Literatura
Caramelos que no saben a chocolatina
Imagen que en el libro acompaña el relato Al pie de Nuestra Señora del Tiempo Perdido. Fotos cortesía Sílaba Editores.
Una entrevista, para nada tradicional, con el escritor Rubén Vélez, que presentó recientemente su libro Niño de buena ortografía mata a su hada madrina. I MÓNICA QUINTERO RESTREPO
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ubén Vélez, para mí, es exacto al hombre de la fotografía en blanco y negro: el de las cejas levantadas, la mirada a cualquier lugar y la sonrisa burlesca –puede ser el efecto de la imagen–. Él dijo que prefería responder por correo. Por eso no sé si ya está más viejo que el de la foto. Escribí las preguntas, mirando de vez en cuando la foto, por si de pronto me miraba. Esperé. Cuando uno lee que un hombre es expoeta y exabogado le parece extraño, sobre todo por lo primero. También si usan para describirlo, varios en coincidencia, las palabras rebelde y provocador, porque de pronto va y se rebela en una pregunta –o va y lo regaña, nunca se sabe–. Entonces llegaron las respuestas: se rebeló, me regañó, me hizo sentir vieja –me dijo señora, yo que a los 27 todavía me siento joven, pero quizá es porque no tuvo una foto para mirarme– y me divirtió, también. Igual que Niño de buena ortografía mata a su hada madrina, su más reciente libro. Aunque yo esperaba al niño de buena ortografía todo el tiempo, hasta que descubrí la forma y los títulos,
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Domingo, 16 de noviembre de 2014
uno sonríe, a veces pasa la página, a veces se devuelve, a veces le gusta mucho, a veces muy poco, a veces quiere repetir tres veces. Porque es la vida misma, con sus sin sentidos, con lo que no entendemos incluso, escrita en esos relatos –si pudiesen llamarse así–. En fin. Este es el Rubén que contestó del otro lado, que puso el título, y que a mí se me hace exacto al de la fotografía en blanco y negro. Y así comenzó todo: “Donde se resuelve el cuestionario que Mónica Quintero Restrepo le formuló a Rubén Vélez, el autor de un libro de reciente aparición llamado Niño de buena ortografía mata a su hada madrina. El título del libro es engañoso. También son engañosos los nombres de los capítulos. ¿Por qué? “No son engañosos; son alusivos. Como mi escritorio no tiene madera de púlpito, no se presta para la producción de palabras de un solo sentido y apabullantes. Mi principal