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Desde los zulos
Desde los zulos
Dahlia de la Cerda
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@Dahliadelacerda
Me compré un boleto a la v…
Este será un texto de tipo más personal y de desahogo. Es un texto simplemente para quejarme. Escribo esto desde el autoexilio. Son las 12:48 de la madrugada y mis gatos pelean en el sillón de al lado. Escribo a esta hora porque mi carga laboral no me permitió escribir en otro horario. Hoy fue un día especialmente pesado. Por la mañana di dos talleres de derechos sexuales y reproductivos en comunidades rurales, luego hice trabajo administrativo como listas de asistencia y memorias sobre estos talleres, luego estuve en una reunión sobre una campaña para combatir los fundamentalismos religiosos, contesté mil mails, hice una propuesta para un fondo de activistas, edité mi sección de noticias internacionales. Y aquí estoy. Escribiendo esto de madrugada. Quizás otro gallo me cantara si ayer no hubiera tomado la decisión de irme al tianguis de «Los Muertitos» a mamarme toda la quincena en comedera frita con manteca, calaveras de barro, de azúcar y de chocolate. Pero me ganó la vagancia bajo la excusa del derecho al ocio.
Hace un par de días mandé mensajes a varios de mis contactos y puse un anuncio en mis redes sociales personales avisando que me daría un break lejos de todo; de todo significaba en realidad «de algunos de ustedes». Pedí que se respetara mi derecho a no ser contactada, salvo por mail. Dado que tengo trastorno límite de la personalidad me son recurrentes las crisis graves de salud mental, pero también tengo periodos muy buenos, como en este momento, en los que pese a todo no me dejo arrastrar por la tristeza. Muchas personas pensaron que mi exilio era por una recaída y no respetando mi petición me buscaron para preguntar en qué me podían ayudar, pero mi autoexilio, aunque sí es por salud mental, no es porque tenga una crisis más allá de las que tengo todos los días propias de ser border. Que hoy te amo y mañana te odio, que en la mañana me siento una bichota y cuidado que con el culo mío te topes y en la noche me siento la peor escoria sobre la tierra. Esta vez no es como otras veces que en el imss me quieren mandar a internar al centro de salud mental de Zapopan, Jalisco, porque en Aguascalientes no hay. Estoy estable, tan estable como se puede ser siendo border. Mi autoexilio obedece sobre todo
al encabronamiento. Estoy muy encabronada, con mucha gente por razones bien distintas, algunas parecidas, pero que en conjunto hacen que yo no pueda sentir otra cosa que rabia. Estoy enojada con mucha gente por razones personales, pero también con el feminismo, el activismo y la defensa de los derechos humanos como colectivo. Pongo en contexto. Hola, me presento soy Dahlia y además de escribir soy activista y, a veces, Se imaginan decirle a una morri- una vez al año, me toca dar talleres de ta de quince años que, aunque derechos sexuales y reproductivos en su esposo de dieciséis años trabaja doce horas, no ajusta para la leche y pañales, que el problema es «la heterosexualidad oblilas periferias por parte de las Estrategias Nacionales Para Reducir los Embarazos Adolescentes. Y en este periodo me pongo inmamable; sí, más. Los talleres, los talleres me ponen especialmente ingatoria». La audacia feminista. tolerante, al grado de que prefiero tener O a la morrita de dieciséis años contacto cero con la gente porque me que está feliz con su embarazo y siento incapaz de escucharlos sin que organiza su babyshower que lo piense bien, porque «seguro su bebé es producto de una violase me descontrole el border y decir: tus problemas son puras perras mamadas. Y es que imaginen tener tres alumnas de quince años que están ejerciendo la mación». La audacia feminista. ternidad en condiciones de precariedad y violencia adulto-centrista y entrar a las redes a leer puros pinches reduccionismos y moralismos sobre la sexualidad de las juventudes, por ejemplo, que «todo embarazo adolescente es producto de agresiones sexuales». Leí durante semanas a mujeres adultas discutiendo sobre si los adolescentes deben o no tener relaciones sexuales, sobre que «todo coito es violación», sobre que «lo verdaderamente radical es criticar la heterosexualidad». Se imaginan decirle a una morrita de quince años que, aunque su esposo de dieciséis años trabaja doce horas, no ajusta para la leche y pañales, que el problema es «la heterosexualidad obligatoria».
La audacia feminista. O a la morrita de dieciséis años que está feliz con su embarazo y organiza su babyshower que lo piense bien, porque «seguro su bebé es producto de una violación». La audacia feminista.
Las discusiones bizantinas, como dijo una morrita de la secundaria de Pintores Mexicanos: alejadas de la realidad, me tienen harta. Pero no solo es eso, es también que me caga y me tiene bien cabreada que los problemas de las feministas blancas y ricas lo devoren todo, lo absorban todo. Leer los problemas de las feministas blancas, como «el borrado de las mujeres» y luego leer los problemas de las morritas de las periferias como perder a sus bebés por violencia obstétrica atravesada por el racismo, el clasismo y el adultocentrismo, me pone muy triste, me irrita, me emperra. Leer todos los días los problemas de mujeres que están entre las que más tienen y luego leer a las morritas que menos tienen que «jamás quieren volver a experimentar la maternidad porque su bebé murió hace apenas seis meses» y estar convencida de que ese bebé estaría vivo si esa morrita hubiera tenido una comunidad feminista dispuesta a arroparla. Pero esa comunicad feminista está ocupada peleando por quién tiene la teoría más larga o alabando las maternidades blancas.
El 50% de los morritos con los que tallereo no pasa de los diecisiete años y ya trabajan en oficios propios de opresores como «albañilería» y «agricultura». El 50% de ellos es usuario en vías de uso problemático de cristal, se salen de mis talleres a darle al foco. Me piden que les lleve talleres de barbería o de tatuajes porque quieren aprender otros oficios, para no aburrirse y no estar pensando en las drogas. Nos piden condones porque en el Centro de Salud los «servicios amigables» son amigables, pero con sus papás, y les cuentan que sus hijos fueron a solicitar consultoría. Las morritas piden escuelas para padres porque ven como un factor de riesgo del
embarazo adolescente el mal trato que reciben. Luego entro a redes y veo a los pueblos wokes sentir que están cambiando el mundo a tuitazos y siento la cara caliente del coraje. La discusión a raíz del ultrasonido a una joven de quince años realizado en una marcha Pro-Vida desató una conversación inmamable sobre las sexualidades de las juventudes. No voy a decir que las feministas cada día son más conservadoras porque hay una rama del feminismo que siempre ha sido conservadora, que siempre ha pactado con la derecha. Leí decenas de comentarios de feministas conservadoras que están lejos de la realidad, se nota, Sí, sí. Sé que las morritas no en serio se nota, que no solo tienen deberían ni siquiera embarazarse, ni parir. Sí. De hecho, mi compromiso con la justicia reproductiva incluye reducir los embarazos no sus cabezas metidas en el culo, sino que solamente son feministas a nivel enunciativo, como performance, como identidad, porque basta andar a una secundaria de la periferia y hablar de planificados y no deseados por sexualidades para darte cuenta de que contextos de violencia, inequidad los y las jóvenes cogen, nos guste o no. o falta de acceso a derechos. Pero, Y que lo hacen en condiciones muchas a diferencia de muchas feministas yo no vivo en una burbuja feminista. Yo vivo en una realidad material donde las adolescentes veces de poca seguridad, porque en lugar de compartir conocimientos sobre cómo reducir riesgos y daños, hay feministas que dicen: ¿alguien puede pensar en la heterosexualidad obligase embarazan. Por equis, por ye. toria? Sí, sí, ya te vimos. Pero se embarazan. Y si deciden El embarazo adolescente ha sido llevar a término ese embarazo ampliamente problematizado por las viven un chingo de violencias porque el embarazo adolescente es problematizado desde el estigma, desde el pendejeo. implicaciones que tiene para la salud física y emocional, porque representa un problema de salud pública respecto a las muertes maternas y porque afecta los proyectos de vida de las jóvenes. Pero, después de hablar y hablar y escuchar y leer a juventudes de las periferias tengo la sospecha de que muchas de las violencias que viven las adolescentes embarazadas suceden porque el embarazo es abordado desde el mundo de los adultos y contaminado por el feminismo más fundamentalista. Muchas morritas me han contado que ellas sintieron que vivieron violencia obstétrica y que tuvieron complicaciones con sus embarazos porque las y los médicos las estaban castigando por embarazarse jóvenes, un «ándele, por pendeja, ahora que le duela». Que son regañadas en cada consulta por embarazarse tan morras y que muchas veces prefieren ya no asistir. Que no son atendidas buscando que sus embarazos y partos sean seguros, dignos y amorosos, sino en el castigo por «abrir las piernas y no cuidarse». Esto sucede en mujeres adultas, pero en las jóvenes hay un triple castigo: por ser jóvenes, por ser precarizadas y por ser mujeres. Sí, sí. Sé que las morritas no deberían ni siquiera embarazarse, ni parir. Sí. De hecho, mi compromiso con la justicia reproductiva incluye reducir los embarazos no planificados y no deseados por contextos de violencia, inequidad o falta de acceso a derechos. Pero, a diferencia de muchas feministas yo no vivo en una burbuja feminista. Yo vivo en una
realidad material donde las adolescentes se embarazan. Por equis, por ye. Pero se embarazan. Y si deciden llevar a término ese embarazo viven un chingo de violencias porque el embarazo adolescente es problematizado desde el estigma, desde el pendejeo.
Los talleres que doy están enfocados a reducir los embarazos adolescentes y aunque cada vez los temas institucionales son más innovadores, siguen, desde mi juicio, pensados desde el adultocentrismo. Empezando por el hecho en que problematizan el embarazo adolescente desde una perspectiva estigmatizante. Cada grupo con el que trabajo es cada grupo en el que tengo que modificar los contenidos, incluyendo los contenidos que tenemos en Morras Help Morras para nuestros talleres, porque siempre tengo adolescentes que ya son madres o están por serlo. Y problematizar el embarazo adolescente así nomás, las hace sentirse abyectas. En Morras Help Morras asumimos que el embarazo adolescente es algo que sucede y que seguirá sucediendo porque hablar solo de condones y prevención no sirve, entonces, basándonos en lo que las y los morritos con los que trabajamos nos dicen, hablamos de «embarazo no planificado en adolescentes» y este puede ser «no deseado» o «deseado». Es un hecho que la gran mayoría de embarazos en adolescentes no son planificados, pero incluir palabras como «no planificados» o «no deseados» reduce el estigma para las y los jóvenes que ya son padres. Les hablamos de cómo prevenir «embarazos no planificados» y de las implicaciones que puede tener para su proyecto de vida atravesar por uno. Les decimos las opciones que tienen para un embarazo no deseado, es decir, el aborto. Pero también les hablamos de sus derechos a la hora de gestar, parir y maternar. Cada morrita y cada morrito saben cómo prevenir un embarazo no planificado, qué hacer en caso de embarazo no deseado y cuáles son sus derechos a la hora de decidir llevar a término, parir y maternar. También hablamos de reducción de riesgos ante las infecciones de transmisión sexual, de las infecciones de transmisión sexual desde una perspectiva amorosa. Les damos información para que sepan cómo prevenir, pero también para que en caso de vivir con una