Paisajes de somosierra

Page 1

PAISAJES DE SOMOSIERRA

Fernando Velasco Steigrad

1


Paisajes culturales de Somosierra (Madrid) Introducción Difícilmente puede comprenderse un paisaje sin contar con una información que lo sustancie. ¿Como podríamos entender las formas de vida de los habitantes de un lugar, sin conocer las características de su relieve, recursos, climatología, vegetación, circunstancias históricas o características culturales? Este será el objetivo general del presente trabajo. El Convenio Europeo de Paisaje –o de Florencia- de 2004, consagra el paisaje como “recurso cultural, ecológico, medioambiental y social” (VVAA, 2010), con el objeto de protegerlo, para conservarlo y mejorar su calidad mediante una adecuada gestión. Asimismo, se reconoce su importancia económica, sobre todo en el desarrollo sostenible del medio rural. Ello es especialmente relevante en un país que tiene en el turismo uno de sus puntales económicos. Su análisis y definición, contribuirán a aportar nuevas expectativas a zonas y poblaciones que, con los cambios económicos y culturales habidos en los últimos decenios, han tenido poco margen de adaptación y desarrollo. Esto no deja de ser una novedad, dada la singularización del paisaje que tradicionalmente se tiene por evocación de viajeros o turistas. La sociedad actual, fundamentalmente urbana, con un significativo aumento de su nivel cultural, que añora el campo y la naturaleza, demanda un enunciado del paisaje más cercano. Aún teniendo cabida los paisajes tradicionales más sobresalientes, se busca cargar de contenido a esos otros más habituales y cotidianos por su valor colectivo. Este cambio en la sensibilidad, va parejo a nuevas perspectivas, en donde lo “bello” da paso a lo “interesante”; a una comprensión del territorio como escenario del devenir de sus habitantes, con connotaciones no necesariamente estéticas o positivas. Finalmente, se debe incidirse en el aspecto formativo de este tipo de estudios. La percepción del paisaje tuvo y sigue teniendo, una serie de sesgos que lo condicionan y empobrecen: El ecologismo de salón, que prima el bosque frente a otros cortejos vegetales; la visión romántica que reivindica lo antiguo por antiguo, relegando el concepto o la valoración de lo “singular” frente a lo “representativo”, herencia de disciplinas artísticas que impregnan nuestra cultura. Este ejercicio de reeducación no deja de ser un objetivo razonable, alternativo en el complejo arte de abrir los ojos al espectador. El objetivo de este trabajo será, por tanto, el desarrollar esas miradas temáticas, mediante la definición de esos diferentes paisajes naturales e históricos culturales, a la vista de la abundante bibliografía y documentación de que se dispone, de un trabajo de campo y del análisis de propuestas similares. Todo ello, sobre un espacio territorial relativamente reducido, en el que la sierra y el puerto de montaña, tuvieron una importancia central, sobre todo en lo que se refiere a los hechos históricos que dieron origen al presente trabajo: la batalla de Somosierra de 1808 que enfrentó personalmente a Napoleón con las tropas españolas.. La propuesta pretende enriquecer, finalmente, la vertiente de aprovechamiento social, consecuencia última de un Plan Director que la protección legal del campo de batalla de Somosierra permita. Madrid y sus paisajes La Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid, encargo en 2005 un documento denominado “Análisis, diagnóstico y evaluación de la calidad del paisaje de la Comunidad de Madrid para el establecimiento de criterios de protección y ordenación del territorio”. De carácter estratégico y de planificación, su objetivo general es de establecer unos criterios de ordenación territorial y urbanística a partir de sus valores, entendiendo el paisaje como una variable más para la declaración de suelos no urbanizables de protección. En este sentido, pretende:

2


a) Disponer de una identificación, caracterización y valoración sistemática del paisaje a una escala adecuada para el planeamiento territorial (1:25. 000), utilizable como criterio para el urbanismo y las evaluaciones ambientales estratégicas. b) Incorporar la variable del paisaje a otras bases cartográficas ambientales de la Comunidad de Madrid, con objeto de definir los suelos que deben quedar excluidos de la urbanización. c) Valorar las unidades de paisaje en función de una serie de criterios objetivos y proponer regulaciones de usos de acuerdo con dichos valores, teniendo en cuenta las características del propio paisaje (VVAA, 2010). Se establecen dos niveles en el paisaje regional: «unidades de paisaje» y «tipos de paisaje». El documento identifica algo más de 400 paisajes o «unidades de paisaje», agrupados en un total de 63 «tipos de paisaje». Estos 63 tipos, se agrupan a su vez, en 10 grandes conjuntos, cada uno de los cuales es clasificado mediante una matriz de regulación de usos, según tres niveles de valoración: alto, medio y bajo. a) Sierras, cerros y vertientes serranas. b) Valles serranos. c) Navas y piedemontes. d) Encinares y dehesas serranos. e) Gargantas. f) Parameras. g) Cuestas, taludes y escarpes de la cuenca sedimentaria. h) Páramos y llanos. i) Campiñas y j) Dehesas y montes de la cuenca sedimentaria. También se consideran los factores naturales significativos desde el punto de vista paisajístico: los usos del suelo, las tramas rurales y urbanas, y el proceso de configuración histórica de las mismas así como las características perceptivas más relevantes: cuencas visuales, frecuencias de visibilidad, hitos, atalayas e itinerarios de interés paisajístico (VVAA, 2010).

Definición paisajística según la C. de Madrid. Verde oscuro, calidad alta y Verde claro, calidad media, 2009

Finalmente, se definen algunos, entre los que cabe resaltar el denominado “Paisaje reserva de la biosfera Sierra del Rincón” en los municipios colindantes a Somosierra de La Hiruela, Horcajuelo de la Sierra, Montejo de la Sierra, Puebla de la Sierra y Prádena del Rincón. “Las sendas interpretativas ofrecen a los visitantes la posibilidad de contemplación de panorámicas y el análisis de las formas, colores, trazados, etc., desde un punto de vista perceptivo y sensorial. Esta lectura también se combina con un contenido más educativo, a través de un trabajo de análisis de los aprovechamientos y usos del suelo y el

3


modelado del paisaje” (VVAA, 2010). La declaración como Reserva de la Biosfera es de 2005, y con ella se busca la dinamización social de toda la comarca. Objetivos específicos en la definición de los paisajes de Somosierra Las unidades paisajísticas que se proponen, tendrán un formato de capas de información en torno al lugar y a las circunstancias habidas a lo largo del tiempo, que se concretan en los siguientes: -El territorio de Somosierra, definido a partir de sus características naturales: geología, hidrología, edafología, geomorfología, climatología, fauna y vegetación. Permitirá interpretar el proceso de formación de la zona y sus características. -Usos tradicionales del territorio. Esta capa analizará los aprovechamientos tradicionales del territorio en virtud de su potencial, en el marco de una economía de subsistencia especializada, localizando los elementos inmuebles característicos de cada actividad -Somosierra como enclave estratégico: La batalla de Somosierra de 1808 y la Guerra Civil española de 1936, situando lugares e inmuebles de relevancia que hubieran sobrevivido al paso del tiempo. -La Obra Pública en Somosierra a lo largo del tiempo: los puertos de montaña como embudo de comunicaciones. Esta capa pretende reconciliar la valoración tradicional del paisaje como unidad natural, con esta vertiente de fuerte impacto visual. Cada “capa de información” propuesta partirá del análisis bibliográfico general y específico, profundizando en experiencias y casos similares: proponiendo recorridos y puntos de visualización que permitan una óptima valoración de cada tipo de paisaje; singularizando los diferentes hitos simbólicos reconocibles en el territorio, para enriquecer el discurso cuasi “museográfico” que se pretende; proponiendo criterios y medidas específicas de restauración paisajística que, sin alterar usos o derechos en lo posible, permitan recuperar parcialmente ambientes o perspectivas; finalmente, proponiendo “recreaciones” o nuevos hitos (land art…) que enriquezcan las susodichas capas, permitiendo su óptima interpretación. Paralelamente, se empleará una metodología específica, enunciada en cada propuesta, adaptada de cada disciplina y en función de los objetivos concretos que se pretenden. Descripción y breve historia de Somosierra Un espacio: El Puerto de Somosierra, en la sierra del mismo nombre. Con una cota de 1.454 mts. sobre el nivel del mar, es uno de los collados entre las dos mesetas castellanas de mejor accesibilidad de todo el Sistema Central, lo que determinó su importancia estratégica a lo largo del tiempo. Esta zona ha sido tratada administrativamente mediante diversas figuras de protección, entre ellas la de parque natural.

4


Delimitación territorial

Extremo Parque nacional del Guadarrama

El pueblo de Somosierra, somo/summa sierra o “sierra más alta”, en torno a la vía de comunicación entre las dos Castillas, explotó tradicionalmente los recursos del puerto y sus vertientes aledañas, modelando su entorno y conformando un paisaje, que el cambio cultural actual está haciendo desaparecer de forma acelerada. Paralelamente, su ubicación determinó su origen, en torno a la vía de comunicación que atravesaba ese collado y que configuró su urbanismo “de calle central”. En lo que se refiere a la comarca (según la época, de Torrelaguna, de las Tierras de Buitrago, o de Somosierra), poco se sabe de periodos anteriores a la reconquista, aparte del uso de su puerto. De los grupos cazadores/recolectores carecemos de evidencias, pues las pronunciadas pendientes y la consiguiente erosión, seguramente nos las ocultan. No obstante, podemos presuponer que, por un paso de montaña de estas características, discurrirían las migraciones periódicas de los rebaños de grandes mamíferos (caballos, bóvidos….), tras los que esos grupos irían en sus actividades cazadoras. De las sociedades tribales hay un yacimiento de interés en torno a la peña de El Chorro, lugar que por su singularidad y belleza, bien podría haber tenido otras funciones que la de simple hábitat. Su ubicación, a media ladera de la Peña Cebollera Vieja, no es casual. Esta Peña, también llamada de las Tres Provincias, podría considerarse como monte sagrado de esos momentos prehistóricos, visible y con visibilidad sobre un inmenso territorio. Pensemos que en momentos con un bosque “clímax”, eran estos montes sobresalientes los que servían de referencia y orientación, lugar de ubicación de divinidades y fenómenos sobrenaturales. En torno a su cumbre se localizaron algunos restos: alguna flecha de “pedúnculo y aletas” de silex y diferentes estructuras que, a falta de una excavación científica, podrían definirse como sepulcros colectivos (dólmenes). También la Toponímia apuntaría a esa interpretación simbólica, sobre todo abundante en lo referido al Tejo (Taxus Baccata), que era el árbol más sagrado de época prerromana: Arroyo del tejo, Hoya de la tejera, varias “tejera negra”, en los aledaño Horcajuelo, Montejo de la Sierra –monte del tejo- y en la cuenca del Sorbe, ya en Guadalajara, en los que restan algunos centenares de ejemplares, algunos milenarios (GARCÍA PÉREZ, G., 2004). De origen celta, era símbolo dual de la vida y de la muerte.

Los análisis polínicos y de restos de carbón, realizados en la turbera de Pelagallinas, en la sierra de Alto Rey en el macizo de Ayllón, concluyen, que hace 4000 años comenzó un drástico proceso de deforestación en estas sierras, que se prolongaría prácticamente hasta el cambio de era (FRANCO MÚGICA, F., et alii, 2001). Estos resultados, sobre los que nos extenderemos en el apartado de vegetación, indican que los extensos bosques de pinos comienzan a quemarse y talarse para ser sustituidos por pastos y cultivos de cereal, lo que indicaría unas prácticas agrícolas de “tala y quema” basadas en la explotación periódica de las laderas, abonadas por la propia ceniza, y que eran típicas de esos tempranos momentos, posteriores al neolítico. Al parecer, este proceso llega a su momento álgido en torno al siglo V a.c., ya en época celtibérica,

5


coincidiendo con la generalización del uso del hierro y a un proceso de jerarquización del territorio que explota intensiva y sistemáticamente, incluso las áreas periféricas de condiciones más extremas. Del periodo romano tenemos pocas evidencias en la zona. La aparición de un “as” romano –moneda fraccionaria- de Faustina, del S. II d.c., seguramente tiene que ver con la calzada que discurría por ese sector, y que podemos suponer, por los yacimientos de esa época que se alinean hasta llegar al puerto, del que el yacimiento arqueológico del Cancho Gordo de La Cabrera, sería el más cercano y relevante. Pero será a partir de la Edad Media, cuando el Puerto de Somosierra cobre una indudable importancia estratégica. Lo constatamos por la entidad que alcanza en época musulmana el importante núcleo fortificado de Talamanka y por la construcción, en tiempos de Abderraman III, de una serie de atalayas de vigilancia situadas en los actuales términos de El Vellón, Venturada, Torrelaguna y El Berrueco, cuya finalidad era la de prevenir los ataques cristianos sobre las ricas vegasde los ríos Tajo y Jarama. Estas razzias penetraban, entre otros, por el Puerto de Somosierra, denominado "El Fayy Al-Sarrat" en las fuentes árabes (CABALLERO ZOREDA, L., MATEO SAGASTA, A.,1990). Esa franja, entre la línea de atalayas y las cumbres del Sistema central, quedó por largo tiempo como tierra de nadie, casi despoblada y, por lo tanto, con un medio poco o nada explotado. Así lo atestiguan los análisis polínicos de la turbera de Pelagallinas: Los pastos y cultivos son sustituidos por brezos en primera instancia, y posteriormente, por melojares y encinas (VVAA, 2001). Tras la toma de Toledo, en el año 1085, comienza la repoblación de estas tierras, sobre todo por segovianos de Sepúlveda, con lo que se intensifica el tránsito por el puerto, quedando diferentes referencias en documentos y en la literatura de la época (PASTOR MUÑOZ, F.J. y ADAN POZA, M.J., 2002a ) Tal sería el caso del Privilegio de Repoblación de Buitrago, otorgado por Alfonso VII el 18 de julio de 1096, en el que se señalan los territorios asignados a esta población, a costa del antiguo alfoz de Talamanca: "De donde en cierta villa de Buitrago, en estos montes y selvas, que se dicen Araboia poblé para que pasen los de Burgos y los de Castilla a Toledo, y los de Toledo a Castilla, porque por hallí estaba infestado de ladrones, hera mui aspera para el cultivo de las mieses, y de las viñas, di estas armas ad alenda pecora, para que cultivasen los campos ...es a saber, donde nazen las aguas y caen en el rio que se dice Lozoya , a la siniestra de Canencia hasta el Collado Hermoso,y del Berrueco de Gomez Nuño a torre Pedrera, y Serraelvira, y a el Osejón y el Puerto de la Turca, a el Puerto de la Guiza, y de el Somo de la Zebollera a el Somo de la Serrezuela, y de este al Somo de la Sierra donde nace Zuguñela hasta el Puerto de la Linera, de esde el Puerto de Zega hasta la dicha Peña Lara. Corrobora este privilegio con el común consentimiento de los obispos y de todos los principes del Imperio. Hechas las maldiciones de Datan y Abiron, ques vaia contra lo ordenado se le trague vivo la tierra y caiga en los Ynfiernos: hecho en la serie 1138 18 de julio firma en rueda: Yo Alfonso Emperador firme este privilegio con mi mano, por la gracia de Dios. Yo Bernardo, Arzobispo de Toledo firmo. Yo Elvira una de las hermanas firmo, Gomez, obispo de Orense firmo, Osismundo de Astorga firmo" (FERNANDEZ GARCÍA, M. 1966). En el siglo XIV eran todavía abundantes en estas sierras los osos y otras piezas de caza mayor, y por ello no es extraño que se cite Somosierra en "El Libro de la Montería de Alfonso XI", señalando estos parajes como lugar apropiado para este tipo de caza (PASTOR MUÑOZ, F.J. y ADAN POZA, M.J., 2002a ): "las dehesas de Majafrades y Pie Berzoso que son cabo Somosierra, es buen monte de puerco en todo tiempo. Et es la vocería entre este monte et Halega. Et son las armadas: en el camino que viene de Somosierra a Robregordo" (MONTOYA RAMIREZ, M. 1992). También hay que citar por esa época que, tanto esta sierra como el puerto recibían también el nombre de "San Andres", a causa de un poblado que había en la vertiente septentrional del término, en un altozano situado al este del núcleo actual, una vez pasado el puerto en dirección a Segovia. Este poblado, del que no conocemos hoy día huella alguna, habría pervivido hasta el siglo XVII, ya que en 1601 todavía lo habitaban tres familias (DE GREGORIO, A. 1990). En el "El Libro del Buen Amor" (cantigas. 959-971) del Arcipreste de Hita, escrito entre los años 1330 y 1343, aparece ya citado tal y como lo conocemos hoy, en el encuentro con la serrana del Puerto de Malagosto: "Plantóseme en el sendero/ la sarnosa, ruín y fea;/ dijo: <<¡Por mi fe, escudero!/ aqui estaré yo queda;/ hasta que algo me prometas,/ por mucho que tu arremetas,/ no pasarás las vereda>>/ Díjele: -<<¡Por Dios, vaquera,/ no me estorbes la jornada!/

6


deja libre la carrera;/ para ti no traje nada>>/ Me repuso: -<<Entonces torna,/ por Somosierra trastorna,/ que aqui no tendrás posada>>"./ En 1375 la reina Juana permuta con D. Pedro Gonzalez de Mendoza, las aldeas de Somosierra y Robregordo, que entonces pertenecían a Sepúlveda, por la aldea nueva de La Serrezuela: "el cual Lugar yo recibo de bos el dicho Pedro Gonzalez para la dicha mi villa de Sepúlveda en lugar de las dichas Aldeas de Somosierra y Robregordo" (PASTOR MUÑOZ, F.J. y ADAN POZA, M.J., 2002a). De esta manera, tanto Robregordo como Somosierra, pasaron a manos de los Mendoza como Comunidad de Villa y Tierra, con cabeza en Buitrago. Este periodo fue tal vez uno de sus momentos de mayor esplendor, gracias a la Cañada real segoviana, la explotación de sus pastos y a la centralización en Buitrago de Lozoya de su industria lanera. En el S. XVII contaba con una serie de ventajas que pretendían compensar a sus moradores por la dureza del lugar. Entre ellas cabe destacar el arbitrio que los vecinos de Somosierra percibían por facilitar el tránsito de personas y animales a través del puerto, y que se mantendrían hasta fechas muy recientes. Testimonio de viajeros que pasaron por este lugar, es el relato de M.C. D'Aulnoy, en cuya obra "Relación del viaje de España"(1679-1681) se dice: "Salimos de Aranda con un tiempo de deshielo que hacía el aire mucho mas templado, pero que también era causa de que los caminos estuviesen mucho peor. Encontramos poco después la montaña de Somosierra, que separa a Castilla la Vieja de la Nueva, y no sin trabajo la atravesamos, tanto por su altura como por la cantidad de nieve de que sus hondonadas se veían llenas, cayendo algunas veces como en precipicios por creer el camino llano. Llaman a este paso "puerto"; parece que ese nombre no debiera darse mas que a un puerto donde se embarca, sea en el mar o en el río; pero de ese modo es como se denomina el paso de un reino a otro; y siempre gastando para seguir su camino, pues los aduaneros que hacen pagar los derechos del rey aguardan a los viajeros en el camino, y no los dejan tranquilos en tanto no han conseguido que les den alguna cosa." (D´Aulnoy, M. C, 1986). En 1737, la corona aumenta estos arbitrios por Real Provisión por interés general, como consecuencia de un incendio que casi arrasó la población, y ante la incapacidad de su población de recuperarse con los derechos de paso imperantes hasta ese momento: "Dn. Phelipe por la Gracia de Dios, Rey de Castilla, ...Por Quanto por parte del Conzejo, Justicia y Regimiento de la Villa de Somosierra del Partido de la Ciudad de Guadalajara se nos hizo relación que por ser su Población y Conserbación de mucho Util a la Causa pública, mediantte que su situación hera el preciso paso de las personas que del reyno de Francia, Vizcaya, Montaña de Burgos y tierra de Sepúlbeda pasavan a esta nuestra Corte, y mas partes de Castilla la nueva. Y hallaban en dha villa el refuxio del Puerto, y tener el cuidado la Justicia de ella de la Composición de su Camino, para que con mas conbeniencia le pudiesen transitar los Carruajes y Cavallerías, abriéndole quando se cubría de nieve, y cuidar del Tránsito de Soldados, Sacerdotes y religiosos Pobres, como tambien el seguimiento de Ladrones, facinerosos, Jitanos y Gentes de mal bivir para evitar los riesgos a los Comerciantes y Trajinantes que pasaban dho Puerto para todo ello y por no tener propios dha villa con que costearlo: havia muchos años que por los de nuestro Consejo se la concedió el arvitrio de que pudiese cobrar quattro mrs. en cada Cavallería mayor y dos en la menor, de cuyo producto, que al año no excedía de quinientos R. tenía dadas sus cuentas en la Conttaduría de nuestro Consejo, y aprobadas en él hastta fin de Diciembre de settecientos treintta y uno por cuio motivo y por lo util de su Conbersión en Beneficios de la Causa pública, nos havíamos servido prorrogarla dho arvitrio por veinte años mas desde primero de Henero del de mil setezientos treintta y dos. Y para ello se la havía despachado real facultad en veintte y nueve de Julio de dho año, refreendada del Infraescrito nuestro Sno. Y haviendo sobrevenido a la expreseada villa el día ocho de Henero pasado de este año la fatalidad y desgracia de haverse quemado veintte y cinco casas con la del Pósito, sin haver podido sus dueños salbar mas que sus personas perdiendo en el yncendio todos sus vienes muebles, quedando de todo punto desamparados como se justifica del mismo testimonio de poder que presentava, resultando que por esta desgracia se hallava espuesta la villa a que la desamparasen los vecinos que havía padecido dho Daño, por no tener posibles con que restablecerse en dhas Casas, lo que subcediendo no solo resultaría el grave perxuicio a nuestros haveres Rs sino tamvien a la causa pública para su remedio, y que su Población subsistiese para el fin y alivio expresado, se nos suplicó que haviendo por presentado dho Poder y Testimonio de la ruina referida para el reparo de ella fuesemos servido ampliar dho arvitrio p. que en los quince años excasos que faltavan de correr de los

7


veintte de dha prorrogación, pudiese cobrar dha villa ocho mrs. de cada Cavallería maior y quatro de la menor en lugar de los quaatro y dos concedidos" (PASTOR MUÑOZ, F.J. y ADAN POZA, M.J., 2002a). Por esos tiempos, sus recursos eran escasos, por sus características fisiográficas, clima frío y pobreza de sus suelos, no siendo casual la denominación de la zona hasta nuestros días como “Sierra Pobre” de Madrid. Hasta época reciente los mozos estaban exentos del servicio militar, debido a las condiciones extremas, unido a la necesidad de mantener expedito el puerto de nieve y de reparar la calzada. Aparte del puerto, la ganadería extensiva del ovino componía su estructura económica. Como ya apuntamos, históricamente estuvo vinculado, junto a Robregordo y el resto de la Comarca, a la casa de los Mendoza como señorío. La caída del antiguo régimen, la abolición de La Mesta y la ruina de la exportación de la lana, junto a la incapacidad de adaptarse a una agricultura modernizada, determinaron su regresión económica y su progresiva despoblación (FERNANDEZ MONTES, M, 1990). El 30 de noviembre de 1808 tuvo lugar en este paso, la famosa Batalla de Somosierra, que enfrentó a las tropas españolas y francesas en la única batalla en España en la que intervino personalmente Napoleón.

Ámbito incoado BIC

W. Kossak, 1843

Suchodolsky,1860

La derrota española, por la decidida y heroica acción de la caballería polaca, supuso todo un hito para las aspiraciones nacionales de Polonia en esos tiempos, razón por la que este país sigue celebrando este hecho como uno de los más relevantes de su historia. Tras la solicitud de diversas personalidades e instituciones, nacionales y extranjeras, la Comunidad de Madrid procedió a la Incoación como Bien de Interés Cultural (BIC), con categoría de Sitio histórico del lugar donde se desarrolló la famosa batalla (Resol. de 19 de feb. de 2002, BOCM de 11 de marzo de 2002). Este fue el punto de partida del trabajo que nos ocupa. Somosierra: un paisaje natural Metodología y criterios Parece oportuno definir los criterios de clasificación y delimitación espacial aplicados, habida cuenta de las diferencias metodológicas existentes según los autores que se consulten. En este sentido se ha optado por una definición de escala de aproximación media, tomada de M. Terán en sus ya clásicos estudios sobre Geografía Regional (TERÁN ÁLVAREZ, M., 1952). Esta referencia conceptual, derivada de la escuela francesa en la que Terán se formó. Aunque antigua en el tiempo, ha sido retomada -o más bien rehabilitado- en los últimos años por autores que han trabajado sobre paisajes en la región de Madrid (BULLÓN MATA, T., 2008). Según este análisis, una Región se caracteriza por una serie de hechos naturales y culturales que se reflejan en su fisonomía y en la que, a su vez, se distinguen una serie de unidades espaciales diferenciadas siguiendo un orden de magnitud. Cada unidad sería el resultado de las interacciones que se realizan en el espacio geográfico entre los elementos que lo constituyen. La unidad de orden superior, o “paisaje” propiamente dicho, diferencia los conjuntos de mayor tamaño y se define a partir de los grandes grupos de relieve y tipos de roca. La segunda

8


unidad, surge de la subdivisión de ese orden superior, a la que denomina “sector”, y se determina por los elementos naturales que contienen y un potencial de explotación determinado. Finalmente, “la comarca”, es el resultado de una conjunción de elementos físicos y humanos, mantenidos a lo largo de un periodo histórico prolongado y que se concretarían en unos usos del territorio, tipos de propiedad y parcelación, cristalizados en unas formas de vida tradicionales estables a lo largo del tiempo (BULLÓN MATA, T, 2008). Ocasionalmente, a esta clasificación podemos añadir otra variable: el paisaje “micro espacial”, en el que el territorio valorado se reduce al municipio. Este sería pues, el criterio aplicado para los paisajes naturales y, parcialmente, a los usos tradicionales del territorio, que subdividiremos en función del plano definido desde la perspectiva elegida. De este modo diferenciaremos el plano profundo o alejado, del medio o micro espacial, inmediato al punto focal. El paisaje natural constará por lo tanto, de varios planos: La unidad de orden superior, o “paisaje” según Terán, se apreciará desde los puntos más altos al horizonte. La situación de Somosierra, en el punto de inflexión entre las cuencas del Duero y Tajo, permite ver esas panorámicas, esa secuencia de relieve y color, marco en el que se insertan los siguientes niveles. La segunda unidad o “sector”, definirá Somosierra dentro del Sistema Central, acotándolo NS por las cuencas sedimentarias Tajo-Duero. Aunque el tercer nivel o “comarca,” tendrá más contenido en lo que se refiere a los usos tradicionales, no cabe duda que esos usos están determinados por el potencial natural de su territorio -geomorfología, edafología, clima y vegetación-, aparte de las circunstancias histórico-administrativas. En este sentido su relación histórica con posterioridad a la Edad Media, le vincula con la vertiente Sur de la sierra, en concreto con la comarca de Buitrago, a pesar de que la mayor parte del término se vuelque a la vertiente Norte, ya en la provincia de Segovia. Pero será el cuarto nivel, el “micro espacial”, el que más peso tendrá en este texto. Las grandes definiciones naturales, se ejemplificarán en hitos simbólicos concretos: los plegamientos generales tendrán su reflejo en unidades rocosas localizadas; frente al clima general de la zona, se explicarán las variantes locales en función de las especificidades del puerto y su reflejo en la vegetación...; aunque los cortejos vegetales puedan generalizarse para ese sector de la sierra, podrán visitarse ejemplos concretos, endemismos, peculiaridades y unidades florísticas. Para ello se propondrán recorridos, y dentro de ellos, puntos de visualización óptima. Otro aspecto a resaltar es la variabilidad estacional y su reflejo en el paisaje natural, lo que permitirá multiplicar y diversificar la experiencia estética de las visitas. Geología El Puerto de Somosierra, en la Sierra del mismo nombre, es continuidad hacia el Este de la Sierra de Guadarrama, en la unidad tectónica del Sistema Central. Con sus 1454 mts. de cota en el puerto, es una depresión del eje montañoso producido por una falla. Su material predominante es de origen metamórfico y plutónico, granito y gneis fundamentalmente, con sedimentos terciarios –rañas cuarcíticas y pizarras- en sus bordes, producto de la erosión de la cadena montañosa y que datan de su levantamiento durante la orogenia alpina. Además, cuenta con “…un sinfín de depósitos de edad cuaternaria que tapizan de forma discontinua a dichas rocas y por lo general se encuentran asociados a los valles, laderas y nichos de origen glaciar.” (LÓPEZ OLMEDO, F y DÍAZ MARTÍNEZ, E, 2009). Desde una perspectiva geomorfológica, el núcleo central de esta Sierra es un afloramiento del basamento, en forma de “Pop Up” entre cabalgamientos (elevamiento del bloque central por la presión de los bordes), lo que confiere esa típica forma escalonada a todo el Sistema y que determinó su perfil al puerto de Somosierra.

9


Esquema tectónico del Sistema central (Gredos, Guadarrama y Somosierra) y su estructura en profundidad (DE VICENTE, 2009)

“Las rocas más antiguas aflorantes corresponden a los gneises así como a una serie de afloramientos de rocas metasedimentarias (calizas, esquistos) al suroeste del Sistema Central que en algunos casos pueden llegara a superar los 500 millones de años. El sector más septentrional de la cadena, al noreste de Somosierra y de La Cabrera esta formado por un conjunto muy potente de cuarcitas y pizarras del Ordovícico y Silúrico. Son las rocas que junto con los gneises de Somosierra constituyen la denominada Sierra Norte y todas ellas fueron deformadas durante la Orogenia Varisca, antes conocida como Hercínica…… Por último, interesa también destacar la presencia de abundantes depósitos cuaternarios modelando las laderas de las cumbres serranas, relacionados en su mayoría con los procesos de glaciarismo y periglaciarismo acaecidos en esos sectores durante el Cuaternario. En menor proporción y apenas desarrollados, se localizan depósitos fluviales asociados a los cauces actuales, que en las cabeceras de los ríos y arroyos apenas tienen representación debido al fuerte encajamiento de la red en esas zonas.” (LÓPEZ OLMEDO,F y DÍAZ MARTÍNEZ,E, 2009). Por lo tanto, el tipo de suelo será fundamentalmente ácido, con un perfil de suelo húmico de poco espesor -salvo en los fondos de valle, en donde el espesor aumenta-, muy lavado y con escasa mineralización. Esto determinará, junto con las condiciones climáticas y microclimáticas, un tipo de vegetación y ulterior aprovechamiento antrópico. Desde el punto de vista del relieve, tiene dos vertientes. La norte, lindante con Segovia, supera los dos mil metros en sus bordes. Limita por el oriente con altas cumbres, como la Peña Cebollera Vieja (2129 mts), punto de encuentro de Madrid, Segovia y Guadalajara, Peña de los Abantos (2124 mts.), Peña del Recuenco (2088 mts.), Cabeza del Tempraniego (2069 mts.) y Cuchar Quemado o El Corco (2045 mts.). Por el occidente, la Peña del Muerto y Reajo de la Gitana (1586 mts.). En su vertiente Sur, limita en su lado oriental con el Alto de los Corcos, el Alto de la Fuente de las Cabezuelas (1885 mts.), el Alto de las Pinillas y Cebollera Nueva (1834 mts.) y, finalmente, con el Cerro de las Minas de Horcajuelo. Al occidente, con La Fuente de la Zorra (1638 mts.), la Peña Zorrilla (1643 mts.), las Praderas de Sto. Domingo (1654 mts.) y los Cuarteles (1559 mts.), junto al Pueblo de Somosierra. En general, el lado occidental presenta unas cumbres relativamente suaves, como indican topónimos como “los Llanos” y “las Praderas”, mientras que el lado oriental presenta un relieve más alto y escarpado, con topónimos alusivos, como “las Peñas”, “el Alto” o “la Cabeza”.

10


El relieve dominante es relativamente redondeado (cebollera), consecuencia de una erosión por hielo–deshielo y una pluviosidad abundante, con afloramientos rocosos ocasionales –cabezos- en cumbres y laderas, y presencia de pedregales (“pedrizas” en la toponimia). El resto es alomado con perfiles suaves y laderas regularizadas por coluviones. Las pendientes son pronunciadas, sobrepasando por lo general el 50% en la mitad superior del relieve. Los fondos de valle son estrechos y, consecuentemente, de escaso aprovechamiento antrópico.

11


Esquema geológico del Sistema Central (según RUBIO PASCUAL, F. 2007)

Hidrología El Puerto de Somosierra se encuentra en la divisoria de aguas –como anteriormente expusimos- entre las Cuencas del Tajo y del Duero. En la Vertiente Norte, tributaria del Duero, nace el Río Duratón, al que dan varios arroyos en su lado oriental, como el de Las Pedrizas, el de La Peña del Oso o Del Caño, de El Chorro -con un bello salto de agua- o el del Hoyo o de La Dehesa, con otros de menor importancia. En su lado occidental, sin embargo, apenas llegan a tener esa consideración, por ser de aguas estacionales. Tributario del Tajo en la vertiente sur, estaría el río Madarquillos, al que van a dar en su lado oriental, el arroyo de Las Chorreras, el de Los Cambronales, del Barcal, de La Cerrada o de La Dehesa, y en su lado occidental, el arroyo de Algüeras, de La Laguna, del Corral del Pie, de Santo Domingo, Hoyo Redondo o de Las Atalayas, entre otros. Aparte de estos arroyos, cabe destacar la multitud de fuentes existentes, origen en la cabecera de todo el sistema hidrológico, y lagunillas asociadas a depósitos de origen glaciar.

12


Vegetación y fauna Para identificar las especies y formaciones potenciales del pasado, recurriremos a los análisis polínicos de turberas, la documentación histórica y toponímica. Los análisis polínicos de microcarbones de la turbera de Pelagallinas, apenas a 50 kms. de nuestra zona (FRANCO MÚGICA, F., et alii, 2001), demuestran una interesante evolución vegetal y ponen de manifiesto la incidencia antrópica sobre el medio en los últimos 4000 años. Este análisis refleja claramente tres momentos: El más antiguo, entre 4000 y 2400 años, indica un porcentaje de 50% de pólenes de pino, 30% de abedul y en menor medida roble caducifolio y haya. Entre el 2400 al 1750, se aprecia una reducción importante del pino por acción antrópica, en favor de las herbáceas, con presencia significativa de cereal y plantas vinculadas a cultivos (arvense y ruderales). El abedul, con un 60% de pólenes y los sauces, con un 10%, parecen sustituir a los pinos, aunque este incremento no indica necesariamente un aumento en su extensión, sino una mayor movilidad de sus pólenes por la ausencia de aquellos. Al final de la fase, aumenta la importancia del brezal y el roble, lo que indicaría una fase de abandono antrópico y recuperación vegetal. Finalmente, en los últimos 920 años, vuelve a aumentar el pino con un 90% de pólenes en una situación de climax, en detrimento del abedul y los brezos. Los carbones analizados, indican incendios frecuentes entre desde los 4000 a los 1750 años, con una mayor presencia de carbones en el tramo de 2700 y 2500 años (FRANCO MÚGICA, F.,et alii, 2001), coincidiendo con las actividades agrícola-ganaderas de las tribus de la edad del bronce y las jefaturas celtibéricas. Se mantendrían hasta el s.III D.C., disminuyendo estas actividades con los momentos de inestabilidad del periodo bajo imperial romano, en el que, el aumento de brezos, parece indicar un abandono de la sierra y la consiguiente colonización de pastos y cultivos por esos arbustos. La expansión del pino, en torno al año mil, coincide con la reconquista y la estabilización de las fronteras en la marca media, periodo en el que toda la franja entre las crestas serranas y la línea de atalayas que protegían la cuenca del Tajo, pasa a ser “tierra de nadie”, objeto de frecuentes razias de unos y otros. En el S. XVIII, Ensenada resalta los robles de Somosierra y la toponimia de ese momento recoge términos como: el espinar, fuente del espino, pedazos del espino y del acebo, la saceda ( o sauceda), cambronal, hoya de la tejera, los álamos, prados roble, avellaneda, ejidos –ganadero-, tejos y acebos. No cabe duda que, como área más alta del Sistema Central, restan multitud de especies relícticas y endemismos de la última glaciación. En este sentido son de resaltar las hayas, hoy día solo presentes en los municipios colindantes de Montejo de la Sierra, en Horcajuelo y en la Tejera Negra de Guadalajara, o el no menos espectacular abedular de la dehesa de Somosierra, así como acebos, robles, serbales etc. Los análisis polínicos recogen la presencia de las hayas, desde al menos los últimos 3700 años, aunque parece haber ciertas dudas de si su presencia se deba a que la zona sea refugio –hipótesis más probable- o a fenómenos de migración desde zonas bajas por el cambio climático, pues parece que la presencia del haya en el sistema central es bastante reciente, por migración de poblaciones más septentrionales. En la actualidad, como consecuencia de la deforestación antrópica, encontramos extensiones arbustivas de jarales, brezales, piornales y gayubares, propios de los suelos silíceos, sobre todo en los bordes de la vertiente sur. A este grupo podríamos añadir arbolado de almeces, castaños, arces, serbales, así como pinos –entre otros-. En líneas generales, los cortejos florístico presentes en estas sierras serían: el mesomediterráneo o reino del roble; el oromediterráneo o del pino y el crioromediterráneo o del piornal y pastizal, según cota. Por lo tanto, la mayor humedad edáfica y climática, determinará en la actualidad una vegetación climax de frondosas, sobre todo de roble melojo, y por la acción antrópica, una aptitud para pastos y prados de buena calidad. Entre los topónimos que nos refiere la fauna, destacan el Cerro lobero, Pedazos del lobo, Peña del gato, peña del oso, entre otros, que como ya citamos por las fuentes medievales, nos refieren al potencial cinegético de la zona.

13


Mapa de vegetación actual. Crema: prados, pastizales, eriales; Rosa claro: Matorral de leguminosas (escoba, piorno); Rosa oscuro: otros matorrales (enebro, brezo, coscoja, rosáceas); Verde claro: melojo y otras frondosas –abedul...-; Verde oscuro: Frondosas (quejigo, castaño, chopo, roble, abedul, haya) Marrón: pino silvestre de repoblación.

Climatología Aunque de clima mediterráneo subhúmedo (submediterráneo) de tendencia centroeuropea, y aunque continental en su conjunto, el microclima dominante en la zona tiene cierta influencia atlántica, de inviernos largos y fríos, y periodos estivales de temperatura fresca. La pluviosidad es alta, sobre todo en la vertiente septentrional del municipio, con unas precipitaciones que van de 900-1000 mms. de media anual (MÁS HERNÁNDEZ, R., dir.,1992) y sequías moderadas en verano, por las frecuentes tormentas. Sus máximas precipitaciones serían en otoño/invierno con 900–1400 mms, de las que el 80% serían de lluvia, el 20% restante de nieve, y apenas dos meses de sequía. La vertiente S–SE aumenta su

14


aridez por el efecto pantalla de la propia sierra, lo que influirá directamente en la vegetación. En general, la tendencia climática, desde la Sierra de Guadarrama en dirección a la de Ayllón, será la de aumentar su humedad y pluviosidad, características que se verán acentuadas en Somosierra por el “tajo” del propio puerto que, con independencia de los datos estadísticos generales, tiene un microclima especial derivado del collado, por el que penetra la humedad y el frío de la meseta norte por su “efecto cañón”. Como en el resto de puertos del sistema central, esto se traduce en un aumento de la pluviosidad, un clima aún más fresco, aumento de los vientos por encajonamiento y, consecuentemente, una vegetación de clima frío. Esta sería la razón de la vegetación característica de la Dehesa de Somosierra, que, a pesar de estar en la vertiente sur, tiene el abedular más extenso de la región, junto a serbales, arces, castaños, etc. y a peculiaridades como la acebeda en corro de Robregordo. Madoz apunta que, como consecuencia del clima, eran comunes las pulmonías y reumas entre sus habitantes.

Los vientos dominantes serían del suroeste, lo suficientemente fuertes como para modelar los pinos de repoblación actuales y la capa arbustiva de piornal, que presentan una inclinación forzada sobre todo suroeste/ noroeste. De hecho, el pueblo actual habría buscado el abrigo de estos vientos, por traslado del antiguo núcleo de S. Andrés, más expuesto y hoy desaparecido. La temperatura media anual en la zona es de 12ºC, aunque en el puerto no pasa de los 6,9ºC. Medidas correctoras Aunque no cabe duda que en las últimas décadas, la vegetación potencial se haya visto favorecida por el abandono de la explotación agroganadera, quedan cortejos sin representar por su extinción total en el entorno. Así, las reforestaciones fallidas de pino de los años sesenta, dejaron aterrazamientos en los que cabría replantar especies largo tiempo desaparecidas, como hayas y demás frondosas, que tendrían unas condiciones óptimas en esta vertiente de la sierra. Estos aterrazamientos, que siguen las curvas de nivel en calles paralelas, no dejan de ser de una terrible artificiosidad, por lo que esa posibilidad de recuperación -al menos parcial-, ocultaría en parte esas cicatrices en el paisaje. Por otra parte, los límites de las reforestaciones de pino presentan unos límites excesivamente marcados. La propuesta en este caso será la de difuminar esos límites, mediante una entresaca selectiva y un entreverado con otras especies con el fin de permitir su evolución a bosque mixto. Una señalización de puntos de visualización y elementos concretos, dentro de los recorridos, permitirían su óptima valoración. Usos tradicionales del territorio Marco general El cambio cultural habido en los últimos años, ha supuesto una ruptura absoluta con unas formas de vida milenarias. Esta ruptura ha sido tan rápida, que apenas nuestra sociedad ha sido capaz de documentar o dejar constancia de esas huellas, usos y costumbres, en aras de una modernidad que, a pesar de todo, no puede garantizar sus postulados. En Madrid, este proceso es especialmente llamativo, pues su carácter de Comunidad administrativa, con una población de orígenes foráneos, lo que ha provocado una especial insensibilidad entre una población que aprecia este Patrimonio

15


como algo ajeno. Por otro lado, la identificación de esas costumbres con la pobreza de la posguerra, y los cambios habidos en la estructura social, ha quebrado el flujo de transmisión de esa información ancestral (abuelo-nieto), por lo que hoy en día resulta complicado acceder a unas fuentes directas. Por ello, apenas se puede analizar sobre el territorio el reflejo de esos usos, aspecto especialmente problemático, teniendo en cuanta que esa huella ha tenido un carácter dinámico en el tiempo. Para concretar, y diferenciar esos usos pasados con respecto a los actuales, debemos previamente definir estos conceptos. Las formas de vida tradicionales responden a una estrategia de supervivencia y adaptación de una comunidad rural al medio en el que se inscribe. Esto es: una economía basada en el autoconsumo, una relación de equilibrio entre los efectivos demográficos, la tecnología disponible y el medio físico, y su dificultad de adaptación a los nuevos modos de producción, vinculados a la generación de excedentes. En el caso de Somosierra, como en los pueblos de su entorno, su carácter periférico en el territorio, junto a unas condiciones medioambientales extremas, han provocado cambios que se deben tener en cuenta a la hora de evaluar esos usos del territorio. El relieve y la baja productividad, han traído como consecuencia una gran dificultad en la mecanización del campo, a lo debemos añadir la escasa capacidad de capitalización de sus vecinos. La primera consecuencia, desde la guerra civil, fue la emigración de su juventud a las ciudades, quedando en los pueblos una población muy envejecida. Este descenso demográfico se tradujo en una disminución de la presión sobre el medio, lo que trajo como consecuencia el abandono de la superficie agrícola de menor rendimiento y en una explotación de tipo extensivo en detrimento del intensivo. Esta situación provocó, en primera instancia, un progresivo aumento de la ganadería, favorecida además por unos pastos de calidad sobre los terrenos anteriormente agrícolas. En cuanto a las prácticas comunales, se hacen innecesarias por la disminución en la demanda de leña, carbón vegetal y pasto, con lo que las dehesas boyales acaban abandonándose. Todo ello derivará en una regeneración progresiva de la vegetación natural. No obstante hay una serie de condiciones peculiares en Somosierra, que deben ser tenidas en cuenta en la interpretación de sue paisaje. Nos referimos a las consecuencias excepcionales de la post guerra, que provocaron un momentáneo aumento demográfico por la disminución del atractivo de las ciudades, y un aumento desmesurado de la actividad agrícola por la hambruna de esos años y la falta de abastecimiento. Esto se produjo, incluso en tierras de baja calidad o de poca idoneidad climática. Pero esta situación coyuntural, no dejó de ser un espejismo momentáneo, pues el cese en la demanda de cereal en los años 50, reanudó la despoblación, que llega al 50% en los años 70, y que se incrementa progresivamente por la alta mortalidad y falta de relevo generacional (6 hab./Km2). A pesar de ello, Somosierra tuvo una cierta ventaja con respecto a otros núcleos de su entorno, pues su ubicación desde su origen, junto a la vía comunicación en el puerto, le permitió diversificar algo su economía hacia un sector de servicios, al menos hasta la reciente construcción del túnel de la autovía. Lo veremos más adelante. Las condiciones expuestas, permitirán entender el marco físico e histórico en el que nos movemos, imprescindibles para poder interpretar la evolución de esos usos en la explotación del territorio. Metodología y criterios La metodología empleada se basará en la comparación de las diferentes fotografías aéreas disponibles, al menos para los últimos 80 años, teniendo en cuenta la sucesión vegetal que cada tipo de cambio conlleva (DÍAZ MUÑOZ, M. A., 1984). Pero, ¿como podemos interpretar los usos del territorio anteriores? En primer lugar, tomaremos las fuentes históricas y bibliográficas. Las Relaciones de Felipe II, el Catastro de Ensenada, P. Madoz, G. Bleiberg, censos, anuarios estadísticos...-entre otras muchas fuentes-, son fundamentales para conocer y reconocer los recursos y medios con los que se contaba en cada periodo histórico. Sin embargo, una cosa es conocer los recursos y otra muy distinta, saber donde se concretaban sobre el terreno en esos periodos históricos. Para los momentos más antiguos, apenas contamos con las fuentes escritas y, tal vez, con la toponimia; Para épocas más modernas, entrarían en juego

16


los planos catastrales, la cartografía histórica y las diferentes fotografías aéreas disponibles. También resulta interesante comparar el potencial del territorio, con sus usos más recientes. La fotografía aérea permite distinguir las transformaciones de la morfología agraria, incluso las parcelaciones antiguas, estructuras auxiliares, caminería y vías pecuarias, la evolución vegetal sobre campos abandonados, etc. Este proceso de análisis, permite agrupar los usos del suelo en dos grandes apartados (DÍAZ MUÑOZ, M. A., 1984): Los usos estables, que serían aquellos que siguen teniendo aprovechamiento, y los usos dinámicos que, al contrario que los anteriores, han sufrido un progresivo abandono y sustitución por la vegetación natural o han visto transformado su uso de forma drástica. De todas formas, el dinamismo y fluctuaciones habidas a lo largo del tiempo en el aprovechamiento y explotación de un territorio determinado es tan grande, que difícilmente podremos más que aproximarnos a esos momentos finales de las formas de vida tradicionales. En todo caso, compararemos la potencialidad de cada terreno con los usos habidos, partiendo del principio de austeridad, resultante de la aplicación del mínimo esfuerzo e inversión y de las inercias culturales. Podemos considerar en Somosierra las siguientes unidades, que ejemplificaremos gráficamente: -campos de cultivo intensivo cercanos al núcleo urbano: huertos cercados por “bocage” y/o muro de piedra seca con destino al consumo doméstico, de buenos rendimientos, de fácil gestión, en parcelas pequeñas y formando mosaico. Actualmente, han sido sustituidos en su mayoría por prados de siega.

-Prados de siega, sin agostamiento en verano y destinados al consumo invernal del ganado. Son los de mayor rendimiento. Mejorados mediante abonado y riego por canalizaciones que siguen las curvas de nivel, desde albercas o arroyos, ocupan los fondos de valle o navas, de freático muy superficial. Se sitúan en una segunda aureola en torno al núcleo, o en franjas perpendiculares a los arroyos para permitir el riego. En la fotografía aérea aparecen en tonos oscuros por el uso intensivo y humedad del suelo.

-Prados adehesados, sin mejoramiento y en suelos de inferior calidad. Salpicados de fresnos y rebollos, con mayor acento en los bordes, son de aprovechamiento directo por el ganado, por lo que presentan un color oscuro, homogéneo, pero moteado por los árboles en los fotogramas. Ocupan una tercera aureola en torno al núcleo y las

17


zonas de cota media. En la actualidad están en regresión por la disminución de la cabaña ganadera y su alejamiento del pueblo. Una variante serían los prados cercados, en suelos de baja calidad y uso temporal por agostamiento estival.

-El Erial a pastos, de uso temporal y propiedad comunal/municipal. Nunca cercados, son de muy baja calidad y de uso ocasional. Aparecen en tonos claros con trama de sendas ganaderas superpuesta.

-En cuanto a la vegetación “natural”, el matorral de jara (Cistus Ladanífera), brezales (Ericas) y el chaparro (Quercus Rotundifolia), parecen en expansión en el extremo meridional del término. Se localizan en las pendientes más pronunciadas y rocosas no aprovechadas por el hombre, salvo por el pastoreo ocasional de caprino. Pero, sobre todo, por su carácter pirófilo, se asocian a terrenos incendiados. En los fotogramas aparece como moteado fino pero denso, en gran extensión en la topografía más agreste. El chaparro aparece como un moteado más oscuro y en puntos gruesos. Situado en las zonas más bajas y en vertiente sur, es el residuo del encinar primitivo sobreexplotado por el carboneo. En la mayor parte del término, sin embargo, estaría en plena expansión el rebollo y otras frondosas, por sucesión de los cortejos de abandono, así como piornos y escobas, en cotas medias y altas, por abandono de pastizales.

-Finalmente, los pinares de repoblación de los años 60 y posteriores, de políticas forestales poco afortunadas y con una fisonomía característica: alineaciones en aterrazamientos que siguen las curvas de nivel. Ocupan terrenos en pendiente con cierto suelo, pero sin aprovechamiento en el momento de su reforestación.

18


Por lo tanto, gran parte del territorio debe considerarse como de uso dinámico, por la progresiva transformación habida en los últimos decenios, consecuencia de su abandono o utilización esporádica y por las erróneas políticas agrarias europeas. A medio un plazo, se dará previsiblemente una sustitución por la vegetación natural por falta de aprovechamiento, hasta llegar a su clímax. Para la identificación y definición por fotografía aérea, debe tenerse en cuenta –como ya apuntamos- tanto el potencial del terreno, como su localización, características morfológica y/o presencia de estructuras antrópicas auxiliares (majadas, caminos, cercados,...). Esa progresión en la vegetación y los elementos dispersos, serán determinantes en la identificación de los usos histórico-tradicionales, y que podemos concretar en: -unos contornos de parcelas poco definidas por superposición vegetal; -unas texturas poco netas y coloración aclarada por falta de mejoramiento; -una invasión de las parcelas por masas arbóreas procedentes de los límites; -una intermitencia en la línea de caminos por falta de uso. Todo ello se traduce en una imagen difusa y confusa, frente a la claridad y definición del suelo en aprovechamiento pleno. Incluiremos en esta categoría las siguientes unidades: -Campos de cultivo sustituidos por pastos en régimen extensivo. Son los antiguos campos de cereal que se situarían en la segunda aureola –por lo tanto, cercanos al pueblo-, y que se abandonaron en los últimos 30 -40 años. Se distinguen en la fotografía aérea por estar en una parcelación definida aunque de tonos menos intensos. Su uso ganadero se constata por los senderos que esta actividad deja sobre el terreno y por la casi ausencia de matorrales.

-Campos de cultivo extensivo invadidos por matorral. En este caso, el abandono habría sido total. La invasión la protagonizan mayormente el Cantueso (Lavandula Stoechas ssp. Pedunculata), de punteado fino y oscuro, es propio de suelos muy degradados y erosionados. La Jara (Cistus Ladanifer) es la más extendida y cubre sistemáticamente estos pastos abandonados, aunque su presencia se limitaría a las zonas más meridionales de la comarca, en suelos muy áridos y pobres, y sobre todo, por su carácter pirófilo, en terrenos afectados por el fuego. Obviamente, se

19


intercalan otras especies, como retama, y pequeños arbustos sobre los que no nos extendemos por no llegar reconocerse en la fotografía aérea. -pastos cercados que evolucionan hacia un matorral de jara y/o cantueso o leguminosas (retama) según cota. De colores claros por el pasto no recogido, su evolución desemboca en matorral denso y progresivamente hacia el arbolado. En el caso de los pastos adehesados, su evolución daría lugar directamente al bosque. Sería el caso de los antiguos pastos cercados por bocage y/o cercas de piedra seca, de rebollo y fresno.

-Bosque de frondosas. Esta formación, característica de la zona más septentrional de Somosierra, fue históricamente sobreexplotado por el carboneo y el uso maderero de todo tipo (construcción y útiles varios). La roturación del bosque en época de necesidad, acabó con grandes extensiones, manteniendo sin embargo intacto su potencial, lo que permitiría recuperar su fisonomía anterior sin pasar por el normal escalonamiento vegetal.

Esta clasificación, no deja de ser una teórica metodología de trabajo, en donde los usos estables y dinámicos, en líneas generales, se establecen en virtud de su cercanía o lejanía al núcleo de población. Esa primera aproximación precisa de una comprobación, tanto en las fuentes bibliográfico-cartográficas, como sobre el terreno, en una segunda fase “de campo”, aunque debemos insistir que la realidad es muchas veces, poco clara y confusa. La sociedad tradicional en Somosierra Debemos insistir, una vez mas, en lo que entendemos como sociedad tradicional: una sociedad que se adapta plenamente a los recursos disponibles, con unos medios tecnológicos y estrategias depuradas a lo largo de cientos de años, con un profundo conocimiento del medio, una economía básicamente de subsistencia y una estructura social acorde con esa estrategia. Aunque el término “tradicional” nos evoca a formas estáticas y aparentemente sencillas, en las que el individuo sabe lo que se espera de el, desde que nace hasta que muere, y en la que todo está perfectamente definido y establecido, obviamente participa también de un cierto dinamismo. Aunque, desde un punto de vista antropológico, en una población pueda primar una “cultura” o carácter ganadero, tecnológicamente puede participar de innovaciones que mejoran sustancialmente sus estrategias de trabajo, sin por ello desvirtuar la esencia de su forma de vida.

20


El término municipal de Somosierra, aún formando parte de una Comarca de características históricas y geomorfológicas comunes, presenta unas características especiales, determinadas por su situación en la cuerda de la Sierra, su relación especial con la vía de comunicación del puerto, sus características climáticas, y su mayor altitud y orientación (MUGURUZA CAÑAS, C. 1984) Desde un punto de vista histórico, varias son las fuentes consultadas que nos dan un perfil de la zona de estudio en los siglos precedentes: El catastro del Marques de la Ensenada, el Diccionario geográfico de P. Madoz y su continuación por G. Bleiberg. El Catastro de Ensenada le asigna 95 vecinos o cabeza de familias, en el S. XVIII. Entre sus recursos más importantes que cita, estaría el lino, que se alterna anualmente con el centeno; que el resto del labrantío debe descansar al menos dos años en barbecho, lo que da una idea de la pobreza agrícola de sus suelos. Elogia, sin embargo, la riqueza de sus pastos, a los que asigna diferentes calidades, y la producción en sus huertas de nabos y berzas para consumo de los vecinos. Cita también sus dehesas boyales “...las dos de pastos y están pobladas de robles, los cuales sirven para socorrer a los vecinos en la reedificación o compostura de sus casas, y algunos tejos y acebos;” En cuanto al núcleo urbano “...hay una taberna, y sirve de bodegón y carnicería, seis mesones, una tienda en que se venden aceite y vinagre solamente,...”, con lo que se corrobora la estrecha vinculación del pueblo a la calzada que lo cruza. Sobre industria, cita 5 molinos harineros (ENSENADA, ed. 2002). Pascual Madoz, en su Diccionario Geográfico, en el s. XIX, cita 79 vecinos que traduce en 471 almas; sus fuentes de buen agua, “...bastante arbolado, un portazgo y un parador nuevo y espacioso donde descansan las diligencias peninsulares”. En cuanto al término, “...comprende una excelente dehesa boyal con robles y avellanos, de 750 fanegas de extensión; una cantera de mármol blanco ordinario (¿), varios huertos y linares, y diferentes prados naturales, con excelente heno.” Del terreno dice que es pedregoso y de inferior calidad, cruzado por diferentes caminos “...a los pueblos limítrofes y la carretera de Madrid a Francia por la que pasa diariamente la diligencia.” En cuanto a la producción, cita “...centeno, lino, patatas, judías y cebollas; mantiene ganado lanar y vacuno, y Kira(¿) de caza menor. ”. En uso industrial, cita 1 molino harinero (MADOZ, P., 2007). German Bleiberg, un siglo después, cita los terrenos sin cultivar invadidos por los robles y matas, sus 50 ha. de regadío para la producción de patatas, el secano destinado al centeno y las 40 has. de pastos extensivos y de corte. Sin embargo, resulta llamativo el desglose de la cabaña ganadera, que concreta en: 6 caballerías, 110 cabezas bovinas, 40 asnos, tres cabras y 1600 ovejas, amen de 35 cerdos y 180 gallinas. Estos últimos, son indicativos de la minuciosidad del recuento, y por lo tanto, de la fiabilidad de los datos. En cuanto a la población, cita 43 viviendas, traducibles a un mismo número de vecinos, con lo que se constata la drástica disminución demográfica apuntada con anterioridad: 179 habitantes frente a los 471 citados por Madoz y puntualiza, que apenas se han construido 4 viviendas con respecto al censo anterior. Cita también dos hoteles y un mesón, y la ausencia de industria (BLEIBERG,G., 1956-61). No cabe duda que, el carácter administrativo de la ciudad de Madrid ha producido profundas transformaciones en todo el territorio de la provincia. Este impacto, sin embargo, ha sido desigual según la zona de la que hablemos, su cercanía o lejanía con respecto a la capital o su relación con las vías de comunicación más importantes. Somosierra, por tanto, no ha podido sustraerse a esa influencia, como ya se comentó. La presión demográfica ejercida por Madrid - capital, determinó el aumento de población en el pueblo en el periodo de posguerra, cuando la gran ciudad no era atractiva y precisaba urgentemente de cereal panificable, o provocó su despoblamiento gradual, cuando su actividad y crecimiento económico demandaba más mano de obra y los precios del cereal disminuyeron (IGN 1946). Estos cambios se tradujeron en una vuelta a los usos ganaderos en detrimento de los agrícolas, que quedan reducidos al consumo familiar y al abandono del carboneo por la generalización del gas. La ganadería extensiva llega incluso a aumentar a expensas de los suelos roturados. Más recientemente, a partir de los años 60, comenzó a desarrollarse un nuevo uso, en torno al esparcimiento y la segunda residencia (DÍAZ MUÑOZ, M. A., 1984), aunque de forma menos marcada que en otras zonas, debido a su lejanía de la capital y la su climatología extrema. Ello impidió la formación de núcleos de

21


nueva urbanización, a lo que habría que añadir la falta de los necesarios servicios que esta actividad demanda. Es por ello, por lo que el campo tendió a esa progresiva naturalización. En los años 90 del pasado siglo, la población apenas pasaba del centenar, y sin haberse aún abordado el desvío de la carretera nacional por el túnel actual! (MÁS HERNÁNDEZ, R., dir., 1992). Dicho túnel de la autovía A-1, terminó de arruinar las expectativas económicas de Somosierra, al eliminar las facilidades de parada para descanso que antes tenían los viajeros. Podemos ver como, con la metodología aplicada a un sector concreto y a modo de ejemplo, se materializa ese cambio.

IGN. Aprovechamiento agrícola excepcional en la posguerra en la Vertiente O del pueblo.

Aspecto actual.

22


1946

1991

1975

2009 Evolución del entorno del núcleo: huertas cercadas a pastos y actual naturalización vegetal, sobre todo al E de la N-1


24

Mapa agrológico, o de usos potenciales, según la Comunidad de Madrid. 4 (suelos con limitaciones muy severas que limitan la gama de cultivos y requieren de una mecanización compleja, limitaciones climáticas y falta de suelo); 6 (severas limitaciones para el cultivo, destino a prados o bosque, por erosión y escorrentía); 7 (limitaciones muy severas para cultivo, destino a pastos o bosque); 8 (imposible un uso agrario)

Mapa de vías pecuarias, según la Comunidad de Madrid: Cañada Real Segoviana. Algunas de estas vías, responden a nuestro juicio, más a estrategias de transterminancia que a trashumancia propiamente dicha. Véase el caso de la vía que, partiendo del núcleo de Somosierra, remonta en dirección noreste.

24


25

Mapa de usos del suelo, según la Comunidad de Madrid

Medidas correctoras Obviamente no cabe proponer un retorno a las formas de vida tradicionales. El dinamismo al que reiteradamente se ha hecho mención, consagra los cambios y adaptaciones permanentes a las circunstancias socioeconómicas. En todo caso, pueden recuperarse estructuras y elementos relacionados con esos modos de vida: majadas, fuentes, caminos, cercados, etc. El planeamiento municipal permite establecer medidas de recuperación, si bien estas solo podrían imponerse en el caso de haber alguna propuesta de cambio de uso o modificación que requiera autorización administrativa, lo que no sería el caso de los elementos dispersos del territorio. Por ello, solo la iniciativa pública podrían recuperar esos elementos. En este sentido podrían reconstruirse algunos que se encuentren suficientemente contextualizados, en áreas con aprovechamientos económicos bien identificados y que sirvan para ejemplificarlos, como majadas y cercados ganaderos, dentro de los circuitos propuestos, que sirvieran para ilustrar dichas actividades. En otros casos, podrían apoyarse con ayudas públicas, dichos sistemas tradicionales de explotación del territorio, recuperando los sistemas de riego de prados, reconstruyendo muros de

piedra en seco, recuperando sendas ganaderas, incluso mediante el mantenimiento de actividades tradicionales consideradas deficitarias. Para ello, existen diferentes recursos de dinamización, como Campos de Trabajo juveniles, voluntariado, entre otras opciones. La comercialización de productos y servicios por esta vertiente, podría hacerse entre los propios visitantes. Otros países europeos llevan tiempo valorando, no solo la rentabilidad de algunas de estas actividades, sino lo que estas suponen en el mantenimiento de determinados paisajes. ¿Pueden conservarse prados de alta montaña,

25


26 mantenidos durante siglos, sin esta actividad? Obviamente no! Sin embargo, iniciativas de este tipo, pueden servir para mantener una población rural en declive y recuperar especies animales y vegetales en peligro de extinción, aparte del propio paisaje. Pero la situación económica actual no invita al optimismo. Al margen de estas consideraciones, otra medida necesaria sería la de señalizar puntos de visualización y elementos concretos dentro de los recorridos, como referente y apoyo a unas ediciones en forma de guías y folletos explicativos. La Batalla de Somosierra En octubre de 1807 entra en España el primer contingente de tropas francesas, con el objetivo de ocupar parte de Portugal, en virtud del tratado de de Aranjuez y Fontainebleau firmado entre Godoy y Napoleón. La ocupación de muchas de las más importantes ciudades de la península y la inoperancia del rey Carlos IV, desembocó el 20 de marzo de 1808, en el llamado “motín de Aranjuez”. La tensión aumenta: la abdicación en su hijo Fernando, la entrada del General Murat en Madrid y el traslado de la familia real a Francia para entrevistarse con Napoleón y su posterior retención, traería como consecuencia la frontal oposición de la población, lo que desembocó en la sangrienta jornada del 2 de mayo de 1808. Con ella, se iniciaría la Guerra de Independencia, que no acabaría hasta 1814. El 9 de mayo de 1808, la Junta General de Asturias declara la guerra a Napoleón, y con ella, la mayor parte de las ciudades españolas que, salvo Zaragoza y Valencia, serán brutalmente sometidas por las tropas francesas. Tras la derrota de las tropas españolas en junio de ese año, José Napoleón entra en España al objeto de nombrarse Rey, llegando a la capital el 20 de julio. Sin embrago, el 24 las tropas francesas sufrirán una gran derrota en Bailén, lo que precipitará la huida de José Napoleón al norte del Ebro escoltado por las tropas de los generales Moncey y Dupont. Napoleón, indignado, organizará un ejército de 200.000 hombres con los que entrará personalmente en la península. Tras varias batallas, Napoleón derrota al ejército anglo español y se dirige a Madrid. La Junta de Defensa ordena al General Castaños que defienda la capital con el ejército del Centro, y envía una tropa improvisada a defender los puertos de la sierra madrileña. La defensa de Somosierra le sería asignada al General Benito San Juan. Por la documentación se deduce que el contingente contaba con unos 9.000 hombres, 400 jinetes, así como 16 cañones servidos por 200 artilleros. Sin embrago eran tropas sin experiencia y escasamente equipadas, lo que les hizo confiar demasiado en la orografía del terreno, no fortificando suficientemente el puerto. Se cortó el camino mediante una zanja; se emplazaron las baterías en cuatro posiciones escalonadas hasta el pueblo, en donde a su vez se fortificaron los edificios de cierta entidad. La tropa se distribuyó aprovechando los afloramientos rocosos, las vallas de piedra y posiblemente en trincheras en torno al camino de subida del puerto. Napoleón llega a Boceguillas, distante a 27 kms., el 29 de noviembre de 1808, desde donde hace un primer reconocimiento de las posiciones españolas. Al amanecer del día siguiente, ordenará al mariscal Victor el movimiento de sus tropas. Mientras Napoleón desayuna a la entrada del desfiladero, en el lugar que la toponimia recuerda como “cuesta de la merienda”, Victor inicia la subida en medio de una espesa niebla. A lo largo de la mañana, los diferentes regimientos franceses serán rechazados por los tiradores españoles, lo que provocará

26


27

la orden directa de Napoleón de cargar al 3er escuadrón de caballería ligera polaca al mando del capitán Kozietulsky. Será una orden suicida para el centenar largo de jinetes polacos, frente a cañones y fusileros apostados en torno al camino. El Conde de Segur será el único francés que participe y será el autor de la crónica de la jornada. Los polacos arremeten por honor y, sin dar tiempo a los españoles de cargar sus baterías, llegarán a la cumbre haciendo huir a las inexpertas tropas españolas en desbandada y sin que el Gral. San Juan pudiera impedirlo. De los 150 jinetes polacos, apenas un puñado alcanzó el collado. Una vez acalladas las baterías, el grueso de los franceses culminó lo que sería la única batalla dirigida personalmente por Napoleón en la Península.

Con posterioridad a la Batalla, los franceses fortificaron el puerto mediante un fortín y una guarnición. A partir de ese momento, las penurias de la comarca vinieron de la mano del abuso y expolio permanentes por parte de las tropas francesas acantonadas en el Puerto y en Buitrago del Lozoya. Las requisas de alimentos y la obligación de surtir de leña y alojamiento a las tropas, empobrecieron y arruinaron la zona mientras duró esta ocupación. Mucha es la documentación que resta, desde correspondencia a recibos de las requisas que nunca llegaron a hacerse efectivas, cartas y cartografía.

Situación actual Del fortín, queda un interesante plano en el Archivo Histórico Militar, realizado por ingenieros militares franceses, lo que permitió localizarlo con el apoyo de la fotografía aérea. En 2002 la Dir. Gral. de Patrimonio Histórico de la C. de Madrid financió una investigación arqueológica a D. Fco. Javier Pastor y Dª M. J. Adán (PASTOR MUÑOZ, F. J. y ADAN POZA, M. J., 2001), lo que permitió corroborar la existencia de dicha estructura y localizar multitud de restos de ese momento, desde botones a balas de fusil, fragmentos de espada y multitud de objetos que permiten ilustrar la vida cotidiana de esa guarnición.

27


28

Aparte del fortín, restan otros hitos simbólicos de gran capacidad de evocación, como la ermita de la Soledad, la casa del párroco, el posible puente en el que se representa pictóricamente a Napoleón, la vía histórica de subida al puerto o los mojones, representados también por J. F. Lejeune en su cuadro de Versalles. Lejeune participó como coronel en la contienda, por lo que este cuadro, realizado pocos años después de los hechos, refleja con bastante fidelidad el entorno. La vía histórica, por la que la caballería polaca y las tropas francesas subieron al puerto, ha sido desde entonces muy alterada por las sucesivas obras de mejora. Aún así, las diferentes fotografías aéreas, la cartografía de años inmediatamente posteriores y la comprobación sobre el terreno, permiten reconstruir su trazado.

28


29

29


30

30


31

Estado actual del antiguo camino de Francia

J. F. Lejeune ( palacio de Versalles)

31


32

De los leguarios representados en el cuadro, resta algún ejemplo. Sus características pueden considerarse especiales, pues al contrario que la mayoría, no son monolíticos, sino de mampuesto, cónicos y con remate. En cuanto al puente que se ve en el cuadro, aún pueden apreciarse sobre el terreno sus estribos entre la vegetación, aunque modificados por las obras de la carretera nacional de los años sesenta. También hemos podido localizar unas estructuras que, a modo de plataformas triangulares o parapetos, podrían haber servido como lugar de emplazamiento de las baterías. La toponimia también nos ha dejado recuerdo de este episodio: “pilos muertos”, “peña del muerto”, “los cuarteles”, “las fosas” o la ya citada “cuesta de la merienda”, lugar curioso representado en el cuadro de Lejeune y en algún otro grabado de la época. En ellos aparece un árbol ardiendo, aspecto peculiar que por haber sido reflejado gráficamente en al menos dos ocasiones, aporta credibilidad de la primera mano de la información, extrapolable por tanto al resto de lo mostrado en esas imágenes. En la actualidad, el cura párroco de Somosierra ha ido recopilando restos hallados en la zona y documentación diversa que tiene en exposición en un edificio anejo a la iglesia. Ese edificio, denominado “casa del párroco”, es uno de los pocos edificios de esa época que, milagrosamente, han sobrevivido hasta nuestros días tras la destrucción general habida en la guerra civil de 1936.

La batalla de Somosierra, fue sin duda una estrepitosa derrota de las tropas españolas, pero en cualquier caso, poco podrían haber hecho ante un Napoleón y sus experimentadas tropas. Para los polacos, sin embargo, fue todo un símbolo de sus aspiraciones nacionales. Pensemos que su caballería la formaban miembros destacados de su sociedad que esperaban ver satisfechas sus expectativas nacionalistas gracias a su apoyo a Napoleón. A pesar de verse frustradas, hasta hoy en día, Polonia sigue recordando esta batalla en multitud de monumentos, cuadros y obras literarias, siendo rememorada cada 30 de noviembre en Somosierra junto a la ermita de la Soledad. Como acompañamiento a esos actos, y como ya viene siendo tradicional en este tipo de campos de batalla, grupos de voluntarios la recrean vestidos de época, lo que no deja de ser un atractivo para los visitantes que anualmente se concentran en el puerto.

32


33

Análisis y medidas correctoras Como medida general, deben identificarse, recuperarse y señalizase todos los elementos relacionados con esa jornada, desde el puente que recoge el cuadro de Lejeune, a los mojones, posiciones de las baterías, camino de subida, fortín, etc. En el caso de las posiciones de los diferentes regimientos y baterías de cañones, cabría situarlos mediante elementos nuevos que, dentro del concepto de “Land Art”, permitan visualizar la estrategia de unos y otros. Estos hitos no necesariamente deben ser explícitos, y un concurso de ideas permitiría definir una propuesta en este sentido. Otros países, optaron por perfiles en oxicorte, betilos de piedra de diferente forma y color para visualizar la posición de los contendientes o/y tipo de unidad recreada; aparte, servirían para enriquecer el paisaje. Por otro lado, la colección del Párroco de Somosierra, recogida en uno de los edificios más emblemáticos del pueblo -junto a la iglesia-, debiera servir para habilitar un museo de sitio o ”Centro de Interpretación”. Dicha colección consta de restos de armamento de la batalla, documentos y reproducciones que, junto con maquetas y la cesión temporal de los recogidos en el SXIX del Museo de Ejército, podrían completar la museografía del campo de batalla. Desde hace años, como ya se comentó, un grupo de militares españoles y asociaciones interesadas en estos temas, vienen recreando la batalla junto a representantes polacos. Esta iniciativa es tónica general en campos de batalla similares, tanto dentro como fuera de la península, de cuyo análisis mostramos algunos ejemplos:

33


34

Ejemplos de campos de batalla musealizados (Internet)

En líneas generales, los campos de batalla analizados cuentan con escasa infraestructura, por ocupar grandes extensiones y estar en explotación por sus actuales propietarios. A lo sumo cuentan con museo de sitio, monumentos conmemorativos, señalización de estructuras originales, reconstrucciones históricas periódicas y paginas Web con información complementaria, convocatoria de eventos, etc. La guerra civil de 1936 Los enfrentamientos habidos durante la guerra civil española, se concretaron en los primeros días de la contienda, entre el 17 y el 24 de julio de 1936. Poco después, el frente se estabilizaría en torno a Buitrago de Lozoya, quedando el puerto de Somosierra en zona nacional hasta el final de la guerra. En los días previos al alzamiento, el general Mola, ante la importancia estratégica del puerto como vía de acceso a Madrid, encomendó a un pequeño grupo de voluntarios su ocupación para facilitar el posterior avance de las columnas que partirían de Pamplona. Esta exigua fuerza, al mando de Carlos Miralles, alcanzó las inmediaciones de Somosierra al atardecer del día 17 de julio –un día antes del alzamiento-. Ante su escaso armamento, Miralles resolvió volver a Burgos para conseguir más armas y municiones. Al día siguiente, varios civiles armados hicieron prisioneros a las escasas tropas que custodiaban el túnel del ferrocarril. El día 19, un grupo de paisanos armados procedentes de Buitrago fue recibidos a tiros por los

34


35 hombres de Miralles, apostados en el collado y la vertiente sur del puerto, con bajas por ambas partes. Temiendo ser desbordados, los defensores del puerto decidieron abandonar la posición y retirarse hacia Burgos, a la espera de refuerzos. Cerca de Aranda de Duero, se encontraron con Miralles, que había conseguido reunir unos 100 hombres, por lo que se decidió avanzar durante la noche con el propósito de reocupar el puerto, acción que se culminó el día 20 sin resistencia. Sin embargo, ante las noticias del fracaso de la sublevación en la capital, decidió retroceder de nuevo hacia Aranda de Duero, donde se reunió con una columna nacional al mando del coronel Gistau. A la vista de la situación, el coronel ordenó a los hombres de Miralles que regresaran a Somosierra como vanguardia de su propia columna. El grupo se encaminó nuevamente al puerto, que se encontraba libre de fuerzas enemigas, desplegándose unos 70 hombres para su defensa. El día 21 confluían en Buitrago importantes fuerzas republicanas: la compañía de Aviación del aeródromo de Alcalá de Henares, los batallones de Milicias IV y V, algunas tropas de Caballería del Depósito de Remonta y Escuela de Equitación, una compañía de la Guardia Civil, otra de Guardias de Asalto, una tercera de Carabineros, sendas compañías de los Regimientos madrileños de Infantería, una compañía de Zapadores y un grupo de artillería, fuerzas que sumaban unos 2.000 hombres al mando del capitán Francisco Galán.

Oficiales republicanos en Somosierra en julio de 1936 (Fun. Pablo Iglesias); Guardias civiles leales a la República en el frente de Somosierra (Archivo Gral. de la Administración, s. cultura); Artillería republicana y Convoy de CNT-FAI en el sector de Somosierra (Archivo Rojo, Mº Cultura)

Hacia las siete de la mañana del día 22 de julio, comenzó su avance hacia Somosierra, en cuya vertiente sur se encontraban desplegados las tropas nacionales integradas por 25 hombres, con Carlos Miralles y el capitán Luis Ortiz al mando. En el primer choque resultaría mortalmente herido Miralles, optándose por abandonar la posición ante la imposibilidad de mantener su defensa. En su retirada, moriría también el capitán Ortiz, alcanzando finalmente las fuerzas republicanas la cima del puerto. Ante esta situación, Gistau decidió reconquistar el puerto al día siguiente, mediante una maniobra parecida a la empleada por Napoleón. Básicamente consistía en dividir sus fuerzas en tres grupos. Los dos primeros avanzarían por las alturas que flanquean la subida al puerto, mientras que el tercero intentaría alcanzar el collado por la carretera. Dos compañías de fusiles y otra de ametralladoras del Regimiento de Bailén comenzaron la subida hacia el puerto, al que poco después se les uniría el Batallón de San Marcial, que inicialmente tenía asignado avanzar por el flanco derecho, en el que no encontraron oposición. Las fuerzas republicanas que guarnecían el puerto al mando del capitán Galán, permitieron que la columna ascendiera hasta cerca de la cima, volcando entonces sobre ella toda su potencia de fuego, incluida la de la aviación republicana, causando numerosas bajas a las fuerzas nacionales. El coronel Gistau ordenó entonces la retirada, quedando el puerto de momento en manos republicanas. Pero la disputa por el dominio del puerto no había finalizado. En Aranda de Duero, se estaba agrupando en esos momentos la columna del coronel García-Escámez, compuesta por un batallón del Regimiento de América, el batallón de montaña de Sicilia, una sección de Zapadores y elementos de intendencia y sanidad, a las que quedaron adscritas las fuerzas de Gistau.

35


36

Columna de prisioneros republicanos en el sector de Somosierra; tropas nacionales en paraje Alto de la Fuente de las Cabezuelas (forosocialdelaSierra.org y archivo Getty); Combates en el frente de Somosierra. Verano de 1936; Portada de la publicación SOMOSIERRA, editada por la 26 brigada el 25 de febrero de 1938 (Cortesía de Miguel Ángel Camino del Olmo).

El coronel García-Escámez decidió atacar el puerto de inmediato para aprovechar la sorpresa, el día 24. El plan de ataque previsto era muy similar al empleado en las ocasiones anteriores: envío de fuerzas para dominar los flancos, para apoyar el avance de la fuerza principal que subiría por la carretera. Dos compañías de requetés del batallón de Sicilia y otra compañía del batallón de América, integrada por falangistas, fueron enviadas a las alturas que flanquean el puerto, posiciones que ya dominaban al amanecer del día 25. Seguidamente avanzaron por la carretera hacia el collado, el batallón de Bailén y parte del de San Marcial, en un rápido ataque que desbordó las defensas republicanas. Hacia las cuatro de la tarde cesó la resistencia y el puerto quedó en manos de García-Escámez, que en los días sucesivos alcanzarían los crestones rocosos de Piñuecar desde los que se domina Buitrago y el cauce del río Lozoya. Allí quedará detenido por las fuerzas republicanas que defendían los embalses que abastecían Madrid hasta el final de la guerra (PASTOR MUÑOZ, F. J., 2002 (2). Situación actual y medidas correctoras Durante los trabajos de prospección arqueológica realizada en 1998, se localizaron diferentes restos de la guerra civil: fortificaciones, restos de armamento del enfrentamiento y evidencias varias. Más recientemente, en 2002, durante las excavaciones arqueológicas del fortín y durante las visitas realizadas para ella realización del presente trabajo, se localizaron más restos: balas, peines y otros objetos. En cuanto a las posiciones y fortificaciones, las situadas en torno al pueblo han sido obviamente destruidas tras la guerra. No así las situadas en el cordal de las Cebolleras, que por su inaccesibilidad, no han sufrido mas que los naturales cambios habidos por los agentes naturales. En general, presentan una buena conservación de los muros, al menos en los edificios. Los parapetos y trincheras en general están caídos por acción de la nieve y el paso del ganado, aunque pueden seguirse y evocarse perfectamente. También pueden apreciarse en las

36


37 fotografías aéreas más antiguas, los accesos que los comunicaban con el pueblo y por los que se abastecía a las posiciones hasta el final de la guerra.

Materiales de la Guerra Civil recuperados en la vertiente norte del puerto de Somosierra, durante las prospecciones arqueológicas de 1998-2011; Lápida de caído, en el cementerio de la ermita de la Soledad, Puerto de Somosierra; Cráter producido por los bombardeos en el puerto de Somosierra. ( FJ Pastor,2001).

Fotograma aéreo de 1946 (IGN), en la que se aprecian los cráteres de las bombas y la destrucción del pueblo; Situación de las posiciones nacionales del cordal de las Cebolleras y Vista aérea de las construcciones de la posición nº 5, situada en el paraje Alto de la Fuente de las Cabezuelas (1.886 mts.). (F. J. Pastor, 2002b)

37


38

Estado actual de las posiciones del cordal de las Cebolleras

Uno de los mayores atractivos de estas estructuras es su visibilidad sobre el territorio, gracias a esa necesaria posición estratégica que tenían. En este sentido, y por estar comunicadas por pistas forestales, sería conveniente señalizarlas, limpiarlas parcialmente de vegetación y excavarlas, llegado el caso. Cabría incluso recuperar alguna como lugar de descanso, dada la distancia a las que se encuentran del pueblo y del clima extremo que hay en toda época en el cordal. Obra Pública Historia de la caminería en Somosierra No cabe duda que toda la historia de Somosierra ha girado siempre en torno a su situación geoestratégica; a la vía de comunicación que atravesaba su collado, verdadero embudo en el sistema central. Desde los tiempos más remotos, este tipo de puertos sirvieron para los pasos de los rumiantes que migraban estacionalmente entre las dos mesetas, tras los que iban las primeras sociedades cazadoras. Las sociedades tribales lo utilizarían, aunque más que caminos habría que hablar de senderos, dejándonos apenas restos de sus actividades cinegéticas y otras evidencias. De los pueblos carpetanos, no nos quedan restos en el término, aunque si en los de su entorno. Las últimas investigaciones arqueológicas parecen indicar que, ya en este periodo, había un sistema viario perfectamente estructurado, que los romanos se habrían apropiado, por quedarnos solo la versión de los vencedores. Yacimientos como el Castellar de Meca en Ayora (Valencia) han proporcionado auténticas calzadas pavimentadas prerromanas, amortizadas ya en el S. IV a.c., con profundas rodadas de carro (BRONCANO, S., 1990). Difícilmente pueden entenderse las campañas romanas que batieron toda la meseta para pasar el invierno en Tarraco, sin un sistema viario organizado. Como ya comentamos en la introducción, hay pocas noticias arqueológicamente constatables de esos trazados viarios. Por otro lado, la permanente superposición y mantenimiento de este tipo de obras, hacen dificilísimo, no solo identificarlas, sino datarlas cronológicamente. Debemos por tanto buscar otras formas de identificación, al menos para los periodos más antiguos. El análisis de la “Carta Arqueológica” de la Comunidad de Madrid, permite establecer una estrategia para saber por donde discurrían esas calzadas. Cuando se visualiza cartográficamente la sucesión de yacimientos de la edad del hierro y romanos, vemos como estos se alinean. Estas alineaciones, “grosso modo”, aventuran esos trazados, que por lo general siguen un patrón basado en el mínimo esfuerzo, que busca la vía más fácil y rápida. Sin embargo, es obvio que ello no puede considerarse una norma general, pues las circunstancias de jerarquización del territorio han variado en función de los avatares políticos de cada momento histórico. Las posibles vías romanas, generalmente superpuestas a las prerromanas, confluirían al puerto de Somosierra desde dos

38


39 zonas. Una, seguramente seguiría el trazado general de la actual N-1, pero de forma más sinuosa pues se carecía de la capacidad de movimiento de tierra que tenemos hoy en día. En esta vía tendríamos como referente urbano al núcleo del Cancho Gordo en La Cabrera –romano e islámico-. La segunda ruta, vendría desde Cómplutum (Alcalá de Henares) por Talamanca del Jarama, y remontando el Jarama, por La Dehesa de la Oliva en Patones –celtibero romano-, convergiendo ambas en Somosierra (RODRIGUEZ LÁZARO, F. J., Y MENÉNDEZ MARTÍNEZ, J. M.,, 2001). No obstante, salvo una moneda romana de Faustina, recuperada en las excavaciones del fortín francés, no hay evidencias de la presencia romana y menos de ninguna calzada, aunque lógicamente, un paso tan evidente, tendría que haber sido utilizado necesariamente en época romana. Con la caída del imperio y la invasión visigoda, amplias zonas de la meseta sufren un proceso de despoblamiento, lo que unido a la falta de mantenimiento de las calzadas, hace que casi desaparezcan. Habría que añadir la inseguridad y el desuso de los carros, lo que lleva a potenciar la red secundaria de caminos, hecho atestiguado en las crónicas de la época. Hay que apuntar además que son las mayores pendientes de los puertos las que sufren el mayor deterioro, tanto por escorrentía, como por la falta de los necesarios mantenimientos, lo que las haría desaparecer en poco tiempo. Ya comentamos en la introducción, las circunstancias históricas que dejaron la franja sur del sistema central relegada a un colchón deshabitado -tierra de nadie- entre la España Cristiana y la musulmana, separadas por la red de atalayas de la llamada “Marca media” (OLASSOLO BENITO, P. 1994). El geógrafo Mohamed Abn Abdalá, llamado Al-Idrisi, del s.XII, en su Descripción de España, hacía pasar por Somosierra la vía Toledo-Burgos, denominando al puerto Fayy Al-Sarrat, pasando por La Cabrera y Buitrago de Lozoya, aunque también se utilizaría el trazado romano desde Talamanca, importante núcleo en ese periodo. Pero será a partir de la victoria cristiana en Las Navas de Tolosa (1212), cuando los puertos del sistema central se vuelvan a abrir de forma permanente, sobre todo a la trashumancia, que desde época celtibérica, era una necesidad para la ganadería extensiva. Somosierra era la bisagra entre las dos mesetas para la cañada real segoviana, al amparo de la creación del Honrado Concejo de la Mesta por Alfonso X en 1273. Las referencias sobre Somosierra en el Libro del Buen Amor, o en el de la Montería de Alfonso XI ya han sido citadas. Será en el S. XV, con los Reyes Católicos, cuando el sistema viario se renueve, gracias a la ley de “caminos y puentes” de 1497. En ella se insta a los concejos y justicias a renovarlos y a darles el ancho necesario para permitir el paso de carros y carretas, “...y que no consientan ni den lugar los dichos concejos que los caminos sean cerrados, ni arados, no dañados, ni ensongastados, so pena de 10.000 maravedíses” (RODRIGUEZ LÁZARO, F.J., Y MENÉNDEZ MARTÍNEZ, J.M., 2001). Paralelamente, se protegieron estas vías mediante la creación de la Sta. Hermandad (1476 en Castilla) y se estableció un sistema de correos. También se creó la Real Cabaña de Carreteros, encargada del transporte de mercancías, con lo que el sistema viario pasó a ser eje del sistema económico emergente del momento. A partir del S. XVI la zona aparece descrita en diferentes itinerarios, como el “Repertorio de todos los caminos de España” de Juan de Villuga de 1546, que cita a Somosierra en la vía de Toledo-Burgos. Será el preludio del sistema radial de comunicaciones peninsular, y a pesar de que en ese momento Madrid era ignorada por no ser todavía capital. A partir del establecimiento de esa capitalidad en Madrid, la ruta principal enfilará directamente a ella, abandonándose prácticamente la ruta que, por Torrelaguna y Talamanca, iba a Alcalá de Henares. No obstante, en las Relaciones de Felipe II, Talamanca insiste en declararse paso obligado para ir a Somosierra, aunque ello no deja de ser más un deseo que una realidad. En 1576, Alonso de Meneses edita su “Repertorio de Caminos” en el que cita el puerto, aunque no aporta ningún dato descriptivo o del estado de los pavimentos. En cualquier caso, la configuración del pueblo, a partir de este momento típica de “calle central, cuenta con servicios de posada y mesón para los viajeros, a los que cobraba peajes o portazgos que para el mantenimiento del camino. Las “Relaciones histórico geográficas de los pueblos de España”, mandadas elaborar por Felipe II, en su pregunta 55, inquiere sobre “...si el pueblo es pasajero y, en su caso, por que camino real estuviese”. Somosierra será simplemente citada. En los dos siglos posteriores, es mencionada con frecuencia. Aparecerá en todos los itinerarios que se publican por esos años, como los de Cottogno de 1608, Miselli de 1686, Pontón de 1705 o en los planos de Tomás López –entre otros-, así

39


40 como en multitud de libros de viaje y memorias. Con el cambio de dinastía, los Borbones buscarán el centralismo y con el, un sistema viario convergente en Madrid. Diferentes “instrucciones” empezarán a recoger la inquietud de la época por modernizar la red de caminos: Fray Martín de Sarmiento, Bernardo Ward, J. Ignacio de Quintana o Tomás Fdez. de Mesa, editarán propuestas que culminarán con un verdadero Plan Carreteras: el Plan de Esquilache de 1761. Pero no será hasta la década de los 80 cuando se aborde la modernización de la vía a Burgos, gracias a un arbitrio sobre el vino. Floridablanca, en 1783 establece por decreto que “....se lleve a cabo la obra de hacer transitable para todo género de carruajes el Camino Real de los puertos de la Cabrera y Somosierra que comunican Madrid con las provincias del norte...”.

AHE, 1800

AHE, 1820

Sin embargo, a comienzos del s.XIX aún no había sido concluida la obra en Somosierra. Agustín de Bethancourt, en 1803 escribe: “La abertura de Somosierra...está hecha con tan poca inteligencia y mala fe como las demás: la reparable manía de aparentar que se hacían muchas leguas de camino gastando poco, era el objeto; pero se puede demostrar, examinando las obras que no se consiguieron, ni uno ni otro. Las cuestas han quedado sumamente pendientes, en términos que es necesario atar las ruedas de los carros para bajarlas; y en una carretera general, ninguna cuesta que obligue a atar las ruedas se puede dar por bien hecha; las revueltas son violentas y mal entendidas, el bombado mal sentado e incómodo, y muchos trozos se dieron por concluidos dejando el terreno natural sin firme, creyendo que no se necesitaba. Si se compara lo gastado con las obras verdaderamente servibles, resultará que han importado el doble de lo que hubiera costado si lo hubiesen dirigido personas inteligentes, que además de conocer en que consiste la verdadera economía, hubieran sabido sacar todo el partido que presentaban las circunstancias del terreno” (RODRIGUEZ LÁZARO, F.J., Y MENÉNDEZ MARTÍNEZ, J.M., 2001). Este estado motivó que muchos viajeros renunciaran ir por este puerto en favor de las rutas alternativas de Guadalajara. Antonio Ponz, en su Viaje de España de 1787 dice que “...se emprendió un nuevo y suntuoso camino desde Madrid a Burgos por el puerto de Somosierra, y están hechos algunos trozos así en Castilla la Nueva como en la Vieja. No sabemos si se llevará a su perfección.” (URIOL, J. I., 1979). La Guerra de Independencia no solo supuso la interrupción de los intentos de mejorar y mantener la red de caminos, sino que estos sufrieron un auténtico retroceso, pues al deterioro normal se sumó la destrucción de tramos y puentes. En 1840-41, Mesonero Romanos sigue apuntando “lo trabajoso de los caminos, máxime en sitios tan escabrosos como las gargantas de Somosierra, que aún en la mejor estación, son ásperas y desabridas.”(MESONERO ROMANOS, R, 2003). En el mapa de 1820 se llama al camino de “arrecife”, por los escollos que presenta. Pero de lo que no cabe duda, es que, comparando los mapas de época, con la visualización directa sobre el terreno -al menos en la bajada a Segovia-, puede afirmarse con rotundidad que el camino, en la margen izquierda del R. Duratón, nunca

40


41 llegó a pavimentarse. De hecho, en una cárcava que lo atraviesa, puede verse la estratificación de diferentes arreglos, pero siempre con tierra del entorno.

Los delgados estratos que se aprecian en un corte del antiguo camino, en la margen izquierda del R. Duratón, presentan diferentes grados de humedad –alternancia de claro/oscuro-, por la compactación irregular habida por el paso de carruajes; también se aprecian estratos blanquecinos, tal vez por aporte de cal. En 1847, en el plano de J. de D. Sevilla, puede apreciarse la duplicación del trazado con un nuevo tramo por la margen derecha, y al que con seguridad se refiere el Plan de Carreteras de 1864-65. Este será el que finalmente se imponga, y sobre el que se irán superponiendo las diferentes pavimentaciones, hasta la entrada en servicio de la autovía actual. Su evolución podría seguramente rastrearse en alguna de las revueltas amortizadas de la antigua N-I, pudiéndose abordar como medida correctora, su limpieza, señalización y algún corte estratigráfico para ver su sección.

Quintana, AHE, 1845

Araujo, AHE,1864

41


42

J. de D. Sevilla, AHE, 1847,

IGN, 1926

AHE, 1934

AHE, 1935

IGN, 1937

Fot.1946

IGN, 1949

Fot. 1956

Fot. 1961,

42


43

Fot. 1975

CM, 1995

IGN, 1983

CM, 2004

Fot. 1991

Fot. 2006

43


44

CM 2005

CM 2008

Satélite Landsat 2011

Secuencia cartográfica y de fotografía aérea, en la que puede apreciarse la evolución viaria y ferroviaria.

Lo que si puede afirmarse con rotundidad, es que el camino que finalmente se arregla, que aparece duplicado en el plano de J. de Dios Sevilla de 1847, es el que discurre por el fondo de valle, más fácil que el anterior que iba por la media ladera. De esa fase más antigua restan algunos mojones y el puente reformado, que ya se comentó en el capítulo dedicado a la Batalla de Somosierra.

Antigua N-1, ahora utilizada para acceso a fincas.

44


45

Tramos de curva desechados de la antigua N-1.

Autovía N-1desde la vertiente sur, con el Puerto de Somosierra en el horizonte y vista desde el norte.

CM 1:10.000 2009 Estado actual de las obras públicas.

Por lo menos desde 1847 hasta 1956, apenas sufrió cambios la carretera, que remonta el desnivel y se adapta al terreno mediante curvas cerradas. A partir de esa fecha, en la Nacional 1, como puede apreciarse en las fotografías aéreas, comienzan a suavizarse sus curvas con ligeras modificaciones que las cortan. Será de ese momento cuando se construya la casa de peones camineros y alguna fuente/zona de descanso. El estilo típico de la época, incorpora granito apenas desvastado en las esquinas, y ladrillo enfoscado ligeramente rehundido encalado en blanco. Este estilo, llamado “Banús” por el constructor que lo popularizó, sería repetido hasta la saciedad en los chalets de la época en El Escorial, Los Molinos o en barrios de Madrid como el de Mirasierra, y sería fruto del incipiente desarrollo económico de la posguerra. Finalmente, la antigua nacional se abandona. Las nuevas necesidades, en cuanto a velocidad, seguridad, culmina con la Ley de Carreteras de 1988, que las redefine con respecto a las de la antigua Ley de 1974. Ello posibilitará la conversión de las nacionales radiales (N-I a N-VI) a la doble vía, con variantes de circunvalación en las poblaciones. Todo ello se verá favorecido por las innovaciones técnicas de perforación y movimiento de tierras, pero sobre todo, gracias a la bonanza económica, fruto de la incorporación de España al proyecto europeo, en la que nuestro país optó por las infraestructuras en la definición de las ayudas estructurales. Por todo ello, el pueblo de Somosierra completó su ciclo, y con el, expiró definitivamente su vocación caminera.

45


46

Historia de los Caminos de hierro; el ferrocarril en Somosierra Las primeras iniciativas ferroviarias en nuestro país se remontan a 1829, con el “Proyecto de Jerez a El Portal”, prácticamente en los orígenes de este transporte. Junto con las concesiones “Jerez-Pto. Sta. María-Sanlucar-Rota” y “ReusTarragona”, no pasaron de la fase de “proyecto”, por no llegarse a vender las acciones ofertadas. No será hasta 1837, cuando se inaugure la línea “La Habana y Güines”, a cargo de la Real Junta de Fomento de la Habana, primera obra de este tipo en los territorios hispánicos. El vacío legal existente, dio lugar a la publicación, por Real Orden, del “Informe Subercase” en 1844, donde se establecieron por primera vez las condiciones técnicas que debían aplicarse en este tipo de obra (ALCAIDE GONZÁLEZ, R., 1999). En 1855, se promulga la ley de Caminos de Hierro, con lo que comienzan a crearse en España diferentes compañías de explotación ferroviaria. La eliminación de aranceles de productos siderúrgicos permitió la entrada masiva de raíles, principalmente desde Francia e Inglaterra, lo que perjudicó gravemente la industria nacional, sobre todo bilbaína que habiéndose modernizado en 1843, “perdió el tren” de la Industrialización que tanto favoreció a aquellos. Por esos años se estaba debatiendo también el ancho de vía, dada la gran diversidad que existía en el resto del continente. Desde un principio, se aplicó el llamado ancho ibérico de seis pies castellanos (1668 mms), que finalmente se estandarizó en 1672 mms. Cuando finalmente se homogenizó el ancho en Europa en 1435 mms., y tras varios intentos de hacerlos compatibles -en 1851 se propusieron en España los 5,43 pies-, ya era demasiado tarde por la gran cantidad de Kms. construidos. También se difundieron algunas ideas, obviamente muy tardías en el tiempo, como que el punto de vista de los militares aconsejaba poner todo tipo de dificultades en las fronteras ante un hipotético ataque enemigo, dada la cercanía en el tiempo de la guerra de independencia, anteponiendo además los intereses nacionales con respecto a Portugal, a los de Francia (ARANGO, L. R., 1924). Hoy sabemos que la causa principal era meramente técnica, pues dada la orografía montañosa de nuestro país, se precisaba de un ancho mayor para poder soportar calderas de vapor mayores, que permitieran alcanzar la suficiente velocidad y potencia a los trenes, a la hora de remontar pendientes.

Ferrocarril Madrid-Burgos.

A esta causa estratégico-militar también se atribuyó el retraso de la línea Madrid-Irún por Burgos-Aranda de Duero, cuyas obras no comenzaron hasta 1926 en el marco del “Plan Guadalhorce” de Primo de Rivera, de “Ferrocarriles de urgente construcción”, que pretendía dotar al país de una red radial de ferrocarriles. La ruta que comunicaba el Norte con Madrid y que primero se construiría se denominó Ruta Imperial, y discurría por Burgos-Valladolid y Segovia (hoy por Ávila). Su concesionaria fue la Compañía del Norte, y buscaba abaratar el transporte de pasajeros y mercancías, y conectar, no solo Francia y los puertos de Bilbao y Santander con Madrid, sino el mayor número de poblaciones de entidad. Por otra parte, la opción de Segovia respondía también a ciertos condicionantes técnicos. Esto es: la dificultad de culminar los altos

46


47 desniveles, pues no se podían superar las diez milésimas de rampa, y las curvas debían tener al menos 500 mts. de radio. También hay que contar con la oposición de la Compañía del Norte, para la que la nueva línea suponía una clara competencia comercial. En 1928, finalmente, las obras llegan a Somosierra, restando apenas 50 kms. hasta Madrid -el tramo Lozoya-Madrid- (AGUILAR, M, 1933). Con el advenimiento de la 2ª República, con Indalecio Prieto como Mº de Obras Públicas, y por oposición a la etapa anterior de la dictadura de Primo de Rivera, se catalogan las obras como “carentes de interés”!. A pesar de todo, el túnel de Somosierra, con más de 3.895 mts. de longitud, se termina de perforar en 1933, quedando el resto de la obra inacabada por la guerra civil. En el se produjeron hechos militares protagonizados por los hermanos Miralles, que lo utilizaron de refugio. Esta obra también participó de los encarnizados debates por el ancho de la vía. Unos aconsejaban que precisamente una línea de esa importancia estratégica, debiera necesariamente incorporar el ancho internacional, aunque no fuera compatible con el resto de la red y debía ser de financiación pública (VALENTÍ DE DORDA, J. 1919, 1920). Otros defendía un único ancho de vía para todo el país, como propugnaba la Comisión Burgalesa de Iniciativas Ferroviarias (VVAA, 1932). Sería finalmente el ancho ibérico por el que se optó, de vía única y sin electrificar –en un primer momento-. No se concluiría todo el recorrido hasta 1966, inaugurándose en 1968. El nuevo trazado ahorra más de 90 kms. de Madrid a Burgos y completó una carencia que duraba más de un siglo, y pasó por vicisitudes difícilmente comprensibles en un trazado de esa importancia estratégica y económica.

47


48 Conclusiones No cabe duda, que el paisaje se aprecia con otros ojos, cuando se cuenta con una información que lo explique y dote de contenido. Este sería el objetivo último del trabajo que se presenta: exponer la evolución de ese paisaje y la forma en la que la naturaleza y el Hombre lo modelaron a través del tiempo. Esas capas de información, sin embargo, carecerían de valor, si no se estimula un viaje; un recorrido físico por esos lugares o escenarios, en los que esos hechos o acontecimientos naturales, históricos o culturales, tuvieron lugar.

Posibles recorridos por el término municipal por carriles forestales o caminos existentes.

Este tipo de opciones tiene, a nuestro juicio, especial relevancia en una Comunidad con población mayoritariamente urbana y con un número alto de ciudadanos de nivel cultural que demandan este tipo de ofertas. No olvidemos que Madrid es, sin duda, el mayor mercado del país, por lo que, por minoritaria que pueda parecer este tipo de opciones, superaría con creces cualquier expectativa. La capacidad de evocación -eje primordial de cualquier observación paisajística-, entre este tipo de visitante y el que vive en el medio rural, difiere bastante: no es lo mismo haber nacido en el campo, vivir en el y sufrir por el, que venir de fuera a disfrutar de lo que habitualmente se carece. Es por ello, por lo que la población local verá este tipo de información más como un refuerzo identitario, pero sobre todo, como una opción económica alternativa. Las capas de información, monográficas en su tema, pretenden satisfacer ambas expectativas, aunque, como decía Unamuno, “...sin ser aldeano, paisano, no cabe llegar a ciudadano” (Paisajes del alma, España, CEGAL 1986). Por ello, este texto debiera servir de guía por el territorio. Cierra los ojos para ver.

48


49 Bibliografía Por le carácter del trabajo, obviamente, ni se agotaron las fuentes posibles, ni seguramente se utilizaron las más importantes o actualizadas. La amplitud del enfoque y la novedad en muchos casos para este autor, le obligaron a poner límites a la investigación, tanto en su uso como del tiempo dedicado a estudiarlas: Inconvenientes lógicos por no poder dedicarle el tiempo en exclusiva y tener un plazo tan corto para completar el trabajo. Los apartados con más títulos consultados, fueron aquellos en los que se tenía menos información y bagaje; aquellos en los que este autor estaba menos seguro y contaba con conocimientos probablemente desfasados, por no haberlos refrescados desde la época académica, ya muy alejada en el tiempo. Finalmente, apuntar que hay títulos que fueron utilizados para más de un apartado y se situaron en el que tuvieron más peso.

General -BULLÓN MATA, T, Los paisajes de Madrid. Comentario sobre un texto inédito de Manuel Terán Álvarez, Eria nº 76, Madrid 2008. -GOMEZ MENDOZA, J., Los paisajes de Madrid. Naturaleza y medio rural. Ed. Alianza. Madrid, 1999. -MÁS HERNÁNDEZ, R., (dir.), Atlas de la Comunidad de Madrid, Cons. de Política Territorial, Madrid, 1992. -SANZ HERRÁIZ, C., Paisaje, monográfico, Cuadernos de Ordenación del Territorio nº 1, Fundicot, 2008. -VVAA, El valor del paisaje: impresiones y expresiones, Mº de Medio Ambiente y Medio rural y Marino, Madrid, 2010 -MUGURUZA CAÑAS, C., “metodología de comarcalización aplicada a la sierra pobre de Madrid” Anales de geografía de la Univ. Complutense, nº 4, Madrid, 1984. Natural -DE VICENTE, G., Guía ilustrada de los cabalgamientos alpinos del Sistema central, Reduca (Geología), Serie Geología Regional 1, Madrid, 2009. -(V.V.AA), LÓPEZ OLMEDO, F y DÍAZ MARTÍNEZ, E, “Rasgos geológicos de la sierras de Guadarrama y Somosierra (Sistema Central”) Revist@ Digit@l del IES Ciudad los Angeles, Madrid, 2009. -BULLÓN MATA, T, El Guadarrama Occidental, Com. de Madrid,.Cons. Pol. Territorial, 1988 -TERÁN ÁLVAREZ, M. de (dir.) Geografía de España y Portugal. Tomo I, Barcelona, 1952. -RIVAS-MARTÍNEZ, S., “Estudio de la vegetación y flora del as Sierras de Guadarrama y Gredos”, Anales del Instituto Botánico Cavanilles, Madrid 1963. -M. MAYOR, “Datos florísticos sobre la cordillera Central (Somosierra, Ayllón y Pela)” Anales del Instituto Botánico Cavanilles, Madrid 1975. -SANZ HERRÁIZ, C,. El relieve del Guadarrama oriental, Com. de Madrid,.Cons. Pol. Territorial, 1988 -MUÑOZ MUÑOZ, J., ARCHILLA ALDEANUEVA, R., REY ARNAIZ, JM., “El clima de la provincia de Guadalajara”, Anales de geografía Univ. Complutense, Nº 12, Madrid, 1992. -GARCÍA PÉREZ, G., “Toponímia del tejo”, Cuadernos de etnología de Guadalajara nº 36, Guadalajara 2004. -GARCÍA PÉREZ, G., Toponímia de la Sierra de Guadarrama, La Sierra de Guadarrama: reencuentro con el viejo amigo, FIDA, Madrid, 2003. -FERNÁNDEZ CABALLERO, M.D. Las rañas de Somosierra Memoria de licenciatura inédita UCM, Madrid, 1980

49


50 -ALVAR EZQUERRA, A., “Una aproximación a la geohistoria de Madrid: su geografía, toponímia y protección ecológica inmediatamente después de 1561”, Anales del Instituto de Estudios Madrileños, Nº. 29, Madrid, 1990. -FRANCO MÚGICA, F., Gª ANTÓN, M., MALDONADO RUÍZ, J., MORLA JUARISTI, C., SÁINZ OLLERO, H., “Evolución de la Vegetación en el sector septentrional del Macizo de Ayllón (Sistema Central). Análisis polínico de la turbera de Pelagallinas”, Anales del Real Jardín Botánico de Madrid, 59 (1), 2001. Usos Tradicionales -FERNANDEZ MONTES, M, Cultura tradicional de la comarca de Buitrago (Madrid), Patronato Madrileño de Áreas de Montaña (PAMAM), Madrid, 1990. -DÍAZ MUÑOZ, M.A., “Criterios para el análisis de la evolución de los usos del suelo en zona de montaña: aplicación a un sector de Somosierra”, Anales de Geografía de la Universidad Complutense,4, Madrid, 1984. -MADOZ, P., El Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar, Madrid, 1845-1850. Boletín Oficial del Estado, Madrid, 2007. -BLEIBERG, G., Diccionario Geográfico de España, Ediciones del Movimiento, Madrid, 1956-61. -ENSENADA, Magna averiguación fiscal para alivio de los vasallos y mejor conocimiento de los reinos, 17491756, Mº de Economía y Hacienda, DG del Catastro, Madrid, 2002. Guerra de Independencia 1808 -PASTOR MUÑOZ, F.J. y ADAN POZA, M.J., El Campo de Batalla de Somosierra, Arqueología, Paleontología y Etnografía nº 10, Com. de Madrid, Madrid, 2001. -PASTOR MUÑOZ, F.J. y ADAN POZA, M.J., Expediente de declaración de Bien de Interés Cultural (B.I.C.) de vestigios de la guerra de la independencia (1808-1813) del termino municipal de Somosierra, DG Patrimonio Histórico, C. de Madrid, 2002 (1). -GOMEZ ARTECHE J., Guerra de la Independencia, de 1808 a 1814, Biblioteca Nacional, Madrid 1868-78. -PENCONECK, A. “La Caballería Polaca en Somosierra”, Instituto Jerónimo Zurita. Hispania, Revista Española de Historia. Madrid, 1969. -PRIEGO LOPEZ, J., Guerra de la Independencia 1808-1814. Segunda Campaña de 1808. Servicio Histórico Militar. Ed. San Martin. Madrid 1978 . Guerra Civil 1936 -PASTOR MUÑOZ, F. J.: “Recuerdos de la Guerra Civil en el Puerto de Somosierra (Madrid)”. Revista de la Asociación Batalla de Teruel, nº 9. Teruel, 2002 (2). -ARÉVALO, J. M., Senderos de guerra. 20 rutas históricas por la sierra de Guadarrama. Ed. La Librería. Madrid, 2008 -CASTELLANOS, R., Los restos del asedio: Fortificaciones de la Guerra Civil en el Frente de Madrid. Ejército Nacional, Ed. Almena. Madrid, 2004 -MARTÍNEZ BANDE, J. M., La Marcha sobre Madrid, Monografías de la Guerra de España Nº 1. Servicio Histórico Militar. Ed. San Martín, Madrid, 1982. -MONTERO BARRADO, S., Paisajes de la guerra, Gabinete de Presidencia. C. de Madrid, Madrid, 1987. -CASTELLANOS, R., Los restos del asedio: Fortificaciones de la Guerra Civil en el Frente de Madrid. Ejército Nacional. Ediciones Almena, Madrid, 2004.

50


51 -MONTERO BARRADO, S., Paisajes de la guerra. Gabinete de Presidencia. Comunidad de Madrid. 1987. -MONTERO BARRADO, S., Arqueología de la Guerra Civil en Madrid. Hª y Comunicación Social, nº 6, Madrid, 2001. -CASTELLANO RUIZ DE LA TORRE, R., El legado de la guerra civil en Madrid y sus alrededores, Rev. Religión y cultura Nº 247, Madrid, 2008. Obra Pública -CABALLERO ZOREDA, L., MATEO SAGASTA, A., El grupo de atalayas de la Comunidad de Madrid. Madrid del siglo IX-XI", Cons. de Cultura, C. de Madrid, Madrid, 1990. -HERNÁNDEZ GIMÉNEZ, F., “El Fayy Al-Sarrat, actual puerto de Somosierra”, Estudios de Geografía Española. Revista Al-Andalus XXVII, Madrid 1962. -FERNANDEZ GARCÍA, M., Fuentes para la historia de Buitrago y su tierra, Madrid, 1966. -DE GREGORIO DE, A., “Las cacerías en la provincia de Madrid en el siglo XIV según el Libro de la Monteria de Alfonso XI”, Anales del Instituto de Estudios Madrileños, T..XXVIII, Madrid, 1990. -MONTOYA RAMIREZ, M.I., El Libro de la Monteria de Alfonso XI, Ed. Catedra, Madrid, 1992. -D,Aulnoy, M. C., Relación del viaje de España, Ed. Akal, Madrid 1986. -RODRIGUEZ LÁZARO, F.J., Y MENÉNDEZ MARTÍNEZ, J. M., Los caminos de la Comunidad de Madrid, de los orígenes a la red radial, Consejería obras públicas, urbanismo y transporte, Comunidad de Madrid, 2001. -BRONCANO, S., Los caminos de ruedas de la ciudad ibérica de “El Castellar de Meca”(Ayora, Valencia), Excavaciones Arqueológicas en España, Mº de Cultura, 1990. -URIOL, J. I., “Los transportes interiores en el siglo XVIII y en los primeros años del siglo XIX. Transportes de personas”, Revista de Obras Públicas, Madrid, 1979. -OLASSOLO BENITO, P., “Las rutas histórico-militares entre Somosierra, Guadarrama y Madrid en época musulmana, en Caminos y caminantes por las tierras del Madrid medieval”. coord. por Cristina Segura Graíño, Asoc. Cultural Al-Mudaina, Madrid, 1994. -MESONERO ROMANOS, R., Recuerdos de viaje por Francia y Bélgica en 1840 y 1841, Biblioteca Virtual Universal, ed. 2003. -ARANGO, L. R., “Las comunicaciones ferroviarias de Norte a Sur”, Revista de Obras Públicas, 72,T.1, Madrid, 1924. -VALENTÍ DE DORDA, J.,” El Ferrocarril directo de Madrid a Francia y su trazado más conveniente”, Revista de Obras Públicas, parte I, 67,T.1 de 1919 y parte II, 68,T.1 de 1920 . -AGUILAR, M., “Los enlaces ferroviarios en Madrid”, Revista de Obras Públicas, 77, T.1, Madrid, 1933. -ALCAIDE GONZÁLEZ, R., “El ferrocarril en España (1829-1844): las primeras concesiones, el marco legal y la presencia de la geografía en las memorias de los anteproyectos de construcción de las líneas férreas”, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales Nº 190, Universidad de Barcelona, 1999. -VVAA, Los ferrocarriles en construcción: el ferrocarril Madrid-Burgos, Comisión burgalesa de iniciativas ferroviarias, Burgos, 1932.

51


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.