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Comentando la encíclica Laudato Si’ desde la perspectiva indígena
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12 ideas centrales de Laudato Si’
James Martin, sj, Daniel Doran ofm, Elder Metropolitan John (Zizioulas) of Pergamon
Eleazar López Hernández
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¿Qué será de la casa común? Fr. Arturo Delon Carsolio, op
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Pobreza y Conversión Ecológica en la encíclica Laudato Si’ Fr. Luis Javier Rubio Guerrero, op
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Laudato Si’: el cuidado de la casa común Víctor Manuel Pérez Valera
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Una compasión holística para una comunión universal Fr. Misael Castro Cacua, op
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Voces Jóvenes
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Ecología y consumismo
JPIC: un GPS para el Corazón de la Humanidad
Víctor Manuel Pérez Valera
Mónica Esquivel Ballesteros, rscj
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Laudato Si’. Sobre el cuidado de la Casa Común Karina de la Rosa Morales, ij
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Oración de los Bosques JPIC y Hermanas Clarisas de Cortona
DIRECTORIO CIRM Presidente: Hna. Juana Ángeles Zarate, csc • PRIMER VICEPRESIDENTE: P. Ricardo Pérez, ocd • Segundo Vicepresidente: P. Jorge Rafael Díaz, op • Vocales femeninas: Hna. Mónica Esquivel, rscj; Hna. Rosa Elvira Aldana, stj; Hna. Paola Olivieri, hj; Hna. Guillermina Mendoza, hcjc; Hna. Cecilia Morales, mps • Vocales masculinos: P. P. Francisco Magaña, sj; P. Vicente López, omi; P. Pedro Alarcón, sm; Hno. Martín Rocha, fsc; Hno. Ricardo Reynoso, fms SECRETARIA GENERAL: Hna. Ma. Esther del Esp. Sto. Guillén Guzmán, cmst secretariagral@cirm.org.mx TESORERO GENERAL: Fr. José Miranda, ocd
CIRM Nacional: Amores 1318, Col. Del Valle, Del. Benito Juárez, 03100 México, D.F. Tel (55) 56.04.54.14; Fax (55) 56.04.95.55 www.cirm.org.mx Revista Informativo CIRM: Director: P. Jorge Rafael Díaz Núñez, op Editor: P. Sergio Argüello Vences, ssp Diagramación y diseño: D.G. Fernando Daniel Perera E. Impresión: Editorial Progreso S.A. de C.V. Impresión: Tiraje de 500 ejemplares más sobrantes para reposición. Atención a suscriptores Atención a suscriptores De lunes a viernes de 9 a 14 hrs. Tel (55) 56.04.54.14; Fax (55) 56.04.95.55 Email: informes@cirm.org.mx
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l Papa Francisco ha escrito una Carta Enclíclica que tituló Laudato Si’ haciendo memoria de Francisco de Asís en su “Cántico de la Creaturas”. El tema es indudablemente actual, pero no solo por la temática ecológica, en el sentido común del término, sino por el sentido estricto y amplio del mismo, es decir, se trata de la “Casa Común”. Nuestra casa común es la de todos los seres vivos que la habitamos, no solo de los seres humanos sino de todas las creaturas. Nos debe quedar muy claro lo que la revelación dice al respecto (cfr. Gen 1, 26.28). Sin duda que hemos tergiversado las expresiones: “someter” y “dominar”. Si bien es cierto que ambos son los términos que emplea el texto, sin embargo, al decir que el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, significa que es señor (del latín dominus) o dueño de la creación. El ser humano es señor o dueño de la creación por ser imagen y semejanza de Dios. De ninguna manera podemos suponer que Dios quisiera por medio del ser humano destruir su creación; un dueño no destruye lo que es de su propiedad. Eso es en realidad lo que la humanidad ha hecho y a lo cual el Papa nos invita a reflexionar para corregir el camino. Hemos de darnos cuenta, también, que precisamente cuando el papa habla de “...poner en duda los modelos de desarrollo, producción y consumo...”, está haciendo referencia a aquellas estructuras que por estar impregnadas no de auténtico humanismo sino de materialismo generan ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres, decía Juan Pablo II. El Papa Francisco llama la atención y sostiene que la pobreza tiene que ver con el desprecio a la ecología. Porque la Casa Común es para que todas y todos los seres humanos, incluida la creación entera, y para que, en una auténtica comunión, vivamos en ella bajo condiciones de bienestar; quienes se han apoderado del mundo, a través del mercado y de la producción, sí que se han hecho “señores”, es decir, dominadores (de la misma raíz latina dominus), pero ahora en sentido ordinario, esto es, amos y, en consecuencia, dominadores. El auténtico desarrollo, dice el Papa, “...habrá de asegurar que se produzca una mejora integral en la calidad humana, y esto implica analizar el espacio donde transcurre la existencia de las personas”, lo cual incluye, alimentación adecuada, vivienda digna, salud asegurada, buenas y justas condiciones de trabajo, auténticas, respetuosas y consistentes relaciones humanas. En contraste a esto encontramos hombres, mujeres, niñas y niños, ancianas y ancianos, que viven en condiciones de desnutrición, tratados como “deshecho” obligados a vivir en condiciones de hacinamiento humano, o mejor dicho inhumano, en las grandes y medianas ciudades. La cultura del deshecho no solo atañe a aquellos deshechos provenientes de la industria, sean químicos o biológicos, el concepto, hoy en día, incluye también a las personas. Las reflexiones contenidas en este número, inspiradas en la Encíclica Laudato Si ’del Papa Francisco, quieren ayudarnos a tomar conciencia de la importancia que tiene para la VIDA el cuidado de nuestra Casa Común.
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12 ideas centrales de Laudato Si’
Por: James Martin, sj, Daniel Doran ofm, Elder Metropolitan John (Zizioulas) of Pergamon
Introducción a Encíclica toma su nombre de la invocación de san Francisco, “Laudato si’, mi’ Signore”, que en el Cántico de las creaturas recuerda que la tierra, nuestra casa común, “es también como una hermana con la que compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos” (1). Nosotros mismos “somos tierra” (cfr. Gn 2,7) (2).
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El recorrido de la Encíclica está trazado en el n. 15 y se desarrolla en seis capítulos: Cap. 1: [Ver] La escucha de la situación a partir de los mejores conocimientos científicos disponibles Cap. 2: [Juzgar] Iluminación de la Biblia y la tradición judeo-cristiana Cap. 3: Nombrar las raíces del problema Informativo
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Cap. 4: La propuesta de la Encíclica es la de una “ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales” (137), inseparablemente vinculadas con la situación ambiental (frente al excesivo autor referencial del ser humano). Cap. 5: [Actuar] Un diálogo honesto a todos los niveles Cap. 6: Un proyecto animado por una conciencia formada y responsable (a nivel educativo, espiritual, eclesial, político y teológico). Conclusión: Dos oraciones, una que se ofrece para ser compartida con todos los que creen en “un Dios creador omnipotente” (246), y la otra propuesta a quienes profesan la fe en Jesucristo, rimada con el estribillo “Laudato si’”, que abre y cierra la Encíclica. El texto está atravesado por algunos ejes temáticos, vistos desde variadas perspectivas, que le dan una fuerte coherencia interna: “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio/ intrínseco de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del
descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida” (16). 12 IDEAS CLAVES DE ‘LAUDATO SI’ 1) El punto de vista espiritual es ahora parte de la discusión sobre el medio ambiente • La mayor contribución de “Laudato Si” es su visión sistemática general de la crisis desde un punto de vista religioso. • La encíclica muestra que la crisis ecológica es esencialmente un problema espiritual (Zizioulas). • Ahora, el lenguaje de la fe entra en la discusión. • La Iglesia debe ahora enseñar sobre el pecado ecológico (Zizioulas). • El Papa Francisco no impone sus creencias, conscientes de que no todos/as son creyentes (No. 62). • Se invita a otros/as a escuchar un punto de vista religioso, en particular su comprensión de la creación como un don sagrado y precioso de Dios a ser reverenciado por todos/as. • Tiene la esperanza de ofrecer “grandes motivaciones” para los cristianos y otros creyentes “para el cuidado de la naturaleza” (N° 64). • El Papa Francisco también destaca las enseñanzas de sus predecesores, en particular de san
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Juan Pablo II y del Papa emérito Benedicto XVI. 2) Los pobres son desproporcionadamente afectados por la destrucción del medio ambiente (franciscano) El efecto desproporcionado de la destrucción ambiental sobre los pobres se destaca en casi todas las secciones de la encíclica. Él ofrece muchos ejemplos de los efectos de la destrucción ambiental, incluyendo el cambio climático, de los que viven en los países en desarrollo (N° 25). Son causados por: • Las decisiones tomadas por los ricos. • La incapacidad de los pobres para adaptarse fácilmente al cambio climático. • Los recursos naturales de los países pobres hacen posible el desarrollo de los países ricos “a costa de su presente y de su futuro” (N° 52). El Papa a menudo: • Apela a los Evangelios y a la enseñanza social católica para criticar la exclusión de cualquiera de los beneficios de los bienes de la creación. • Pide una apreciación por “la inmensa dignidad del pobre” (Nº 158).
Para san Francisco: • El abrazo de la pobreza evangélica voluntaria (un ascetismo meramente exterior) es un medio para profundizar la solidaridad con la humanidad y la creación (N° 11). • Para san Francisco fue un medio de protesta contra las injusticias sociales. También le llevó entre los pobres y marginados de su tiempo. • La categoría de “los marginados” se extiende más allá de la especie humana para incluir nuestro planeta, “…entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que ‘gime y sufre dolores de parto’” (Rm 8,22) (N° 2). • Su renuncia a los sistemas de poder le permitió -como san Buenaventura- ver a Dios en todas las cosas y llegar a ser un místico de la naturaleza. 3) Menos es más El Papa Francis crítica: • El modo tecnocrático de pensar, en que “La vida pasa a ser un abandonarse a las circunstancias condicionadas por la técnica, entendida como el principal recurso para interpretar la existencia” (Nº 110). • Una confianza irreflexiva en las fuerzas del mercado antes de considerar cómo les va a afectar el medio ambiente y “sin Informativo
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prestar atención a eventuales consecuencias negativas para el ser humano” (N° 109). • La idea de que cada aumento en la tecnología es buena para la tierra y para los pobres. • “Un mecanismo consumista compulsivo” en el que la tierra es despojada y miles de millones se quedan empobrecidos (Nº 203). El Papa Francisco propone: • La aceptación de “decrecimiento en algunas partes del mundo aportando recursos para que se pueda crecer sanamente en otras partes” (N° 193). • La espiritualidad cristiana que fomenta “un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco” (Nº 222).
• Una redefinición de nuestra noción de progreso. Zizioulas: • La búsqueda de la felicidad individual se ha convertido en un ideal. • La crisis ecológica va de la mano con la difusión de la injusticia social. No podemos enfrentar con éxito el uno sin tratar con el otro. • Esto exige una ética ecológica y una práctica ascética (aceptación difícil). 4) La doctrina social de la Iglesia ahora incluye el medio ambiente • Laudato Si’ “se añade ahora al cuerpo de la doctrina social” (n 15). • Según Lynn White la relación con la tierra a menudo ha sido ignorado por la teología cristiana (Zizioulas). • El ser humano ha sido exaltado por encima de la creación material (antropocentrismo). • Una encíclica es un tipo de enseñanza que cuenta con el más alto nivel de autoridad en la Iglesia. • Continúa la reflexión sobre los problemas de hoy en día, que comenzó con “Rerum Novarum” de León XIII en 1891, con temas sobre el capital y el trabajo. • El Papa Francisco utiliza la idea del “bien común” para enmarcar su discusión.
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• Vincula explícitamente la encíclica de san Juan XXIII de “Pacem in Terris”, que abordó la crisis de la guerra nuclear, con Laudato Si’, que aborda la crisis ecológica. 5) Las discusiones sobre la ecología pueden estar iluminadas por la Biblia y la Tradición de la Iglesia • En el capítulo dos se vuelve al “Evangelio de la Creación”, incluyendo el Libro de Génesis, donde la humanidad fue llamada a “cultivar y mantener” a la tierra, “responsabilidad de todos” (95). • Se puede resumir su punto de vista en que ha habido demasiada cultivación y no lo suficiente mantenimiento (67). • Dominar la tierra: “…algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las Escrituras…” (67). • Los seres humanos actúan como sus sacerdotes en lugar de propietarios de la creación (Zizioulas). • Centralidad de Relaciones Justas: “… la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra” (66). El pecado es la ruptura. • Interconexión: “creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos unidos por
lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, [...] que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde” (89). • La centralidad de Jesucristo, el corazón de la revelación cristiana: el “Jesús terreno” con su “relación tan concreta y amable con las cosas” está “resucitado y glorioso, presente en toda la creación con su señorío universal” (100). Nos recuerda que Dios, en Jesucristo, pasó a formar parte del mundo material. Jesús mismo tuvo aprecio para el mundo natural. Nos recuerdan los puntos de vista de los santos, sobre todo de san Francisco de Asís. 6) Todo está conectado, incluyendo la economía • Todos/as formamos parte de la creación: “Estamos incluidos en ella [la naturaleza], somos parte de ella y estamos interpenetrados” (Nº 139). • Nuestras decisiones tienen consecuencias para el medio ambiente. • Se conecta una “concepción mágica del mercado”, que prioriza ganancias con el abuso del medio ambiente (biodiversidad) sin preocuparse por el impacto en los pobres (N° 190). Informativo
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• San Francisco de Asís advierte “… hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior” (N° 10). • Lejos de ofrecer una condena ingenua del capitalismo, el Papa Francisco ofrece una crítica inteligente de los límites del mercado, especialmente cuando no responde a las necesidades de los pobres. “La rentabilidad”, dice, “no puede ser el único criterio” de nuestras decisiones (No. 187). 7) La investigación científica sobre el medio ambiente debe ser elogiada y utilizada • El Papa Francisco admite que “la Iglesia no pretende definir las cuestiones científicas” (Nº 188). • Su encíclica acepta “los mejores frutos de la investigación científica actualmente disponible” y se basa en ella, en lugar de entrar en el debate de especialistas (N° 15). • En referencia a los bosques de la Amazonía, los glaciares y acuíferos, reconociendo “… la importancia de esos lugares para la totalidad del planeta y para el futuro de la humanidad...” (N° 38). • Como otras encíclicas sociales católicas analizaron cuestiones como el capitalismo, los sindicatos
y los salarios justos, Laudato Si’ se basa en la enseñanza tanto de la Iglesia como en descubrimientos contemporáneos de otros campos de la ciencia, para ayudar a la gente reflexionar sobre estas preguntas. 8) La indiferencia generalizada y el egoísmo empeoran los problemas ambientales • El Papa Francisco se reserva sus críticas más fuertes para los ricos... “Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas...” (N° 26). • Con frecuencia los que toman decisiones están “muy alejados de los pobres”, sin contacto real con sus hermanos y hermanas (No. 90, 49). • El egoísmo conduce a la evaporación de la noción del bien común. • No se puede cuidar al resto de la naturaleza “si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos” (N° 91). 9) Se necesitan un diálogo global y la solidaridad • La visión de trabajo de conjunto de la Encíclica incluye (Zizioulas): el ecumenismo en
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el tiempo (diálogo teológico); ecumenismo en el espacio (organizaciones); ecumenismo existencial (praxis). Más que cualquier encíclica, el Papa Francisco toma ideas de las conferencias episcopales de todo el mundo (Brasil, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Bolivia, Portugal, Alemania, Argentina, República Dominicana, Filipinas, Australia y Estados Unidos). Este encarna el principio católico de subsidiariedad, que, en parte, toma en cuenta la experiencia local y soluciones locales. Por otra parte, el “nuevo diálogo” y “debate honesto” que pide no es simplemente uno dentro de la Iglesia Católica (No. 14, 16). Este diálogo implica otras iglesias (Patriarca Bartolomé), religiones (un poeta sufí) y “todas las personas” acerca de nuestra “casa común” (No. 62, 155). También es necesario un diálogo global porque “no hay recetas uniformes” (Nº 180).
10) Se necesita un cambio de corazón (Franciscano) • Este documento, dirigido a “todas las personas en el planeta”, llama a una nueva forma de ver las cosas, ósea, “una valiente revolución cultural” (N° 3, 114). • La imagen de san Francisco como un amante de la naturaleza en un
bebedero para pájaros está lejos de la vida y la visión del santo. • San Francisco se dio cuenta de que formamos ‘parte de’ una familia de la creación y no existimos ‘al margen de’ la creación. • Para san Francisco cualquier criatura era una hermana, unida a él con lazos del cariño… Esta convicción no puede ser despreciada como un romanticismo irracional, porque tiene consecuencias en las opciones que determinan nuestro comportamiento (N° 11 y 221). • Para el Papa Francisco “La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería” (N° 21). • Debido a que Dios está con nosotros, podemos esforzamos tanto individual como corporativamente a cambiar de rumbo. • Necesitamos una “conversión ecológica” en la que vemos la conexión íntima entre Dios y todos los seres, y más fácilmente escuchar el “grito de la tierra y el grito de los pobres” (N° 49). 11) El Valor intrínseco de toda la Creación (Franciscano) • El valor inherente de la persona y de la creación surge de ser Informativo
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amorosamente creado por Dios, no de las cosas materiales como en una economía mercantil (N° 16). Para el Papa Francisco, “no basta pensar en las distintas especies sólo como eventuales ‘recursos’ explotables, olvidando que tienen un valor en sí mismas” (N° 33). Refiriéndose a Teihard de Chardin, afirma que, “El fin último de las demás criaturas no somos nosotros. Pero todas avanzan, junto con nosotros y a través de nosotros, hacia el término común, que es Dios, en una plenitud trascendente donde Cristo resucitado abraza e ilumina todo” (Nº 83). Esto implica que las demás criaturas también tienen su origen y meta en Dios. Otras resonancias Franciscanas acerca del valor intrínseco de toda la creación: w Beato Juan Duns Escoto (franciscana): se adelantó un principio de individuación (conocido popularmente como haecceitas, que significa literalmente “esencia” en latín). Esto implica que todos los aspectos del cosmos son amados individualmente a la existencia por Dios y su
particularidad no es ningún accidente o algo secundario, pero la misma extensión que su propio ser. w San Buenaventura: afirmó que cada criatura es un vestigio (huella / marca) del creador y un espejo de la Trinidad (dignidad intrínseca). También nos enseña que: “... toda criatura lleva en sí una estructura propiamente trinitaria, tan real que podría ser espontáneamente contemplada si la mirada del ser humano no fuera limitada, oscura y frágil” (Nº 239). “La contemplación es tanto más eminente cuanto más siente en sí el hombre el efecto de la divina gracia o también cuanto mejor sabe encontrar a Dios en las criaturas exteriores” (Nº 233). 12) El vínculo entre la espiritualidad/ oración y la ética ecológica La espiritualidad debe penetrar nuestra ética ecológica a través de la oración. La encíclica ofrece ejemplos de cómo orar por la protección de la creación de Dios.
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Oración por nuestra tierra ios omnipotente, que estás presente en todo el universo y en la más pequeña de tus criaturas, Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe, derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos la vida y la belleza. Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas sin dañar a nadie. Dios de los pobres, ayúdanos a rescatar a los abandonados y olvidados de esta tierra que tanto valen a tus ojos. Sana nuestras vidas, para que seamos protectores del mundo y no depredadores, para que sembremos hermosura y no contaminación y destrucción. Toca los corazones de los que buscan sólo beneficios a costa de los pobres y de la tierra. Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa, a contemplar admirados, a reconocer que estamos profundamente unidos con todas las criaturas en nuestro camino hacia tu luz infinita. Gracias porque estás con nosotros todos los días. Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha por la justicia, el amor y la paz.
Oración cristiana con la creación
Te alabamos, Padre, con todas tus criaturas, que salieron de tu mano poderosa. Son tuyas, y están llenas de tu presencia y de tu ternura. Alabado seas. Informativo
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Hijo de Dios, Jesús, por ti fueron creadas todas las cosas. Te formaste en el seno materno de María, te hiciste parte de esta tierra, y miraste este mundo con ojos humanos. Hoy estás vivo en cada criatura con tu gloria de resucitado. Alabado seas. Espíritu Santo, que con tu luz orientas este mundo hacia el amor del Padre y acompañas el gemido de la creación, Tú vives también en nuestros corazones para impulsarnos al bien. Alabado seas. Señor Uno y Trino, comunidad preciosa de amor infinito, enséñanos a contemplarte en la belleza del universo, donde todo nos habla de Ti. Despierta nuestra alabanza y nuestra gratitud por cada ser que has creado. Danos la gracia de sentirnos íntimamente unidos con todo lo que existe. Dios de amor, muéstranos nuestro lugar en este mundo como instrumentos de tu cariño por todos los seres de esta tierra, porque ninguno de ellos está olvidado ante ti. Ilumina a los dueños del poder y del dinero para que se guarden del pecado de la indiferencia, amen el bien común, promuevan a los débiles, y cuiden este mundo que habitamos. Los pobres y la tierra están clamando: Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz, para proteger toda vida, para preparar un futuro mejor, para que venga tu Reino de justicia, de paz, de amor y de hermosura. Alabado seas. Amén.
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asualmente en estos días que me disponía a escribir algunas palabras acerca de la Carta encíclica del Papa Francisco Laudato Si’ me encontré con un artículo de Manuel Romero Jiménez, TOR, publicado en la revista Vida Religiosa de octubre de 2015, donde hace un excelente resumen de la misma, y que responde al nombre de Laudato Si’... mi Signore. Así que, como yo no podría hacer algo mejor, pensé en recomendarles esa breve lectura y, consecuentemente, eso sí, dirigir mis pasos por otros senderos…
de él el papa, “amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo”.
Que me llevaron al siglo XIII, cuando nuestro padre san Francisco de Asís cantaba “con el balbuciente romance italiano de Umbría, que podían entender las gentes sencillas del pueblo...: Altísimo, omnipotente, buen Señor... Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas...”. El poverello, como bellamente ha escrito Informativo
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Cantaba y, de muchas maneras sigue haciéndolo al ser fuente de inspiración para que los hombres, aún los de este lejano siglo XXI no sólo pongan música a sus letras, sino para que el Papa Francisco -que para esto del nombre también se entusiasmó con el seráfico- haya escrito su Carta encíclica Alabado seas. Pero, sobre todo, para que siguiendo sus huellas podamos tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo. A fe mía que a ustedes les ha sucedido lo mismo que al abajo firmante, recordar frases como esta: “Siempre estaba con semblante alborozado y risueño, a no ser cuando se encontraba afectado por la compasión de alguna pena del prójimo”. O esta otra, “todos los hombres cabían en la inmensa caridad de su corazón, y,
amándolos a todos, de todos era amado”. En efecto, ¿qué dominico al escuchar hablar del siglo trece no piensa inmediatamente en su padre santo Domingo de Guzmán? Yo no soy la excepción. Así que vino a mi mente y corazón su nombre. Pero, además, aquellas palabras tan suyas -y tan nuestras, ¡cómo no!- que exclamaba, según el testimonio de Guillermo Peyronnet, cuando orando al Altísimo se lamentaba diciendo: Señor, ten misericordia de tu pueblo, ¿qué será de los pecadores? Padre santo Domingo que bien encaja ahora esa tu aflicción, según Francisco -no el de Asís, sino el de Roma-, pues, ¿qué será de “la casa común”? Quizá, habría que comenzar, evidentemente, por entender que si
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hablamos de “nuestra casa común”, es porque antes hemos creído que “somos una sola familia humana”. Pero si somos una familia, no se puede comprender, y menos aún, aceptar, que en casa sólo algunos coman y otros no; algunos -la mayoríacarezcan de lo más elemental y otros derrochen sin más vergüenza que no tener más manos para continuar acaparando. Unos tengan derechos (al dispendio desmedido, a las exclusivísimas urbanizaciones, por ejemplo) y otros solamente necesidades insatisfechas (pan, vestido, salud, educación, trabajo, tierra, y no sólo por ejemplo, sino por desgracia). Cierto es que el Papa Francisco con su Carta encíclica no nos descubrió América, pero, sí que nos ha apremiado a reflexionar y dar solución a tan grave, no pequeña, sino grave cuestión. En México atravesamos por muchos y difíciles problemas. No me detendré a presentarles un elenco de ellos -agotaría el espacio con que cuento-. No obstante, al leer el documento pienso que cualquiera ha podido identificar con claridad algunas de las causas que los originan. Y, en efecto, si de algo sabemos en mi país es de corrupción, mentiras y otras linduras en las que tampoco me detendré a hacer un catálogo, pero que sin duda
alguna subyacen en las crisis que como parte de la “familia humana” hemos compartido aquí desde aquéllos mis más lejanos recuerdos de infancia... Además, hay otro dato que no deseo soslayar y que añado a las “causas”, esto es, nuestras incongruencias o nuestro “surrealismo” (expresión de un cineasta que asistió a un festival de cine de terror realizado recientemente en la ciudad de Puebla): México es mayoritariamente cristiano (según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática: católicos 82.7%; protestantes y otras confesiones cristianas 7.5%), es decir, más de cien millones de personas. Se dice y se escribe rápido, pero, si como afirma el papa “las convicciones de la fe ofrecen a los cristianos grandes motivaciones” para buscar el bien común, entonces cabría preguntarse, ¿qué es lo que no acabamos de inferir más de cien millones de personas que compartimos la fe en Jesucristo? O, peor aún, acaso no se trata de “preguntar”, sino de afirmar que ya no son tan fuertes esas convicciones. Por otra parte, esto que acabo de decir contrasta con lo que se vive, un día sí y al otro también, respecto a la cantidad de manifestaciones (multitudinarias algunas de ellas) que excesivos y variados grupos sociales llevan a cabo en nuestro Informativo
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país (creo que esto tampoco es ajeno a la realidad de ustedes). Hasta el hartazgo. Y que quizá podrían estar hablando, al menos, aparentemente, de esas “convicciones” que nos llevan a tolerar las consecuencias que producen (violencia, por ejemplo) y desde luego, en las que podemos incluir la contaminación ambiental (humo, basura, ruido), y, que en esos momentos a muy pocos parece importarle. De verdad, ¿en todo esto estarán presentes siempre nuestras motivaciones, intuiciones y convicciones cristianas? Ya digo que aquí se protesta por todo -o casi todo, que no quiero ser exagerado-. Y es que, verán, en la variopinta sociedad mexicana, particularmente en algunos sectores no sólo estamos decididos a hacernos oír, a que se nos haga justicia, a expresarnos libremente, a que se respete nuestra dignidad, a ser solidarios con los más desfavorecidos, etc. Todo como Dios manda y la razón lo exige. Sino a vivir en paz (“que nadie se meta conmigo”), a ser incluyentes (“yo elijo”), poderosos (“ordeno y mando”), etc. Eso sí, todo con “absoluta transparencia” (alardean nuestros políticos) como los países más modernos y democráticos lo exigen. ¡Faltaba más! Una moda, en mi opinión, es la demanda del maltrato a los animales:
que si los perros, que si los toros, que si los cerditos (yo creo que por aquello del jamón que a algunos les sienta como un tiro). En efecto, qué bien está que se defienda “el valor propio” de todas las criaturas del Señor, ¡de todas! Pero, como lo afirma claramente el documento papal hay que escuchar tanto el clamor de la tierra -perritos, toros, cerditos y demás encantadores entes- como el clamor de los pobres -niños, mujeres, ancianos, migrantes, homosexuales, estudiantes, obreros, campesinos, etc., que por cierto, para muchos ya no son tan encantadores-. A este respecto, los creyentes no podemos cometer el error de relativizar el llamado que el Papa Francisco nos está haciendo y que al fin y al cabo se contiene en la Verdad de la Sagrada Escritura: Dios creó a la mujer y al hombre a su imagen y semejanza. Asimismo, la mujer y el hombre están llamados a la manifestación del Reino de Dios en el seguimiento de Jesús, el hombre perfecto. Por eso, en primer lugar, la persona humana reconoce que ante todas las demás criaturas, ella posee un valor muy particular porque se le ha otorgado de lo alto. No se la ha creado ella misma. Y, por eso, en segundo lugar, si Dios nos ha puesto en el mundo, es para hacernos responsables de él, así como hijos y herederos suyos que somos. No hay
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superior razón, pues, para confundir y menos aún, para destruir nuestra dignidad. Renglones arriba hacía mención de la cantidad incontable de protestas y marchas que en México se realizan, particularmente en la capital del país. Algunas, a buen seguro, muy justas y lamentables por su origen. Pero, otras ciertamente cuestionables y hasta reprobables por sus consecuencias, ya lo mencionaba. Voy a citar un hecho. Hace pocos días era noticia en algunos diarios, internet y tv el hecho que en un jardín público e importante de la Ciudad de México alguna persona estaba envenenando impune e impúdicamente a los perros que sus dueños o empleados -tan propios
todos ellos- llevaban a pasear. ¡Qué vileza! ¡Hay que acabar con ese -o esa- desalmada persona! ¡Sí, persona!, que de ninguna manera se la puede llamar bestia ni de otra guisa semejante… Pues bien, transcurrían todos esos días tan desapacibles cuando a una desafortunada mujer de 65 años, vecina del lugar, se le ocurrió expresar ante unos impresentables “testigos” (acaso ¿serían miembros de la gendarmería nacional disfrazados de vendedora la una y deportista el otro?) que por azares de la vida compartían con ella los sagrados alimentos en algún puesto callejero (partículas orgánicas incluidas y flotando en el ambiente), que ella los mataría gustosa, porque la
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cantidad de heces -a éstas todavía les llevaría un tiempo aprender a suspenderse en el aire- que había de sortear al caminar por las calzadas del parque era intolerable y no sólo eso, sino peligroso. Imagínense ustedes un resbalón. O tener que salir del andador para dar paso a las “perrerías” (dicho en el más amplio de sus sentidos) que de repente la estaban plantando cara. Porque, verán señor y señora, las criaturitas vestirán de “Prada”, pero no saben que éste es un lugar público en el que hasta hace poco tiempo todas las personas mujeres, hombres, ancianos, niños podían pasear, no sólo las mascotas.
padre santo Domingo no fue un lamento desesperado y tampoco condenatorio. Pero profético, sí. Esa intuición suya fue una manifestación de solidaridad con todos los seres humanos que hemos perdido el rumbo en lo ético, que hemos desdibujado nuestra dignidad a fuerza de inequidades e iniquidades, a fuerza de una demente exaltación de nuestro egoísmo. Qué duda cabe que, como tan bellamente lo escribe el Papa, sólo “hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos”.
No había llegado el sol hasta su ocaso cuando la policía hacía acto de presencia en casa de la sospechosa para presentarla ante el juez, ¡cómo no! Mira que, si aquí te pillo, aquí te mato (es un decir, señora)... Desde luego, catearon su vivienda para tratar de encontrar evidencias que pudieran, mínimamente, ayudar a la “autoridad” y a los indignados ciudadanos a demostrar su execrable culpa.
La Carta encíclica Laudato Si’ tiene una clara intención. Es un llamado a la sensatez. Y todos debemos sentirnos aludidos. Quizá particularmente aquellos que oteando el horizonte esperamos ver un cielo nuevo y una tierra en los que habitará “la integridad de la vida humana”.
El fin de esta historia fue la exoneración del delito a la sexagenaria señora y, por supuesto, el acostumbrado “usted perdone” (pero, ¡ándese con mucho cuidado!). ¿Qué será de los pecadores? Huelga decir que la expresión de nuestro
Es un tópico decir que todos queremos vivir bien, que todos queremos ser felices. Pero, en efecto, no a todos se nos han dado esas “múltiples posibilidades en la vida” de las que habla la carta. No sólo el de la fe en Jesucristo, por ejemplo. Tampoco las posibilidades económicas. Sé que no todos -¿la mayoría de los católicos mexicanos?- tienen la posibilidad y el interés -mal que me
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pese decirlo- de comprar un ejemplar del documento. ¿En cuántos hogares de nuestros pueblos o ciudades habrá uno? ¿Cuántas reproducciones o copias se han repartido gratuitamente entre la población más pobre para que lo conozcan? ¿Cuántos cursos o debates se han llevado a cabo entre esta población? ¿Cuántos docentes han pensado en incluir la Carta encíclica entre sus textos? A este respecto, es satisfactorio constatar cómo en algunos sitios se ha convocado para difundir la importancia del documento papal a través de conferencias, coloquios, mesas redondas. Pero, no podemos ignorar que es mucha más la gente que continúa sin conocerlo, no obstante los diversos esfuerzos que se han hecho y siguen haciéndose. Por eso, y ante tantas inquietudes, ante tantas dudas me pregunto: ¿A qué, y cómo estamos dispuestos seriamente a contribuir para que el mensaje del Papa se divulgue? ¿Qué será de los pecadores? ¿Qué será de “la casa común”? Hemos sido testigos de cómo el Obispo de Roma en estos últimos tres años nos ha hablado de la alegría de la Vida Consagrada; desde luego, de la armonía de la creación entera. Y, mira por dónde, próximamente -8 de diciembre- nos dispondremos para dar inicio al Año Santo de la Misericordia.
Creo que no habría podido dar mejor conclusión a mi reflexión que traer a estas páginas las palabras de Francisco que en la bula de convocación del jubileo extraordinario nos apremia: “La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor que llega hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora ante los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre... Donde quiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia” (N° 12). Sí, Francisco, cualquiera como bien lo cantaste: el hermano sol, la hermana luna y las estrellas, el hermano viento y el aire, la hermana agua, el hermano fuego, nuestra hermana la madre tierra... en fin, todas las criaturas, insertado en un lugar muy especial de nuestro corazón el hermano y la hermana que perdonan por tu amor, Altísimo, omnipotente, buen Señor... Dicen los expertos en estos temas de ecología que todavía estamos a tiempo para revertir el daño que se ha hecho al planeta. Los creyentes en Dios afirmamos que Él todo lo puede, que Él, que es rico en piedad y misericordia “arrancará en este monte el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre… porque así lo ha dicho el Señor” (Is 25, 6. 7-9). Informativo
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Ecología y consumismo Por: Víctor Manuel Pérez Valera 1
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a reciente encíclica Laudato Si’ contiene algunos aspectos sumamente prácticos: nos invita a apostar por otro modo de vida. Escribe el Papa Bergoglio que al pensar en la ecología no podemos sólo referirnos a la posibilidad de grandes catástrofes naturales, sino que también debemos incluir fenómenos derivados de crisis sociales como la obsesión por un estilo de vida
1 Profesor emérito de la Universidad Iberoamericana.
consumista, el cual puede provocar deterioro y violencia social. Se afirma que “tenemos demasiados medios para unos escasos y raquíticos fines”. En efecto, conviene aclarar, que las “necesidades” son medios y no fines, y por consiguiente, no debemos idolatrarlas. Desgraciadamente, más bien vivimos en una civilización de medios. La encíclica subraya que
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“mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir”. Si se diera un significativo cambio en el estilo de vida, los movimientos de los consumidores lograrían que se dejaran de consumir determinados productos y se obligaría a las empresas a tener en cuenta “el impacto ambiental y los patrones de producción”. En efecto, no es exagerado afirmar que la unión de los consumidores podría contribuir mucho a la justicia social, y mediante la solidaridad, contribuir a crear un mundo más humano, y de ese modo, convertirnos en protagonistas de la historia. Alguien ha dicho que si Marx resucitara su eslogan sería: “consumidores de todo el mundo, uníos”. Los consumidores no sólo tienen derechos, también tiene deberes, pues como lo enfatiza la encíclica “el consumo es un acto moral, no sólo económico”. El asumir nuestros deberes de consumidores no es fácil, ya que el consumismo suele estar muy arraigado en nuestro corazón y algunos tienen la convicción, “consumo, luego existo”. Se requiere una educación que genere una civilización ecológica integral. En la actual reforma educativa, la conversión ecológica debería estar en primer plano: reducir el consumo
de agua, separar la basura, no tirársela al vecino, apagar las luces innecesarias, no hablar excesivamente por teléfono, llevar una vida más austera… son pequeños detalles que forman el carácter y son un antídoto contra el paradigma consumista que se transmite por la propaganda de los medios de comunicación y otras argucias del mercado como las “modas y las ofertas”. Bergoglio alude a la Carta de la Tierra (La Haya, 29 junio 2000): “como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo… despertar a una nueva reverencia ante la vida… acelerar la lucha por la justicia y la paz, y por la alegre celebración de la vida”. De este modo se podría lograr un cambio importante en la sociedad. El consumo desenfrenado que busca la novedad por la novedad, gastar por gastar, a la larga conduce al desprecio de las cosas, el cual puede llevarnos sutilmente al desprecio de las personas. Algunos confunden el descanso con la evasión y la sana diversión con la pérdida de tiempo: asistir a espectáculos por costumbre, seleccionados al azar, nos lleva a soportar, en ocasiones, diversiones mediocres o vulgares. El colmo es que se compre aburrimiento. Además, el consumismo nos puede masificar, y en ese caso, nos consume como personas, Informativo
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nos impulsa a privilegiar el tener sobre el ser. Es triste consumir nuestra vida en una carrera desenfrenada a caza de necesidades artificiales y bienes superfluos. Muy bien lo expresaba el poeta Ovidio en su Metamorfosis: “Inopem me copia fecit, la abundancia me hizo pobre”. En efecto, atender preferentemente a las necesidades artificiales y descuidar lo esencial, vivir hacia afuera, volcados hacia las novedades externas, nos conduce a descuidar el mundo interior, el corazón del ser humano. No es fácil librarse de la esclavitud del consumismo: decía Erich Fromm:
“el hombre puede ser esclavo sin cadenas”, éstas se han desplazado de lo exterior a lo interior. En efecto, el ingenio de la publicidad y el atractivo de las modas y las ofertas van sometiendo suavemente nuestra voluntad. La publicidad y la propaganda son un fenómeno complejo, polifacético e invasivo… H. G. Welles la define cínicamente como “la acción de enseñar a la gente a necesitar cosas”. Los resortes de la persuasión de la propaganda son muy sutiles y quizá por eso muy eficaces. Urge resistir a estos atractivos y apostar por otro estilo de vida.
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Comentando la encíclica Laudato Si’ desde la perspectiva indígena Por: Eleazar López Hernández 1
Introducción asi inmediatamente después de publicarse la Encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco sobre el Cuidado de la Tierra como nuestra casa común,
C
me hicieron una entrevista telefónica para que expresara mi sentir, desde la perspectiva indígena. Y mi respuesta fue afirmar mi enorme alegría porque esta Encíclica muestra el talante de este Papa que surgió
1 Eleazar López Hernández nació en Juchitán, Oaxaca, México, el 6 de septiembre de 1948; pertenece al pueblo
zapoteca del Istmo de Tehuantepec. Fue ordenado sacerdote el 8 de septiembre de 1974; es miembro fundador del Movimiento de Sacerdotes Indígenas de México (1970); participa en la Pastoral Indígena de México desde 1970. Forma parte del Equipo Coordinador del Centro Nacional de Ayuda a las Misiones Indígenas, CENAMI, a partir de 1976, siendo responsable primero del Departamento de Formación y actualmente del Área de Identidad Religiosa de dicho Centro. Ha colaborado en el surgimiento de la Teología India a nivel latinoamericano (1989). Es miembro de la Asociación Ecuménica de Teólogos del Tercer Mundo, ASETT, a partir de 1992. Al lado de Don Samuel Ruiz, obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, fue asesor de la Comisión Nacional de Intermediación, CONAI, en el diálogo entre el Gobierno y la sociedad civil mexicana con los indígenas zapatistas del Ejército Zapatista de Liberación, Nacional, EZLN (1994-1997). Es también miembro fundador de la Asociación Ecuménica de Misionólogos de América Latina (2003). Fue vicepresidente de la International Association of Catholic Missiologists, IACM, (2004-2006). Representante de CENAMI en la Articulación Ecuménica Latinoamericana de Pastoral Indígena, AELAPI. Fue asesor de la presidencia de la Confederación latinoamericana de Religiosos, CLAR (2005-2007). Forma parte del equipo asesor del Consejo Episcopal latinoamericano, CELAM, para asuntos indígenas, desde 2006. Ha participado con artículos diversos en varias revistas y libros de teología de América latina. Ha publicado diversos artículos en revistas teológicas de México, Costa Rica, Bolivia, Ecuador, Argentina, Francia, Italia, Alemania.
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de nuestra periferia latinoamericana llevando no sólo nuestros problemas (nuestras espinas), sino también nuestras mejores propuestas (nuestras flores) para enfrentar la problemática del mundo actual. Ya en la Encíclica Evangelii Gaudium el Papa Francisco había reafirmado uno de los ejes principales de la teología latinoamericana que consiste en la centralidad de los pobres en el evangelio cristiano. Y ahora, con Laudato Si’, asume para toda la Iglesia, con inocultable entusiasmo que rápidamente contagió a todos, una
de las preocupaciones más antiguas y fundamentales del pensamiento indígena de esta orilla del mundo: la relación armónica con la madre tierra como matriz, resguardo y sostenimiento de la vida en el planeta. ¿Cómo no estar alegres y esperanzados cuando la instancia mayor de nuestra Iglesia retoma y lanza al mundo algo por el que los indígenas hemos luchado siempre y que reiteradamente hemos lanzado a los cuatro vientos, a menudo, sin encontrar eco ni en el ámbito civil ni
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en el religioso? Quienes nos sentimos hijas e hijos de la Madre Tierra seríamos incoherentes e ingratos si no celebráramos que el clamor de ella puede ser ahora escuchado con la fuerza y autoridad que tiene el Pastor Universal de la Iglesia, que además viene a dar la razón a la teología de estos pueblos originarios tanto en su expresión precolombina –de donde vino el amor a la madre tierra- como también en su expresión actual cristianizada, al incorporar el Papa en su magisterio pontificio no sólo estas categorías teológicas indígenas sino también el sentido profundo que ellas tienen para nuestros pueblos. Por eso esta encíclica rebasa lo tradicionalmente ecuménico de otras palabras pontificias que intentaban incluir a las demás denominaciones e iglesias cristianas, porque ella introduce ahora un planteamiento que proviene del patrimonio macroecuménico de la humanidad contenido no sólo en las grandes religiones, sino hasta en las pequeñas del mundo como las tribales y de tradición oral de los pueblos indígenas. ¿Cómo explicar esta apertura de la Iglesia para asumir la voz ancestral de los pueblos originarios, que existen mucho antes que la Iglesia? Desde luego es un signo de los tiempos que únicamente se entiende en el contexto del gran kairós abierto desde el Concilio Vaticano II hasta nuestros
días. El mismo Papa Francisco forma parte de este kairós que Dios nos da para mostrarnos cómo el Espíritu de Dios aletea nuevamente sobre el caos actual moviendo las aguas de la historia e invitándonos a entrar en ella para quedar renovados y así poder actuar adecuadamente en la construcción de los cielos nuevos y la tierra nueva que manifiesten la llegada del Reino de Dios entre nosotros. Los antecedentes de la encíclica Luadato Si’, evidentemente no son recientes. San Francisco de Asís, en quien el Papa se apoya explícitamente desde el inicio del escrito, ya había intentado introducir en la Iglesia tanto la centralidad de los pobres como el valor e importancia de las criaturas de la “hermana madre tierra” tomando esta concepción holística de los desechados de su tiempo. Más recientemente el magisterio latinoamericano, a partir de los años 60s, después de percatarse de la existencia de los indígenas, primero como pobres y luego como diferentes, poco a poco fue dando el paso de mirar sólo las espinas o heridas de este sector a admirar sus incuestionables flores o valores que ellos aportan al resto de la humanidad. Así en Puebla (1979) los pastores se percatan de que todas las culturas –incluidas las indígenas- no son terreno vacío donde hay que plantar el evangelio de Cristo, sin ninguna consideración de lo que Informativo
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ahí hay, sino espacios sembrados previamente durante siglos y milenios por estos pueblos, donde también Dios ha esparcido las “semillas del Verbo”, que la evangelización no ha de destruir sino servir para llevar a su crecimiento, fortalecimiento y plenitud en Cristo (DP 201.401.403.404.451). Después en Santo Domingo (1992) nuestros obispos ponen a los indígenas como modelo a seguir en la relación armónica con la naturaleza (SD 169.176.248); y Aparecida “valora especialmente a los indígenas por su respeto a la naturaleza y el amor a la madre tierra como fuente de alimento, casa común y altar del compartir humano” (DA 472). El Papa Francisco accede al Pontificado teniendo en sus manos esos antecedentes teológicos y pastorales pero sin conocer más
ampliamente la problemática y la perspectiva indígena de las cosas. Sin embargo muy rápidamente se fue abriendo a ellas y las incorpora a su voz y compromiso pastoral. Como él fue el redactor principal del texto final de Aparecida, de ella toma los números 125 y 1262 como esquema básico para la encíclica Laudato Si’. Varios episcopados le acercaron otros materiales necesarios para construir su pensamiento y acción sobre la ecología. Desde luego resalta la colaboración de la iglesia brasileña y especialmente del Consejo Indigenista Misionero, CIMI, con su presidente Erwin Kräutler, quien mostró al Papa la situación dramática de la Amazonía y de sus pueblos. Pero está también la voz de una de las iglesias pioneras de México en la Pastoral Indígena: San Cristóbal de las Casas, Chiapas, que celebró en 2013 su Congreso sobre
2 3.5 LA BUENA NUEVA DEL DESTINO UNIVERSAL DE LOS BIENES Y ECOLOGÍA
125. Con los pueblos originarios de América, alabamos al Señor que creó el universo como espacio para la vida y la convivencia de todos sus hijos e hijas y nos los dejó como signo de su bondad y de su belleza. También la creación es manifestación del amor providente de Dios; nos ha sido entregada para que la cuidemos y la transformemos en fuente de vida digna para todos. Aunque hoy se ha generalizado una mayor valoración de la naturaleza, percibimos claramente de cuántas maneras el hombre amenaza y aun destruye su ‘hábitat’. “Nuestra hermana la madre tierra”58 es nuestra casa común y el lugar de la alianza de Dios con los seres humanos y con toda la creación. Desatender las mutuas relaciones y el equilibrio que Dios mismo estableció entre las realidades creadas, es una ofensa al Creador, un atentado contra la biodiversidad y, en definitiva, contra la vida. El discípulo misionero, a quien Dios le encargó la creación, debe contemplarla, cuidarla y utilizarla, respetando siempre el orden que le dio el Creador. 126. La mejor forma de respetar la naturaleza es promover una ecología humana abierta a la trascendencia que respetando la persona y la familia, los ambientes y las ciudades, sigue la indicación paulina de recapitular todas las cosas en Cristo y de alabar con Él al Padre (cf. 1 Co 3, 21-23). El Señor ha entregado el mundo para todos, para los de las generaciones presentes y futuras. El destino universal de los bienes exige la solidaridad con la generación presente y las futuras. Ya que los recursos son cada vez más limitados, su uso debe estar regulado según un principio de justicia distributiva respetando el desarrollo sostenible.
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la pastoral de la Madre Tierra, cuyo documento final empieza exactamente igual que la Encíclica Papal con la oración de san Francisco y muchos otros asuntos similares. Ya antes, en 2010, el obispo Felipe Arizmendi, llevó esta voz ecológica que se gestaba en su diócesis a un Simposio del Celam en Buenos Aires, Argentina, donde seguramente estuvo presente el entonces Cardenal Bergolio por ser el presidente de la Conferencia Episcopal de Argentina. Don Felipe elaboró su ponencia de la misma manera como el Papa Francisco elaboró la encíclica Laudato Si’, es decir, recogiendo y profundizando la palabra plural de indígenas de muchas partes del continente, a quienes pidió previamente su palabra. De modo que en esos documentos episcopales están las voces de muchas personas de las bases que contribuimos a dar rostro a la coyuntura actual de la Iglesia. Para no endosar a otros la responsabilidad de las afirmaciones que hago, tomo como muestra lo que de mí3 Don Felipe incluyó en su texto “Ecología y Pueblos Originarios”4 y que, de alguna
manera, llegó también al Papa Francisco, pues nuestras ideas principales son reflejadas en su encíclica. Don Felipe Arizmendi, después de plantear las líneas mayores de su reflexión, escribe lo siguiente: Comparto testimonios de algunos sacerdotes indígenas y de otros agentes de pastoral que desde hace años han consagrado su vida a estos pueblos en diversas regiones de nuestra América Latina. Ellos nos describen su propia vivencia sobre la espiritualidad ecológica de sus etnias: el P. Eleazar López Hernández, del pueblo zapoteca, en Oaxaca, México, con amplia experiencia de otros pueblos del Continente, dice: A partir de mi experiencia de ser indígena y de ejercer el ministerio sacerdotal en la Iglesia Católica, puedo afirmar que para los pueblos de la Biblia y para los pueblos indígenas de Mesoamérica la relación con Dios involucra necesariamente la tierra, de la que procede todo y de la que procedemos todos. Para los pobres de Yahvé y, con más énfasis, para los pobladores originarios de este continente, nadie ni nada se puede entender sin una
3 El texto redactado por mí retoma la palabra de hermanas y hermanos indígenas que se expresaron en diversos
encuentros de teología y pastoral indígena. Dicho texto lo presenté en el Foro Social Mundial de 2009 en Belém do Pará, Brasil. 4 Mons. Felipe Arizmendi, obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, ponencia en el Simposio del Departamento de Justicia y Solidaridad del Celam sobre “Espiritualidad de la Ecología: Ambientes, Economías y Pueblos”, Buenos Aires, Argentina 20-25 agosto 2010, páginas 4-6 .
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interpelados por la construcción de “otro mundo posible” a partir de una perspectiva ecoteológica o geoteológica nueva, hace falta comprender mejor tanto el pensamiento bíblico cristiano como el pensamiento indígena acerca de la tierra a fin de asumir de ambas vertientes –que conforman hoy el alma del pueblo latinoamericano-,5 la riqueza espiritual que nos movilice a luchar porque se haga realidad ese “cielo nuevo y esa tierra nueva” del evangelio de Cristo, y esa “tierra sin males”6 o “tierra de la flor”7, soñada por nuestros antepasados y que resulta del “Suma Kausay”8 o vida en armonía entre nosotros y con todas las hijas e hijos de la Madre Tierra. relación estrecha con la tierra, que es matriz, resguardo y sostenimiento de toda manifestación de vida en nuestro pequeño territorio y en nuestra gran casa. Por eso para quienes estamos vinculados a los pueblos nativos de estas tierras y también para quienes se sienten
En la experiencia teologal indígena de Mesoamérica la tierra ocupa un lugar central e indispensable. Toda vida viene de la tierra, que es el mayor sacramento de Dios (a quien llamaron Ipalnemohuani= Aquel por Quien vivimos), el que
5 En Aparecida el Papa Benedicto XVI definió así la religiosidad popular que caracteriza la fe del pueblo
latinoamericano: “La sabiduría de los pueblos originarios les llevó afortunadamente a formar una síntesis entre sus culturas y la fe cristiana que los misioneros les ofrecían. De allí ha nacido la rica y profunda religiosidad popular, en la cual aparece el alma de los pueblos latinoamericanos… Todo ello forma el gran mosaico de la religiosidad popular que es el precioso tesoro de la Iglesia católica en América Latina, y que ella debe proteger, promover y, en lo que fuera necesario, también purificar” (Benedicto XVI, Discurso inaugural). 6 Utopía del pueblo guaraní. 7 Sueño de los pueblos del Anáhuac Mexicano. 8 Es la propuesta del “Vivir Bien” que anima la lucha actual de los pueblos andinos.
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constantemente nos da la vida. En los mitos de las culturas del maíz, la tierra es la energía vital originaria, un ser vivo que nos vivifica. La vegetación es su piel o su vestido, en las cuevas de los cerros está su vientre, los ríos son sus cabellos; cualquier parte de ella son los brazos con que nos acaricia y nos protege, porque todos los vivientes somos sus hijas y sus hijos. La fraternidad como ideal ancestral de los pueblos indígenas resulta del hecho de que todos somos “parientes” por venir de la misma madre, que es la tierra. Los humanos no estamos por encima de esta lógica, ya que compartimos la vida con las piedras, las plantas y los animales. Según los mayas hubo varios proyectos previos de humanidad que se caracterizan y se distinguen por el material diverso tomado de la tierra, que Dios usó para formarla: madera, barro, piedra, monos (cfr. Popol Vuh).9 Representan estilos distintos de vida. Todos fracasaron porque les faltó solidez, capacidad de movimiento y, sobre todo, conciencia y sentimientos (corazón). Sólo las mujeres y los hombres a quienes Dios hizo de
maíz subsistimos hasta nuestros días, porque somos los verdaderos interlocutores de Dios, los que le reconocen, le alaban y se constituyen en sus colaboradores para mantener la armonía de la vida en la tierra. La llamada “cruz maya” representa el ideal de la armonía de todo cuanto existe. Los humanos somos los guardianes y reconstructores de esa armonía. Para los mesoamericanos Dios es Corazón del Cielo y Corazón de la Tierra. Y lo representaban en Quetzalcóatl, Kukulkán o Gucumátz, que carga el cielo por encima de la tierra, para formar así nuestra casa que es el mundo. También los humanos fuimos creados por Dios para colaborar con Él en esa tarea de levantar el cielo sobre la tierra y mantenerlo como ahora está. Para ello debemos ponernos en equilibrio y en armonía en el centro, allí donde se cruzan los rumbos del universo y, por medio del servicio al pueblo, volar como hacen ritualmente los totonacas, colgados de un palo alto, entre el cielo y la tierra, e ir descendiendo al dar 52 vueltas,
9 Según el Popol Vúh, (Primera parte, Capítulo II), “los primeros humanos fueron hechos de lodo y, en consecuencia, su
carne de barro no estaba bien, porque se deshacía, estaba blanda, no tenía movimiento, no tenía fuerza, se caía, estaba aguada, no movía la cabeza, la cara se le iba para un lado, tenía velada la vista, no podía ver para atrás. Al principio hablaba, pero no tenía entendimiento. Rápidamente se humedeció dentro del agua y no se pudo sostener”. Los segundos “se parecían al hombre, hablaban como el hombre y poblaron la superficie de la tierra. Existieron y se multiplicaron, tuvieron hijas, tuvieron hijos los muñecos de palo; pero no tenían corazón, ni entendimiento, no se acordaban de su Creador, de su Formador; caminaban sin rumbo y andaban a gatas… Hablaban al principio, pero su cara estaba enjuta; sus pies y sus manos no tenían consistencia; no tenían sangre, ni substancia, ni humedad, ni gordura; sus mejillas estaban secas, secos sus pies y sus manos y amarillas sus carnes. Por esa razón ya no pensaban en el Creador ni en el Formador, en los que les daban el ser y cuidaban de ellos… Por eso cayeron en desgracia”.
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formar el siglo mesoamericano, símbolo de la historia en la que hoy vivimos en la tierra. O danzar, como lo hacen los rarámuris o tarahumaras, zapateando sobre la tierra como si fuera el gran tambor de la vida. Y es que Dios solito no quiere llegar al culmen de la creación ni mantener la armonía de la vida; los humanos hemos sido formados para ser colaboradores de Él en esta tarea. Es lo que expresa el mito de cómo resolvió Dios el caos de la caída del cielo sobre la tierra, creando a la humanidad para que junto con Él pusiéramos el universo como ahora está. Para el indígena mesoamericano la tierra no nos pertenece; más bien nosotros pertenecemos a la tierra. Vivimos por ella, estamos en ella, terminamos en ella. Porque somos sus hijas e hijos; somos su familia al lado de los demás seres de la creación. La tierra, entonces, no se puede vender porque no es mercancía, sino que forma parte constitutiva de nosotros mismos. Sembrar la tierra no es propiamente un trabajo, sino una relación o colaboración amorosa para que la Tierra nos dé el alimento, como lo hace una madre. Por eso, sembrar es un acto sagrado (litúrgico) que exige primero pedir permiso y luego pedir perdón; hacer sacrificios y prestar colaboración con la tierra manteniendo la reciprocidad; ya que si ella sufre para producir el maíz, nosotros debemos también sufrir por ella
respetándola, cuidándola y defendiéndola contra toda agresión. El Cielo indígena, nuestra utopía, es Xochitlalpan, la tierra de la flor, que es la verdadera tierra, o sea el lugar de la sabiduría, de la belleza, de la armonía; también es Tonacatlalpan, la tierra de nuestra carne y de nuestro sustento, esto es, lugar de la abundancia, del bienestar, del derecho a la vida para todos los hijos de la tierra. Por eso buscamos construir esta utopía desde aquí y ahora, a través de la verdadera “fraternidad”, a través de la defensa de la “comunidad”. Por esto en algunas regiones del Continente, a esta utopía le llaman “Tierra sin males” (Guaraníes). La perspectiva capitalista imperante, que mira la tierra y sus componentes sólo como medio de producción y por eso la explota degradándola con tecnologías dañinas, se contrapone a la perspectiva indígena y a la perspectiva cristiana, porque está en contra de la vida. Sólo es posible la vida si respetamos y colaboramos con la Madre Tierra. Nosotros necesitamos de ella y ella necesita de nosotros; además, ella tiene derechos que deben ser reconocidos y respetados por todas y todos. Volver a la relación armónica con la tierra y con todas sus hijas e hijos es condición indispensable para superar la crisis actual. La austeridad indígena en el uso y consumo de los bienes de la tierra
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es el único camino que podrá revertir la depredación y contaminación que se ha echado sobre el planeta, por causa de la explotación irracional, de la ambición de tener y del consumo voraz de los bienes de la creación, acaparados por unos cuantos. También en este aspecto los indígenas tenemos, en los mitos y sabiduría ancestral de los pueblos, semillas de un mundo nuevo y justo, donde la vida sea posible en paz y armonía, y donde el ideal de Cristo también se pueda hacer realidad: “Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). Cuando en el área mesoamericana hablamos de “casa” (de donde viene el
término “ecología”), los indígenas nos referimos a la realidad material de la construcción donde habitamos, pero de inmediato nuestra mente se remonta a la categoría de casa grande donde habita la comunidad, donde vive el pueblo, y en casa aún mayor, la tierra, donde existimos como humanidad. Es decir que nos referimos al planeta tierra y al universo, que es la verdadera casa de todas y de todos. Esto indica de qué manera la temática y la preocupación ecológica no nos llega por la actual crisis del medio ambiente, que obliga a los más lúcidos de la sociedad occidental a pensar mejor las cosas, sino que forma parte integrante de nuestra perspectiva ancestral, que ha sido
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agredida en el encuentro con la sociedad colonial y ahora está atacada más violentamente por causa de la crisis. Los indios de este continente no nos sentimos escoria o basura. Nosotros somos hijas e hijos del cielo, de la nube o de la lluvia. Somos el fruto de la relación de amor de nuestro Padre el Sol y de nuestra Madre la Tierra. Los mayas consideran que todos tenemos una misión al nacer y tenemos que buscar cuál es nuestro lugar en el universo. En la medida que ayudamos a mantener y recrear la armonía personal, social y cósmica, cumplimos con nuestra misión de colaboradoras y colaboradores de Dios. Lamentablemente estos valores están siendo abandonados por hermanos indígenas a causa de la migración o influenciados por la educación alienante y por los medios de comunicación social. Pero hoy tenemos que recuperar esos valores, fortalecerlos y ofrecernos a los demás miembros de la sociedad y de la Iglesia para construir juntos el mundo nuevo que queremos. Hasta aquí la cita del texto de Mons. Felipe Arizmendi presentado en Buenos Aires, Argentina, en 2010. Un comentario final Como acabo de mostrar es evidente la influencia indígena en las palabras expresadas en la encíclica Laudato Si’. Por eso nos sentimos contentos de que la Iglesia institucionalmente se una a la lucha ancestral de nuestros
pueblos para que prevalezca la vida en el planeta. Y con el Papa Francisco, los indígenas reiteramos a los demás: “necesitamos una conversión que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos. Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aún entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas. Necesitamos una solidaridad universal nueva” (LS, 14). Más recientemente, al establecer el 1 de septiembre como Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, el Papa enfatiza: “La crisis ecológica nos llama a una profunda conversión espiritual: los cristianos están llamados a una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea. Como cristianos, queremos ofrecer nuestra contribución para superar la crisis ecológica que está viviendo la Humanidad”. Esta celebración, añadió, “ofrecerá a cada creyente y a las comunidades una valiosa oportunidad de renovar la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la creación”. Desde luego no basta con incluir el Cuidado de la Creación como un tema más en nuestra terminología pastoral ni tampoco es suficiente hacer campañas de oración o de
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divulgación de la encíclica. Desde luego son importantes, pero hace falta también acciones más contundentes para unir esfuerzos con todos los luchadores sociales del mundo a fin de modificar radicalmente el rumbo de los acontecimientos hacia un real cuidado de la madre tierra con todo lo que implica de cambio de modelo de desarrollo y de una nueva relación entre nosotros y con la Madre Tierra. En ese sentido me atrevo a concluir que, aún con las limitaciones e incoherencias que se dan entre los indígenas actuales -y también en la
Iglesia- para llevar a la práctica esta perspectiva ecológica radical, los pueblos originarios seguirán siendo un referente importante y unos aliados estratégicos en la concreción y puesta en marcha de proyectos y programas para echar abajo la perspectiva dominante de quienes por ambición del dinero son capaces de llevarnos a la catástrofe ecológica que arruinaría para siempre las posibilidades de vida nuestra y de la Madre Tierra. ¡Enhorabuena pues la palabra y la propuesta de acción del Papa Francisco para el cuidado de la creación!
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ueremos darte voz,
y por eso en el ponemos a tu disposición una nueva sección: “Voces nuevas” a donde podrás mandarnos artículos, poemas, pensamientos, propuestas, reflexiones, oraciones, etc. y todo lo que de tu imaginación salga y que pienses puede ayudar a que la Vida Religiosa en México sea verdadera sal de la tierra y luz del mundo. Envía tus archivos al Departamento de Comunicación, por fax al 01.55.56.04.95.55 o al correo: comunicacion@cirm.org.mx, con atención al Hno. Sergio Argüello Vences, ssp.
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Laudato Si’: el cuidado de la casa común Por: Víctor Manuel Pérez Valera 1
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e acaba de celebrar el día de la diplomacia climática, del que México forma parte. Coincidiendo con esa celebración al día siguiente se publicó
1 Profesor emérito de la Universidad Iberoamericana.
la Encíclica del Papa Francisco, Laudato Si’ El cuidado de la casa común. El documento es conmovedor, nos invitada a dialogar y a comprometernos sobre el futuro de nuestro mundo.
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La encíclica comienza con el bello canto del “poverello” de Asís sobre la creación, en el que llama a la tierra nuestra hermana y nuestra madre: ella nos acompaña en nuestra vida y nos abraza en nuestra muerte. Ahora bien, no es extraño que nuestra hermana proteste contra el abuso irresponsable de los bienes de la tierra... nos hemos creído dueños y propietarios, autorizados a saquearla. La violencia desatada por el corazón humano, herido por los poderes del mal, ha dañado el suelo, el aire, el agua y los seres vivientes. Podríamos decir que la tierra “sufre y gime”. Hemos olvidado la enseñanza de que, según el mito genesiaco y de Higinio, estamos hechos de tierra, de elementos del planeta, y de que el aire y el agua nos vivifican y nos restauran. Decía Terencio, “nada de los humano me es ajeno”, hoy podríamos añadir: “nada de nuestro mundo nos resulta indiferente”. Se había dicho (Paulo VI) que la degradación del ambiente podría tener consecuencias dramáticas, y que existía el riesgo de que el mismo ser humano se degradara. En efecto, los extraordinarios progresos científicos y las proezas técnicas, si no toman en cuenta la Ética, podrían acribillar al ser humano. También se había advertido (Juan Pablo II), que ante
la catástrofe ecológica se imponía una auténtica conversión. Era necesaria una profunda revisión de “nuestros estilos de vida, de los modelos de producción, de los paradigmas de consumo y de las estructuras de poder que no respetan el medio ambiente”. Todo ello afecta profundamente la cultura y la convivencia humana. El derroche y devaluación de la creación es producto del egoísmo, que sólo busca su propio provecho. Conviene señalar que otras religiones, además de la católica, han hecho también valiosas aportaciones sobre este tema. Urge pasar del consumo desbordado a la vida austera, de la avidez a la generosidad, del derroche egoísta al compartir altruista (Patriarca Bartolomé). El Papa Bergoglio termina la introducción de la Encíclica evocando el gran ejemplo de san Francisco de Asís, hombre de alegría desbordante y de corazón universal, de vida sencilla en armonía con Dios y con los demás. Él consideraba inseparables el respeto a la naturaleza, la justicia a los pobres, el bien de la sociedad y la paz interior. Apreciaba afectuosamente las flores y las fieras… no era un romántico irracional, sino un místico del espíritu. Como un nuevo Platón con su “dialéctica del eros”, san Francisco se elevaba de la belleza de las criaturas a la belleza de su autor. Informativo
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La encíclica Laudato Si’ ha sido calificada como una ecología integral, un documento “gozoso y dramático”. Algunos no han comprendido el enfoque clave de la encíclica, creen que en las ciencias reside una nueva y esperanzadora ilusión mesiánica, que salvará al hombre y su mundo. Es cierto que es parte de la tarea del hombre el vivir cada vez de modo más pleno una vida más humana, y luchar por el auténtico progreso de la humanidad en todos los ámbitos: material, técnico y espiritual. Esto es parte del verdadero comportamiento
ético y del auténtico ordenamiento moral. Existe el peligro de cultivar un progreso aparente, o de fascinarse por un progreso parcial, o peor aún, por un progreso inhumano. Existe la tentación real de que el afán de progreso excluya al hombre, a los más pobres, o no este a su servicio. Las potencialidades del poder de la ciencia y de la técnica son enormes, pero si no están orientadas por la ética, no sólo crean incertidumbre sobre el futuro de la humanidad, sino pueden propiciar situaciones reales de manipulación, alienación y degeneración del ser humano.
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JPIC: un GPS para el Corazón de la Humanidad Por: Mónica Esquivel Ballesteros, rscj
¿
Qué relación existe entre la justica, paz e integridad de la creación y un GPS? Como todos sabemos, un GPS es un sistema de posicionamiento global compuesto por una red de por lo menos 24 satélites y, por otro lado, una serie de receptores distribuidos alrededor del mundo que permiten determinar nuestra posición en cualquier lugar, nos ayudan también a ubicar puntos a los que nos queremos dirigir y nos direccionan marcando rutas posibles para acceder a estos puntos. Al hablar de Justicia, Paz e Integridad de la Creación la imagen del GPS nos puede ayudar, ya que la JPIC es una perspectiva que nos ayuda a direccionar nuestra vida, partiendo de la toma de conciencia sobre nuestro mundo, la calidad de vida de la humanidad y de la creación toda. Nos muestra un mapa y nos direcciona en busca de la VIDA.
Movernos desde esta perspectiva implica dejar que nuestro corazón sea conducido para optar por la Vida con dirección y sentido. Informativo
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Recordando de dónde surge el término de JPIC JPIC es un término acuñado por el Consejo Mundial de las Iglesias en los años 80 para hablar de la Justicia, la Paz y la Integridad de la Creación como una manera de vivir el Evangelio en el mundo de hoy. Desde una perspectiva evangélica es esencial vivir una pasión por la justicia, un deseo profundo de paz y un interés por garantizar la Integridad de toda la creación. Este compromiso por la JPIC no es un programa político-humanista que expresa el sueño de un mundo mejor hecho por manos humanas. Más bien, es una dimensión esencial e integral de la misión cristiana, que ofrece un testimonio concreto de la esperanza última en el Reino de Dios. Por lo tanto, Justicia-PazIntegridad de la Creación no son tres temas de reflexión, sino un lugar teológico desde el cual percibimos y actuamos en la realidad, un lugar de posicionamiento en el mundo a partir de nuestro compromiso cristiano. PERSPECTIVA: Integración Cosmoteándrica Para abordar este tema tomaremos como punto de partida la intuición cosmoteándrica de Raimon Panikkar,
quien considera que la realidad posee tres dimensiones interdependientes entre sí: el cosmos (kosmos), Dios (Teo) y el ser humano (Andros). A lo largo de la historia, la humanidad ha dado prioridad a alguna de estas realidades y, en algunos casos, ha negado la presencia de alguna de ellas, lo que ha traído como consecuencia el caos. Sin embargo, Panikkar afirma que “no hay tres realidades: Dios, el Hombre y el Mundo; pero tampoco hay una, o Dios, u Hombre o Mundo”. Afirma que más bien la realidad es una sola y que integra estas tres dimensiones inseparablemente entretejidas, es por ello que dice que la realidad es cosmoteándrica: “Nuestra forma de mirar es lo que hace que la realidad nos aparezca a veces bajo un aspecto y a veces bajo otro. Dios-Hombre-Mundo están, por así decirlo, en una íntima y constitutiva colaboración para construir la Realidad, para hacer avanzar la historia, para continuar la creación”.1 Desde esta visión trinitaria de la realidad, vamos a abordar el tema de la JPIC. Esta perspectiva nos posibilita un conocimiento de la realidad en su totalidad, de manera integrada. Es una invitación a vivir abiertos a Dios, al cosmos y a los
1 Panikkar, Raimon. La Trinidad. Una experiencia humana primordial; Siruela, Madrid 1998.
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demás, de forma que podamos llegar a la comunión armónica con todo. Quizá nos parezca que no hay nada de novedoso en esta propuesta. Somos conscientes de que estas tres dimensiones han estado presentes a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, hoy más que nunca, esta intuición nos vuelve a colocar como humanidad en nuestro justo lugar para vivir de manera integrada, antes que la fragmentación nos lleve a la desintegración. El problema consiste en que durante siglos el ser humano se ha puesto en el centro de la realidad, como un ser superior, como el rey, como dueño de la creación y en el contexto actual del libre mercado esto tiene efectos devastadores para la humanidad y toda la creación. Sin embargo, hoy empezamos a reconocer que estamos interconectados unos con otros, con la creación, con Dios como fuente de sentido, que nos necesitamos mutuamente. En la medida que nos abrimos a esta integración, hacemos posible el proceso de redención de la humanidad. En Cristo tenemos el modelo de esta integración, no es más divino que humano, ni más mundano que celeste, sino que es totalmente humano y totalmente divino.2
UBICACIÓN ACTUAL: ¿Dónde estamos? Vivimos en un mundo complejo. Un mundo globalizado que ha modificado nuestra manera de ser, de entender, de hacer, de pensar… que ha modificado la comprensión de lo humano. Un mundo en el que priva el mercado y su lógica va invadiendo todos los ámbitos de la vida, modificando valores y conductas sin que seamos conscientes de ello, haciéndonos cómplices de un sistema injusto que empobrece y deshumaniza. Un mundo con un desarrollo tecnológico acelerado que ha alterado las coordenadas espacio-temporales, generando la fragmentación del ser humano; la rapidez con que fluye la información no permite el tiempo necesario para los procesos de aprendizaje, lo que lleva a saber muchas cosas sin que éstas puedan convertirse en conocimiento ya que no hay el tiempo suficiente para integrarlas en la propia experiencia. DIRECCIÓN: ¿Hacia dónde vamos? Con este rumbo, de manera consciente o inconsciente, nos dirigimos a una sociedad cada vez más fragmentada y a punto de colapsar. Vivimos en un mundo donde el ser humano se experimenta amenazado e inseguro,
2 Panikkar, Raimon. Culto y Secularización. Apuntes para una antropología litúrgica; Marova, Madrid 1979.
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Tenemos también el problema del crimen organizado que está íntimamente relacionado con la corrupción y los intereses económicos, así como con la demanda y el consumo de los “bienes y servicios” que ofrecen, generando una violencia estructurada y directa, que difícilmente puede ser desmantelada.
porque está fuera de su centro. El miedo que esto genera se transforma en violencia y agresividad, que podemos ver manifestadas en cuarto grandes problemáticas mundiales. Por ejemplo, a pesar de la apertura al pluralismo multicultural, favorecido con la globalización, hay un serio problema de identidades que con el paso del tiempo se va agudizando. Cada vez con más frecuencia vemos aparecer viejas y nuevas xenofobias, así como fundamentalismos que traen consigo violencia en todas sus expresiones, desde la intolerancia en la vida familiar o comunitaria o en la escuela, hasta las guerras en Irak, Siria, Ukrania, etc.
La violencia ejercida por intereses económicos, políticos, sociales, religiosos o por situaciones medioambientales ha provocado la expulsión de grandes masas de un país a otro, así como del campo a la ciudad, con serias consecuencias para la dignidad de las personas, para la economía, la seguridad, etc. Nos enfrentamos al creciente problema de la movilidad humana. Dado que el mundo es visto como mercancía, como una propiedad, el ser humano puede sobreexplotar sus recursos naturales para satisfacer la demanda de sus deseos, con una población en crecimiento desmedido y con un perfil altamente consumista. Esta violencia hacia el medio ambiente ha generado un problema de sostenibilidad a nivel planetario. CAMBIAR DE RUTA: para posibilitar un futuro viable Ante esta realidad herida que fragmenta y pone en riesgo a toda la humanidad, necesitamos cambiar de
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rumbo y trabajar por la integración. No se trata de volver al pasado, sino de abrirnos y favorecer el desarrollo de las tres dimensiones de la realidad cosmoteándrica, de la que hablamos anteriormente: la dimensión mística que nos lleva a adentrarnos a la profundidad del misterio y la interioridad para dar densidad y sentido a la vida; la dimensión ética que nos lleva a reconocer la sacralidad del otro y a buscar ser el rostro de la misericordia de Dios en el mundo; y la dimensión ecológica que nos lleva a reconocer la sacralidad de la tierra y a cultivar la sobriedad en nuestras vidas.3 Mística: Profundidad del Misterio e Interioridad A pesar de que vemos desigualdades e injusticia en nuestro mundo, hay por debajo una trama oculta, la de Dios que está llevando a la humanidad hacia el Reino. Muchos de nosotros estamos involucrados en esta historia de amor de Dios con la humanidad. La dimensión trascendente del ser humano, nos lleva a vivir con hondura, a darle densidad y sentido a la vida, a adentrarnos en la profundidad de la realidad para poder
responder las preguntas originales y a la pregunta última ¿quién soy? Actualmente la vida interior es la dimensión olvidada de la humanidad. Somos conscientes de que detrás de la búsqueda de falsas seguridades se esconde la sed de Dios. El ser humano busca incansablemente, de diferentes maneras y por caminos a veces desconcertantes. Hombres y mujeres de distintas culturas, religiones y tradiciones espirituales anhelan a Dios y trabajan para hacer de nuestro mundo, un espacio habitable con futuro para la humanidad y para la creación.4 Es importante educar la vida interior porque es ahí donde el ser humano encuentra el sentido de responsabilidad ante la vida y del cuidado de todas las cosas. Significa lo sagrado en nosotros, que nos propicia el sentimiento de dignidad, de respeto de reverencia. Leonardo Boff dice que el efecto más inmediato de la vida interior es la paz y la serenidad. Es una atmósfera de sentido que sustenta a los seres humanos incluso en las mayores tragedias y decepciones. Es lo que confiere peso y densidad a nuestras vidas.5
3 Melloni SJ, Javier. Hacia un Tiempo de Síntesis. Fragmenta, Barcelona 2013. 4 Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús. Capítulo General, Perú 2008. 5 Boff, Leonardo. Meditación de la Luz. Dabar, México 2010.
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Es importante señalar aquí, que el concepto de paz en nuestro mundo se ha desvirtuado. Ante las situaciones de guerra, de violencia, de inseguridad y amenaza tenemos la tentación de comprender la paz como la ausencia de guerra, es decir, una paz impuesta por un gran poder o la necesidad de la guerra para conseguir la paz. Solemos creer también que la paz es fruto de la justicia humana, esto es importante pero desde una ética evangélica la justicia es la que es fruto de la paz y la paz es un don de Dios, que se experimenta al alimentar esta dimensión mística y eso es lo que nos lleva a actuar con una justicia evangélica. Con vida interior, entonces, podemos hacer uso de las cosas con medida, sin esclavitudes, sintiéndonos agradecidos con el mayor don al que podemos aspirar: la libertad interior. Ser libre es ser plenamente persona, nudo de relaciones con todas las cosas.6 Ética: Sacralidad del otro y misericordia que construye la comunidad humana Esta dimensión nos ayuda a transitar de del yo autorreferencial a la apertura al otro, posibilitando el desarrollo de nuestra dimensión relacional. La respuesta a las preguntas
fundamentales de la humanidad, nuestra auto-comprensión, se da en relación con el otro, en la medida que nos trascendemos a nosotros mismos. La interioridad sin solidaridad no resulta creíble. Pero la solidaridad sin interioridad corre el peligro de convertirse en ideología. La denuncia profética de la injusticia proviene de la experiencia de un Dios que tiene entrañas de misericordia y opta por los más vulnerables. Reconocemos una vida interior saludable cuando ésta se manifiesta en la calidad de nuestras relaciones, en nuestra capacidad de intimidad y en nuestra entrega a los demás.7 Se trata de tomar conciencia de que otros forman parte de mí como yo de ellos, que somos parte de la misma creación, con las mismas necesidades. Necesitamos romper el círculo del egocentrismo, dejar que la necesidad ajena irrumpa en nuestras vidas acomodadas y nos permita reconocernos como pobladores de la misma Tierra. Ecológica: Sacralidad de la Tierra y el cultivo de la sobriedad Los seres humanos somos seres inacabados, y por ello tenemos necesidad de contención, sin ella nos desintegramos. Sin embargo, la
6 Ibid. 7 Desplegar la Vida--- Ofrecer el Don Recibido. Encuentro de Formación RSCJ México 2012.
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avidez de progreso nos ha llevado, como humanidad, a romper los límites del otro, de lo otro, rompiendo la armonía de la naturaleza que no aguantará mucho más. Hemos pasado de considerar a nuestro mundo como templo, a un escenario de nuestra actuación, hasta llegar a convertirla en objeto de nuestra depredación.8 En la actualidad corremos el riesgo de perder diferentes formas de vida que nos han sido dadas, necesitamos redescubrir la forma sagrada de relacionarnos con la naturaleza, urge el retorno a una comunión cósmica, pero no de forma regresiva sino integrando los avances de la humanidad, mirando hacia adelante, aprendiendo de nuestros hermanos indígenas. Se trata, pues de volvernos a conectar con la creación:“Urge abandonar el individualismo positivista en el que cada ser reclama su autonomía sin reconocer sus vínculos con los demás seres, y entrar en la ecología del Ser que permite beber de la fuente común que está en el origen de toda creatura”.9 El Papa Francisco en su encíclica Laudato Si’ nos invita a tener cuidado,
respeto y veneración por todas las formas de existencia, para ello es necesario aprender a contener la voracidad humana, educar nuestros deseos y direccionarlos hacia la comunión que recibe y entrega, y no hacia la voracidad que simplemente arranca. En este momento de la humanidad aprender a gestionar las necesidades, los deseos y los valores, es una tarea ineludible que tenemos que atender. ¿Hacia dónde nos va conduciendo nuestro gps? ¿Percibimos los latidos del corazón humano que busca una vida más integrada, más digna para todos? El camino que marca la JPIC, es un camino que trata de conducirnos a una mayor conciencia de lo que es la vida para poder optar, ubicarnos como una parte insignificante de la creación, llamados a cuidar de ella y dirigir nuestras energías hacia un compromiso solidario que cree comunión con toda la creación. Se necesita voluntad para entrar en él, un corazón que se deje conducir, una espiritualidad encarnada y un deseo profundo de ser artesanas y artesanos de paz.
“Solo desde su Corazón aprendemos a mirar al mundo, a escuchar con humildad lo que Él mismo nos dice desde la realidad concreta” 10 8 Ibid. 9 Ibid. 10 Camacho rscj, Concha. Carta a la Sociedad. 21 de Noviembre de 1974.
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Pobreza y Conversión Ecológica en la encíclica Laudato Si’
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Por: Fr. Luis Javier Rubio Guerrero, op
I. Introducción l presente escrito representa una breve meditación sobre la encíclica Laudato Si’ pero cernida por dos elementos sustanciales del mismo escrito: la pobreza y la conversión ecológica, y es que tal como el Papa escribía, son los pobres los que más sufren las consecuencias de los daños ambientales, además que la Encíclica no sólo busca retratar la situación en la que hoy se encuentra nuestro mundo en materia de ecología, sino sobre todo impulsar un cambio de mentalidad que promueva una conversión ecológica. Así estos elementos guiaran nuestra reflexión.
E
II. Aspectos Generales La Encíclica, que lleva como subtítulo El Cuidado de la Casa Común, presentada
el 18 de junio de 2015, constituye un documento de la Doctrina Social de la Iglesia, por lo que representa la visión de la Iglesia universal sobre una cuestión social, en este caso el deterioro ecológico y la injusticia que esto encierra para el género humano, y que, por otra parte, es atribuible en muchos casos a la falta de responsabilidad de la persona con su entorno, alentado por una idea falsa sobre lo que es el progreso y con la absolutización de un modelo económico que sólo tiene como objetivo la maximización de utilidades y no el respeto a la creación, incluida en ella la dignidad humana. En este contexto es que Francisco emprende un diálogo con las ciencias biológicas y sociales pero también con la Sagrada Escritura y la Tradición Judeo-Cristiana para demostrar que
1 El presente texto no tiene otra fuente que el mismo texto de la Encíclica Laudato Si’ presentada por el papa Francisco el día 18 de junio de 2015.
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desde diversos ángulos, científicos o religiosos, no hay justificación para continuar con el actual proceso de desarrollo que inexorablemente nos conducirá a la destrucción de nuestro mundo y con él también al del ser humano. Así, el sucesor de Pedro explica de diversas formas como la tecnocracia y la excesiva autoreferencialidad constituyen factores que muestran el poco interés de una gran parte de la humanidad para construir un mundo sustentable, y mucho menos para revertir la situación de degradación ecológica a la cual hoy nos enfrentamos. Es precisamente aquí donde el Papa propone una nueva visión, que debe llevarnos a postular una “ecología integral” en la que se incorporan las dimensiones humanas y sociales. Pero tal propuesta de Francisco, en sus propias palabras, necesita de un diálogo honesto a todos los niveles de la vida social, lo que facilitará procesos de decisión transparentes en favor de un desarrollo sustentable, y lleve a una toma de postura comprometida con una Conversión Ecológica que permita revertir el problema no sólo de deterioro ambiental sino de atención a la persona humana como centro de cualquier proyecto ecológico, de allí la necesidad de que todo este proceso
este animado por un ser humano con una conciencia formada y responsable. Y es que el pensamiento de Francisco no se queda en la fenomenología, más bien presenta toda una antropología de comunión con la naturaleza, por eso el escrito habla de “las raíces humanas” del deterioro ambiental de nuestro planeta, es decir, no se queda en una denuncia de la actual situación ecológica sino que penetra en lo profundo del problema, que según el documento responde a un extravió antropológico, de un ser humano que se siente y actúa como dueño de la creación y sólo se preocupa por sí mismo, sin importar lo que pasa con su entorno. Pero permítanme ahora hacer un alto, para señalar que esta propuesta del Papa se dibuja dentro de un proyecto de Iglesia en salida, es decir de puertas abiertas, que no se queda atrás del altar o en la Sacristía sino que sale al mundo e irrumpe en el debate actual sobre el desastre ecológico; y que invita a un compromiso con toda la creación. Así, la invitación de Francisco se abre a toda la humanidad, los hombres y las mujeres de buena voluntad, que muchas veces sin compartir nuestra fe, cuentan con la convicción y la disposición para realizar acciones solidarias en el cuidado de la casa común. En este contexto es que también hay un intento explícito del Papa de que Informativo
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el texto sea acogido y discutido por otras grandes corrientes religiosas, especialmente por las grandes tradiciones cristianas, que también se han dado cuenta del gran peligro que representa el actual modelo de consumo, producción y crecimiento para todo tipo de vida en el mundo. Y es que como nos indica el documento, todos estamos en peligro: plantas, animales y el mismo hombre, todos nos encontramos en medio de un problema que no se resuelve con medidas menores o superficiales, es necesario tomar en primer lugar conciencia de la crisis en la que nos encontramos y después realizar una conversión radical que posibilite al mismo ser humano se constructor de otra historia, ya no marcada por el egoísmo sino por la caridad que genera vida. III. Pobreza y problema ecológico Pero pasemos ahora a plantear el problema de la pobreza y los pobres dentro de la reflexión que hace el Papa sobre una ecología no sólo física sino sobre todo socio/humana, y es que como ya decíamos, el problema al que nos enfrentamos no sólo implica cambiar de hábitos de consumo o costumbres que van contra la naturaleza y que lesionan el equilibrio ecológico, sino también de esas actitudes profundas y opciones vitales que se enraízan en una ética, la cual
defiende y promueve muchos valores que hoy en día son sacrificados en aras de intereses económicos y políticos. Y es que según Francisco el problema está en los valores que hoy defiende nuestra civilización, pues finalmente ellos son los que inspiran las acciones en contra del medio ambiente y de un desarrollo sostenible. Por eso ante las medidas jurídicas, económicas y técnicas que se han implementado, el problema no desaparece, ya que estas medidas jamás serán suficientes para revertir la situación, por no estar ellas soportadas por una verdadera transformación de los valores que defiende nuestra cultura actual. En este orden de ideas es que el Papa señala con toda claridad dónde se encuentran el camino de salida: y este no puede ser otro más que el de la ética, pues es ella la que da sentido a la existencia humana y que, por tanto, exige un replanteamiento en la manera de cómo nos vemos a nosotros mismos, a los demás y a todo lo que nos rodea. Y por tanto nos invita a cuestionar al llamado pensamiento moderno, que muchas veces sólo piensa en un ser humano como dueño y señor de todo y de todos, incluso de sus propios semejantes, a los cuales es capaz de utilizar para cumplir sus objetivos, para ganar una serie de bienes que supuestamente lo harán feliz.
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Así, el problema al que se refiere el Papa no se agota en la inconsciencia humana sino que llega hasta la asunción de un paradigma económico y tecnológico, que reafirma el interés de aquellos que sólo desean su propio beneficio, que hacen de la competencia su modo habitual de vivir y que dan la primacía a la generación de utilidades por encima del bienestar colectivo o social; y que finalmente absolutizan sus deseos y gustos por encima del medio ambiente y de sus congéneres que los rodean. Para ellos todo lo creado sólo tiene valor sí les es de utilidad, por lo que serán capaces de descartar aquello que no representa un bien para ellos, aunque lo tengan para el resto de las personas. Así el interés de la comunidad humana no puede estar supeditado a los intereses de unos pocos que lideran una economía de mercado, que funciona precisamente a partir del egoísmo y del deseo de obtener la máxima ganancia posible, lo que como ya hemos dicho provoca todo tipo de descartes y que como afirma el Papa es excluyente de una gran parte del género humano. Y es que con la absolutización del modelo económico, se ha creado una injusticia global que repercute de forma dramática en las víctimas más vulnerables del planeta. Por eso, Francisco señala que la pobreza y la
condición de los pobres y excluidos están inexorablemente conectadas a la crisis ecológica y deben ser incluidas en el “diálogo sobre el modo de cómo estamos construyendo el futuro del planeta”, el mismo Papa habla de “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta”, con la convicción de que en el mundo todo está conectado. Por eso el Obispo de Roma pide a la sociedad mundial que deje de considerar los problemas que afectan a los excluidos como daños colaterales, y sean los pobres un elemento esencial para hablar de un desarrollo sostenible, y no dejarlos, como sucede habitualmente, en último lugar para atender sus demandas. De la misma manera también el documento invita a las personas que cuentan con autoridad y poder para apoyar en la transformación de esta realidad, para que se involucren de una manera más cercana y no se quede su aporte en buenas intenciones o en proyectos irrealizables por no conocer a cabalidad la realidad de los pobres: “muchos profesionales, formadores de opinión, medios de comunicación y centros de poder están ubicados lejos de ellos, en áreas urbanas aisladas, sin tener contacto directo con sus problemas, viven y reflexionan desde la comodidad de un desarrollo y de una calidad de vida que no están al alcance de la mayoría de la población mundial”. Informativo
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Incluso Francisco habla del miedo a reconocer, por parte de todos, nuestra responsabilidad “Culpar al aumento de la población y no al consumismo extremo y selectivo de algunos es un modo de no enfrentar los problemas. Se pretende legitimar así el modelo distributivo actual, donde una minoría se cree con el derecho de consumir en una proporción que sería imposible generalizar, porque el planeta no podría ni siquiera contener los residuos de semejante consumo” y es que el Papa utiliza un lenguaje cercano y claro pero también fuerte, que no escatima calificativos para llamar la atención del lector sobre este gran problema, es evidente que no hay palabras complacientes, más bien presenta las cosas como son y alerta sobre las amenazas y peligros a los que nos enfrentamos: “La Tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”.
IV. Conversión ecológica Por eso el Papa lanzó en la Encíclica un llamado a una conversión ecológica explicando que ésta requiere, hacer un cambio de mentalidad, para poner a la persona humana en el centro de la economía y de la defensa del ambiente. Así Francisco explica: “Los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible. Tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza”.
Así es evidente que para Francisco el planteo ecológico no es sino un problema social: “Hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en planteo social, por lo que se debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la Tierra como el clamor de los pobres” pues sin duda alguna, no podemos desligar el deterioro ecológico del deterioro humano.
En este sentido el Papa aboga por los que sufren los estragos de la actual situación y reciban la atención adecuada “Los pobres deben ser escuchados en sus problemas y deben ser colocados en el centro de los programas de desarrollo sostenible nacionales e internacionales”. Y es que no podemos dejar de recordar que los pobres están en el centro del mensaje de Jesús, su suerte no puede ser indiferente para quien se
Y es que una conversión no sólo tiene que ver con una acción o una serie de acciones en favor del ambiente, sino, como ya hemos dicho, con un cambio de mentalidad y la construcción de una propuesta que verdaderamente toque la raíces del problema y posibilite con toda seriedad y pertinencia la transformación de una realidad que a todas luces se ve contraria a cualquier interés humano.
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dice cristiano, por eso el problema ecológico, para un seguidor de Jesús, debe pasar por la situación de aquellos que sufren de muchas manera los resultados de un mal uso de los recursos naturales: falta de agua, generación de energía eléctrica, erosión de los suelos, etc. Por eso, tal como señala el documento el gran desafío ético que afrontan las naciones y la comunidad internacional consiste en armonizar desarrollo con solidaridad, lo cual sólo se puede realizar desde la educación y transformación de una mentalidad que hoy en día sólo se preocupa por un bienestar individual y pasajero, y que, por tanto, la situación de la comunidad y su futuro no entra en el área de sus preocupaciones. Y es que no sólo está en juego una ecología “física” que atenta a tutelar el hábitat de los diferentes seres vivientes, sino también una ecología “humana”, que se preocupe por hacer de la existencia humana algo más digno, es decir por construir y preservar un medio ambiente, que colabore en la construcción de un ser armónico, pleno, integral. Aquí es donde la Encíclica mira hacia el futuro, un futuro que se encuentra amenazado por el actual paradigma de desarrollo y por una humanidad que ve en él la única posibilidad para alcanzar
un bienestar y un progreso, que es imposible de sostener por un mundo de condiciones limitadas. Ya lo decía un grupo de especialistas, para alcanzar un nivel de desarrollo individual como el que vive un americano de clase media en Estados Unidos necesitamos cinco mundos iguales al que tenemos ahora, el problema es que sólo tenemos uno. Por eso la pregunta que nos hace Francisco es muy fuerte y retadora: ¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? Y es fuerte y retadora porque nos interpela por el futuro de la humanidad, ya que las peores consecuencias de nuestros actos como humanidad las sufrirán las próximas generaciones, generaciones a las que le estamos robando sus esperanzas. En este contexto es que la encíclica “sobre el cuidado de la casa común” se convierte en una invitación, para analizar cómo habitamos cada uno esta única casa que tenemos y cuáles deberían ser la acciones para revertir la actual situación de deterioro ambiental, pero sobre todo es una exigencia para realizar un cambio de mentalidad, que nos lleve a aplicar una serie de estrategias, como comunidad, que nos lleven a hacer una verdadera conversión ecológica social, sabiendo que sólo a partir de ella podemos tener futuro como humanidad. Informativo
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Una compasión holística para una comunión universal Por: Fr. Misael Castro Cacua, op
a creación de Dios está herida. El cambio climático, la extinción sistemática de especies de flora y fauna son los gemidos de la creación más apremiantes. Si el ser humano no recapacita sobre la destrucción de la única casa habitable y posible en el universo, no sólo los animales y las plantan están en peligro de extinción, sino incluso el ser humano con todo lo que él ama y anhela, la salvación.
podemos considerar también nuestra hermana, porque compartimos con ella la existencia.1 La siguiente reflexión parte de la lectura a los numerales 89-92, que apuntan a la comunión universal, ya que todo en la creación “está conectado”. Por ello es imperativo un llamado a una compasión universal, que no sólo se preocupe por el ambiente, sino que también se ocupe en promover un constante compromiso ante los problemas actuales que hieren a la creación, unido a un amor sincero hacia la humanidad.2
El Papa Francisco en su carta encíclica más reciente Laudato Si’, preocupado por el destino fatal de la creación, nos recuerda que esta tierra tan hermosa donde vivimos es nuestra casa común, a la cuál
Algunas causas de la desarmonía creación-humanidad El Papa Francisco nos hace caer en la cuenta de la mentalidad con la que hemos crecido en la actualidad, que exige la supremacía sobre la creación
Una reflexión sobre los nn. 89-92 de la encíclica Laudato Si’
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1 Francisco, CartaencíclicaLaudatosi’.Sobre el cuidado de la casa común, 24 de mayo de 2015, n.1. 2 Laudato si’, n. 91.
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al grado de creernos sus propietarios y dominadores, y de tener el derecho a expoliarla inhumanamente.3 L. White responsabiliza al judeocristianismo de la Edad Media de proveer los “psychicfoundations” de la tecnología occidental, que dio la primacía a los inventos tecnológicos modernos sobre la naturaleza.4 Además, habla que tal desencanto sobre la naturaleza tiene un fundamento filosófico influenciado por el cartesianismo, que proponía la superioridad de la res cognitans como exclusividad de los seres humanos. En el siglo XX, el cientificismo moderno entiende el progreso como la punta de lanza del mundo occidentalizado y su confianza en el desarrollo equivale al dominio sistemático de la creación. El optimismo en este progreso y su fe ciega en la racionalidad científicotécnica se presenta, entonces, como el modelo de conocimiento humano
por antonomasia. Lamentablemente, a pesar de los grandiosos avances, este paradigma alcanza una capacidad destructiva inimaginable, que su aceptación en la sociedad actual legitima indiscriminadamente el aniquilamiento sistemático de las formas de vida diferentes de la tierra, desde un pequeño cigoto hasta pueblos enteros. La hecatombe de Hiroshima es tan solo un ejemplo persuasivo de esta voluntad de poder y su maquinaria formidable de matar.5 Así se ve que todas las desarmonías actuales en la creación son causadas por la creencia moderna de superioridad del ser humano sobre los demás seres de la naturaleza, que conlleva al rompimiento del equilibrio natural necesario para hacer al mundo sustentable.6 D. Tracy por ello afirmaba: “Estoy convencido de que la moderna cultura occidental será acusada algún día de ser profundamente ambigua, liberadora pero a la vez empobrecedora para el espíritu y la mente.”7
3 Laudato si’, n. 02. 4 Cf. Lynn T. White, Jr., «The Historical Roots of Our Ecologic Crisis», en Science, vol. 155 (1967), pp. 1203–
1207; Id, Medieval Technology and Social Change, Oxford University Press, London 1962.
5 Juan Antonio Estrada, «Creer en Dios después de Auschwitz y Hiroshima. Análisis filosoficoteológico», en
Razones y sinrazones de la creencia religiosa, Trotta, Madrid 2003, pp. 153-179.
6 Laudato si’, n. 18: “Si bien el cambioes parte de la dinámica de los sistemascomplejos, la velocidadquelasac-
cioneshumanas le imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evoluciónbiológica. A esto se suma el problema de que los objetivos de esecambioveloz y constante no necesariamente se orientan al biencomún y a un desarrollohumano, sostenible e integral. El cambioesalgodeseable, pero se vuelvepreocupantecuando se convierte en deterioro del mundo y de la calidad de vida de gran parte de la humanidad.” 7 DavidTracy, «Salvarnos del mal: la salvación y el mal hoy», en Concilium, vol. 274 (1998), pp. 158–159.
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La respuesta urgente: Una compasión universal El Papa Francisco tiene la intuición acerca de la respuesta urgente que debemos poner en marcha, si queremos que el daño a la creación no llegue al punto de ser irremediable para la vida, en cualquier forma en que ésta se manifieste: la compasión.8 La respuesta eficaz no trata únicamente de la vida, sino de llevar una vida digna y en abundancia; la compasión no apuesta a la supervivencia, sino a la vida. Y al tratarse de todos los seres de la naturaleza, exige la ternura en el corazón de los seres humanos. En ese sentido la compasión a la que apela el Papa Francisco es universal: “Las criaturas de este mundo no pueden ser consideradas un bien sin dueño: “Son tuyas, Señor, que amas la vida” (Sb11,26). Esto provoca la convicción de que, siendo creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y
conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde”.9 Siguiendo la definición de compasión de L. Blum10 y la idea de la compasión universal budista como comportamiento solidario con la naturaleza,11 podemos decir que esta compasión de Laudato Si’ es holística, porque desde la revelación su primer objeto es el ser humano en concreto, esto es, desde su realidad histórica en la cual están también los animales y otras realidades como creaturas: “Cuando el corazón está auténticamente abierto a una comunión universal, nada ni nadie está excluido de esta fraternidad”.12 De esta manera, se va perfilando el objeto de compasión universal en sí, que es ciertamente, gracias al sentimiento compartido por la imaginación, el estado negativo que señala una deficiencia grave en la cual se encuentra la persona o la cosa.
8 Laudato si’, n. 91. 9 Laudato si’, n. 89. 10 Lawrence Blum, «Compassion», en AmelieOksenbergRorty, Explaining Emotions, Berkeley 1980, pp.
507-517.
11 Retomamos el concepto budista de compasión universal, teniendo la precaución de entenderlo no como el
igualitarismo de todos los seres de la creación, que resta el valor peculiar del ser humano; sino desde la igualdad del derecho a la vida y a la dignidad conferida por Dios en la creación. La compasión budista apela a la inteligencia del ser humano capaz de pensar los obstáculos que afectan la existencia de otro ser para removerlos; idea que Francisco insinúa cuando dice que el valor peculiar del ser humano “implica al mismo tiempo una tremenda responsabilidad”. Cf. Laudato si’, n. 90. 12 Laudato si’, n. 92.
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No sólo se tiene compasión por la persona como tal, sino todo lo que es ella en su realidad: esto implica toda la creación. Si alguien no entiende las razones por las que debe cuidar de esta nuestra casa en común, por lo menos que lo haga por sí mismo, ya que el daño afecta a todos los seres vivos al estar “conectados” –como diría Francisco–.13 Este mismo sentido es el que retoma L. Boff para trazar un nuevo paradigma ecológico de la “Comunidad planetaria”, que ensancha las intuiciones de la “Teología de la liberación” para aplicarlas a la creación.14 El quid de esta nueva ecología es aquella característica de la compasión, la acción catártica de la poética aristotélica, que lleva al sujeto a imaginar que el daño del otro terminará recayendo sobre él: “Todos somos rehenes de un modelo de comportamiento que nos sitúa, en contra del sentido del universo, por encima de las cosas en vez de estar
con ellas dentro de la comunidad cósmica”.15 Para que no suceda el vaticinio del exterminio de la tierra, “biocidio o geocidio”, Boff demanda la recuperación de lo sagrado de las cosas al estilo del panteísmo budista, de la teología franciscana y el pensamiento teológico procedente de las culturas ancestrales,16 para redescubrir la dignidad de la Tierra y la misión del ser humano, llamado a celebrar el misterio del cosmos al encuentro con Dios. Esta “cosmogénesis” –como la define Boff– es inspiradora, ya que procura la vida, no la supervivencia. Educar para la compasión universal Después del Concilio Vaticano II la Iglesia, experta en humanidad, es más consciente de las implicaciones históricas de su misión.17 Al escrutar sobre las implicaciones del cambio climático como “signos de los tiempos”, hace un llamado a la conciencia de la humanidad, pero
13 Ibidem, Laudato si’, n. 92: “También es verdad que la indiferencia o la crueldad ante las demás creaturas de este
mundo siempre terminan trasladándose de algún modo al trato que damos a otros seres humanos. El corazón es uno solo, y la misma miseria que lleva a maltratar a un animal no tarda en manifestarse en la relación con las demás personas. Todo ensañamiento con cualquier criatura «es contrario a la dignidad humana».” 14 Ibid, Leonardo Boff, Ecología: Grito de la tierra, grito de los pobres, TROTTA, Madrid 1996. 15 Ibid, L. Boff, p.12. [Cursilla del autor y las resalto al ser el ingrediente indispensable de la con-pasión] 16 Sin caer en una divinazación de la tierra. Cf. Laudato si’, n. 90. 17 Cf. Ibid, Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, nn. 4, 11, 21.
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–además– asumirá las tareas temporales de una ortopraxis que proporcione nuevos cambios del actual estilo de vida, de producción y de explotación de los recursos naturales.
futuro compartido por todos” los que habitamos en esta casa común: “Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida.”20
Para ello, debe buscar las mejores formas para combatir el daño a nuestra madre tierra a nivel de las estructuras y condicionamientos generadores de sufrimiento.18 Necesita hacerse notar de manera específica, con credibilidad y eficacia, en las estructuras sociales, políticas y económicas. Así como lo ha hecho el Papa Francisco ante los diferentes auditorios políticos: la ONU, el congreso de los EE.UU. 19 Además, a nivel personal nunca debe dejar de insistir en la formación de “una conciencia de origen común, de pertenencia mutua y de un
Llama la atención que el Papa Francisco hable que, para lograr este objetivo de una nueva conciencia que logre un desafío en todos los niveles, sea la educación integral con una espiritualidad de la creación que supondrán un largo proceso de regeneración ambiental y de actitudes. La nueva pedagogía de la creación deberá disponer el salto al Misterio, para replantear los itinerarios pedagógicos de una ética ecológica que sea más solidaria, responsable y administradora de la creación.La base de esta pedagogía siempre será la compasión universal.21
18 Cf. Ibid, Hans Küng, Credo, Editorial TROTTA, Madrid 2007, pp. 97, 176-177. 19 Cf. Laudato si’, nn. 163-201: Algunas líneas de orientación y acción. 20 Laudato si’, n. 202. 21 Laudato si’, n. 210.
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Laudato Si’.
Sobre el cuidado de la Casa Común Por: Karina de la Rosa Morales, ij
D
esde la presentación de la encíclica, el 18 de junio del 2015. Se han formulado una serie de debates y conferencias dando a conocer y analizando dicho documento. Los medios de comunicación también han dado la noticia y hasta
los medios más críticos de la Iglesia han publicado en breves notas tal acontecimiento. Si buscamos en la red enseguida tendríamos diversas páginas con información, además se puede descargar el documento. Es una buena noticia en este momento en el que vivimos las consecuencias Informativo
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por el mal uso que hacemos de los recursos naturales y humanos. Es un texto que recoge el trabajo de diversos actores sociales que ya han hecho un proceso de concientización para el uso y cuidado responsable de la tierra. Es un problema que afecta al planeta. Pero también nos plantea el repensarnos como humanidad, pensar qué rumbo queremos dar a la historia. Hace una relectura del relato de la creación con el fin de que promovamos una nueva cultura de cuidado, respeto, uso de recursos y formas de consumo. Ya que esto genera desigualdades donde unos pocos lo tienen todo y los demás carecen de lo más indispensable. Es bueno preguntarnos ¿qué estamos haciendo por el mantenimiento de la casa común?, ¿cómo contribuimos a su armonía?, ¿en el trabajo pastoral que realizamos tenemos en cuenta los problemas causados por los desastres ecológicos o las políticas públicas que favorecen un desarrollo sustentable?, ¿qué acciones estamos tomando para tomar conciencia? En la Vida Religiosa pedimos espacios armónicos, que nos permitan una mejor relación con la divinidad, con la trascendencia, con Jesús y su espiritualidad. Buscamos espacios para hacer retiros, ejercicios espirituales, lugares donde haya
silencio, campo, aire, agua, etc., que permitan ese encuentro que anhelamos por lo menos una vez al año. ¿Pero promovemos esto al exterior de la VR? Si bien hay institutos y congregaciones que han hecho trabajos comunitarios y que se han implicado por la defensa de los derechos ecológicos, esta labor no es solo de unos cuantos, necesita la participación de todos y todas para cambiar. A veces olvidamos que pertenecemos a familias campesinas o indígenas y nos comprometemos más con programas urbanizadores y ni siquiera preguntamos si son sustentables o no. Laudato Si’ es una invitación a seguir aportando en la reflexión teológica, pastoral, sacramental y en la promoción de acciones que promuevan el bienestar de toda la creación. Comparto algunas fechas para tener en cuenta e investigar: • 22 de marzo Día Internacional del Agua • 22 de abril Día Mundial de la Tierra • 22 de mayo Día Internacional de la Diversidad Biológica • 5 de junio Día Internacional del Medio Ambiente • 8 de junio Día Mundial de los Océanos • 28 de junio Día del Árbol
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Así como Jesús disfrutó del planeta tierra y sus relatos que nos remiten a la creación: el mar, el desierto, arboles, rebaños, lugares y personas que para la sociedad de su tiempo eran los despreciados... Hoy se renueva el mensaje de nueva creación y recreación. De vitalizar el mandato, de
amarse los unos a los otros. Recordemos que el cuidado de la casa común es responsabilidad de hombres y mujeres, comprometidos con la vida, con la buena noticia del Evangelio. Contribuyamos a que la casa común sea habitable para todas las personas y seres vivientes del planeta.
“Sólo después de que el último árbol sea cortado, sólo después de que el último río sea envenenado, sólo después de que el último pez sea apresado, sólo entonces, sabrás que el dinero no se puede comer” (profecía india). Informativo
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Oración de los Bosques Por: JPIC y Hermanas Clarisas de Cortona
Aplaudan los ríos, aclamen todos los árboles del bosque (Salmo 97, 95) Si es posible, se puede celebrar la oración al aire libre, bajo algún árbol, junto a un riachuelo… o sino el lugar de la oración se puede arreglar con posters o fotos de bosques, torrentes, mares… Introducción on la celebración de los bosques y su importancia en la vida cotidiana, este año es una herramienta eficaz para el desarrollo de la conciencia sobre el papel de los bosques en el mantenimiento de la fuerza y la vitalidad del planeta, así como para lograr los objetivos acordados para el desarrollo internacional, incluyendo los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En actitud de oración, ponemos en el centro de nuestra atención, junto con los bosques, el agua. Hay una relación de dependencia vital que une a los bosques con el agua. La ONU ha dedicado, los días 21 y 22 de marzo, respectivamente, como días especiales de recuerdo de estos dos regalos de Dios que son esenciales para la vida.
C
Canto (himno al Espíritu creador…, alabanza y acción de gracias al Dios que nos da la vida…, Cántico de las criaturas…). En el nombre del Creador, la fuente de vida, de Cristo, ritmo de vida y del Espíritu, aliento de vida. Amen. El Señor esté con vosotros. Y con tu Espíritu. Oh Dios, nos reunimos en tu nombre, para alabar en este santuario que es la Tierra, un planeta lleno de tu presencia palpitando en los bosques, vibrante en sus tierras, presente en los desiertos, fluyendo en sus ríos. Oh Dios, revélate a nosotros en este lugar y muéstranos tu rostro en la creación, (Todos) Santo! Santo! Santo! La tierra está llena de de la presencia de Dios.
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Con mirada atenta, con un corazón contrito y arrepentido… La conquista y la explotación de los recursos se ha convertido en predominante e invasora, y ha llegado, en la actualidad, a amenazar la propia capacidad hospitalaria del medio ambiente: el medio ambiente, entendido, como un “recurso” amenaza el medio ambiente, entendido, como “casa”. La destrucción de los bosques, incluso a través de incendios imprudentes, acelera los procesos de desertificación con peligrosas consecuencias para las reservas de agua y afecta la vida de muchos pueblos indígenas y el bienestar de las generaciones futuras. Compendio de la doctrina social de la Iglesia, 461.466. Antif. cantada: Señor Dios de la vida, ten piedad de nosotros!, o también Kyrie eleison! La región de amazónica, “uno de los espacios naturales más apreciados del mundo por su diversidad biológica, sigue siendo vital para el equilibrio ambiental de todo el planeta” (Compendio de la doctrina social de la Iglesia, 466). “El mundo entero se ha deforestado cuando nadie imaginaba la importancia de los bosques para la supervivencia humana en el planeta. Ahora ha quedado casi sólo
la Amazonia y tampoco se puede destruir a ésta. El mundo necesita de la Amazonia para respirar. Petróleo, minerales, gas, agua -el agua que un día tendrá más valor que el petróleovamos a utilizarlos bien, pero salvemos el bosque. ¡Basta ya! con la tala indiscriminada de los árboles de la Selva” (palabras de Edmílson, extractor de caucho de la Amazonía). Antif. cantada: Señor Dios de la vida, ten piedad de nosotros!, o también Kyrie eleison! El Congo es el segundo río más caudaloso de la tierra y tiene la segunda mayor selva tropical del mundo. La cuenca del Congo alimenta una gran parte de la diversidad biológica de África, con más de 600 especies de árboles y 10.000 especies de animales. El medio millón de kilómetros cuadrados de la cuenca del Congo es compartido por seis países. El ecosistema del Congo es uno de los ecosistemas más amenazados del mundo. La tala de árboles con fines comerciales, la destrucción de la agricultura de subsistencia y la guerra civil generalizada, han devastado los bosques y han dispersado a sus habitantes y esto condujo a la expansión del fraude comercial. Desde los años ochenta, África tuvo la tasa de deforestación más alta que cualquier otra zona del mundo.
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Antif. cantada: Señor Dios de la vida, ten piedad de nosotros!, o también Kyrie eleison! Indonesia tiene una superficie forestal equivalente al 10% de los bosques tropicales de la tierra, pero este país del sudeste asiático -cuyos bosques son un tesoro de especies vegetales y animales como el orangután, cuya existencia está amenazada- ha perdido ya, alrededor del 72% de su bosque original. En la actualidad es el segundo mayor productor de aceite de palma y tiene cerca de 5 millones de hectáreas de plantaciones de palma aceitera. En la provincia indonesia de Riau, las empresas del sector están quemando los bosques para deforestar la tierra y poder sembrar las plantaciones de palma aceitera, a pesar del compromiso del gobierno de acabar con los incendios de la selva. Estos incendios provocados son una amenaza todos los años para Indonesia y los países vecinos, cada vez más frustrados por la aparente falta de control en la estación seca, las llamas y nubes de humo o neblina ahogan la región. Además de poner en peligro la salud de millones de personas y dañar el medio ambiente, el humo libera grandes cantidades de dióxido de carbono, alimentando así el calentamiento global.
Antif. cantada: Señor Dios de la vida, ten piedad de nosotros!, o también Kyrie eleison! En la Región de Murcia (España) el 45% del territorio está cubierto de bosque. Los procesos de deforestación en esta área son principalmente el resultado de los incendios y la tala de árboles y arbustos para permitir la agricultura o la expansión urbana. Los incendios son comunes en los bosques dominados por árboles de pino durante los últimos cincuenta años. Los bosques de pino no son la evolución natural de los bosques en estas áreas. Se han introducido como una opción de la reforestación, ya que los pinos crecen más rápido que los “árboles autóctonos” y así pueden ser utilizados para madera y papel. Antif. cantada: Señor Dios de la vida, ten piedad de nosotros!, o también Kyrie eleison! Los participantes pueden agregar noticias o datos sobre la situación de los bosques y las aguas dentro de su propio territorio. La fe en Dios Creador del universo y Padre bueno de toda la creación nos llama a asumir la responsabilidad por los daños causados a los bosques,
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el uso-abuso del agua, y por las consecuencias de tales acciones sufridas, especialmente por los más débiles. (todos): “Yo soy el bosque que se tala. Yo soy el aire y los ríos que son contaminados. Y yo también soy el que corta el bosque y el que contamina los ríos y el aire. En cualquier especie me veo a mí mismo y me veo a mí mismo en todas las especies” (Thich Nhat Hanh in Plum Village Chanting and Recitation Book). El proyecto de Dios Del libro del Génesis (1, 6-12) En el principio dijo Dios: “Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras”. E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento, de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. Y llamó Dios al firmamento “cielos”. Y atardeció y amaneció: día segundo. Dijo Dios: “Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco”; y así fue. Y llamó Dios a lo seco “tierra”, y al conjunto de las aguas lo llamó “mares”; y vio Dios que estaba
bien. Dijo Dios: “Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra”. Y así fue. La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla, por sus especies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro, por sus especies; y vio Dios que estaban bien. Silencio para la reflexión Por la hermana agua, que es muy útil y humilde y preciosa y casta: ¡Bendito seas Señor, que la has creado! Por nuestra hermana la madre tierra, que produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas: ¡Bendito seas Señor, que la has creado! Por los bosques que purifican el agua y el aire que protegen de la erosión del suelo y de los vientos fuertes, que preservan la diversidad biológica: ¡Bendito seas Señor, que los has creado! Por los arroyos y ríos, manantiales y lluvias, mares y océanos ¡Bendito seas Señor, que los has creado!
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Oración
Rezamos (o cantamos) juntos con las palabras del Salmo: Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, los hombres de toda la tierra. Cantad al Señor, bendecid su nombre, anunciad de día en día su salvación. Decid a todas las naciones: “El Señor es rey”. El orbe está seguro, no vacila; Él juzga a los pueblos con equidad.
¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra, retumbe el mar y cuanto contiene; exulte el campo y cuanto en él existe, griten de júbilo todos los árboles del bosque, delante del Señor que viene: viene, sí, a juzgar la tierra! El juzgará al orbe con justicia, y a los pueblos con su lealtad. Gloria al Padre… (del Salmo 95, vv.1-2. 10-13)
Oración final
D
ios Creador y jardinero del mundo, que nos regalas los árboles, los campos, y todas las plantas, que proteges los bosques, las selvas y las bastas llanuras, que vuelves fecundas las aguas y vistes la tierra con su ligero manto azul, te pedimos que bendigas a cada uno de nosotros y a aquellos que tienen el poder para cambiar la senda que nos está llevando a la destrucción; te pedimos que bendigas nuestros esfuerzos por preservar la vida de toda la humanidad y de toda la comunidad de los seres vivos. Bendice nuestra tierra y bendícenos a nosotros tus criaturas, templos del Espíritu Santo. Por Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro. Amén.
Canto final (de bendición, de acción de gracias, de alabanza…)
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El Boletín Informativo CIRM se pone a tu disposición y ofrece a todos los religiosos y religiosas de México la nueva sección: “Noticias de la Vida Religiosa”, donde podrás mandarnos información1 sobre eventos de tu congregación que desees publicar2 en el Boletín Informativo CIRM, y compartir con todos los religiosos y religiosas de México. Comparte con nosotros información como: • Capítulos generales, provinciales, regionales… • Profesiones religiosas. • Nuevas experiencias apostólicas. • Noticias sobre tu congregación. • Tu espiritualidad. • Hacer preguntas a los religiosos de México. • Propuestas de colaboración apostólica. • La pascua definitiva de alguna hermana o hermano. • Preocupaciones. • Y todo lo que creas que nos puede ayudar a crecer. Envía tu información al Departamento de Comunicación, por fax al 01.55.56.04.95.55 o al correo: comunicacion@cirm.org.mx, con atención al Hno. Sergio Argüello Vences, ssp. 1 2
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