Entre las horas de Saúl Roll

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Libros

Entre las horas de Saúl Roll Publicó la novela Mal te perdonarán a ti las horas. Es coleccionista, librero, viajero, contador de historias. Generación habló con él.

Mario Valencia

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Domingo, 24 de noviembre de 2013

a pasión por lo antiguo, en libros, manuscritos, monedas, objetos, ruinas, catálogos, testamentos, contratos, y el deseo de narrar con detalle las experiencias de él y de los otros hacen parte del perfil de Saúl Roll Vélez, un personaje que puede crear cierta extrañeza con sus conocimientos sobre las culturas antiguas, el siglo de oro español, las primeras monedas romanas, que carga como un tesoro, y su acercamiento a escritores de la talla de Umberto Eco, Roberto Calasso, Antonio Muñoz Molina y Russell Perry Sebold, su mentor, que han llenado de significados la historia de este escritor colombiano. Un hombre que valora los textos antiguos, que recorre año tras año las más impactantes ferias de libros, que busca la verdad tras un autógrafo, que sabe del cuidado que hay que tener con los manuscritos y que se obsesiona tras un dato esquivo. Este cazador de primeras ediciones, catador de buen café y aficionado a la noche, tiene una biblioteca de más de 5.000 libros. ¡Verdaderas joyas! Incluso, tiene una página de un incunable. A él le gusta contar sobre sus encuentros, sus visiones, sus hallazgos. En su conversación el detalle es importante: como buen observador describe lugares, personalidades, atmósferas. En un momento está en la biblioteca de un autor cuyos folios ayuda a catalogar, luego se ubica en la Roma de Marco Antonio, Adriano o Faustina. Generación lo halló en Café Pergamino, su lugar preferido en Medellín, su ciudad. Vive en Boston, Estados Unidos, desde hace varias décadas. Lo encontramos con dos de sus ami-

I BEATRIZ MESA MEJÍA

gas más queridas, la artista Rosa Vélez, y Susana, su hermana. Y así, poco a poco, entre un recuerdo y otro se fue tejiendo esta historia. Vino a presentar su novela Mal te perdonarán a ti las horas (Sílaba), ofreció charlas en las que habló sobre el arte de la numismática y dejó algunas monedas de la antigua roma en compradores expertos y aficionados. LA MAGIA ROMANA

Se recuerda viendo los clásicos sobre el imperio romano en las películas producidas por Cinecittà, de Italia. Esas imágenes le abrieron los ojos. Y deseó conocer ese mundo, deseó tocar aquello que otros tocaron siglos atrás, deseó recorrer sus calles, entrar a sus habitaciones, a sus templos, a esos lugares cargados con la fuerza de sus ritos y sus fiestas. Ese fue un buen principio para el futuro coleccionista e investigador. También lo fue su abuelo Raúl Vélez González, viajero, coleccionista de estampillas, educador, contador de historias. EL ADN DEL COLECCIONISTA

El interés por lo antiguo, dice Saúl Roll, no es una tendencia de nuestro tiempo, distintas culturas se han obsesionado por su pasado. No hay que olvidar, por ejemplo, lo ocurrido en el Renacimiento. No hay que olvidar a los coleccionistas de arte, documentos, libros, objetos; no hay que olvidar el interés de arqueólogos y antropólogos. Documentos y vestigios cerámicos, artísticos, arquitectónicos, son reconocidos por su valor históricos. Hay que saberlos escuchar. “El


Su personaje escribe, narra, con la idea de ir borrando sus recuerdos a medida que cuenta: sí, escribir para borrar...”. arte preserva la cultura de un pueblo”. Destaca la importancia de las donaciones de fondos privados a museos, galerías y bibliotecas y de aquellos que no solo han entregado sus obras, sino que han fundado sus propias instituciones. Hay una especie de genética del coleccionista, afirma convencido. Una tendencia a guardar, cambiar, vender, reconocer. A deleitarse. Algunos lo hacen por placer, otros por inversión. Él lo hace por los dos. En algunos casos también tiene que ver con el ego: se posee para mostrar lo que se tiene, para ser admirado (envidiado, también) cuando se posee un auto, una escultura, una moneda, un autógrafo. Curiosidades, datos escondidos tras una firma, tras un papel encontrado a modo de separador, todo lo que cuente una historia para Saúl Roll es valioso. “Nos gusta creer que los objetos nos buscan... Siempre queremos encontrar la imagen escondida en la piedra...”, dice, mientras ofrece un nuevo café a Rosa, a Susana y a quien escribe esta nota. Cuando Saúl salió de Medellín en 1982 viajó a Albuquerque, New México. Luego hizo un máster en literatura peninsular con el poeta español Ángel González y se doctoró en literatura del Siglo de Oro español en la Universidad de Pennsylvania, en Filadelfia. Fue profesor en Estados Unidos, ha vivido en Europa y viaja por el mundo con los ojos muy abiertos. Al dejar la academia administró una librería de libros y manuscritos raros en Cambridge. Ahora es el representante en Estados Unidos de

la librería anticuaria Herman Lynge & Søn, de Copenhague, Dinamarca, y se dedica a la venta de monedas de la antigua Roma. Ha publicado textos críticos y ensayos en revistas especializadas, así como cuentos y poemas. LA NOVELA

Ahora entrega su primera novela, Mal te perdonarán a ti las horas, un título que nace de un texto de don Luis de Góngora y Argote, en cuya portada está un fragmento de la obra del barroco El triunfo de la muerte, de Pieter Brueghel. Transcurre en Medellín durante la agitada década del noventa. La violencia toca las vidas de un grupo de jóvenes en una ciudad cruzada por el desconcierto. La crítica Emma Lucía Ardila, quien presenta esta novela, la encuentra “madura en su escritura y bien concebida en la trama”, enfatiza en que “recrea un entorno anárquico y aparentemente absurdo de los años noventa: en una ciudad de incesante primavera y rodeada de montañas...”. Una historia en primera persona en la voz de Sebastián de la Torre, un joven que sintió cómo su mundo y el de aquellos que lo rodeaban se resquebrajaba y cómo la ciudad que los acogía también los rechazaba. El relato refleja el caos de aquel momento, la incertidumbre, el temor a morir y, al mismo tiempo, la indiferencia: estallan las bombas, caen conocidos, desconocidos, y el tiempo y la acción siguen, porque el gran rompecabezas debe continuar armándose. “La vida continúa, no se detiene con una bomba”, dice el autor, sin embargo, ese instante en que ocurre la explosión sí hace que la vida se deten-

ga, en un respiro, en un pensamiento, en un grito. Esta novela encierra una especie de mentalidad colectiva del espíritu de una ciudad. A pesar del gris que tiñe el ambiente, la luz se cuela por algunos resquicios. “Fuerzas ignotas, incontrolables, parecen anular todos los futuros; es necesario entonces comprender, si no las causas, por lo menos las consecuencias de ese abrupto cambio que ha alterado tantas vidas. Quizás así pueda hallar alguna respuesta, o incluso la libertad que parece haber perdido...”, continúa Emma Lucía Ardila en sus palabras sobre esta obra que el autor comenzó a darle vida a principios de la década del noventa. Su personaje escribe, narra, con la idea de ir borrando sus recuerdos a medida que cuenta: sí, escribir para borrar. Se advierte el gusto que siente el autor al narrar. No teme a la extensión. Pone a conversar con la naturalidad de quien sabe que la vida se hace de palabras. Lo trágico y lo bello están presentes en sus páginas, en cuyo tejido hay alusiones no evidentes a la Divina Comedia, de Dante. En ella se combinan ficción y realidad. Retrata la experiencia de aquel que vivió y logró sobrevivir, aunque haya perdido la libertad. ¿Cómo liberarse si está atrapado en los acontecimientos? Saúl Roll Vélez cree que el fin último de toda obra literaria es entretener, aunque sabe que la literatura y el arte tratan de atrapar el tiempo, tal vez por eso el gusto que a lo largo de la historia ha sentido el ser humano por coleccionar. Atrapar el tiempo que se escapa a cada instante, como aquello inefable, impronunciable I GENERACIÓN, una publicación de el COLOMBIANO 19


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