Informativo CIRM - Enero-febrero 2014

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33 2 Retos para los religiosos Editorial jóvenes Fray Juan Manuel Cruz Pérez, ocd 4 Reflexión teológica 36 “Apuntes” para un nuevo Testimonios paradigma de la Vida Religiosa

Recopilador: Fernando Torre, msps

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La Era de la Mariposa. Nuevos paradigmas y espiritualidad de la Vida Religiosa Simón Pedro Arnold, osb

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Tecnologías de la Información y Vida Consagrada Fr. Omar Gómez, ocd

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Identidad y misión de los laicos en la Iglesia: un reto para la Vida Religiosa

Testimonios: diálogo entre generaciones

40 Para reflexionar La tentación de la autosuficiencia

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Papa Francisco, tú eres “el paradigma” para este momento Hertha Hampl, fsps

49 Voces jóvenes Cambiar autor: Hna. María Antonia Aranda Díaz, ihm

Espino JL

DIRECTORIO CIRM Presidente: P. Fernando Torre, msps • Primera Vicepresidenta: Hna. Juana Ángeles Zárate, csc • Segundo Vicepresidente: Hno. Ricardo Reynoso, fms • Vocales femeninas: Hna. Georgina Zubiría, rscj; Hna. Hna. Luz Angélica García, osr; Hna. Lucila Martínez, stj; Hna. Patricia Pérez, cfmm; Hna. Anastasia García, macic; • Vocales masculinos: P. Carlos Morfín, sj; P. Gonzalo Ituarte, op; P. Enrique Castro, ocd; Hno. Eduardo Navarro, fms; P. Salvador Rodea, crt SECRETARIA GENERAL: Hna. Ilse Mayer W., hsjl; secretariagral@cirm.org.mx TESORERO GENERAL: Hno. Manuel Arróyave Ramírez, sfc

No temas, pequeño rebaño, porque a su Padre le ha parecido bien darles el Reino (Lc 12,32-48) Isingrini Virginia, mmx

54 Retiro espiritual

Vino nuevo en odres nuevos Fray Guillermo Uribe, ocd

Hno. Gustavo Llaguno Velasco, msps

La Vida Religiosa antes y después

51 Palabra, Espíritu y Vida

58 De la Vida Religiosa

¿Hacia una Vida Religiosa autóctona? Estamos caminando… Seguimos en búsqueda… Hna. Ma. Celia Gpe. Rojas Chávez, dp

62 De la Iglesia

La Vida Consagrada: un fermento en la Iglesia Palabras del papa Francisco

CIRM Nacional: Amores 1318, Col. Del Valle, Del. Benito Juárez, 03100 México, D.F. Tel (55) 56.04.54.14; Fax (55) 56.04.95.55 www.cirm.org.mx Revista Informativo CIRM: Director: P. Guillermo Uribe Aceves, ocd; Editor: Hno. Sergio Argüello Vences, ssp Diagramación y diseño: D.G. Fernando Daniel Perera E. Impresión: Editorial Progreso S.A. de C.V. Impresión: Tiraje de 500 ejemplares más sobrantes para reposición. Atención a suscriptores Atención a suscriptores De lunes a viernes de 9 a 14 hrs. Tel (55) 56.04.54.14; Fax (55) 56.04.95.55 Email: informes@cirm.org.mx


2  Editorial

El vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos (Mc 2, 22)

Editorial

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En este número de nuestro Informativo CIRM, abordaremos el tema de los nuevos paradigmas en la Vida Religiosa. En diversos ámbitos se ha vivido un cambio de paradigma. También en la Vida Religiosa lo hemos vivido, lo estamos viviendo; más aún, tenemos que dar a luz un nuevo paradigma, que nos ayude a vivir encarnados en las cambiantes circunstancias de los tiempos presentes y, al mismo tiempo, fieles al proyecto evangélico de Jesucristo. El término “paradigma” viene de la palabra griega parádeigma, formada por dos vocablos: pará (junto) y deigma (ejemplo, patrón, modelo, tipo). Paradigma significa modelo o ejemplo. En el campo científico, Thomas Kuhn dijo: «Considero a los paradigmas como realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica». En el ámbito religioso, ese término puede ser utilizado como sinónimo de marco teórico o conjunto de teorías. Cuando una comunidad –científica, religiosa o política– da por sentado un paradigma, se establece como verdad casi inmutable y esto hace que la evolución se dificulte. Los paradigmas pueden tener vigencia durante siglos sin cambio alguno. Un paradigma condiciona, y puede llegar a determinar, nuestra percepción de la realidad, nuestra manera de pensar y nuestra conducta. Según Kuhn, en su libro La estructura de las revoluciones científicas (1962), un cambio de paradigma es un cambio en los supuestos básicos dentro de la teoría dominante de la ciencia. La expresión también se ha utilizado en numerosos contextos no científicos – como es nuestro caso, en el contexto de la Vida Religiosa– para describir un cambio profundo en un modelo fundamental o la


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percepción de acontecimientos. En términos bíblicos, el cambio de paradigma es una metanoia, un cambio de mente, una conversión intelectual. Durante siglos permaneció el paradigma de que la tierra era el centro del universo (Ptolomeo); hubo un cambio de paradigma cuando se demostró que la tierra y los planetas giran alrededor del sol (Copérnico, Galileo…). Einstein, con su teoría de la relatividad, produjo un profundo cambio de paradigma en la física y en la concepción del espacio y el tiempo. Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela produjeron un cambio de paradigma en la comprensión de la manera como se organiza la sociedad. Jesús de Nazaret, con su predicación y su manera de actuar, produjo un cambio de paradigma en el concepto de Dios y en la práctica religiosa, comparado con el paradigma que tenían los judíos contemporáneos a él, en especial los fariseos. Jesús mismo dijo: «El vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos» (Mc 2,22). La Buena Nueva que él vino a traernos debe ser recibida, hoy, con una mente nueva y un corazón nuevo, y no en los rígidos esquemas de una fanática religiosidad. El concilio Vaticano II produjo un cambio de paradigma en la comprensión de la Iglesia –del modelo “sociedad perfecta” se pasó al modelo “Pueblo de Dios”–, de la relación de la Iglesia con el mundo, de la misión de los laicos, de la vocación universal a la santidad, del sacerdocio común de los bautizados, etcétera. Lástima que muchos se hayan resistido y se resistan a adoptar los cambios propuestos por el Concilio o incluso, con una errónea idea de fidelidad, sean fervientes opositores del Vaticano II. Actualmente, con el papa Francisco, estamos viviendo en la Iglesia un cambio de paradigma en cuanto al papado y a la manera de ejercer el ministerio de la autoridad en la Iglesia. En este mundo cambiante y en esta Iglesia, que debe vivir en un proceso constante de conversión y renovación, la Vida Religiosa no puede quedarse anclada en el pasado, al margen de la historia, ni dejar de preguntarse cuál es el modelo –paradigma– que mejor se adecua a su identidad y a su misión en la Iglesia y el mundo. Del nuevo paradigma que hoy formemos dependerá, en buena parte, lo que sea la Vida Religiosa del futuro. En la historia de la Iglesia, ha habido personas clave que han creado nuevos paradigmas y, con eso, han renovado la Vida Religiosa: Antonio Abad, Benito, Francisco de Asís, Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, el Hermano Roger (Comunidad de Taizé)… El Espíritu Santo nos está impulsando a vislumbrar la meta e ir hacia delante. A nosotras/os, religiosas/os de hoy, nos toca abrir brecha, con «fidelidad creativa» (VC 37). Nos decía Juan Pablo II: «¡Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que construir! Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas» (VC 110). Confiamos en que lectura de este Informativo CIRM te ayude a vislumbrar, desde la altura del presente y con los binoculares de la fe y de la «nueva imaginación de la caridad» (NMI 50), el futuro al que el Espíritu Santo nos está impulsando, y te ayude a identificar o crear algunos rasgos del nuevo paradigma de la Vida Religiosa. Informativo

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 Reflexión Teológica

“Apuntes” para un nuevo paradigma de la Vida Religiosa Recopilador: Fernando Torre, msps

Escucha de la voluntad de Dios, superación de todo egoísmo, libertad de entrega a Dios y a los demás «La obediencia como escucha de la voluntad de Dios, en la moción interior del Espíritu Santo autenticada por la Iglesia, aceptando que la obediencia pase incluso a través de las mediaciones humanas. Recordad que la relación autoridad-obediencia se ubica en el contexto más amplio del misterio de la Iglesia y constituye en ella una actuación especial de su función mediadora. La pobreza como superación de todo egoísmo en la lógica del Evangelio que enseña a confiar en la Providencia de Dios. Pobreza como indicación a toda la Iglesia que no somos nosotros quienes construimos el Reino de Dios, no son los medios humanos los que lo hacen crecer, sino que es ante todo la potencia, la gracia del Señor, que obra a través de nuestra debilidad. “Te basta mi

gracia: la fuerza se realiza en la debilidad”, afirma el apóstol de los gentiles (2Co 12,9). Pobreza que enseña la solidaridad, el compartir y la caridad, y que se expresa también en una sobriedad y alegría de lo esencial, para alertar sobre los ídolos materiales que ofuscan el sentido auténtico de la vida. Pobreza que se aprende con los humildes, los pobres, los enfermos y todos aquellos que están en las periferias


Reflexión Teológica 

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a María sin su maternidad, no se puede comprender a la Iglesia sin su maternidad, y vosotras sois iconos de María y de la Iglesia» (Papa Francisco, Discurso la Asamblea plenaria de la UISG, , 8 mayo 2013).

La pobreza teórica no nos sirve. La pobreza se aprende tocando la carne de Cristo pobre, en los humildes, en los pobres, en los enfermos, en los niños existenciales de la vida. La pobreza teórica no nos sirve. La pobreza se aprende tocando la carne de Cristo pobre, en los humildes, en los pobres, en los enfermos, en los niños. Luego, la castidad como carisma precioso, que ensancha la libertad de entrega a Dios y a los demás, con la ternura, la misericordia, la cercanía de Cristo. La castidad por el Reino de los Cielos muestra cómo la afectividad tiene su lugar en la libertad madura y se convierte en un signo del mundo futuro, para hacer resplandecer siempre el primado de Dios. Pero, por favor, una castidad , una castidad que genera hijos espirituales en la Iglesia. La consagrada es madre, debe ser madre y no “solterona”. Disculpadme si hablo así, pero es importante esta maternidad de la Vida Consagrada, esta fecundidad. Que esta alegría de la fecundidad espiritual anime vuestra existencia; sed madres, a imagen de María Madre y de la Iglesia Madre. No se puede comprender

Un carisma fundamental para el camino de la Iglesia «La eclesialidad como una de las dimensiones constitutivas de la Vida Consagrada, dimensión que se debe considerar y profundizar constantemente en la vida. Vuestra vocación es un carisma fundamental para el camino de la Iglesia, y no es posible que una consagrada y un consagrado no sientan con la Iglesia. Un sentir con la Iglesia, que nos ha generado en el Bautismo; un sentir con la Iglesia que encuentra su expresión filial en la fidelidad al Magisterio, en la comunión con los Pastores y con el Sucesor de Pedro, Obispo de Roma, signo visible de la unidad. […] es una dicotomía absurda pensar en vivir con Jesús sin la

Sólo desde una mirada adorante al misterio de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, sólo desde la profundidad de un silencio que se presenta como seno que acoge la única Palabra que salva, puede desarrollarse un testimonio creíble para el mundo Informativo

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 Reflexión Teológica

Iglesia, en seguir a Jesús sin la Iglesia, en amar a Jesús al margen de la Iglesia, en amar a Jesús sin amar a la Iglesia» (Papa Francisco, Discurso la Asamblea plenaria de la UISG, Roma, Italia , 8 mayo 2013). Contemplando el misterio y cercanos a los pobres «Dos expresiones de la vida de la fe que nos parecen de especial relevancia para testimoniarlas en la nueva evangelización. El primero está constituido por el don y la experiencia de la contemplación. Sólo desde una mirada adorante al misterio de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, sólo desde la profundidad de un silencio que se presenta como seno que acoge la única Palabra que salva, puede desarrollarse un testimonio creíble para el mundo. Sólo este silencio orante puede impedir que la palabra de la salvación se confunda en el mundo con los muchos ruidos que lo invaden. […] El otro signo de autenticidad de la nueva evangelización tiene el rostro del pobre. Situarse junto a quien está herido por la vida no es sólo ejercicio de socialidad, sino ante todo un hecho espiritual. Porque en el rostro del pobre resplandece el rostro mismo de Cristo: “Todo aquello que habéis hecho por uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40)» (Sínodo de los Obispos 2012, Mensaje final, 12). Plenamente disponibles para acudir a las fronteras de la evangelización «El Sínodo pide a las órdenes y congregaciones religiosas que estén plenamente disponibles para acudir a las fronteras geográficas, sociales y culturales de la evangelización. El sínodo invita a los religiosos a avanzar hacia los nuevos areópagos de la misión» (Sínodo de los Obispos 2012, Proposiciones, 50).

Sólo el Espíritu Santo es capaz de dar nueva vitalidad a un organismo 1. Ser apasionados buscadores de Dios (mística) es condición indispensable para ser testigos creíbles de Dios (profecía), en medio de un mundo anémico -por falta de espiritualidad, de valores, de trascendencia- y, al mismo tiempo, inapetente de Dios. 2. A una sociedad fuertemente individualista, los religiosos podemos ofrecer el testimonio profético de comunidades sanas y de relaciones adultas, formadas por religiosos de diversa edad, cultura y nacionalidad; comunidades que se vuelven humanamente atractivas por la caridad y la alegría que reina en ellas. 3. La necesidad de paciencia, entusiasmo y una buena dosis de creatividad para realizar nuestra misión con menos personal, con religiosos de más edad y en un ambiente social contrario o al menos indiferente a la Iglesia, y así responder, como instrumentos de Dios, a las demandas del mundo y a los anhelos del corazón humano. Esto nos exige poner especial cuidado en la dimensión apostólica o pastoral de la formación permanente (cf. VC 71). 4. La necesidad de reestructurar el ejercicio de nuestra misión y, sobre todo, de revitalizar nuestras estructuras y obras apostólicas, de acuerdo a un proyecto de futuro (visión), en misión compartida con los laicos y con otros agentes de pastoral, y en colaboración con otras Congregaciones. 5. Ser conscientes de que la misión de la Iglesia es universal y que, en ella, los religiosos estamos llamados a ir donde el


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Evangelio se desconoce o se ha olvidado, a anunciar en los areópagos de hoy al Dios desconocido, y a ser testigos del amor solidario de Jesucristo para quienes sufren pobreza, violencia, injusticia, exclusión. 6. La necesidad de que, quienes están en el servicio de la autoridad, valoren el carisma congregacional y estén convencidos de la trascendencia que para la Iglesia y el mundo tiene la misión de la Vida Religiosa, y la importancia de comunicar, de manera testimonial, esa convicción a todos los miembros del Instituto, para así mantener viva la esperanza congregacional en estos tiempos de crisis y dificultades. 7. El Espíritu Santo es el único capaz de dar nueva vitalidad a un organismo, incluso puede hacer resurgir la vida donde sólo hay muerte (cf. Ez 37). (cf. P. Fernando Torre, msps, 76ª Asamblea USG, 2010).

y es difícil asumirla incluso en el seno de nuestras comunidades. Pero la comunión es precisamente el signo profético que estamos llamados a dar y que nuestro mundo necesita. Para ser este signo, nuestras comunidades han de asumir un estilo de vida sencillo y estar cerca de la gente. Porque la comunión es un don de Dios y nosotros somos frágiles, será importante poner la comunión en el centro de la oración de la fraternidad. Donde se vive la acogida y la escucha, allí la Vida Religiosa tiene futuro; el compartir, el diálogo y la colaboración harán posible la renovación de nuestras Órdenes y Congregaciones. En nuestras comunidades debe ser posible la interculturalidad: que personas procedentes de diferentes culturas y naciones interactúen entre ellas, se enriquezcan mutuamente y vivan en comunión y solidaridad, en paz y armonía (cf. Fray Mauro Jöhri, ofm cap, 77ª Asamblea USG, 2011).

El Espíritu Santo es el único capaz de dar nueva vitalidad a un organismo, incluso puede hacer resurgir la vida donde sólo hay muerte

Ser metáfora del amor de Dios por la humanidad Recuperar la conciencia de que la profecía de la Vida Consagrada consiste, no sólo ni sobre todo en su acción, sino en : ser metáfora del amor de Dios por la humanidad, memoria viviente del Cristo Resucitado, novedad de vida en el Espíritu, expresión del amor fraterno, su ser solidario con los hombres y las mujeres de este mundo, en particular de los más pobres, explotados y excluidos (cf. Don Pascual Chávez, sdb, 77ª Asamblea USG, 2011).

De la vida común a la comunión de vida «¡La comunión lo es todo!» (José María Arnaiz). Donde hay comunión hay vida y misión. Nuestra comunión tiene su fuente en la vida de la Trinidad. Vivimos en un mundo marcado por la diferencia,

La formación para la vida consagrada en un cambio de época De la formación inicial y permanente depende el presente y el futuro de nuestra vida y misión. La formación es un camino Informativo

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 Reflexión Teológica

La formación es un camino que dura toda la vida. Consiste en dejar que el Espíritu Santo nos vaya transformando en Jesucristo que dura toda la vida. Consiste en dejar que el Espíritu Santo nos vaya transformando en Jesucristo. La formación se realiza en la vida de cada día, en las situaciones que vive la propia comunidad. Debe ser integral; que toque las áreas humana, cristiana y carismática; que abarque a toda la persona: mente, corazón, manos y pies. Ha de ser personalizada y que promueva un auténtico sentido de disciplina. Que acreciente la pasión por Jesucristo y la pasión por la humanidad, y que potencie el amor a la Iglesia, tanto universal como local. Todo ello ha de plasmarse en un Proyecto de formación o Ratio formationis (VC 68). Buscar lo esencial en las tres dimensiones de la Vida Religiosa: espiritual, vida fraterna en comunidad y misión apostólica. Una formación llena de simpatía y empatía por el mundo que Dios ama (cf. Jn 3,16) y, a la vez, crítica con el mundo no querido por Dios (cf. Jn 17,9). Una formación que ayude a «remar mar adentro» (Lc 5,4; cf. NMI 1) y a adentrarse sin miedo en los nuevos areópagos (cf. VC 96-99). Esto pone de manifiesto la importancia de tener formadores adecuadamente preparados, identificados con el carisma congregacional, y que los Superiores Mayores sean «sumamente generosos en dedicar tiempo y las mejores energías a la formación» (CdC 18). (cf. Fray José Rodríguez Carballo, ofm, 78ª Asamblea USG, 2011).

Tareas de la Vida Religiosa Su primera y principal tarea ha sido y sigue siendo ser testigo de Dios, del Absoluto de Dios, percibido como Verdad, Bondad y Belleza. Y la primera contribución que debe ofrecer al mundo de hoy es precisamente darle a Dios. La segunda tarea de la Vida Religiosa es ser experta de comunión, donde mujeres y hombres de diversas edades, culturas y formación se integran en una comunidad, al modo de la primera comunidad cristiana, y poseyendo todo en común tienen “un solo corazón y una sola alma”. Esta nueva forma de relación genera aquellas “minorías creativas” que encarnan un modelo cultural alternativo al modelo imperante. La tercera tarea de la Vida Religiosa es su capacidad de ir a las fronteras sociales, culturales y religiosas e injertarse allí donde se encuentran las mujeres y los hombres más pobres, sea cual fuere el tipo de pobreza (material, afectiva, moral, espiritual), los marginados o privados de su dignidad y de sus derechos, para construir junto con ellos la civilización del amor (cf. Don Pascual Chávez, sdb, 78ª Asamblea USG, 2011). Habitar la cultura digital Los tres grandes modelos de comunicación son: la comunicación dialógica presencial;


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el modelo de los medios tradicionales de comunicación de masa: el cine, la radio, la televisión; y el modelo de comunicación dialógica no presencial, que combina la interacción entre personas con la mediación técnica del ordenador e internet. Este tercer modelo ha dado origen a la cibercultura y ha creado el ciberespacio. Se ha generado una nueva manera de producir, de vender, de aprender, de pensar, de relacionarnos… Algunos desafíos para la misión de las/ os religiosas/os: conocer y valorar la cultura mediática en la que vivimos, descubrir la manera cristiana de estar en las redes sociales, educar para una libertad responsable de interacción en el continente digital, modificar los métodos unilaterales de pastoral y educación teniendo en cuenta la interactividad del receptor, en las diversas etapas de formación capacitar para la comunicación, desarrollar una profunda espiritualidad de la comunicación, vivir una nueva profecía (cf. Hna. Joana Puntel, fsp, 79ª Asamblea USG, 2012). Llamadas a la Vida Religiosa que le vienen del Sínodo 1. Llamada a dejarnos evangelizar, a ser transparencia del Evangelio, «exégesis viviente de la Palabra» (VD 83), a ser nosotros mismos y a vivir la radicalidad evangélica, a prestar especial atención a los tres pilares sobre los que se sostiene la Vida Religiosa: la espiritualidad, la vida fraterna en comunidad y la misión. 2. Llamada especial a ser buscadores de Dios, a vivir en profundidad el primado de Dios en nuestra vida y misión, a dejarnos quemar por él, «para que nuestro fuego pueda encender otros fuegos». Esto supone un encuentro real con Cristo, una

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Llamada especial a ser buscadores de Dios, a vivir en profundidad el primado de Dios en nuestra vida y misión, a dejarnos quemar por él, «para que nuestro fuego pueda encender otros fuegos»

vida de fe hecha de experiencia; una fe viva celebrada y confesada, que sea el manantial de nuestra alegría y esperanza, de nuestro seguimiento de Jesucristo y de nuestro testimonio en el mundo. 3. Llamada a habitar las fronteras, los claustros inhumanos marcados por toda clase de pobrezas. La Vida Religiosa ha de renovar constantemente su compromiso de estar al lado de los pobres y compartir con ellos sus sufrimientos, como lo hizo Informativo

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 Reflexión Teológica

Jesús. «Con ellos y de la mano de ellos, nos hemos de sentir mendicantes de sentido. Con ellos y de la mano de ellos, ese sentido lo encontraremos en Cristo Jesús». 4. Llamada a no quedarnos al margen de algunos desafíos hacia los cuales el hombre de hoy es particularmente sensible, como el desequilibrio ecológico, la constante amenaza de la paz, el desprecio de los derechos humanos, «sino situarnos en los nuevos areópagos de la misión en el mundo de la educación, de las comunicaciones sociales… (cf. VC 96-99)» (cf. Fray José Rodríguez Carballo, ofm, 80ª Asamblea USG, 2012). La Vida Religiosa tiene futuro 1. La crisis es el estado normal de la Vida Consagrada, pues tanto el Evangelio como el servicio a los demás, en especial a los pobres, nos confrontan, nos desinstalan, nos meten en crisis. Esto vale no sólo para la Vida Consagrada, sino para toda la Iglesia. 2. La tensión entre carisma e institución es congénita. Por eso se requiere acercamiento, diálogo y voluntad de entendimiento en ambas partes. 3. En el Vaticano II, el Dios de la historia ya nos dio muchas respuestas para las actuales preguntas que en la Iglesia nos hacemos y que el mundo nos hace. La actual crisis es la gran oportunidad para ir a lo esencial, para volver al Evangelio, para purificar nuestra fe y avivar la esperanza. La crisis es el tiempo de la creatividad. 4. Los cambios culturales han afectado el modo como hoy debemos realizar el servicio de la autoridad. La Vida Religiosa puede y debe ser un ejemplo para la

La crisis es el estado normal de la Vida Consagrada, pues tanto el Evangelio como el servicio a los demás, en especial a los pobres, nos confrontan, nos desinstalan, nos meten en crisis sociedad de cómo elegir a sus líderes y de cómo ejercer la autoridad. 5. El pastor –como dijo el papa Francisco– debe oler a oveja, pero también debe oler a biblioteca, pues sólo una reflexión constante y profunda le permitirá visualizar el futuro y lo capacitará para abrir caminos para alcanzarlo. Es necesario estudiar qué tipo de ejercicio de autoridad y qué tipo de obediencia es más evangélico. 6. Más que crisis de obediencia –porque, aunque reclamen, los religiosos acaban por obedecer– hay crisis de liderazgo: algunos se resisten a aceptar ese ministerio; otros no saben ejercerlo evangélicamente. 7. Somos la generación del discernimiento. Por eso, es fundamental saber cómo hacer discernimiento, sobre qué discernir y cómo formar una verdadera comunidad-endiscernimiento. 8. La Vida Religiosa tiene futuro. Tenemos una visión que nos llena de esperanza y nos mueve a caminar. Tenemos una agenda: ¡hagamos lo que debemos hacer! (cf. P. Adolfo Nicolás, sj, 81ª Asamblea USG, 2013).


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La Era de la Mariposa

Nuevos paradigmas y espiritualidad de la Vida Religiosa Simón Pedro Arnold, osb

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adie se atrevería a negarlo: las Iglesias y, más generalmente, las religiones, atraviesan por una crisis, en muchos aspectos, mortal. Por cierto, las manifestaciones religiosas más fanáticas y más premodernas abundan. Las formas más irracionales y retrógradas de comportamiento religioso parecen tener, hoy, un asombroso éxito, tanto en Estados Unidos como en otros muchos lugares del planeta. Sin embargo, no dudaría en afirmar que este éxito está ligado, precisamente, a la fuerte carga de angustia que produce una coyuntura de cambio de época. Se trata del reflejo sin futuro de una desesperada búsqueda de seguridades.

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 Reflexión Teológica

En efecto, no hay que confundir éxito de moda efímera, y sentido a largo plazo. Ya es imposible, hoy, ocultar la profunda inadecuación del discurso y del universo simbólico religiosos en contexto de postmodernidad. Muchos son los autores, en estos tiempos, tanto creyentes como agnósticos, que auguran la pronta obsolescencia de los sistemas religiosos, bajo sus formas tradicionales, y el surgimiento progresivo de una nueva era espiritual de carácter místico1. En esta etapa evolutiva, las religiones que ofrezcan una verdadera y convincente propuesta mística, más allá de las camisas de fuerza de las normas morales, de las cosmovisiones míticas y del dogmatismo doctrinal premoderno, tendrán alguna esperanza de encontrar acogida en estos nuevos tiempos en dolores de parto. En el contexto cristiano, y más particularmente, en el mundo de los religiosos y religiosas, esta toma de conciencia recién está aflorando, a pesar de lo ya antiguo de muchas de las preguntas hechas al pensamiento religioso desde el Renacimiento. Es urgente, por lo tanto, atender, por fin, esto que se suele llamar los “nuevos paradigmas”. Nos toca reelaborar todo el discurso creyente, nuestras teologías, antropologías y estilos. Abandonando, de una vez, las tentaciones reaccionarias recalcitrantes que intentan afirmar la vigencia de los antiguos modelos, se nos pide abordar, con lucidez, modestia y valentía, estos desafíos. De esta opción dependen, no

Muchos son los autores, en estos tiempos, tanto creyentes como agnósticos, que auguran la pronta obsolescencia de los sistemas religiosos, bajo sus formas tradicionales, y el surgimiento progresivo de una nueva era espiritual de carácter místico solamente la pertinencia histórica futura de nuestra fe, sino, simplemente, nuestra supervivencia como propuesta de sentido. En esta reflexión, desde la perspectiva específica de la Vida Consagrada, tomaremos en cuenta los “nuevos paradigmas”, en el sentido de “maneras de comprender la realidad”. Pero, también nos ocuparán los “nuevos escenarios”, es decir las formas concretas de vida y sus opciones múltiples, que brotan, justamente, de dichos paradigmas. ¿Nuevos paradigmas o nuevos escenarios? En esta primera parte, quisiéramos, a modo de introducción, hacer un inventario

1 Ver entre muchos otros M. Gauchet, W. Jäger y R. Lenaers.


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sistemático y general de lo “nuevo” con lo cual nos toca debatir en estos tiempos. Cuestionamiento antiguo y vieja resistencia Si somos honestos, tenemos que reconocer que dichos famosos paradigmas no son nada nuevos, en realidad. Desde que la nueva racionalidad científica empezó a cuestionar la validez y vigencia de la racionalidad mítica, a partir del Renacimiento y en las alboradas de la modernidad, la Iglesia ha dedicado gran parte de sus energías a resistir a lo que le parecía, con razón, la mayor amenaza a su poder hegemónico sobre las conciencias y las mentalidades. Esta lucha secular tiene sus grandes figuras martiriales emblemáticas, como Galileo (hoy rehabilitado), y tantos otros. Cuantos avances científicos y de la simple libertad de pensar y actuar tuvieron que desplegar estrategias de clandestinidad frente a la Iglesia para poder lograr resultados. Prácticamente todos los grandes pasos de la inteligencia humana, en los últimos 500 años, incluyendo los que las Iglesias asumen hoy como compatibles con la fe, fueron primero condenados con fanatismo. No por ser más reciente es menos significativa la polémica engendrada por las nuevas conciencias democráticas, desde las grandes revoluciones, francesa y americana. El tema de los Derechos Humanos, con sus diferentes etapas de evolución, encontró siempre (y sigue encontrando en nuestro medio) una ardua

oposición de las Iglesias, largo tiempo identificadas con el Antiguo Régimen. No es la tardía y ambigua reconciliación inaugurada por Vaticano II y sus herederos en los diversos continentes, que puede borrar, no sólo el recuerdo, sino, sobre todo, la tentación siempre emergente de las antiguas posturas eclesiásticas. Este viejo debate, con sus persistencias recalcitrantes en los preocupantes neoconservatismos de hoy, explica porqué, en la perspectiva moderna, las Iglesias siguen cargando con una gravísima hipoteca de oscurantismo científico y de violencia antidemocrática. Volveremos a este tema más adelante. Nuevas conciencias y grandes duelos religiosos Varios autores asumen hoy la necesidad de abordar la realidad, en su conjunto, de manera evolutiva. Algunos, como el benedictino alemán Jäger,2 optarían, incluso, por una “teología evolutiva”. Todo discurso sobre la realidad tendrá, en adelante, que trabajar desde la evolución de las conciencias humanas, dentro del concepto más amplio de un universo globalmente en expansión. Hemos evolucionado, primero, de lo prehumano sin conciencia (¡16.000 millones de años sin nosotros!), a lo humano arcaico, con su pensamiento mágico y, posteriormente, mítico. En lo que nos concierne, es urgente denunciar, en nuestro pensamiento religioso contemporáneo, la inmensa cantidad de referencias de tipo mágico y mítico que

2 Ver W. Jäger o.s.b..: La Ola es el Mar

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 Reflexión Teológica

inspiran todavía nuestra cosmovisión, nuestras antropología y teología cristianas, como, más aún, nuestras prácticas rituales y celebrantes y nuestras catequesis. Los cristianos de mínima formación científica, que son la inmensa mayoría, incluso en los lugares más apartados de nuestros continentes pobres, tienen que hacer malabares cerebrales que los condenan a una especie de esquizofrenia espiritual. Por una parte, toda su comprensión de la realidad se apoya, en adelante, en la convicción científica que sólo existe “un” mundo. Pero, cuando se trata de entrar en el campo de la religión, todo tiene que ser expresado en la afirmación mítica de la dualidad de los mundos, el de aquí y el de allá. La oración, la ética, la liturgia y las esperanzas escatológicas están construidas sobre estos a priori obsoletos, hoy en día,

Los cristianos de mínima formación científica, que son la inmensa mayoría, incluso en los lugares más apartados de nuestros continentes pobres, tienen que hacer malabares cerebrales que los condenan a una especie de esquizofrenia espiritual

desde el punto de vista la evolución de las conciencias. Es como si tuviéramos que congelar la parte de nuestro cerebro que piensa y siente en moderno, cuando entramos a la iglesia o abordamos las cuestiones de nuestra fe y de nuestra esperanza. Esta situación plantea una pregunta fundamental: ¿en qué medida el discurso religioso (teología, ritualidad, dogmática etc.) está todavía habilitado para explicar el “cómo” del mundo y del universo e, incluso, para darle sentido? Dejemos las viejas tentaciones mecanicistas, teístas y, finalmente, materialistas del discurso creyente. Su función y tarea, muy modestas por cierto, ¿no serían, simplemente, interrogar la realidad desde la fe y celebrar la fe desde la realidad, de tal manera que el creyente, a partir de su experiencia mística, se comprometa consciente y libremente en dicha realidad? Es hora de dejar la responsabilidad de la “explicación” (el “cómo” universal de las cosas) a la búsqueda científica. En cuanto al “sentido”, me pregunto si, desde el punto de vista humano, existe en sí, o si hay que construirlo constantemente, en una comprensión evolutiva, a través del debate plural de las ciencias, filosofías, convicciones y místicas. ¿Qué nos queda entonces? La fe y la mística, con la ética que brote de ellas. Para nosotros cristianos, lo que nos queda es Jesús y su Palabra, y punto. La segunda etapa de la evolución de la conciencia humana concierne el advenimiento del sujeto. En el Occidente, esta eclosión se da al fin de Medioevo (el amor cortés, por ejemplo) y se desarrolla de manera definitiva a partir


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del Renacimiento. En el Cristianismo, la Reforma fue, sin lugar a duda, la manifestación más profunda de la reivindicación del sujeto. La prioridad de la persona en la cosmovisión occidental encuentra también en las Escrituras y la Tradición cristiana fuentes sublimes de inspiración a pesar de las contradicciones señaladas en la etapa anterior. En esta etapa de la conciencia personal, se inaugura el debate entre el sujeto y las creencias míticas premodernas, heredadas del discurso pre-personal. El ateísmo moderno participa de este debate de manera paradigmática. En este sentido, agnosticismo y ateísmo fueron, y son,

Por primera vez hoy, uno está llamado a “volverse” creyente, en un heroico debate de libertad con su “ateísmo nativo” quizás, etapas necesarias, en el nivel de las creencias religiosas, para acceder a la verdadera experiencia de la fe, de orden místico. Presenciamos la emergencia de la primera generación, en la Historia humana, que es concebida y nace atea. En el pasado, por el contrario, uno era concebido creyente, de alguna manera, y el ateísmo surgía como una conquista de la libertad humana. Por primera vez hoy, uno está llamado a “volverse” creyente,

en un heroico debate de libertad con su “ateísmo nativo”. Muchos autores piensan que estamos llegando a una nueva etapa de la evolución de la conciencia humana que Jäger llama “conciencia trans-personal” o “supra-personal”. La fe, como experiencia mística, es la manera específicamente religiosa de acceder a este nivel de conciencia donde el yo se relativiza como una simple mediación, para acceder a un espacio de comunión con el Todo, con el universo en su vitalidad eterna, con el Dios que se confunde con la Vida, según la expresión de san Juan. Indudablemente, esta evolución de la conciencia humana implica, para el creyente, asumir grandes y dolorosos Informativo

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duelos para poder vivir su fe a partir de nuevos presupuestos. Desde tiempo, ya, se habla de los tres grandes duelos de la modernidad: el duelo geocéntrico con Copérnico (la tierra no es el centro del mundo). El duelo antropocéntrico con Darwin (el ser humano no es la razón de ser del universo sino el fruto, sublime pero azaroso, de la evolución y de una misteriosa selección de las especies). El duelo ético moral con la teoría del inconsciente de Freud. Pero en adelante, tendremos que procesar permanentemente muchos nuevos duelos más, en cuanto a la imagen de Dios, las fórmulas premodernas del Credo, el monopolio universal de la verdad confesional, el estatuto del otro (la mujer, los demás pueblos, los homosexuales, las demás religiones etc…). Es la hora de reconstruirnos a través del “inter”: diálogo interreligioso, ateismo y fe, debate interdisciplinario entre las ciencias y la mística, forum de diversas experiencias y concepciones de lo divino. De una vez, asumamos que, sí, existe “un sólo mundo” y que, sin embargo, como dicen los alter-mundialistas, “otro mundo es posible” (y deseable), a través de este maravilloso y eterno debate. Es la hora de pasar de la ilusión mítica a la búsqueda de una verdadera experiencia simbólica a la altura de las nuevas conciencias y de sus reivindicaciones. Se me antoja imaginar la coyuntura por la que está pasando el creyente, como la experiencia del gusano que, en una noche solitaria y angustiada, pasa al estatuto de mariposa. Estamos entrando a la “era de la mariposa”. Por cierto, la era del gusano era más segura en su pesadez arrastrada

en el piso, con su horizonte tan limitado que casi se confundía con la ceguera. La vida de la mariposa, en cambio, es ligera, insegura, frágil y efímera. Pero ¡qué belleza, qué libertad de vuelo, qué horizonte…! Impacto de los nuevos escenarios en la Vida Consagrada En esta segunda parte, intentamos dibujar un doble diagnóstico de la Vida Consagrada a la luz de los retos evocados más arriba. Primero, nos dedicaremos a auscultar la realidad interna que nos aqueja para pasar, después, a interrogar las interpelaciones externas que nos solicitan como religiosos y religiosas. Escenarios internos Acogiendo la intensa ola de críticas, no siempre muy acertadas, que nos vienen de la institución eclesiástica y de los

La primera y principal crítica concierne nuestra tendencia histórica a perder nuestra genuina identidad laical, para asimilarnos al mundo clerical


Reflexión Teológica  17 medios más conservadores de la Iglesia, es hora, ante todo, de hacer nuestra propia autocrítica. La primera y principal crítica concierne nuestra tendencia histórica a perder nuestra genuina identidad laical, para asimilarnos al mundo clerical. La razón de ser y el origen de la Vida Religiosa tienen que ver, precisamente, con una crítica y una ruptura con una Iglesia exageradamente clerical. En este sentido, como Jesús, y con todo respeto por el clero, nuestra opción es un cuestionamiento de los abusos y traiciones de una Iglesia instalada en los hábitos de poder. Hay que reconocer que el conjunto de la Vida Consagrada ha caído, desde mucho tiempo, tanto los hombres como las mujeres, en esta trampa y esta tentación del poder clerical. Si somos sinceros, constataremos que, de nuestra marginalidad nativa, pronto nos hemos replegado hacia los espacios cómodos del “centro”. Pasamos más de 90% de nuestro tiempo y dedicamos la mayor parte de nuestros esfuerzos a consolidar la institución. De gente de intemperie, nos hemos transformado en sacristanes, funcionarios del aparato. El reto prioritario, para nosotros y nosotras, por lo tanto, es la “desclericalización” de nuestras mentes, de nuestros estilos y de nuestras obras. Urge reanudar con nuestra identidad protestataria desde el margen, desde estos nuevos escenarios de los que hablamos, y desde el Evangelio. En definitiva, la Vida Consagrada no es la “elite” de un sistema institucional, sino una escuela de discipulado en el hoy de la Cultura y de la Historia.

En definitiva, la Vida Consagrada no es la “elite” de un sistema institucional, sino una escuela de discipulado en el hoy de la Cultura y de la Historia Para operar esta conversión y este “retorno profético” a lo nuestro, es indispensable romper con el modelo burgués inconsciente, que caracteriza nuestro estilo de vida y nuestra mentalidad, para repensarnos y revivirnos como “parábola de Reino”. La segunda tarea que nos incumbe, tiene que ver con el campo de la ética y de la moral, y su consiguiente replanteo de la ascética, propia de todo camino de conversión. Nadie duda que estemos pasando por una grave crisis ético-moral. Nuestros estilos de vida y nuestro mundo relacional, que se trate de la afectividadsexualidad, del poder o de la economía, están, muchas veces, en contradicción con el evangelio. En estos tres ámbitos, somos inconsistentes e incoherentes. Esto explica porqué, con una ascesis y una moral “light”, la Vida Consagrada crea modelos que me atrevería a llamar “patógenos”, tanto en el comportamiento afectivosexual como en el ejercicio de la autoridad o el manejo de los bienes, materiales y Informativo

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otros. Producimos patologías y, muchas veces, no somos felices. Pero, podría ser que la clave que abre todas las puertas de nuestro laberinto actual, tenga que ver, más bien, con la crisis mística de la Vida Consagrada. Nuestra opción de vida, que tendría que ser una rica escuela mística de discipulado, adolece de una pobreza espiritual catastrófica. El primer espacio donde se experimenta este drama es la liturgia. Nuestra manera de celebrar se ha vuelto casi estéril, rutinaria, desfasada. Me pregunto muy seriamente si creemos, de verdad, en lo que decimos y celebramos en la liturgia. Nuestro mundo ritual, además de ser muy pobre, me parece estar en ruptura con el verdadero mundo de signos y significaciones en el cual nos movemos en la vida real.

En la Tradición de las Iglesias, la liturgia no es simplemente un espacio de cumplimiento normativo y disciplinario, sino el crisol del pensamiento teológico, la fuente espiritual de la experiencia mística, el maná de la vida comunitaria y el viático de la misión


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En la Tradición de las Iglesias, la liturgia no es simplemente un espacio de cumplimiento normativo y disciplinario, sino el crisol del pensamiento teológico, la fuente espiritual de la experiencia mística, el maná de la vida comunitaria y el viático de la misión. Una liturgia desarticulada de la vida tiene consecuencias inmediatas sobre todos los espacios de nuestros compromisos como consagrados, y consagradas. La consecuencia de esta crisis se expresa de dos maneras: algunas comunidades dejan, simplemente, de celebrar la fe, y entran en una lógica totalmente secularizada, y otras se acomodan de una celebración mediocre, donde el encuentro con Dios ha sido sustituido por el cumplimiento y la preocupación moralizadora, o unas devociones chatas e infantiles. Ninguna de estas alternativas lleva a una verdadera experiencia de discipulado. En la misma línea, el discurso religioso que utilizamos, tanto dentro de la comunidad como afuera, en la catequesis por ejemplo, ha entrado en una verdadera debacle de sentido. Ni los que lo utilizan creemos ya en él, a menos de operar un ejercicio de contorsionismo intelectual y espiritual que nos deja inertes. Esta crisis de la Palabra, en sentido amplio, explica porqué existe tal abismo entre lo que proclamamos y lo que vivimos. Esta práctica, típicamente nuestra, de lo que, en francés, se llama la “lengua de madera”, para significar un discurso ideológicamente “correcto”, pero ininteligible y, sobre todo, carente de verdadera adhesión, tanto de parte del emisor como del receptor, nos lleva, como

ya lo dije, a una especie de esquizofrenia religiosa. Finalmente, muchos autores señalan cómo, en la Iglesia católica en particular, lo dogmático-doctrinal se ha convertido en la condición de toda palabra. Es como sí, el catecismo o la dogmática pusieran condiciones a la comunidad para acceder al Espíritu. Lo cual reduce la mística, por definición incontrolable, a una experiencia marginal y siempre sospechosa entre nosotros. La pregunta al final de este requisitorio, un tanto severo, es la de saber si queremos seguir siendo levitas o vestales, cuidando el fuego sagrado de un sistema moribundo, o si queremos reanudar con nuestra vocación profética. ¿Seremos los heraldos del “continuismo” suicida o los pioneros arriesgados del “cambio de Dios”? Escenarios externos El documento final de la conferencia de Aparecida nos invitaba a dejar, por un tiempo, los escenarios institucionales. Nos instaba a aventurarnos en el territorio abierto del mundo contemporáneo, a partir al encuentro de sus preguntas, sufrimientos y sensibilidad, sin querer, a priori, responder a todo, sino en actitud de humilde escucha. Desgraciadamente, lo que llamamos la Misión Continental ha perdido completamente esta perspectiva y se dedica, más bien, a buscar todos los medios de recuperar los pasajeros que han huido del barco en perdición. Nos hemos olvidado de preguntarnos seriamente, primero, el porqué verdadero de este abandono masivo. Informativo

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Ojalá no se pueda decir lo mismo de la Vida Consagrada en su misión específica. Es urgente romper con las tareas del templo, como lo anunciaba Jesús a la samaritana en Juan 4, y dirigirnos hacia los espacios marginales. Lo nuestro es el pozo de Jacob o la piscina probática, en las afueras del territorio judío o del recinto del templo. Desde esta marginalidad reencontrada, se trata, en primer lugar, de recrear verdaderos espacios para Dios. Nuestros contemporáneos lloran por encontrar caminos, herramientas y llaves para emprender la aventura espiritual, en el sentido más profundo. En vez de eso, les ofrecemos “cantitos y estampitas”, baratos y bien pulidos en el taller de la palabra “ortodoxa”. ¿Cómo asombrarnos, entonces, que nos abandonen, para buscar en otras religiones, otras filosofías, lo que nos hemos negado a brindarles desde nuestra propia Tradición espiritual enmudecida? Urge abrir espacios no institucionales de búsqueda del sentido, de lo sagrado, de la experiencia mística de calidad, en la perspectiva transpersonal señalada en nuestra primera parte. Esta opción nos llevará, por cierto, a renunciar a nuestra cosmovisión mítica premoderna, para identificarnos con una red de pequeñas bollas que se hacen signo a lo lejos, en un mar embravecido y en medio de la noche más negra. Como se adivina, esta nueva visión supone que la Vida Consagrada sea para minorías proféticas y no para rebaños conformistas. Al reanudar, como lo sugeríamos más arriba, con nuestra identidad laical, podremos estar en comunión con el

Nuestros contemporáneos lloran por encontrar caminos, herramientas y llaves para emprender la aventura espiritual, en el sentido más profundo. En vez de eso, les ofrecemos “cantitos y estampitas”, baratos y bien pulidos en el taller de la palabra “ortodoxa” mundo laico. Si nos desclericalizamos, dejaremos atrás nuestra actitud paternalista para con los laicos, renunciando a verlos siempre como menores de edad en la Iglesia, y empezaremos a caminar a la par con ellos. No se trata de crear pseudo familias laicales de nuestras espiritualidades, para compensar la escasez de vocaciones y consolarnos de nuestra pérdida de audiencia. Hay que recrear una manera de ser hombres y mujeres de hoy caminando, por igual, con los hombres y mujeres de hoy. A nosotros nos toca atender esta eclosión dolorosa de lo que llamamos las nuevas conciencias, hacer de nuestras comunidades verdaderos albergues del “Buen Samaritano”, para los heridos del camino postmoderno. Pero, más allá de estos espacios nuevos de corte propiamente espiritual, creo que


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es tiempo de aventurarnos de nuevo en el escenario de la cultura. En la Historia nuestra, siempre los religiosos y religiosas hemos estado atentos a los movimientos culturales, siendo parte, no por poco, de la creación de lo nuevo. Que se trate del arte, de la ciencia, del pensamiento o de la investigación, son legiones los religiosos y religiosas que dieron su valiosa cuota al progreso cultural de la humanidad. Debemos reconocer nuestra pobreza en estos campos hoy en día, distraídos que estamos, desde demasiado tiempo, por las tareas eclesiásticas internas. Es hora de salir al encuentro de los movimientos culturales, ahí donde se piensa y se crea, y desatarnos, de una vez, de la preocupación exclusiva por la “implantación de la Iglesia”. Es el tiempo del compañerismo humilde y pluralista con la humanidad, y no del protagonismo grandioso y prestigioso desde la institución. En este vuelco radical, el campo de la educación cobra una importancia particular. Siempre los religiosos y religiosas hemos sido maestros y maestras, educadores. Esta misión sigue siendo prioritaria. Sin embargo, hay que preguntarnos si nuestras redes y modelos de educación promueven el continuismo o favorecen la eclosión del mundo nuevo según el evangelio y conforme a las nuevas conciencias. Para garantizar una educación que no vaya a contracorriente de la Historia, es importante también atender la nueva toma de palabra múltiple de las mujeres, del mundo indígena, de los jóvenes, de todas las minorías etc. Finalmente, como eje transversal de esta nueva ubicación en el mundo,

es responsabilidad nuestra ensayar activamente una nueva simbólica, desde la poesía, desde el arte y la ciencia. Que no seamos espectadores pasivos y nostálgicos de lo que nace sino, junto con muchos otros, pioneros y parteros entusiastas. Un reto pascual para nuestro tiempo Es conveniente ahora, a modo de conclusión de estas reflexiones, intentar una síntesis teológica de las intuiciones compartidas. Me propongo hacerlo desde la categoría pascual. Lo que estos nuevos paradigmas y escenarios nos exigen, es una verdadera experiencia pascual desde la cruz y hacia una resurrección. ¿Cuáles son nuestros “Gólgotas”? Parto de nuevo de lo que llamé, más arriba, la “hipoteca histórica” que pesa sobre la Iglesia y, por lo tanto, sobre nosotros: la identificación del cristianismo histórico con la violencia, el oscurantismo y el autoritarismo antidemocrático. La crítica de la sociedad y de la cultura laicas (en el sentido profano de laicidad moderna) no es solamente malévola, como se dice muchas veces en los medios eclesiásticos. Tiene un fundamento real. En el inconsciente de esta cultura, estamos identificados con el oscurantismo y el autoritarismo, basados en presupuestos anticientíficos. Aún si esta crítica es, evidentemente, exagerada, una vez más nos toca acatar su parte de verdad. Allí está plantada nuestra cruz desde donde hay que morir para resucitar. Otro “Gólgota” nuestro, como Vida Religiosa latinoamericana, tiene que ver con el fracaso de los intentos recientes de reformas de nuestras instituciones y estilos. Debemos reconocer, con Informativo cirm  enero-febrero 2014


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En el inconsciente de esta cultura, estamos identificados con el oscurantismo y el autoritarismo, basados en presupuestos anticientíficos dolor, que tanto la “inserción” como la “inculturación” y la “refundación” de la Vida Consagrada, que habían movilizado nuestras utopías desde unos 50 años, han desembocado en un impasse.

Este fracaso se aúna al fracaso del Concilio y al estancamiento de la Teología de la Liberación. Estos dos acontecimientos proféticos aparecen, hoy en día, como los últimos “grandes relatos” de la época moderna y, a la vez, algo como sus “cantos del cisne”. Urge ahora entrar en un silencio místico, para fraguar pacientemente, en el crisol de la postmodernidad, con sus nuevos paradigmas, una palabra radicalmente nueva. Esta coyuntura de muerte es el terruño de la experiencia pascual a la que parece llamarnos Dios: ¡“hay que morir para poder vivir”! Ya no conviene lamentarnos, como los discípulos de Emaús, después de la frustración de la cruz. Heredamos del pecado de la Iglesia y de nuestro propio pecado.


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En cuanto al estancamiento de los intentos postconciliares de reforma de la Vida Consagrada, por ejemplo, tenemos que confesar que nos quedamos, en buena parte, al nivel de las intenciones. Pero, pocas veces pasamos a las renuncias y conversiones que implicaban estas nuevas pistas. En lo que toca al Concilio y a la Teología de la Liberación, hay que constatar un cierto grado de ingenuidad, tanto frente a las poderosas resistencias de las masas y de los sectores conservadores, como a propósito de estos nuevos paradigmas y escenarios que ni pasaron por nuestras imaginaciones. “Renacer del Espíritu” Lo único que nos queda, y lo encuentro realmente providencial, es “renacer del Espíritu”. Habrá que cultivar lo que llamaría una sabia disciplina del “olvido” (de las modalidades seculares de vernos a nosotros mismos), para hacer a lo nuevo, ingenuamente, la experiencia del Evangelio como ruptura universal. Es hora de retornar a nuestro espacio de origen: el desierto, como lugar donde el Señor habla al corazón arrepentido. En este renacer del Espíritu, sin embargo, y muy paradójicamente, tendremos que repensar y retrabajar el rol del cuerpo y la afectividad. La nueva cultura reivindica vivir el cuerpo como lugar espiritual, lugar teológico, lugar de Dios. Reconozcamos nuestro enorme déficit en la materia. Retornar al “estado de Parusía” Asimismo, nos toca reanimar un “estado de Parusía”. La Vida Religiosa nació cuando las comunidades cristianas,

En este renacer del Espíritu, sin embargo, y muy paradójicamente, tendremos que repensar y retrabajar el rol del cuerpo y la afectividad. La nueva cultura reivindica vivir el cuerpo como lugar espiritual, lugar teológico, lugar de Dios decepcionadas por el retraso indefinido del retorno de Cristo, se instalaron para durar e implantarse como sistema de sociedad. Nuestros antepasados no quisieron resignarse a esta situación, y propusieron una alternativa simbólica, la Vida Consagrada, como una propuesta de estar en permanente estado de Parusía: espera, intemperie, libertad profética, etc. Hay que retomar esta intuición fundacional y abandonar todo lo que la desmiente. Finalmente, es responsabilidad carismática nuestra emprender una valiente y seria reconciliación entre religión, como sistema cultural significativo, y mística como experiencia libre y liberadora de Dios. Urge reabrir las fuentes tan abundantes de la Tradición mística y espiritual del Cristianismo, cerradas indebidamente por los “levitas” y las “vestales” y sus controladores canónicos y dogmáticos. Informativo

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Tecnologías de la Información y Vida Consagrada Fr. Omar Gómez, ocdb

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s extraordinario caer en la cuenta cómo las tecnologías de la información, las redes sociales y en general los gadgets me acompañan a lo largo del día. Al escribir estas líneas, ya me he puesto al tanto en mi correo electrónico, he aceptado algunas solicitudes de amistad y hasta he conocido las nuevas tendencias en algunos hashtags, pero, ¿qué tiene que ver todo esto con mi vida como consagrado? ¿Favorecen las tecnologías de la información a la Vida Religiosa? Es evidente que, las tecnologías de la información y con ellas las redes sociales, nos ayudan a que las distancias físicas, que antiguamente eran un problema para nuestra

comunicación, ahora ya no lo sean, la distancia se ha reducido a un click, ¿pero, este acceso nos ha ayudado a comunicarnos de manera más efectiva, a que nuestra comunicación sea de calidad? Hoy en día, los jóvenes tenemos acceso a esta tecnología que nuestros hermanos mayores no disponían, hacemos uso de esta herramienta en la formación, en la promoción de nuestro carisma, qué decir de la cantidad de jóvenes que se enteran y entran en contacto con nosotros en la promoción vocacional por medio del internet, pero también en ocasiones nos aislamos en ella. Parece que tenemos un anhelo de comunicarnos y estar


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“conectados”, pero también es evidente que hemos deteriorado hasta llegar a la superficialidad en la comunicación, en la conexión y probablemente el mayor delito lo hemos cometido dentro de las redes sociales con la amistad y con ellas a nosotros mismos. Las nuevas herramientas son oportunidad para que la Vida Religiosa retome el ejemplo del apóstol misionero y lleve la fe a esta aldea global, apueste por los jóvenes –y los no tan jóvenes– para mostrar con el ejemplo que se pueden recuperar la comunicación efectiva, la conexión y la amistad a ejemplo de Jesús. Compartir la Buena Nueva en este contexto es poner esta tecnología al servicio de la Palabra, asegurando con firmeza que el internet nos puede proporcionar, por efecto y no por intención, la calidad de los encuentros.

Encuentros con creyentes y con no creyentes, un camino que debe llegar a la meta de la apertura en diálogo. Santa Teresa dice que “hay de estar, a estar.” La comunicación no es sólo un intercambio de datos, cada vez más se desea compartir. Compartir la vida, la fe, la vocación, los anhelos, las esperanzas. Este espacio se nos ofrece como opción para comunicar, para propiciar sobre todo el diálogo, el intercambio, la solidaridad. Seamos instrumentos de verdad, anuncio y autenticidad en este medio tan carente de ellas. Se ha hablado de los peligros que puede tener el internet y las redes sociales en los jóvenes. Tal vez sea joven y no alcanzo a verlos por completo. Pero estoy convencido que no debemos tomar medidas drásticas que restrinjan su uso. Por el contrario creo que debemos ocuparnos de formar criterios sólidos de referencia que nos ayuden a crecer en la libertad.

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Identidad y misión de los laicos en la Iglesia: un reto para la Vida Religiosa Espino JL

P

ese a que hoy día se habla mucho y se defiende la importancia del sacerdocio común, en nuestras prácticas cotidianas siguen apareciendo con frecuencia unas marcadas diferencias de trato entre las distintas vocaciones y ministerios eclesiales. Hay quienes todavía creen que los laicos no tienen ninguna función


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eclesial, o que, a lo mucho, están supeditados al monopolio que detentan los clérigos y religiosos consagrados en la vida interna de la Iglesia. Las prácticas despóticas, arrogantes y despreciativas que muchos presbíteros y consagrados llegan a ejercer contra los laicos, pertenecen, por lo regular, a una ideología heredada de una Iglesia vertical, jerárquica y piramidal, donde los laicos tienen que dejarse llevar en una obediencia incuestionable y hasta irracional. Estos hechos corresponden a una eclesiología de sociedad desigual que, por supuesto, aún tenemos que corregir. El movimiento monástico del siglo IV, que terminó subrayando una depreciación de los cristianos que viven en el mundo, así como la repartición de ámbitos entre Iglesia (jerarquías eclesiales) y mundo (laicado) iniciada a comienzos del primer milenio, empobreció la teología del laicado, y ha heredado a nuestros sistemas de formación en seminarios y comunidades religiosas una gama de ideologías que poco concuerdan a lo que el Vaticano II señaló con firmeza en lo relativo a la identidad del laico. Así pues, los objetivos que persigue este texto son los de abrir una reflexión en lo concerniente al proceso histórico de este hecho y sus respectivas implicaciones en el mundo actual. Lo que pretendo es precisar los fundamentos de la eclesiología de comunión, que repercuten en la promoción y valoración del estado laical.

Esbozo histórico de la identidad y misión de los laicos en Iglesia Previo a un desarrollo contextualizado de la identidad de los laicos en la Iglesia, me permito rememorar los tiempos del inicio del cristianismo. ¿Para qué? Sencillamente para destacar que, inicialmente, en la Iglesia no existía el concepto de “laico”. En el Nuevo Testamento se habla tan sólo de discípulos, de cristianos, de fieles o de creyentes, de elegidos o santos, etc. En este sentido, se resaltó lo comunitario y la dignidad común de todos (lo cual no suprime la existencia de funciones ministeriales importantes). La comunidad eclesial arrancó del mismo Jesús, marcando sus elementos congregacionales y asambleísticos1. Con el paso del tiempo, y en el proceso evolutivo de la Iglesia, se fue marcando

En la Iglesia no existía el concepto de “laico”. En el Nuevo Testamento se habla tan sólo de discípulos, de cristianos, de fieles o de creyentes, de elegidos o santos, etc.

1 Juan Antonio Estrada Díaz, La identidad de los laicos. Ensayo de eclesiología, San Pablo, México 1994, p. 111.

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entre ministerios una estructura a la manera de escalofones. Expresamente en el siglo XII (y siguientes), el laico llegó a identificarse por completo en la base de una pirámide bien jerarquizada, cuyos niveles más altos eran ocupados por los ministros ordenados, por los monjes y las vírgenes consagradas2. Fue en esa época donde se alcanzó una división claramente delineada entre el ámbito espiritual y el terrenal: en el lado izquierdo se colocaba a los laicos, quienes se dedicaban a lo terreno; y al lado derecho, a los clérigos y religiosos, los cuales eran dispensadores de las cosas que pertenecían a la esfera espiritual. El modo de pensar y de actuar de la época medieval hizo perder de vista durante mucho tiempo la dignidad fundamental de todos los fieles y de la vocación laical. En general, se consideraba

Dicho autor propuso superar lo que él mismo llamó una “jerarcología”, es decir, la tendencia a sobrevaluar los aspectos institucionales y jerárquicos de la Iglesia

que los clérigos y los religiosos detentaban una dignidad más perfecta. Cuando pareció remediarse tal situación, concretamente cuando Martín Lutero propugnó que sólo el sacerdocio común de los fieles tenía validez y, a la vez, desconocía la importancia del ministerio ordenado, la Iglesia reaccionó ante esa realidad con la teología contrarreformista, “barroca”, que se limitó en cierto modo a hacer una apologética de la institución eclesiástica y del magisterio sagrado, descuidando la dimensión de comunión y corresponsabilidad de todos los cristianos en la edificación de la Iglesia. Esta teología quedó en parte plasmada en el Concilio de Trento y, más tarde, también en el Concilio Vaticano I, donde se describió a la Iglesia como una sociedad perfecta, completa, presidida infaliblemente por el Sumo Pontífice... Fue una teología cuyas secuelas aún sufrimos (“y gozamos”) en el campo litúrgico, espiritual y pastoral de nuestras comunidades eclesiales y religiosas. La herencia de Yves Congar A decir de lo pasado, la historia y las necesidades a las que en dado momento tuvo que enfrentarse la Iglesia –sobre todo en el siglo XX– se originó un espíritu renovador y una mutación en el pensamiento teológico y en la concepción de la vida eclesial. Muchos teólogos sobresalientes contribuyeron a que estas modificaciones se dieran. Entre uno de los más importantes fue Yves Congar,

2 Cfr. A. Vauchez, “Yves Congar y el lugar de los laicos en la eclesiología medieval”, en: André Vauches, Cardenal Yves Congar, París 1999, pp. 165-182.


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un teólogo nacido en Sedán, Francia, considerado como uno de los mejores eclesiólogos de su tiempo3. Dicho autor propuso superar lo que él mismo llamó una “jerarcología”, es decir, la tendencia a sobrevaluar los aspectos institucionales y jerárquicos de la Iglesia4. Subrayó insistentemente que hay una igualdad fundamental de todos los cristianos frente a las promesas divinas de la vida eterna... es decir, que siendo miembros del pueblo de Dios, tanto los laicos como los clérigos (y consagrados) están llamados al mismo gozo de nuestra herencia de hijos de Dios. La identidad laical manifiesta en Vaticano II Hay una estrecha conexión entre los aportes de Yves Congar y sus contemporáneos (sin olvidar la larga preparación que les antecedió a finales del siglo XIX: sobre todo Möhler y Döllinger, así como el cardenal Newman) y las afirmaciones del Concilio Vaticano II, en torno a la identidad y misión del laico en la Iglesia. Pues el criterio fundamental de dicho Concilio para distinguir la vocación entre los laicos, los religiosos y sacerdotes, no se basa en la santidad –a la cual todos los fieles están llamados, sin excepción–, sino más bien en el tipo de relación que viven y el ministerio que ejercen frente al mundo.

La doctrina de Vaticano II establece que los sacerdotes como los religiosos consagrados, ocupados en sus diversas obligaciones y oficios divinos, deben orientarse a testimoniar frente al mundo que la “Iglesia posee su propio orden de vida y su propio derecho, y que tales condiciones son signos escatológicos irreducibles a cualquier poder terrestre...” Por su parte, el laico es un fiel consciente y responsable que debe mantener con la sociedad relaciones esencialmente positivas. Su persona tiene que configurarse como un cristiano que obra y se santifica en la vida del siglo (mundo), viviendo, al interior de éste, la tensión entre el absoluto escatológico y el total compromiso con las tareas del mundo5. En otras palabras, la definición de identidades que hace Vaticano II entre el laico, el religioso y el sacerdote no está fundamentada por su fin –que les es común–, sino por la condición en la cual los unos y los otros buscan y obtienen dicho fin (la santidad). Los dos últimos, el sacerdote y el religioso, buscan “no vivir en el mundo”, sino “al máximo por Dios y según Dios”, mientras que el laico, sin hacer la economía del compromiso, busca la santidad en el movimiento del mundo, en la realidad que es la primera creación, en los límites, en las etapas y los medios de la historia6.

3 El hecho de retomar los argumentos de este teólogo es de suma importancia, porque él es considerado hoy como el padre de la teología del laicado, sobre todo a partir de su obra Jalons pour une théologie du laïcat, publicada en 1953. 4 Para una visión más profunda de este argumento revisar: Federico Altbach, “Identidad y misión de los laicos en la obra de Yves Congar”, en: Efemérides Mexicana, vol. 29, no. 87, México 2011, pp. 383-401. 5 Cfr. Yves Congar, Pautas para una teología del laicado, 1964. 6 El teólogo K. Rahner, aunque con unas variantes no tan significativas, coincide con esta definición. Su postura puede ubicarse en su obra “Über das Laienapostolat”, Schriften zur Theologie, tomo II, Einsiedeln 1955, pp. 339-373; traducido en: NRTh 78, 1956, pp. 4-32.

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La definición de identidades que hace Vaticano II entre el laico, el religioso y el sacerdote no está fundamentada por su fin –que les es común–, sino por la condición en la cual los unos y los otros buscan y obtienen dicho fin (la santidad) Complementariedad de los ministerios en la acción evangelizadora ¿Qué interés puede tener para la Vida Religiosa todo cuanto venimos diciendo? Precisamente la de considerar, tal como nos develan los acontecimientos históricos, que el papel de los laicos nunca debe tenerse a menos. Incluso –me atrevo a decir–, hoy día el papel y la acción del laico deben ser elementos coyunturales en la vida eclesial. Sobre todo en estos tiempos en que aparenta darse una escasez de sacerdotes y un número insuficiente de consagrados para la misión evangelizadora. La historia, como hemos visto líneas atrás, nos ha hecho ver la urgencia de volver al espíritu de los orígenes de

la comunidad cristiana, donde toda ella se manifestaba ministerial, pueblo consagrado y sacerdotal, a la par del prototipo detallado en el libro de los Hechos de los Apóstoles (cfr. 2,42 ss). Si lo vemos con más nitidez, los laicos hoy día deben ser la vanguardia de la Iglesia en la transformación de la sociedad y en la lucha contra las estructuras que favorecen la injusticia, el pecado y la opresión7. Es una desgracia que siga habiendo casos en los que se polarizan las “energías mesiánicas de Cristo”, en “forma de poder” y en “forma de vida”. Con frecuencia vemos aparecer en nuestros ambientes (a veces con gran intensidad en las comunidades religiosas) una desafortunada separación de las responsabilidades de evangelización: por una parte la de los clérigos y religiosos, y por otra la de los laicos. Por lo regular, se acentúan unilateralmente los ministerios ejercidos por los sacerdotes y religiosos, al grado de reforzar la inercia y la sumisión pasiva de los laicos a la jerarquía. Esto ha sido uno de los grandes males eclesiales, cuyo remedio se logrará en la medida, y sólo en la medida, en que reconozcamos a los laicos como verdaderos responsables de la gracia destinada al mundo; pues es de ellos, y no directamente de los obispos y los sacerdotes (o los religiosos), de quien se espera que introduzcan en el mundo el fermento del reino de Dios. Hemos de decir que la misión vivificante de los laicos no excluye el reconocimiento de los clérigos en el

7 Cfr. Juan Antonio Estrada D., La identidad de los laicos, p. 9.


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dominio estricto de los ministerios de la Palabra y los sacramentos, ni tampoco la opción de vida libre y gozosa de los religiosos consagrados8. El nuevo Pueblo de Dios trabaja por el anuncio del reino, buscando que todo alcance su plenitud en Cristo y todo sea recapitulado en él. Pero los laicos realizan esta misión, como Iglesia, en el mundo. Ellos actúan ahí donde el influjo de la jerarquía y de la Vida Consagrada no puede llegar. Su labor consiste en orientar todas las

cosas hacia Dios, pues en eso consiste precisamente su nota de secularidad. Hacia una íntima comunión Los distintos carismas que tenemos en la Iglesia son solamente diferenciaciones funcionales dentro de un grupo en comunión y en misión común. Por tanto, no hay por qué ver la diferenciación eclesial en términos de más o menos, de superior y de inferior. Estas evaluaciones dependen de la profundidad de visión y compromiso de cada persona, y no de la función estructural. La participación de los clérigos, los religiosos y los laicos en una común misión y vocación a la santidad, consiste en favorecer la complementariedad entre unos y otros. Se trata de una condición común, expresa ya con toda radicalidad en el Concilio Vaticano II. En este sentido, no pretendo defender una colaboración de suplencia devota a la penuria de vocaciones al sacerdocio y a la Vida Religiosa o a las dificultades y retos de la misión, mas sí una puesta de conciencia en la vocación y en la misión de los laicos9. Para insistir en el reconocimiento de la identidad del laicado, tanto en la actividad evangelizadora y su vocación a la santidad, es preciso hacer una revisión en

8 Cfr. Federico Altbach, “Identidad y misión de los laicos en la obra de Yves Congar”. 9 Los argumentos de complementariedad de vocaciones en la Iglesia fueron abordados con profundidad por la Unión de Superiores Generales en 1995. Cfr. USG, Carismas en la Iglesia para el mundo, San Pablo, México.

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general, desde la perspectiva eclesiológica y teológica expresada en los documentos conciliares. Los siguientes incisos son una síntesis de lo más necesario, a mi parecer, para que procedamos en un camino hacia el futuro como Pueblo de Dios: a). Debemos evitar, a toda costa, la erosión del sacerdocio común y la marginación del Bautismo como consagración. b). Debemos considerar la estructura de la Iglesia, en su distinción entre ministerios ordenados y de laicos, como un reflejo de la existencia teándrica de Jesús: es decir, los ministerios sagrados vistos como servicio y en favor del expansión de la vida divina en la humanidad. c). Imprescindible es considerar un necesario diálogo profundo entre la cabeza y el cuerpo, entre la jerarquía y los laicos, entre jerarquía y consagrados, entre consagrados y no consagrados. b). Es en el horizonte de los pobres donde hay que situar la nueva configuración de la Iglesia en torno al binomio comunidad/ministerios, ni cléricos ni laicos, ya que la relación estructural de superioridad y subordinación de los primeros sobre los segundos responden a una eclesiología jurídica y verticalista y son un resto patológico de la concepción estamental de la época feudal10.

A manera de conclusión Así como los fundadores encarnaron en su tiempo, con coraje y santidad, el mensaje evangélico, y siendo fieles a la eclesiología de comunión propuesta por el Concilio Vaticano II, hemos de comprender que la misión de la Vida Religiosa al interno de la comunión orgánica de la Iglesia, no es uniformidad o exclusividad, sino don del Espíritu que pasa a través de la variedad de los carismas y de estados de vida (VC 4). Por ello, la Vida Religiosa (y la clerical) no puede desatender las responsabilidades que le competen en la formación, respeto y promoción del laicado. Si ésto lo llevamos a efecto, favoreceremos una más intensa comunión eclesial y se intensificará un específico y pluriforme intercambio de valores espirituales y apostólicos. Para reflexionar 1. ¿Cuál es la situación y participación de los laicos en tu comunidad parroquial o en tu comunidad religiosa? ¿Cuáles son sus perspectivas a futuro? 2. ¿Qué hacer para que los laicos sean mejor percibidos en nuestras comunidades? 3. ¿Cuál debería ser la relación de la jerarquía y la Vida Religiosa con las vocaciones laicales?

10 Cfr. Juan José Tamayo, “La Iglesia, una comunidad de iguales”, http://perso.wanadou.es/laicos/documentacion/776_T_Iglesia_iguales(Tamayo).htm#


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Retos para los religiosos jóvenes Fray Juan Manuel Cruz Pérez, ocd

H

oy en día para muchas personas es increíble toparse con religiosos y religiosas jóvenes en la calle, en una plaza pública, en un autobús, etc., parece que en la mente de la sociedad está la idea de que juventud y Vida Religiosa no van de la mano, que no son compatibles. Gracias a Dios la realidad es otra. Jóvenes de diferentes edades a lo largo

y ancho del mundo seguimos apostando por la construcción del Reino de Dios, seguimos respondiendo a la llamada Señor y entregamos nuestra vida al servicio de los demás en un determinado instituto religioso. Pero en una época que se nos presenta difícil y en la que muchas veces parece que la esperanza ya se olvidó, que nos encamina a lo superficial, donde lo Informativo cirm  enero-febrero 2014


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 Reflexión Teológica

trascendente y divino suele tener ya poco valor, donde las relaciones humanas son vividas como una mercancía (“hoy me sirves, mañana no”) y se nos encamina a un materialismo que no tiene freno, los religiosos jóvenes podemos caer en la tentación de “acomodarnos” e “instalarnos” en estas formas de vida sin darnos cuenta que son contrarias al Evangelio y a la construcción del Reino de Dios. ¿Cómo debemos vivir entonces hoy en día los religiosos jóvenes? ¿Cuáles serán los retos que se nos presentan actualmente? No pretendo dar solución ni recetas mágicas a estas preguntas pero sí compartir lo que a mi parecer podrían ser los retos más grandes y apremiantes que tocan nuestras vidas y experiencias vocacionales. En primer lugar considero de suma importancia una auténtica y profunda relación con Dios, es decir una vida de oración. En una sociedad que vive tan acelerada, esclava de los horarios, la rutina, y en donde el cumplimiento de actividades y tareas juega un papel primordial, los religiosos jóvenes nos podemos ver envueltos en un activismo que nos lleve a poner mil y un

En primer lugar considero de suma importancia una auténtica y profunda relación con Dios, es decir una vida de oración

pretextos y no tener tiempo para entablar una amistad, un diálogo frecuente con el Señor. Si nos sentimos llamados por Cristo a estar con Él, a participar de su proyecto por el Reino ¿no será necesario estar en continúo diálogo y encuentro con el que ha tocado nuestras vidas? ¿Quién mejor que nuestro buen Amigo para hablar a nuestro corazón y mostrarnos el camino que quiere que andemos junto con Él? La oración debe ser motor de nuestra vida de cada día, fuente en donde podamos refrescarnos, encontrar un espacio de paz y hasta un lugar donde podamos curar nuestras heridas. Sería triste que habláramos mucho de Dios pero nunca habláramos con Dios. Otro reto que debemos afrontar es el de crear y estrechar auténticas relaciones humanas con quienes convivimos. Hemos olvidado la escucha atenta y el diálogo sincero que nos descubren al otro y que nos permiten conocer el misterio del hermano o hermana que se acerca a nosotros; la superficialidad es pan de cada día en el encuentro con quienes nos rodean. Los medios cibernéticos que nos mantienen comunicados con los que están lejos con mayor frecuencia nos hacen olvidarnos de los que están cerca y cerramos nuestro mundo a una relación con una computadora o un dispositivo móvil. Es necesario pues revisar nuestras relaciones, cómo es nuestro trato, de qué hablamos, qué compartimos, cómo nos damos a los otros. Y sería bueno preguntarnos ¿qué dice la gente cuando se relaciona con nosotros? Santa Teresa dice a sus monjas: “procurad ser afables y entender a todas las personas que os trataren, que amen vuestras conversación y deseen vuestra manera de vivir


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Santa Teresa dice a sus monjas: “procurad ser afables y entender a todas las personas que os trataren, que amen vuestras conversación y deseen vuestra manera de vivir y tratar” y tratar”. La tarea comienza en nuestras comunidades, con nuestros hermanos y hermanas de congregación. En el día a día nos movemos en un clima generalizado de violencia, delincuencia, drogas, migración, destrucción ambiental, conflictos, homicidios. Un gran número de hermanos nuestros son marginados, discriminados, no tienen que comer, no tienen acceso a la educación y la salud de muchos se gravemente afectada. Ante tales situaciones no podemos ser indiferentes y sentirnos ajenos a ellas. El reto de los religiosos jóvenes es no encerrarnos en nuestro mundo y en nuestra comodidad sino más bien tener una palabra de esperanza y sobre todo un testimonio de vida conforme al evangelio. Hoy más que nunca debemos ser profetas que denuncien el pecado social en el que estamos inmersos y profetas que anuncien la esperanza, la vida; necesitamos ser

testigos de un Dios que vive entre nosotros y que clama en medio de su pueblo. No podemos quedarnos al margen de lo que acontece a nuestro alrededor, no podemos cruzarnos de brazos y esperar a que venga tiempos mejores. Este es nuestro tiempo y que mejor que ofrecer nuestra jovialidad, nuestras energías y ánimos en la construcción del Reino de Dios con testimonio creíble y coherente. Nuestra vocación, el llamado que el Señor nos ha hecho es un don, un regalo de su amor, pero también es un tarea que requiere nuestro fuerzo y determinación cada día, cada momento. Necesitamos ponernos las pilas, ser fieles trabajadores en la viña del Señor. La sociedad y la Iglesia necesitan nuestra juventud, nuestra pasión por seguir a Cristo pero sobre todo una vida que sea reflejo del amor que Dios ha desbordado sobre cada uno de nosotros.

La sociedad y la Iglesia necesitan nuestra juventud, nuestra pasión por seguir a Cristo pero sobre todo una vida que sea reflejo del amor que Dios ha desbordado sobre cada uno de nosotros Informativo

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 Testimonios

Testimonios: diálogo entre generaciones

VIDA RELIGIOSA

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En el texto que viene a continuación aparecen las reflexiones que hicieron cuatro religiosas/os de diversas generaciones (menor de 40 años, de 40 a 59 años, de 60 a 79 años, de 80 años o más) sobre el tema: la Vida Religiosa. Hno. Bernardo Sada Monroy Misionero del Espíritu Santo

Hermanas y hermanos: 1. Para mí, lo esencial de la Vida Religiosa es un amor apasionado y de cuerpo entero al Dios de Jesús y su proyecto del Reino; libertad evangélica para amar y servir a los pobres y a la humanización de nuestro mundo; una opción explícita por hacer siempre cuerpo y comunidad en la vida y en el trabajo. 2. Entiendo la vida comunitaria como construir la vida no individualmente, sino como un tejido entrelazado, donde cada quien tiene un aporte único y diferente que contribuye a la belleza del todo. Lo contrario al individualismo, la rivalidad y la competencia de nuestra sociedad de mercado. 3. El tipo de oración que más favorece mi encuentro con Dios es la oración honesta, desde lo que soy aquí y ahora, ya sea en el silencio y en la intimidad plena del encuentro personal, o cuando compartimos y hacemos nuestra la oración de los hermanos, o la oración que se hace fiesta en la comunidad amplia y en el pueblo. 4. Los votos son tres modos de definir libremente la existencia para que Dios y el Reino sean lo absoluto de nuestras vidas: siendo pobres y solidarios con los pobres; obedeciendo sólo a Dios y al evangelio, a través del discernimiento personal, comunitario e institucional; amando apasionadamente al Señor y a nuestro pueblo. 5. Mi apostolado consiste en dondequiera que esté: amar y servir, especialmente a los pobres y sencillos, desde mi debilidad, tomando postura en la historia al modo de Jesús, para construir junto a otros una sociedad más justa, humana y fraterna. 6. Sueño con una Vida Religiosa que sea memoria de Jesús de Nazaret: más pobre y solidaria con los pobres, más profética para denunciar con su vida y su palabra las estructuras de muerte, y para imaginar, anunciar y construir otro mundo posible, más inculturada y encarnada, que hable en lenguajes que la gente entienda.

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Sueño con una Vida Religiosa que sea memoria de Jesús de Nazaret: más pobre y solidaria con los pobres, más profética para denunciar con su vida y su palabra las estructuras de muerte, y para imaginar, anunciar y construir otro mundo posible, más inculturada y encarnada, que hable en lenguajes que la gente entienda Hna. Abril Carrera Morales Religiosa de la Consolación

1. Para mí, lo esencial de la Vida Religiosa es el seguimiento de Jesucristo virgen, pobre y obediente en comunión fraterna desde la Espiritualidad y el Carisma de un Instituto Religioso para una Misión que responda a las necesidades y urgencias de nuestro mundo. 2. Entiendo la vida comunitaria como un don y manantial del Espíritu para la salud; es la Tarea y el reto más delicado de todos los días y es parábola del Reino, es decir, es la palabra que hace creíble y atrayente la vivencia de la comunión con Dios y la solidaridad. 3. El tipo de oración que más favorece mi encuentro con Dios es la comunitaria (liturgia o la adoración al Santísimo en comunidad) y la Santa misa. 4. Los votos son una forma de expresar la Alianza que tengo con Jesús de ser toda y para siempre de él, es la ofrenda de mi vida y algo que me libera para el Reino, aunque muchas veces son crucificantes. 5. Mi apostolado consiste en la atención y acompañamiento legal y afectivo a personas multidiscapacitadas que han sufrido abandono y maltrato, y así es como por gracia de Dios, hago palpable su rostro y su abrazo consolador. 6. Sueño con una Vida Religiosa enamorada de Jesús, orante, bondadosa, tierna, mística, eclesial en inculturidad; en misión compartida, experta en comunión, al lado de los pobres, descomplicada y accesible. Que se entrega sin reservas por los que se encuentran en la cuneta del camino.

Hna. Elvia García García

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Hermana de la Vera Cruz Hija de la Iglesia

1. Para mí, lo esencial en la Vida Religiosa es la oportunidad que Dios me concede a vivir “con” y “para” Él por el llamado y la consagración de la profesión religiosa y que Informativo

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cada día renueva y me da la oportunidad de estrenar mi vocación con detalles de alegría, paz, ternura por los que se hace presente en la naturaleza, en personas concretas y en acontecimientos. 2. Entiendo la vida comunitaria como y un lugar de encuentro donde se aprende a crecer espiritualmente por medio de la fe, aun con luchas, desconciertos e incomprensiones, pero cuando hay apertura existe alegría, entusiasmo solidaridad en el compartir la vida de cada día y se encuentra la familia que Dios regala. 3. El tipo de oración que más favorece mi encuentro con Dios es la reflexión y meditación sobre todo en el Evangelio que me ha ayudado a descubrir a un Jesús vivo que me acompaña en mi caminar, me ama, bendice como padre, amigo y esposo. Lo descubro y he sentido su presencia en muchos momentos en mi vida. 4. Los votos son la alianza del regalo de Dios con los que me he comprometido a Él en mi familia religiosa y que he intentado vivir con la característica de una espiritualidad a la que he tratado de conocer, amar y vivir. Con debilidades, aciertos y errores de mi parte pero a la que me siento orgullosa de pertenecer. 5. Mi apostolado consiste, primero, en tratar de testificar el lugar que Dios tiene en mi vida y manifestar lo que ha hecho en mí tratando de trasmitir ese paso de Él en mi historia, que siempre ha estado grande conmigo, me ha iluminado para realizar la misión que me han confiado. 6. Sueño con una Vida Religiosa que su sola presencia sea la de Dios. Que nuestros gestos, actitudes, palabras, comportamientos, sean el testimonio del lugar que Jesús tiene en cada persona consagrada y que invite a quienes nos traten a formar una Iglesia viva, activa, creativa, viviendo los valores del Reino desde ahora.

*** Sueño con una Vida Religiosa que su sola presencia sea la de Dios. Que nuestros gestos, actitudes, palabras, comportamientos, sean el testimonio del lugar que Jesús tiene en cada persona consagrada y que invite a quienes nos traten a formar una Iglesia viva, activa, creativa, viviendo los valores del Reino desde ahora


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P. Luis Ruiz Vázquez Misionero del Espíritu Santo

1. Para mí lo más esencial de la Vida Religiosa es vivir plenamente conscientes de pertenecerle totalmente a Cristo y tenerlo como centro afectivo de toda nuestra Vida Consagrada y fuente de toda actividad apostólica. 2. Entiendo como vida comunitaria, vivir cultivando el carisma propio de la Vida Consagrada que es la fraternidad, pero que implica vivir en todo momento conscientes de que Cristo vive en mí y de que Cristo vive en mi hermano y por eso somos hermanos, en la fraternidad o sea en la misma filiación vivida en Cristo. 3. El tipo de oración que más favorece la unión con Dios es la oración contemplativa, o sea, de simple mirada, que nos lleva directamente a la unión con Dios, en la simplicidad de las virtudes teologales. 4. Los votos religiosos son la expresión de la pertenencia a Cristo, consagrándole nuestra capacidad afectiva, por el voto de castidad, consagrándole nuestra capacidad de posesión, por el voto de pobreza, y consagrándole la unión de nuestra voluntad, haciendo en cada momento la voluntad del Padre, pero dentro de la voluntad de Cristo hijo. 5. Mi apostolado consiste en dejar que Cristo se trasluzca a través de mi actividad y servicio, haciendo sentir a los demás el gran amor con el cual son amados por el Padre que los llama para dejarse llenar de ese afecto divino trinitario. 6. Sueño con una Vida Religiosa vivida en profundidad y constancia, como prolongación de la pertenencia de Cristo al Padre y fuente de vida y de presencia de la vida divina, en medio de los hombres, para llevarles el gran don de la salvación y de la solidaridad, en la vocación divina a la fe y en la promoción del bienestar humano y social de la humanidad.

Sueño con una Vida Religiosa vivida en profundidad y constancia, como prolongación de la pertenencia de Cristo al Padre y fuente de vida y de presencia de la vida divina, en medio de los hombres, para llevarles el gran don de la salvación y de la solidaridad, en la vocación divina a la fe y en la promoción del bienestar humano y social de la humanidad Informativo

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40  Para reflexionar

La tentación de la autosuficiencia Hno. Gustavo Llaguno Velasco, msps

…para esa misión es mejor que se retiren las “individualidades-realizadasprofesionalmente y ocupadas-encompromisos-espiritualmente-inofensivos” porque sólo los “buscadores de pozos” capaces de aproximarse y “tocar”, de perder tiempo y perforar apariencias, pueden ayudar a otros a alumbrar el manantial que los habita. Dolores Aleixandre, rscj

E

n una ocasión, estando en casa, tocaron a la puerta, y al abrir, había un joven con la Biblia en mano y me decía que me tenía un mensaje de la Palabra de Dios; lo invité a pasar y comenzó a decirme su mensaje completo. Venía de la Iglesia Bautista de la localidad y hablaba de tal manera que no me permitía interrumpirlo ni preguntar; su mensaje tenía la secuencia clásica de los evangélicos: todos estamos condenados, Jesús nos ha liberado de la condenación y debemos creerle para salvarnos. Al final de su mensaje –que por cierto duró casi 40 minutos– me preguntó: ¿usted se quiere

salvar, sí o no? De broma le contesté que “no”, pero no le causó mucha gracia la respuesta. Yo sabía que él era encargado de un grupo de jóvenes de su iglesia, así que le propuse lo siguiente: sé que usted es encargado de un grupo de jóvenes de su iglesia y yo también soy encargado de un grupo de jóvenes de mi iglesia. ¿Qué le parece si un día reunimos a los dos grupos para intercambiar algún canto y pedir juntos por la paz en México? El joven quedó desconcertado y me dijo que lo iba a consultar a su pastor, pues ellos no permitían que sus jóvenes convivieran con cualquier persona; después de eso se retiró. A lo largo de la historia del cristianismo hemos comprendido la salvación de


Para reflexionar  41

manera individual o a lo mucho a través de grupos independientes, y eso se refleja en la manera de organizarnos. La Vida Consagrada (VC) en la Iglesia no es ajena a ello. Podríamos distinguir en la historia de la VC tres fases en su evolución: a) La primera fase es la VC monacal. La palabra “monje” significa “el que vive solo”. Primero los monjes/as vivían aislados y luego se juntaban en monasterios juntando fuerzas para el progreso de su vida espiritual. En esta fase se hacía especial énfasis en la dimensión de la consagración. b) La segunda fase fueron los hermanos/ as de las Órdenes Mendicantes que ya practicaban una vida fraterna en comunidad y ejercían una misión en las ciudades. En esta fase se hacía

Hoy en día la VC va comprendiendo que necesita integrar las tres dimensiones que hizo énfasis a lo largo de su historia: consagración, comunión y misión. Pero todavía hay un elemento que hace que frene y atore su evolución: la tentación de la autosuficiencia

especial énfasis en la dimensión de la comunión. c) La tercera fase la fueron abriendo los institutos que proyectaban su consagración para las obras apostólicas. En esta fase se hace especial énfasis en la dimensión de la misión. A la luz del libro “Espiritualidad Integral” de Ken Wilber1, se nos habla que la humanidad puede tener cuatro niveles de conciencia: la egocéntrica, la etnocénctrica, la mundicéntrica y la kosmocéntrica. En la primera el horizonte del individuo son sus propias necesidades y metas, en la segunda la conciencia se hace colectiva pero se mira solo a las necesidades e identidad de un grupo determinado, la tercera se abre el horizonte más allá del propio grupo integrando otros grupos sociales y la última integra el elemento ecológico. Hoy en día la VC va comprendiendo que necesita integrar las tres dimensiones que hizo énfasis a lo largo de su historia: consagración, comunión y misión. Pero todavía hay un elemento que hace que frene y atore su evolución: la tentación de la autosuficiencia. Ha sido un logro que se haya evolucionado del monje solitario a la interacción grupal para la vida fraterna y para ejercer la misión del instituto religioso; pero los institutos religiosos en la actualidad muchas veces se siguen concibiendo como grupos autosuficientes donde cada uno tiene sus propias obras (colegios, hospitales, etc.), sus propios

1 Ken Wilber, Espiritualidad Integral, Kairós, Barcelona, 2007.

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territorios de misión (parroquias), sus propias casas de formación (noviciados, centros de espiritualidad, centros de formación filosófica y teológica, etc.), sus propias canteras vocacionales y su propia economía. La misión de los institutos religiosos tiene todavía una fuerte tendencia a la autosuficiencia lo cual le hace difícil transitar de una conciencia etno-céntrica a una mundicéntrica. ¿Por qué les cuesta tanto trabajo colaborar juntas a dos o más Provincias de una misma Congregación?, ¿por qué a algunas Congregaciones les cuesta participar en institutos de formación académica, filosófica y teológica intercongregacional?, ¿por qué hay centros de enseñanza donde solo hay religiosas y en otros solo hay religiosos?, ¿por qué les cuesta tanto trabajo colaborar juntas dos o más Congregaciones que trabajan en una misma región?, ¿por qué las Congregaciones que tienen colegios les cuesta hacer una estrategia común con colegios de congregaciones diferentes a ellas?, ¿por qué los religiosos/as no logramos compartir la misión con los laicos en pie de igualdad?, ¿por qué hay más religiosas que religiosos en el mundo de manera tan desproporcionada?... y podríamos hacer muchas más preguntas. La falta de vocaciones a la VC le está haciendo tomar mayor conciencia de la necesidad de colaborar conjuntamente, de unir fuerzas y de romper definitivamente la mentalidad de autosuficiencia que impera en muchos de nuestros institutos religiosos. Hoy en día se reconoce que es un verdadero movimiento del Espíritu que las Congregaciones construyamos redes, colaboremos conjuntamente entre nosotros y con otros actores de la

sociedad que trabajan por un mundo mejor, que construyamos entre todos una Iglesia de comunión y misión compartida. Mencionemos algunos caminos por donde tal vez pueda estar empujando el Espíritu de Dios: Colaboración Interprovincial Son muchos los institutos religiosos que hoy en día están caminando hacia una colaboración interprovincial; muchas Provincias que había en un solo país o incluso en un continente, se están uniendo en una sola; hay Provincias que buscan hacer proyectos conjuntos, unir fuerzas y hacer planes estratégicos comunes. En muchos de los casos la razón es la falta de personal y la necesidad de unir fuerzas estratégicas como: una misma casa de formación, un mismo gobierno, una comunidad con personal de diferentes Provincias, etc. Pero también está ayudando a que cada Provincia no mire sólo para sí misma, sino que se abra a un horizonte congregacional más amplio. La Intercongregacionalidad En los últimos años, la VC está tomando mayor conciencia, no sólo de una


Para reflexionar  43

colaboración interprovincial hacia lo interno de cada instituto religioso, sino a una colaboración intercongregacional. Para ello ayuda mucho la participación de los institutos religiosos en conferencias de religiosos a nivel nacional e internacional como la CIRM de México, la CONFER de España, la USG de institutos varones, la UISG de institutos femeninos. Todavía hay muchos institutos religiosos en donde predomina la mentalidad de la

autosuficiencia y solo alcanzan a ver por sus propias obras apostólicas, sus casas religiosas, y poco les interesa participar en dichas conferencias de religosos/as. El Espíritu está impulsando al fortalecimiento de las conferencias nacionales e internacionales, quienes han logrado construir cosas interesantes juntos como: congresos internacionales, redes de derechos humanos, redes de educación, redes de espiritualidad, etc.

El Espíritu está impulsando al fortalecimiento de las conferencias nacionales e internacionales, quienes han logrado construir cosas interesantes juntos como: congresos internacionales, redes de derechos humanos, redes de educación, redes de espiritualidad, etc.

Equilibrio de Género Una de las cosas que llama la atención de la VC a nivel mundial es la desproporción entre varones y mujeres que la integran; en unas estadísticas salía que somos casi un millón de religiosos/as en el mundo, de los cuales ¾ partes son mujeres y ¼ parte son varones. Algunos rechazan incluso ir a reuniones de religiosos/as porque en ocasiones asisten prácticamente solo religiosas. La VC está tomando conciencia del valor que tiene el papel de la mujer, su aporte a la Iglesia y el mundo, por ejemplo en las Conferencias de Religiosas de Estados Unidos. Aunque la cantidad de mujeres es mucho mayor (triplica la

Me parece que el Espíritu está rompiendo la mentalidad de la “superioridad” masculina, pero también de la autosuficiencia al pensar que no necesitamos unos de otros Informativo

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44  Para reflexionar

de varones), la VC está inmersa en una estructura eclesial donde las mujeres tienen la desventaja; así que lo más “normal” es que una religiosa le pida a un religioso la dirección espiritual, las religiosas le piden a los religiosos la administración de los sacramentos, asesorías y Ejercicios Espirituales… ¿y qué tal que fuera al revés? Me parece que el Espíritu está rompiendo la mentalidad de la “superioridad” masculina, pero también de la autosuficiencia al pensar que no necesitamos unos de otros; la VC debe saber complementarse y enriquecerse mutuamente entre varones y mujeres para llegar a un mayor equilibrio y riqueza conjunta. Compartir Vida y Misión con laicos En un tiempo la VC se organizó sin los laicos, en otro incluyó a los laicos pero solo como sirvientes y trabajadores contratados, en otro los incluyó como auxiliares y colaboradores de su misión, en otro la VC se planteó al servicio de los laicos como objetos y destinatarios de misión, y hoy en día el Espíritu está abriendo un nuevo horizonte: VC y laicos en colaboración

conjunta y misión compartida. ¡Qué difícil es para muchas congregaciones incluir a los laicos en pie de igualdad y verlos, no como objetos de la misión, sino como sujetos de ella! Muchos institutos se están dando cuenta que no pueden ejercer su misión si no es junto con los laicos; también se están dando cuenta que el carisma y la espiritualidad que tiene su familia religiosa no es propiedad suya y permiten ponerla al centro del Pueblo de Dios, para que éste se enriquezca. Vida Monástica Compartida También los monasterios de monjes y monjas contemplativas están entrando en este dinamismo del Espíritu. Muchos de ellos van comprendiendo que las virtudes y valores monásticos también se pueden desarrollar en medio del mundo. Así que están abriendo las puertas de sus monasterios para laicos que quieran compartir su espiritualidad y aprendan a desarrollar la dimensión monástica en medio de le sociedad. Un ejemplo de esto es la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia (OCSO) que está formando a la Familia Cisterciense que comparte con


Para reflexionar  45

el Pueblo de Dios su sabiduría monástica milenaria. Colaboración con Diócesis A lo largo de la historia de la Iglesia, e incluso en la actualidad, ha habido una tensión –a veces sana, a veces no– entre la VC y la Iglesia diocesana; tanto una como otra se ven frecuentemente con recelo y prejuicios, sin lograr una colaboración conjunta. Debemos entender que ambos no debemos ser rivales, sino compañeros de camino, formamos un mismo cuerpo eclesial y compartimos la misma misión que tiene la Iglesia. El Espíritu está rompiendo esa mentalidad de que la Iglesia diocesana se puede organizar de manera independiente a la VC y viceversa; nos necesitamos unos a otros. Los institutos religiosos tenemos nuestras comunidades y obras apostólicas dentro de Diócesis que tienen su propio plan pastoral, pero al mismo tiempo respondemos a planes estratégicos de nuestras Congregaciones que van más allá de las Diócesis; ¿cómo articular ambos?, ¿cómo tender puentes entre una y otra?

Debemos entender que ambos no debemos ser rivales, sino compañeros de camino, formamos un mismo cuerpo eclesial y compartimos la misma misión que tiene la Iglesia

Colaboración con Organizaciones Sociales La VC no puede quedarse en una misión de tipo intraeclesial, sino que debe proyectarse a toda la sociedad, pero para ello es importante que sepa trabajar de manera estratégica y conjunta con otras organizaciones sociales que trabajan hoy en día en la construcción de un mundo mejor en temas como: derechos humanos, ecología, educación, salud, justicia, paz, etc. Necesitamos comprender que nosotros no somos salvadores del mundo, y que necesitamos aprender y saber colaborar junto con otras organizaciones. Hay institutos religiosos que simpatizan más con uno u otro tema de lucha social, pero si siguen con la mentalidad de autosuficiencia, no llegarán muy lejos. Puede haber muchas más líneas por dónde el Espíritu Santo está empujando para saber colaborar juntos en una misma misión rompiendo la mentalidad de la autosuficiencia que existe hoy en día, pero me parece que éstas están siendo relevantes y habrá que prestarles mucha atención a su evolución si queremos ser fieles a las inspiraciones del Espíritu que sigue soplando como quiere y dónde quiere. Unir fuerzas por unir fuerzas entre Provincias, Congregaciones, organizaciones, etc., no tiene mucho sentido; tendrá sentido solo si nos ayuda a ser una VC y una Iglesia samaritana, a ejemplo de Jesús, que sabe detenerse, bajarse, acercarse y curar al herido del camino de nuestra sociedad actual. Sigo en espera de la respuesta del joven de la iglesia bautista que me visitó; a ver si su iglesia y la mía podemos colaborar juntos para construir un mundo más congruente con los valores del Reino.


Cibernética, relativismo, intercongregacionalidad ¡todo en red! Hertha Hampl, fsps

Papa Francisco,

tú eres “el paradigma” para este momento

46  Para reflexionar

Paradigma: para = junto, deigma = modelo. Se dice que suele ser un modelo cercano que cambia como resultado de usos y costumbres. Un modelo que se tiene junto. Papa Francisco

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ice uno de tantos que escriben que “La tecnología nos acerca a los lejanos y nos distancia de los más próximos”. ¡Lo estamos viviendo! En tu caso, Francisco, sí y no. Los medios de comunicación nos han permitido verte “cara a cara” y seguir con admiración tus gestos sencillos, silenciosos y cargados de Evangelio, como los de tu modelo: Jesús de Nazaret, el único modelo absoluto, por ser una medida que acomoda a todas las tallas y que responde a los desafíos de todos los tiempos. Podría objetarse que estás lejano y que sólo contemplamos una imagen en la pantalla. Otra vez, sí y no, porque intentas vivirte a la manera de tu modelo, pulsado e invadido por el Espíritu su Padre, que viene como ráfaga desde lo alto y crea una proximidad que no tiene medida. Eres un paradigma para hoy y te experimentamos muy cerca, invitándonos a todos, y en este caso a los consagrados, a vivir despiertos para descubrir las maravillas que nos rodean y a responder a la acción del Espíritu, que quiere calentar nuestros motores, y a ponernos en actividad respondiendo a los retos de un amor gratuito y desinteresado. De Jesús has aprendido a proyectar aquello que añoran, aun inconscientemente, los corazones de los pobladores de este universo. Y ojalá que nuestras actitudes lleguen a convertirse también, en usos y costumbres evangélicas que marquen la vida y la hagan seductora. Además, asumir un paradigma nos tendría que llevar a ser ese hombre nuevo que nos propone la palabra de Dios: “en Cristo Jesús, de nada vale el estar circuncidado o no, sino el ser una nueva creatura” (Gál 6,14). ¡Una creatura nueva! Sin intentarlo, el papa Francisco va siendo una “creatura nueva”, con la novedad que sólo puede dar una vida pulsada por el Espíritu… audaz, cercana, compasiva, misericordiosa y capaz de generar, por lo menos deseos de intentar dar el paso para vivirse con dignidad evangélica. Es claro que la novedad de su presencia está marcada por elementos que el Evangelio nos ha propuesto desde siempre, pero que en estos tiempos en los que el rumbo, con frecuencia está confuso y con horizontes oscuros, es urgente que se rescate su claridad


Para reflexionar  47

y simplicidad. Por allí va el encanto o bien el ruido que está haciendo nuestro Papa. Poco le creemos al valor de lo sencillo, de lo cotidiano, de lo que no se compra en el mercado y por lo tanto no implica propaganda. Relativismo Desde la Filosofía antigua se tipifica el relativismo con la frase de Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”. Algo tendrá de verdad, puesto que ciertamente el hombre es la creación culmen de Dios. Dicen que los pensadores no se equivocan en lo que afirman, ya que no son tontos, más bien en lo que omiten. La crítica se le hace a este filósofo, afirmando que él mismo, relativista, cae en la contradicción de hacer del hombre un absoluto. El caso es que de hecho se sigue viviendo en una cultura relativista en la que casi todo es permitido si va de acuerdo a los intereses personales, que también se suelen absolutizar. Pues bien, muy conveniente sería que, sobre todo como consagrados, inmersos en este paradigma del relativismo, aprovecháramos lo que esta ideología tiene de verdad, y valoráramos más nuestra condición de personas, y por otra parte, que aprendiéramos a relativizar tantas cositas y cosotas que ya no tienen razón de ser y nos mantienen atados, como le pasaba al personaje de la famosa película La Misión, por el peso de las cadenas que arrastraba. Lograríamos así leer los signos de los tiempos con otros ojos y descubrir los modelos que sí son evangélicos. Bastaría con asumir uno: éste jalaría muchos otros. Si desde antes de Cristo un filósofo proponía el relativismo quiere decir que en su esencia, de nuevo no tiene mucho. ¡El reto está en que la forma la hagamos nueva! Tal

es el caso de la tan necesaria relectura de nuestros discursos, en la que tendríamos que permanecer los consagrados, a fin de no convertirnos en piezas de museo y poder responder a las necesidades del hombre de hoy. Por otra parte resulta extremadamente difícil romper con viejos paradigmas. No obstante no podemos ignorar que sería imposible responder de manera evangélica a este tiempo tan cambiante, tan vertiginosamente cambiante, sin romper paradigmas. Insisto en que padecemos el hecho de que a pesar de que ya muchas realidades no funcionan, seguimos conservando costumbres, normas y situaciones simplemente porque “así se ha hecho siempre”. Constatamos que con frecuencia no se tiene el coraje ni el tiempo para preguntarse: ¿Y por qué siempre se ha hecho así? Cuánto dolor, cuánta tensión, cuántas dudas generadoras de patologías podríamos evitar relativizando lo que de suyo es accidental, lo que en un momento pudo servirnos, pero que ya no. ¡Ya no funciona! Aunque haya sido ayer cuando lo integramos en la comunidad. Cibernética La precipitación por la falta de tiempo para discernir y asimilar las cosas, es en gran parte debido a otro paradigma, el de la cibernética que lo impregna todo convirtiendo nuestro mundo en una “aldea global”, bombardeada por mensajes de todos los talantes. Predominan, claro, los que contagian más violencia; por lo mismo, es necesario estar atentos, ya que los consagrados no estamos exentos de tal contagio. Los medios de comunicación, con verdad o sin ella, nos informan constantemente, pero ¿y la comunicación? Por lo tanto, cuidado también con el Informativo

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contagio de la indiferencia ante los que sufren y nada poseen. No pasa nada, pensamos, mientras no se toque nuestro confort. “Globalización de la indiferencia”, es el término que utilizó el papa Francisco al constatar lo poco que nos preocupamos por quienes no tienen sino dolor y penurias. ¿Relativismo o cibernética? Pero ahora, leamos los mensajes que engendran vida; sigo creyendo que son más numerosos, aunque escasas veces se publiquen. Me atrevo a afirmar que de nuestra misma situación de “aldea global” surgen, como consecuencia, una serie de exigencias cargadas de retos evangélicos. La metáfora “aldea global” nos evoca una gran extensión, pero ésta la integran aldeas cada vez menos numerosas: las familias de sangre y las familias religiosas, antes con muchos miembros, actualmente están formadas por muy pocos. Esto representa un fuerte desafío para quienes han tomado esta opción de seguir a Jesús, ante el hecho urgente de creer que a Dios le basta con poco para realizar su obra de salvación, por lo que no le importa la cantidad. Otros aspectos sí son esenciales, así que sigamos amando y acudiendo al llamado que hemos recibido. Respondamos a la misión que es nuestra, con respuestas pobres, humildes, modestas, pero apasionadas; con la convicción de que, quien nos la regaló, ha querido contar con nosotros. Intercongregacionalidad Otro paradigma que se desprende de lo anterior y que engloba muchos otros sería la propuesta de la intercongregacionalidad, que conlleva una serie de actitudes generadoras de vida nueva, como misericordia, compasión, apertura, inclusión, por señalar solamente algunas. Estas actitudes presuponen una capacidad contemplativa

en su sentido más amplio y profundo, a fin de aprender y asumir las actitudes propias de Jesús: el silencio que no es mutismo ni pasividad; la oración que no es verborrea; la comunicación con su Padre que no es infantilismo ni, menos, intimismo. De vivirse desde el amor entrañable de su Padre, le venía a Jesús la pasión por encontrarse con todo tipo de personas y con sus problemáticas. Reitero, el paradigma que no pasa de moda es el que captamos en la persona de Jesús, ya que encaja perfectamente en todos los tiempos, en todas las situaciones y es propuesta para todas las personas. Bastaría en la vida consagrada, con conocerlo más y seguir intentando dejarnos enseñar por su Espíritu que sopla donde quiere y como quiere, a fin de colaborar dinámicamente en la creación de cielos y tierra nuevos. Toda la negrura que se nos exhibe, hemos de aprender a mirarla con los ojos de Jesús, penetrantes, hasta encontrarnos con la novedad que el Espíritu genera allí donde la corteza es de enfermedad, corrupción, maldad y engaño. Y el más fuerte de los paradigmas hoy, es el grito de esa realidad que nos llama, porque nos necesita, no como jueces, sino como hermanos capaces de promover la caña que, aunque resquebrajada, puede enderezarse y la mecha que, por conservar algo de humo, puede volver a calentar (Is 42,3). Percibo que la opción del papa Francisco está fuertemente pintada por ese único modelo, Jesús. Descubro, por tanto, en él un paradigma regalado al mundo de nuestro tiempo por el Padre de los Cielos. Y aprendiendo su valor y su hondura, te invito, hermano consagrado, a protestar, a armar líos y a provocar una revolución, pero sin licuar la fe y siempre por la causa del Reino.


Voces jóvenes  49

La Vida Religiosa antes y después

Hna. María Antonia Aranda Díaz, ihm

N

o es fácil comentar sobre la Vida Religiosa antes y después ya que tenemos que definir desde cuándo es anterior y cuándo posterior. Por eso me voy a referir al después, desde el Vaticano II y antes del mismo, que es un momento histórico no sólo para la Vida Religiosa sino para toda la Iglesia Católica. El hablar del antes yo no lo hago de mi experiencia directa ya que no experimente esos años en la Vida Religiosa. Algunas hermanas que vivieron ese momento, me han comentado que eran tiempos en los que se presentaban muchas necesidades en la sociedad y que las comunidades religiosas eran una opción para ayudar a ir respondiendo a ellas. Dicen que había muchas vocaciones religiosas, por lo que se tenían instituciones grandísimas. Al parecer muchas de estas comunidades se dedicaron a la enseñanza de la educación formal, tanto para las niñas y mujeres como para los niños y hombres. Otros grupos de hermanas se dedicaron a la atención de ancianos y huérfanos debido a que eran tiempos

de guerra y violencia. También eran formas de asistencialismo por las necesidades que se presentaban. Por lo que he leído y escuchado creo que el enfoque de la Vida Religiosa de antes tenía un carácter muy rígido en entender los votos de pobreza, obediencia y castidad. Las religiosas fueron viviendo desde un camino más alejado del mundo y de las personas, viéndolos como algo que pudiera dañar la “santidad” de la Vida Religiosa. Así se fueron creando una serie de paradigmas de cómo se debía vivir la vida en una comunidad religiosa alejada de lo mundano. Pero aun dentro de este aislamiento de vida se encontraba un sentido de gozo, fe y esperanza a compartir la vida en comunidad, para continuar con la misión redentora de Jesús. Me queda claro que la renovación que siguió después del Concilio Vaticano II invitó a las mujeres y los hombres, religiosos consagrados y laicos, a vivir nuestra fe de una manera que diera vida a las personas, a las comunidades eclesiales y al mundo. Informativo

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El documento del Concilio, Gaudium et Spes, invita a la Iglesia a aceptar los gozos y esperanzas, el dolor y el sufrimiento del pueblo de Dios y estar en el mundo actual y no al margen. El Concilio “Abrió las ventanas” de una institución y libero al Espíritu entre el pueblo. Nadie estaba preparado para el gran cambio. Una hermana comenta de esa experiencia “Yo no quería que las cosas cambiaran, me imaginaba que iba a llevar un hábito toda mi vida, viviendo en un convento con la misma rutina diaria, haciendo el mismo apostolado enseñando en las escuelas. Así que cuando las cosas empezaron a cambiar, no fue fácil para mí, sin embargo, yo obedecí. Lo que me ayudo entender la Vida Religiosa renovada fueron las clases de teología y de filosofía, que ofrecían mi congregación”. Así pues, muchas religiosas empezaron a conocer sobre la historia de la Iglesia, la tradición de la enseñanza de la justicia social, de la teología de liberación. Entonces la Vida Religiosa empieza a entender cómo las estructuras y los sistemas de poder oprimen a las mismas personas y sociedades a quienes esas estructuras deben servir. También se empieza a ver con nuevos ojos quién era Jesús en el contexto histórico de su tiempo, y como entender a Dios en un nuevo contexto de la vida humana, la naturaleza y el cosmos. La vida dentro de las congregaciones fue cambiando en otros

aspectos lográndose abrir a nuevos ministerios: algunas religiosas trabajan con mujeres abusadas violentamente, algunas se sintieron llamadas a acompañar a la gente sin techo, en las cárceles, los adictos a las drogas, en particular a los económicamente y socialmente marginados. La oración estructurada y rutinaria de antes del Concilio experimenta un gran cambio. Muchas que entramos después del Concilio vivimos experiencias de oración que tocan nuestra vida y nos ayuda a solidarizamos tanto que nos permite transformar la realidad a una vivencia como Jesús lo haría hoy. La Vida Religiosa ha cambiado desde el Concilio y mucho de ello es debido al llamado a estar atentas a los signos de nuestro tiempo para responder en nuestros apostolados a las realidades hoy. Aunque el número de hermanas se ha reducido debido a menos vocaciones se sigue respondiendo a muchas necesidades. Por eso creo que la Vida Religiosa motivadas por el Evangelio y la riqueza de nuestra tradición católica, tiene mucho que ofrecer a este mundo post-moderno, dar un testimonio más vivo de la fe en tiempos difíciles y caóticos y seguir mostrando el amor que Jesús tenía por todas y todos. Las congregaciones están uniendo esfuerzos junto con otras comunidades, personas y organizaciones que están luchando por una visión similar.


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No temas, pequeño rebaño, porque a su Padre le ha parecido bien darles el Reino (Lc 12,32-48) Isingrini Virginia, mmx

E

l sujeto de este relato de Lucas es el «pequeño rebaño»: un rebaño amado por Dios, escogido y destinado al Reino, pero pequeño. Esta pequeñez puede suscitar la duda y el desánimo en el corazón de muchos. Pero se trata de un desánimo que se ha de alejar con decisión porque la historia de la salvación siempre ha sido llevada adelante por un pequeño resto. La experiencia del éxodo puede leerse a

la luz de este increíble contraste de fuerzas: un diminuto grupo de hombres y mujeres sin alguna identidad política y sin organización, consigue derrotar a Egipto, la gran potencia de aquel tiempo. La muerte y la destrucción de aquel impresionante ejército no hace más que poner en evidencia la desmesurada desproporción de fuerzas que sólo puede ser colmada por la omnipotencia divina. No existe obstáculo que no pueda superarse; Informativo

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El pequeño rebaño es invitado también a distribuir sus bienes: «vendan lo que tienen y den limosna» no hay límite o miseria humana que no pueda ser convertido en fuerza, a condición que se le ponga en las manos de Dios. Por eso Jesús invita a su pequeña grey a no temer. Tampoco él está al frente de un ejercito grande y aguerrido. «No tengan miedo»: vigilancia, sí, prontitud y compromiso, como veremos dentro de poco, pero en un clima de gran confianza. El Reino nos ha sido donado por el Padre, se fundamenta en su amor y no en nuestras prestaciones. No hay razón, entonces, para estar ansiosos y preocupados. El pequeño rebaño es invitado también a distribuir sus bienes: «vendan lo que tienen y den limosna». Ésta es la riqueza que no viene a menos, a diferencia de los bienes que acumuló el rico necio de la parábola. El relato evangélico continúa con un lenguaje de tipo pascual. El creyente debe estar alerta, con la cintura ceñida y las lámparas encendidas. Estas imágenes nos recuerdan la noche del éxodo, la noche en que se tuvo que huir de prisa, sin ser detenidos por cosa alguna. Las lámparas encendidas hacen

recordar la parábola de las vírgenes necias y prudentes. Pero, mientras allá las necias tocaban a la puerta cerrada sin tener éxito, aquí es el dueño que regresa de las bodas durante la noche y se ve obligado a pedir que lo dejen entrar. Creyente es aquel que tiene el corazón libre de tantos amarres que no lo dejan correr. Es aquel que tiene los ojos bien abiertos y las manos listas para el servicio: es un contemplativo con el delantal puesto. ¡Dichoso el siervo que a su llegada el Señor encuentre así! El Señor no viene en el resplandor del día, sino en la inseguridad de la noche, allí donde el sentido de la propia fragilidad y de la muerte se torna más palpable. Toca a la puerta, pero no la tumba. Pide siempre el permiso de entrar. La manija de la puerta la tenemos nosotros y si le abrimos, él entra y cena con nosotros. La nueva escena se abre de hecho sobre una mesa puesta, con tonos eucarísticos. La recompensa de la que Jesús habla, y que se dará a todos aquellos que encontrará vigilantes, es una recompensa increíble y fuera de lo común: el dueño se hace siervo de los siervos, se ciñe las vestiduras, los invita a recostarse sobre cojines en la sala comedor y los atiende. En contraposición con el siervo que espera en la noche, se destaca la figura del dueño que no sabe cuándo vendrá el ladrón a hurtar sus bienes. Quien hace del poseer el horizonte de la propia existencia, vive siempre


Palabra, espíritu y vida  53

con la angustia que alguien le robe lo que tiene. Y la muerte será el ladrón despiadado que no respetará ni riquezas ni títulos. Quien, en cambio, vive en espera del Esposo, todo lo recibe como un regalo. Cada encuentro, cada experiencia, cada acción es bella porque revela un rayo de su amor, un rayo que brilla más cuando se le comparte con los demás. El Evangelio aclara esta idea con la parábola del administrador puesto al frente de la casa después de la partida del dueño. El administrador, convencido que éste último tardará en volver, se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse. Se trata de una escena que a primera vista parece exagerada. En realidad describe una situación muy frecuente. En el fondo muchas injusticias y tantas maldades cotidianas que, pese a ser muy pequeñas hacen la vida difícil a todos, nacen de esta actitud bastante común. Nos comportamos hacia los demás como caciques en miniatura, convencidos de manera un tanto miope que a nosotros nunca nos tocará la misma suerte. Pero maltratar a otra persona, además de ser algo odioso en sí, contiene también una buena dosis de estupidez. Es siempre un hecho que, bien o mal, se revierte contra quien lo ha cumplido. Basta leer los periódicos para tener una prueba de cuán cierto es. El tema de la vigilancia se enriquece así de una nueva actitud: la fidelidad

del administrador hacia los bienes del señor, el sentido de responsabilidad y del compartir. ¿Cuáles son los bienes a los que se refiere la parábola? El texto no lo dice explícitamente, pero podemos pensar en las relaciones interpersonales, en los recursos comunes, en las bellezas de la creación que Dios ha puesto en nuestras manos. Se han de administrar no como un regalo exclusivo, sino como un bien para compartir. Quien los considera como monopolio personal o como ocasión para dominar a los demás, será tratado como los infieles. Al final de la vida recibirá lo que ha sembrado: vivirá sin amor y vencido por el miedo. La fidelidad y el sentido de responsabilidad son requeridos en proporción del conocimiento que cada uno tiene del dueño: más grande es el conocimiento y más grande será la responsabilidad. Encontramos aquí una invitación a hacerse responsables del mundo y a no pensar únicamente en la propia alma, como había hecho en cambio el rico de la parábola anterior. Se trata de un estímulo a repartir la cantidad de trigo que se nos ha confiado y a dar razón de lo que hemos recibido. Y cuanto más tiene uno, tanto más está llamado a compartirlo. Lo que para el mundo es motivo de ansiedad y de miedo, para el cristiano es razón de una vida llena de confianza, en espera del Señor que toca a la puerta y no espera otra cosa que entrar y servirnos la cena. Informativo

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Vino nuevo en odres nuevos Experiencia orante comunitaria Fray Guillermo Uribe, ocd

Para ambientar Busca un espacio en el que la comunidad pueda sentirse cómoda, si es posible hacer un arreglo con telas y un cáliz o copa con vino ayudaría para ambientar. Si se cree oportuno hacer uso de música para orar, sonidos de piano y cuerdas son una buena opción. Si el momento orante es por la tarde, utilizar poca luz favorece crear un clima más cálido.

Cómo estamos Toma una postura cómoda, que facilite el clima de oración, que te permita mantener contacto con tu cuerpo, tus pensamientos y sentimientos. Presta atención a tu respiración, inhala a través de la nariz, retén un momento y exhala a través de la boca con suavidad. Repite este proceso al menos tres veces, sin prisa.


Retiro espiritual 

Recapitula lo que aconteció en la jornada hasta este momento, agradece a Dios su presencia en ti, y siente cómo se experimenta tu cuerpo, si hay tensión, si hay paz interior… (Si hay sentimientos de preocupación, se percibe tensión o dispersión: Busca un lugar seguro en tu interior, un espacio en el que te sientas confiado/a y cómodo/a, ¿cómo es ese lugar, qué sonidos se perciben, qué colores hay presentes, qué sensaciones recibe tu cuerpo? Ese lugar te puede ofrecer lo que necesitas para que tu cuerpo se comience a relajar y sentir seguro, tu mente centra su atención en este momento. Ahora estás compartiendo con tu comunidad un tiempo especial, las actividades y preocupaciones pueden acallar su voz por un momento, tú te mereces este tiempo y espacio…). Para orar con el texto Como segundo momento oramos con el texto bíblico, leyendo de manera pausada, de forma clara y sencilla. Del Evangelio según Mateo 9,14-17 Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: «¿Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido, y se produce un desgarrón peor. Ni tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; pues de otro modo, los odres revientan, el vino se derrama, y los odres se echan

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a perder; sino que el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así ambos se conservan».

Da unos momentos de silencio, deja que el texto repose en el corazón… ¿cómo te sientes con este texto que acabas de escuchar?, ¿hay algo que se mueva en tu interior? Reconstruir el texto Para reconstruir el texto, te invitamos a hacerlo en cuatro momentos, o quizá diversas personas de tu comunidad puedan escoger alguna de estas formas. Ayuda este proceso a la apropiación de la Palabra del Señor: Desde el texto mismo Utiliza las palabras del mismo texto para armar la historia que escuchaste. ¿En qué lugar están?, ¿qué pasó?, ¿quiénes intervinieron?, ¿qué le dijeron a Jesús?, ¿qué respondió Jesús? Desde la visión de los discípulos de Juan Intenta ponerte en el lugar de los discípulos de Juan Bautista, vive la historia narrada desde ellos. ¿Cómo es el ambiente?, ¿de dónde vienes?, ¿qué le preguntas a Jesús?, ¿por qué le haces esa pregunta a Jesús, qué esperas que responda?, ¿cómo te quedas con la respuesta que Jesús te da?, ¿cómo es la actitud de Jesús para responderte? Desde la perspectiva de Jesús Ponte en la posición donde Jesús está, intenta visualizar la escena y reconstrúyela, quizá te pueda ayudar Informativo

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alguna de las siguientes preguntas guía o puedes narrar desde otro punto. ¿De dónde vienes, hacia dónde vas?, ¿qué te preguntan los discípulos, cómo escuchas su pregunta?, ¿cuál es la intención que percibes en ellos?, ¿por qué has escogido estas pequeñas parábolas?, ¿qué es lo que quieres enseñarles?, ¿captaron tu enseñanza?, ¿cómo los percibes ahora? Desde el lector omnisciente Eres ahora un observador, conoces lo que está aconteciendo con todos los personajes que intervienen en escena, para reconstruir el texto desde aquí, puedes apoyarte con algunas preguntas: ¿Cómo es el escenario donde se encuentran los personajes?, ¿cómo se encuentran los discípulos de Juan, qué intereses tienen en Jesús?, ¿cómo se percibe Jesús, está en paz o se siente incómodo con la pregunta?, después de la respuesta de Jesús, ¿qué vuelven a comentar los discípulos de Juan?, ¿dónde están los discípulos de Jesús, qué están haciendo?, ¿cómo se sienten ante la pregunta que los discípulos del Bautista le han formulado a Jesús? Meditamos sobre el texto Jesús nos presenta la radicalidad del Evangelio, Dios escapa a las tradiciones, antes bien, parece que Jesús nos sugiere la novedad continua de Dios. Una nota importante es que no hace una discriminación o violenta las tradiciones, antes bien, les da un lugar importante, pero a la par de importancia que a la novedad revelada.

El ayuno tiene un carácter sagrado en el judaísmo, pareciera que Jesús rompe con esa creencia, pues al señalar su respuesta, está avalando que en efecto sus discípulos no viven la norma religiosa de “ayunar”, así como seguro tampoco vivirán otras reglas; la pregunta que puede surgir es ¿cuál norma es la que tiene vigencia entonces? Y como hemos de adivinar la respuesta es “el amor” y el servicio desinteresado a los demás, a semejanza del Señor que lava los pies a sus discípulos, una actitud de vida que da la libertad y nos lleva a asemejarnos a Dios, me parece que es eso lo que nos vincula más profundamente a lo sagrado. Jesús presenta el ayuno desvinculado de lo sagrado y emparentado con el dolor, con la “pérdida” del novio y la tristeza que esto produce. Es un acto de solidaridad con el que sufre, con el que se quiere… Se ayuna porque el corazón y el cuerpo en este momento no puede probar bocado a causa de la tristeza de la pérdida, se ayuna para acompañar a los dolientes en el pésame, se ayuna, a fin de cuentas por amor. Jesús se ha presentado como el “novio”, tú y yo somos discípulos, somos sus amigos, disfrutamos de la boda de Jesús con la “novia”, nos alegramos de la unión entre Jesús y la “novia” que sin duda será la humanidad. La juventud o la novedad entra con fuerza, es capaz de “romper” o “desgarrar” sin proponérselo, la novedad es el impulso que inyecta nueva vida, requiere de contenciones adecuadas que promuevan el crecimiento (añejamiento) certero para que se pueda disfrutar un vino de buena calidad (lo que me recuerda el capítulo segundo del Evangelio Joánico).


Retiro espiritual 

Jesús no menosprecia el valor del vino añejo y del vestido rasgado por el uso, antes bien, les da una dignidad, por ello indica que esos moldes obedecen a ciertas formas de expresión y tienen sus propios contenidos. Jesús cuida tanto el vestido rasgado (que podrían ser las leyes y costumbres, las normas o concepciones que nos hemos formulado sobre algo) y los odres (intuyo que podría ser la religión, las prácticas o expresiones culturales, la estructura clerical) porque tienen su valor y han dado sentido en algún momento de la historia, pero lo que no funcionaría serían los absolutos, normas que se quieran aplicar a todos por igual. Me parece que en la vida comunitaria podríamos vivir este texto desde el aporte intergeneracional, en ciertos momentos señalamos las formas y prácticas de nuestros institutos en tiempos pasados, y queremos inyectarles, con las mejores intenciones, nueva vida y bríos que alienten a dar una respuesta. Eso es sano, eso es lo deseable… pero también necesitamos ser respetuosos con nuestros hermanos/as mayores, pues aunque existan roturas, es de donde nuestro instituto se ha nutrido, ellos atravesaron también el mismo momento de generosa respuesta –y sin duda alguna lo seguirán haciendo–, pero también las generaciones jóvenes necesitamos estar conscientes en que nuestro odre irá haciéndose cada vez menos joven… con lo que nuestra visión necesitará también el impulso de la siguiente generación y será cuando nos toque ceder el lugar a los que están por venir…

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Compromisos ¿Hacia dónde te lanza este texto bíblico?, ¿qué compromiso te sugiere en el nivel personal?, ¿qué compromiso te sugiere en el nivel comunitario?, ¿qué compromiso te sugiere a nivel de tu instituto y carisma?, ¿cómo podemos dar respuesta en la Iglesia como vino nuevo y como tela nueva que da impulso y hace creíble nuestra vocación? Plantéate un único compromiso que te permita llevar a concreciones este texto bíblico. Si tu cáliz tiene vino, te invitamos a que compartas un poco sobre tu compromiso a manera de oración y luego bebas un sorbo a manera entablar “alianza” con Dios y con tu comunidad. Despedida Agradece a tu comunidad el tiempo y el espacio que se han dado para orar, respira profundamente y agradece a Dios lo que ha suscitado en tu interior, porque es Él quien hace de ti un vino nuevo, una tela nueva que ornamenta su Iglesia-Comunidad desde la inclusión y la novedad. Informativo

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¿Hacia una Vida Religiosa autóctona? Estamos caminando… Seguimos en búsqueda… Hna. Ma. Celia Gpe. Rojas Chávez, dp

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on gusto y agradecimiento compartimos parte del proceso que hemos vivido para llegar a la incorporación de las Hermanas Autóctonas a la Congregación de Hermanas del Divino Pastor.1 Sin duda que es difícil compartir en dos cuartillas la bendición y riqueza que Dios nos ha regalado. Antecedentes En el año de 1977 un grupo de jóvenes tseltales y tsotsiles inició en Chilón, Chiapas, la experiencia de Vida

1 La Congregación de Hermanas del Divino Pastor tenemos presencia en la Diócesis de San Cristóbal de las Casas desde hace 51 años.


De la Vida Religiosa  59

Sin dejar su traje, costumbres, viviendo en comunidad querían servir a su pueblo Consagrada Indígena. Sin dejar su traje, costumbres, viviendo en comunidad querían servir a su pueblo. Solicitaron a la Hna. Victoria Álvarez Montesinos les compartiera la espiritualidad de la Congregación y les acompañara2 (varias de estas jóvenes participaron en los cursos de catequistas que por tres meses las Hermanas de la Congregación daban a jóvenes de comunidades de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en la casa llamada “Quinta La Primavera”). A lo largo de estos años varias Hermanas han acompañado este proceso, respetando desde el principio el llamado que Dios sembró en el corazón de las jóvenes tseltales y tsotsiles “mantener su identidad originaria y servir en medio de su pueblo”. Quizás por no comprender del todo lo que nuestras Hermanas querían, quizás porque no estábamos preparadas, porque nos faltaba apertura o porque eran necesarios todos estos años para comprender lo que el Espíritu tenía deparado para ellas y nosotras, es

que hasta el año 2009 se incorporan oficialmente al caminar congregacional como Hermanas Autóctonas del Divino Pastor. Nuestras Hermanas Autóctonas actualmente colaboran pastoralmente en la Misión de Bachajón y en las Parroquias de San Pedro en Ch’enalho’ y Santa Catarina en Pantelho’, Chiapas. Cabe resaltar que sus pueblos de origen y en donde colaboran pastoralmente también han recorrido un camino de comprensión y aceptación de la opción por la Vida Religiosa de nuestras Hermanas Autóctonas. Proceso de incorporación En el año de 2007 la comunidad de Hermanas Tseltales ubicada en Chilón, Chiapas, envío una carta a la Hna. General Rosa María Gutiérrez Rodríguez, en la que exponen no sentirse reflejadas en el Decreto de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, que el 25 de enero de 2000 las constituyó como Asociación de Laicas “Comunidad de Indígenas Misioneras Consagradas al Servicio de las Comunidades Autóctonas”,3 solicitan ser reconocidas como Hermanas Autóctonas del Divino Pastor, unos meses después envían la misma solicitud las Hermanas Tsetales y Tsotsiles que viven en San Cristóbal de las Casas. Ambas comunidades expresaron entre sus razones el amor al Divino Pastor, tener

2 En este primer momento la comunidad se ubicó en Yajalón, Chiapas, años después las Hermanas Tsotsiles se

trasladaron a San Cristóbal de las Casas para realizar su servicio pastoral en la zona Tsotsil. 3 En dicho decreto Don Samuel Ruiz García pide a las Hermanas del Divino Pastor continuar acompañando la formación y estructuración del grupo. (Decreto de Aprobación de la Asociación de Laicas “YITS’IN YUTSIL JCANAN TUMINCHIJ” “TSOBLEJ YITS’INAL YU’UN CH’UL JILCHIJ” del 25 de enero del año 2000.

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60  De la Vida Religiosa

la misma espiritualidad, trabajar juntas en las zonas pastorales de Chiapas, haber recibido formación de la Congregación. Durante dos años se continuó la reflexión, se buscó asesoría canónica y no habiendo impedimento por ser Congregación de Derecho Pontificio el 16 y 19 de octubre de 2009 se erigieron como Casas de Formación las dos comunidades de Hermanas Autóctonas del Divino Pastor ubicadas en San Cristóbal de las Casas y Chilón, Chiapas. Se incorporan como Profesas 6 Hermanas Autóctonas y las demás Hermanas se reciben como formandas. Actualmente son 7 formandas. El Equipo de Formación Autóctona conformado durante el proceso de

El Equipo de Formación Autóctona conformado durante el proceso de incorporación tiene actualmente como misión principal: abonar a la estructuración y fortalecimiento de nuestras Hermanas Autóctonas


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incorporación tiene actualmente como misión principal: abonar a la estructuración y fortalecimiento de nuestras Hermanas Autóctonas. Actualmente se encuentran elaborando el Plan de Formación Autóctona. Se definieron 4 etapas de formación que juntas comprenden 10 años. Se elaboraron: criterios de formación y el perfil de la Hermana Autóctona, hemos concluido el mapa curricular de las etapas de formación y actualmente hemos iniciado la elaboración del esquema del programa de formación por etapas el que incluirá: temario de cada una de las materias, estrategia didáctica o pedagógica, bibliografía y estrategia de evaluación. Se están definiendo las funciones de la Animadora de la comunidad y de la Acompañante de las formandas. Como dice en el título Estamos caminando… Seguimos en búsqueda… Nos encontramos aún en el cuarto año de la incorporación de las Hermanas Autóctonas a la Congregación, estamos aprendiendo de esta nueva relación, fueron casi 32 años de un caminar autónomo y autóctono4 lo que sin duda enriquece a nuestro Instituto pero nos invita a acompañar este proceso con apertura al espíritu de tal manera que aportemos a la conformación de la comunidad intercultural entre nuestras Hermanas Autóctonas y en su relación con el resto de la Congregación. El Espíritu tuvo a bien suscitar la vocación en nuestras Hermanas Autóctonas, don y tarea para nosotras. Hasta ahora no conocemos una

El Espíritu tuvo a bien suscitar la vocación en nuestras Hermanas Autóctonas, don y tarea para nosotras. Hasta ahora no conocemos una experiencia similar experiencia similar, la mayoría de las Congregaciones tenemos estructurada nuestra Vida Religiosa, la formación, vida comunitaria, apostolados y en esas realidades se insertan las vocaciones que surgen de los pueblos originarios, también nosotras tenemos este tipo de vocaciones y han sido formadas dentro de estos esquemas. Por ello sentimos que es don de Dios para la Congregación y tarea que nos invita a una apertura mayor al Espíritu el regalo de nuestras Hermanas Autóctonas. Con la confianza de que el Señor, nuestro Pastor nos acompaña y con la oración de ustedes continuamos nuestro caminar.

4 Con el acompañamiento de varias Hermanas de la Congregación.

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62  De la Iglesia

La Vida Consagrada: un fermento en la Iglesia Palabras del papa Francisco

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uiero dedicar unas palabras a la Vida Consagrada. La Vida Consagrada en la Iglesia es un fermento. Un fermento de lo que quiere el Señor, un fermento que hace crecer la Iglesia hacia la última manifestación de Jesucristo. Les pido a los consagrados y consagradas, que sean fieles al carisma recibido, que en su servicio a la Santa Madre Iglesia jerárquica no desdibujen esa gracia que el Espíritu Santo dio a sus fundadores y que la deben transmitir en toda su integridad. Y esa es la gran profecía de los consagrados, ese carisma dado para el bien de la Iglesia. Sigan adelante en esta fidelidad creativa al carisma recibido para servir a la Iglesia.»

Papa Francisco, Vídeo Mensaje a la peregrinación y encuentro “Nuestra Señora de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización en el Continente Americano” (16-18 nov 2013).


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