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Lo que se juega en el 2021 Enrique Paz 54 ¿Quién pierde en la pandemia? Los docentes Claudia Martínez
Lo que se juega en el 2021 Enrique Paz*
El escenario político que se está configurando tendrá un impacto importante en las elecciones federal y locales del 2021, tanto en la narrativa como en los resultados de las mismas. Desde 1997, las elecciones intermedias se presentan como un ejercicio plebiscitario en el que el apoyo del electorado es crucial para mantener o cambiar la fuerza del partido en el gobierno en la Cámara de Diputados, así como en las gubernaturas, congresos locales y municipios.
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Si bien en las elecciones intermedias prevalecen las dinámicas locales, el componente nacional influye en el comportamiento electoral. La situación económica, seguridad y empleo son algunos de los tópicos que pueden definir si el electorado elige o no apoyar las candidaturas del partido en el gobierno o coalición gubernamental.
La complejidad del proceso electoral actual estriba no solo en la cantidad de espacios que se definirán el próximo 6 de junio de 2021 (más de 21 mil cargos federales, estatales y municipales) sino por las implicaciones para nuestra democracia disfuncional. De los resultados de la elección se definirá, además de la mayoría en San Lázaro, la legitimidad narrativa de la denominada Cuarta Transformación que ha impulsado el presidente López Obrador en los primeros tres años de su gestión. De igual forma, los resultados de las elecciones locales determinarán la legitimidad de las políticas aplicadas desde el gobierno federal y su relación con el federalismo.
Quienes opten por la reelección legislativa o en las presidencias municipales, se someterán a la evaluación de sus electores y, con ello, la propia sobrevivencia política del partido en el poder, del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Un futuro incierto desde ahora en la selección de sus dirigentes nacionales.
Pero en esta elección no solo AMLO, su gobierno y partido estarán sometidos al escrutinio del electorado, lo estará también la oposición política y partidista. En su intento de plantear cara a la narrativa y políticas del gobierno federal, la oposición se ha desdibujado de tal manera que pareciera inevitable el triunfo apabullante del oficialismo. Las encuestas publicadas hasta el momento dibujan un electorado que mantiene el apoyo a Morena para convertirse en el partido con más legisladores en la Cámara de Diputados, así como preferencias en varios estados de la República. Sin embargo, la tendencia muestra una disminución de las preferencias hacia los partidos de la coalición gubernamental (PT y PVEM), lo que pondría en peligro su mayoría calificada en dicha cámara. Lo que también muestran las encuestas en general, es que el decrecimiento de Morena no significa un crecimiento de los partidos de oposición. Crece un poco el PAN en algunos estados, particularmente en aquellos en los que tradicionalmente cuenta con el apoyo del electorado, pero que en el 2018 lo abandonaron. Quienes muestran un estancamiento en las preferencias electorales son el PRI y PRD, este último con riesgo de perder el registro a nivel nacional. Ante esta circunstancia no son pocos quienes añoran la conformación de un bloque opositor de estas tres fuerzas políticas para impedir que Morena y sus aliados logren la mayoría legislativa de diputados.
Cuantitativamente es factible que la suma de sus votos logren este propósito e impidan que los partidos de la llamada 4T obtengan la mayoría en la Cámara de Diputados. Sin embargo, en la narrativa presidencial un blo-
*Enrique Paz es politólogo y Maestro en Estudios Políticos y Sociales por la UNAM. Experto en asuntos legislativos, proceso electoral y partidos políticos. Consultor político y asesor en la Secretaría de Educación de la Ciudad de México. Fue coordinador de asesores del Grupo Parlamentario Nueva Alianza en la Cámara de Diputados en la LXII Legislatura. Consejero Electoral Distrital del entonces Instituto Federal Electoral (hoy INE) en los procesos electorales de 2000, 2003 y 2006. Participó como consultor político en campañas electorales de presidentes municipales y diputados federales. Ha sido profesor en los diplomados impartidos por el Instituto Ortega y Gasset en México en materia Educativa y Transparencia y Acceso a la Información. @jepp_79
que opositor con estos tres partidos demostraría la preexistencia del “PRIANRD”, quienes firmaron el Pacto por México en el gobierno peñista y la confirmación de que existe una intentona “conservadora” de “regresión” al viejo régimen corrupto y defensor de los privilegios y componendas. En otras palabras, los “enemigos” del “Pueblo”.
Más allá de que estemos de acuerdo o no con la narrativa del obradorismo que polariza, confronta y manipula la deliberación pública, lo cierto es que los agravios hacia un sector de la sociedad mexicana no han sido superados. La desigualdad económica, la inseguridad y la corrupción son algunos de los agravios que más pesan en el ánimo social.
Se debe reconocer que los beneficios de las políticas de libre mercado, la liberalización económica, los postulados de la democracia liberal y la alternancia política no fueron distribuidos de forma equitativa. Amplios sectores sociales quedaron marginados y excluidos, muchos de los cuales engrosaron las estadísticas de la pobreza desde los años 90’s, mientras que otros sectores -minoritarios- se beneficiaron de esas políticas gubernamentales.
Frente a las políticas subsidiarias y paternalistas que ofrece el gobierno federal y en las actuales condiciones económicas, ¿qué alternativas factibles ofrecería un bloque opositor?, ¿cómo convencer al electorado de que las promesas del crecimiento económico, la generación de empleo y la distribución de la riqueza que ofrecieron antes, ahora sí serán realidad?, ¿es factible una política de ingreso mínimo universal en las actuales circunstancias financieras?
Desde el 2007, la inseguridad y violencia en el país se ha convertido en el talón de Aquiles de todos los gobiernos subsecuentes, federal y locales. En cada sexenio la oposición en turno se presenta como la opción para lograr la pacificación y seguridad del país. Sin embargo, hasta ahora la realidad sigue pintando de rojo a gran parte del territorio nacional, enlutando a miles de familias y convirtiendo los campos en grandes fosas con restos de personas desaparecidas.
En la narrativa del obradorismo es claro el mensaje: las fuerzas militares como garantes en la construcción de la paz y la seguridad. No hay más. Frente a esta realidad qué podrían plantear los partidos de oposición. ¿El PAN estaría dispuesto a aceptar que fue un error respaldar las políticas calderonistas y pedir disculpas a la ciudadanía por ensangrentar al país o seguirán en la tesitura de que solo con “mano dura” es posible acabar con la violencia? ¿El PRI aceptaría que la corrupción del gobierno peñista en los órganos de seguridad y su pacto de impunidad fue responsable de que la espiral de violencia continuara? ¿Qué puede ofrecer el PRD como solución realista ante esta situación, cuando en el último gobierno perredista de Miguel Ángel Mancera se incrementó la presencia del crimen organizado en la Ciudad de México?
Lo que se juega en el 2021 va más allá de ganar la mayoría en la Cámara de Diputados o las gubernaturas. Lo que está en disputa es la legitimidad de la denominada Cuarta Transformación, y la continuidad o no de la narrativa y políticas impulsadas por el obradorismo. Pero también de la oposición política y partidista como alternativa real y factible al régimen actual. Lo que está en juego es el futuro de nuestra democracia, disfuncional e insuficiente, pero democracia al fin.