6 | L I T E R AT U R A|
domingo 22 de JUNIO de 2014
domingo 22 de JUNIO de 2014
Dice Freddy Téllez
“En mi narrativa soy el secretario de mí mismo”
Freddy Téllez vino a Colombia a presentar su nuevo libro El docto y el imbécil, editado por Sílaba Editores en Medellín, luego de diez años de ausencia del país. Aprendizaje.
destino del escritor? El exilio no es necesariamente un obstáculo. Puede ser un impulso, por el contrario. Mi narrativa nace del exilio, es producto de esa situación de descentramiento que lo caracteriza en cuanto tal. El amor, planteado de manera abstracta, tampoco lo es. ¡Cuánta literatura no se alimenta precisamente de él! No, el obstáculo se encuentra en la adversidad que pueden representar en ciertos casos. El exilio, por cuanto puede conducir al sujeto que lo vive a exponerse excesivamente a la intemperie, a perder su terruño creador (en el sentido amplio del término “terruño”). Y el amor, por basarse en la entrega y el abandono de sí. El amor me descentra, mientras que la escritura me centra sobre mí mismo.
María Dolores Jaramillo* Papel Salmón Háblanos un poco de este nuevo libro... El docto y el imbécil es el segundo volumen de una trilogía titulada “El aventurero del Yo”. Se trata de una narrativa que gira alrededor del amor por el vacío, dado en el exilio autoasumido del personaje central, llamado Federico, y que en este volumen se revela ser esa figura ambivalente que expresa el título. Docto e imbécil a la vez... Esa doble característica y ambivalencia se refiere a las experiencias vividas por Federico en una relación amorosa que lo conduce a confrontarse con su propio destino de escritor. Es alguien que sitúa la escritura por encima de cualquier otro tipo de experiencia humana, y en particular del amor. El libro muestra los intríngulis, con frecuencia dramáticos, de tal actitud. ¿Privilegiar la escritura sobre el amor no es quizás algo muy inusual en ciertos escritores? Y no solo en escritores, también en filósofos. Pensemos en Kant, Kierkegaard o Nietzsche. Creo que es un proyecto relativamente común entre los “creadores”. En realidad, es lo que define en ciertos casos la lucha del creador en la prosecución de su propio destino. Es lo que Stefan Zweig denomina la lucha del creador contra su demonio, o lo que Ernst Jünger tipifica en la oposición entre Marzo y Mercurio, Afrodita y Apolo, “es decir, de un lado el poder y la ganancia, del otro la belleza y el canto”. Es un conflicto que opone a los que luchan por hacer dinero en este mundo, a los que prefieren dejar huellas más o menos inmateriales en el mismo, y que se inscriben en lo que se llama misteriosamente “arte”. ¿Ambos volúmenes de la trilogía se enmarcan dentro de esa lucha? Sí, aunque de manera diversa. Entre el primer y el segundo libro se da una cierta evolución del personaje respecto de sus concepciones del amor. El primero, La vida, ese experimento, aparecido en 2011, es mucho más escéptico y desencantado al respecto que El docto y el imbécil, en el cual el personaje central aprende a su propio costo lo que significa asumir posturas distanciadas ante ese sentimiento fundamental al ser humano. Son libros de aprendizaje, entonces Sí, aprendizaje por el exilio y a través del amor. Podría decirse incluso que es un aprendizaje del peso específico de la realidad, ya que el exilio voluntario y el amor por el vacío se caracterizan ambos por el desprecio de la realidad. El personaje principal desecha tanto sus orígenes, su país natal, -por eso adopta el exilio-, como a la vez sus vivencias amorosas reales por un ideal: el de la escritura en una ciudad mitificada: París. Es un universo romántico confrontado a la dura realidad de todos los días. Es la lucha entre cotidianidad e ideal. Son libros, pues, del crecer en la vida por la adopción de la dificultad del caminar en
Foto/Ilse Téllez/Papel Salmón
Freddy Téllez
ella. Ya lo decía Kierkegaard: el problema no es el caminar sino la dificultad de ese caminar. La mención que haces de Kierkegaard me hace pensar que en la contracarátula se habla de Nietzsche, Rimbaud, Kafka, Henry Miller, el “Anarca” de Ernst Jünger y Robert Walser en cuanto “puntales imaginarios” del universo del personaje central... Ah, sí. Son todos monolitos del transitar en la vida de Federico. Forman parte de su aprendizaje en ella, pues él los descubre a medida que se va confrontando consigo mismo, cuando se da cuenta de que no hace sino pisar sus mismas huellas. Nietzsche, Kierkegaard, Kafka prefirieron la escritura al amor. Crearon a partir de ello, de ese fondo problemático. El “Anarca” de Jünger es alguien que adopta máscaras para pasar desapercibido y vadear situaciones difíciles, al igual que Federico trabaja de guardián nocturno en una fábrica de automóviles en París, mientras escribe aforismos y prepara la misma novela que relatará sus aventuras y peripecias. De manera anónima, en una situación difícil y en un medio hostil; vadeando asimismo la adversidad en la que se encuentra. Robert Walser es también alguien que, como Federico, escribía mientras trabajaba de factótum o sirviente. Abrazando el anonimato, también. Walser representa un monolito en el riesgo de la creación, de su abandono posible por adopción de ese anonimato, de esa situación excentrada entre trabajo asalariado y creación poética. Por su lado, Rimbaud representa el abandono total de la creación precisamente por el privilegio dado a una vida por fuera de todo marco creador. Rimbaud dejó de escribir poesía para dedicarse por entero a una vida azarosa de comerciante de armas en un país extranjero. En el exilio, igualmente. ¿Y Henry Miller? Henry Miller representa al escritor que crea con su propia vida (¡crea con tus propios problemas!, afirma en uno de sus libros). Es el tipo de literatura que yo adopté como vía narrativa. Miller es asimismo una especie de contraposición a la vida ascética y reprimida de Kafka. Es el espíritu pagano opuesto al carácter religioso y reprimido del checo. Esa contraposición jugará una cierta función en la vida de Federico.
El exilio y el amor
¿El exilio y el amor serían entonces obstáculos al
¿Y cómo se manifiesta esa situación en tu novela? En El docto y el imbécil Federico crea con el descentramiento del exilio, temiéndole al descentramiento dado en el amor. Parece ser paradójico, pero ello se explica porque el exilio conduce a una especie de encerramiento sobre sí, y que puede promover entonces la escritura. El exiliado es aquel que se autoabastece, para suplir así la carencia que le ofrece el medio hostil en el que se halla. De ahí que la escritura pueda ser una salida ideal a esa carencia. El desenlace dramático de la historia amorosa de Federico con Luzbel, la mujer que amaba, lo lleva a volver a centrarse en su propio destino, a aceptarlo a pesar de sí, ya que por amor estaba dispuesto a renunciar a él. Es por eso que la novela está dividida en dos partes: centrífuga y centrípeta... Exacto. “Centrífuga” es la historia de amor con Luzbel en Caracas, y “Centrípeta” la historia del desarraigo exílico en París que lo conduce a escribir. En la primera se aleja del centro y en la segunda se acerca. He ahí la paradoja: la aceptación de su destino en el alejamiento del descentramiento dado en el amor, y que es a la vez adopción del descentramiento exílico para hacer de él un centro: el de la escritura. ¿Dónde está entonces el aprendizaje de la realidad de la que hablabas? Precisamente en el darse cuenta de que su proyecto de escritor en París es un proyecto romántico. Es decir, idealizado y despreciador de la realidad del amor. La paradoja consiste en que en el momento en que aprende esa lección, es cuando la asume plenamente. De ahí que esa parte se denomine “centrípeta”, pues es allí donde Federico se acerca a su centro: el exilio y la escritura. Así las cosas, es obvio establecer una relación con tu propio exilio, con el camino que escogiste en la vida. Tú vives fuera de Colombia hace ya más de 35 años y preferiste no tener hijos; lo que implica una nueva manera de entender el amor... Así es. Mis novelas son un concentrado, fictivo y real al mismo tiempo, de mi propia vida. En mi narrativa soy el secretario de mí mismo, para emplear de una cierta manera una frase de Cioran. No sé si siempre será así, pero hasta ahora lo es. Ella me ha ayudado a trasmutar positivamente las adversidades del exilio, como una rosa hace perfume con la tierra y el estiércol *Profesora de la Universidad Nacional de Colombia. j1149@hotmail.com
En Pereira se prohibió la circulación de vehículos después de las doce de la noche. Los choferes de Manizales solicitaron el arreglo de las vías y aumento de tarifas. En abril de 1927 los de Armenia se enfrentaron con la policía. Peticiones. Alfredo Cardona Tobón* Papel Salmón
A
l empezar Caldas no era mucha la diferencia entre las principales poblaciones del Departamento; en 1912, por ejemplo, Manizales contaba con 34.720 habitantes, Aguadas 26.432, Pereira 18.428 y era poca la diferencia en habitantes con Salamina, Riosucio y Calarcá. Al aparecer las carreteras todo cambió, pues se aceleró el éxodo de los recursos pueblerinos hacia las ciudades mayores y desaparecieron las empresas locales ante la arremetida de Postobón, Luker, Bavaria, Colombiana de Tabacos y otras que llegaban con sus productos a crédito y a precios más bajos. Con las carreteras se incrementó el delito, las actividades políticas y se abrió la cultura a la sociedad de consumo. Los choferes remplazaron a los arrieros y como sucedió en la asonada en La Soledad, Tolima, en 1875, cuando los arrieros pararon las recuas para exigir mejor pago por los fletes, los choferes y ayudantes de carros, dignos herederos de los caporales y de los sangreros hicieron lo mismo en Pereira, Manizales y Armenia desde los primeros años del transporte automotor, no solamente para lograr mejoramiento económico sino como protesta por las medidas arbitrarias de los funcionarios, que querían implantar normas de tránsito europeas en estas lomas aptas solo para cabras.
La primera huelga en Pereira
El 26 de diciembre de 1925 el Inspector de Tránsito dictó una resolución por medio de la cual se ordenaba que: “desde esa misma fecha, quedaba absolutamente prohibido circular, después de las doce de la noche, toda clase de vehículos de locomoción por las calles de Pereira”.
Huelgas en Manizales, Pereira y Armenia
Las vicisitudes de nuestro primeros choferes en cuenta sus reclamos decretaron el primer paro de transportes de la ciudad, que incidió de manera grave en la operación del cable y la llegada de víveres, sobre todo leche, de la zona de la Enea. Ante el desabastecimiento y los graves perjuicios al Cable Aéreo, el Concejo se vio obligado a estudiar las peticiones y autorizar el alza de tarifas.
Asonada en Armenia
Foto/Cortesía Alfredo Cardona/Papel Salmón
Los choferes con sus vehículos reemplazaron a los arrieros y sus mulas.
La providencia causó malestar en el gremio de choferes, quienes en represalia por la medida suspendieron el servicio al día siguiente. Fue así como el domingo 27 de diciembre de 1925, la mayoría de berlinas, automóviles y camiones permanecieron inmóviles y tullidos en el costado oriental de la Plaza Bolívar. Se producía, pues, la primera huelga declarada en Pereira. Al medio día, realizaron los huelguistas un ordenado desfile de protesta; recorrieron las principales calles del pueblo solicitando no sólo la revocatoria de la resolución sino la dimisión del Inspector de Tránsito. El desfile terminó en una cantina en Turín, donde atendidos por Ernesto Mazuera, los huelguistas brindaron por su causa con champaña francesa. Copetones y eufóricos regresaron a Pereira en las horas de la tarde y se instalaron en el Sport Club, en los propios bajos de la Alcaldía, para tomarse, no sólo el establecimiento, sino buenas dosis de anisado con ruidoso pasante de vivas y mueras. La autoridad, según describe
M. González en una de sus crónicas, ordenó el retiro de los huelguistas y se originó una violenta trifulca que llevó a la cárcel a ocho choferes; de inmediato otros conductores se presentaron voluntariamente a la cárcel con el ánimo de hacerse encarcelar en acto de solidaridad con sus colegas. El domingo no hubo servicio de carros y el lunes se arregló el problema; a las nueve de la mañana de ese día fueron puestos en libertad los enguayabados, se derogó la Resolución del Inspector, se le conservó en el cargo, y como encima inesperada, se autorizó el aumento de tarifas.
Los choferes de Manizales
Antes de contar con carretera hacia otros municipios, los choferes de Manizales que cubrían las rutas del Alto del Perro, La Linda, San Antonio y El Tablazo, presentaron en febrero de 1927 un pliego de peticiones, donde solicitaban el arreglo de las vías y un aumento de tarifas. Durante un mes los conductores trataron vanamente de negociar con el Concejo. Viendo que no se tenían
Por esa misma época se rebotaron los choferes de Armenia y se enfrentaron con la policía. En abril de 1927 un agente de la policía dio muerte a un conductor embriagado al tratar de conducirlo a la cárcel; con el apoyo de los obreros del ferrocarril y numerosos ciudadanos los choferes se amotinaron, la multitud rompió vitrinas, asaltó los almacenes de la zona céntrica de Armenia e hizo encerrar a la policía en el cuartel. Una lluvia de piedra cayó sobre las instalaciones militares causando daños de consideración e hiriendo al jefe Eleazar Cano y al subcomisario Reinos; la autoridad hizo frente a los amotinados y disparó al populacho que enardecido nombró de alcalde, Cabildo Abierto, al presbítero Pablo Mejia, cura párroco de Armenia y al presbítero Castaño como Comisario Mayor. Los dos sacerdotes aceptaron los cargos y recorrieron las calles exhortando a la calma y al respeto a la autoridad. Como la policía estaba acuartelada y la ciudad se quedó sin vigilancia, el padre Mejía nombró una policía cívica encabezada por Antonio Jaramillo G. y dispuso que los menores de edad se retiraran a sus casas. En la asonada hubo dos heridos a bala; al anochecer se reunió el Concejo y al calmarse los ánimos se pidió permiso a la gobernación de Caldas para celebrar
| HISTORIA | 7 los Carnavales que estaban anunciados con motivo de la inauguración del ferrocarril. En esta forma el pueblo y los choferes olvidaron sus problemas y la parranda remplazó los tiros y las piedras.
Otra huelga en Manizales
Durante la segunda guerra mundial estalló la peor crisis del transporte. No llegaban repuestos, se agotaron las llantas, la gasolina escaseó y los fletes no daban para sostener las industrias. En diciembre de 1942 el cuarenta por ciento de los 2.540 vehículos matriculados en Caldas estaban parados por falta de llantas y ante tan dramática situación el gobierno racionó su adquisición, lo que causó enorme rechazo de los transportadores por la discriminación en la entrega y la corruptela que siguió a tal determinación. En octubre de 1943 los choferes de Manizales pidieron una revisión de las tarifas y ante el silencio del gobierno declararon la huelga. El gobernador de Caldas, Alfonso Jaramillo, trató de romper el paro, apoyado por Gilberto Alzate Avendaño, entonces apoderado legal del gremio, y se encontraron con las barricadas de los choferes y con enfrentamientos que dejaron dos choferes y otros dos civiles muertos.
El problema de las llantas
Ante la escasez de llantas los pereiranos montaron la primera reencauchadora de la región con una capacidad de 40 llantas diarias. En Armenia el empresario Domingo Quintero intenta fabricarlas mediante un sistema rarísimo descrito por Tomás Calderón en una de sus crónicas publicadas en LA PATRIA de Manizales: “En el ábside del llamado Castillo de Getsemaní, bajo su cúpula bizantina, tiene Don Domingo una fábrica de llantas. Es el único hombre en Colombia que las está fabricando. Su taller es exótico. Huele a caucho. Las llantas van montadas en un eje caliente de su propia invención. Esto por dentro es de paloDespués se destroza todo esto y queda la llanta. No ve usted?Dice al cronista que lo entrevistó- Su marca es Esmeralda. Nadie entiende esta fabricación. Es como cosa de brujería.” *http://www.historiayregion. blogspot.com