes creyentes y b) aprender a manejar mediaciones inteligentes. Las actitudes creyentes se refieren al cambio de las posturas de corazón: es la experiencia interior como dinámica de transformación personal o de conversión. Las mediaciones inteligentes se refieren, en cambio, a las nuevas destrezas que nos ayudan a traducir esas actitudes creyentes a la vida comunitaria práctica: es la 5. Posibilita que la comunidad avance en comunión: Herman@ entre herman@s que cuida de ellos. 6. Herman@ que vigila los buenos niveles de comunicación. 7. El superior/a, centro y principio de unidad y de integración de la fraternidad. 8. Principio de unidad entre la fraternidad local y la fraternidad Provincial.
experiencia exterior como aprendizaje de destrezas. 7.1. L@s religios@s llamad@s a ser expert@s en la escucha de la palabra de Dios y en el discernimiento. 7.2. Los religiosos/as llamados a ser “expert@s en comunión”. La preocupación de Jesús, cuando ya adivinaba su final, se centraba en que sus discípulos permanecieran unidos en el amor mutuo. Ése quería que fuera su signo de identidad. “En esto los conocerán que son discípulos míos, en que se aman los unos a los otros”(Jn 13,35) Y por eso oraba: “Te ruego, Padre, que sean Uno, como nosotros somos Uno” (Jn 17,21-22). Los dos últimos documentos más relevantes sobre la Vida Consagrada (VFC y VC) hacen referencia a un mismo texto realmente luminoso: 9. Delega la autoridad, alienta la corresponsabilidad y comparte el poder. 10. Favorece un sano pluralismo. 11. Acoge la crítica y la reacción. 12. Anima y coordina el que l@s herman@s se dediquen al anuncio y a la construcción del Reino. 13. Planifica y evalúa 14. El superior/a persona de decisiones Informativo
cirm enero-febrero 2017
40
Reflexión Teológica 2
“Expertos en comunión, los religiosos están llamados a ser en la comunidad eclesial y en el mundo testigos y artífices de aquel proyecto de comunión que está en el vértice de la historia del hombre según Dios. Ante todo, con la profesión de los consejos evangélicos, que liberan de todo impedimento el fervor de la caridad, se convierten comunitariamente en signo profético de la íntima unión con Dios, amado por encima de todo. Además, por la experiencia cotidiana de una comunión de vida, oración y apostolado, que es componente esencial distintivo de su forma de Vida Consagrada, se convierten en signo de comunión fraterna. En efecto, en medio de un mundo, con frecuencia profundamente dividido, y ante todos sus hermanos en la fe, dan testimonio de la posibilidad real de poner en común los bienes, de amarse fraternalmente, de seguir un proyecto de vida y actividad fundado en la invitación a seguir con mayor libertad y más de cerca a Cristo Señor, enviado por el Padre para que -como primogénito de entre muchos hermanos- instituyese una nueva comunión fraterna en el don de su Espíritu”.(VFC 10; Cf VC 46) Ser “expertos en comunión”, como acabamos de ver, constituye uno de los rasgos de identidad más genuinos de la comunidad religiosa. La comunión se opone frontalmente al individualismo. Pero se opone por igual a la despersonalización y de una
idea de comunidad cuyo ideal es nivelar todas las diferencias para hacer de una comunidad un conjunto de personas clonadas desde un único patrón impuesto desde fuera de la persona. La comunión sólo se puede dar donde se ha desplegado la persona autónoma que sale al encuentro del otro/a y comparte la vida don él/ella. La comunión constituye así la “utopía del Reino”. Cuando nacen las primeras comunidades cristianas, Lucas presenta su koininía, su comunión de vida como su signo de identidad: “La muchedumbre de los que habían creído tenían un solo corazón y una sola alma”. (Hch 4,32) “Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común” (Hch 2, 44). Sabemos que Lucas está describiendo más un ideal que una realidad lograda. Lo que con ello pretende es indicarnos hacia dónde apunta la dinámica del Reino: la koinonía como comunión de vida. Los cristianos de Jerusalén eran “un solo corazón y una sola alma” porque en Pentecostés habían recibido el Espíritu santo, un mismo Espíritu, el mismo Espíritu que une en amor mutuo a las tres divinas Personas. La caridad fraterna en la vida de la comunidad se presenta, de esta forma, como la imagen más expresiva y la analogía más fecunda y afortunada de la Trinidad. El/La religioso/a sabe que el fundamento de la vida de comunidad, su vida de familia, radica en la
Reflexión Teológica 2 41
comúnunión con sus herman@s en el Espíritu que alienta en tod@s. Siguiendo a Jesús, sabe que su familia no se construye desde las simpatías naturales o desde la atracción sexual o en un proyecto en que se comparten éxitos humanos; su vida familiar y fraterna se funda en que entre ell@s existe una sintonía básica en el Espíritu, gracias a la cual tod@s tienen a Dios por Padre y desde el que tod@s se miran como herman@s: “¡Oye!, tu madre, y tus hermanos y hermanas están ahí fuera y te buscan. Jesús les responde: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y mirando a quienes estaban sentados a su alrededor, dice: “Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”(Mc 3, 31-35). Y cuando algún@s se sienten impulsad@s por este mismo Espíritu a vivir en todo como Jesús, pobres, obedientes y célibes por el Dios del Reino, nace la comunidad religiosa: una nueva perijóresis a lo humano. A esta comunidad religiosa se le encomienda de modo especial ser signo del Dios comunión, siendo signo e instrumento de comunión entre todos los humanos, sobre todo de los excluidos. Su ser y quehacer queda definido por esta vocación a la comunión. “La comunión, dice Juan pablo II, genera comunión y se configura esencialmente como comunión misionera”. Una misión muy peculiar que el Papa encomienda a l@s religios@s:
«La Iglesia encomienda a las comunidades de Vida Consagrada la particular tarea de fomentar la espiritualidad de la comunión, ante todo en su interior y, además, en la comunidad eclesial misma y más allá de sus confines, entablando o restableciendo constantemente el diálogo de la caridad, sobre todo allí donde el mundo de hoy está desangrado por el odio étnico o las locuras homicidas.» (VC 51) Los creyentes no anuncian al mundo una doctrina: pretenden reproducir en sí mismos y transparentar la misma vida de comunión en que habita la familia divina. Esto, claro está, es sólo posible como don del mismo Espíritu de comunión. «Es precisamente Él, el Espíritu Santo, quien introduce el alma en la comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo (cf 1Jn 1,3), comunión en la que está la fuente de la vida fraterna»(VC 42) El proyecto de vida de una comunidad religiosa se traduce en vivir para la comunión. El/La religioso/a vive ya el presente sabiendo el sentido y destino de lo que ha de venir, de la vida escatológica: una comunidad de hij@s y herman@s, formando una única gran familia con la Trinidad. De esta forma la comunidad religiosa presenta al mundo el rostro del Dios comunión en quien creemos y hace así creíble la eficacia de la fe en el Dios comunión. Informativo
cirm enero-febrero 2017
42
Reflexión Teológica 2
«Con la constante promoción del amor fraterno en la forma de vida común, la Vida Consagrada pone de manifiesto que la participación en la comunión trinitaria puede transformar las relaciones humanas, creando un nuevo tipo de solidaridad.» (VC 41). «Nacidas «no del deseo de la carne o de la sangre» ni de simpatías personales o de motivos humanos, sino «de Dios» (Jn 1,13), de una vocación divina y de una divina atracción, las comunidades religiosas son un signo vivo de la primacía de Dios, que obra maravillas, y del amor a Dios y a l@s herman@s, como lo manifestó y vivió Cristo». 7. La comunión como proyecto de vida del religios@ El concepto “comunión” se convierte, pues, para el religioso en una referencia clave para vivir su proyecto de vida. Este proyecto lo podríamos definir de esta forma: Los hermanos/as, reunidos en torno a Cristo y movidos por el Espíritu, caminan en dinámica de procesos, discernidos en comunidad, hacia el Reino de Comunión, por la comunión con Dios, a través de la comunión con sus hermanos/as de comunidad, con los hombres y mujeres de la historia y con toda la creación. Para el/la religioso/a toda la vida es misión desde la comunión: construir el reino universal de comunión.
“La misma Vida Consagrada, bajo la acción del Espíritu Santo, que es la fuente de toda vocación y de todo carisma, se hace misión, como lo ha sido la vida entera de Jesús” (VC 72). Esta misión, como la de Jesús está siempre ligada a la práctica de la misericordia. La respuesta de Jesús a los discípulos que Juan el Bautista había enviado a preguntar a Jesús si era él el Mesías, fue narrarle cómo practicaba él la misericordia con los pobres: “Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia; y dichoso el que no encuentre en mí motivo de tropiezo” (Lc 7,22-23; Mt 11, 44-6) La Trinidad es un misterio de AMOR hacia dentro (perijóresis), que se trasciende en un misterio de MISERICORDIA hacia la humanidad. Por ello el envío del Hijo al mundo se hace Kénosis, abajamiento y vaciamiento hacia los que están en situación de “miseria”: miseri-cordia (corazón para los miserables). Cuando ese misterio de amor trinitario penetra en el corazón humano, éste se hace misericordioso y se hace menor, asemejándose al Hijo que se hizo siervo para salvar a tod@s. No es mera casualidad que las órdenes religiosas más identificadas
Reflexión Teológica 2 43
con la Trinidad se hayan comprometido tan radicalmente con una vocación liberadora. Así en los siglos XII y XIII surgen dos órdenes religiosas de inspiración trinitaria que se dedican a la liberación de los cautivos: la orden de la Santísima Trinidad, fundada por san Juan de la Mata, en Francia, y la orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced fundada en Barcelona por san Pedro Nolasco.
integrados definitivamente por gracia en esa comunidad, participaremos, a nuestra medida, de esa plenitud: la soledad y la frustración sólo serán superadas en la perijóresis escatológica.
Cierto que tan importante como aspirar a una vida de comunión fraterna es aceptar que la comunidad perfecta es una utopía nunca alcanzable del todo: no es posible una perijóresis humana perfecta. En toda forma de convivencia humana siempre hay un margen de comunión frustrada, de conflicto inevitable, de soledad nunca resuelta. Todo empeño por construir la comunión conlleva la cruz, asumir la negatividad, el conflicto, la división, experiencias de soledad... Sólo asumiendo la indigente realidad humana se puede avanzar hacia la comunión.
Mientras tanto, lo mismo el casad@ que el/la célibe, cada uno a su manera, tendrán que soportar esta cuota de soledad y de frustración en su anhelo insaciable de comunión. Ni el cónyuge, ni el herman@ más cercano, ni el amor más firme de Dios pueden satisfacer este anhelo. Por otra parte, el/la célibe debe asumir que ni la comunidad ni Dios pueden hacer ni de novia ni de amante. El/La célibe tiene que aprender a integrar un cierto grado de soledad para que pueda ser habitado por el Misterio.
Por otra parte, el ser humano debe pagar un peaje de soledad mientras camina sobre la tierra. El humano es solitario por naturaleza: no puede unirse al otro hasta el punto de existir en el otro, para el otro y por el otro en una comunión a lo divino. Esta forma de vida es nuestro horizonte, pero el lograrlo en plenitud pertenece sólo a la Trinidad. Cuando los humanos seamos
“Queridos: ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es” (1Jn 3,2)
Esta soledad y esta frustración que nos acompañan siempre, es la que, en ocasiones en que se hace poderosamente más presente, cuestiona nuestras mejores opciones. ¿Quién no tiene que encajar en la vida de comunidad, como en la vida de familia, incomprensiones, injusticias, olvidos, ingratitudes, tensiones que nos descolocan...? ¿A quién no se le viene abajo por momentos el sueño de la comunión? Informativo
cirm enero-febrero 2017
44
Reflexión Teológica 2
Pero justamente ahí, en la prueba comienza a madurar el sueño de la comunidad real. Creer en la comunión no consiste sólo en disfrutarla cuando nos acogen los herman@s. Creer en la comunión es también luchar por ella sin tirar la toalla cuando la convivencia se hace un camino de espinas. Es el momento de la prueba. El saber llevar la cruz con esperanza mientras se trabaja por la comunión todavía ausente, es la prueba de que estamos animad@s por el Espíritu de la Trinidad. ¿Acaso hay algún marido fiel que no haya lamentado algún día su matrimonio y añorado con nostalgia los tiempos en que era célibe? ¿O hay algún/a célibe al que no le haya rondado alguna vez la sospecha de que, tal vez, lo mejor para su corazón hubiera sido una mujer/ hombre? ¿O la duda de si, tal vez, en el matrimonio y en la praxis de la paternidad/maternidad familiar hubiera aprendido a amar antes y mejor? Lejos de apresurarnos a ahogar estas fantasías como si fueran blasfemias, sería mejor, en un gesto de autenticidad, dejar que remuevan nuestros sistemas de seguridad para que nuestra opción encuentre,
justamente en la crisis y en la prueba, el espacio para acoger al Espíritu de comunión y dejarnos habitar por Él. La prueba de la madurez está en amar y trabajar la comunión entre l@s herman@s reales que Dios me ha dado y no en lamentar sus miserias. Como decía Bonhoeffer: “Quien ama más sus sueños sobre lo que tiene que ser una comunidad que la comunidad real a la que pertenece, se convierte en destructor de toda comunidad cristiana, por más honestas, serias y abnegadas que sean sus intenciones personales” No reduzcamos la “comunión” a un concepto útil para definir la ortodoxia de la fe trinitaria. La comunión está llamada a ser la clave inspiracional y eminentemente práctica del nuevo rostro de la Vida Religiosa. La vida comunitaria del futuro habrá de superar tanto el “autoritarismo”, el “espiritualismo” el “fundamentalismo” y el individualismo, así como la herejías “funcionalistas” e “ideológicas” de la Vida Religiosa para recrear su identidad a partir de la experiencia de la comunión que Jesús vivía con el Padre y con los hombres y mujeres de su tiempo, sobre todo con los pobres.
Nos dice Juan Pablo II: calidad de la vida a Consagrada depende de la “Toda la fecundidad de la Vid Iglesia y en la Vida n: la renovación actual en la aú s Má . ún com en na ter fra unidad” búsqueda de comunión en com a un por za eri act car se da 1992). Consagra CIVCSVA, 20 noviembre la de ria na Ple la a II (Juan Pablo
Reflexión Teológica 3 45
La afectividad… ¡motor de nuestra vida! Por: Hertha Hampl, fsps
E
n esta reflexión usaremos el término afectividad como la capacidad de sentir cariño, amistad y amor por otra persona, o bien lo contrario, ya que el ser humano se desarrolla en medio de una serie de afectos opuestos como: agrado y desagrado, simpatías y antipatías, atracciones y rechazos… que con frecuencia son inconscientes. La palabra afectividad puede usarse también como una simple reacción personal ante una persona, un animal o una cosa. La presencia de esas
realidades puede hacer tal ruido que no permitan concentrase en lo que se hace. Puede ser por enamoramiento, pero no necesariamente. Lo que sí es exacto es que, si queremos crecer como personas, necesitamos intentar ser libres, si no lo somos, ante estos estímulos que matizan el entorno de nuestra vida. Unos son más fuertes que otros, pero están presentes siempre, como un verdadero reto a crecer en madurez y armonía. Para el tema que nos interesa puede iluminarnos el pensar en cualquier aparato que necesite de un motor para Informativo
cirm enero-febrero 2017
46
Reflexión Teológica 3
funcionar. ¿Qué pasa si antes de usarlo no se leen las instrucciones y se prende precipitadamente con las ganas de ¡ya usarlo!... porque ilusiona el saber qué onda con tal novedad? Las respuestas serían diversas, ¿verdad? Y las consecuencias en muchos casos, serias y trascendentes. De aquí se desprende la necesidad de tomar conciencia de nuestra afectividad: del motor que traemos integrado y de la conveniencia de conocerlo cada vez más, de valorarlo y saber disfrutarlo como fuente de dinamismo, de creatividad y de vida nueva. Esta toma de conciencia nos llevaría a ser más responsables en vivir nuestra afectividad como parte hermosa de toda nuestra persona… y ya no como un tabú, ni como un libertinaje, sino con la alegría y el gozo por constatar que contamos con un medio esencial para relacionarnos como personas cálidas, amables, cariñosas… sin miedo de expresar libre y sanamente los afectos. ¡La afectividad es, pues, un don de nuestro Dios que implica una valiosa tarea! Tristemente, no siempre logramos ubicar como tal este don y nos vamos viviendo, metafóricamente hablando, como líneas rectas carentes de toda novedad, con poco dinamismo y escasa creatividad, o bien como líneas quebradas movidas en zigzag, guiados por el primer impulso que brinca y sin medir las consecuencias.
Sabemos que parte integral de la Vida Consagrada es la fraternidad, siempre inacabada y constantemente amenazada. ¿Por qué? Por allí leí que “a nuestro querido mundo le falta cariño… besos, ternura, miradas profundas y limpias, apretones sinceros” ¿No irá por allí la respuesta? Sabemos en teoría que la vida consagrada es un camino de felicidad, aunque no de placeres baratos. ¿Cómo entender este camino de misterio, de paradojas, de contrastes; este camino de cruz y resurrección? Sólo la sabiduría del Espíritu puede llevarnos a hacer realidad esta propuesta de felicidad, este reto, esta tarea diaria y constante por construir la fraternidad. Su motor es precisamente la afectividad, tan mal manejada y tan mal enseñada, cuando es tan urgente aprender a disfrutarla y madurarla. Los seres humanos, seres en y para la relación, estamos hechos para la fraternidad, de manera especial quienes hemos optado por responder al llamado del Señor a la Vida Consagrada. Juntamente con la
Reflexión Teológica 3 47
respuesta a ese llamado optamos por proyectar un amor efectivo y afectivo y no precisamente por un amor platónico, brotado de un concepto dualista, de una nociva dicotomía. El amor, centro del Evangelio y vivido como Jesús, es un amor encarnado que brota de la persona toda, con la novedad del Espíritu. El papa Francisco nos dice y nos lo expresa constantemente a través de su relación con el pueblo: “No tengamos miedo a la ternura.” “Que nadie nos robe la fraternidad.” Convendría desaprender muchas cosas, empezando por cierto concepto de santidad que nos impone una constante ascesis que identificábamos con la represión, el encogimiento, la sequedad que nos hace personas aisladas, asustadizas e intratables. Ciertamente, la ascesis la que, dicho brevemente, es fruto de un esfuerzo personal y a la medida humana, es indispensable. Pero qué pobre sería nuestra consagración al quedarnos sólo con esa parte. La ascesis no es sino la aportación de la propia libertad que acoge la acción amorosa de todo un Dios en la vida de la persona… la mística, lo que Él va trabajando y que tiene precisamente su medida, sin medida. Con la hondura del científico que es, afirma Albert Eistein en una carta confidencial a su hija: “El amor es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y
permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios, y Dios es amor… la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites”. Si cada consagrado se experimentara personalmente amado por Jesús, el Dios Encarnado, no podría sino vivirse aprendiendo a amar en la misma forma, a cada persona… especialmente al más necesitado por diferentes motivos. Por otra parte, el Padre Josef Kentenich, fundador de Schönstatt, instituto secular, con la consigna de formar sacerdotes unificadores de la personalidad que no creen dicotomías, afirma que “El hombre es un pensamiento de Dios”. Y yo pienso que Dios no puede sino proyectar lo que es, proyección que no podemos captar sino a través del conocimiento del Dios Encarnado, que vino para que conociéramos el rostro misericordioso de su Padre y a darnos en su nombre, el mandamiento del amor. Hermoso llamado tenemos los consagrados: ser el rostro de ese Dios que no vemos sino en la presencia del hermano con el que construimos diariamente la fraternidad, cuyo motor es la afectividad. No me resisto a terminar con una aguda intuición de Mafalda: “El ideal sería… tener el corazón en la cabeza y el cerebro en el pecho, así ¡pensaríamos con amor y amaríamos con sabiduría! Informativo
cirm enero-febrero 2017
48 Reflexión Teológica 4
El que no
lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío (Lc 14,25-33) Por: Isingrini Virginia mmx
J
esús acaba de salir de la casa de uno de los jefes de los fariseos. Durante el banquete no han faltado palabras duras y decisivas. Reemprendiendo el camino se da cuenta de que muchos lo siguen y se voltea para mirarlos. No se trata de una simple anotación de crónica. En aquel voltearse de Jesús está presente toda su compasión por ellos. Él lo había repetido muchas veces que no había venido para sí mismo sino para nosotros. Desde entonces Jesús no deja de voltearse hacia las muchedumbres cansadas y vejadas de este mundo. Las de ayer y las de hoy. El suyo es un voltearse serio, como serio es su amor por nosotros. Él ha tomado en serio a cada uno de nosotros, hasta dar la vida. Y pretende seriedad en el seguimiento: «Si alguno viene junto a mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío». Jesús invita al discípulo a cortar todos los vínculos, hasta los que
tiene consigo mismo. La invitación se dirige a la gente, es decir, a todos nosotros. Lucas es muy minucioso e insistente en describir los lazos que se han de romper. Además conserva en toda su dureza el verbo misein, es decir, «odiar». Mateo, en cambio, traduce justamente con «preferir». Es cierto que se trata de expresiones que se han de comprender en el contexto lingüístico semita, que carece del comparativo relativo, razón por la cual la esencia de la frase «amar menos» se convierte casi automáticamente en «odiar». Esta es la interpretación común de la frase. Con todo, no debemos neutralizar demasiado pronto la expresión «odiar». La pretensión de Jesús queda en toda su radicalidad y es difícil de digerir. Una interpretación simplemente ética del término (rechazo del mandamiento del amor, o bien, crítica hacia el cuarto mandamiento) no capta la esencia de la petición evangélica. Jesús y su Reino exigen la anulación de todos los criterios de vida que eran válidos hasta entonces, para crear unos nuevos. Es a partir de la opción radical por Jesús que han de nacer todas las demás relaciones, también las familiares. Quien quisiera poner el amor del Señor a la par con los demás afectos, no amaría en serio a ninguno de los dos. Es preciso que el amor del Señor esté en el primer lugar, siempre: es ésta la sustancia del relato. No se trata solamente de subordinar las relaciones familiares al amor de Jesús, ni tampoco es suficiente un genérico desapego de uno mismo: el ejemplo de Jesús, que siempre está en el trasfondo de los relatos de seguimiento, es mucho más concreto y preciso. Hay que estar dispuestos a cargar con la cruz, es decir, dispuestos
Reflexión Teológica 4 49
al sacrificio total y efectivo de sí mismo. Esto corresponde al amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas, con toda la mente y al prójimo como a uno mismo. Pero, llegados a este punto, quien quiera tomar en serio estas palabras, quien quiera en verdad seguir al Señor, no puede no preguntarse: ¿quién es capaz de lograrlo?, ¿quién consigue poner siempre en el primer lugar el amor de Dios?, ¿quién está dispuesto a amar a los demás hasta el don total de sí? ¿No será, entonces, que la primera y fundamental condición para ser sus discípulos es reconocer la propia incapacidad de responder a estas peticiones? Seguir al Señor es ante todo un don de su gracia y no el fruto de un cualquier esfuerzo ascético. He aquí por qué inmediatamente después Jesús presenta la comparación con la torre a construir. Invita así al discípulo a sentarse y reflexionar, antes de lanzarse a la aventura del seguimiento. Esta es la única vez que Jesús pide al discípulo que se siente. Por lo general, exige lo contrario. Pero aquí está en juego el sentido de todo el Evangelio. No es algo que tomar a la ligera: siéntate, piensa y pondera si eres capaz de construir una torre. Si eres honesto tienes que concluir que no estás a la altura. Ya habían intentado al comienzo de la historia sacra escalar el cielo y los resultados fueron desastrosos. Nadie puede salvarse solo, como nadie logra sacarse del agua tironeándose por el cabello. Si no nos hemos dado la vida, mucho menos somos capaces de volverla inmortal. Es el mínimo de sentido común que se necesita para vivir. La segunda comparación es la de un rey que, con apenas diez mil hombres, debe decidir si atacar al enemigo que cuenta con veinte mil. Es obvio que la respuesta es «no». De hecho aquel rey astuto mandó unos embajadores a pedir la paz. Mejor una noble componenda que una derrota vergonzosa. Sin embargo, toda la historia de la salvación ha caminado con los pies de los desventajados, de los débiles. Entre muchos ejemplos, viene a la mente el de Gedeón, cuando tenía que atacar a los Madianitas. Oyó la voz del Señor que le decía: «Son ustedes demasiado numerosos para vencer». Y después de diferentes pruebas, su ejército quedó reducido a apenas trescientos hombres. Solamente entonces Dios le dijo que los salvaría y que pondría a los enemigos en sus manos. Y así fue. También hoy el Señor nos dice: tienes demasiadas cosas para que ganes. Renuncia a lo que tienes, a tus méritos, a
tu dinero, a tus amistades y conexiones en los altos niveles de la Iglesia o de la sociedad. Tu fuerza es la debilidad. El discípulo tiene que saber que está siempre tentado de usar las armas del enemigo para ser más fuerte que él, pero, haciéndolo así, terminará por ser aplastado. Lo único que debemos dar a los demás es nuestra pobreza, y la pobreza es el rostro concreto del amor: quien ama entrega todo lo que es. A Dios sólo podemos ofrecerle nuestro corazón partido. El discípulo tiene que llegar a decir que no le es posible seguir al Señor a las condiciones que él ha puesto. Es el primer don de la gracia sin el cual es imposible el seguimiento. Es el vestido nupcial que permite entrar al banquete del rey. Es la experiencia de María, que no duda en decir al ángel que no tiene las condiciones para ser madre del Altísimo. Y luego Dios hará en ella grandes cosas, narradas de generación en generación. Ésta es la única sabiduría que el cristiano puede ofrecer hoy. Para construir torres, para ganar guerras, hay que ser pobres. Esta es nuestra fuerza. De lo contrario, también nosotros nos convertiremos en una secta de integristas. Pero, entonces, Dios no tendrá ya nada que darnos.
Informativo
cirm enero-febrero 2017
50 Reflexión Teológica 4
Servicio de la autoridad y misión del instituto Por: Camilo Maccise
INTRODUCCIÓN a forma de entender el ejercicio de la autoridad y la práctica de la obediencia ha estado condicionada por el contexto socio-cultural y eclesial y por la teología de cada época. Simplificando un tanto las cosas y poniendo de relieve los principales contrastes, podemos presentar las líneas teórico-prácticas del voto de obediencia antes del Concilio Vaticano II, en la doctrina conciliar y en la vivencia posconciliar. Esta primera presentación panorámica facilitará después la comprensión de los desafíos que se presentan hoy para las relaciones autoridad-obediencia en la Vida Consagrada desde la perspectiva de la misión.
L
I. LAS PRINCIPALES ETAPAS DE UNA EVOLUCIÓN 1. Antes del Concilio En la sociedad predominó durante siglos el esquema monárquico-feudal
y en la Iglesia el modelo piramidal que subrayaba fuertemente la distinción entre la jerarquía y el resto de los cristianos. Con esta perspectiva se puede comprender toda una teoría y una praxis absolutista del ejercicio de la autoridad y de la aceptación de las decisiones de los superiores en la Iglesia. Éstas pasaron a la Vida Consagrada y se reforzaron en ella a través del voto de obediencia visto desde el ángulo de la consagración, de la comunión y de la misión. Desde la consagración la obediencia se enfocó como el sacrificio de la libertad para poder adherir más fácilmente a la voluntad de Dios. Para vivir la comunión, el voto de obediencia obligaba a tener en cuenta el bien de la comunidad antes que el propio personal y a estar dispuestos a renunciar a proyectos personales para reforzar la fraternidad. Por último, en la línea de la misión, se consideraba el voto de obediencia como una adhesión radical a los planes apostólicos decididos por los superiores y asumidos con el dinamismo de la unión de fuerzas. Se insistía en la necesidad de imitar a Cristo obediente hasta la muerte y una muerte de cruz (cf. Flp 2,5-11).
Reflexión Teológica 5 51
2. La doctrina conciliar El Concilio introdujo cambios notables en la forma de considerar el ejercicio de la autoridad y la práctica de la obediencia. Los tres aspectos de la Vida Consagrada: consagración, comunión y misión orientaron las enseñanzas del Vaticano II para hablar del voto de obediencia. Desde el ángulo de la consagración se puso de relieve el hecho de que por la profesión de la obediencia, los religiosos “ofrecen a Dios, como sacrificio de sí mismos, la plena entrega de su voluntad, y por ello se unen más constantemente a la voluntad salvífica de Dios”1. En cuanto a la comunión, la obediencia facilita la colaboración en los proyectos al servicio de la Iglesia y del propio instituto. Con relación a la misión se recuerda que por medio la obediencia los religiosos “son dirigidos al ministerio de todos los hermanos en Cristo, a la manera que Cristo mismo, por su sumisión al Padre, sirvió a sus hermanos y dio su vida por la redención de muchos (cf. Mt 20,28; Jn 10,14-18). Así se vinculan más estrechamente al servicio de la Iglesia y se esfuerzan por llegar a la medida de la plenitud de Cristo (cf. Ef 4,13)”2. 3. En el posconcilio Poco a poco, bajo el influjo de las corrientes sociales y del nuevo modelo de Iglesia de comunión con otros derivados de ella, se fue abriendo paso un modo nuevo, igualmente exigente, de
considerar la autoridad y la obediencia en la Vida Consagrada en su aspecto de consagración, comunión y misión. Pablo VI, en su exhortación apostólica Evangelica testificatio (1971), enfrentaba la crisis recordando algunos elementos que no podían olvidarse en el compromiso de la obediencia consagrada. Desde el punto de vista de la consagración hacía notar que a través de la obediencia el religioso inmolaba su voluntad íntegramente para entrar más decididamente y con más seguridad en el designio de salvación de Cristo que vino al mundo para cumplir la voluntad del Padre. Hablando de la autoridad decía que ejercerla significaba servir a los hermanos. En cuanto a la dimensión de comunión, la autoridad y la obediencia, afirmaba Pablo VI, “se ejercen al servicio del bien común, como dos aspectos complementarios de la misma participación en la oblación de Cristo”3. La obediencia consagrada ayuda a la misión, en cuanto
1 PC 14. 2 Ib. 3 Evangelica testificatio, 25.
Informativo
cirm enero-febrero 2017
52 Reflexión Teológica 5
pone en comunión con Cristo, quien sufriendo aprendió la obediencia y se hizo siervo de sus hermanos. Esta comunión con el Señor vincula más estrechamente al servicio de la Iglesia y del mundo4. II. AUTORIDAD Y MISIÓN DEL INSTITUTO 1. Autoridad en diálogo y búsqueda de los caminos de la misión
Una autoridad evangélica en la perspectiva de la misión, será una autoridad en búsqueda de los caminos de Dios con la actitud humilde de quien tiene la certeza de no poseer toda la verdad y que, por lo mismo, practica un discernimiento orante con los individuos y con la comunidad para descubrir la voluntad del Señor. Esto requiere una manera más participativa de dirigir y coordinar, necesaria para superar la tentación del poder y de su búsqueda y defensa. En el servicio de la autoridad en la Vida Consagrada en relación con la misión hay tres dimensiones muy importantes: la profética, la pastoral y la de responsabilidad. La primera consiste en la proclamación de la Palabra de Dios que llama a la conversión; que consuela al anunciar la presencia y cercanía de Cristo resucitado, fuente de esperanza y de fortaleza. El llamado a la conversión es, en el fondo, un llamado a superar el egoísmo para responder con fidelidad siempre renovada a las exigencias de la propia vocación y misión dentro de la Vida Consagrada. 4 Ib. n. 23.
La dimensión pastoral conduce a quienes ejercen el servicio de la autoridad a estar atentos a las necesidades de cada miembro de la comunidad y a favorecer la comunión entre ellos. En diálogo con cada uno hay que descubrir sus cualidades y limitaciones y llevar a la comunidad a aceptar la unidad en la diversidad de los carismas particulares. De este modo la autoridad se convierte en vínculo de comunión y potencia el ejercicio de los dones y cualidades de cada uno en el compromiso evangelizador. Por último, la escucha y el diálogo no liberan de la responsabilidad de tomar la decisión final y de garantizar su ejecución y, si fuera necesario, la de organizar evaluaciones periódicas que permitan conocer sus efectos para seguir en la línea tomada o para hacer las modificaciones que los cambios pueden ir exigiendo. Otras notas que definen hoy el papel del superior en la línea de la misión deberían ser: • Vivir a la escucha de la Palabra de Dios discerniendo, a la luz de la fe su voluntad en los signos de los tiempos. • Dialogar con la comunidad en el proceso de discernimiento y puesta en práctica de la voluntad de Dios. • Vivir la misión en y para la comunidad. No estar sobre el grupo, sino dentro de él. Junto con los hermanos buscar, escuchar, ejecutar para entrar en comunión con el designio salvífico de Dios.
Reflexión Teológica 5 53
2. El servicio de autoridad y la misión del Instituto La Instrucción de la CIVCSVA: El servicio de la autoridad y obediencia (2008) dedica la tercera parte a la autoridad en su función de animar el compromiso misionero de los Institutos religiosos a partir del propio carisma. Autoridad animadora de la misión El documento presenta a la autoridad como responsable no sólo de la animación de la comunidad sino también como impulsora de la misión dentro de la fidelidad al propio carisma. Está llamada a coordinar las varias competencias relativas a la misión, respetando siempre los roles y de acuerdo con las normas del Instituto. Aunque no está llamada a hacer todo, tiene la responsabilidad última del conjunto de iniciativas y de puesta en práctica de los medios para realizar la misión. Entre sus tareas está, ante todo, la de animar a los miembros de la comunidad o del Instituto a asumir responsabilidades ayudando a superar el miedo y otras dificultades que puedan presentarse. Eso llevará a la autoridad a respetar la subsidiaridad. La autoridad debe superar la tentación de creer que todo depende de ella y a exagerar el protagonismo que impide la colaboración y la interdependencia entre todos los que trabajan en la misión. Crear unidad en la diversidad Es normal que en una época de cambios o, más bien, en un cambio de época,
existan diferentes enfoques de la misma realidad de la misión del Instituto. Diversas mentalidades y tipos de formación; la variedad de las culturas y de las perspectivas generacionales originan necesariamente tensiones que pueden desembocar en conflictos. Tarea del superior es la de saber crear una comunión en la diversidad a través del diálogo y del discernimiento. De ese modo, las diferencias de mentalidad no se convertirán en conflicto de personas. Hay convencer que la pluralidad de perspectivas ayuda a profundizarlos asuntos con la riqueza de diferentes valores todos legítimos. Favorecer la unidad de la Vida Consagrada Otra preocupación de la autoridad deberá ser la de mantener el equilibrio entre las diversas dimensiones de la Vida Consagrada: oración, vida fraterna, compromisos apostólicos, formación personal y comunitaria, trabajo y descanso. Existe siempre el peligro de dejarse dominar por la urgencia de los compromisos de la misión o por su número excesivo descuidando la vida espiritual y fraterna. “Es importante que la autoridad recuerde a todos y cada uno que, cuando una persona de la comunidad está en misión o cumple cualquier servicio apostólico, aunque lo haga solo, actúa siempre en nombre del Instituto o de la comunidad; más aún, obra gracias a la comunidad. Por consiguiente, es preciso no sólo que el apóstol esté profundamente agradecido, sino que permanezca
Informativo
cirm enero-febrero 2017
54 Reflexión Teológica 5
estrechamente unido a su comunidad en todo lo que hace”5. Comprender las debilidades humanas En el ejercicio de la misión es normal que no se acierte en todo; que la debilidad humana lleve a cometer errores. “La autoridad está llamada a desarrollar una pedagogía del perdón y la misericordia, a ser instrumento del amor de Dios que acoge, corrige y da siempre una nueva oportunidad al hermano o la hermana que yerran y caen en pecado. Deberá recordar sobre todo que, sin la esperanza del perdón, la persona a duras penas podrá reanudar su camino e inevitablemente tenderá a sumar un mal al otro y una caída tras otra”6 . Esto no excluye la justicia sobre todo cuando las afectadas son personas inocentes o indefensas. Promover la colaboración con los laicos Vita Consecrata presenta, como un signo de los tiempos, la participación de los laicos en el carisma y la misión de los Institutos religiosos7. Eso abre nuevas posibilidades para la comprensión del carisma de cada Instituto y presenta nuevos horizontes en el ejercicio de la misión. Tarea del superior es la de ayudar a los religiosos a conservar su propia identidad de personas consagradas y a los laicos su secularidad.
5 CIVCSVA, El servicio de la autoridad y obediencia, n. 25. 6 Ib. 7 Cf. VC 54-56. 8 CIVCSVA, El servicio de la autoridad y obediencia, n. 25.
“Además, es necesario que esté bien definido el mapa de competencias y responsabilidades lo mismo de laicos que de religiosos, como también el de los organismos intermedios (Consejos de administración, de la obra y semejantes). En todo esto, el que preside la comunidad de los consagrados tiene un papel insustituible”8. CONCLUSIÓN La evolución en la forma de concebir y de vivir el compromiso de la obediencia consagrada ha ido abriendo paso a una nueva comprensión de la misma y de las mutuas relaciones que tiene con la autoridad religiosa. En este período de transición perviven todavía formas anticuadas y poco evangélicas de vivir estas relaciones. Se requiere una concientización cada vez mayor de los retos que se presentan para superarlas en la realidad eclesial y social y así enfrentar los desafíos que se presentan para la misión.
Reflexión Teológica 5 55
800 AÑOS EN LA
MISIÓN DE PREDICAR EL EVANGELIO (AÑO JUBILAR DE LA ORDEN DE PREDICADORES)
L
Introducción a Orden de Predicadores cerró solemnemente el día 22 de enero del presente, el año jubilar por 800 años de haber sido confirmada por el papa Honorio III el 22 de diciembre de 1216 con la Bula “Religiosam Vitam” en el carisma y la misión de la predicación. En esta ocasión tengo el gozo de compartir con ustedes una reflexión en torno a estos ochocientos años de predicación del Evangelio para la salvación, de acuerdo a nuestro carisma fundacional. Rasgos de la historia de la Salvación Desde que la pareja humana por incredulidad dañó su relación con Dios, consigo mismo, con el otro y con la
creación, el Señor fue diseñando un plan de salvación para toda la humanidad de todos los tiempos que restableciera la relación con Él, con el otro, con la creación y restaurara el daño provocado en la naturaleza humana de manera eficaz y definitiva. Al llegar la plenitud de los tiempos, nos dice san Pablo en la carta a los Gálatas, Dios envió a su Hijo nacido de mujer...para rescatarnos (Gál. 4, 4-5). Entonces, el Verbo se encarnó en la persona de Jesús de Nazaret.y puso su morada entre nosotros (cfr. Jn. 1, 14) La misión de Jesús de Nazaret era predicar la presencia ineludible del Reino de Dios, decía: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva -Evangelio-» (Mc. 1, 15). En efecto, Informativo
cirm enero-febrero 2017
56
De la Vida Religiosa
Jesús reveló la presencia nueva y cercana de Dios, sobre todo que es Padre y Padre bueno, amoroso y misericordioso (Lc. 6, 36), y quiere que todos los seres humanos vivan en condiciones de bienestar y en armonía unos con otros, sin luchas ni odios ni rencores, con justicia, paz, libertad y en fraternidad. El medio para alcanzar este estado de vida es el amor, don de Dios. De ahí que el mandamiento de Jesús que dejó a sus discípulas y discípulos es este: «Les doy un mandamiento nuevo que se amen los unos a los otros. Que como yo los he amado, así se amen también ustedes los unos a los otros. En esto conocerán todos que son discípulos míos si se tienen amor los unos a los otros» (Jn. 13, 34-35). Esencialmente en esto consiste el proyecto de Dios para la humanidad. Realmente esto representa un reto para los seguidores de Cristo porque la indecisión humana de amarse los unos a los otros y de manifestarse ese amor, de acuerdo al mandato de Jesús, se ha apoderado de las vidas de las personas. Se vive a nivel personal, familiar, social con rupturas de relación serias provocadas por una estructura afectiva frágil, si no desequilibrada, lo cual significa que en realidad lo que sucede es que hay serias dificultades para amar y manifestar el amor. Las relaciones no son buenas porque no se ha tomado la decisión de amar sin reservas ni desconfianzas. Parecería que no, pero la ausencia de manifestaciones de amor ha dañado todas las dimensiones de la vida humana, la mayoría de los seres humanos han asumido, como mecanismos de defensa,
que el egoísmo, la envidia, la injusticia, la mentira, el resentimiento, el rencor, el odio, deterioren la propia vida y la vida de los demás. Jesús enseñó con su palabra y su vida cómo vivir unidos en comunión de amor y a través del amor, también cómo desterrar de la vida todo aquello que impide amar verdadera y sinceramente; en síntesis, su palabra es una invitación insistente y cariñosa a cumplir su mandamiento para así conformar una verdadera y auténtica comunidad de discípulas y discípulos suyos. El amor tiene la capacidad y la fuerza de transformar la vida, lo decía de manera poética Violeta Parra: “…al malo solo el cariño lo vuelve puro y sincero”. El amor reblandece las durezas del corazón e impulsa a trabajar por la unidad, a ejercitar la paz, a vivir responsablemente la libertad y a conservar la alegría y la fraternidad. San Pablo en la Primera Carta a los Corintios, habla de la misma fuerza transformadora (cfr. 1Cor. 13, 1-8). El amor suavemente induce a construir estructuras fraternas de solidaridad y a crear posibilidades para vivir la justicia. Toda la vida de Jesús, sus enseñanzas, sus signos milagrosos, todo lo que dijo e hizo, eso es Evangelio, es la
De la Vida Religiosa 57
Buena Noticia para la humanidad entera sumergida casi siempre en el dolor, la soledad y el silencio. Cuando se asumen y se viven las enseñanzas de Jesús, Dios está reinando en medio de los hombres y mujeres, esa es la dimensión histórica del Reino de Dios. En el evangelio de Mateo encontramos una expresión que el evangelista puso en labios de Jesús, dice: «...el Reino de los cielos sufre violencia...» Mt. 11, 12. En efecto, el proyecto del Reino sufre violencia porque hay una tendencia fuerte de muchos seres humanos a poner resistencia al amor. Jesús sabía muy bien que hay personas en el mundo que se oponen a la paz, a la justicia, a la libertad, a la vida y al amor, que son los principios esenciales para una convivencia auténtica de hermanos, hay, incluso, quienes han asumido como opción de vida oponerse a que el proyecto de Dios se haga realidad en medio de la humanidad, entonces practican sistemáticamente la injusticia, el odio y la violencia. El Evangelio es un proyecto de vida fraterna universal, es decir, para todas las personas de todos los tiempos y lugares, razas y género; es posible que cualquier persona lo viva y se apropie de él porque todos los atributos del Reino ya están presentes en cada ser humano, porque fue creado a imagen de Dios (cfr. Gen. 1, 27). Jesús, el Hijo de Dios, es el paradigma del ser humano, toda persona está
invitada a vivir como Jesús porque posee los dones y las cualidades para ser hija e hijo e Dios. En la tradición evangélica de Lucas, en el anuncio del nacimiento de Jesús, hay una exhortación a todos los hombres y a todas las mujeres que son de la complacencia de Dios (Lc. 2, 14), es decir, que aman y hacen el bien, por eso Dios se complace en ellas y ellos. También en el evangelio de Marcos Jesús usa otra expresión que alude a todas las personas que aman y que practican el bien haciendo implícita la invitación a adherirse al proyecto del Reino de Dios: «...el que no está contra nosotros, está por nosotros» (Mc. 9, 40). En efecto, Dios inspira en los corazones de todos los seres humanos de todos los tiempos y de todos los lugares acciones que son propias y pertenecen a su reinado, sin embargo, muchas veces esos hombres y mujeres no conocen a Jesús. De ahí que sea necesaria la predicación explícita de la Buena Nueva del Reino de Dios, es decir, del Evangelio de Jesucristo para dar a conocer a toda la humanidad el proyecto del amor de Dios en beneficio de todos los seres humanos. Uno de los grandes teólogos, el dominico, Edward Schillebeeckx en su libro Cristo y los Cristianos nos dice: «El núcleo del Nuevo Testamento puede resumirse en la afirmación de que hemos sido redimidos para amar a los hermanos» (Cristo y los Cristianos -Gracia y Liberación-, Madrid, 1982, p. 483). Jesucristo nos Informativo
cirm enero-febrero 2017
58 De la Vida Religiosa
ha indicado el camino a seguir a todas y todos sus discípulos, nosotros, una vez, asimilada esta realidad, debemos también ponernos en marcha para orientar a muchas y muchos hacia las enseñanzas de Jesús. En esto consiste la predicación del Evangelio para la salvación, que es la misión de la Orden de Predicadores. ENVIADOS A PREDICAR EL EVANGELIO Todo lo anterior ha sido dicho como preámbulo para entrar en el tema que deseo compartir con todas y todos ustedes. «Enviados a predicar el Evangelio» fue la frase que acompañó todas las actividades del año jubilar en toda la Orden de Predicadores en el mundo. Esta expresión no es simplemente el “slogan jubilar” ni tampoco un refrito de la teología, se trata precisamente de la misión de la Orden de Santo Domingo; esta misión, a su vez, como todas las inspiradas por el Espíritu, participa y tiene su arraigo en la misión de la Iglesia. San Marcos en su evangelio nos transmite el momento en el que Jesús después de su resurrección, en el tiempo de las apariciones, encomendó la misión a sus discípulos: «Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva...» (Mc. 16, 15).
Este mandato del Señor permaneció en la mente y en el corazón de sus discípulos y discípulas hasta que llegado el momento con la fuerza del Espíritu Santo se dieron a la tarea, infundidos de valor, de anunciar a todas las gentes «... comenzando desde Jerusalén...» (cfr. Lc. 24, 47), la Buena Nueva de la presencia del Reino de Dios que Jesús de Nazaret hizo presente en el mundo. La tarea de la evangelización no fue ni ha sido fácil a lo largo de casi dos mil años, sobre todo porque antes de emprender esa misión, las y los discípulos de Jesús debían asimilar la vida, la enseñanza y los signos que el Señor había realizado delante de ellas y ellos. Las y los discípulos no iban a inventar nada, solamente tenían que ser testigos de la palabra de Jesús, de su presencia y de los efectos de esa presencia. Ante todo era necesario hacer un recorrido completo, iluminados por la fe, de los dichos y hechos de Jesús. Al final la conclusión fue que la palabra y la obra de Jesús de Nazaret venía de Dios, por tanto, Él era el Hijo de Dios ya que en su vida hizo realidad el ofrecimiento y la promesa que desde antiguo Dios había hecho a la humanidad: restaurar la vida, las relaciones humanas y sobre todo la relación con Él haciéndonos sus hijos e hijas. El Espíritu Santo jugó un papel sumamente importante en este proceso, Jesús les había prometido la presencia del Espíritu, cumplida su promesa, los discípulos y discípulas lo recibieron el día de Pentecostés y el Espíritu de Dios les fue revelando y los iba conduciendo a la
De la Vida Religiosa 59
«...verdad completa...» (Jn. 16, 13). Ellos, por su parte, se iban apropiando de la experiencia vivida con Jesús de Nazaret y de la que vivieron con el Espíritu Santo, entonces se dieron a la tarea de interpretar desde la fe esas experiencias y comunicarlas a todo el mundo cumpliendo con ello el mandato del Señor. La presencia de Jesús a través del Espíritu Santo se iba arraigando y consolidando en la misión de los Apóstoles. El signo y el fruto de esa presencia indeleble y de la misión de los y las discípulos fue el surgimiento de las primeras comunidades cristianas de las que el Libro de los Hechos de los Apóstoles nos transmite en dos sumarios, el de Hech. 2, 42-47 y el de Hech. 4, 32-35. Fundamentalmente era obra del Señor: «El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar» (Hech. 2, 47b). La organización y la consolidación de la vida de las comunidades cristianas se realizaba de manera paulatina. Llegó el momento en el que los Apóstoles tuvieron que tomar decisiones importantes en la transmisión del mensaje evangélico. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos dice que a propósito de un conflicto de funciones al interior de la comunidad, ya que se estaban desatendiendo servicios comunitarios importantes, los Apóstoles tomaron la decisión de delegar funciones y servicios a otros miembros de la comunidad e instituyeron el ministerio del diaconado (cfr. Hech. 6, 1-6), mientras los Apóstoles asumían la tarea principal: «... nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra» (Hech. 6, 4).
En efecto, el ministerio de la palabra para la vida de la Iglesia es esencial, no puede desatenderse. De ahí que los Apóstoles inspirados por el Espíritu Santo reservaran este ministerio para ellos, considerados “columnas de la Iglesia” (cfr. Gal. 2,9) y desde entonces este ministerio corresponde a los sucesores de los Apóstoles, es decir, a los obispos. Al paso de los siglos, ya en plena Edad Media, las dificultades al interior de la Iglesia crecían, en buena medida por la fragilidad humana y la influencia de las ideologías y de las estructuras sociales, económicas, políticas y culturales de ese tiempo, los sucesores de los Apóstoles se dejaron envolver por todos estos movimientos y poco a poco se fue abandonando el ministerio de la palabra. Mientras tanto, como reacción a esta situación eclesial y a la ausencia de la predicación del Evangelio, las sectas heréticas de multiplicaban sobre todo en el sur de Francia. Convertir a los herejes era la gran preocupación del Papa Inocencio III, él se da a la tarea de iniciar una misión entre los herejes encomendando a los monjes cistercienses que la llevaran a cabo debido a que eran hombres instruidos y de oración. El Papa deseaba que esa misión se llevara a cabo con la palabra y el ejemplo. Pensando tal
Informativo
cirm enero-febrero 2017
60 De la Vida Religiosa
vez en lo que nosotros hoy decimos que “la palabra jala pero el ejemplo arrastra”. Se trataba de demostrar a los herejes que la palabra de Jesucristo es “viva y eficaz”, “capaz de salvar” y que, junto con el estilo de vida enseñado por Jesucristo, ella interpela la propia vida y entusiasma para vivirla en la fe, la esperanza y el amor. Domingo de Guzmán estaba al tanto de esto y siendo canónigo de la Catedral de Osma en España, el Espíritu Santo le inspira el santo propósito de predicar la palabra de Jesucristo para la salvación. Porque en realidad, la salvación es el único objetivo de la predicación de la palabra de Dios que nos impulsa a vivir el amor. Quienes se alejan de la palabra de Dios y siguen su propia palabra están, de alguna manera, alejándose del amor, esto es, de la salvación, de acuerdo a la expresión de Schillebeeckx. Ese era el caso de los herejes, claro, debemos decirlo, influidos a ello por el comportamiento de algunos de los obispos y también de algunos del clero delegado para la predicación al abandonarla y tomando distancia de la práctica del amor y de los valores de la vida cristiana. Aunque fácilmente podemos suponer que la inquietud de Domingo por conformar un grupo de predicadores como lo quería el Papa, testigos del Evangelio con la palabra y con el ejemplo, nació sin más, no fue así. En el viaje a las Marcas (actualmente Dinamarca) que hizo al lado del obispo de Osma, Diego de Acevedo, se despertó en él la decisión de emprender una obra en la que se intensificara la auténtica misión de la Iglesia, es decir, la predicación apostólica del Evangelio,
afirmando que esos frailes predicadores debían ser colaboradores de los obispos en ese ministerio. Domingo no cejo en su esfuerzo por llevar a cabo la fundación de una Orden que fuera de frailes predicadores de la palabra de Dios para la salvación. En el año 1206 Domingo vivía en Fanjeaux, al sur de Francia y tuvo una visión del lugar donde habría de establecer la primera “santa predicación” (así llamaba Domingo a los conventos de monjas y de frailes de la Orden de Predicadores). Fue en Prulla muy cerca de Fanjeaux donde fundó el primer monasterio de mujeres herejes convertidas a la fe católica y que habían sido expulsadas de sus comunidades. Resultaba, pues, apremiante y necesario acogerlas y ofrecerles medios útiles para confirmarlas en su conversión, para ello un medio por excelencia era también la necesidad de que expresaran su fe por medio de la oración. Domingo estaba convencido de que la “santa predicación” debía estar sostenida sobre todo por la oración y la vida comunitaria, al estilo de los apóstoles. Así, pues, nacieron las monjas de la Orden de Predicadores. Fr. Domingo sabía bien que sin la oración y la vida comunitaria no había auténtica predicación, sin embargo, faltaban dos elementos también esenciales: el estudio y un
De la Vida Religiosa 61
estricto estilo de vida que favoreciera y enriqueciera la vida común, la oración y el estudio. A partir de esta convicción y con celo ardiente de acercar a muchos hombres y mujeres a la salvación por medio de la predicación del amor de Dios, se dio a la tarea de preparar la fundación de los frailes de la Orden de Predicadores. El primer paso ya estaba dado, un grupo de mujeres oraban y daban testimonio evangélico en el monasterio de Prulla, faltaba encontrar a los futuros predicadores. Pronto conformó un pequeño grupo de varones que como él tuvieran ardor por la predicación del Evangelio; los reunió en una pequeña casa de un laico quien, también deseoso de que la palabra fuera auténticamente predicada, donó a Domingo su propiedad en lo que se conoce como la segunda “santa predicación”, muy cerca de la iglesia de San Román, en Toulouse, Francia. Domingo era conocido en el medio eclesial y pastoral como “varón evangélico”, él deseaba que sus frailes fueran también “varones evangélicos”, ese era el requisito fundamental para ser fraile predicador, porque todo lo demás, es decir, la vida comunitaria, la oración y el estudio se darían por añadidura. Siendo también “varones evangélicos” abrazarían sin ninguna dificultad la vida apostólica. Esta identidad y actitud evangélica llevaría a los frailes a practicar lo que Domingo había hecho desde su juventud: “de día hablar con los hombres de Dios y de noche hablar con Dios de los hombres”.
Con las mujeres viviendo en oración, comunidad y contemplación y con el pequeño grupo de “varones evangélicos” clérigos y laicos, Domingo emprendió varios viajes a la Sede Apostólica en Roma para que aprobaran la fundación de la Orden de Predicadores. Sin duda que Domingo tuvo muchos obstáculos para que la Orden fuera aprobada y confirmada por la Sede Apostólica, ya que con esta fundación se pudo pensar que su aspiración era pretender arrancar a los obispos la predicación del Evangelio, uno de sus principales ministerios, lo cual además de ser imposible era una pretensión absurda. Sea de ello lo que fuere, la realidad era que Domingo deseaba, lejos de quitar el ministerio a los sucesores de los apóstoles, que los frailes predicadores fueran sus colaboradores en la misión de predicar del Evangelio. De hecho este es un dato importante que aparece en la Constitución Fundamental de la Orden: “Hechos cooperadores del orden de los obispos…tenemos como oficio propio la función profética por la cual…el Evangelio de Jesucristo es anunciado en todas partes con la palabra 1 y el ejemplo…” (LCO 1, V). Esto ha estado presente, desde los orígenes, en la conciencia y en la vocación de los frailes. Desde la fundación de Prulla tuvieron que pasar diez años para que llegara la Bula de confirmación de la Orden por la Sede Apostólica. El 22 de diciembre de 1216 es la fecha cuando fue confirmada la Orden por el Papa Honorio III. Sin embargo hubo un gran inconveniente ya que la Bula “Religiosam Vitam” no Informativo
cirm enero-febrero 2017
62
De la Vida Religiosa
mencionaba expresamente que se trataba de una Orden de Predicadores, lo cual llevó nuevamente a Domingo, emprender un viaje a Roma para suplicar al Papa que indicara en la Bula de confirmación que se trataba de una Orden de Predicadores en el sentido del ministerio apostólico de la palabra. Finalmente el 21 de enero de 1217 apareció una segunda Bula titulada “Gratiarum Omnium Largitori” con el nombre oficial de: Orden de Predicadores. El número cuatro de nuestra Constitución Fundamental describe perfectamente la vida de los frailes predicadores: “Y, puesto que nos hacemos partícipes de la misión de los Apóstoles, imitamos también su vida según el modo ideado por Santo Domingo, manteniéndonos unánimes en la vida común, fieles a la profesión de los consejos evangélicos, fervorosos en la celebración de la liturgia, principalmente de la Eucaristía y del oficio divino, y en la oración, asiduos en el estudio, perseverantes en la observancia regular…” (LCO 1, IV). Con lo anterior podemos afirmar que nuestra vida y misión quieren asumir el mandato del Señor a sus discípulos. Es verdad, cada dominica y dominico, laica, laico, hermana, monja y fraile somos de nuevo enviados por el Señor a predicar el Evangelio de Jesucristo, el Evangelio de salvación. Esto es lo que quiso Domingo para la Iglesia y es lo
1 LCO: Libro de las Constituciones y Ordenaciones.
que nos ha heredado. Ahora estamos en condiciones de comprender las palabras que el Padre de nuestro Señor Jesucristo dirigió a Catalina de Siena a propósito del diálogo acerca de la Barca que es la Iglesia y de las barcas de Benito, de Francisco y de Domingo, le dijo: “…y tu padre Domingo, mi amado hijo, tomó para sí la misma misión del Verbo…” (Diálogo, 158). Esto es lo que Domingo de Guzmán heredó a la Familia Dominicana, él lo tomó para sí, pero lo encomendó a sus hijas e hijos. Indudablemente la expresión es bella, viene a animar nuestra vida y misión, pero a la vez le da gravedad y responsabilidad, es decir, Dios nos ha llamado sencillamente a dar continuidad a la misión de Jesucristo, como todo bautizado y bautizada, la diferencia radica en que las y los dominicos lo hacemos por nuestra profesión religiosa que nos consagra totalmente a esta misión. El Señor Jesús vino al mundo expresamente enviado por el Padre a salvar a la humanidad. La encomienda de Jesús a los Doce fue anunciar la salvación que Él nos ha conseguido por la predicación del Evangelio con su vida, con su muerte y resurrección. Nosotras y nosotros desde hace 800 años, tenemos la misma misión apostólica, por eso tendríamos continuamente que decir con san Pablo: “!Ay de mi si no predico” (1Cor. 9,16).
Suscripción Síntesis 63
El Boletín Informativo CIRM se pone a tu disposición y ofrece a todos los religiosos y religiosas de México la nueva sección: “Noticias de la Vida Religiosa”, donde podrás mandarnos información1 sobre eventos de tu congregación que desees publicar2 en el Boletín Informativo CIRM, y compartir con todos los religiosos y religiosas de México. Comparte con nosotros información como: • Capítulos generales, provinciales, regionales… • Profesiones religiosas. • Nuevas experiencias apostólicas. • Noticias sobre tu congregación. • Tu espiritualidad. • Hacer preguntas a los religiosos de México. • Propuestas de colaboración apostólica. • La pascua definitiva de alguna hermana o hermano. • Preocupaciones. • Y todo lo que creas que nos puede ayudar a crecer. Envía tu información al Departamento de Comunicación, por fax al 01.55.56.04.95.55 o al correo: comunicacion@cirm.org.mx, con atención al P. Sergio Argüello Vences, ssp. 1 2
La información que envíes tendrá que ser sin fines de lucro. Sin costo alguno.
SUSCRIPCIÓN ANUAL $ 200.00 Forma de pago • Depósito directo en BANORTE a nombre de Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México, A.R., Cta. 0831 8591 34 Suc. 1198 (CLABE: 0721 8000 8318 5913 42). Por favor enviar la ficha de depósito y el nombre del suscriptor o suscriptora al fax (0155) 56 04 95 55. • También se puede hacer el pago personalmente en las oficinas del Departamento de Economía de la cirm en horarios de 9:00 am a 2:00 pm, de lunes a viernes. • El pago incluye 6 ejemplares en el transcurso de un año. El envío es a cualquier parte de México. El costo incluye iva. Si requiere factura sólo pídala. Si usted se ha suscrito pero ha tenido problemas con la recepción de la Revista por favor escribir a: comunicacion@cirm.org.mx
64
Suscripción Reflexión Teológica 4
Anúnciate con nosotros
Si
deseas hacer algún anuncio en el puedes hacerlo de forma fácil y rápida. Llega a la Vida Religiosa de México y da a conocer tus servicios o necesidades. Los costos son los siguientes: $1000 MEX por una cuartilla del boletín a dos tintas y $500 MEX por media cuartilla a dos tintas. Para mayores informes favor de escribir a: comunicacion@cirm.org.mx con el P. Sergio Argüello Vences, ssp.
Cupón de suscripción a la Revista
Suscripción anual 200.00 MXN. Favor de llenar y hacer llegar este cupón a la Sede de la Cirm Nacional (Amores 1318, Col. Del Valle, CP 03100, México DF) o al correo: secretariadjunta@cirm.org.mx
Congregación: ________________________________________________________ Nombre del suscriptor/a: _______________________________________________ Domicilio:____________________________________________________________ Calle y núm.
Colonia
Población:__________________ Estado:_________________ C.P._____________ Teléfonos y Fax:_____________________ Correo Electrónico:___________________
1 año ( ) Suscripción nueva (
)
Depósito:_________________________ RFC: _____________________________
2 años ( ) Renovación ( ) Necesita Factura Sí (
) No (
)