Katherine Mancilla
1994
Colección
Laura Damián
SIÓN EDITORIAL Poemario Ganador III Certamen de Poesía Joven
1994 Katherine Mancilla Primera Edición Diciembre 2020 Quetzaltenango, Guatemala Colección: Laura Damián Cuidado editorial: Sión Editorial sioneditorial@gmail.com
Diseño de portada: Andrea Girón Diseño y diagramación: Manuel Rodas
© Katherine Mancilla, 2020 © SIÓN EDITORIAL, 2020
Primera edición impresa en Quetzaltenango, Guatemala ® Todos los derechos reservados Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o trasmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo del autor y la editorial.
Nosotros queremos empezar por el principio, pero el universo alterno no nos permite, entonces continuamos desordenadamente; creemos que ha de imperar el caos, inevitable. Lo único que hay que contar es cuándo nací, después del Génesis estoy yo.
Para la vida: Yo soy tuya toda tuya. Piensa que vives, que eres, que permaneces. Pero no es real
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I Nuestro contrato era limitado como todos pero vos eras falsa y yo también. Nos sobrevivimos lo justo, lo necesario, lo imprescindible: la vida. II Firme aquí. Al filo de la convicción de ser nadie lee las letras pequeñas pero vos eras falsa y yo también. Una y otra noche nos abrazamos, nos consolamos, creo. Yo era más falsa, pero todo es aprendido. —Sal de esta casa para siempre. Y salí a la vida.
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Hija, de mis entrañas y de mi sangre, que no te arrebaten la voz dice mi padre. De esas memorias tengo muchas y a quién le importa mil novecientos noventa y cuatro donde comienza el celeste cielo terminan tus ojos volcados. Evocaciones. Y a quién le importa mi padre se alegró mucho: ¡Es una niña!
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Cuando nací En la vida hay cosas que se olvidan hay cosas que se olvidan que se olvidan se olvidan olvidan… y es peor, hay cosas que no se olvidan, como Eva no olvida que el mal del mundo lo lleva a rastras más pesado que la cruz nadie dirá eso como parto eso es también su culpa como corte de cesárea son cosas que no se olvidan ahí viene todo el torrente la venganza del recuerdo el día que naciste cuando la matriz me escupió al mundo morada casi de colores… y fue el más vanagloriado triunfo sobre la tierra, triunfo de separación, de exhumación, corte transversal la memoria me lo recuerda vívido uno olvida muchas cosas. ¡Vaya! ¡La venganza es esta! No olvidar, no olvidar, no olvides el día que naciste.
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Invitación anual Nadie supo que no tenía madre pero la invitaban como se invita a los fantasmas a ver si llegan nadie sabía por eso todos los años hacíamos manualidades cantábamos reíamos y bailábamos y la invitábamos a comer y hacíamos festejo tal como dictan las costumbres internacionales y llegaba como llegan los fantasmas a los aniversarios una vez al año, casi sin fallar.
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Autoconvicción Y entonces me declaré huérfana con una bandera blanca en mis manos porque no había necesidad de guerra y mis trémulos dedos, la ondeaban. ¿Dónde está tu madre? preguntaban bocas de donde salían serpientes pedazos de lástima ¡ay pobrecita! mi muchachita. ¿Acaso no ves que soy huérfana? Con la bandera entre mis dedos. Diez de mayo a las diez de la mañana. ¿Dónde está tu…? y puse en mi frente un letrero para que todos lo vieran.
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Realidad alterna, el espacio no eres tú, ni soy yo. El espacio no existe, la realidad tampoco.
Oración de un padre Es una niña dijo mi padre la vida se te ha dado. Y te cuidaré como un padre cuida a su hija te daré mis manos y mis brazos y mis piernas te daré mi columna vertebral omóplatos, radio, peroné cartílago, tendón, falanges. Te daré mis ojos los ojos del cielo. Te daré mis pies los pies descalzos y caminarás, hija.
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Todas las noches hice preguntas y nadie respondió.
Enseñanzas colectivas I Cuenta la vieja enseñanza que te hacés mujer con la menarquía pero es así como es puro cuento. Vos ya eras mujer ya eras y sin saberlo. Una vagina es tal cual es, no más. ¡Es una niña! Tome en sus brazos a su hija señora, es una niña seis libras de peso.
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II Aquella época infantil irónica porque nadie dice nada todos hablan, solo hablan y vos jugando a adivinar qué dicen a querer ser grande y vos jugando a que tenés un hijo qué salvaje la cultura colectiva que te regala un muñeco para que lo cuidés porque vos tenés te dicen un instinto maternal vos que tenés una vagina y serás madre de todas las generaciones así sea está escrito.
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III Aprender a ser ya es mucho suficiente. Para que encima te vengan a decir aprenda a ser mujer mija aprenda a barrer aprenda a cocinar aprenda a lavar todos los quehaceres. A los ocho años uno todavía no tiene claro si se está aprendiendo a ser mujer o a ser ama de llaves. No se sabe cuándo te enseñan a ser en qué momento ocurre, casi estoy segura que esas cosas no las enseñan uno por rebeldía las aprende. Ahí viene el paletazo y santo regaño encima: — ¡Aprenda a ser mujer mija o no será nada en la vida!
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Yo estoy reescribiendo sobre todo esto, porque sos fuego porque el fuego salva al fuego
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[..] Tu vientre sabe a pan la catedral es tu cuerpo [...] Héroes del Silencio
A ella le decían A vos te decían puta y tus piernas eran de colores vivaces yo te soñé muchas noches vestida de blanco la pureza del blanco occidental magnificencia de catedrales caótico, siniestro, más a funeral porque a vos te decían pu…, ¡qué sabés vos de lo que decían! Vestido blanco sangre que cae. Pero a vos te decían…
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Conteo regresivo De todos éramos ocho pero ya somos muchos ya somos muchos. Conteo regresivo, ocho siete seis cinco cuatro hasta ahí nos quedamos todos morimos de cierta manera a todos nos atravesaron nos quemaron desde adentro nos condenaron. Nadie absuelto. Nacimos y eso nadie lo niega para yacer, para convertirnos a todos en un crimen y quién sabe por qué estamos acá porque a todos nos mataron y hay evidencias aunque quedamos cuatro.
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Fotografía, un paréntesis en la historia Las sonrisas de los niños son hermosas hay una foto que parece detenida en el tiempo tres años, cinco años, siete años. El tiempo es irreal ahora solo estoy yo y ese papel guarda un sueño roto
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Epílogo de una muerte prematura esto no es real, no es real, no es real. Ocho Como me dolió tu muerte hija mía me dolió más que a vos, estoy segura. Esa noche yo te maté con mis manos. Me repetía: ¡Esta noche morirás! Y yo te maté, no sufriste, aunque me dolió más a mí que a vos. Desdicha tuya fue nacer día viernes como a las cuatro a. m. Hoy tendrías doce años y tal vez habría pastel sobre la mesa en cambio, hay veladoras frente a una foto que nunca existió.
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Siete Como me dolés hijo mío desde el centro del abismo hasta el tuétano de cada hueso vos me dolés en la apnea del sueño vos me dolés donde no me alcanza la memoria vos me dolés en el espejo hace veintiséis años primera concepción cópula asertiva y pese a eso a vos también te maté lentamente que nadie se dio cuenta y vos que sí me querías aunque con cuchillos en torno a mis pies y vos que lloraste por mí tantas veces, tantas veces, tantas veces y yo te maté y caíste en las fauces de la muerte cuando una bala atravesó tu parietal atemporal, sin sentido, sin razón y todo el mundo gritó y también lloré porque se me partió la conciencia y cada diez de mayo irónico le llevo flores a tus cenizas.
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Seis Por las mañanas me parece ver sus pequeños ojos [ mirándome haciéndome preguntas absurdas, preguntas de niña su pequeña mano invitándome a salir a pasear su sonrisa de cascada, su inocencia de ojos vendados. Ella no sabe mi nombre, yo sí. Eso duele más. Ella no sabe que no somos reales. Ella es mi hermana. Ella tiene doce y yo veintidós. O tal vez sí, tal vez en este pasaje yo sí soy real. O tal vez no y me equivoco al decir mi nombre. ¿Dónde están mis queridas hijas? —dice una voz suave. Nadie responde. Un altar, una vela, una tumba. Acá no hay nadie.
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Cinco Él también es mi hermano lo conozco desde la concepción desde la matriz. El día que nació no tenía nombre yo tampoco el día que nació nos hicimos hermanos nos vimos a los ojos lo demás ya no lo recuerdo.
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Cuatro Me has matado me has matado, por dentro y fuera me has matado, madre, y sigo viva. ¿Por qué no me mataste de una vez aquel noviembre del noventa y cuatro? ¿Por qué me dejaste viva cuando languidecía? Era tan fácil. Era tan fácil. Tan fácil.
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Todos mis recuerdos los he sacado de un pozo profundo y hoy parecen añejados, fermentados.
Y entonces, cuando te veas al espejo En tu vientre hay sangre hay sangre porque tu útero está listo porque tu vientre es fértil ingratamente fértil desdichadamente fértil y cuando te veas al espejo no verás a la misma es mentira en tus piernas se te va la vida se te irá la vida y es mentira porque te verás y no te encontrarás cada mes habrá sangre no morirás es ley pero no te encontrarás yo tenía once mientras me veía al espejo y no te encontrarás estaba sola y el espejo no mentía no mentía.
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Porque el tiempo no nos deja ser lineales, hay que usar tangentes.
Y tus piernas eran de colores pero vos usabas leggins para que nadie las viera y tu carne era dulce tentación de todos y te deseaban… desde la punta del pie. No hay culpas. No-hay-cul-pas. Porque tus piernas eran de colores vos eras muy joven hace unos 25 años. ¡Qué sabía tu vientre de engendrar generaciones! pe-ro-no-la-cul-pes dice todo el mundo es-tu-ma-dre y han pasado 25 años y sus piernas siguen siendo de colores. Entre líneas. Sus palabras me duelen su indiferencia me duele cada vez que dice: ¡Y si mis hijos se mueren a quién le importa!
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La puerta se abre y mis manos se pulverizan, se hacen sombra.
Nociones I Noción de todas las cosas del suelo, que duele, que quema que te arranca la piel. Noción del tiempo sobre todo, hágase el tiempo y destrúyanse todos los relojes. Estoy acá esta vez sin sueño, sin sueño ni una gota de sueño con doce años, vasta la vida noción de ser, noción de mí. No se te olvida que te despiertas cualquier día [ indiferente al otro y a alguien se le antoja arrojar los dados. — ¿Qué estoy haciendo acá? A las diez de la mañana ha comenzado la revolución los muros se han desplomado. ¿Estás lista para la guerra? los fusiles están disparando jamás se está, cuando sentís de un solo te arrebatan tu ilusoria felicidad tu estúpida felicidad de niño cuando venís a caer en cuenta ya te mataron y quedás vos solo, aunque el mundo te ande vendiendo que llevamos un niño interior. 26
Allá afuera una puerta nos separa de los agresores de las diez, ya son casi las once de la mañana. Todo ha sido dicho. Desde el omega noción de todas las cosas noción de mí entera hasta el alfa. Allá afuera todo está destruido los libros los quemé todos, por rebeldía pero hubiese quemado la casa entera. Mis pequeñas manos, mi pequeño cuerpo sin armas ni escudos, ni espada ni balas mi delgada voz, sin voz. Malditas sean las guerras desde la raíz de la [ humanidad desde las entrañas. Después del primer ataque hubo muchos más allá afuera todo fue destrucción los siguientes años fue destrucción.
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II Después de haber estado en guerra por muchos años no se te olvida tan fácil cómo disparar un cañón, con el blanco en la mira. Se vuelve fácil atravesarles el esternón, un pulmón carnicería de primera mano, presa dócil y fácil. Después de años de escándalos en cada esquina nada me sorprende, ni las bombas ni los asaltantes de buses ni los discursos presidenciales ni sermones litúrgicos después de todo eso, nada me sorprende. La guerra me caló los huesos. Me partió en dos. ¿Cómo podías vos con tus pocos años luchar con todo [ eso? Nadie puede, nadie puede. —Responde una niña.
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III Despertar una mañana cualquiera. Escuchar que la sentencia ha sido dada y vos sin saber como en los tiempos medievales. Y vos sin saber. Acusada, casi guillotinada. Condonada. Eso era todo lo que vos necesitabas me digo a mí misma saberte en un campo minado. Es divertido luego de un tiempo das un brinco de un lado a otro corrés, bailás ballet, jugás a las escondidas. Es divertido tener un mapa mental vas y venís. Y lo mejor: Sin ningún rasguño. Eso era todo. Lo que vos necesitabas. Saber te decís a ti misma frente al campo minado y te movés porque una vida atrás fuiste bailarina.
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IV Yo tenía un par de manos, con sus dedos y sus uñas. Yo tenía un par de ojos, con sus pestañas y sus [ párpados. Yo tenía un par de piernas, con sus muslos y sus [ rodillas. Yo tenía una carta, una reconciliación, una firma de [ paz, un contrato. Y lo quemé todo para arrojarme también a las llamas.
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Encuentros Crucé la puerta y estabas vos madre de todas las generaciones esfera de cristal. Ah, crucé la puerta y te hiciste na-da
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Para perdonarla tuve que olvidar mi nombre La perdono, la perdono y me corto las manos me desangro desde adentro. Qué inútil. Inútil es hablar sola. Inútil es reír sola. Inútil es llorar sola. Yo la perdono, pero es inútil. Nadie me escucha en la habitación oscura nadie me escucha a medio día en el patio de mi casa nadie me escucha en un salón de clases con treinta alumnos nadie me escucha.
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Bienvenido al recuerdo, aquí no hay nada; paredes desiertas de cuadros y camas vacías de almohadas.
Como todas las tardes estaba ahí. Había un pasillo. Paredes blanco hueso y café. Puerta de metal. Casi las seis, casi las siete. Estaba ahí y nadie llegaba.
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Atrévete a romper los muros en mis narices y abofetea mi rostro del mismo lado. Diálogos I Confesión —Yo no soy tu hija. No pariré generaciones. Vida, sol, tierra, llanto, escombros, guerra, látigo, cruz, sangre. —Yo no soy tu madre. No velaré tu sueño. Círculo, sueño, lívido, montaña, raíz, esqueleto, vientre, luna. Exilio —Te he desterrado hija para siempre. —Arrojé a la borda la corona. La rechazo, la rechazo.
II — Hija mía, ¿por qué estás sola? pregunta una voz distante. — ¿Hija tuya? Yo no tengo madre, no puedo ser tu hija. Esto no es real, se raja el espejo, caen los pedazos.
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Cómo no quererte hija mía ¡cómo no quererte! si fuiste mía.
Hija, no reniegues tu destino acéptalo como se acepta la vida a ciegas como se acepta la muerte en el umbral acéptalo como se aceptan los pecados «por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa» acéptalo hija tu destino está dado.
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Recogí todo lo que estaba en el suelo y me encontré a mí misma
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Lo confieso a ciegas, a cuartos cerrados No nos hemos perdonado desentendernos lo confieso a ciegas, a cuartos cerrados, sin luz y ardo más que el fuego, me hago cenizas. Nos hiere, vos y yo lo sabemos caemos en el juego, lanzamos nuestras flechas reímos como dos desconocidas y nos saludamos [ habitualmente pero bien sabemos, de fondo, de forma que no nos hemos perdonado, no haber sido, no ser.
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Convicción Porque nos hemos quemado las manos todos con la misma cuerda tratando de sostenernos creyendo sostenernos era eso o nada era eso o caer y quebrarse el cráneo, partirse la columna pero más allá de eso, qué importaba quedar en pedazos. Soltar la cuerda era salir a la calle y ver a la gente con todos sus males era ver los cadáveres de mis hermanos en el pavimento era pensar, era sentir, era mirar, era escuchar, era [ entender. Ellos me miraban sin entender, no creían, no querían [ creer lloré de rabia y solté la cuerda.
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Relato de dos hermanos Tu hija, con un par de ojos tu hijo, con un par de manos. Fuimos tuyos. Hemos sido entregados a la eternidad al para siempre nos meció la muerte más temprano antes de la noche todos tus hijos no tenemos nada que decir excepto eso, que estuvimos en tu vientre bebimos de tus senos pero ya no somos más.
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A veces la perdono porque estaba loca, porque siempre lo ha estado.
Otro epílogo de una vida que no es mía Así te conocían. No es una profesión casi ni una referencia ni un insulto. ¿Dónde putas estás? En el adjetivo. En el verbo. En el sustantivo. Juguemos a adivinar. Juguemos a quebrarles las puntas a las agujas. Juguemos a quitarles el filo a los cuchillos para que las palabas no duelan hagámoslas más dulces, más sensatas. ¿Dónde estás? En la esquina, no. Eso es para las de bajo mundo. —Yo estoy en todas partes mis piernas caminan y mis muslos son fuertes decís. Ellos ven solo la convergencia. El bosque. El caudal. Y vos caminás con el oro en tus manos la corona en tu cabeza. Con tus piernas policromáticas de colores.
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En el cielo, si es que hay estrellas… ahí estaré para siempre y no me olvidarás.
Después del Génesis estoy yo inalterable, en todos lados como ojo de Dios. Me paro frente al espejo veo el agua caer me hago manantial. Estoy yo madre de todas las generaciones. Tu destino está dado. Tu destino está dado. El agua es fría comienza por la frente, el pecho el vientre, las piernas; hasta los dedos del pie. Tu destino está dado.
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Tu destino está dado.
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Katherine Mancilla Nació en Guatemala en 1994. Estudió Administración de empresas. Dedicó buena parte de su vida a leer y escribir de manera autodidacta. Ha publicado en la revista Mandrágora y fue finalista en el certamen de poesía convocado por la editorial salvadoreña EquiZZero 2014.
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