Reporte SP N°12 -AGOSTO 2015

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Reporte sp Número 12 • Agosto de 2015

Publicación mensual gratuita de Editorial Sexto Piso


La escritura

Eduardo Rabasa

de los huecos

E

n un magnífico ensayo titulado «El secreto del cuentista»,* el filósofo Miguel Morey reflexiona en torno a ese acto tan cotidiano que a menudo damos por sentado: la escritura. Remontándose a una especie de grado cero, de la mano de Nietzsche, Morey nos recuerda que la escritura es siempre representación, pues por definición implica una distancia, ya que es un simple efecto del contacto con lo inmediato, de un impulso primigenio que se traduce en la necesidad de ser plasmado sobre papel. De ahí que, incluso cuando trata acerca de aquello que se conoce bien, siempre permanecerá algún residuo que nos recuerde que no estamos experimentando tal o cual cosa, sino leyendo sobre la experiencia de determinada persona (el escritor). Ni la página mejor escrita podrá sustituir el olor, el recuerdo, la intensidad, el dolor de la cosa sobre la que se escribe. Siendo así, afirma Morey, el principal riesgo que corre la escritura es que, al instaurarse como algo valioso en sí mismo, se pierda el rastro de todo contacto con lo inmediato, con eso que motivó la escritura. En ese caso, se desemboca en la «escritura dogmática», compuesta por «un mundo de sujetos y objetos enteramente constituido y previo», que equivale a «la pérdida de toda inmediatez, de toda referencia al contacto con lo inmediato». Estaríamos, para decirlo de otra manera, ante la diferencia que puede existir entre un acto incomunicable como el de hacer el amor, contra el siempre patético intento de presumir ante los demás una determinada conquista sexual.

La novela abarca un periodo de aproximadamente veinte años en las vidas de un puñado de jóvenes con aspiraciones literarias, que de maneras un tanto imprevistas irán averiguando, con mayor o menor fortuna, si en verdad estaban hechos para ese oficio en apariencia tan atractivo como es el de escritor. El eje lo compone la pareja conformada por Charlie Monel, genio en ciernes que está siempre a punto de escribir la gran novela sobre su experiencia como prisionero durante la guerra de Corea, y su esposa Jaime Froward, de belleza y personalidad delicadas, destinada en apariencia a vivir a la sombra de su marido y mentor. Sus caminos se topan con el arrogante e inseguro Dick Dubonet, quien luego de vender un cuento a Playboy asume que es cuestión de tiempo antes de que la fama, el dinero y las mujeres a raudales lo recompensen por su manifiesto talento literario, y con el que Lethem considera (con razón) el personaje más interesante de la novela, el ladrón de casas Stan Winger, para quien la escritura es un regalo tan inesperado como incomprensible, a la que tendrá que ir arrancando sus secretos justamente como el ladrón que es durante el resto del tiempo («Lo bueno de ser un ladrón era que eso no ocupaba una gran parte de tu tiempo»). Conforme se desarrolla la novela, queda la impresión de que los comienzos cifrarán el resto de la carrera de los aspirantes a escritores, pero no de una manera obvia, y ni siquiera previsible, sino aún así del todo lógica a partir del impulso o la intención inicial. Muy en sintonía con lo que apreciamos en la actualidad, lo que Don Carpenter retrata de manera magistral es cómo, de manera casi imperceptible, la obsesión con la idea de ser escritor ha ido reemplazando a la escritura como tal. De ese modo, la escritura deja de ser esa expresión del contacto con lo inmediato a la que alude Morey, para convertirse en un simple medio (algo cansado y tedioso, a decir verdad) para alcanzar ese fin último consistente en ser escritor, con todas las glamurosas prebendas que la profesión trae aparejada. El problema, como aprenden en repetidas ocasiones los protagonistas de Los viernes en Enrico’s, es que no resulta tan sencillo pues, como explica Charlie a Stan «—No se puede enseñar escritura creativa (…) y tampoco aprenderla. Supongo que tienes que nacer con ello. Lo que podemos hacer aquí, en esta clase, es escribir mucho, leer las cosas de los demás y tratar de ayudarnos». Sin embargo, conforme avanza la obsesión personal por convertirse en escritores reconocidos, se van manifestando de manera cada vez más descarnada ciertas pasiones mezquinas, que incluso pueden contrastar violentamente con la personalidad de cada uno en otros ámbitos de la existencia. Cuando de manera inesperada Jaime ter-

«Muy en sintonía con lo que apreciamos en la actualidad, lo que Don Carpenter retrata de manera magistral es cómo, de manera casi imperceptible, la obsesión con la idea de ser escritor ha ido reemplazando a la escritura como tal».

*** La historia de Los viernes en Enrico’s, novela póstuma de Don Carpenter, bien podría formar parte de las páginas del propio libro. Cuando Carpenter se suicidó a sus 64 años, dejó tras de sí una brillante y reconocida novela sobre el sistema carcelario, Dura la lluvia que cae, una trilogía sobre Hollywood que Norman Mailer consideró lo mejor que había leído sobre el tema, y una reputación como un escritor para escritores, un tanto injustamente marginado por el gran público lector. De pronto, los herederos le pidieron al escritor Jonathan Lethem, gran admirador de Carpenter, que leyera un manuscrito inédito, que llevaba algunas décadas empolvándose. Lethem leyó lo que se convertiría en Los viernes en Enrico’s, y quedó convencido de que se encontraba al nivel de la mejor producción literaria de Carpenter. Tras cierta edición y reacomodo, más algunos pasajes escritos por el propio Lethem para remediar situaciones o transiciones inconclusas, la novela se publicó con gran aclamación crítica. Este sinuoso recorrido sería susceptible de formar parte del destino vacilante que experimentan la mayoría de los protagonistas de Los viernes en Enrico’s.

Reporte SP • Año 2 • Número 12 • agosto de 2015 • Publicación mensual gratuita de Editorial Sexto Piso • www.sextopiso.mx Impresión: Offset Rebosán • Editores: Diana Gutiérrez, Diego Rabasa, Eduardo Rabasa, Felipe Rosete • Diseño y formación: donDani Portada: Ilustración de Peter Kuper para Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carrol (Sexto Piso, 2010).


mina antes que Charlie su novela, ella se da cuenta de que incluso un hombre con el carácter intachable de su marido se ve carcomido por la envidia: Pero tumbada en la cama esa noche, con un nudo en el estómago, Jaime consideró el efecto devastador que su novela debía de haber tenido en él. Un hombre tan bueno probablemente no podría enfrentarse a semejante acumulación de celos, envidia y rabia por haber hecho lo que él no podía hacer. No era capaz de afrontar esa masa informe y desagradable que surgía de su interior.

Quizá por eso resulta tan entrañable la inocencia con la que Stan Winger se va moldeando, cual paciente artesano de sí mismo, en un escritor susceptible de permitirse abandonar su oficio de ladrón. Tras intentar sin éxito que un guardia de la prisión envíe a una editorial el manuscrito que logró escribir en hojas en blanco arrancadas a otros libros («Fue lo peor que la prisión le había hecho. Mató su esperanza. Juró vengarse.»), Stan decide proteger su escritura en el único lugar en el que las vejaciones del confinamiento solitario no pueden alcanzarlo: su memoria. Al desarrollar una técnica para escribir sin necesidad de plasmarlo en ningún papel, acaso Winger se aproxima a ese grado cero de la escritura que alude al contacto inicial con lo inmediato. Una vez que sale de prisión y empieza a experimentar la obsesión con el éxito que perdiera de diversas maneras al resto de los protagonistas, quedará blindado contra su propia ambición por la honestidad un tanto ingenua de su impulso inicial. Con todo ello, es como si Carpenter nos dijera que la trampa consiste en no darse cuenta de que la escritura es, más allá de consideraciones prácticas como el dinero, la fama, el reconocimiento y demás, un trasunto brutalmente sincero que no permite ni siquiera ese acto a menudo tan piadoso como es el autoengaño. Por eso para sus personajes nunca nada es suficiente, porque cuando la escritura se utiliza simplemente como medio para llenar un vacío, tan sólo se

Los viernes en Enrico’s Don Carpenter Terminada por Jonathan Lethem Traducción de Javier Guerrero Narrativa Sexto Piso / IVEC 2015 • 400 páginas

engendra otro vacío de mayor tamaño. Incluso Jaime, que cuando lo realiza como un acto catártico lo hace maravillosamente bien, en cuanto adopta el papel de escritora profesional desciende en una espiral de autodesprecio y destrucción que pronto se vuelve adictiva en sí misma. Quizá sólo por eso Stan, que en el fondo es el único que se dedica a la escritura por razones no del todo vanidosas, logra a lo largo del tiempo emerger airoso del difícil trance. Aunque siempre queda abierta la posibilidad de que justo la vocación de la escritura, al menos como se entiende en la actualidad, traiga aparejada la vocación de insatisfacción y sufrimiento perennes. Incluso cuando se encuentra en la cúspide de su fama inicial, Dick Dubonet se da cuenta de que es profundamente infeliz, ante lo cual concluye que: «Era una de sus capacidades, la de ser infeliz sin razón alguna. Quizá por eso se consideraba un escritor». • * I ncluido en el libro Pequeñas doctrinas de la soledad, publicado por Editorial Sexto Piso.

Humor en dosis diarias Alberto Montt

Te recomendamos de este autor:

En dosis diarias 3 Alberto Montt Sexto Piso Ilustrado • 2015 • 148 páginas Disponible en librerías a partir de agosto.


Difunto:

Arnoldo Kraus

Dos puntos. Dos puntos: Difunto D

ifunto es un término sui géneris. Los difuntos no son seres ni figuras ni cosas. No ocupan espacio y no responden cuando se les habla. Son inmateriales y nadie, salvo en la imaginación y en Comala, los ha visto. A pesar de esa falta de corporeidad y su ser etéreo —así los denominaré—, los difuntos «están». Con ellos se aprende: no sólo a escuchar y a escucharse, sino a mirar lo que se dice y no se dice. Los difuntos son seres sui géneris. Sui géneris denota situaciones no comunes, inclasificables. El término engloba cosas, sucesos, personas, situaciones, deseos, amores, desamores, dolores, y etcétera(s). Ese mare magnum les confiere su singularidad. Difunto es una entidad especial. Para muchos su presencia es vital: les hablan, les ofrecen, les piden. A diferencia de lo que sucede con el occiso, los deudos atan a sus difuntos: se les

solicita, se les implora, se les jura. Los deudos tardan en decretar su fin. Con los difuntos el tiempo no importa, es eterno. Total e infinito son términos emparentados con la muerte. Con los difuntos, la muerte no es absoluta. ¿Cómo explicar ese embrollo, esa contradicción? Con los cadáveres, la tierra sobre el cuerpo, la pira sobre la persona, o la tapa que sella el ataúd simbolizan el punto final. El cuerpo en espera de los gusanos —como sucede con los judíos—, las cenizas en un horno o en la mar, o la carne para aves ávidas de carroña —como es costumbre en algunas culturas orientales— finiquitan la historia. No morir del todo, pervivir en el deseo y en la necesidad de los vivos, le confiere al difunto un espacio excepcional, difícil de clasificar (sui géneris). Arropados por sus difuntos, los vivos no dicen cadáver, no dicen muerto; dicen, «se fue», «partió», «ya no está», «se nos adelantó». Recordar a los seres queridos y decir difunto, en vez de muerto, conlleva implicaciones. Las palabras no son gratuitas: hay palabras con las que se dicen cosas y palabras con las que no se dicen cosas. Difunto dice mucho. Su recuerdo habla del infinito mundo del tiempo y su imagen retrotrae la vida de las calles por donde él andaba. Cuando se evoca, su figura abre cajones, cierra puertas, responde, no responde. Los difuntos pertenecen a la memoria, al tiempo, a la naturaleza, a la eternidad. En esos espacios los vivos los encuentran. En esos rincones, los vivos cohabitan con ellos, consigo mismos. Unos aseguran que los difuntos son etéreos y agregan que no son seres ni figuras ni cosas. Otros aseveran lo contrario: los difuntos no son etéreos. Son seres que saben otras cosas. Saben que la vida se va en un santiamén y que es la muerte la que baja al centro de la tierra. Ahí, en las calles, en la soledad, en la oscuridad, al lado de la muerte, en el centro de la tierra, hablan con ellos. •

«Las palabras no son gratuitas: hay palabras con las que se dicen cosas y palabras con las que no se dicen cosas. Difunto dice mucho».

Te recomendamos de este autor:

Recordar a los difuntos Arnoldo Kraus Sexto Piso Realidades 2015 • 216 páginas Disponible en librerías a partir de agosto.

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El Señor Cerdo

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do: but of course que estos pelmazos no entienden el valor bursátil l Señor Cerdo es una criatura inserta plenamente en su época, de la marca andante que es el Señor Cerdo, y tan sólo consideran que no tiene tiempo para incurrir en conductas old fashion, outdated concepts como el ingreso personal y otras tonterías. Ya propias de épocas más atrasadas, que afortunadamente cada vez volverá mi personal assistant a ponerlo en su lugar, pensó el Señor van quedando más relegadas al olvido, o como una simple curiosiCerdo mientras se marchó dejándolo con la mano tendida, agradad vintage para que gente como el Señor Cerdo las incorpore con decido como siempre por ser el Señor Cerdo, y no tener que lidiar estilo a su lifestyle. Por eso, el Señor Cerdo no cree en los privilegios con esos seres inferiores que por desgracia pueblan el mundo en el heredados, propios de tiempos en los que el apellido constituía la que ha de moverse también el Señor Cerdo. • única vía de acceso para formar parte de la gente prominente. No way Jose, se repite a sí mismo a cada mañana el Señor Cerdo. Si bien de todas formas hay que decir que el Señor Cerdo pertenece a una familia de abolengo, ningún miembro de las legiones de reMACANUDO_5_215x225_MACANUDO_DOS_FINAL.qxd 31/03/15 18:15 Page 27 sentidos que contemplan con una mezcla de admiración y respeto el imparable trayecto del Señor Cerdo hacia la cúspide podrá jamás acusarlo de no merecer ni siquiera una pequeña parte de lo que el Señor Cerdo ha conseguido en la vida. El Señor Cerdo es quien es solamente gracias a su talento y a sus méritos. Sin embargo, para el Señor Cerdo también es importante asomarse de vez en cuando en carne propia a ver cómo viven esas criaturitas que conforman la base de la pirámide, diseñada para sostener en la parte superior al Señor Cerdo y a los suyos. Por eso, de vez en cuando el Señor Cerdo decide llevar a cabo por sí mismo algunas de las tareas que normalmente delega en su personal assistant, para apreciar un poco más de cerca a esos seres cuya adoración la gente como el Señor Cerdo a menudo encuentra formas de traducir en beneficios concretos. Cuando el Señor Cerdo se percató de que por un imperdonable error su tarjeta de crédito tan sólo era categoría Gold, y no Platinum Ultra Mega Archi Recontra Plus, como corresponde a un talento de la categoría del Señor Cerdo, decidió presentarse él mismo en el banco para subsanar de inmediato el ultraje. Formado mientras esperaba su turno, lo primero que notó el Señor Cerdo es lo deteriorado de la dentadura y la escasa cabellera de the little people. Necesitan un image consultancy de urgencia, si es que algún día quieren prosperar en la vida, reflexionó para sus adentros el Señor Cerdo. Después, recurriendo a las técnicas de respiración que le han enseñado en el Centro Zen al que el Señor Cerdo acude con regularidad a purificarse, el Señor Cerdo aguantó a pie firme la interminable fila para ser atendido por uno de los ejecutivos bancarios. Cuando llegó el momento, el Señor Cerdo continuó con la táctica de incógnito, así que no le dijo quién era al Viñetas del libro: gutierritos sentado a su escritorio. Con un tono didáctico, el Señor Cerdo le expuso el error del que había sido víctima, asumiendo que Macanudo 5 sería remediado de inmediato. Tras una batalla del ejecutivo con su Liniers computadora, le comunicó con tono burocrático al Señor Cerdo Sexto Piso Ilustrado que no se trataba de ningún error, y que el Señor Cerdo tenía la 2015 • 96 páginas categoría que le correspondía. Suprimiendo las ganas de darle unas Disponible en librerías merecidas bofetadas, el Señor Cerdo de pronto lo comprendió to-

Liniers

Macanudo

a partir de agosto.

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Instrucciones a los patrones • Por Johnny Raudo

L

os patrones de avanzada saben que su vida es una inagotable competencia feroz, pues es un hecho que en un mundo globalizado cada vez hay más dificultades para extraer de la empresa los beneficios a los que todo patrón que se respete debe aspirar. Por si fuera poco, los patrones han de lidiar también con otro tipo de dificultades, como son los periodistas y otros entrometidos que se encuentran siempre al acecho para distorsionar la realidad, y hacer pasar a los patrones por explotadores malvados, en lugar de esas almas caritativas que le ofrecen sustento a elementos sin iniciativa

Correas • dD&Ed

como son sus empleados. En tiempos recientes, más de un patrón de vanguardia ha caído en desgracia ante el tribunal de la opinión pública, por falsedades y manipulaciones que cobraron vida propia. Por eso, debes estar siempre un paso por delante de esas mentes insidiosas, para dejarlos con un palmo de narices cuando intenten dañar tu intachable imagen de patrón. Afortunadamente, la labor de altruistas generaciones precedentes de patrones cada vez rinde más frutos, y los patrones contemporáneos cuentan de manera progresiva con avanzados sistemas de management, que vuelven menos necesario el trato personal con los empleados, pues los algoritmos han demostrado una creciente capacidad para tomar las decisiones difíciles con una eficiencia envidiable, con el añadido de que no existe una persona de carne y hueso contra la cual descargar la frustración tan propia del devenir cotidiano al interior de una empresa. Por eso, tu tarea como patrón será implementar un sistema de administración que controle cada resquicio de la operación de la empresa, incorporando cada vez más información y variables, con la meta de que ni siquiera sea ya necesario que como patrón vigiles y controles a tus empleados, pues ellos solitos sabrán que the system is watching, y que registra todos y cada uno de sus pasos y tropiezos. Asegúrate de que los programadores inserten en el sistema algunas variables aleatorias que premien o castiguen azarosamente a los empleados, de manera que consigas crear una atmósfera de ansiedad y excitación permanente, como corresponde al vertiginoso entorno en el que toda empresa ha de moverse en la actualidad. Así, puedes hacer que cada tanto un empleado reciba en su escritorio una pizza de chorizo gratuita, para que entiendan que la gratificación no siempre está asociada a su desempeño concreto, sino que en ocasiones estarán arriba o abajo por designios de fuerzas que no alcanzan a comprender. De la misma manera, puedes contratar a una actriz que le monte a algún empleado un escándalo de amante despechada, con todo y un supuesto hijo ilegítimo en brazos, para que el empleado en cuestión quede tan aterrorizado ante el escarnio público que le supondrá la escena, que en adelante no se atreva ni siquiera a ir al baño sin temblar en las posibles consecuencias. De esta manera, poco a poco lograrás que los empleados entiendan que el sistema informático no es su enemigo, sino antes un camarada un tanto bromista que piensa y siente igual que ellos, y con el tiempo irán asemejándose a autómatas programados para ofrecerle a la empresa el mayor rendimiento, con los menores costos asociados a esa parte falible tan irritante que exhiben de tanto en tanto los seres humanos, que sin duda constituye uno de los grandes lastres en la carrera de las empresas hacia unos beneficios acordes con el potencial de los patrones que abnegadamente las encabezan. •


El buzón de la prima Ignacia Querida amiguita Ignacia, Tengo un dilema cósmico y necesito tu ayuda. Resulta que soy una de esas personas que hace todo bien en la vida. Soy un hijo, padre, tío, primo, cuñado, yerno y esposo ejemplar. Dejo hecho hasta mi lado de la cama cuando me despierto muy temprano para trabajar, y le dejo a mi mujercita sus huevitos revueltos preparados para cuando ella se despierte unas horas más tarde. En el trabajo soy el mejor, el más elegante y el más alto de todos. Con decirte que casi siempre estoy en cuclillas, porque si no ni podría hablar con los demás. Además, siempre cumplo con todo y la verdad es que sin mí la empresa en la que trabajo se vendría abajo. Por si fuera poco, hago tanto ejercicio que mis bíceps y pectorales han reventado más de una de las camisas con holanes, estilo Locomía, con las que dejo suspirando a todas las chicas que me ven pasar en la calle. Mi problema actual es que para impresionar a mi mamá me metí a un taller de escultura, y resulta que también soy el mejor. Imagínate que en mi primera sesión hice una escultura abstracto-expresionista de una masa amorfa como con dos protuberancias, y a mi mamá le gustó tanto que de premio me hizo de cenar mi malteada favorita, la de jugo de nopal con betabel. ¿Crees que deba dejar mi vida perfecta y mi personalidad perfecta para convertirme en una gran estrella de la escultura? Sr. De Sebo

Estudié Economía en el itam, Finanzas en Harvard y Karma en la Universidad Tibetana, pero el verdadero aprendizaje lo obtengo en esa loca maravilla llamada vida. Si quieres que lo comparta contigo, no lo pienses más y consúltame en el siguiente correo electrónico: ignacia@sextopiso.com (PD: No hay censura pero por favor sean recatados y no me vayan a andar preguntando puras pendejadas).

Prima Ignacia: O sea, help me por favooooooor. Estoy hiper-mega-desesperada. Soy una niña que recién se graduó del Colegio Oxford, y la que debía haber sido la noche de mis sueños, se ha convertido en una súper pesadilla. Resulta que después de esforzarme para estar guapérrima para esa noche tan especial, acompañada por mi papás y por mi novio (no te puedo decir quién es, pero basta con que sepas que es hijo de alguien muuuuuuuuy importante), al final, pues ya sabes que las amigas empezaron a tomar las fotos conmemorativas de la noche, para después compartirlas en las redes. Y resulta que una en la que salgo sola con Giancarlo, my súper best friend Michelle la compartió por una aplicación de Google que etiqueta solita lo que sale, y se la mandó a todos nuestros contactos, como queriendo celebrar nuestro amor. Pues cuál fue la sorpresa de que cuando la abrimos, la herramienta de Google etiquetó a Giancarlo como «hiena descerebrada de papada prominente», y Gianqui se puso furioso y me tronó al día siguiente. Sin él me muero prima, y además es un partidazo como para dejarlo ir así nada más, ayúdame por favor a recuperarlo. Lucinda Olavarrieta

Ay señor De Sebo, me siento tan conectada con usted, porque fíjese que a mí con ese tema de ser la perfección en dos patas me pasa e-xac-ta-mente-lo-mis-mo, o sea, casi podría pensar que somos almas gemelas, aunque claro, con algunas excepciones. En primer lugar, ay, o sea qué envidia que sea usted tan alto, ¡ya me imagino Ay Lucinda, Lucinda, ni qué duda cabe que en esta viña del Señor el coraje con el que lo han de ver esos enanitos con los que de sepagamos siempre justas por pecadoras. O sea, se me hace súper inguro trabaja! Y luego, como bien muestra mi foto, yo soy una It justo que los buenos partidos siempre anden con niñas que hacen Cousin que siempre está vestida y emperifollada como la que más, este tipo de cosas para perderlos, mientras que habemos por ahí pero siempre me han dejado babeando los hombres de bíceps bien mujerones que sí sabríamos darles lo que necesitan, y ni en cuenta curtidos que terminan en camisas con holanes. ¡Ay, señor De Sebo, nos tienen. Bueno, será por eso lo que dicen de que los hombres ojalá que tenga también de esos abanicos tan sexys que usaban los aman a las cabronas. Aquí entre nos, my darling, yo le añadiría papuchos de Locomía! ¡Pobres de sus compañeras de oficina, no algunos cuantos adjetivos en lugar de «cabronas», para que tamdeben de poder ni concentrarse en sus labores! bién abarcaran a niñetas como tú, pero pues eso ya más bien es Ahora, señor De Sebo, de ahí a que porque logró dizque esculotra historia. pir en su primera sesión algo que, perdóneme la sinceridad, pero la Siendo como es, que por contrato tengo que ayudarte, aquí va: verdad suena como una verruga con senos, pues no señor De Sebo, como dicen en los seminarios de Pensamiento Positivo, hay que ahí sí que para nada nadita nadititaaaaaa. ¿Y pues que no sabe eso convertir la desgracia en buena vibra para siempre terminar sacánde que las madres siempre vemos a nuestros retoños, sin importar dole provecho. ¿Por qué no le inventas al tal Gianqui que todo fue lo altos o musculosos que estén, como si fueran el top del top? No una conspiración de tu ex súper best friend porque te tiene envidia, se deje llevar por esas tonterías de la creatividad y no sé qué cosas, y le explicas que ella hizo esa etiqueta falsa sólo para separarlos? señor De Sebo, ¿qué no ve que esos artistitas se la pasan nomás de Claro que tendrás que pelearte de verdad con Michelle (¿alguno vividores echándoles rollos a los incautos que les dan muchos billede los niñitos bien de su círculo tiene un nombre normalito?, o tes por sus mafufadas? sea, hellooooo). Para eso, la puedes insultar en su muro de Face, o Ay, pues ya sé, mejor patente su escultura de la verruga con senos propagar un chisme que la destruya en sus ambientitos de ricos y proponga en su empresa un premio anual al mejor elemento del consentidos. Ni modo Lucindita, tendrás que renunciar a tu amiga año, y que el premio sea una réplica en si quieres disfrutar de las bondades de GianHazle una pregunta hule espuma de la escultura. Así, cuanqui y los millones de sus papis. Ora sí que it’s do año con año usted y su gran altura y your call, honey, o billetito o tu amiguita, pero a la prima Ignacia. bíceps portentosos sigan triunfando y pues I’ve got some news for you: aunque estés triunfando, irá acumulando en su hogar acostumbrada a tener todo con sólo tronar los Si tienes la suerte de que en su las estatuas de las verrugas con senos, que dedos, esta vez tendrás que resignarte a perder infinita sabiduría la seleccione cada mañana lo mirarán sonrientes para alguno de esos dos seres tan especiales que como la mejor del mes, recibirás recordarle lo que usted ya sabe hasta en seguro son Michelle y Gianqui. Ni modín, ni sus sueños, estimado señor De Sebo: que gratis en tu domicilio el libro de modales, por una vez te va a tocar apechugar es simplemente el mejor de lo mejor. Lucindita, jajajajajajajajajajaja… tu preferencia de Sexto Piso.


Esta temporada Reporte SP te recomienda Breve autobiografía de la originalidad

Nu)n(ca

Dick Higgins • Tumbona Ediciones

Luigi Amara • Sexto Piso

Practicante de disciplinas tan diversas como la música, la poesía, la pintura y la edición, Higgins acuñó el término «intermedia» para descubrir nuevas posibilidades artísticas, más allá de los medios reconocibles.

Este libro del editor y ensayista Luigi Amara resultó ganador del Premio Internacional de Poesía Manuel Acuña 2014. El jurado, integrado por los poetas Francisco Hernández, David Huerta y Eduardo Chirinos lo consideró «brillante en su ejecución, preciso en su lenguaje y magnífico en su impacto».

El Dios Salvaje. Ensayo sobre el suicidio

Ornamento

Al Alvarez • Hueders

«Cárdenas logra una vez más describir con detalle un escenario latinoamericano, sin mencionar lugares ni países, solo con las actitudes y los acentos de sus personajes».

Juan Cárdenas• Periférica

«Los elocuentes ensayos de Al Alvarez son ricos en anécdotas y están escritos por la mano de un verdadero servidor de la poesía, que ha dedicado su vida a ella».

Verónica Figueroa, El País

J.M. Coetzee

En dosis diarias 3

Para una autopsia de la vida cotidiana

Alberto Montt • Sexto Piso

J.G. Ballard • Caja Negra editora

«Montt mezcla peras con manzanas, y no pide que escojamos entre unas y otras. Sus libros son el espacio insólito donde los contrarios despachan juntos. Ahí, el oso polar y el pingüino, procedentes de hielos opuestos de la Tierra, descubren lo excitante que es compartir la misma cama».

«Su mayor virtud: lograr que un libro sirva de puente hacia otros libros, hacia aquellos otros futuros imaginados por ese ícono de la contracultura británica con cara de inocente y camisa a rayas que fue J. G.Ballard». Débora Vázquez, La Nación

Juan Villoro

La chica del grupo

Recordar a los difuntos

Kim Gordon • Contra

Arnoldo Kraus • Sexto Piso

«Siempre he admirado a Kim Gordon. Es cool, inteligente y solemne. La chica del grupo son unas memorias fascinantes y honestas, llenas de emoción en estado puro y perspicacia».

«No sólo es un reconocido médico o articulista, militante de distintas causas, pionero y destacado interlocutor en torno al debate sobre bioética, también es un escritor compulsivo que al ritmo que suelta la mano interroga a la historia o trata asuntos de actualidad, ejercitando los alcances de su inteligencia en un diálogo sin concesiones. Un tanto frenético y muchas veces infatigable».

Sofia Coppola

Rafael Pérez Gay

La necesidad del ateísmo y otros textos de combate

Tal vez Esther

P.B. Shelley • Pepitas de calabaza

«Si la escritura pudiera reducirse a un cálculo, diríamos que la solución de Petrowskaja es nueva y es múltiple. Tal vez Esther, junto con su carga emotiva, trata de precisar y de analizar».

«Con una prosa enardecida, visceral y galvánica, Shelley nos propone sus indignaciones de tinta con la esperanza de que acaben convirtiéndose en fecunda inspiración para acciones reales, con ese optimismo febril que caracterizó a tantos románticos».

Katja Petrowskaja • Adriana Hidalgo editora

Mariana Dimópulos, Revista Arcadia

Rubén Castillo, Librario íntimo

Macanudo 5

Yo soy, Édichka

Liniers • Sexto Piso

Eduard Limónov• Marbot Ediciones

«Liniers es el segundo argentino en llegar a la tapa de The New Yorker. El primero fue el papa Francisco, retratado por el ilustrador Barry Blitt».

«Eduard Limónov es un egocéntrico loco que sólo sabe hablar de sí mismo, pero lo hace con tal belleza, humor, patetismo y éxtasis que convierte cada batallita en un momento trascendente».

Franco Varise, La Nación

Kiko Amat, Babelia


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