Reporte sp Número 11 • Julio de 2015
Publicación mensual gratuita de Editorial Sexto Piso
«La vida de un árabe, la vida de un negro, No valen nada, hermano mío, en este lugar. Cada día, ¡wallah! La sociedad se venga de quienes han quedado abajo, En el suelo, como conejos, asfixiados bajo nuestros paños. Ésta es nuestra suerte de parias, Como si las colonias no se hubiesen acabado nunca, Como si nuestras vidas fueran un olvido. Pero aquí estamos e incluso somos de aquí Innombrables, una sombra». 75-Zorro-19
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ublicada originalmente en 2012, Arab Jazz, del francés Karim Miské, es un preludio literario de lo que hoy día se ha vuelto una de las muchas preocupaciones de las sociedades europeas: la conversión al Islam de muchos de sus jóvenes, algunos de los cuales terminan enrolados en las filas del Estado Islámico o, como los hermanos Saïd y Chérif Kouachi, cometiendo atentados como el acaecido en enero de este año contra los miembros del semanario Charlie Hebdo. ¿Qué es lo que hace que estos jóvenes educados bajo los valores del «mundo libre» se fanaticen y estén dispuestos a entregar su vida por una creencia? Sin ser ese su objetivo, desde luego, la novela de Miské arroja mucha luz al respecto. Todo ocurre en el distrito 19 de París —el mismo en el que los hermanos Kouachi se percataron del suicidio de su madre, dedicada a la prostitución, tras enterarse de que estaba embarazada por sexta vez—. Ahmet Taroudant es un joven que padece una depresión crónica. Vive del subsidio para adultos discapacitados. Su madre, marroquí de familia acomodada que huyó a Francia por esperar un hijo de un esclavo negro, lleva ya varios años internada en un hospital psiquiátrico por padecer una esquizofrenia severa. De su padre, muy probablemente torturado y asesinado por
la poderosa familia de su madre, nunca supo nada. Así que, para olvidarse de sí mismo, para «contener a los monstruos agazapados en el fondo de su cabeza», decide refugiarse en las novelas policiacas, con las que construye un muro para protegerse del exterior. Se ayuda también de ansiolíticos y antidepresivos. Un buen día, mientras se encuentra leyendo en su balcón, una gota de sangre cae en su rostro. Escurre del pie de su vecina, Laura Vignoli, azafata e hija de una pareja de Testigos de Jeohvá. Ésta ha sido brutalmente asesinada en su departamento, en lo que parece un acto de violencia ritual perpetrado por algún fanático, «una instalación en el sentido artístico del término […] que podría titularse “El castigo de la impura” o algo por el estilo». A cargo del caso quedan los agentes Rachel Kupferstain, judía askenazí, y Jean Hamelot, bretón de ascendencia filocomunista. Tras las primeras pesquisas se va despejando el misterio: Laura estaba alejada de su familia por la educación tan rígida que recibió. Huyó de su casa en cuanto cumplió dieciocho años. Sus padres la consideraban el demonio mismo y no la querían ver más. Su única familia eran sus amigas: Rébecca, judía que también se ha esfumado, Aïcha y Bintou, musulmanas interrogadas por Rachel. Son éstas quienes aluden a Moktar y Ruben, un salafista y un jasid, que miraban con malos ojos a Laura y que, junto con sus hermanos Mourad y Alpha, conformaban el grupo de rap llamado 75-Zorro-19: dos negros, un árabe, un judío. Estos cuatro jóvenes antes determinados por la amistad y la música son ahora definidos por una religión. Moktar ha regresado de un retiro espiritual en su país de origen y despide un aura nueva, mágica, que hace que Mourad y Alpha se conviertan en sus discípulos, y que todos a su vez obedezcan las órdenes del imam Abdelhaq Haqiqi. Ruben, por su parte, se ha refugiado en las enseñanzas del rabino Seror y en su familia ortodoxa, que prepara el matrimonio de su hermana Rébecca con un
El mismo Miské dijo en alguna entrevista: «si mi libro es sobre algo, ese algo es el mal. Es sobre la presencia del mal en todas las formas extremas de religión, pero también en instituciones como la policía».
Reporte SP • Año 2 • Número 11 • julio de 2015 • Publicación mensual gratuita de Editorial Sexto Piso • www.sextopiso.mx Impresión: Offset Rebosán • Editores: Diana Gutiérrez, Diego Rabasa, Eduardo Rabasa, Felipe Rosete • Diseño y formación: donDani Portada: Ilustración de El piloto y el principito de Peter Sis (Sexto Piso, 2014).
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Oportunidades para todos • dD&Ed
Felipe Rosete
Vidas olvidadas
judío de Nueva York llamado Dov. Si el primer sospechoso es Ahmet, los siguientes serán los antiguos músicos. El factor común: su origen. Pero las cosas no son lo que aparentan. Detrás del asesinato de Laura se esconden, a un océano de distancia incluso, otras historias: las de Susan y James Barnes, hijos del líder de los Testigos de Jehová en Nueva York; la de Vincenzo Vignola, padre de Laura; la de Dov, el químico judío fanático de Marley, y las de Frederick Enkell, Aissa Benamer y los hermanos Meyer, policías parisinos del distrito 18, ahora con un nuevo negocio entre manos. Todos estos hilos aparentemente tan diversos convergen en una madeja que pretende ser una imagen de la realidad. Si algo tienen en común los personajes de Arab Jazz es que, excepto las amigas de Laura, todos son almas destrozadas: por la religión y sus sucedáneos, pero también por una realidad social y económica aplastante que les ofrece un futuro inexistente. En consecuencia, se aferran a lo que pueden: el islam, el judaísmo, el cristianismo, pero también la literatura, el psicoanálisis, las drogas, las perversiones sexuales, la corrupción y la violencia, asideros que además de otorgarles un horizonte de sentido y revalorizar sus vidas, los hacen sentir poderosos, como el mismísimo Dios. godzwill se llama la droga procesada por Dov, que será una más de las pistas para resolver el caso. «Resueltos a movilizar sus energías para hacer frente a las miradas de desaprobación que parte de la sociedad echa a “los chicos musulmanes”, la nueva clase peligrosa de la república poscolonial; tentados, muy a menudo, de revertir el estigma, de blandir con orgullo esa religión que no dejan de reprocharles», los ex raperos, al igual que los Kouachi y muchos otros en su condición, entregan sus vidas a ésta, del mismo modo que los personajes no fanatizados, laicos, producto del «mundo libre» se entregan al dios del poder y el
Arab jazz Karim Miské Traducción de Eduardo Berti Adriana Hidalgo editora 2014 • 378 páginas Escucha un playlist inspirado en esta novela (Youtube):
dinero. El problema entonces no es el fanatismo «religioso», es el fanatismo en sí. El mismo Miské dijo en alguna entrevista: «si mi libro es sobre algo, ese algo es el mal. Es sobre la presencia del mal en todas las formas extremas de religión, pero también en instituciones como la policía». Mal que estará presente hasta la eternidad, y al que, como señala Ahmet, hay que mirar de frente y combatir cara a cara, no transferirlo a algunas personas por su color de piel, su origen, sus creencias o su condición social, como ha hecho Occidente con el mundo árabe, pasando por alto su responsabilidad en la generación histórica de las condiciones del mundo actual. Si queremos intentar vivir en paz, debemos empezar por reconocer que el fundamento del «mundo libre» es la dominación y la explotación de unos hombres sobre otros, y que éste se construyó a base de balas y latigazos, del brutal sometimiento de pueblos enteros, cuyos descendientes hoy, muchas décadas después, siguen viviendo vidas olvidadas, «como si las colonias no se hubiesen acabado nunca». •
El mensajero Ernesto Kavi
de la memoria
Citlalli Gabriela Jauregui
Fragmento del libro:
La memoria de las cosas
A
lo largo de la historia, la imaginación ha creado seres maravillosos: guerreros que asedian una ciudad durante diez años sólo por el amor a una mujer; dioses que se sacrifican y se desmiembran a sí mismos para crear el mundo; gigantes que se sacan su propio corazón y se lo entregan a una nodriza para no hacerse responsables de él; una cabeza cortada que flota en un río y que, a pesar de su desgracia, no deja de cantar. Pero, quizá, entre todos los personajes que la imaginación ha podido crear, el más prodigioso de todos sea la figura del mensajero. Es siempre un personaje menor, invisible, sin nombre, sin historia. Alguien a quien es posible sacrificar, pues su presencia no importa. El mensaje es lo único valioso. No participa directamente de las peripecias que ocurren, sólo está ahí, como un servidor, como un enviado que debe proteger y custodiar —con su vida, si es necesario— lo que lleva consigo. Pero, ¿qué dice el mensaje? Nadie lo sabe y, al mismo tiempo, no es difícil adivinar: el mensaje contiene la historia misma, la historia que leemos, por eso el mensajero lo debe resguardar a toda costa, pues si el mensaje que porta se perdiera, entonces no nos quedaría nada. Y sin embargo sabemos que el mensaje ya se ha perdido, por siempre, desde el inicio. Por eso, también, conocemos desde siempre el contenido de su mensaje: nos habla de todo lo que hemos olvidado, de la masa infinita de lo que se ha perdido para siempre. La historia que cuenta es la historia de las cosas perdidas. Todos los mensajeros del mundo recogen y llevan consigo lo que, conscientemente o por descuido, hemos destruido. La facultad de las cosas inútiles es una larga metáfora de la figura del mensajero. El libro narra la historia de Zibin, un arqueólogo y conservador de antigüedades que trabaja en un museo de Kazajistán. Estamos en la Unión Soviética, y es 1937, uno de los años más sangrientos del gobierno de Stalin. Un buen día la policía arresta a Zibin. Le acusan de haber robado un tesoro milenario que habría encontrado durante una excavación. Ese hecho, casi anodino, le sirve a Dombrovski para mostrarnos el funcionamiento de la sociedad de aquella época y del régimen estalinista. La burocracia política y policial, y sus oscuros laberintos; la delación de unos a otros como único instrumento de supervivencia; el desprecio de la imaginación; la tortura como nuevo camino a la justicia; la convicción de que todo ciudadano es culpable, y el sistema policiaco, nueva Inquisición, tiene el deber de castigarlos y redimirlos; el combate sistemático contra la fe en la vida y en la dignidad del hombre como el arma más letal para conquistar la guerra; la abyección, la mezquindad, la miseria humana como ideales del hombre nuevo. «El hombre es indestructible, eso quiere decir que no hay límite en la destrucción del hombre», escribió Maurice Blanchot cuando trató de explicarse el funcionamiento de los totalitarismos del siglo xx. En esa frase, devastadora y sencilla, se oculta el resumen perfecto de La facultad de las cosas inútiles. Narra cómo un sistema político, para dominar, para acabar con sus adversarios, destruye lo que los hombres tardaron siglos en construir: a sí mismos. En un momento, luego de largos interrogatorios y torturas, Zibin se pregunta si tal vez sean ellos quienes tienen razón. ¿Y si el mundo sobreviviera, a pesar de tanta destrucción y sangre? Aún peor, ¿y si el mundo prosperara?:
«Entonces, la razón, la conciencia, el bien, la humanidad, todo, todo lo que se forjó a lo largo de milenios y fue considerado la razón de ser de la existencia humana, se revelaría carente de valor. Si es así, para salvar al mundo se necesita hierro y lanzallamas, cuevas y hombres armados. Entonces el mundo está perdido. Entonces el hombre está condenado. Por los siglos de los siglos porque sólo le servirá el puño cerrado, se inclinará sólo ante el látigo, vivirá tranquilo sólo en la cárcel». Y, en ese arrebato de lucidez y de amargura, termina diciendo: «Aplástenos a nosotros, eternos estudiantes y oyentes de la facultad de las cosas inútiles.» ¿Cuál es la facultad de las cosas inútiles de la que habla? Es un lugar donde se sigue recordando todo lo que los regímenes totalitarios destruyen para existir: la belleza, la imaginación, la bondad, la verdad, la memoria. Cosas inútiles para la maquinaria política de destrucción del hombre. ¿Cuál es el mensaje que porta consigo Zibin? Como todo mensajero, lleva consigo lo que hemos olvidado o perdido. Zibin lleva consigo toda la historia, lleva consigo el recuerdo de todas las cosas que nos hacen humanos. Por eso es un conservador de antigüedades, de preciosas ideas y gestos que parecen ya no tener curso en el mundo en el que vivimos. Un epígrafe de Ray Bradbury abre la novela. Pienso que en ese puñado de palabras se esconde uno de los secretos del libro: «Y, cuando nos pregunten lo que hacemos, podemos decir: “Estamos recordando”. Ahí es donde venceremos a la larga. Y, algún día, recordaremos tanto que… excavaremos la mayor sepultura de todos los tiempos». ¿Qué quiere decirnos con esto? Que ningún sistema político, por más terrible y violento que sea, jamás podrá vencer, si recordamos, si excavamos hondo en la memoria, si conservamos en nuestros gestos, en nuestras palabras, en nuestra relación con los otros, como si se tratara de un tesoro fabuloso y antiguo, todo lo que nos hace humanos. Que la memoria es una forma del amor, y es lo único que puede llamar a la vida lo que creíamos muerto. En las sinagogas hay una habitación llamada guenizá en la que se conservan los libros y los manuscritos que, por el uso y el tiempo, se han vuelto ilegibles. No se pueden destruir, pues uno de los siete nombres de Dios puede estar oculto ahí. La facultad de las cosas inútiles es como esa habitación, la guenizá de la memoria, un lugar donde se resguarda lo que debe ser inolvidable, aún si ya nadie lo recuerda, aún si las palabras que lo nombran son ahora ilegibles. •
La facultad de las cosas inútiles Yuri Dombrovski Traducción de Marta Rebón Narrativa Sexto Piso • 2015 680 páginas Lee un adeltanto:
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na estrella refleja luz. Es luz a distancia. Es un centro rodeado. Es lo que rodea al centro. Es un cuerpo celeste. Se esconde. Parpadea. Estrella es mi nombre. *** Entre sueños dijo algo que no entendí. Y me vuelvo a dar cuenta de que ya no puedo pensar. Cabeza aguada como nixtamal mal amasado. Llueve tanto, el sonido es tan fuerte y constante que cualquier pensamiento, cualquier idea desaparece de mi cabeza antes de gestarse siquiera. Estoy vacía. O estoy llena de agua. Tal vez es lo mismo. Si sigue lloviendo hasta olvidaré mi propio nombre: Citlalli. ¿Por qué no me llamo agua o río? ¿Por qué no me llamo trueno o lluvia siquiera?, algo que se oiga. Me llamo estrella, y detrás de las nubes, dentro de esta casa de la que nunca salgo, debajo de tanta lluvia las estrellas no se ven. Y nunca se oyen. Si me llamara viento, tal vez mi camino sería otro. Es como si estuviera esperando algo todo el tiempo. Algo que nunca pasa. Podría ser que esté en espera de mí misma. Es como si los límites de las cosas no estuvieran afuera —en ellas— sino dentro de mí. El silencio. Es como si esta masa mojada que soy se extendiera, se esparciera hasta volverse nada. Inútil. Cuando la ciudad duerme, cuando todo está en silencio, me siento inútil. Sólo me queda esta idea, este silencio que es amar al hombre que duerme profundamente al lado mío. Su calor. Sus manos anchas y fuertes que a veces me tapan la cara y me hacen sentir cabal de nuevo. Su nariz. Grande. Que me huele o me acaricia el sexo y las axilas. La trenza negra de pelo casi tan largo como el mío. El viento corre sobre el lago, sobre el canal tiembla el agua. Música. Ya no me siento inútil. Oigo. Escucho. Y el sonido me devuelve a mi cuerpo. Le vuelve a dar un límite externo a las cosas de este mundo. Duermo. *** Él es él. Pero yo también soy él, aunque él no sea yo. O no siempre. Él es el juego también. Es uno con su yugo, con su pelota de hule, dura, con huesos que truenan y aguantan, con el piso de fuego endurecido, con sus compañeros. Conmigo es otro. *** Me levanto, antes que él, antes que todos en la casa. Camino descalza y siento el frío que se sube del piso de tierra bien aplanada hasta mis caderas. La ciudad se despierta: los guajolotes, el caracol, suenan a la distancia. Tomo el amaranto, tomo la aguja de hueso tallado y me pico el dedo. Sacrificio de sangre. Mi sangre por la suya. Mi sangre para que hoy no muera. Mi sangre para que hoy siga siendo fuerte. Mi sangre para que hoy vuelva a mí. Gotas rojas caen sobre el amaranto casi blanco. Mezclo la sangre con el amaranto. La amaso en forma de pelota, luego la pelota se vuelve una flor. Que así sean nuestros días. Dejo la ofrenda.
Gabriela Jauregui Narrativa Sexto Piso • 2015 128 páginas
*** La lluvia mengua. Se oyen los juncos ahora, se oye cada gota caer sobre el lago, sobre el techo y el carrizo. Marcan un ritmo y de pronto lo rompen con una pausa o redoblando. Oigo conchas y tambores a la distancia. Anuncian el día. Ayer antes de salir él me dio un collar de caracoles. Cuando me muevo por la casa hacen un sonido seco al tocarse. Brinco un poco y los hago sonar, sonar casi hueco contra mi piel y, debajo, mis huesos. Todavía huelo a su sudor. No me lavaré hasta que vuelva. Nuestro cuarto huele a sexo todavía y en el olor escucho el eco de nuestras voces, el crujido de nuestros cuerpos sobre petates. Su último grito ronco. La madera húmeda de la casa cruje también como si alguien estuviera acostado en el techo. El sexo no es un juego como el que él juega. Aunque puede ser igual de peligroso. Dejar entrar al otro. La hospitalidad de este cuerpo. Dejarse intercambiar. Jugar. Tocarse hasta los límites y ver cómo desaparecen. Oír la respiración del otro como si fuera la propia. Más que la propia. La única. Si juega a la pelota como al sexo tal vez nunca muera. Tal vez siempre gane con su ritmo perfecto. La madera de la casa vuelve a crujir como una tortilla que se seca al fuego. La poca agua que deja de caer crea un silencio que se interrumpe con el sonido de voces. Los esclavos hablan afuera. Pasar el resto de mi vida con él. Tener hijos que serán guerreros o jugadores también. Una hija que crecerá para vivir adentro, como yo. Es mi camino y siento que el agua lo borra, o si no por lo menos lo diluye. Se acaba mi camino. Si los dioses quieren, él muere. Si él muere, se acaba mi camino. Como el de un animal que se cae de su nido. Hay días en los que me gustaría que mi camino no dependiera de otro. Pero así nacimos en esta tierra. Y así camino. Llena de sonidos, de pequeños placeres, como estos caracoles contra mi piel, como una canción de ocarina, como el sexo con él con la lluvia afuera, en la mañana. Por eso me llamo estrella. Reflejo bien la luz. Su luz. Me pongo a hilar las cuentas. Una, otra, otra después: turquesa, coral, jade. ¿Para qué sirve, me atrevo a pensar a veces, adorar a los dioses? Los de aquí con unos nombres, los del sur con otros, los de los esclavos, otros. Los he oído hablarles en las noches. Y a la vez no me atrevo a pensarlo mucho. Su camino está lejos, tan lejos del mío. Aunque los dos son caminos de lo invisible. *** Algunas estrellas son cuerpos luminosos que se ven repentinamente y se apagan pronto. Otras estrellas son dobles, éstas son un sistema de dos estrellas enlazadas por su mutua atracción. Quizá él es una estrella de otro tipo que yo. Estrella también es un cuerpo que brilla con luz propia. Algún día… •
Instrucciones a los patrones • Por Johnny Raudo
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os patrones de avanzada son como fuentes insaciables que así como se nutren de las aguas de la época, también ayudan a ir moldeando ese océano contemporáneo en el que todos nadamos o nos hundimos, según sea el caso de las propias aptitudes. Por eso, los patrones vanguardistas saben muy bien que los tiempos en donde las empresas eran exclusivamente un clan de hombres blancos, ricos y poderosos deben de quedar atrás, para convertirse en un reflejo de la pluralidad, diversidad, transparencia y tolerancia que definen a nuestros tiempos. Entre más variedad albergue la empresa en su seno, más podrá presentarse ante los consumidores como una entidad responsable socialmente, que ante todo se preocupa por poner su grano de arena para construir un mundo mejor. Ahora bien, los patrones de vanguardia tampoco son tan incautos como para creerse al pie de la letra ni siquiera sus propias mentiras, y de ahí que deberás de procurar un delicado equilibrio entre la pluralidad y un control férreo, que asegure que todos sin excepción caminen por la misma línea delgada que la empresa habrá de trazar con toda claridad. Por lo tanto, más allá de que contrates mujeres, minorías étnicas, individuos con inclinaciones sexuales anormales, personas con discapacidad, o cualquier otro miembro desfavorecido de la sociedad, deberás asegurarte de que en todos los casos la diversidad sea simplemente una fachada exterior, y en la práctica se trate de personas que reproduzcan al pie de la letra los esquemas mentales adecuados para maximizar, sin ningún tipo de clemencia ni consideración, los beneficios de la empresa. Una técnica muy efectiva consiste en convocar para cada puesto de trabajo exclusivamente a miembros del estrato minoritario
al que se pretenda dar cabida. De esa manera, en las entrevistas podrás ponerlos a competir entre sí, como en esos programas de concursos japoneses donde los participantes están dispuestos a ser rociados con escorpiones con tal de ganarse un viaje en un crucero, y quien demuestre tener menos escrúpulos, así como una mentalidad más afín a la tuya de patrón, finalmente conseguirá quedarse con el puesto. Un popular ejercicio que han predicado los más exitosos gurús de management —conocido en el argot patronal como «Negro que come negro es el negro más blanco de todos»— consiste en encerrar en un cuarto a los entrevistados durante un periodo prolongado, con tan sólo las mínimas raciones de agua y comida para evitar desmayos u otros contratiempos por los que posteriormente pudieran demandarte, y dejarlos que se insulten, arañen y peleen entre sí, de manera que cuando finalmente irrumpas en la habitación, puedes constatar por ti mismo quién es el más fuerte y resistente, y por lo tanto el más apto para ser incorporado a esa familia primordial que es tu empresa. Como premio de consolación para el que saliera peor librado, puedes ofrecerle el importante trabajo de botarga de la empresa: su trabajo será recorrer todos los rincones disfrazado (por ejemplo) de ave gigante, para recibir golpes, patadas e insultos por parte del resto de empleados, en un ejercicio catártico que les permitirá descargar sobre la botarga toda la ira y la mala vibra, y dedicarse el resto del tiempo con enjundia y armonía a asegurarse de que la empresa gane todos los días un poquito más. •
El Señor Cerdo
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l Señor Cerdo es un ser integral que dedica atención a todas las facetas de su personalidad, para maximizar la experiencia de la privilegiada vida que ha sido llamado a vivir. Por eso, si bien el Señor Cerdo pone un considerable empeño en las diversas actividades profesionales donde despliega su creatividad y su talento, también es el primero en saber decir Stop!, y tomarse un descanso tan merecido para alguien de su alcurnia. Aprovechando el verano, el Señor Cerdo realizó una exhaustiva investigación acerca de los resorts más exclusivos del planeta, empleando una fórmula que sólo el conoce para vacacionar en el lugar que le ofreciera el mayor rendimiento en la curva precio-calidad. Si bien el Señor Cerdo no está en condiciones de revelar el sitio donde vacacionó —pues no quiere ocasionar una estampida de copy cats que crean que sólo por vacacionar donde el Señor Cerdo ya con eso estarán adquiriendo algunas de sus envidiables características—, puede decir que se trataba de un lujoso hotel boutique con unas cabañas construidas sobre el mar, al que hay que llegar en helicóptero privado, asunto que sólo el Señor Cerdo, y la gente como el Señor Cerdo, se pueden permitir. En cuanto llegó al resort el Señor Cerdo se dispuso a unplug himself, de manera que pudiera verdaderamente hacer rendir la exorbitante cantidad que le costaba poder estar ahí. Para ello, contrató de antemano un servicio de mayordomo personalizado, a quien se le envió de antemano un perfil social y psicológico del
Señor Cerdo, para que pudiera atender sus deseos y necesidades sin que siquiera el Señor Cerdo tuviera que expresarlos. Al día siguiente de su llegada, el mayordomo personalizado ya le había organizado al Señor Cerdo una partida de golf con otros jóvenes talentosos y en ascenso. De inmediato, el Señor Cerdo se sintió como en casa entre sus pares, y la partida de golf terminó por convertirse más bien en una lluvia de ideas creativas, donde tanto el Señor Cerdo como sus nuevos amigos hacían despliegue de su capacidad de innovación para posicionarse cada vez con más firmeza en el vértigo del mundo contemporáneo. But of course que el Señor Cerdo apenas les dio una probada de sus ideas, pues no podía correr el riesgo de que se las robaran, pero incluso con lo poco que decidió compartir fue suficiente para interesar a sus compañeros de golf en invertir en todos los proyectos asociados a la marca Señor Cerdo. Así que el Señor Cerdo pasó el resto de su semana en el exclusivo resort descansando en apariencia, pues en realidad una mente infatigable como la del Señor Cerdo está siempre maquinando. Mientras recibía un masaje relajante y le aplicaban una mascarilla de aguacate con pepino para alisar las asperezas de su piel, el Señor Cerdo se dio cuenta de que más que un gasto, su vacación era una inversión, una inversión en sí mismo, para volver a su vida cotidiana con las pilas recargadas, listo para deslumbrar a sus nuevos socios potenciales en el business lunch que acordaron mientras tomaban varios whiskys, luego de su extenuante partida de golf. •
El buzón de la prima Ignacia
Digna de ser amada prima Ignacia: Me acerco humildemente a tu inacabable sabiduría para lograr solucionar la gran pregunta que me aflige y atormenta desde hace meses, pero antes que la nada me consuma o en su defecto que el caudal de improperios se libere, me permito felicitarte por tu encomiable, lúdico, entretenido y profundamente interesantísimo buzón. Bueno, después de la apologética muestra de quedabienismo, me presento: me llamo Juan y soy un diletante de esa «loca maravilla llamada vida». Antes era un oficinista, ahora soy un desempleado, pero en esa vida anterior a convertirme en un paria, casualmente llego a mí un Reporte SP y quedé prendado por tu belleza. Sé que es una imagen muy pequeña pero es suficiente para cautivar a cualquier observador. Al ver tu belleza me deprimí, es lo que siempre me pasa al contemplar la belleza femenina, y no te enojes, pero como dicen soy hombre, y los hombres son muy visuales y pues nuestro cerebrito básico siempre nos pone en la misión del apareamiento para la conservación de la especie y esas chingaderas productivasconsumidoras. Pero —oh ¡sorpresa!— comencé a leer tus respuestas y dije ¡ASOMBROSA! No sólo es bella sino también harto sapiente, qué magnifica combinación, solo falta que sea millonaria; pero me estoy extendiendo mucho y seguramente has de estar pensando «Este pendejo no pregunta nada», así que bueno, pues aquí la pregunta, pero antes de responder debes abstraerte de ti misma sólo por un instante y pensar que tú no eres tú. Entonces, la pregunta es: ¿cómo lograr que la prima Ignacia me acepte una cita? A mi favor puedo decir que dicen que no soy feo y en ocasiones llego hasta a ser divertido. Muchas gracias por la atención y no te sientas mal si la indiferencia te llegara a dominar. Juan Pueblo
Ay Juan, o sea, ternurita ternurita ternuritaaaaaaa. Amé tu mensaje, o sea, lo amé. ¿En serio crees que alguien como yo le puede dar una cita a alguien como tú? Pero pérame, me estoy adelantando al final. Mejor vamos por partes que si no, como dicen por ahí, el burro arrea más lento. Híjoles, cuántos piropos, pero la verdad es que te quedaste un poco corto tanto de material como de entendimiento. Yo sé que la intención es lo que cuenta pero pues, échale más ganitas, o sea, ¿piensas que una mujer va a sentir mariposas en la panza porque le digan que es «harto sapiente»? Y pues you got it all wrong, sweetie, aquí lo importante es que el millonario fueras tú, pero pues según dices pasaste de la maravillosa categoría de oficinista, al todavía mejor estatus de desempleado. No me extraña.
Estudié Economía en el itam, Finanzas en Harvard y Karma en la Universidad Tibetana, pero el verdadero aprendizaje lo obtengo en esa loca maravilla llamada vida. Si quieres que lo comparta contigo, no lo pienses más y consúltame en el siguiente correo electrónico: ignacia@sextopiso.com (PD: No hay censura pero por favor sean recatados y no me vayan a andar preguntando puras pendejadas).
Se me hace que reprobaste la materia de Ligue 0, porque con estas tácticas no creo que consigas sacarle una cita ni a la mismísima Catalina Creel. Luego, pues sí, la verdad acertaste a que mientras leía tu pregunta pensaba exactamente eso: «Este pendejo no pregunta nada». Lo que pasa es que luego ya cuando te pusiste como que esotérico y rarito con eso de que yo no soy yo y no sé qué mafufadas, sólo la ética profesional me hizo tener la voluntad de seguirte leyendo. Y pues ya cuando llegué al colofón final casi se me queda congelada la cara en un rictus de asombro y espasmo. Yo, la prima Ignacia, ¿¿¿¿dándote una cita a ti???? Don’t be ridiculous, honey. Si yo he rechazado hasta financieros de la bolsa con unas jorobas casi tan grandes como sus carteras, pues ni modo que al primer Juan que se me aparece me le entregue como si fuera una facilota. Pero para mis archivos y mis bases de datos mándame por favor de todas maneras tu información completa, incluida una foto como Dios te trajo al mundo, para más o menos también poder considerar de qué estás hecho, y por favor inclúyeme una copia de tu estado bancario y una lista de las propiedades de tus papis, así como un tiempo estimado en el que creas que la palmen. Ya con todos esos elementos te podré decir que ni sueñes conmigo con mayores fundamentos.
Hazle una pregunta a la prima Ignacia. Si tienes la suerte de que en su infinita sabiduría la seleccione como la mejor del mes, recibirás gratis en tu domicilio el libro de tu preferencia de Sexto Piso.
Esta temporada Reporte SP te recomienda Big Sur
La facultad de las cosas inútiles
Jack Kerouac • Adriana Hidalgo editora
Yuri Dombrovski • Sexto Piso
Esta escritura natural y tan rica no tiene paralelo en la segunda mitad del siglo xx. Es una síntesis de Proust, Céline, Thomas Wolfe, Hemingway, Genet, Thelonious Monk, Basho, Charlie Parker y la percepción atlética y sagrada del propio Kerouac.
«Hay momentos en La facultad de las cosas inútiles, en medio de los flashbacks y los cambiantes puntos de vista, en los que una especie de magia empieza a emerger a la superficie». The New York Times Book Review
El arte del paseo inglés
La historia secreta del disco
VV. AA. • Tumbona Ediciones
Peter Shapiro • Caja Negra Editora
Además de ensayos clásicos de Hazlitt y De Quincey, este primer volumen de una serie dedicada al paseo como práctica estética recoge, entre otros, las andanzas nocturnas de Charles Dickens para combatir el insomnio, el elogio del vagabundaje de R.L. Stevenson, los experimentos de Virginia Woolf para dislocarse de sí misma y de sus certidumbres, así como la extraña «ciencia de Londres» de Arthur Machen, que descree de los mapas.
Peter Shapiro, reconocido periodista-escritor y crítico de rock norteamericano, se ha dedicado al «Disco», entendido no solo como un género musical sino como una intervención en la Historia con la importancia suficiente como para transformar todo aquello que conocemos como espacio de ocio desde su inicio. Emi Boero, Rosario Indie
El caos
La memoria de las cosas
Rodolfo Wilcock • La Bestia Equilátera
Gabriela Jauregui • Sexto Piso
«Wilcock instala en el mundo de sus personajes un teatro rudimentario con el propósito de simular que la realidad no es finalmente atroz y ofrecer, a cambio, “una imagen tolerable del mundo”, una representación apenas más desordenada».
«Sobresaliente… Gabriela Jauregui despliega un tono perfecto: su prosa deslumbra por la amplitud de su espectro, el alcance y la empatía que alcanza pero, sobre todo, por su auténtica pasión». Marjorie Perloff
Enrique Schmukler, Los Inrockuptibles
En camino Taanuxiimbal
Los viernes en Enrico’s
Christiane Burkhardt • Sur+ Ediciones
Don Carpenter (Terminada por Jonathan Lethem) • Sexto Piso
«La relevancia del proceso semiótico, como sucede en En camino, da constancia de esta preocupación y plantea la posibilidad del encuentro. Sin embargo, este diálogo se da fuera del texto; parecido a los códices, las imágenes se leen imaginando caminos, creándolos mientras se observa». Nidia Rosales, Tierra Adentro
«Aunque hay suficientes ríos de alcohol en Los viernes en Enrico’s como para impresionar a Charles Bukowski, el auténtico tema de esta sobria novela es la lucha existencial de los escritores que ansían desesperadamente ser publicados, ganar dinero y conseguir la fama». Douglas Brinkley, The New York Times
Esa visible oscuridad
Performance en México. 28 testimonios (1995-2000)
William Styron • Hueders «La generosidad, la lealtad, el humor, la autoconciencia, el compromiso con la literatura, la apertura mental, la honestidad para hablar de las cosas que lo marcaron: esas son las cualidades de William Styron, como amigo y como escritor». Philip Roth
Dulce María de Alvarado • Colección Diecisiete Por medio de testimonios de artistas y especialistas en performance entre los años sesenta y noventa, este proyecto nos permite adentrarnos a esta práctica artística de viva voz de algunos de sus más destacados protagonistas.
Eso
Vidas imaginarias
Inger Christensen • Sexto Piso
Marcel Schwob • Ediciones Godot
«Para describir el trabajo de Christensen es casi inevitable hablar de lo teórico y lo abstracto. Lo que es notable (y lo que la hace una poeta) es la voz lírica que suena a través de todos los sistemas y regímenes que conforman su poética».
«Schwob inventó un método curioso. Los protagonistas son reales; los hechos pueden ser fabulosos y no pocas veces fantásticos. El sabor peculiar de esta obra está en ese vaivén».
The Guardian
Jorge Luis Borges