La soledad del infinito - Miriam Ochoa

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Miriam Ochoa Maldonado

La soledad del infinito

Colección Libélula

SIÓN EDITORIAL


La soledad del infinito Miriam Ochoa Maldonado Primera Edición Junio 2019 Quetzaltenango, Guatemala Colección: Libélula Cuidado editorial: Sión Editorial sioneditorial@gmail.com Ilustración de portada: Karla Anleu Diseño de portada: Heidy Cabrera Diseño y diagramación: Manuel Rodas © Miriam Ochoa Maldonado, 2019 © SIÓN EDITORIAL, 2019 ISBN: 978-9929-787-15-5 Primera edición impresa en Guatemala ® Todos los derechos reservados Esta pubicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o trasmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo del autor y la editorial


“Va herido de infinito es un poeta maldito” Rafael Arévalo Martínez



Casa que cuelga del universo Tengo una pequeña casa es pequeña con una sola ventana. Tengo una pequeña ventana en mi casa pequeña desde ahí puedo ver lo que otros no ven, porque tan solo se ve desde la ventana pequeña de mi casa. Mi casa se ve pequeña pero estando desde la ventana de mi casa es una enorme casa que flota sobre el universo que habito. El universo que habito será el mismo donde tú posas las manos -preguntoy mi voz baila por la casa no tengo puerta en mi casa pequeña Has visto las luces que destella cuando estoy triste, por ejemplo toma un color azul y sonrío. Cuando se está borrando la risa de los niños de la casa salen luces de aurora y toda la tristeza se vuelve a colores. Un día soñé estando en las faldas de un volcán inmortal, vi la nieve, vi los icebergs de hielo intente escalar aquel volcán, pero del hielo no pasaba ahí se quedaban mis botas, ahí dentro del hielo se detiene la fuerza del mundo y es cuando lo único que cuenta es el calor de los cuerpos humanos para derretir el hielo del mundo el calor humano rompiendo los posibles de calamidad. Y descalza vi al inmortal volcán y le sonreí con calma y de nuevo mi casa pequeña sonreía 5


reposaba sobre la extensión fría que en ese instante florecía. La vi desde mi sueño desde la ciudad sentada a la orilla de una avenida bulliciosa. Sonreí, desde ese día comprendí cómo funcionaban las cosas sonreí, desde ese día me quedaba solamente eso porque a veces cuando me siento triste habito la casa.

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Ciertos días A veces me sentaba de la vida a esperar, su comienzo. Ese camino, esa verdad que era la multiplicación de todo, a veces me hundía de rodillas y esperaba; al tiempo, solo imaginaba ese color y me iba recto por la nada, de ahí que cómo doliera entender mi regreso. Las luces me guiaban a un retorno y eso era bueno; no es bueno quedarse atrapado entre lo oscuro. De la luz vienen los barriletes en tiempos sin aire, de sus colores una voz nos alivia. A veces, eso era antes, me sentaba a esperar las verdades; las voces, los llantos, pero eso era antes, ahora voy, tal vez de nuevo, hacia la nada. Pero ahora voy abriendo los ojos, llevo puesto mi suéter azul universo, danzando en espiral sobre, entre, por el infinito.

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Momento el producto de la masa y la velocidad En qué parte tiene movimiento mi poema, donde escribo masa, o masa es lo que escribo, si mi poema no se mueve no tiene velocidad -pregunto- y me aterro, tanto me aterro que dejo a un lado las hojas, el papel, los lápices y estos empiezan a volar, rondando por todo el espacio pero hay uno especialmente que alcanza una carrera impresionante atravesando la ventana, hasta llegar al cosmos, y cada noche nos tira pedazos de rocas lunares, para explicarnos la definición de masa, aceptamos sus rocas lunares como hermosas ofrendas de un ahora y las vemos pasearse desde la ventana por el cosmos, es un poema cósmico que nació aquel día que se atrevió a volar por el cuarto. Hasta atravesar la ventana. Si el poema cósmico es masa, un momento es igual a un poema siempre y cuando atraviese el cosmos. Los poemas siempre buscan el infinito, desde hoy quiero ser poema y si tú eres estrella, un día juntos, poema y estrella.

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Punto número uno Se entona la canción más triste del mundo y todos avanzan en la marcha constante de un ahora, el futuro nos ve desde lejos y avanza de prisa. Los pies no se hinchan, solo duelen cortan pasos y eso desespera, el gato nos ve desde el techo y nos pregunta el porqué del silencio, nadie le responde, al gato no le interesa, tan solo avanza con la luna tratando de explicar que de eso se trata, luna en rama que tanto nos alumbra. El sonido abrazador de la noche es la canción más triste del mundo, y hace de la caminata inmortal, la caminata inmortal más triste del siglo, nadie sabe de fechas, ni días; ni horas, avanzando, goteando su tristeza, tan solo eso, qué se puede esperar de gente como esta. Pero no todo está perdido aún se escriben poemas absurdos a media noche -dicen- aún se leen las noticias amarillistas en la ciudad. Punto número cinco el egreso de la generación más triste del mundo.

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* “Este afán de relatividad de nuestra vida contemporánea es lo que da al espacio una importancia que solo está en nosotros, - Y quien sabe hasta cuándo aprenderemos a vivir como los astros Libres en medio de lo que es sin fin, y sin que nadie nos alimente” Alfonso Cortes

Me lavo la cara todos los días en lágrimas y a nadie le importa esto no es una enfermedad, el sistema social político se cae a pedazos, se hunde como siempre debió hacerlo, pero esto no es una enfermedad. Jennifer recibe los golpes en palabras de sus compañeros de escuela, de sus vecinos ingratos, pero no se hace nada porque esto no es una enfermedad, porque esto es cuestión de la fuerza, de cara lavada, esto no es cuestión de palabritas, de dedos sobre las teclas, esto es un cáncer, una embolia en la estructura de un ahora, no de un futuro, esto más que cualquier mal, esto si puede matar.

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* Así me siento a esperar el paso de la luna, su salida dentro de la tierra, a mí no me engañan, la luna no gira, tan solo se esconde detrás de la montaña La vi sentarse con tanta solemnidad que no podía ser posible, no lo era insisto y me da miedo. Será el miedo una forma de encontrarnos sin vernos, tocarnos los ojos sin ver absolutamente nada, solo el moho en los libros nos acompaña y la tarde por piadosa nos presta atardeceres, no hay soledad tan grande como la de no ver las edades de la luna. En la ciudad no se ven las estrellas. Emilio dibuja la luna en un cartón y la pega en el cielo de su cuarto la luna al amanecer se despega y le abraza las manos, la luz que abriga su espacio le recuerda que la luna es de todos, Emilio no ve la luna, pero la inventa. Un día me regeneré cuando vi tus ojos, tus ojos de sol es este espacio sin color en este espacio que arde. Las cenizas de un pueblo triste, no se recogen, se tiran con fuerza, el viento las construye en arboles; lapiceros, sprays o suéteres, eso me dijo mi abuelo cuando le conté que la tristeza me jalaba, como un perro insistente, -Llévelo al cerro, me dijo- y se dará cuenta como la tristeza ya no es perro, sino lobo que habita el inmenso campo, los campos de trigo se parecen al lugar azul donde habitan las estrellas -Abuelo- Y su rostro se enterró en el polvo y con sus dedos formo un torbellino inmenso ¿Por qué es azul el polvo abuelo? Porque es tan solo un reflejo del cielo. ¿Cuál cielo? -Ahí donde habitan las estrellas, las estrellas infinitas que a veces se vuelven polvo y se reflejan en la tierra- Y yo creía que eran las piedras, las estrellas de la tierra. Y mi abuelo me vio a los ojos, como si de alguna manera hubiera descubierto algo serio.

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* Desde siempre fueron los árboles y las nubes esa forma de no sentirnos solos, sentirnos observados. Esa ambigua voz de un presente, de un día de lluvia que se acaricia con los brazos abiertos, brazos de luna; eres tú mi luna, no puede ser nada más, el cielo está bailando, son las nubes vestidos inmensos de ayeres o son la voz tibia de un pueblo que canta. Mi voz alcanzará multitudes desde el cerro se dice fuerza y se multiplica en ecos por todos los lugares, mis hermanos dijeron cielo y empezó a llover. Luna nueva, sale de la montaña y escribo un poema, todo lo que tocan tus manos se vuelve a la tierra, colores o poesías que se leen con fuerza y temblor Los niños preguntan, ¿cuál es la esperanza? y no les decimos nada, por asombro. Calles de piedra, florecen cada puesta de sol. No se construyen grandes puentes, pero la sombra del aguacatal nos dibuja enredaderas de flores inmensas, todos pasan con la frente en alto. Polvo estructura de tierra con un poco de tristeza, los colores de la tarde hacen de la calle aguacatal una de las calles más hermosas del mundo. ¿Cuántos mundos para un niño? Puedo caminar todo el mundo. País, mi suelo de invierno, suelo hecho de ceniza, flor de ceniza que ha de bailar por sus cumbres, yo sé que bailara. Sin palma africana, sin humo de mina, sin tristeza de guerra. Y ahí están cantando siempre los niños en una calle de niños cantando dulces melodías de un ayer, ese ayer que no sabían que existió, pero alguien les hablo con asombro y se esconden las letras, bajo nuestro suéter bajo nuestras manos, están abiertas las manos para un lugar mejor, bueno o mejor. Y ahí están las nubes diciendo que no estamos solos.

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Es mejor que no se nos diga dónde saldrá el sol cada mañana para no olvidarnos del asombro.

Este día no será un humo cualquiera, cielo lleno de ese humo no cualquiera, corazón a la mitad del cerro, desde hace tanto tiempo la distancia tiene otro concepto, otra forma y hasta camina. Y será el día hoy porque el mañana nos da miedo o frio, nos da también esperanza, humus tierra, humus humano. El infinito no está solo, estamos combatiendo entre enredaderas, no nos tiembla la mano, la loma infinita y después de ella, el cerro que nos alumbra, ahí bailaron los venados cola blanca en una tarde de mayo, dijo don Pablo y le temblaron los ojos, espero el grito que no se presenta, escucho los pasos de la noche sobre tanta hoja muerta, las hojas no tienen prisa, el silencio, también molesta, las palabras recuperan fuerza cuando salen de la montaña, cerro lleno de oro brilla por las noches, es tan valiosa que mantuvo vivos a nuestros abuelos y lo hará por nosotros, no lo merecemos, lo dudamos todo, nos brillan los ojos y seguimos con fuerza. A dónde sembrar la lucha; en cada ser bueno del pueblo para crecer en fuerza, en resistencia el cerro arde de luz, no de fuego aún no usamos el fuego, no se usa el fuego en la montaña. Cada incendio provocado es un golpe en la sien nuestra; usamos la luz y los cegamos por completo y no nos da miedo. Aún bailan los venados en el cerro, son agiles, fuertes y valientes, somos venado y nos cargamos nuestro suelo a la espalda con alegría y esperanza.

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Poemas en llamas o cuaderno poema que arde. Voy a escribirlo. La madrugada como daga sobre mi cuerpo, cuerpo arde se desplaza y no haya quietud solo el calor tan fuerte, siempre miro hacia el cielo buscando a mi estrella, esta viene tan solo en verano, después del atardecer ahí esta ella, cómo saber sí es ella. ¡Apaguen el fuego! llévense las brasas, lejos. El calor está entrando, entra muy fuerte, no lo aguanto, ¡ayuda! -digonadie me escucha guardo un silencio tan absorto, quiero del silencio un poco de humedad, la consigo unos minutos y nuevamente el calor tan asfixiante, es muy absorto, pero sigo en pie, no me puedo sentar, de pronto me descubro y estoy tirada sobre el lecho, la cama, las chamarras el fuego, las brasas, arden, arde, ardo, volteo y ahora alguien le da fuerza al fuego con mi cuaderno azul de poemas, veo como sus resortes se desprenden, así es la vida que se rompe, por pequeños pedazos día a día, noche a noche, se rompe, y en un milisegundo veo como de ser mi cuaderno de poemas, se vuelve un cuaderno de llamas, nadie puede leerlo a menos que sea un lector de irrealidades de mundos distantes al mundo paloma nuestro. ¡Ay el calor! me arde todo el cuerpo especialmente los huesos, la conexión de un hueso al otro, cómo se le llama a esa estructura, esa palabra, ¿cómo se llama? ¿cómo se llama? Alguien al fondo del cuarto dice: articulación; y vuelvo a llenarme de miedo, abrazo con fuerza mi cuaderno azul de poemas, que ahora es un cuaderno de llamas, poemas en llamas, poemas de llamas que tan solo una persona podrá leer y recuerdo que si busco humedad tal vez me sirvan las lágrimas, y con fuerza recuerdo cada suceso que me dé una lagrima siquiera y nada, nada ocurre después; unas tibias lagrimas caen al suelo, y el piso arde, arde brutalmente con la plena convicción de ser llama, el dolor de espalda tan atormentante, olvido el fuego y busco humedad, le quito la tinta a un lapicero y dibujo mares en las paredes, y el cuarto infernal se llena de agua. Mi cuaderno poema de llamas, emprende vuelo como diciendo no pertenecer, cuánto sufro al verlo partir, doy 16


un salto y me cuelgo de uno de sus resortes blancos, como tantas veces me colgué de la vida con esa urgencia que nos sostenemos de ella, y volamos, de seguro de nuevo al fuego. La madrugada con sus mil caras me ve colgando del cuaderno poema de llamas y se ríe.

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Abuela Mi abuela se tropezó y al caer dentro del lodo le salieron alas, alas inmensas de mariposa y nadie la volvió a ver, nadie vio su vuelo, nadie. Abuela alas de viento abuela mariposa multicolor. Abuela te veo en la distancia elipsoide de una nebulosa abuela, vuela, alas de mariposa te desprendes desde el hermoso cielo azul no existe lagrima que manche mi poema porque este brilla en lo alto a la par de mi abuela abuela alas de mariposa ella lo cuida en el infinito con tanto amor.

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¡No Margarita! nunca hemos estado solos ¡No Margarita! nunca hemos estado solos ¡No Margarita! nunca hemos estado solos. Tal vez, no Margarita nunca hemos estado solos. El viento escribiéndole a Margarita en una noche de abril que moviendo hasta el último suspiro de las aves que no duermen, canta. El viento cuando sacude los espacios es como el sonido del fuego; cuando arde.

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Bailan las nubes sobre la cabeza del mundo. ¿Cuántas cabezas? ¿Cuántos mundos? Margarita se sienta sobre el invierno y espera, tal vez las nubes estratosféricas polares que le van dando esa nostalgia que tanto necesita para su mundo para regar sus macetas de tristeza que ha plantado con tanto amor. Pero este no será un poema formal, será tal vez el esfuerzo de un insoportable dolor de huesos que tan solo con el golpe del lapicero me está dejando sin fuerzas. Bailan las nubes, bailan y siguen bailando, tal vez buscan la lejanía, la naturaleza, la montaña y el lago como una forma de huir de sí mismos y tú, qué buscas, le pregunto a Olivia

“Qué es más grande o más útil, la paz mundial o la paz de un solo salvaje” Alfonso Cortés

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Globo azul tierra La soledad es una forma de destruir mis manos, -dicesmis manos avanzan con la fuerza de la lluvia, es de noche y hace frio las estrellas se enfilan y abren paso en el infinito quiero el día en que se enfilen las estrellas sobre nuestros ojos y nos rindamos en su fuerza, a dónde nos llevan... Tal vez nos despidan con sus dedos de estrella, llenos de plata, uranio o sombras la soledad es una chispa pequeña que no tiene fuerza en el infinito no destruye manos, no arma puentes no rompe edades no siembra tristezas mis manos, tienen fuerza, quiero el día en que se despeguen de mis manos los colores y las formas geométricas para armar un globo y volar, inmensamente.

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A qué distancia se encuentra mi estrella, cómo saber si es ella, cómo saber de qué color son las estrellas; son sus colores del cielo o de la tierra. Son los días azules o sin forma, mi madre me lo dijo la luna es grande y su lujo es inmenso, su fuerza es enorme. Los días desde ayer son nuevos o viejos, los días son gastados los que una persona tira al precipicio, si viviera cerca de un puente les diría cada día que no salten: por necia. Cada domingo Romina pasea sola por el parque con un vestido azul, al caminar deja caer estrellas y cada luna nueva sonríe y no se escribe un cuento en el anochecer por miedo a las sombras. Mi madre también me conto que las sombras pueden convertirse en seres que rompen, los bosques y los mares. Son personas madre mía, con la plena convicción del suceso -le dijey su cara se llenó de miedo, de mucho miedo, de ese miedo que tan solo se siente por algunos monstruos.

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Camino o vereda Cada camino termina en un silencio profundo el vacío todos le temen al vacío y en el vacío algunos cantan, el sol saldrá siempre de manera diferente, y no sabremos nada de él por miedo. Cada camino se rompe, el baile entre el camino y la vereda, todos caminan el camino, muy pocos la vereda ahí es donde uno aprende a amar las veredas y a olvidar los caminos. Mi madre siempre lo dijo balbuceando - no siga ese camino – y a veces gritó, diciendo: Fui yo quien invento del camino la vereda y no se lo dije a nadie. Ahí están las dulces y escabrosas veredas dándole combate al tiempo, ahí está el tiempo extrañando al camino cuando el camino ya se terminó, desde el infinito se escribió.

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Niñas Las pequeñas manos de las niñas saludando al aire no deben morirse los niños y aparece Estela una niña, pero en el transcurso lumínico desaparece, y aparece el silencio sobre mis ojos necesito fuerza necesito navegar en este barco que no conozco me han dado una pala de madera para que reme, tengo miedo nunca lo he hecho, con tanta lentitud tropiezo, dejo caer al mar de lodo aquella carta que me diste, empiezo a llorar todos creen que es por el miedo al mar de lodo, es por la carta. Estela me pide que vaya de prisa, su amiga Paola está muriendo al otro lado del charco, tomo la pala de madera con mucha fuerza pienso que la romperé, cuando apenas la dibujo entre tanto lodo empiezo a llorar todos creen que es por la carta y es por la carta. Estela y Paola dos niñas de quince que mueren a cada instante sin que ustedes lo sepan, y sigo remando en el mar de lodo se me ha quebrado la pala de madera empiezo a llorar todos creen que es por la carta, niñas y niños que mueren mi poco rostro, el pedazo de rostro que me queda al fondo del lodo, lo confirma con una solemnidad que puede convertir el mismo lodo en agua pura y limpia.

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Si se cortara el tiempo sería igual de inmenso -preguntosi cada luna es de algún color de qué color es el tiempo, cuál es su forma geométrica cuando se detiene, serán delgadas sus agujas o serán inmensas, no descansa el misterio y una mañana de sábado supe que todos los seres son un misterio escabroso de invierno y mis manos llenas de intriga. Nadie lo comprende nadie lo quiere al tiempo tiempo de arena tiempo de lluvia entre dedos tiempo, mi madre un día dijo -enemigo sí se cortará el tiempoen qué parte de la vida coloco cada parte en qué día de la semana me encargo de distribuirlo de manera casi cósmica de qué manera dejo esta angustia por su carrera inmensa de qué color es el tiempo, madre no me digas su sabor, porque duele cada día como si fuera el último.

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Tibio deseo que crece He querido sentir con los pulmones para que ya no arda el pecho, con esta insistencia de arder. Caminar en una carretera sin autos, llena de árboles y solo una luna andante. Y desde el suelo escribir en el cielo un poema infinito a veces es triste sentir, sentir como los pájaros con tanta melancolía llorar como los niños, a veces es triste romperse las manos escribiendo poemas que nunca saldrán de la tierra, ni aprenderán a volar, a menos que sean pájaros poemas y salgan de mis dedos y aprendan a volar y de los astros aprendan la luz brillante de la inmensidad. Los poemas volando brillantes en el infinito, que se percibe finito por la eternidad.

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Descubrió que su vida era y es Ahí junto a las piedras le dijeron: ¡Salta! Que cada piedra, al anochecer tiene alas. Y cada noche salían a bailar brillando en el inmenso universo bailar en el inmenso universo las piedras debían volver en la madrugada volver en estrella fugaz danzante en la profundidad del cielo las estrellas no están sujetas a nada, habría que aprender de las estrellas ¡qué bella danza desde el cosmos hasta el suelo! Ahí de nuevo las piedras en el suelo a cumplir su papel de piedra y cada día el ejercicio tan hermoso y cada noche los vuelos asombrosos y en el concierto de la profundidad varias voces se unen en cuello y te dicen: baila, baila, baila Margarita, baila sin miedo. Volaremos piedras algún día por la inmensidad y sin miedo.

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Siempre buscamos el infinito como esa forma de sentir que nos encontraríamos. Siempre buscamos el infinito porque no tenemos otro rumbo seguro. Siempre buscamos el infinito para intentar construirnos siempre buscamos el infinito porque escuchamos que debíamos hacerlo siempre caminamos hacia el infinito porque las luces desde ahí se veían inmortales tal vez lo sean, siempre buscamos el infinito porque no podíamos hacer más nada. Un día se pensó que seriamos agricultores de infinitos distantes. Siempre buscamos el infinito con tal de burlar a la soledad, ese poema que aún no podemos definir. Siempre buscamos el infinito por la voz del abuelo sonando a nuestro oído en el infinito los sueños son azules -nos dijeron- con asombro. Siempre buscamos el infinito porque pudimos más que el miedo. Siempre buscamos el infinito en las noches llenas de lluvia y las tardes de viento Siempre pensamos infinito estando en una calle infernal de medio día Siempre buscamos infinito tras las vallas publicitarias y la sombra de los edificios. Lo buscamos después del atardecer, en cada mañana después del sonido del frio despertador. Cómo quisimos comprender el significado del tiempo. 31


Siempre abrazamos el infinito estando encerrados en un abrazo. Existen abrazos infinitos, esos que no han de olvidarse nunca. Sentados a la orilla del lago pensamos un infinito azul, azul como los colores del lago. Buscamos infinito después de los arcoíris pensamos infinito en tanto camino que recorrimos y tanta piedra que no pudimos contar. Siempre soñamos con el infinito después del día tan largo, y cansado con nuestro gato a cuestas, buscamos el infinito como esa forma de recuperar las palabras que algún día dijimos. Infinito ese lugar, distante y seguro. Habitamos el infinito cuando nuestras manos parecían desmoronarse. Lo buscamos tras el simple saludo cotidiano. Lo buscamos, lo prometo, lo buscamos. Siempre añoramos el infinito como una forma de tejer ese algo sin nombre, sin rostro con esa forma de tocarlo sin verlo. Siempre buscamos el infinito sin miedo a perderlo si lo encontramos Siempre creo que el infinito pudo haber dejado sus trozos de infinito un diciembre con fecha diecinueve del noventa y seis. 32


Siempre buscamos el infinito cerca de los árboles ahí se emitían luces, luces nocturnas como de oro, de seguro era el infinito deseamos encontrarlo, siempre soñamos infinito porque pensamos infinito y se sueña lo que se piensa, como no.

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Silencio Le guardo silencio al tiempo a su voz de arena a su presencia de agua entre dedos. Le guardo silencio al tiempo. Debajo de mi cama tengo unos pequeños frascos de tiempo los guardo siempre con ese miedo a no ser descubiertos con ese miedo de querer utilizarlos siempre. Le guardo silencio al tiempo. No se lo digas a nadie. Por miedo o piedad.

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Miriam Ochoa Maldonado Palestina de los Altos, Quetzaltenango 1993. Comerciante de arte, declamadora, escritora. Ha publicado los libros: Modos de Captura (Pequeña Ostuncalco Editorial Quetzaltenango 2016) Mujeres del viento, Antología Poética (Metáfora Editores, Quetzaltenango 2017) El cuaderno azul y otros poemas (PARAFERNALIA ediciones digitales, Managua Nicaragua 2018) y Polvo de Marte (Edición independiente 2019).

©Miriam Ochoa

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