Revista Sin Contornos 01

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Sin contornos Espacio de entramado psicoanalítico

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Junio 2015 – año 1 – n° 1

Sin contornos - Junio 2015

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Dirección, diseño, edición : Aníbal Damián Repetto Sin Contornos: Año 1, n°1 - Junio 2015 Publicación trimestral de suscripción gratuita y acceso abierto. Domicilio legal: Av. La plata 303, 6° E, Buenos Aires, Argentina Registro de la propiedad intelectual en trámite Propietario: Aníbal Damián Repetto

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Sin contornos es un espacio para el intercambio, no solo de ideas, sino de diversos tipos de conocimientos y sensaciones artísticas, relacionadas con el psicoanálisis. El objetivo es encontrarnos en una zona de juego en la cual las fronteras entre uno y el otro estén totalmente desdibujadas, de manera tal que no exista lugar para cualquier tipo de oposiciones binarias estructurantes. No se trata de evitar la tensiones sino de utilizar la energía potencial que estas acumulan. Se trata de permitirse el descentramiento del eje organizador de lo determinante para abrirse paso a lo indeterminado como potencia des-organizadora, que fluya sin un centro al cual atarse, sin un límite ante el cual rendirse, sin un sistema de pensamiento dominante que nos someta a la repetición compulsiva. Un llamado a la potencialidad suplementaria de la diferencia.

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06 - Aníbal Repetto : El concepto de holding y la angustia de aniquilación en Winnicott, como base para la producción del complejo traumático y la acción del introducto en Benyakar.

13 - Analía Gandini : Enfermedades crónicas en la infancia – Implicancias vinculares.

21 - Patricia Dizanzo : Las huellas del silencio (Parte 1). El cáncer desde una perspectiva psicosomática. JUGANDO CON LAS LETRAS:

24 - Alicia Manso Ramos : La marea 25 - Aníbal Repetto : Reminiscencia etérea 26 - Damián López : Alto en la torre Leyendo a :

26 - Foucault, M.: La masturbación como base en la consolidación de la familia nuclear

31 - Nasio, J.: La evolución de la técnica y el lugar del analista 37 - Basaglia F.: La institución de la violencia 43 - Trazos y miradas 45 - cortitas y al pie 46 - Los autores 47 - Convocatoria Sin contornos - Junio 2015

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El concepto de holding y la angustia de aniquilación en Winnicott, como base para la producción del complejo traumático y la acción del introducto en Benyakar ANÍBAL REPETTO

“En definitiva, el trauma es la destrucción de la pureza de la experiencia individual a raíz de la intrusión de un hecho real demasiado súbito e impredecible” (Winnicott, 1965, p.180)

¿Es la constitución del complejo traumático, y la consecuente generación del introducto, tal como lo plantea Benyakar ( 2006), un proceso sui generis? ¿ O se trata de un proceso que es posible gracias a su apoyo en la experiencia de la angustia de aniquilación experimentada por el bebé en las etapas más tempranas de la vida, tal lo planteado por Winnicott (1963) . Dicho de otro modo, ¿Es la experiencia de la no experiencia, la capacidad de no ser capaz de ligar afecto y representación, un proceso que se genera de novo, o es un proceso posible debido que ya ha sido experimentado? Benyakar (2006) señala que ningún hecho es traumático per se, por muy doloroso y disruptivo que este sea, sino que “lo traumático” es la consecuencia psíquica resultante de la exposición a un hecho fáctico. La sola exposición a un suceso con capacidad desestabilizadora, no alcanza para producir una disfunción psíquica; debiendo, por lo tanto,

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diferenciarse la situación fáctica disruptiva del proceso psíquico desencadenado a partir de la misma. Lo traumático constituiría así una forma de funcionamiento psíquico. No se trata de la ausencia de registro, sino de un modo de registro particular, caracterizado por la no articulación entre la representación y el afecto, a partir de la pasivisación de un aparato cuyas defensas son insuficientes para enfrentarse al hecho disruptivo. De este modo, el hecho fáctico disruptivo se inscribe de manera tal que no es posible la articulación entre afecto y representación, no pudiendo integrarse al entramado vivencial. Es la vivencia de la no vivencia (Benyakar, 2012) Para que un hecho sea considerado disruptivo tiene que tener la potencialidad de irrumpir en el psiquismo de manera inesperada, de manera tal que interrumpe un proceso natural de existencia, minando el sentimiento de confianza en el otro, para lo cual tiene que contener rasgos nuevos, no codificables según los parámetros habituales, amenazando la integridad y distorsionando el hábitat cotidiano. A esta inscripción pasiva y pasivizante de lo fáctico, que mantiene sus características perceptuales sin poder ser evocado, metabolizado, ni pensado, Benyakar (2006) le da el nombre de “Introducto”. No se trata de una representación sino de

sensaciones perceptuales que se presentan como evocación repetitiva. Pura descarga en el polo perceptivo. Benyakar (2006) describe a partir de la acción del Introducto, la conformación de “complejo traumático” conformado por el evento disruptivo, el introducto, la angustia automática, y las vivencias de vacío, desvalimiento y desamparo. El impacto de la situación disruptiva traumatogénica provoca la disfunción en el proceso de internalización, el que en vez de ser activo pasa a producirse pasivamente. Esto determina que lo fáctico conserve en el psiquismo la cualidad de percepto presente y permanente, sin que logre acceder al estatus de representación, y ubicándose en el espacio originario (Aulagnier, 1975) sin integrarse al pictograma. De modo tal que, el psiquismo pasa a considerar como propio, autoengendrado, aquello que es fáctico externo. Las vivencias del complejo traumático, señala Benyakar (2006) expresan algo que debería haber sucedido pero no se produjo. La angustia automática va a recordar al sujeto, cada vez que el complejo se active, la indefensión psíquica provocada por el evento fáctico disruptivo.

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Worn out – Van Gogh, 1882 http://www.vangoghgallery.com/catalog/Drawing/1 789/Worn-Out.html

La vivencia de vacío va a expresar el hueco en la trama vivencial. La vivencia de desvalimiento refleja la falta de capacidad elaborativa, que transforma al sujeto en objeto de lo fáctico. La vivencia de desamparo es la manifestación de la ruptura de la sensación de contención y sostén del mundo externo respecto del interno; y se conforma en lugar de la vivencia de amparo, la cual se obtiene a partir de la relación con un medio protector y predecible.

En este sentido, Winnicott (1965) define al trauma como la experiencia de derrumbe ante una falla en la previsibilidad del ambiente, en la etapa de dependencia casi absoluta. El trauma es una intrusión del ambiente (Winnicott, 1967), y la reacción del individuo a esa intrusión; es una experiencia para la cual las defensas yoicas fueron insuficientes y por lo tanto penetradas de manera intrusiva por el ambiente; sobrepasando al capacidad de reacción del niño. Ante la carencia de defensas organizadas para enfrentar la intrusión ambiental, (Winnicott 1969) se produce un estado confusional, seguido de una reorganización defensiva a partir de defensas más primitivas a aquellas existentes antes de la intrusión. Estado de cosas homólogo a lo que Benyakar (2006) ha denominado como vivencia de desvalimiento respecto del complejo traumático. Ya en 1932 Ferenczi (Tkach, 2009) definía al trauma como una amenaza exterior inesperada, cuyo sentido no puede ser comprendido; el que es antecedido por una sobreestimación de las propias fuerzas, considerando así que determinadas cosas no podrían suceder. Lo que puede luego verse en Winnicott como el estado de omnipotencia infantil, provista por el Yo auxiliar materno, que permite

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cierta previsibilidad ambiental, la cual falla ante la irrupción del evento disruptivo ambiental. La madre, como yo auxiliar, en los casos en los que su quehacer materno puede calificarse como suficientemente bueno”, se encarga que el bebé no se vea obligado a “enfrentar lo impredecible hasta ser capaz de dar cabida a las fallas ambientales. Hay una aspecto normal del trauma (Winnicott, 1965) a partir de la falla gradual en la función materna, luego de haber dado al bebé la experiencia de omnipotencia, lo que posibilita el pasaje del bebé de la dependencia absoluta a la dependencia relativa. El yo auxiliar aportado por la madre a través del “holding” le permite al bebé desarrollarse a pesar de no ser capaz de controlar lo bueno y malo del ambiente. La reacción a la intrusión ambiental genera un estado de cosas que Winnicott (1963) primero denomina factor X, y luego (Winnicott, 1965) da el nombre de derrumbe, señalando que “Lo absolutamente personal del individuo es X” (p. 159). Lo que se corresponde con lo postulado luego por Benyakar acerca de que lo traumático no lo constituye lo fáctico, sino el modo de funcionamiento psíquico que a este se enfrenta. La intrusión ambiental, subsecuente a

Mother Roulin with her baby – Van Gogh, 1888 http://www.vangoghgallery.com/catalog/Painting/325/Moth er-Roulin-with-Her-Baby.html /

la falla ambiental, genera en el bebé un estado de angustia impensable, amenaza de aniquilación, la cual es resultado de la falta de elementos que contengan en entrelazamiento de fuerzas en la realidad psíquica interior (Winnicott, 1964). No hay nadie que sostenga al bebé, por lo cual el factor ambiental no puede ser recogido dentro del área de la omnipotencia infantil (Winnicott, 1961). En esta etapa temprana, la angustia no es de castración ni de separación, sino que constituye angustia de aniquilación (Winnicott, 1960).

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La angustia de aniquilación es experimentada por el infante (Winnicott, 1962, 1965) como la sensación de fragmentarse, caer interminablemente, no tener ninguna relación con el cuerpo, desorientación, sentimiento de irrealidad. El término “holding”, define Winnicott (1969) permite abarcar todo lo que hace la madre por el cuidado físico del bebé, incluyendo su separación momentánea de este cuando ha llegado el momento de que el bebé sea sostenido por materiales no humanos adecuados. En el estado de dependencia absoluta, el infante no tiene forma alguna de conocer la existencia de un cuidado materno suficientemente bueno, sino que solo puede o bien sacar provecho de este, o bien sufrir las perturbaciones ante su falla (Winnicott, 1960). El infante no toma conciencia del cuidado materno suficientemente bueno, pero si toma consciencia de que reacciona ante alguna intrusión cuando este falla. Todos los procesos de un infante constituyen un seguir siendo (Winnicott, 1963), y toda intrusión causa una reacción que quiebra ese seguir siendo. Si la pauta de vida del infante es reaccionar a las intrusiones, se produce entonces una interferencia con la tendencia natural a convertirse en una unidad integrada.

Todo el procedimiento del cuidado del infante por una madre suficientemente buena, tiene como principal característica la presentación regularizada del mundo, por alguien que no deja de ser él mismo, debido a su estado de dependencia absoluta de un yo auxiliar plenamente identificado con él. La alteración en la continuidad del ser provocada por la intrusión ambiental solo deja la alternativa de reaccionar, y al hacerlo el ser se interrumpe y se aniquila (Winnicott, 1960). Por lo tanto, la función principal del holding es la reducción a un mínimo de las intrusiones a las que el infante debe reaccionar, para que de ese modo este pueda establecer una continuidad existencial, y desarrollar los recursos que hagan posible recoger las intrusiones en el ámbito de la omnipotencia. De manera tal que pueda mitigar lo que Benyakar (2006) llama vivencia de desamparo, respecto al complejo traumático, la. cual es resultado de la ruptura de la sensación de amparo que provee la relación con un medio protector y predecible. [La madre]…“Sabe que debe posponer sus propios impulsos hasta el momento en que el niño esté en condiciones de utilizar la existencia separada de ella de un modo positivo. Sabe que no debe abandonar a su niño por más minutos, horas o días de los

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que el niño tolera sin perder la idea de que ella está viva y es amistosa. Si tiene que alejarse demasiado tiempo, sabe que después tendrá que convertirse de madre en terapeuta, es decir, tendrá que mimar al niño para que este vuelva (si no es demasiado tarde) a un estado en el que de nuevo dará a la madre por segura” (Winnicott, 1962, p.92)

Una vez que el Yo comienza a organizarse adquiere la capacidad de recoger las intrusiones ambientales recogiéndolas en la omnipotencia infantil. Si las intrusiones logran irrumpir a través de esa defensa, se ve afectado el núcleo central del Yo, siendo esta la naturaleza de la angustia de aniquilación. En la salud, el individuo se vuelve prontamente invulnerable a esto, a partir de establecer como defensa la organización de un falso self que oculte al self verdadero (Winnicott, 1960). Si bien, tal como Winnicott lo plantea, el individuo logra sobreponerse a la intrusión ambiental organizando nuevas defensas, ha existido un periodo previo de intrusión ambiental con experimentación de angustia de aniquilación. La experiencia de no ser capaz de defenderse de la intrusión ambiental ya ha sido experimentada, por lo cual una experiencia traumática sufrida en la adultez, y la incapacidad de

reaccionar de manera activa ante la misma, no es algo que se produzca “de novo” sino que se corresponde con la angustia arcaica de aniquilación experimentada ante la falla del cuidado materno. Situación que no es posible de ser recordada, ya que no ha sucedido debido a que, ante la inmadurez yoica del infante el momento de experimentarla, este no estaba allí para que sucediese (Winnicott, 1963) La interrupción en la continuidad del ser por la reacción ante la intrusión determina una sensación que es análoga a la que Benyakar describe como sensación de vacío del complejo traumático. No se trata de algo que ha sucedido, sino, por el contrario, de que no sucediese nada allí donde algo debería haber sucedido. Nada ha podido experienciarse, salvo el advertir que algo podía haber sido. La irrupción del evento traumatogénico, su penetración a través de las defensas yoicas, la posterior constitución del Introducto, y el desarrollo del complejo traumático, con sus consecuencias clínicas, no serían por lo tanto, un proceso sui generis, sino que se apoyan en la experiencia de la angustia de aniquilación, tal como la propone Winnicott, experimentada por el bebé en las etapas más tempranas de la vida, resultado de la falta de madurez

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defensiva en la etapa de dependencia absoluta. No es algo que pueda ser recordado, o reprimido, ya que no había allí una estructura yoica capaz de esto, la experiencia de la no experiencia es algo que ya ha ocurrido y a partir de lo cual, por lo tanto, es posible el desarrollo del complejo traumático.  Aníbal Repetto

Bibliografía: ‒Benyakar, M. (2006) Lo traumático. Clínica y paradoja. Tomos I, II. Bs.As.: Ed. Biblos ‒Benyakar, M. (2012) Lo disruptivo y lo traumático. Vivencias y experiencias. Revista Imago Agenda, nro. 160, Junio 2012. Buenos Aires: Letra Viva. ‒Tkach, C. (2009) El concepto de trauma de Freud a Winnicott: Un recorrido hasta la actualidad. Trabajo inédito, XII Jornada de Clínica de Niños y Adolescentes. “Lo traumático: sus derivaciones psicopatológicas, sus especificidades clínicas” Secretaría de Extensión. Ftad. de Psicología, UBA ‒Winnicott, D.W. (1960) La teoría de la relación entre progenitores-infante .Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Buenos Aires: Ed. Paidós, 1993. ‒Winnicott, D.W. (1961) Nuevas observaciones sobre la teoría de la relación parento-filial. Exploraciones psicoanalíticas I. Buenos Aires: Ed. Paidós, 1991.

‒Winnicott, D.W. (1962) La integración del yo en el desarrollo del niño. Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Buenos Aires: Ed. Paidós, 1993. ‒Winnicott, D.W. (1962) La provisión para el niño en la salud y en la crisis. Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Buenos Aires: Ed. Paidós, 1993. Winnicott, D.W. (1963) De la dependencia a la independencia en el desarrollo del individuo. Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Buenos Aires: Ed. Paidós, 1993. ‒Winnicott, D.W. (1963) El miedo al derrumbe. Exploraciones psicoanalíticas I. Buenos Aires: Ed. Paidós, 1991. ‒Winnicott, D.W. (1964) El trastorno psicosomático. Exploraciones psicoanalíticas I. Buenos Aires: Ed. Paidós, 1991. ‒Winnicott, D.W. (1965) La psicología de la locura. Una contribución psicoanalítica. Exploraciones psicoanalíticas I. Buenos Aires: Ed. Paidós, 1991. ‒Winnicott, D.W. (1965) El concepto de trauma en relación con el desarrollo del individuo dentro de la familia. Exploraciones psicoanalíticas I. Buenos Aires: Ed. Paidós, 1991. ‒Winnicott, D.W. (1967) El concepto de regresión clínica comparado con el de organización defensiva. Exploraciones psicoanalíticas I. Buenos Aires: Ed. Paidós, 1991. ‒Winnicott, D.W. (1969) La experiencia de mutualidad entre a madre y el bebé. Exploraciones psicoanalíticas I. Buenos Aires: Ed. Paidós, 1991. ‒Winnicott, D.W. (1970) Individuación. Exploraciones psicoanalíticas I. Buenos Aires: Ed. Paidós, 1991.

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Enfermedades crónicas en la infancia. Implicancias vinculares

ANALÍA GANDINI

El nacimiento de un hijo con una enfermedad o la adquisición de esta por diferentes causas tienen un enorme impacto en los padres. Cuando la enfermedad es crónica y va acompañada de hospitalizaciones frecuentes la dinámica de las relaciones intrafamiliares se ve afectada por la enfermedad de ese nuevo miembro de la familia y esto no sólo provoca cambios importantes en la representación de los roles habituales, sino también la pérdida de los roles prevalecientes en la vida de los padres (Gras y Hernández, 2004). Estos datos coinciden con algunos estudios como los de Cunningham y Davis (1988) sobre el impacto que tiene un hijo enfermo en el padre y la madre, sosteniendo que el rol asumido por las madres es el de cuidadora de ese hijo y sugiriendo que la diferenciación de los roles de los padres es una forma de mantener el equilibrio de la estructura familiar: la madre se encarga del cuidado diario de los hijos y de las interacciones externas. Pero esta alteración en los roles habituales es por sí misma una fuente de estrés que puede llegar a provocar una aflicción muy fuerte que junto a las demandas de la situación propia de la enfermedad del hijo/a puede llevar a diferentes alteraciones en los vínculos familiares (Rolland, 2000).

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Un sinnúmero de factores actuando en complejas interacciones intervienen en ello: la historia de cada miembro de la pareja y la familia nuclear; las situaciones de duelo que se han atravesado previamente y cómo las han elaborado; los sistemas de creencias de familia; los conflictos previos de esta familia; la capacidad para enfrentar situaciones de cambio; el lugar asignado al hijo en la estructura familiar. Cada familia desarrollará un grado de ajuste, el grado en que las exigencias psicológicas y el rol del enfermo en la familia y su cuidado concuerdan con las estructuras personales y sociales de la familia. No siempre el resultado de la enfermedad es adverso: podemos encontrar familias que saldrán fortalecidas por la enfermedad y sus demandas. Sin embargo cuando nos enfrentamos a una enfermedad raramente las situaciones son estáticas y el significado de la enfermedad cambia constantemente a medida que se expone en la interacción de otros factores (Gimeno, 1994). El abordaje del psicólogo deberá platearse dentro de un marco interdisciplinar, en donde pueda brindar a la familia la información y orientación necesaria para reconocer qué les está sucediendo y comenzar a plantear nuevos modos de afrontamiento de la situación.

LA DINÁMICA FAMILIAR CON UN HIJO ENFERMO CRÓNICO Cuando una enfermedad tiene un curso prolongado, que puede presentarse de manera progresiva o letal y requiere, en la mayor parte de los casos una atención médica continuada, estamos hablando de una “enfermedad crónica” (Gimeno,1994). En epidemiología se entiende como enfermedad crónica aquella enfermedad de alta prevalencia y no curable. En general incluyen enfermedades cardiovasculares (cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca, enfermedad cerebrovascular principalmente), enfermedades neoplásicas sin tratamiento curativo, enfermedades respiratorias crónicas (enfermedad pulmonar obstructiva crónica y asma crónicas), enfermedades osteoarticulares invalidantes (artritis reumatoides y artrosis severa), enfermedades invalidantes, diabetes mellitus, entre otras. (Quiñones, 2008) UNICEF (2004) establece que de 10% al 15 % de las personas menores de 18 años de edad de la población mundial padecen de una o más enfermedades crónicas. Esta enfermedad no se reduce sólo al cuerpo del paciente sino que impacta en toda su familia y entorno social. La enfermedad va a marcar el comienzo de un largo proceso de pérdida anticipatoria especialmente

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por parte de los padres, quienes irán realizando el duelo por la pérdida de un hijo sano (Rolland, 2000). La enfermedad irrumpe, desestabiliza y requiere un lugar. I. Lewkowicz (2002). Esta enfermedad irrumpe en una familia, que ejerce un papel importante en el cuidado del niño enfermo crónico. Las frecuentes hospitalizaciones, las limitaciones en el integrante enfermo y el resto, producirá una modificación en la interrelación establecida entre la pareja y entre los diferentes miembros de la familia y las respuestas habituales de los integrantes dejan de ser funcionales, y por lo tanto comienza una crisis.

https://www.flickr.com/photos/anibalrepetto/6454745393/

Caplan (1964, p.93), define a la crisis como “un período de desequilibrio psicológico en personas que enfrentan circunstancias peligrosas; esas circunstancias constituyen para el sujeto un problema importante que por el momento no puede evitar ni resolver con los recursos acostumbrados”. Podemos diferenciar dentro de estas crisis las evolutivas de las accidentales. Las primeras son las que se relacionan con las diferentes fases del ciclo vital de la familia y el pasaje de una a otra como son el matrimonio, el nacimiento de un hijo, la vejez en donde la angustia surge cuando el ciclo vital en curso de una familia se interrumpe o se modifica. Las crisis accidentales son circunstanciales que surgen de improviso y tienen carácter inesperado como puede ser un accidente, la muerte de algún integrante de la familia o una enfermedad. (Haley, 1994) Habitualmente se generarán alteraciones en la estructura familiar que desembocarán en la reorganización de esta. Se debilitarán los límites entre los individuos y los subsistemas familiares, puede haber alteración de los roles, generarse alianzas entre uno de los integrantes de la familia y el niño enfermo, modificarse las jerarquías familiares y algunas familias tenderán al aislamiento. Podemos entonces

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encontrar sistemas familiares padres- hijo adolescente en donde no hay lugar para la autonomía, relativa a su grado de discapacidad, y se reproduzca un grado de protección y control de una etapa anterior. Minuchin, citado por Mc. Daniel y col. (1998), ha mostrado que el incremento de la tensión en el seno de la familia puede tener efectos adversos en el curso de las enfermedades crónicas en la infancia. Un estudio realizado en niños diabéticos con dificultades en el control de la enfermedad, planteó la pertenencia a familias altamente aglutinadas. Estos niños a pesar de cumplir las dietas y la administración de insulina padecían episodios de cetoacidosis diabéticas. Cuando eran hospitalizados y separados de entorno familiar, resultaba fácil controlar la diabetes. Al parecer, el estrés y la ansiedad del entorno familiar afectaba directamente el estado del niño. También estudió familias de niños afectados con asma crónica y anorexia nerviosa descubriendo un patrón específico de interacción caracterizado por una estructura aglutinada (cohesión alta), sobreprotección, rigidez y evitación de los conflictos, a las que denominó “familias psicosomáticas” (Mc Daniel, Campbel y Seaburn, 1998)

El círculo familiar que rodea al niño, y conforma su red de apoyo social se verá afectada por la situación .La familia tendrá la tarea de adaptarse a la nueva situación, pudiendo incorporar elementos que le permitan desempeñarse exitosamente para poder salir de la crisis en que está inmersa. El grupo familiar debe reestructurarse en cuanto a actividades y papeles, y estos cambios no son siempre bien aceptados. Según Kleiman (2011), para pensar la familia no solo debemos enfocarnos en la pertenencia que conllevan las relaciones de parentesco, sino también el vínculo que se genera entre sus miembros. Paradójicamente es dentro de la familia donde se presentan los mayores obstáculos para abordar estos vínculos, dado que el imaginario sobre la familia está construido sobre la base de la semejanza, fuertemente arraigado en lo biológico.

REORGANIZACION DE LOS ROLES FAMILIARES. CONFLICTOS VINCULARES CONYUGALES El modelo tradicional de distribución de los roles en la familia asigna a la madre a la crianza de los hijos. En el

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caso de un niño enfermo se genera una relación muy estrecha con el hijo que no es incorporado dentro de la triangulación edípica, quedando ubicado en el lugar de “niño eterno”. La madre queda relegada a ese rol, siendo la proveedora de gratificación para el niño y postergando su condición de mujer, esposa y madre de otros hijos. Esta situación surge acompañada de fuertes mandatos sociales, incluyendo requerimientos casi exclusivos de los profesionales de la salud hacia ella (Núñez,2003). La madre del niño enfrenta día a día la vivencia de la discapacidad de su hijo y de modo adicional el contexto social le exige que se dedique a su

Asume así el rol de cuidador primario, conformando esta díada excluyente que el resto de la familia puede vivenciar con sentimientos de abandono, celos y posibles conflictos vinculares de pareja; el cuidador se entrega total y exclusivamente al enfermo generando agotamiento y aislamiento dentro de la familia (Espina y Ortega, 2003). Por otra parte el padre se ubica, dentro del mismo modelo tradicional como único sostén económico de la familia. Las horas lejos de su hogar se traducirán en la ausencia del rol que asume cortando el vínculo entre la madre y el hijo y facilitando el ingreso a la cultura.

hijo en forma exclusiva, juzgando su capacidad de atención, dan por supuesta una fortaleza que ella misma ha de construir (Gras y Hernández, 2004). En el caso de que ambos padres sean profesionales, es probable que sea la que relegue su trabajo para cuidar del niño.

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Las energías paternas se van a localizar en el exterior, muchas veces utilizando mecanismos de racionalización e intelectualización, haciéndose así expertos en la enfermedad de sus hijos, se produciéndose sentimientos de sobrexigencias ante las demandas de este hijo que exige no sólo sacrificios transitorios, como se plantea con un hijo normal sino que se acompaña de recurrentes postergaciones, de los proyectos, de la pareja. Diversos autores plantean que frecuentemente surgen en los padres diferentes posturas frente a la situación, pudiendo reconocerse: a) la negación, al no querer aceptar la severidad del problema del hijo, b) se cuestiona su condición de hombre por no poder proveer un niño sano, c) se desliga de la crianza del niño, cediéndole el lugar a la madre y haciéndola responsable, d) se elige al hijo “normal” y se margina al enfermo. Se genera así un distanciamiento en la pareja por problemas en la comunicación y a su vez aislamiento de sus redes sociales ya que frecuentemente renuncian a las relaciones sociales que tenían anteriormente. Se producen reproches manifiestos y encubiertos con altos niveles de recriminaciones

y se proyecta sobre el otro sentimientos de culpa y fracaso (Núñez, 2003).

OBJETIVOS DE INTERVENCIÓN B. Núñez (2003) en un estudio realizado sobre su experiencia clínica con familias resume algunos objetivos de toda intervención tendiente a la promoción de la salud mental familiar en los siguientes puntos: • Poder sostener y acompañar a los padres en la asunción de la función paterna, afirmando su saber para que no quede eclipsado por el saber profesional. • Desculpabilizarlos, evitando caer en una vinculación padres-deudores, hijo-acreedor. • Ayudarlos a la discriminación entre las limitaciones y posibilidades del hijo. • Alentar la esperanza y generar una visión optimista, que no impliquen la negación y las falsas expectativas. • Establecer con el niño una conexión más allá de la etiqueta diagnóstica que genere encuentros a partir de los aspectos sanos del niño

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• Apoyar al niño y su familia para que reconozcan, expresen y comuniquen los sentimientos ambivalentes que se movilizan en torno a la situación, que ayuda a su elaboración. • Posibilitar el crecimiento y desarrollo de todos los miembros de la familia evitando que el niño enfermo funcione como el eje por donde circula la vida familiar. • Favorecer la búsqueda de apoyo de la familia en otros. • Propiciar la recreación, el ocio y tiempo libre, evitando los recurrentes renunciamientos por exceso de responsabilidades. • Favorecer el establecimiento de redes sociales de sostén; entre ellas, que integren grupos de padres o de hermanos que atraviesan situaciones similares. APRECIACIONES PARA SEGUIR TRABAJANDO Esta tarea que planteamos no podrá realizarse en forma eficaz si el profesional trabaja aislado del sistema hospitalario o si no está en contacto con el resto de los profesionales de la salud que atienden al paciente.

Será necesario el trabajo con otros agentes de salud no sólo a través de la interconsulta en salud mental sino también en el ámbito interdisciplinario, conformando un equipo de trabajo en donde la atención al paciente sea compresiva e integral, pudiendo ejercer una labor que enriquezca los saberes de todo el equipo médico y encare al paciente de forma multidimensional. Esto posibilitará abarcar no solo el problema de salud que afecta al paciente sino incluir a la familia y el resto de las variables que constituyen sus fuentes de sufrimiento. Cada persona y cada familia, más allá de su enfermedad encuentran sus propias limitaciones y oportunidades que le son particulares y que deberán ser contempladas a la hora de abordar de manera integral al paciente. Es por ello que psicólogo en el ámbito de la intervención en familias con problemas médicos deberá asumir un cambio de actitud, ya que ayudar no significa resolver. Asumir que la familia continuará sufriendo a pesar de su intervención, que habrá crisis, que los resultados de la intervención serán pequeños y precisos, asumir que no se resolverá el problema, la enfermedad. Será un desafío ampliar su visión de la definición de familia tradicional y trasmitir al equipo de salud una

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nueva concepción de familia, que abarca la diversidad de formas que esta adopta en la sociedad contemporánea y globalizada. Finalmente, citando a Navarro Góngora, (2004) cuando señala que: “La imposibilidad de resolver problemas no significa que no podamos ayudar”(pag.308) puede acordarse que el cambio de actitud y el corrimiento del rol tradicional del psicólogo abre un marco de acción más amplio, en donde ayudar se transforma en valorar la expresión de emociones, acompañar y generar estrategias para superar las crisis y seguir construyendo.

 Analía Gandini

Bibliografía: ‒ Cunningham, C. y Davis, H. (1988). Trabajar con padres. Marcos de colaboración. Siglo XXI, Madrid ‒Espina, O. y Ortega, M. A. (2003). Discapacidades físicas y sensoriales. Madrid. Recuperado en Mayo de 2012 en www.terapiafamiliar.org/Documentos/01 discapacidades.pdf ‒Gimeno, M (1994) .La enfermedad crónica y la familia .Londres. Recuperado en Junio 2012 de www.centrelondres94.com/.../La_enfermedad_cr onica_y_la_familia.

‒Gras, Rosa María; Patró Hernández, Rosa. (2004). Mujer y Salud: Trauma y cronificación en madres de discapacitados. Anales de Psicología,junio, 47-54 ‒Haley,J. (1994 ) Terapia no convencional. Las técnicas psiquiátricas de Milton H. Erickson. Buenos Aires. Ed. Amorrortu. ‒Kaplan, H.I y Sadock B.J (2004). Tratado de Psiquiatría. Vol.1. Novena Edición. Buenos Aires. Argentina. ‒Mc. Daniel, S.; Campbel, T.; Seaburn, D. (1998). Orientación familiar en atención primaria. Manual para médicos de familia y otros profesionales de la salud. Ed. Espringer-Verlag. Barcelona. España ‒Navarro Gongora,J.(2004).Enfermedad y Familia. Manual de Intervención psicosocial. Barcelona. Ed.Paidós ‒Núñez,B (2003). La familia con un hijo con discapacidad. Sus conflictos vinculares.Arch.Argentino de pediatría 101 (2).Recuperado en Junio 2012 de www.sap.org.ar/docs/publicaciones/archivosarg/ 2003/133.pdf ‒Organización Mundial de la Salud, (2005). Preparación de los profesionales de la atención de la salud para el Siglo XXI: El reto de las enfermedades crónicas. ‒Quiñones Varela, I (2008). Modelo de atención psicológica en niños con retinosis pigmentaria. Tesis doctoral. Cuba. ‒Rolland,J.S. (2000). Familias, Enfermedad y Discapacidad. Una propuesta desde la terapia sistémica.España. Ed.Gedisa

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Las Huellas del silencio en el cuerpo (Parte1) - El cáncer desde una perspectiva psicoanalítica PATRICIA DIZANZO

Los adelantos científicos de las últimas décadas enraizados a la industria farmacéutica, continúan facilitando el crecimiento del estigma responsable de una de las mayores causas de muerte en el mundo: el cáncer. Paradójicamente, las investigaciones acerca de dicha enfermedad en el campo de la medicina, invisibilizan los aspectos psíquicos y de esta forma, el curso de los hechos resulta predecible. Considerar los aspectos psíquicos como precursores de la enfermedad manifestada en el cuerpo, una concepción basada en la estructura psicosomática, nos permite posicionarnos frente a la enfermedad brindando al paciente otras posibilidades que, con la medicina solamente no se obtendrían. Una de las definiciones más concretas del cáncer, lo sitúa como una patología producida por una excesiva proliferación celular y la pérdida de la capacidad autodestructiva. Cuando el sistema inmune detecta una célula anómala, se activa un mecanismo denominado apoptosis, que permite que la célula se autodestruya. En el cáncer, dicha muerte celular no sucede.

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La teoría psicoanalítica sostiene que estos hechos que transcurren a nivel celular y los mecanismos biológicos puestos en marcha tienen expresión psíquica. La muerte de las células cancerígenas que no sucede, estaría relacionada con el mal funcionamiento de un mecanismo en el que la célula trabaja para sí misma, fuera de la Ley y de su función, en su egoísmo narcisista, detenida en la parcialidad pulsional. Es posible pensar que en estos sujetos subyace un delirio de inmortalidad, esto nos remite al concepto de Pulsión de Muerte: algo del sujeto debe perderse para que la especie sobreviva.

Esta identificación de carácter narcisista en el sujeto y el funcionamiento de las células cancerígenas nos remiten a una regresión al Narcisismo. El Narcisismo desaparece en la masa, en el enlace con los otros. En “El malestar en la cultura” Freud plantea que la construcción del Principio de Realidad se relaciona con la experiencia, ya que ésta posibilita la rectificación de los límites del Yoplacer. No tolerando el intercambio entre el mundo interno y el mundo externo triunfará el Principio del Placer y con él la tendencia a separar al Yo de todo aquello que pueda provocarle displacer.

Distintas investigaciones se han acercado a pensar que este contexto en el que gobierna la regresión al Narcisismo es proclive al desarrollo de las células cancerígenas.

Boltrafio – Narciso ala fonte http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Boltraffio,_narciso_alla_fonte.jpg

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El sujeto, ante la enfermedad, queda despojado de su futuro y amenazado por la certeza de su muerte. En el concepto de muerte propuesto por la teoría psicoanalítica, ésta es un hecho psíquico que está sobredeter_ minado por la historia del sujeto. Freud manifiesta que la muerte del sujeto biológico sucede cuando el sujeto psíquico deja de desear. Generalmente, la estructura psíquica premórbida del paciente con cáncer es la de un melancólico quien ante la pérdida del objeto, del que no sabe qué ha perdido, termina incorporándolo a su yo y transformándose en lo que perdió, llevándolo a la autodestrucción. El cáncer podría pensarse como un suicidio solapado. El Psicoanálisis, desde una perspectiva psicosomática, presenta la posibilidad de la comprensión del cuerpo como una construcción teórica en la que se utiliza el lenguaje. La importancia del tratamiento residiría en la capacidad de simbolización por parte del sujeto, para que ya no sea necesaria la lesión en el órgano. La transformación estaría dada por la capacidad de cambiar aquello que le permitiría ser otro en el futuro. La creación de una forma de gozar del lenguaje, para que eso conlleve al abandono del goce que sucede a través de las lesiones corporales.

Como hemos observado a través de este breve recorrido, las investigaciones respecto al cáncer realizadas en el campo psicoanalítico permiten ampliar la posición en la que estarían situadas otras exploraciones cuyos fines continúan resultando inciertos.  Patricia Dizanzo

Bibliografía: −Barrio, I., Rojas Martinez, P. y Menassa de Lucía, A. (2002). Psicoanálisis y Medicina. Madrid: Grupo Cero. −Freud, S. (1914). “Introducción del Narcisismo” en Obras Completas. Vol. 14. Buenos Aires: Amorrortu. −Freud, S. (1917). “Duelo y Melancolía” en Obras Completas. Vol. 14. Buenos Aires: Amorrortu. −Freud, S. (1920). “Mas allá del principio del placer” en Obras Completas. Vol. 18. Buenos Aires: Amorrortu. −Freud, S. (1930). “El Malestar en la Cultura” en Obras Completas. Vol. 21. Buenos Aires: Amorrortu. −Lacan, J. (1946). “El Estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica” en Escritos 1. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores. −Lacan, J. (1955). “Introducción del gran Otro” en Seminario II. Clase 19. Buenos Aires: Paidós. −Lacan, J. (1971). “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano. Lectura estructuralista de Freud” en Escritos I. México: Siglo XXI.

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La marea Amor mío, te ha traído la danza del mar hipnotizado de la luna de plata a mis costas serenas de espuma, más no esperes la eternidad junto a esta isla enamorada, bien es sabido por los hombres el reverso de la pleamar. Conozco quien intentó aferrarse a un puñado de blanquecina arena, y lo arrastraron las violentas olas, y se sumergió en las profundidades, y olvidó ver el sol por mucho tiempo. Despide estas pequeñas costas, donde encallan los navíos más grandes no te vuelvas náufrago, sino el Poseidón de los mares, y permíteme a mi ser eterna como siempre lo he sido escriba del alma de los navegantes.

Ulises y las sirenas Herbert James Draper http://www.epdlp.com/cuadro.php?id=3340

Alicia Manso Ramos Sin contornos - Junio 2015

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Reminiscencia etérea Tu llanto desgarra el manto de la oscura noche. Fugaz irrumpe con bullentes bríos en el silencio frío de la madrugada. Otrora herida, hoy reminiscencia; etérea imagen, actual presencia. Desde el insomne perfil de tus pestañas tristes. Concentrando en su interior fragmentos de tu pena. Un torrente caudaloso de lágrimas suicidas disipan tu dolor entregando su vida; llevando algo de paz a tu perenne herida. Aníbal Repetto. (2011): Entre paréntise: Buenos Aires: Cuchíz

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Alto en la torre * Si tan solo tuvieses un rostro, un nombre, un apodo. No pido más que eso; y hasta me conformo con menos. Con mucho menos. Una silueta, tan solo una silueta. Una puta silueta recortándose sobre un delgado haz lumínico. ¿Es mucho pedir?. Pues, menos aún. La sola insinuación del extremo de un fusil, asomando entre las rígidas cortinas que te ocultan, serviría para calmar mi angustia. Solo quiero saber que estás ahí. Acechando. Esperando que quebrante una norma para caer sobre mí con todo el rigor que te permitan. ¿Cuántos van? ¿Tres? ¿Cinco? ¿Ocho años?. Millones de minutos. Imposible precisarlo. Da igual. Es vago ya el recuerdo que tengo de mis primeros días en este calabozo. Lo único que recuerdo es la sensación de tu implacable mirada escudriñando maliciosamente cada milímetro de mi celda. Cada desplazamiento de este gastado cuerpo. Es como un puñal clavado en mi cabeza. Molesta, pero soportable; no es tu mirada lo que me acongoja. De hecho hasta la percibo como compañera. Antinómicos pero coincidentes, estamos, mal que nos pese a ambos, conectados. Es la duda lo que me carcome. La duda de que no estés allí. De que esa pétrea torre se encuentre en realidad socarronamente vacía. Acepto mi destino de recluso. Puedo reconocerme como culpable de mis criminales acciones. Pero lo que no puedo aceptar, es la idea de ser el responsable de mi propia vigilancia. Cruel castigo habría de ser el volverme carcelero de mi mismo. ¿Y los otros? ¿Habrá otro en otra celda? ¿Serán ellos también sus propios carceleros? ¿Tendrán ellos también la misma duda?. Me resisto. Me resisto a doblegarme yo a mí mismo. Alguien debe poner fin a tu sistema. Un simple acto. Una simple manifestación de tu presencia habrá de https://www.flickr.com/photos/vladi socavar tu mecanismo. mix/6541463651/in/photostream/ Sin contornos - Junio 2015

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No más dudas. Ya todos sabrán de tu existencia. Ya será real tu vigilancia. Habrá de volverse menos cruel nuestra estadía…. Jacques Boulevard, condenado hacía cuatro años por una acusación de alta traición contra su nación, no lo dudó. La noche era clara y la luna se brindaba luminosa como todas las noches. La oscura celda era surcada por un haz de luz que entrando por una de las ventanas y saliendo por la otra, brindaba al virtual guardia la total visibilidad de lo que ocurría en su interior. Si la torre estaba efectivamente coronada por un centinela, era imposible que este no percibiese los movimientos de Boulevard. El plan era simple, y se apoyaba en un hecho concreto. El guardia solo percibiría siluetas, sombras. Eso lo desconcertaría y lo haría manifestarse. Era imperioso que así lo hiciera. Luego de proferir un ensordecedor y cuasi animal grito; Jaques comenzó a correr por la celda para luego revolcarse un par de veces por el piso. Luego de emitir un nuevo grito se abalanzó brutalmente sobre la almohada e inició con ella una aparente pelea, como si de otro hombre se tratase. Silencio. Nada que pusiese de manifiesto la continua vigilancia a la que se suponía era sometido. Jaques mientras tanto continuaba su simulacro de ataque. Debía llevarlo hasta las últimas consecuencias. O lo vigilaban permanentemente, o no lo hacían. Tiró la almohada al piso y se arrojó sobre ella en actitud de darle una puñalada a su víctima. Se oyó el disparo. La bala perforó su omoplato y le destrozó el corazón. Los cinco segundos que mediaron hasta su muerte fueron suficientes para que pudiese esbozar una sonrisa. No había sido en vano. Había logrado poner de manifiesto al hombre de la torre. Había vencido al sistema.

Damián López * Inspirado en el texto “Vigilar y castigar”, (Cap. III: EL panoptismo) de Michel Foucault Sin contornos - Junio 2015

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Michel Foucault La masturbación como base en la consolidación de la familia nuclear (Foucault, M.: 1975. Los anormales. Bs.As.: Fondo de cultura económica)

Foucault sitúa a la persecución de la sexualidad infantil como uno de los elementos constituyentes en la formación de la familia nuclear en el siglo XIX. Al hacer foco en la actividad masturbatoria, poniendo de relieve el cuerpo del niño como peligro sexual, los padres recibieron la consigna de reducir imperativamente el espacio polimorfo, y conformar con sus hijos una especie de cuerpo único. A mediados del siglo XVIII, entre el discurso cristiano de la carne y la psicopatología sexual, surge cierto discurso específico de la masturbación. En estos escritos la sexualidad adulta no interviene prácticamente nunca, así como tampoco la sexualidad del niño. Se trata de la masturbación misma, sin lazo alguno con los comportamientos normales de la sexualidad, y ni siquiera con los anormales.

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Discurso este que asume la forma de exhortaciones, consejos, conminaciones; más que la forma de discurso científico. Literatura compuesta en gran parte por manuales, alguno de estos destinados a los padres, de niños y adolescentes burgueses, con la manera de impedir que los niños se masturben. Esta campaña entraña así mismo a instituciones destinadas a atender o curar a los masturbadores, así como medicaciones que prometen la cura de ese vicio. Hasta un museo de cera, al que se invitaba a los padres a llevar a aquellos niños que mostraban indicios de masturbarse, con estatuas que representaban los efectos nocivos que la masturbación tendría sobre la salud. No se trata de un discurso moral culpabilizador de los niños, sino de un discurso patologizador; ya que no se los amenaza con una vida adulta perdida en el vicio, sino con una vida adulta plagada de enfermedades. Se trata de una campaña que asume la forma de fabulación científica de la enfermedad total. La masturbación empieza a estar en la base de gran cantidad de enfermedades (meningitis, encefalitis, enfermedades óseas, afecciones medulares, tuberculosis, tisis, enfermedades oculares,

enfermedades cardíacas, en el origen de la locura, etc.). Se produce así una somatización de la masturbación. Así, “al llevar la mano hacia su sexo, el niño pone en juego, de una vez y para siempre, y sin poder calcular en absoluto sus consecuencias, aunque ya sea relativamente mayor y consciente, su vida entera” . De este modo, se asigna a la infancia una responsabilidad patológica., el niño es responsable de su salud, de toda su vida. El niño, si bien responsable de su salud, no es considerado culpable del acto masturbatorio, ya que nos e considera al mismo como un elemento propio del desarrollo natural, sino algo a lo cual el niño accede de manera azarosa. Toda la campaña contra la masturbación es orientada prontamente hacia la seducción sexual de los niños por parte de los adultos de su entorno inmediato: el criado, la gobernanta, los tíos, los primos, etc. La masturbación es tratada así como surgida a partir del deseo de los adultos por los niños. “El diablo está ahí, al lado del niño, en la forma del adulto, esencialmente la del adulto intermediario” Lo culpabilizado es por lo tanto el espacio de la casa, y no el niño; lo que remite en última instancia a la

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culpa de los padres quienes no se ocupan directamente de sus hijos. Y son los pequeños masturbadores quienes con su accionar dictaminan la culpa de los padres. Campaña antimasturbatoria que en el fondo exige, siendo ese su objetivo central, una nueva organización del espacio familiar, eliminando todos los intermediarios, quedando así los niños en un espacio sexualmente aséptico. Asepsia ideal y por lo tantoirrealizable; lo que requiere entonces del establecimiento de un espacio de vigilancia continua: al levantarse, en el aseo, al acostarse, durante el sueño. El cuerpo del niño debe ser objeto de atención permanente por parte de los padres, a la búsqueda de todo signo indicador de masturbación. Hasta mediados del siglo XVII, la familia, aristocrática y burguesa, era una especie de conjunto relacional; un haz relacional de ascendencias, colateralidades,

primazgos, mayorazgos y alianzas, que correspondían a esquemas de transmisión del parentesco, división y reparto de bienes y status sociales. Siendo sobre estar relaciones que recaían las prohibiciones sexuales. Ahora, al poner el cuerpo del niño como peligro sexual, los padres reciben el imperativo de reducir ese espacio polimorfo, formando con sus hijos un cuerpo único, nuclear, restringido, cercano (corporal, afectiva y sexualmente); unido por la preocupación de la masturbación. Este contacto directo padre-hijo da a

El niño enfermo – Arturo MIchelena

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los padres todo el poder sobre sus hijos, excepto que ese poder está sujeto al poder del control médico externo; ya que la masturbación no se inscribe en el registro de la moralidad sino en el de la enfermedad. La nueva organización familiar nace por lo tanto como una familia medicalizada. Los padres no solo deben espiar y vigilar a sus hijos, sino que una vez descubierto el mal deben dar aviso inmediato al médico., para que este pueda curarlo.

“Si el niño tiene la tez descolorida, si su rostro se marchita, si sus párpados tienen un color azulado o violáceo, si muestra cierta languidez en la mirada, si exhibe un aspecto cansado o indolente en el momento de salir de la cama, ya sabemos cuál es la razón: la masturbación. Si es difícil sacarlos de la cama cuando corresponde: la masturbación”.

Se organiza así un silencio de la sexualidad en el interior de la familia, en las cuales sin embargo esta se hace evidente debido al sistema de vigilancia; pero allí donde aparece, no debe ser mencionada, sino que la enunciación es desplazada hacia la autoridad médica

Así, la familia, controlada por el saber médico, va a funcionar como principio de normalización, poniendo de manifiesto lo normal y lo anormal en el orden de lo sexual. La campaña anitimasturbatoria, como elemento constitutivo de la familia nuclear, centra su interés en la supervivencia del niño. Si la masturbación es la causa de todos los males, entonces debía cerrarse la vigilancia sobre el niño, para que de ese modo se garantizase que el gasto que a partir de las exigencias de las nuevas formas de producción, el Estado llevaba a cabo en es sostén de las familias, no fuese inútil a causa de la muerte precoz de los niños.

“¡Padres, vigilad a vuestras hijas excitadas y las erecciones de vuestros hijos, y así os convertiréis verdadera y plenamente en padres!”

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El hacerse cargo de los hijos por parte de los padres también implico que estos tomasen a cargo su educación básica, la cual antes estaba en manos de terceras personas. Educación que debía obedecer a ciertas reglas normalizadoras, cuya elaboración estaba por encima de la familia, en el saber médico y el saber pedagógico. De este modo, al ceñir a la familia a un pequeño núcleo, se posibilita la intromisión de criterios políticos y morales. Toda una técnica de poder de la cual los médicos son solo los transmisores inmediatos. La cesión de la educación básica a los padres, implicó a cambio que estos deleguen la formación técnica de sus hijos al Estado, para que sean útiles a este. “Conserven a sus hijos con vida y bien sólidos, corporalmente sanos, dóciles y aptos, para que nosotros podamos incorporarles a una maquinaria cuyo control ustedes no tienen y que será el sistema educativo, de instrucción, de formación del Estado”. El cuerpo sexual del niño actúa así como moneda de cambio. Los padres tienen todo el poder sobre el cuerpo sexual del niño, a cambio de ceder el cuerpo de prestación, de aptitud, al Estado.

“La sexualidad infantil es el señuelo a través del cual se constituyo la familia sólida, afectiva, sustancial y celular, y al abrigo de la cual se le sacó el niño. La sexualidad de los hijos fue la trampa en que cayeron los padres”. Trampa que, a partir de un poder ficticio entregado a los padres, permitió el pasaje del niño del medio familiar al medio institucionalizado y normalizado de la educación.

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Juan David Nasio La evolución de la técnica y el lugar del analista Nasio, J.D. (1996). Cómo trabaja un psicoanalista. Buenos Aires: Paidós)

Nasio divide esquemáticamente la evolución de la técnica psicoanalítica, desde Freud hasta hoy, en cuatro periodos, de acuerdo a los diferentes tipos de acciones llevados a cabo por el analista: − Primer periodo: la acción era la de extraer, extirpar. − Segundo periodo: la acción era la de hacer consciente. − Tercer periodo: la acción es interpretar. − Cuarto, y actual, periodo: la acción es la de ocupar el lugar. La evolución de la técnica analítica podría resumirse en un cambio radical del interés del analista, en el periodo que va de 1900 a 1950, de un cuerpo extraño enclavado en las profundidades del psiquismo del paciente, a las modalidades implementadas por el analista para asumir su lugar.

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El primer periodo corresponde a la catarsis, a través de la cual el analista debía extirpar un cuerpo extraño enclavado en el inconsciente del analizante, que en esa época era considerado como enfermo. La acción consistía en provocar la descarga de la verdad patógena inconsciente, yendo hacia ella por la vía de un recuerdo alucinado. En el segundo periodo la interpretación era la técnica utilizada para hace consciente lo inconsciente. Freud concebía en ese momento a la interpretación como una proposición del analista hecha al analizante, de

una idea semejante, análoga a la idea patógena que se suponía enterrada en el psiquismo del paciente. Esto permitiría, al encontrar por afinidad la idea patógena, atraerla hacia la consciencia, no ya de manera alucinada, sino como una rememoración consciente. El postulado era que la conciencia del mal lo suprime a este. El tercer periodo es el de la interpretación propiamente dicha. En este momento Freud señala que la toma de consciencia no es la vía para disolver el mal que aqueja al paciente. La represión va a seguir actuando más allá del conocimiento del paciente acerca de su mal. La idea patógena continua siendo reprimida. En realidad, en esta época Freud ya no llama “idea patógena” al núcleo patógeno, sino “fantasma patógeno”. En la medida en que la teoría analítica evolucionaba, Freud proponía un conjunto de tipos de resistencia. El primero es el fuerte investimento por parte del yo de otras representaciones inconscientes. O sea que, invistió en otra parte para desviar la energía psíquica; contrainvistió a fin de desplazar hacia otro sitio la energía de la representación patógena. El segundo tipo de resistencia es la del beneficio primario y secundario de la enfermedad. El paciente se liga

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a su enfermedad para luchar contra su restablecimiento. El tercer tipo de resistencia lo es la resistencia del Ello, manifestada como compulsión a la repetición; a la persistencia. La cuarta de las resistencias, la más importante, es la resistencia de transferencia. Es una resistencia en cuanto neurosis de transferencia. La transferencia es resistencia en tanto que la cura atraviesa la secuencia dolorosa de la transferencia, en la cual hay una identificación del yo del analizante con el falo imaginario. El analizante prefiere vivir el dolor de la pasión transferencial antes que experimentar el dolor de la emergencia imprevista del deseo inconsciente. Este tercer periodo está caracterizado por la necesidad de que la interpretación levante estas resistencias para acceder al deseo inconsciente. El cuarto periodo, y actual, está caracterizado por dos postulados: 1) el núcleo patógeno, deseo, fantasma, que en la época catártica era necesario extirpar del inconsciente del paciente, es ahora encontrado en el exterior, fuera del analizante, y es llamado, junto a Lacan, “objeto del deseo”, “objeto a”, u “objeto de la pulsión”, y 2) el objeto, excéntrico al sujeto, funciona como atractor de la libido , creando en torno as sí, la

matriz de la neurosis de transferencia. Este objeto exterior al analizante, que constituye el lugar reservado al analista, le permite a este, desde allí, definir su acción en una sola consigna, que no es ya la de extirpar, no concientizar, ni interpretar, sino la de ocupar su lugar. El objeto de deseo esta en un lugar exterior que el analista debe ocupar, luego de interpretar la resistencia. En su función de atractor, el deseo del analista, es un punto que causa, que provoca el desarrollo de la transferencia.

En “Las variantes de la cura tipo, Lacan (1955) ubica la relación analista-lugar como el elemento

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decisivo en la cura. La pregunta que surge entonces es ¿Que debe revisar el analista en su subjetividad para asumir esa función? En respuesta a esta interrogación surgen dos conceptos, uno mayor y uno subsidiario. El concepto mayor es el de deseo del analista, que desde Lacan puede definirse como el hecho de que el analista ocupe efectivamente, más allá de las diferentes modalidades, su lugar de objeto atractor. Subsidiario a este aparece el concepto de contratransferencia; el que define al conjunto de obstáculos imaginarios que se oponen a esta ocupación. Por lo tanto, mientras el deseo del analista designa el hecho de ocupar efectivamente su lugar, la contratransferencia designa todo lo que se opone. El término contratransferencia no se define, por lo tanto, en el interior de la relación entre el analista y su paciente, sino en el interior de la relación del psicoanalista con su lugar de objeto. En 1928, Ferenczi planteaba la necesidad de una metapsicología de los procesos psíquicos del analista durante su trabajo, y señalaba que el balance libidinal del analista, muestra un movimiento pendular que lo hace ir y venir entre la identificación y el control ejercido sobre sí. Identificarse y al mismo tiempo confrontarse.

Durante el trabajo diario, el analista no puede abandonarse por completo al pacer de agotar libremente su narcisismo y su egoísmo, como si lo hiciera en la realidad general; solo puede agotarlos en la imaginación y por cortos momentos. La primera definición de Freud sobre al contratransferencia, como el resultado de las influencias ejercidas por el paciente sobre los sentimientos inconscientes del analista. En 1910, para Freud, contratransferencia era un modo de amar al analizante, un tipo de resistencia por parte del analista, la cual debe ser superada. La otra forma típica de contratransferencia es, para Freud, el saber preconcebido por parte del analista. Saber que va a conducir al analista a elegir un material para interpretar. Así como el paciente no tiene que elegir el material que comunica, tampoco el analista debe elegir el material a interpretar. Todos los autores coinciden en que la contratransferencia es una resistencia, un obstáculo. Las diferencias surgen al intentar definir la naturaleza de dicho obstáculo, o sea, el elemento que la contratransferencia busca evitar. A diferencia de la resistencia de transferencia, como puede ser un silencio que detiene el flujo de las asociaciones, y que constituye una verdad, ya que significa la

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emergencia del inconsciente y por lo tanto la constitución del sujeto, o sea se trata de un significante; la resistencia de la contratransferencia es una imagen, y como toda imagen es falsa. Desde el momento en que el analizante está comprometido bajo la égida de la regla fundamental, toda manifestación que lo supere como sujeto puede ser considerada un significante que representa a su inconsciente frente al campo abierto del conjunto infinito de las interpretaciones posibles. Por el contrario, la resistencia de la contratransferencia es una

representación preconsciente, no está ofertada a la eventualidad de la interpretación, no representa al sujeto para otro significante. Representa algo para alguien, el propio analista. Se trata por lo tanto de reacciones del analista imaginarias frente a sí mismo. El conjunto de obstáculos imaginarios que se oponen al acceso del analista a su lugar. La expresión más franca de las manifestaciones contratransferenciales es la angustia del analista. Angustia, no siempre consciente, que al mismo tiempo es el signo de un inmenso peligro para el analista.

Yendo hacia acá https://www.flickr.com/photos/anibalrepetto/6887487988/

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Se trata de un doble peligro, que por un lado significa el temor ante la posibilidad de conducir al analizante a atravesar la secuencia dolorosa de la transferencia, y por otro la angustia que suscita ocupar efectivamente el lugar de objeto. Hay dos modalidades de ocupar el lugar. Una es ocupar el lugar del objeto, recordándolo, haciendo mímesis del objeto (semblante del objeto). Esto es hacer silencio en sí, dejar disolver la imagen especular, suprimir durante un instante los diversos soportes constructivos de nuestro yo, de manera tal de estar en condición de intervenir a través de una interpretación. El segundo modo es el de ocupar el lugar del objeto alucinándolo, percibirlo inconscientemente: es decir, percibir alucinatoriamente, con el silencio en sí, el dolor psíquico del paciente. Sin importar que manifestacion contratransferencial aparezca, el saber, la pasión, o la angustia, estas implican no solo un obstáculo para el acceso al lugar del analista, sino también el anuncio de su proximidad. Lugar en el cual, si el analista se instala, está en condiciones de recibir el inconsciente o el goce de su analizante. Lugar que no es un lugar a la espera de recibir un ocupante, sino un producto común al analizante

y el analista, el que emerge en tanto el analizante habla y el analista escucha haciendo silencio en sí. El escuchar las palabras del analizante como la expresión de alguien que nos habla hace que nada sea escuchado. Se requiere del silencio en sí para desplazar la estructura subjetiva psíquica desde el analista hacia el lugar del analista. La escucha aparece cuando el analista forma parte del goce vehiculizado, implícito en el dicho del analizante. El analista no puede percibir el inconsciente más que en la medida en la que, de algún modo, forme parte de aquel. Es necesario formar parte del goce para percibirlo de manera alucinada. No hay dos inconscientes en una análisis, no hay tránsito entre el inconsciente del analizante y el del analista, sino un solo inconsciente, un inconsciente idéntico a la relación transferencial. Inconsciente único que se produce en tanto el analizante dice, crea el lugar de goce, y el analista hace silencio en sí y se ubica en el lugar de objeto. “Es necesario pertenecer momentáneamente al inconsciente para escuchar el inconsciente; es necesario crear y formar parte del goce para percibir el goce”.

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Franco Basaglia La institución de la violencia

Basaglia, F. (1968) La institución de la violencia. En La institución negada – Informe de un hospital psiquiátrico. Buenos Aires: Ediciones Corregidor (1976)

”Quien tiene el poder encuentra siempre la forma de legitimar la violencia” (Basaglia, F. 1987. Los crímenes de la Paz. Mexico: Siglo XXI)

Basaglia señala que La sociedad se basa en instituciones en las cuales los que están del lado del sistema ejercen violencia sobre quienes se encuentran bajo su dominio. La división del trabajo (señorciervo, maestro alumno, etc.) implica una tajante separación entre los que detentan el poder y los que no lo detentan. Por lo tanto, la subdivisión de los roles expresa una relación de opresión y de violencia entre poder y no-poder, que se transforma en la exclusión del segundo por el primero. La violencia y la exclusión se hallan en la base de todas las relaciones susceptibles de instaurarse en nuestra sociedad. Los grados de aplicación de esta violencia dependen de las necesidades de ocultarlas o disfrazarlas por parte de quien detenta el poder. La violencia y la exclusión son justificadas en nombre de la necesidad (educativa, curativa, etc.). Todo esto lleva a que se las pueda llamar instituciones de la violencia.

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De la división entre el que tiene el poder y el que no tiene, se deriva la subdivisión entre el bueno y el malo, el sano y el enfermo, el respetable y el no respetable. Como la sociedad no puede mostrar abiertamente su rostro de violencia sin generar contradicciones en su seno, concede el poder a los técnicos (psiquiatra, psicoterapeuta, etc.), quienes suavizando asperezas y resolviendo conflictos engendrados por las instituciones, sostienen la perpetuación de la violencia global a partir de una accionar en apariencia no violento. De este modo, preparan a los individuos para que acepten sus condiciones de objetos de violencia, dando por sentado, que más allá de

las diversas modalidades de adaptación, ser objeto de violencia es la única realidad que les está permitida. Se llega de ese modo a hacer aceptar la inferioridad social, de un modo más refinado que lo hacía el concepto de diferencia biológica. El acto terapéutico se revela así como una reedición de la acción discriminatoria de una ciencia, que para defenderse creo la “norma”, más allá de la cual se cae en la sanción que la misma norma ha previsto. La única solución, postula Basaglia, es la de hacer tomar conciencia al excluido de su situación como tal, rechazando cualquier acto terapéutico que tienda tan solo a mitigar las reacciones del excluido hacia quien lo excluye. “La única posibilidad que nos queda, es preservar el ligamen del enfermo con su historia – que siempre es una historia de abusos y violencia - , denunciando de forma clara y permanente el origen de la violencia y del abuso” (Basaglia, 1968, p. 167)

Fotografía: Aníbal Repetto

La enfermedad reviste un significado concretamente distinto según el nivel social del enfermo; y las consecuencias de la enfermedad mental no pueden ser consideradas como la evolución directa de un proceso patológico sino que deben

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imputarse al tipo de relación que la sociedad establece con el enfermo a través de su representante: el psiquiatra En este sentido, Basaglia refiere tres tipos de relación enfermo-psiquiatra/sociedad:

-Relación aristocrática: El paciente dispone de un poder contractual que oponer al poder técnico del médico. La relación se mantiene en un plano de reciprocidad debido a que el rol social del enfermo actúa como garantía de control frente al acto terapéutico del cual es objeto.

- Relación mutualista: La reciprocidad de la relación solo aparece cuando el paciente (el asegurado) toma consciencia del poder que posee, y del que no siempre es consciente.

-Relación institucional: Hay un incremento vertiginoso del poder del médico con una marcada disminución del poder del enfermo. El solo hecho de ser internado en un hospital psiquiátrico convierte el enfermo mental en un ciudadano sin derechos, abandonado a la

arbitrariedad del médico y los enfermeros. La única posibilidad de oposición con la que cuenta el enfermo es un comportamiento anormal. Debido a ello, el diagnóstico que recibe un paciente, pasa solo a ser una etiqueta que disimula la significación discriminatoria a la cual se lo somete. El poder deshistorizante, destructivo e institucionalizante propio de los asilos, se ejerce únicamente sobre quienes no tienen más elección posible que el hospital psiquiátrico. Se trata de aquellos que, partiendo de una situación desfavorable, están excluidos por anticipado. La exclusión del enfermo libera a la sociedad de sus elementos críticos y confirma a la vez el concepto de norma establecido. La comunicación entre el enfermo y quien lo cuida, solo se efectúa a través del filtro de una definición (la etiqueta del diagnóstico) que no tiene posibilidad alguna de apelación. El psiquiatra, al aceptar dócilmente el rol que le impone a actuar generando en el paciente la aceptación de su lugar como objeto de violencia, también queda colocado como objeto de violencia.

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El primer paso hacia la curación del enfermo es el retorno a la libertad, a vivir una vida humana, ya que la institución que debía cuidarlo ha sido diseñada para hacerlo inofensivo aniquilando su individualidad. Edificar en trono al enfermo mental un nuevo espacio acogedor y humano no colaborara con su rehabilitación, sino que se requiere despertar en este un sentimiento de oposición al poder que lo ha institucionalizado, para que de ese modo se despierte la agresividad que pueda servir de punto de apoyo para su rehabilitación. Si el enfermo no tiene alternativa, si su vida se le presenta ya fijada, organizada, si su participación personal consiste únicamente en adherirse al orden, sin otra salida posible, le queda una sola escapatoria: la huida en la producción psicótica, el refugio en el delirio. La primera etapa de la reforma consiste en la transformación de las relaciones interpersonales; constituyéndose así nuevos roles que nada tiene que ver con los tradicionales.

Fotografía: Aníbal Repetto

“¿Qué es, más que violencia, lo que incita a una sociedad a apartar y a excluir a los elementos que no juegan el juego de todos?” (Basaglia, 1968, p. 162)

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El enfermo mental es un excluido que, en una sociedad como la actual, nunca podrá oponerse a lo que le excluye, puesto que cada uno de sus actos se encuentra constantemente circunscrito y definido por la enfermedad. Solo tomando consciencia de haber sido excluido y rechazado podrá, el enfermo mental, rehabilitarse del estado de institucionalización en que se le ha sumido. La comunidad terapéutica se convierte en un nuevo mecanismo utilizado para “curar”, por lo que la única solución es la destrucción y superación del hospital psiquiátrico. Los manicomios fabrican los enfermos a medida, produciendo pasividad, apatía y aniquilamiento, necesarios para el control y conducción de la organización hospitalaria. Es en respuesta a un hombre abstracto, definido por el poder económico (quien determina que es y que no es humano, que está bien y que no, que es bello y que es feo) que progresa la civilización. En un hospital psiquiátrico todo acontecimiento obedece a una razón psicopatológica, científicamente explicable. La modalidad de invasión

sistemática del espacio personal, ya de por sí reducido por la enfermedad, y la pasividad a la que el interno es sometido, no le permite a este vivir los acontecimientos de acuerdo con una dialéctica interior. Se le impide tanto ser con los otros, como cerrarse defensivamente. El cuerpo del internado pasa a ser solo un lugar de paso, un cuerpo sin defensa. Se impone un cuerpo único y aproblemático, de manera tal que se le niega la posibilidad de reconstruirse un cuerpo propio que logre dialectizar el mundo. Se conforma así una comunidad totalmente antiterapéutica que se obstina en ser solo un enorme receptáculo de cuerpos que no pueden ser vividos, y aguardan a la espera de ser tomados por alguien que les haga vivir a su manera; definitivamente cosificados. La responsabilidad institucional se concretiza en el Hospital Psiquiátrico como respuesta de la psiquiatría a la orden de control social; para lo cual es necesario cosificar al otro. Es necesario reconocer a las personas y sus historias, y no la historia de la enfermedad y las instituciones que la han contenido. Hay que realzar las necesidades de las personas, y no las necesidades de reproducción de la institución.; las capacidades, los

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afectos y los sentimientos de cada sujeto, y no la discapacidad y los límites ligados a la enfermedad.

“Analicemos el mundo del terror, el mundo de la violencia, el mundo de la exclusión. Si no reconocemos que este mundo somos nosotros - nosotros, que somos las instituciones, las reglas, los principios, las normas, las ordenanzas y las organizaciones-, si no reconocemos que formamos parte integrante del mundo de la amenaza y de la prevaricación por el cual el enfermo se siente aplastado, no comprenderemos nunca que la crisis del enfermo sea nuestra propia crisis” (Basaglia, 1968, p. 162)

Fotografía: Aníbal Repetto

“Mientras tanto, el establishment psiquiátrico define – aunque no de forma oficial -, nuestra empresa como falta de seriedad y de respetabilidad científica. Este juicio s+olo puede halagarnos: finalmente nos asocia a la falta de seriedad y de respetabilidad atribuidas desde siempre al enfermo mental, del mismo modo que a todos los excluidos” (Basaglia, 1968, p. 168)

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Trazos y miradas

J - 11 años

“Y nada de lo que Freud afirma sobre el sueño se podría sostener de no apoyarse en la noción fundamental de una escritura de lo que se ofrece como fenómeno visual” …” la consideración que del grafismo hagamos será idéntica al examen de un sueño: no veremos allí una cosa signo analógico de otra en lo real y habremos de pensar en cambio en un enigma figural. Por ese camino, resistiendo a la tentación de sentido inmediato, se hace posible la interpretación de un dibujo siguiendo las pautas ya clásicas desde la interpretación de los sueños” Rodulfo, Marisa, 2011. El niño del dibujo (p. 21, 25). Buenos Aires: Paidós

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Divergencias (1994) – Aníbal Repetto https://www.flickr.com/photos/anibalrepetto/6454743989/

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Cortitas y al pie “¿Es recuperable la actitud psicoanalítica que una vez fue previa a la clausura teórica allá por los tres primeros grandes libros de Freud, dedicados al sueño, a los pequeños errores, y al chiste, sin que por ese entonces fuera menos psicoanálisis por no hablar todo el tiempo de Edipo, de la castración, del narcisismo?” Rodulfo, R. (2013). Andamios del psicoanálisis, p. 11 . Bs.As.: Paidos.

“Con frecuencia, lo que yo descubría ya había sido descubierto, y hasta mejor enunciado, por Freud o por otros psicoanalistas, o por poetas y filósofos, lo cual no me ha disuadido de continuar escribiendo (y de leer ante algún público, cuando dicho público existe) la última criatura de mi cerebro" Winnicott, D. (1965). La psicología de la locura. En Exploraciones psicoanalíticas 1, p. 148 . Bs.As.: Paidos.

"Al avanzar por el camino que nos llevaba hacia esta meta hemos visto, en forma a menudo inesperada, que algunos interrogantes que considerábamos resueltos volvían a plantearse en toda su oscuridad, que algunas referencias conceptuales a las que habíamos considerado irrefutables perdían su aparente claridad" Aulagnier, P. (1975). La violencia de la interpretación, p.11. Bs. As.:Amorrortu.

“… sería preciso que aquellos que se consideran normales pudieran por fin abandonar, con un gran alivio, esa terrible y dolorosa etiqueta del normal, con el fin de poder asumir y habitar las múltiples dimensiones de la fragilidad" Benasayag, M. (2010) Las pasiones tristes. Bs.As. Siglo XXI

¿Porqué seguir hablando de pulsión cuando los lacanianos han hablado tanto de deseo…?...En primer lugar porque la pulsión es inseparable del placer de órgano. En la pulsión, el estatuto del cuerpo está muy marcado….conservar la idea de pulsión es conservar el carácter carnal del placer de órgano y de la sexualidad en sentido amplio " Bleichmar, S. (2004) Las teorías sexuales en psicoanálisis. Bs.As. Paidós (2014) Sin contornos - Junio 2015

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Los autores Aníbal Repetto Lic. en Piscología / Profesor Universitario / Lic. Kinesiólogo Fisiatra / Docente Introducción a la psicología, y Psicología del desarrollo, Carrera Psicología, U. Maimónides / Músico repettoanibal@gmail.com

Analía Gandini Lic. en Psicología / Especialización en Psicología Vincular de Parejas y Familias con niños y adolescentes / Profesora Enseñanza Primaria / Integrante del equipo multidisciplinario de Rehabilitación y Trasplante de Intestino, Hospital Italiano de Buenos Aires giselda.gandini@gmail.com

Patricia Dizanzo Lic. En Psicología / Cantante / Poeta pmdizanzo@yahoo.com.ar

Alicia Manso Ramos Lic. en Psicología / Docente / Poeta ali3jabna@gmail.com

Damián López Docente damilo75@yahoo.com.ar

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Convocatoria: Revista Sin Contornos convoca a participar en sus ediciones en las diferentes modalidades (artículos, imágenes, viñetas clínicas, reseñas bibliográficas, literatura, poesía, etc.). El requisito es sostenerse dentro de las premisas de la revista: Intercambio de conocimientos y sensaciones artísticas relacionadas con el psicoanálisis, en su sentido más amplio. Sentido que nace en las teorizaciones clásicas, y pasando por sus revisiones fundamentales, alcanza las nuevas propuestas, y se proyecta en el futuro. Los artículos y demás aportes en caso de no ser inéditos deben acompañarse de la respectiva referencia al autor y propietario de los derechos del mismo. Sin contornos, y su editor, no se hacen responsables de demandas que surjan ante el incumplimiento de dicha norma, así como tampoco de las potenciales situaciones de plagio que pudiesen surgir. Así mismo, los autores son responsables de sus expresiones, dichos, comentarios, e imágenes; y de los efectos que estas provoquen. La publicación no implica que Sin Contornos coincida con lo expresado por los autores; ya sea a nivel teórico, social, político, etc. Requisitos formales para aportes escritos: a) Los aportes escritos deben enviarse en Word, con una longitud de 5 a 10 páginas, utilizando letra Times New Roman, Arial, o Verdana, y un espaciado de 1.5. b) El inicio del escrito debe estar acompañado de un breve abstract no mayor a 500 caracteres. c)

Todo escrito debe incluir las correspondientes referencias bibliográficas, ordenadas alfabéticamente de acuerdo a las normas internacionales de la American Psichological Association (APA)

d) Incluir un breve currículum que dé cuenta del recorrido académico / profesional del autor, no mayor a 50 caracteres, incluyendo solo información relevante. Así como una dirección de correo electrónico que posibilite el contacto con los lectores, y una foto de perfil, o en su defecto, una imagen que lo represente

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e) Si el autor desea que alguna frase sea resaltada esta debe estar destacada de manera clara en el texto (negrita, recuadro, etc.). f)

Si el autor desea que su escrito se acompañe de una determinada imagen, debe proporcionarla, adjuntando la referencia autoral de la misma, así como la referencia a la fuente de la cual la ha obtenido, y una carta del autor de la misma, en la cual expresamente permita su publicación a la Revista Sin Contornos y su editor. La carta no es requerida si el autor ha fallecido hace más de 80 años. Sin contornos o se hace responsable por las demandas que pudiesen surgir ante la utilización de imágenes que poseen derechos restringidos de utilización y/o modificación de las imágenes.

g) El trabajo debe estar acompañado de un escrito en el cual el/los autor/es se responsabilizan por la autoría y el contenido de su escrito, y señalan que el mismo, y la información que contiene, no ha sido previamente publicado, tanto total como parcialmente. Así como señalando haber leído los presentes requisitos y autorizando la publicación del mismo. h) En el caso de viñetas clínicas o similares, el autor es responsable de guardar el secreto profesional respecto a la identidad de las personas implicadas, así como de cualquier otro dato que pudiera poner en evidencia su identidad, o afectar a este de cualquier modo posible. i)

Los escritos deben ser enviados por correo electrónico a : sincontornos@gmail.com, señalando en Asunto: Propuesta de publicación.

j)

La recepción de los escritos no implica obligatoriedad de publicarlo, quedando esto a consideración del editor.

k)

La estética de las publicaciones está a cargo del editor de la revista, quien lo hará respetando el texto enviado por el autor. Si el autor no hubiese enviado imágenes ilustrativas , el editor podrá disponer de la elección de las que considere pertinentes para llevar a cabo dicha ilustración; excepto en el caso de solicitud expresa escrita por parte del autor, refiriendo su preferencia acerca de la no ilustración de su escrito.

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Requisitos formales para aportes en imágenes: a) Las imágenes deben ser enviadas en formato JPG, con un tamaño no superior a 10 Mb. b) En caso de tratarse de una serie de imágenes, dicha serie no debe superar el número de 5 imágenes. c) Acompañar, opcionalmente, la imagen con un texto descriptivo, no mayor a 300 caracteres, escrito con letra New Roman, Arial, o Verdana. En caso que el texto no sea de autoría propia, debe proporcionarse la referencia bibliográfica correspondiente. d) Incluir un breve currículum que dé cuenta del recorrido académico / profesional del autor, no mayor a 50 caracteres, incluyendo solo información relevante. Así como una dirección de correo electrónico que posibilite el contacto con los lectores, y una foto de perfil, o en su defecto, una imagen que lo represente. e) En caso que la/s imagen/es no sea/n de propia autoría, esto debe ser aclarado por escrito, y acompañarse de una carta del autor de la misma, en la cual expresamente permita su publicación a la Revista Sin Contornos y su editor. La carta no es requerida si el autor ha fallecido hace más de 80 años. Sin contornos o se hace responsable por las demandas que pudiesen surgir ante la utilización de imágenes que poseen derechos restringidos de utilización y/o modificación de las imágenes. f)

El punto (e) es válido también para fragmentos de imágenes que no fuesen de autoría propia, y estén incluidos en imágenes que si lo son.

g) La/s imagen/es debe estar acompañado de un escrito en el cual el/los autor/es se responsabilizan por la autoría de la/s misma/s, y señalan no ha sido previamente publicada, tanto total como parcialmente. Así como señalando haber leído los presentes requisitos y autorizando la publicación de la/s misma/s.

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h) En el caso de viñetas clínicas, imágenes provenientes de test psicológicos, o situaciones similares, el autor es responsable de guardar el secreto profesional respecto a la identidad de las personas implicadas, así como de cualquier otro dato que pudiera poner en evidencia su identidad, o afectar a este de cualquier modo posible. i)

La/s imagen/es deben ser enviadas por correo electrónico a : sincontornos@gmail.com, señalando en Asunto: Propuesta de publicación de imagen.

j) La recepción no implica obligatoriedad de publicarlas, quedando esto a consideración del editor. k) La estética de las publicaciones está a cargo del editor de la revista, quien lo hará respetando la integridad de las imagen/es enviadas por el autor. l)

Revista Sin Contornos, y su editor, no se hacen responsables ante las demandas que pudiesen surgir ante los efectos causados a otras personas por el contenido de las imágenes publicadas, haciéndose el autor de las mismas responsable por esto.

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