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Where You Been
Wenceslao Bruciaga @distorsiongay
American Crisis
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El gran Bob Mould lanzó un nuevo disco hace muy pocas semanas: American Crisis. Pinche discazo. Maquinado a partir de viriles riffs de guitarras urdidas entre la melodía biliosa y velocidad apresurada que amortiguan letras sobre la falta de aliento en la era Trump. Pero convencido de que la ira plantada con erotismo, valentía y virtud, puede servir de arma en la lucha por la esperanza. El track con el que abre el disco, «Next Generation», y la portada, de las mejores de la pandemia, son prueba de ello. Una yuxtaposición de imágenes y gráficos a lo nouvelle vague, saturadas de un refrescante azul menta que evoca la libertad fotocopiada de los fanzines punk con el orgullo de la bandera de la comunidad leather gay.
Ya sea en solitario o con sus proyectos paralelos como lo fueron Blowoff o Sugar, es difícil que el fundador de una de las bandas más turbulentas e innovadoras del panorama alterno gringo, como fue Hüsker Dü, saque un disco malo. Hüsker Dü fueron los inventores de los cortafuegos de sonido como materia prima del hardcore. Mucho antes que los Jesus and Mary Chain. Lo más Pero no merecemos cabrón de Hüsker Dü fue su sensibilidad, a to- un ícono gay tan das luces homosexual, con la que lograron separarse ruidosamente de sus coetáneos punk. Pero no merecemos un ícono gay tan arrojado y coherente como Mould. Su disco pasó desapercibido del radar gay. Los homosexuaarrojado y coherente como Mould. Su disco pasó desapercibido del radar gay. sentido tangible. ¿Pero qué culpa tenemos los jotos que vivimos al día de su aburrimiento de tolerancia e igualdad? Como para que nos engatusen con su minuciosa nostalgia por la repreles estaban enajenados con los estrenos de sión travestida de advertencia por un supuesto The Boys in the Band, la película de Ryan Murphy, y Alguien conservadurismo que acecha. Y que ellos mismos alimentiene que morir, la serie de Manolo Caro, los productores tan con sus fetiches. No son pocos los gays que muerden el abiertamente gays que hoy son considerados como voces de anzuelo de esos dos productores alienados al puritanismo la libertad. Es interesante darse cuenta de que ambos títulos gringo que tanto patea Mould a lo largo de American Crison productos televisivos ubicados en el pasado: 1968, en sis. También abiertamente homosexual, Mould se lacera las el caso de Murphy, mientras que el mexicano Caro escogió cuerdas vocales gritando sobre esa propensión norteamela España franquista de mediados del siglo xx para situar su ricana de volver una y otra vez a un estado de paranoico miniserie. Puedo asegurar que Manolo Caro y Ryan Murphy reproche por ser consciente de la realidad. De algún modo, son de esos gays que tienen espasmos de semen cuando también es un vistazo al pasado. Sus canciones recuerdan lo entran a un bazar de antigüedades. En sus producciones se jodido que era ser gay bajo la presidencia de Ronald Reagan, puede respirar la maniática obsesión por el diseño de arte. justo cuando Hüsker Dü grabó sus primeros álbums. No lo Pesa más que el guion mismo. En entrevistas, ambos coinci- añora porque lo vivió. A diferencia de Murphy y Caro, Bob den en que la decisión de optar por la recreación del pasado Mould arremete contra la historia como una pesadilla mutiene que ver con las metáforas para problematizar la homo- grienta. No lo adorna. Ni se esconde en detalles estéticos fobia. Dejando entrever que quizás para ellos, en efecto, la para abordar lo violento que es el sexo entre hombres. homofobia es cosa del pasado. Comprensible, toda vez que son gays exitosos rodeados de otros millonarios con actitudes progresistas recortadas por un sastre. Difícilmente alguien podrá meterles el pie apelando a la homofobia. Su vida está tan resuelta, que necesitan revivir la opresión del pasado para que sus discursos de homofobia tengan algún