Dragón Verde 8 Edición Marzo 2020

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Edita Sociedad Tolkien Colombia Orodruin

Editorial 1

Director Daniel A. Penagos-Betancur Isildur

In Perpetuam Memoriam Christopher Tolkien: El Guardián de la Tierra Media

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Ilustración de Portada Fredy Jaramillo Serna

De La Granja Al Trono, La Historia De Egidio

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Tolkien Sum, Humani Nihil A Me Alienum Puto: o Cuando el Autor lo Invade Todo (Aun Sin Él Saberlo)

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Lectura y Corrección Norbey Gaviria Bardo

Maquetación Juan Fernando Salazar Beleg

El Valle de Rivendel: Entrevista a Fredy Jaramillo 8

Tolkien: Creador de la Tierra Media

Artículos Andoni Cossío (España) Fernando Cid Lucas (España) Alejandro Calle-Restrepo Alatar Juan Carlos Echeverri Sam Daniel A. Penagos-Betancur Isildur

Los Anillos de Poder y su Influencia en el Destino de la Tierra Media

Una historia del Quenya In Memoriam: Christopher Tolkien

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Rivendel, el refugio élfico por Fredy Jaramillo Serna

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Los textos e ilustraciones pertenecen a los autores, que conservan todos sus derechos asociados al © de su autor. El autor, único propietario de su obra, cede únicamente el derecho a publicarla en Revista Dragón Verde para difundirla por Internet en formato pdf o epub y ocacionalmente por medio impreso en cantidades limitadas.


Editorial

Martin Simonson, Miembro honorario STCO Hemos comenzado el 2020 con la triste noticia del fallecimiento de Christopher Tolkien. Con su muerte, los que amamos la obra de J.R.R. Tolkien (y la de Christopher, cuyo infatigable trabajo ha sido una pieza fundamental e inseparable del Legendarium) nos hemos quedado huérfanos de uno de los grandes pilares que ha sustentado la Tierra Media. Gracias a su extraordinaria sensibilidad literaria, y a sus vastos conocimientos sobre la Tierra Media, actuó como una extensión de la mente de su padre durante nada menos que cuarenta y siete años. Personalmente, nunca llegué a sentir que J.R.R. Tolkien se había marchado del todo, porque estaba Christopher. Sin embargo, tal y como como cantaría Sam Gamyi, “por encima de todas las sombras cabalga el Sol / y eternamente moran las Estrellas / No diré que el Día ha terminado / ni he de decir adiós a las Estrellas”. Se notará, inevitablemente, la pérdida de Christopher Tolkien, pero la Tierra Media está más viva que nunca. Se investiga sobre el Profesor en muchas universidades por todo el mundo; se organizan conferencias y exposiciones; se preparan series de televisión, y las Sociedades Tolkien internacionales siguen ganando nuevos adeptos. En el apartado ensayístico quisiera destacar una tendencia que, a mi juicio, está enriqueciendo nuestros conocimientos sobre el Profesor. Varios estudios recientes se centran en revelar la intrincada relación entre el mundo real —el que Tolkien conocía— y su obra. El primero de ellos fue Tolkien: Maker of Middle-earth, el catálogo de la magnífica exposición que tuvo lugar en Oxford en 2018 (la misma exposición se trasladó posteriormente a Nueva York, y en la actualidad tiene cierta continuidad en París bajo el título de “Tolkien: viaje a la Tierra Media”). En el libro, Catherine McIlwaine muestra y explica una multitud de documentos relativos a la vida y obra de Tolkien: cartas, retratos fotográficos, borradores de poemas, fragmentos de novelas, esquemas, ilustraciones e incluso muebles. Los comentarios de McIlwaine son incisivos y constituyen un sentido homenaje al Profesor, pero lo más interesante, a mi juicio, es el hilo conductor del catálogo: la relación entre las experiencias de Tolkien en los lugares que conoció, y su obra literaria y pictórica. En su conjunto, el libro ofrece fascinantes atisbos de un proceso creativo que no sólo tuvo como punto de partida las lenguas inventadas y la filología, sino que se fundamentaba también en el mundo real. Este enfoque crítico se ve reforzado por otro magnífico estudio, aún inédito, que he tenido la fortuna de leer gracias a las vicisitudes de mi trabajo. Se trata del libro Tolkien’s Worlds, de John Garth (cuya excelente biografía Tolkien y la Gran Guerra fue reeditado en español en 2019). No tengo permiso para revelar los contenidos exactos del libro, pero puedo adelantar que se trata de un estudio comprehensivo, muy bien documentado y sugerente, de los lugares y los sucesos de la vida y los tiempos de Tolkien que influyeron sobre la creación de las culturas y la geografía de la Tierra Media. En este estudio, ampliamente ilustrado con fotografías, facsímiles, mapas y dibujos, Garth esboza con maestría una fascinante imagen de cómo los dos mundos convergen bajo la pluma del Profesor, y el resultado es un libro tan evocador como bello. Como no puede ser de otra manera, muchos de los paralelismos que Garth establece en su libro provienen de Oxford y sus alrededores —hace poco pude comprobar en persona la relevancia de estas conexiones—. Aparte de las visitas obligadas

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a Exeter College y a los pubs que el Profesor solía frecuentar —entre ellos The Eagle and Child, que apenas ha cambiado desde la época en que los Inklings se reunían en sus curiosos apartados para hablar, leer y reírse un rato, acompañados de pipas y cervezas— un día caminé hasta las dos casas de la calle Northmoor Road en las que Tolkien vivió. Cuando volví, tomé el mismo camino que Tolkien solía usar para ir al centro de la ciudad. El camino en cuestión atraviesa los Parques de la Universidad y bordea el Río Cherwell, cuyas orillas están repletas de viejos sauces. Podría haber estado en el Bosque Viejo, caminando junto al Tornasauce. Poco después, me colé en el impresionante parque que pertenece a Magdalen College, donde C.S. Lewis, el mejor amigo de Tolkien, trabajó durante varios años. De pronto me di cuenta de que estaba caminando por el Paseo Addison, donde Tolkien y Hugo Dyson mantuvieron una famosa conversación nocturna con Lewis que acabó siendo instrumental para la conversión de éste al cristianismo —lo cual dio lugar a otro universo fantástico—. Era como regresar en el tiempo hasta un espacio casi primordial, y pisar el Olimpo de la literatura fantástica moderna. Lo curioso es que Oxford, una ciudad ya de por sí rebosante de historia y de mitos propios, fue convertido en un lugar mítico aún más grande: la Tierra Media. No cabe duda de que los estudios que se centran en buscar las fuentes de inspiración de Tolkien en los lugares que conoció, están desvelando nuevos matices de la fértil imaginación del Profesor. Un evento imprescindible de 2020 es una nueva exposición sobre Tolkien, que tendrá lugar en la localidad italiana de Rímini entre el 18 y el 23 de agosto. La exposición lleva por título “The Tree of Tales” (“El Árbol de los Cuentos”) y tratará sobre la vida de Tolkien, El Silmarillion y El Señor de los Anillos, principalmente. Allí se podrá contemplar, entre otras cosas, los fondos bibliográficos de Oronzo Cilli (autor de Tolkien’s Library y uno de los principales coleccionistas de libros y memorabilia de temática tolkieniana). Asimismo, los días 20 y 21 de agosto se celebrará una conferencia académica en la que se hablará sobre la imaginación creativa del Profesor. En otras palabras, estamos ante otro año repleto de novedades interesantísimas; prueba viva de que la Tierra Media y sus seguidores gozan de muy buena salud. No quisiera terminar estas reflexiones sin antes agradecer, de corazón, el caluroso recibimiento brindado por la Sociedad Tolkien de Colombia Orodruin durante mi reciente participación en la Fiesta del Libro y la Cultura en Medellín. Por mediación de Cristian Jaramillo, Gregorio Herrera y Daniel Penagos, tuvimos la oportunidad de charlar largo y tendido sobre la obra del Profesor, y también sobre la magnífica revista en la que tengo el honor de escribir estas palabras. Asimismo, fue un privilegio cenar con los miembros de la STCO, intercambiar ideas y recibir, inesperadamente, un diploma acreditativo de mi condición de miembro honorario de tan entrañable sociedad. Fue una noche digna de la Comarca, en todos los sentidos — buena comida, buena bebida y, sobre todo, buena compañía—. Recuerdo también con cariño la memorable visita al Parque Arví en compañía de Juan Salazar, otro miembro de la STCO, que se ofreció generosamente a guiarme por sus hermosos bosques, cual elfo en Lothlórien. Mil gracias por todo, queridos amigos.q


In Perpetuam Memoriam

Christopher Tolkien: El Guardián de la Tierra Media El tercer hijo del matrimonio Tolkien nació el 21 de noviembre de 1924 en Leeds, mientras su padre era profesor de lengua inglesa en la universidad de dicha localidad. La primera educación de Christopher fue impartida entre el Dragon School, en Cherwell, y más tarde en el Oratory School. Desde pequeño, Christopher prestó principal atención a las historias que su padre les narraba a él y a sus hermanos. De esta época infantil hay un suceso, que ahora en retrospectiva resulta un poco premonitorio sobre el trabajo que Christopher desarrollaría las últimas cuatro décadas de su vida. En el prefacio a la edición de los 50 años de la publicación de The Hobbit, Christopher señala que su hermano Michael recuerda la época cuando la familia vivía en el número 22 de la calle Northmoor Road a comienzos de la década de los 30’s y su padre les contaba historias alrededor de la chimenea que había en el estudio, historia que una vez fue interrumpida por un pequeño Christopher que: “… (por aquel entonces entre los cuatro y cinco años) estaba muy preocupado por las pequeñas inconsistencias de la historia a medida que se desarrollaba, y que en una ocasión le interrumpí para decir: «La última vez dijiste que la puerta de la casa de Bilbo era azul, y dijiste que Thorin tenía una borla dorada en la capucha, y acabas de decir que la puerta de Bilbo era verde y que la borla de Thorin era plateada»”, tras lo cual su padre murmuró: «condenado niño» y se fue hacia la mesa para tomar nota sobre el impase. Durante un tiempo fue un niño enfermo y a menudo se quedaba en casa, lo que les daba a él y a su padre la oportunidad de desarrollar una relación de trabajo cercana. El escritor a menudo le leía a su hijo, y el hijo le ofreció ánimo

Ronald y Christopher, 1928. Tolkien Estate

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y pronto se convirtió en el asistente de su padre y uno de sus primeros lectores. Christopher dijo una vez que creció en el mundo que su padre había creado. “Para mí”, dijo, “las ciudades de El Silmarillion son más reales que Babilonia”. Otra anécdota de la infancia de Christopher junto a su padre relacionada con la Tierra Media fue contada por él mismo en febrero de 2019 en la Abadía de Thoronet en Francia durante la presentación del proyecto Aubusson weaves Tolkien. En esa ocasión contó como su padre solía trabajar hasta muy tarde por las noches en su obra dibujando y escribiendo. Cuando él era muy pequeño, por la noche solía preocuparse por su


padre en el sentido de si todavía seguida vivo. Una noche, cuando la casa estaba en silencio, bajó por las escaleras buscando a su padre y allí (efectivamente) estaba. El alivio fue tanto que empezó a llorar y una de sus lágrimas cayó sobre el dibujo… pero su padre no estaba enojado por lo sucedido; en cambio tomó su pincel, borró cada rastro de la lagrima y tuvo que cambiar un poco las hojas del árbol porque la lagrima había caído en un hermoso árbol del fondo. El dibujo en cuestión es Rivendell, lugar donde Frodo dijo en El Señor de los Anillos las palabras más fundamentales: “Yo llevaré el Anillo, pero no sé cómo”.

“Para mí las ciudades de El Silmarillion son más reales que Babilonia”.

Rivendell, acuarela por J.R.R. Tolkien. Bodleian library

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Como su padre, Christopher estuvo en medio de la guerra. Se formó como piloto en Sudáfrica y sirvió en la Royal Air Force. Durante este tiempo, mientras su padre escribía la continuación de The Hobbit encargada por la editorial, Christopher recibía los avances de su padre por correo capítulo a capítulo e iba comentando a vuelta de correo la historia que por ese entonces solo se llamaba El Anillo. Un verdadero privilegio que solo compartía con C. S. Lewis y Charles Williams. Al regresar a casa, culminó sus estudios en el Trinity College y continuó los pasos de su padre al convertirse en profesor de inglés y literatura en Oxford. Christopher destacaba por su conocimiento profundo de las obras literarias medievales del Norte y Noroeste de Europa que sirvieron de inspiración a su padre. En esta época se encargó de la organización y cartografía del mapa de la Tierra Media que hoy conocemos todos. Para dicha tarea tuvo que redibujar el mapa principal, aclarar las letras y corregir algunos errores y omisiones cometidos por su padre durante el proceso de escritura de The Lord of the Rings. Cabe resaltar también que al regresar a Oxford luego de servir en la Segunda Guerra Mundial, Christopher fue uno de los miembros de Los Inklings; grupo por el cual desfilaron durante más o menos 30 años de actividad notables figuras del ámbito literario de Oxford, entre ellos Owen Barfield, J. A. W. Bennett, Lord David Cecil, Nevill Coghill, Hugo Dyson, Adam Fox, Roger Lancelyn Green, Robert Havard, C. S. Lewis, Warren Lewis (hermano mayor de C. S. Lewis), Charles Williams y su padre. Como académico, Christopher destacó con su ensayo “The Battle of the Goths and the Huns,” sobre el Hlöðskviða, un impresionante escrito que muestra su erudición filológica y su fuerza argumentativa. Su edición de Hervarar saga ok Heiðreks continúa siendo relevante en el ámbito de la filología escandinava. Además, a él se le debe el hecho de que hoy estén a pleno rendimiento dos de las tres cátedras de inglés medieval en Oxford: la “J.R.R. Tolkien Professorship of English Literature and Language” (de inglés medio) y la “Rawlinson and Bosworth Professorship of AngloSaxon” (de inglés antiguo). Después de la muerte de su padre en 1973,


Christopher Tolkien durante su visita a The Marion E. Wade Center, 1987. Pat Hargis

Christopher abandonó sus días en Oxford en 1975, se mudó a Francia y se embarcó en la tarea de organizar todas las notas de su padre (algunas escritas en viejos recortes de papel) que incluía mucho material escrito a mano y que frecuentemente se trataba de un bosquejo escrito sobre un bosquejo anterior y nombres de personajes que cambiaban entre el inicio y el fin del mismo texto. Un total de 70 cajas de material inédito que iban desde conferencias dadas en Oxford hasta léxicos élficos, y que serían publicados con el pasar de los años. Una ardua tarea que, quizás; solo alguien tan cercano al autor y con el suficiente conocimiento sobre la evolución de la historia como lo era Christopher Tolkien, hubiera podido hacer. Al mudarse a Francia junto a su segunda esposa Baillie, Christopher vivió cómodo, pero modestamente. Vivió primero en La Garde-Freinet y luego cerca de Aups. En el pueblo sí se sabía que una figura vinculada a The Lord of the Rings y a Bilbo residía en la zona, pero su presencia en sitios públicos siempre fue extremadamente rara. En su propiedad, un lugar llamado Les Sablons,

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lejos del pueblo, en el camino a Villecroze, pasaba días tranquilos rodeado de pinos y olivos. Leía copiosamente, principalmente clásicos como Walter Scott; escribía cartas largas y bellamente elaboradas; y disfrutaba el vino local, la buena comida y la conversación cordial con visitantes regulares de Gran Bretaña. Terriblemente divertido, era un imitador talentoso de las excentricidades de los demás. En 1974 la Tolkien Society en Inglaterra le ofreció el cargo de presidente del grupo pues el cargo estaba vacante desde la muerte de su padre; opción que rechazó aduciendo que dicho puesto pertenecía solo a su padre, decisión que dio como resultado el nombramiento de J.R.R. Tolkien como presidente honorario perpetuo del grupo. Los primeros frutos de la labor que había comenzado vieron la luz en la segunda parte de la década de los 70’s. En 1975 editó el volumen Sir Gawain and the Green Knight, Pearl and Sir Orfeo, donde recopila las versiones escritas por su padre de estos poemas medievales ingleses y cuyas versiones propias de Tolkien padre se


Christopher durante una visita al Keble College, Oxford, 1992. Charles E. Noad

remontan a la década de los 30’s. En 1977, con ayuda de Guy Gavriel Kay, Christopher publica la obra de la vida de su padre, la ópera magna que había quedado incompleta: The Silmarillion. A la publicación de la obra le sucederían una lista de obras que pretendían mostrarnos desde todos los puntos de vista posibles los diferentes niveles de desarrollo que había alcanzado la obra de su padre a lo largo de toda la vida. Christopher permaneció como custodio de los documentos de su padre después de alojarlos en la Biblioteca Bodleian de Oxford en 1979, supervisando el acceso de otros académicos, cuyo trabajo leyó detenidamente antes de la publicación, ofreciendo comentarios detallados en mensajes de fax que a menudo eran mordaces y divertidos, pero escrupulosamente corteses. Odiaba la computadora y prometió nunca usar el correo electrónico a menos que fuera ilegal. A lo largo de más de cuatro décadas que Christopher dedicó al trabajo de editar los escritos de su padre, nos entregó un total de 24 obras con introducciones, ensayos y notas explicativas; última de las cuales vería la luz el 30 de agosto del 2018, curiosamente la primera de las historias imaginadas por su padre, The Fall of Gondolin. En el prefacio del libro, un Christopher

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de 93 años se despedía de sus lectores sabiendo que, con toda seguridad esa sería la última obra que publicaría sobre los trabajos de su padre, una despedida por todo lo alto y que cerraría de la mejor manera el camino emprendido muchos años atrás. A todo esto, hay que añadir su colaboración con la Elvish Linguistic Fellowship, a la cual Christopher envió una larga serie de documentos sobre los idiomas de la Tierra Media que el grupo comenzó a difundir a través de los periódicos Vinyar Tengwar y Parma Eldalamberon, actividad que nos ha permitido conocer mucho más profundamente el pilar más particular en el que se basa toda la construcción del Legendarium: el componente lingüístico. Su trabajo cartográfico, si bien ha sido un poco eclipsado por su labor editorial y de curaduría de la obra de su padre, merece también ser mencionado con de lujo de detalle. Su padre creía firmemente que tener el mapa correcto era de una notable importancia, por lo cual entregó a su hijo sus mapas escuetos, llenos de tachones y lejos de tener la escala correcta para que él se encargara de ellos. Christopher fue responsable de los tres mapas que aparecen en The Lord of the Rings: el mapa principal a pequeña escala de la Tierra Media, los mapas a mayor escala de La Comarca y de Gondor y Mordor que aparecen en el primer y tercer volumen, respectivamente. También dibujó el mapa de Beleriand para The Silmarillion. Los mapas de Christopher Tolkien fueron una de las razones por las cuales los mapas de fantasía se convirtieron en rigor, el hecho de que la fantasía épica y los mapas se vinculen inextricablemente tiene mucho que ver con el trabajo que terminó a principios de la década de 1950. Por su destacada contribución a la literatura, en 2016 Christopher recibió la medalla Bodley. Richard Ovenden, bibliotecario de Bodley, dijo: “No puedo pensar en otro ejemplo en el que padre e hijo trabajen juntos de esa manera y luego el hijo continúe con la batuta”. A pesar de algunas enfermedades físicas menores en su avanzada edad, su memoria prodigiosa permaneció intacta, y todavía estaba en contacto con los editores de HarperCollins semanas antes de su muerte.


cosechar cierta fortuna a la sombra de quien fue su padre. Pero hay que tener en cuenta también, que Christopher se opuso siempre a vender los derechos de sus obras para filmar películas con el sello de Hollywood, algo con lo que muchos estarían muy de acuerdo y una práctica muy en moda dentro del género. Dicha etiqueta —la de antipático y afanado— es demasiado simplista y sesgada para la verdadera figura de Christopher dentro de la obra de su padre y en la divulgación de esta, un papel que jugó desde muy pequeño cuando maravillado por las historias que contaba su padre comentaba los cambios que sucedían entre versiones de la misma historia. La figura de Christopher Tolkien es quizás, única en su tipo dentro de la historia de la literatura universal, y en cambio, debe ser recordado como la principal autoridad mundial en la obra de J.R.R. Tolkien, ha sido un editor enormemente tenaz, perspicaz y solvente que realizó una obra titánica durante más de cuarenta años para dar a conocer los tesoros desconocidos de su padre. Dice Martin Simonson en el homenaje publicado en el blog de la Editorial Planeta sobre el deceso de Christopher: “Con el fallecimiento de Christopher Tolkien, los que nos dedicamos a estudiar y a traducir la obra de J.R.R. Tolkien nos hemos quedado huérfanos del mayor especialista de nuestro campo, pero no somos los únicos — millones de lectores en todo el mundo tienen una enorme deuda con él. Sin Christopher Tolkien no habríamos conocido las épicas aventuras de Tuor y Túrin Turambar, la emocionante historia de amor de Beren y Lúthien, o las siniestras maquinaciones de Sauron en La caída de Númenor. No habríamos podido contemplar a las maravillas de Menegroth, ni habríamos encontrado nunca el camino a Gondolin. Si no fuera por él, no habríamos podido sentir la furia del impetuoso y brillante Fëanor, ni habríamos podido admirar a los regios Thingol y Melian. No habríamos visto cómo Eärendel encendió una nueva luz en el cielo”. Una verdad que debemos tener presentes por el resto de nuestras vidas si queremos comprender en un nivel más alto la importancia del legado que deja Christopher durante 47 años de trabajo por amor a la obra de su padre. Ahora, como Niggle, J.R.R. Tolkien mira desde Valinor la forma en la que cada una de las hojas que pintó

Christopher Tolkien, Mapa de la Tierra Media de J. R. R. Tolkien, The Fellowship of the Ring, 1954. The British Library.

En la madrugada del 16 de enero de 2020 a la edad de 95 años y luego de haber sido internado en el Centro Hospitalario de la Dracénie en la ciudad francesa de Draguignan Christopher partió de los Puertos Grises hacia Valinor, donde seguramente su padre lo esperaba con los brazos abiertos y lleno de orgullo por haber perpetuado de una manera tan magna su obra. Con su partida se iba también de la faz de la tierra el último de los Inklings. A Christopher le sobreviven tres hijos: Simon Tolkien, fruto del primer matrimonio con la escultora Faith Lucy Tilly Faulconbridge (1928-2017), Adam y Rachel frutos de su segundo matrimonio con Baillie Klass (1941- ), antigua secretaria de J.R.R. Tolkien, editora de Las cartas de Papá Noel y parte del consejo de la Tolkien Company. Tras una ceremonia íntima, en compañía de su esposa, Adam y Rachel; los restos mortales de Christopher Tolkien fueron incinerados el 21 de enero en el crematorio Vidauban. Parece ser que su urna descansará en la región francesa de Var. Es muy probable que muchos fanáticos a lo largo y ancho del planeta se queden con una imagen antipática y apresurada de Christopher, que se precipitó a publicar todo lo que encontraba a su paso entre cajones y que fuera del puño y letra de su padre, obra por la que sin duda alguna pudo

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Christopher Tolkien en su casa al sur de Francia una semana antes de cumplir 95 años, 2019. Josh Dolgin

1983: The Book of Lost Tales Part One 1984: The Book of Lost Tales Part Two 1985: The Lays of Beleriand 1986: The Shaping of Middle-earth 1987: The Lost Road and Other Writings 1988: Tree and Leaf 1988: The Return of the Shadow 1989: The Treason of Isengard 1990: The War of the Ring 1992: Sauron Defeated 1993: Morgoth’s Ring 1994: The War of the Jewels 1996: The Peoples of Middle-earth 2007: The Children of Húrin 2009: The Legend of Sigurd and Gudrún 2013: The Fall of Arthur 2014: Beowulf: A Translation and Commentary 2017: Beren and Lúthien 2018: The Fall of Gondolin

por separado han sido puestas en el lugar exacto del basto y perfecto árbol que alguna vez imaginó. Hojas encajadas una a una por un pintor —o editor— igual de talentoso que él y con una sensibilidad enorme por el trabajo del pintor original. Sin Christopher Tolkien, la Tierra Media habría sido mucho más pobre y quizás sus hojas sueltas se las hubiera llevado el viento a lugares donde jamás hubieran podido ser reconstruidas en el bello árbol del que hicieron parte alguna vez. Lista de las obras editadas por Christopher Tolkien:

1975: Sir Gawain and the Green Knight, Pearl and Sir Orfeo 1977: The Silmarillion 1979: Pictures by J.R.R. Tolkien 1980: Unfinished Tales of Númenor and Middleearth 1981: The Letters of J.R.R. Tolkien (editado junto a Humphrey Carpenter) 1983: The Monsters and the Critics and Other Essays

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El Valle de Rivendel

Entrevista a Fredy Jaramillo F.J.: La primera aproximación a la obra de Tolkien fue en las clases de literatura de la secundaria. En esa época solo fue una revisión superficial sobre el mundo que creó sin profundizar en ninguna de sus obras. Mas tarde en 1998 esculcando en una librería encontré por casualidad El Silmarillion, la

Isildur Elendion: Fredy Jaramillo Serna es artista plástico de la Universidad de Antioquia que desde pequeño se interesó por el dibujo, el arte. Nacido en Medellín (Colombia), casi la mayor parte de su vida la ha vivido en el campo, cerca de la montaña, el bosque y los riachuelos. La mayor parte de su trabajo la ha enfocado en el paisaje y lo fantástico. A Fredy le gusta pensar que sus obras son como ventanas o puertas, y el arte es una especie de juego que le permite entrar a esas puertas o asomarse a esas ventanas y recorrer esos mundos imaginarios que están en la imaginación. Quisiera comenzar esta entrevista preguntando ¿Cómo defines tu estilo? Fredy Jaramillo: Mi estilo pictórico lo podría describir como realismo, pero esto sería contradictorio porque lo que me interesa plasmar no es la realidad en sí; sino lo fantástico, lo onírico, el infinito universo de la fantasía; pero con una base en la realidad que observo. I.E.: Queriendo plasmas lo fantástico en tu obra fue inevitable en algún momento encontrarte con la obra de Tolkien, ¿Cómo fue el encuentro con el trabajo del Profesor?

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hermanos Grimm, Caballeros del Zodiaco, etc. Creo que desde ese momento me di cuenta de que quería ser artista. En la escuela y la secundaria solía dibujar en la parte posterior de los cuadernos mientras los profesores no me veían y disfrutaba enormemente las clases de artística; allí me inicié pintando pequeños paisajes con vinilo sobre cartón, a mi mamá le gustaba tanto el resultado que me compraba materiales y así empecé a pintar y de manera autodidacta fui descubriendo como lograr efectos y obtener texturas, como siempre enfocándome en el paisaje. Ya posteriormente hice algunos cursos de pintura y por último ingresé a la universidad, donde lo primero que hice fue mejorar mi técnica y el aprovechamiento de los materiales. Hoy en día sigo haciéndolo, tratando de avanzar y descubrir cada momento la magia que hay detrás de la creación artística. I.E.: Todo un viaje en pro de una pasión sin

LAS LÁMPARAS DE LOS VALAR

edición ilustrada por Ted Nasmith y desde ese momento quedé atrapado en ese universo. I.E.: Y de las obras de Tolkien, ¿Cuál es tu favorita? F.J.: Sin lugar a duda El Silmarillion es la obra que más me gusta, aunque es bastante compleja me fascina como explora tantos lugares de la tierra media.

I.E.: Ahora hablando un poco más sobre tu trabajo como artista, quisiera saber ¿Cuándo empezaste a pintar? F.J.: En mi infancia como todo niño siempre me gustó dibujar, rayar y untarme de pintura. Me atraían los paisajes y personajes que veía en la televisión, sobre todo en series animadas y me afanaba por hacer copias de esos escenarios en los que transcurrían dichas historias; especialmente de los Cuentos de los

EL CAMINO SECRETO, LAS PUERTAS DE GONDOLIN.

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plasmar el aspecto de Taniquetil y el palacio donde habita Manwe. Obra que espero poder mostrar más adelante. I.E.: Y acá estaremos más que interesados en verla. Muchas gracias Fredy por tu tiempo para responder estas preguntas y por permitirnos mostrar tu trabajo en nuestra portada. Para terminar, quiero darte un espacio para que les envíes un mensaje a los miembros de la STCO y a los lectores de nuestra revista Dragón Verde, así que ¡son todos tuyos! F.J.: A la Sociedad Tolkien Colombia Orodruin, solo me queda agradecerles por tener en cuenta mi trabajo para la portada de esta edición, es emocionante que muchos fanáticos puedan ver, disfrutar, criticar, alabar o discutir mi trabajo sobre este mundo tan apasionante que creó Tolkien. Espero que cada vez se sigan sumando más y más adeptos a este universo que no te deja ir jamás. De nuevo gracias a la revista Dragon Verde por mantener viva la llama imperecedera. q

LOTLHORIEN

lugar a duda. Hablemos ahora un poco de la imagen de la portada de nuestra revista, ¿cómo fue el proceso de creación de la ilustración? F.J.: Desde que vi las películas de Peter Jackson siempre quise hacer una pintura de Rivendel. Esta pintura la realicé a mediados del 2018, entre abril y mayo de ese año y me basé en imágenes de las películas y algunas ilustraciones de Alan Lee, aunque también le introduje algunos elementos del paisaje que he visto en cercanías de Medellín, como bosques de pinos y montañas. En cuanto a la técnica siempre trabajo acrílico sobre tela o papel y grafito sobre papel, en este caso es acrílico sobre lienzo.

I.E.: Dentro de tu obra, como bien lo has dicho ya; destacan los paisajes, un elemento que en la obra del profesor queda muy bien plasmado por medio de su poder descriptico. Esto me lleva a preguntarte por ¿cuál es el pasaje de la obra de Tolkien que sueñas con pintar? F.J.: Desde hace mucho tiempo tengo el reto de

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ARQUITECTURA DE LA TIERRA MEDIA: BARAD-DÛR


De La Granja Al Trono,

La Historia De Egidio

Alejandro Calle-Restrepo ‘Alatar’ “AEGIDII AHENOBARBI JULII AGRICOLE DE HAMMO DOMINI DE DOMITO AULE DRACONARIE COMITIS REGNI MINIMI REGIS ET BASILEI MIRA FACINORA ET MIRABILIS EXORTUS”

primeras partes de El Hobbit, iniciados en 1930.

“Es ascenso y las maravillosas aventuras del granjero de Giles, señor de Ham, conde del palacio del dragón y rey del pequeño reino” El propósito de este escrito no es el de resumir o contar el cuento, eso es algo que se puede hacer en cualquier momento abriendo las páginas de uno de los libros donde se encuentra el cuento. El propósito es más contar la evolución de la historia y su desarrollo editorial.

Para empezar, es interesante conocer las razones por las cuales se contó este cuento o la historia del cuento en sí. Según John, hijo mayor del matrimonio Tolkien, la historia de Egidio fue imaginada inicialmente por su padre con el propósito de entretener a su familia mientras se refugiaban debajo de un puente durante una tormenta después de una comida campestre. Aunque estos sucesos no se pueden fechar con precisión, se puede suponer que esto sucedió después de 1926, esto basado en que los paisajes presentados en Egidio están inspirados en los paisajes de la región de Oxford propios de la época. Similitudes del tipo se encuentra presentes también entre el primer manuscrito de Egidio, el granjero de Ham, Roverandom (escrito, probablemente en navidad de 1927) y las

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Como es usual en los escritos del Profesor, Egidio no cuenta con una sola versión de la historia, de la historia se pueden contar hasta tres versiones. En la primera versión la historia es narrada por el profesor, son pocos los personajes que tienen nombres y los acontecimientos se sitúan en un pasado indeterminado. Además, el paisaje no coincide con el actual hasta el final de la historia, cuando Egidio toma el apellido de Exterminador de Dragones y Ham es llamado El Palacio del Dragón (Worminghall), pueblo situado a unos pocos kilómetros de Oxford. En la segunda versión el narrador es “El loco de la familia”, aunque esta versión ya se ubica en un pasado determinado, no son mayores las modificaciones que se aprecian en esta versión. La versión data, probablemente, de la primera mitad de los 30’s y es mencionada en una carta fechada en noviembre de 1937.

La tercera versión está fechada en enero de 1938, Tolkien modificó considerablemente Egidio; alargándolo casi al doble de su extensión para una lectura pública que tendría lugar al mes siguiente en la Lovelace Society, un círculo de estudiantes lectores de ensayos del Worcester College, en Oxford. En esta versión añadió muchos nombres propios, chistes y alusiones, desarrolló el personaje y el marco de la historia. Ham, situado en “El pequeño reino”, se convierte en la antesala de Thame, un pueblo real al este de Oxford. Entre las bromas que se agregaron hay una


referencia a los redactores del famoso Oxford English Dictionary, los “cuatro sabios clérigos de Oxford”.

Egidio fue propuesto para su publicación por primera vez en 1936 y fue rechazado argumentando que era un cuento demasiado corto. Luego, cuando los editores de Allen & Unwin, estaban ansiosos de ver la continuación de El Hobbit terminada para la navidad de 1938 y al ver que ESDLA progresaba lentamente, Tolkien propuso como alternativa a Egidio, que nuevamente fue rechazado. Más tarde, ese mismo año; Tolkien volvió a ofrecer el cuento para su publicación, esta vez argumentando que presentaba cambios y que había adquirido un tono más “adulto”. Este nuevo texto le gustó al encargado de la editorial, pero preocupaba que el cuento no se encontrara en una categoría bien definida, si era para niños o para adultos, lo que podría

complicar la comercialización. Allen & Unwin estaba dispuesto a publicar Egidio, pero esto se haría únicamente después de que se publicara ESDLA. Finalmente, en 1949, los editores deciden publicar el relato de Egidio acompañado por ilustraciones de Pauline Baynes. Antes de la publicación, Tolkien volvió a revisar el texto y le añadió un prólogo ficticio en el que fingió ser el editor y traductor de una antigua leyenda del pequeño reino.

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Sobre la elección de Pauline Baynes como ilustradora del libro fue el mismo Tolkien quien la escogió, pues previamente rechazó ilustraciones de otros artistas. Lo que más llamó la atención de las ilustraciones propuestas por Baynes fue el tono humorístico y falsamente medieval de las imágenes, las cuales consideró que reflejaban el espíritu del libro. Desde la publicación del libro Pauline


profesor no tardan en notar que hay muchos personajes que pueden compararse o asociarse con otros presentes en otros escritos como lo son El Hobbit y ESDLA. Hay ciertas similitudes entre la espada Caudimordax, que solo puede ser desenvainada cuando se encuentra un dragón cerca y Dardo, la espada de Bilbo y Frodo, que brilla cuando se encuentra un orco o un trasgo cerca. Ambas comparten características mágicas ante el peligro que son de importante ayuda para su poseedor. Igualmente, existen similitudes entre el clérigo y Gandalf, quienes aparecen como grandes consejeros y sabios a lo largo de todos los sucesos. Una última similitud entre las obras salta a la vista con la negociación de Crisofilax y Egidio y el encuentro entre Smaug y Bilbo. Los tres ejemplos mencionados no son los únicos casos en que ambas obras comparten similitudes; es solo una invitación a que la próxima vez que se lean ambos textos se haga de manera detenida para ir más a fondo y poder encontrar más de estas similitudes y, sobre todo, adentrarse más en el asombroso mundo de los cuentos de hadas. q

KENNETH GRAHAM

Baynes se convirtió en la ilustradora favorita de Tolkien.

Para ver una edición en español del cuento, los lectores de Hispanoamérica tendríamos que esperar hasta 1981, cuando Ediciones Minotauro publicó el cuento Egidio el Granjero de Ham junto con Hoja de Niggle y El herrero de Wotton Mayor. Una edición independiente fue publicada en 1984. Cuando se publicó, a pesar de que Tolkien dijera que Egidio era un libro para todos, Allen & Unwin decidió pubicitarlo como un libro para niños. El libro se vincula con la categoría de cuentos infantiles en los que se incluyen El Dragón Perezoso de Kenneth Graham o las historias de dragones de Edith Nesbit. Sin embargo, la principal historia con la que se logra comparar a Egidio es El Sastrecillo Valiente, cuento incluido en la colección de cuentos de los famosos hermanos Grimm. Sin importar que se categorizara la historia de Egidio para niños, los críticos y lectores se dieron cuenta que tanto niños como adultos podían disfrutar de esta historia. Los lectores más avanzados en la obra del

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Tolkien: Creador de la Tierra Media Andoni Cossío (España) Artículo cedido por Fafnir – Nordic Journal of Science Fiction and Fantasy Research (ISSN: 2342-2009)

de Tom Shippey (pp. 58-69). Desafortunadamente, en otras menores instancias, la conexión es tenue, como en el ensayo de McIlwaine (pp. 10-20) y la fig. 18 (p. 39) Copy of ‘Mirkwood’ (Copia de ‘Mirkwood’) en el de Flieger. Esta imposición marcada por el formato de los artículos obliga a volver hacia atrás cuando el análisis de dichas reproducciones comienza en el catálogo.

Tolkien: Creador de la Tierra Media (Tolkien: Maker of Middle-earth), que pronto será traducido al español por Minotauro, es el retoño de la exposición bajo el mismo nombre que fue exhibida en la Weston Library, Oxford, del 1 de junio al 28 de octubre de 2018. Este catálogo expandido, que incluye seis artículos introductorios a la figura de J. R. R. Tolkien, proporciona elaborados comentarios sobre los originales expuestos junto con una bibliografía y un índice, que forman una coherente introducción tratando todos los aspectos de la vida, ficción y arte de Tolkien. Con diecisiete años de trabajo a sus espaldas en el Archivo de Tolkien de la Bodleian Library, Catherine McIlwaine es una editora autoritativa que ha logrado reunir un excelente compendio textual y visual.

Los autores elegidos para los ensayos introductorios, que cubren una amplia gama de temas, reúnen a algunos de los mayores expertos y expertas del mundo en Tolkien. Las reproducciones de los elementos exhibidos en la mayoría de los casos sirven de apoyo a las ideas expuestas, como en los textos por John Garth (pp. 20-33), Verlyn Flieger (pp. 34-45), Carl F. Hostetter (pp. 46-57), y Wayne G. Hammond y Christina Scull (pp. 70-71), o ilustran el tema elegido como en la contribución

“J. R. R. Tolkien: A Biographical Sketch” (“J. R. R. Tolkien: un sketch biográfico”), proporciona una clara, concisa y original introducción a la bien conocida vida de Tolkien. El logro de McIlwaine de incorporar algunos datos menos conocidos con los hitos más destacados de las experiencias vitales de Tolkien es digno de alabanza. Este artículo cumple perfectamente su función de introducir los subsecuentes ensayos y reproducciones del libro.

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“Tolkien and the Inklings” (“Tolkien y los Inklings”) por Garth trata sobre el inicio, composición y evolución del grupo y la influencia que este tuvo sobre Tolkien como escritor y creador. También transmite de manera certera, en contra de la creencia popular, cómo los Inklings era un grupo mutable que cambió con el paso de los años, que no se atenía ni a normas ni a una estructura concreta. Garth también desentraña los aspectos más personales de la relación de Tolkien con los diferentes miembros, dejando de lado los hechos para sumergirse en lo sentimental, proporcionando


un atisbo de la personalidad de Tolkien y su conducta social.

En un ambicioso ensayo titulado “Faërie: Tolkien’s Perilous Land” (“Faërie: el reino peligroso de Tolkien”), Flieger explica qué significaban los conceptos de ‘Faërie’ (País de las Hadas) y “Faërian Drama” (representación del País de las Hadas) para Tolkien, y cómo los aplica a sus escritos. Con ese propósito en mente, Flieger revisa los dibujos primerizos de Tolkien desde 1911 a 1913, Sobre los cuentos de hadas (1947), El herrero de Wootton Mayor (1967) junto con el “Ensayo sobre El herrero de Wootton Mayor” (2005), y Los papeles del Notion Club (publicado en Sauron Derrotado en 1992), siguiendo el rastro de la evolución del concepto de ‘Faërie’ en su mente y ficción. Es de particular interés cómo Flieger explica que Tolkien, haciendo uso del concepto de ‘Faërie’ por primera vez en el Bosque Negro en El Hobbit (1937), se embarcó en la aventura de desarrollarlo en mayor medida en El Señor de los Anillos (1954-1955) en el Bosque Viejo, acercándose a su forma postrera en Lothlórien, para finalmente redondearlo en El herrero de Wootton Mayor. “Inventing Elvish” (“Inventando el élfico”) por Hostetter explica cómo “Tolkien is the first glossopoeist (or inventor of languages) known to have created his languages on historical and comparative principles” (47) (“Tolkien es el primer glossopoeta [o inventor de idiomas] conocido en crear sus idiomas en base a principios históricos y comparativos”). El ensayo muestra la manera en la que Tolkien diseñó una serie de lenguas élficas con unas detalladas trasformaciones gramaticales y fonológicas históricas, subproducto de su actividad profesional como filólogo. A pesar de que el ensayo es ligeramente técnico para ser afrontado sin conocimientos lingüísticos previos, triunfa a la hora de proporcionar una explicación científica sobre la ardua y meticulosa tarea que Tolkien llevo a cabo, que distingue a sus idiomas de otros sistemas de comunicación confeccionados. “Tolkien and ‘That Noble Northern Spirit’” (“Tolkien y ‘ese noble espíritu nórdico’”) por Shippey expande sobre la largamente estudiada influencia de la literatura nórdica en Tolkien desde una nueva perspectiva. El coraje sin la esperanza de alcanzar la victoria que es perceptible a lo largo de El Hobbit y El Señor de los Anillos es identificado como parte del espíritu que Tolkien absorbió de la literatura nórdica. Sin embargo, Shippey también

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remarca cómo Tolkien censuraba prácticas paganas, eliminando o condenando indicios de esclavitud y de sacrificios animales o humanos. Shippey va más allá y analiza la forma en que ciertos pasajes de Beowulf y “The Lay of Fafnir” (“La balada de Fafnir”) perteneciente a Poetic Edda (Edda poética) moldearon en gran medida partes de El Hobbit. El mayor logro del ensayo no es la simple identificación de las fuentes y los elementos que tomó prestados, sino considerando la fe, los conocimientos filológicos, y el gusto del autor, el mostrar la forma en la que Tolkien adaptó los materiales originales para presentar una nueva perspectiva del pasado, en algunos casos de una manera más sofisticada, o para satisfacer sus propósitos como creador. Como los expertos más versados en el arte de Tolkien, Hammond y Scull proporcionan un ensayo imprescindible. “Tolkien’s Visual Art” (“El arte visual de Tolkien”) proporciona una cronología del arte de Tolkien, convenientemente saltando hacia delante y hacia atrás en el tiempo, con relación a los diferentes acontecimientos vitales, prestando especial atención a aquellas obras de arte ligadas a su ficción. Hammond y Scull triunfan en señalar cómo Tolkien era tan meticuloso y dedicado en sus esfuerzos artísticos como en aquellos empleados durante el proceso de escritura literaria.

Una vez que los ensayos han fijado el contexto, el catálogo comienza con las reproducciones a color de cartas de diversa índole. Unas pocas epístolas icónicas escritas por Tolkien son seleccionadas del archivo del Tolkien Estate, el cual procuró a Humphrey Carpenter los materiales para Las cartas de J. R. R. Tolkien (1981). Tras ello, McIlwaine organiza el material de una manera más o menos cronológica con la niñez del autor, su época de estudiante, variedad artística, El Silmarillion, las distracciones y su gestión del tiempo, El Hobbit, terminando con El Señor de los Anillos y sus mapas. El formato dejará satisfecha a la gran mayoría, con una disposición de doble página dedicada a cada reproducción, incluyendo las referencias junto con el comentario, eliminando la necesidad de ser remitido a otra sección. La elección del texto y fotografías es excelente, haciendo alusión de manera pertinente a su ficción y a otras obras artísticas, clarificando las inquietudes comunes y las no tan comunes. El volumen también ilustra cómo Tolkien experimentó con estilos artísticos muy dispares (184), cubriendo todos los


pormenores.

Respecto al contenido, mientras que algunos detalles acerca de Tolkien son bien conocidos, otros, en cambio, son sorprendentemente nuevos, especialmente aquellos referidos a aspectos o fechas concretas en relación con sus padres, infancia, Edith, amistades, vida adulta, Exeter College, familia, la guerra y la Universidad de Oxford. En vez de simplemente volver a reintroducir los hitos de la vida de Tolkien cubiertos en la biografía de Carpenter y en Tolkien y la Gran Guerra: El origen de la Tierra Media (2003) por John Garth, McIlwine sigue un curso diferente. El sketch biográfico al comienzo (pp. 10-20) permite ahora a la autora centrarse en episodios específicos sin tener que volver a explicar los hechos, lo que posibilita una mayor profundización.

La mayor parte de las fotos, mapas, manuscritos y arte han sido previamente publicados en diferentes volúmenes: J. R. R. Tolkien: Cartas de Papá Noel (1976), Pinturas y dibujos de J. R. R. Tolkien (1979), Mr Bliss (1982), J. R. R. Tolkien Life and Legend: An Exhibition to Commemorate the Centenary of the Birth of J. R. R. Tolkien (1892-1973) (1992), The Tolkien Family Album (1992), J. R. R. Tolkien: Artista e ilustrador (1995), El Hobbit anotado (2002), The Invented Worlds of J. R. R. Tolkien: Drawings and Original Manuscripts from the Marquette University Collection (2004), El arte de El Hobbit de J. R. R. Tolkien (2011), y El arte de El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien (2015). Sin embargo, aunque se incorporan varias nuevas reproducciones nunca vistas hasta la fecha, y varias citas textuales de los codiciados Tolkien Family Papers (Documentos de la Familia Tolkien), es necesario mencionar que los materiales más interesantes ya han sido reproducidos anteriormente. Este hecho es

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inevitable, teniendo en cuenta que su arte se ha utilizado para ilustrar sus historias, empleándolo como dibujos, mapas o sobrecubiertas. De cualquier manera, hay que matizar que la calidad de las reproducciones de este volumen supera en gran medida a las publicadas antes de 2011. En total, se incluyen 67 nuevas obras, cuya lista completa puede encontrarse en Tolkien Art Index (TAI) que comprende desde la ilustración TAI#483 hasta TAI#551, excluyendo TAI#498 y TAI#544 (Mueller-Harder, sin paginación). Para una consulta rápida, los materiales publicados en este volumen también pueden ser encontrados TAI. Las nuevas adiciones, tales como el arte de Númenor, los emblemas heráldicos, los patrones, diseños y garabatos, no añaden mucho a los previamente reproducidos, siendo el Second Silmarillion Map (Segundo mapa de El Silmarillion), fig. 75, la única pieza nueva de valor (227).


Como inconveniente he de mencionar que es posible que el patrón reiterativo del libro se haga algo pesado, debido a que, en ciertos casos, uno es expuesto a la misma información en dos ocasiones, inicialmente en los ensayos y más tarde en el catálogo. En tanto que los comentarios sobre las diferentes versiones y evolución de ciertas obras de arte han sido cubiertos por Hammond y Scull en el pasado, algunas observaciones proporcionan nuevas y esclarecedoras perspectivas. Hubiera sido oportuno el haber incluido un listado del material inédito hasta la fecha, sin embargo, la numeración de los manuscritos ha sido apropiadamente colocada al pie de cada reproducción, facilitando la tarea de aquellos interesados en solicitar su acceso. Entre las fortalezas de Tolkien: Creador de la Tierra Media es preciso mencionar cómo McIlwaine reseña la variopinta producción artística y la liga a los diferentes momentos vitales y proyectos ficcionales como El Silmarillion, El Hobbit y El Señor de los Anillos. McIlwaine también muestra cuánto se puede aprender y entender sobre Tolkien mediante su arte, en especial a través de sus producciones tempranas y menos conocidas como “El libro de Ishness”, Roverandom (1998), caligrafía, o garabatos en los periódicos, entre otros. En la mayoría de los casos la editora guía y explica en vez de imponer una interpretación, dejando espacio a las conjeturas personales. El índice es muy detallado y extenso, práctico para rápidas consultas, distinguiendo entre texto y

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reproducciones. Se incluye también una extensa bibliografía para profundizar sobre lo aprendido, así como una lista de todas las exposiciones sobre Tolkien desde el año 1967.

Para el ojo experto puede que las explicaciones detalladas, como los resúmenes de las obras más conocidas, resulten innecesarias, pero considero que las citas de los Documentos de la Familia Tolkien y las nuevas obras de arte serán recibidas de buena gana. Aunque la mayoría de las reproducciones pueden encontrarse en los volúmenes mencionados anteriormente, esta es la primera vez que han sido convenientemente encuadernadas conjuntamente en un único libro a un precio asequible. Los lectores de Tolkien, que no estén familiarizados con el estudio académico del autor, agradecerán el constante esfuerzo por parte de la autora en contextualizar, dando como resultado una introducción accesible sin precedentes al estudio académico sobre Tolkien y su arte. q Bibliografía

Mueller-Harder, Erik. “Tolkien Art Index.” Vermont Softworks. Vermont Softworks, LLC,2019, https:// tai.vermontsoftworks.com.

Artículo publicado originalmente en inglés en Fafnir Journal, vol. 6, issue 2, 2019. Traducido por Andoni Cossío.


Tolkien Sum, Humani Nihil A Me Alienum Puto: o Cuando el Autor lo Invade Todo (Aun Sin Él Saberlo) Fernando Cid Lucas, España Todos —y yo el primero— hemos elucubrado con las potenciales influencias recibidas por J. R. R. Tolkien (1892-1973) a la hora de conformar su fecundo imaginario literario. Nos hemos atrevido incluso a realizar comparaciones en ocasiones algo arriesgadas. Hemos especulado sobre los ideogramas de los trasgos que aparecen en las cartas “escritas” por Papa Noel, sobre la harina apropiada para cocinar lembas o si los balrogs tienen alas o no. Es entretenido, y, además, siempre se aprende algo, puesto que, para comparar, como mínimo, precisamos de dos elementos que enfrentar o a los que sacar parecido. Pero, hay ejercicios y ejercicios. Ejercicios en los que el lector puede percibir hacia dónde apunta el texto que tiene entre sus manos y en los que el objetivo del análisis aparece completamente difuminado. Con todos mis respetos, y valorando el trabajo de equipo que hay tras las monografías, este sería el caso de algunos de los ensayos recogidos en los volúmenes publicados en Italia titulados Tolkien e i Classici1 y Tolkien e i Classici II2, de los que nos ocuparemos en esta breve reseña. Para comenzar, a los editores les alabo el gusto en muchos elementos de los libros, pero el ejercicio que han llevado a cabo “chirría” en algunos de los engranajes en la construcción de las monografías. Por fuerza, un autor —por mucha notoriedad que haya ganado— no tiene que recibir influencias de otros de los más importantes escritores a nivel mundial (máxime cuando en la nómina faltan nombres tan relevantes como el de Cervantes (un clásico vigente) o el de Lang (un clásico que ha perdido su vigencia un

tanto, pero que la tenía durante la infancia y juventud de Tolkien); o cuando, en una sociedad cada vez más globalizada, emplear el término “clásico” para ceñirlo a Europa y a unos pocos escritores americanos que se expresan en lenguas europeas resulta, cuando menos, inconsistente3. Por esto, lo que no me parece de rigor es “aprovechar” el tirón sempiterno de Tolkien para que las líneas de investigación de los estudiosos de Dante, Santo Tomás de Aquino o Leopardi se enriquezcan, y sumen a sus CVs con las páginas pertinentemente isebenados quinquenios, tramos y licencias crediticias, dejando poco poso tolkieniano en el lector, o un ensayo hecho a jirones, un patchwork de otros ensayos y de otros nombres. Así, convocado por el sugerente título de Tolkien e i classici uno recurriría a sus páginas para saber más sobre Tolkien y el ámbito de los clásicos de la literatura universal, pero algunos de los nombres que allí aparecen son más que cuestionables (o, si no, que se lo pregunten a Bloom —no al actor que encarna a Légolas “Hojaverde”, sino a Harold, el crítico y teórico estadounidense4—). Mientras que algunos de los capítulos que contienen estos libros más tienen de: “El autor X y Tolkien” que de un verdadero estudio comparado entre autores, con muy poca presencia de Tolkien o de su obra, pero con datos e ideas interesantes, esto sí, aunque el autor de The Hobbit se quede a un lado y el lector con más “hambre” de Tolkien, porque lo digerido tiene “poca chicha”. Así, comprobamos que, en ocasiones, el orden de los factores sí altera el producto, o que se escribe en primer lugar Tolkien porque Tolkien hoy “viste

2 ARDUINI, Roberto, BARELLA, Cecilia, CANZONIERI, Giampaolo y TESTI, Claudio A. (ed.), Tolkien e i classici II, Roma, Eterea, 2018.

4 BLOOM, Harold, The Western Canon: The Books and School of the Ages, New York, Harcourt Brace, 1994.

1 ARDUINI, Roberto, BARELLA, Cecilia, CANZONIERI, Giampaolo y TESTI, Claudio A. (ed.), Tolkien e i classici, Cantalupa, Effata Editrice, 2015.

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3 Léase, por ejemplo, lo recogido en el interesante ensayo de: FOWLER, Alastair, “Genre and the Literary Canon”, New Literary History, vol. 11, nº. 1, Anniversary Issue: II (Autumn, 1979), pp. 97-119.


mucho” en el mundo editorial y llama la atención del lector, a pesar de que sus compañeros de enunciado posean un indudable peso específico. Pero no puedo decir que todo en el libro sea cuestionable, Tolkien e i classici es un libro curioso. Sin duda lleno de (muy) buena voluntad, con mucho trabajo tras él y que enriquecerá la cultura literaria del lector. Hay una primera parte en la primera entrega, la que llega hasta Geoffrey Chaucer (h.13431400), que me parece muy aprovechable, bien documentada y muy en la órbita de los intereses del profesor Tolkien. Confieso también que la idea de unir o comparar a Dante con el autor de The Lord of the Rings también a mí se me había pasado por la cabeza alguna vez, pensando en que ambos autores habían planteado crear una obra independiente y total, que no necesitaría apoyarse en otras, puesto que se nutría de sí misma, pero, superado un planteamiento inicial, eran demasiadas las dudas que me suscitaba dicha comparación, y lo dicho antes era una idea pueril. En ocasiones los críticos realizan extraños “matrimonios de conveniencia”, no hay que fiarse de todo lo que dicen. Así, la fórmula acuñada en Tolkien e i classici me parece dudosa. En parte porque Tolkien y algunos nombres propios están unidos sólo en el título, discurriendo el texto por otros derroteros. Esta estrategia en la redacción me recuerda a una

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conversación real en un anticuario de Ocaña sobre el estado de un cuadro: “El lienzo está como nuevo, salvo por este trozo de tela que le falta aquí, a la izquierda”. Maese Pedro dixit. Es como decir que una botella está llena salvo por lo que le falta para estarlo. Y, en efecto, leyendo algunos capítulos he tenido la sensación de que más de un colaborador ha tenido en Tolkien una excusa para poder hablar (y publicar) sobre X, Y o Z. Con esta ecuación puedo decir que Tolkien y Poe, Coleridge, Wilde, Gabriel y Galán o Francisco Ibáñez encajan uno sobre otro a la perfección, salvo por unas diecinueve, veinte o veintiuna diferencias que luego pasaría a desglosar... Artículo hecho. Cualquier agencia que vele por la calidad de la investigación no tendría muchas pegas que poner. Tal vez sea un nuevo camino para la nueva crítica literaria. Tal vez sea lo que veremos en nuestro futuro editorial. Asimismo, se echa en falta algo que quizás pase desapercibido para la mayoría de los lectores, esto es: algo más de rigurosidad en el citado bibliográfico, en la correcta elaboración de las bibliografías, esa ingrata tarea que cumplen pocos autores y que los editores agradecen tanto. Pero estas son manías de curator, poco importantes para el lector, un mero recuerdo dentro de no muchos años, dust in the wind…q


Los Anillos de Poder y su Influencia en el Destino de la Tierra Media

Juan C. Echeverri-Laverde, Sam

Cuando hablamos de magia en la Tierra Media, y específicamente de anillos, siempre encontramos al Anillo Único como referente, pero existen otros anillos que fueron forjados y transformaron el destino de todas las razas: Los Anillos de Poder.

Galadriel y Celebrimbor: un gran orfebre y nieto de Fëanor (forjador de los Silmaril).

Se cuenta que Celebrimbor, cuando se encontraba aún en Gondolin, le construyó a Galadriel la Elessar (Piedra del Elfo) para ganar sus afectos, pero la Dama no le correspondió. Luego Galadriel, en la Tercera Edad, le entregaría dicha joya al esposo de su nieta Arwen: Aragorn. Retomando el camino de Celebrimbor, al exiliarse en Ost-in-Edhil, sigue con su oficio y crea una comunidad de orfebres llamada Gwaith-i-Mírdain, los Forjadores de Joyas. Al estar cerca de Khazad-dûm, hogar de los Enanos, y del Rey Dúrin III, se forjó una alianza muy productiva para ambas razas por largo tiempo, donde se intercambiaban material precioso de los Enanos con conocimiento y la forja preciosa de los Elfos. Era tan buena la relación entre estas dos razas en Acebeda, que Celebrimbor construyó la puerta de Durin en Moria, la entrada occidental de Khazad-dûm.

Las fuentes de donde se puede obtener información de anillos forjados son muchas (por no decir que todas las obras del Profesor), El Señor de los Anillos, El Hobbit, Cuentos Inconclusos, Historia de la Tierra Media, Cartas. De allí he tomado algunas referencias para rastrear cómo fueron forjados por los elfos más dotados y cambiaron el curso de la historia de toda la Tierra Media. Podemos iniciar este viaje en el lugar donde fueron forjados los Anillos de Poder: Eregion o Acebeda, ubicada al occidente de las Montañas Nubladas, y muy cerca de Khazad-dûm, cuya capital es Ost-in-Edhil (que significa Ciudad de los Elfos). Esta región fue el epicentro de los orfebres más conocidos en la Segunda Edad. A esta región se le conoce como la Ciudad de los Elfos, ya que allí llegaron los elfos Sindar que lograron escapar de Gondolin una vez que fue arrasada por Morgoth y su ejército de Balrogs y Dragones. Entre aquellos que lograron escapar e instalarse en Eregion, se encontraban

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Mientras todo esto sucedía, en otro lugar de la Tierra Media, Sauron, estando escondido luego de la derrota de Morgoth al final de la Primera Edad, vio una oportunidad terrible para llevar a cabo su venganza contra los elfos a quienes consideraba sus peores enemigos: compartir conocimiento con los mejores orfebres y talladores de joyas, pero lo debía hacer bajo una


compartió mucha de su sabiduría en la forja y creación que heredó del Vala Aulë con los Gwaith-i-Mírdain, de este intercambio de conocimiento surgieron los primeros Anillos de Poder. Estos primeros anillos (un total de 16) se crearon sin conocer su real intención y fueron forjados de igual manera: una joya engarzada a un anillo plano. Antes de la llegada de Annatar, los Elfos ya habían creado anillos, pero sin ningún tipo de intención más allá de entregarlos como agradecimiento; pero estos nuevos anillos al ser forjados con el conocimiento y magia de Sauron, podrían ser encontrados y manipulados por un Anillo supremo que los puede reunir y dominar. Mientras se forjaban los Anillos de Poder, Galadriel discutía con Celebrimbor sobre Annatar y si éste debería dejar la ciudad de Ost-in-Edhil. Ante la negativa de Celebrimbor, Galadriel abandona la ciudad y se exilia con su esposo y sus compañeros en Lórien, donde viviría hasta el fin de los días. Celebrimbor toma uno de estos 16 anillos y lo regala al rey bajo la montaña de Khazad-dûm, el rey Durin III.

Una vez se forjaron los Anillos de Poder, Annatar deja Eregion para dirigirse al Monte del Destino, donde forjará el Anillo Único para dominar a todos los demás anillos menores, pero, al mismo tiempo, y sin saberlo Sauron, Celebrimbor inicia la forja de 3 anillos adicionales, Vilya (Aire), Narya (Fuego) y Nenya (Agua). Cuando Sauron termina la forja del Anillo Único, Celebrimbor tiene un presentimiento de que algo malvado se está tramando, y al terminar la forja de los 3 anillos va en busca de consejo de Galadriel a Lórien. Allí la dama le indica que ellos van a ser la fuerza que se opongan al mal creciente que viene de la mano de Sauron, y le aconseja

figura que nadie conociera y se pudiera ganar su confianza; así es como llega a la Tierra Media Annatar, el señor de los Dones.

Cuando Annatar llegó a la capital de Acebeda, Galadriel y su esposo Celeborn se opusieron a su ingreso, ya que sentían que tenía otras intenciones. Pero Celebrimbor ya contaba con cierto poder y reconocimiento entre sus pares y éste si lo dejó entrar. En esta etapa Annatar

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que los anillos que forjó sean herramientas que puedan utilizar, por lo que lo deben portar los altos elfos. Galadriel propone que dos de esos anillos sean enviados a Gil-Galad (Vilya) y a Cirdan (Narya) que se encuentran en Lindon. El tercer anillo (Nenya) se quedaría en Lórien junto a la dama Galadriel.

artefactos, pero las razas de los Enanos y los Hombres si fueron seducidos por las promesas de riqueza infinita, poder e inmortalidad.

Sauron conocía los pensamientos y ambiciones de los Enanos, que siempre ha sido codiciar más oro y que sus tesoros siempre crezcan, por lo tanto, se cuenta que Sauron entrega 7 Anillos de Poder, para cada Padre Enano, y que, en la base de su tesoro, siempre se encuentra un Anillo de oro o de Poder, que multiplica sus riquezas. Pero la finalidad de Sauron era controlar y dominar a los Enanos a su favor, pero no contaba con la voluntad de piedra inquebrantable de los Enanos, y aunque los Anillos aumentaban su codicia, nunca formaron alianzas con el señor oscuro. Ante la impotencia de Sauron, lo que hizo fue enviar dragones a que recuperara o destruyera sus Anillos de las manos de los Enanos. Se maneja la teoría que 4 anillos de los Enanos fueron destruidos por los fuegos de los dragones o terminaron en sus entrañas, y los 3 restantes fueron recuperados y devueltos a Sauron, siendo el último recuperado el que estaba en poder de Thráin II, padre de Thorin Escudo de Roble.

Sauron se da cuenta que han sido creados más anillos sin su magia, pero si con su conocimiento, y por lo tanto no podrá dominar la voluntad de sus portadores por medio del Anillo Único que acaba de forjar, se enfurece y va con un enorme ejército a Acebeda para arrasar con toda la región, y capturar a Celebrimbor para que le entregue los anillos que ha creado en secreto por medio de torturas innombrables.

Celebrimbor le indica a Sauron que ha creado tres anillos pero que no le dirá donde se encuentran, por lo que Sauron lo asesina y empala su cuerpo atravesado por flechas, para que sea llevado como estandarte por los orcos que al final terminan arrasando toda Acebeda y por ende todo el conocimiento que quedaba de las forjas de bellas joyas. Sauron además de esto, termina con los forjadores de joyas y retoma los 15 anillos que quedaban.

Para dominar a los Hombres, Sauron tuvo menos inconvenientes, ya que en ellos encontró una raza que deseaba la inmortalidad de los Elfos y la riqueza de los Enanos. Sauron entregó los 9 anillos restantes a Hombres que tal vez eran reyes Númenoreanos en su mayoría, pero podría decirse que eran reyes menores ya que no hay historias sobre sus reinados o hazañas. De estos reyes se sabe poco en realidad, solo

Es muy común pensar que la manera en que Sauron entregó estos anillos fue de alguna forma en particular, pero nada dista de ser más cierto. Sauron recorrió la Tierra Media entregando estos anillos a quienes los quisieran recibir. Con conocimiento de causa, los Elfos nunca recibieron un Anillo de Sauron, a los cuales nunca pudo doblegar por medio de estos

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que uno de ellos luego es llamado Rey brujo de Angmar, y otro que se llama Khamûl, el Oriental o la Sombra del Este. Los Hombres, debido a su corazón corrupto fácilmente son dominados y consumidos por el poder de Sauron, que llegan al punto de desaparecer del mundo “real” y entrar al mundo oscuro, convirtiéndose en los Nazgûl, los espectros del Anillo.

La conexión de los anillos de los elfos con Sauron era por medio del pensamiento, así que podía sentir su presencia más no su ubicación exacta, por lo que inicia un asedio a 3 lugares: Lindon, Imladris y Lothlórien. Los elfos no eran inmortales sino que estaban atados al destino de Arda, así que mientras existiera la Tierra Media, los elfos perdurarían de la misma forma, este era su anhelo que se evidenciaba en el poder de sus anillos: Que se preservara la tierra donde vivían. Luego de arduas batallas y repeler los ataques de Sauron, Gil-Galad antes de la batalla de la Última Alianza en la Segunda Edad entrega su anillo Vilya a Elrond para proteger a Imladris; y de igual manera, Cirdan en el inicio de la Tercera Edad, entrega su anillo Narya a uno de los magos Istari que recién llegaban a la Tierra Media, Mithrandir, también conocido como Gandalf. De esta manera, los anillos fueron protegidos y puestos fuera del alcance del Señor Oscuro, evitando que rigiera en la Tierra Media. Al final, retomando la suerte del Anillo Único, Sauron lo pierde de la mano de Isildur, e inicia su búsqueda desesperada para reunir nuevamente su poder y espíritu que ha sido dividido entre los Anillos de Poder y el Anillo Único, con la ayuda de los Hombres convertidos a Nazgûl.

Anillos de Poder:

1200 SE: Se presenta ante Celebrimbor, Annatar Señor de los Dones

1400 SE: Annatar insta a los Gwaith-i-Mírdain a rebelarse contra Galadriel en Eregion.

1500 SE: Annatar abandona Eregion. Se forjan los anillos de Poder en Ost-In-Edhil, con la ayuda de los Gwaith-i-Mírdain. 1590 SE: Celebrimbor forja a escondidas los 3 Anillos de los Elfos.

1600 SE: Sauron forja el Anillo Único en el Orodruin. Celebrimbor descubre sus intenciones.

1693 SE: Se desata la Guerra entre Sauron y los Elfos de Eregion. Celebrimbor, por consejo de Galadriel esconde los 3.

1697 SE: Sauron por ira y traición invade y arrasa Eregion. Se apodera de los 9, pero no encontró los 7 y los 3. Tortura y asesina a Celebrimbor, que indica donde están los 7 pero no los 3.

Una pregunta muy frecuente cuando se aborda el tema de los anillos es ¿Realmente los Anillos de poder tenían poder especial? Se puede decir que sí, pero era un poder que se revelaba de acuerdo al portador y su anhelo particular. ¿Eran de igual poder que el Anillo Único? No se podrían comparar porque el Anillo Regente haría más poderoso a su creador siempre que estuvieran juntos, pudiendo dominar a los demás anillos, también se debe tener en cuenta que gracias al poder de los anillos de los Elfos que daban esperanza, consejo, sabiduría y fuego en el corazón para llevar a cabo la misión más imposible, fue posible hacerle frente a Sauron y proteger, por una última vez, la Tierra Media. Un breve resumen de los hechos entorno a los

2251 SE: Llega Sauron al Este, aparecen por primera vez los Nazgûl, esclavos de los 9.

3441 SE: Se forja la Última Alianza, Sauron desaparece, el Anillo Único pasa a manos de Isildur, y los 8 retornan a la Sombra. 2845 TE: Sauron captura a Thráin II y recupera el último Anillo de los Enanos. q

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Una historia del Quenya Daniel A. Penagos-Betancur, Isildur Elendion

HISTORIA EN LA TIERRA MEDIA

El Quenya o alto élfico es la lengua más notable de la rama amanya (“de Aman”) de la familia de lenguas élficas. En Aman había dos dialectos del quenya: vanyarin y noldorin. Por razones históricas, en la Tierra Media sólo se usó este último. La única otra lengua eldarin hablada en Aman, el telerin, podría considerarse también un dialecto del quenya, pero normalmente se la consideraba un idioma separado.

los Noldor en la Primera Edad y su posterior exilio en la Tierra Media adonde llevaron con ellos el quenya. En la Tierra Media los Noldor eran ampliamente superados en número por los Sindar que hablaban un lenguaje claramente relacionado, pero bastante distinto.

Comparado con muchas otras lenguas élficas, el quenya era arcaico. Preservó las características más importantes del idioma élfico original inventado por los Eldar cuando despertaron por primera vez junto al lago de Cuiviénen —una lengua con “muchas... palabras bellas, y muchos artificios astutos del habla” (The War of the Jewels p. 422). De hecho, el índice de El Silmarillion se refiere al quenya como “la lengua antigua, común a todos los Elfos, en la forma que tomó en Valinor”— en Aman como si el quenya fuese tan parecido al élfico primitivo que fuera meramente una forma tardía de él, y no un nuevo lenguaje.

Mientras los Noldor aprendían rápidamente el habla de Beleriand —el sindarin—, los Sindar fueron lentos para dominar el quenya. Veinte años después de la llegada de los Noldor a la Tierra Media, “la lengua de los Elfos Grises fue muy usada, incluso entre los Noldor” (Silm. Cap. 13). Cuando el Rey Thingol de Doriath supo finalmente que los Noldor habían asesinado a muchos de sus parientes entre los Teleri y robado sus embarcaciones cuando dejaron Valinor, prohibió el uso del quenya en todo su reino. En consecuencia, “los Exiliados adoptaron la lengua Sindar para todo uso diario, y el Habla Alta del Oeste la utilizaron sólo los señores de los Noldor entre ellos. Aunque esa habla vivió para siempre como un lenguaje de conocimiento, dondequiera que habitara alguno de aquellas gentes” (Silm. Cap. 15).

Fuera de Aman, el quenya nunca se hubiese conocido si no hubiese sido por la rebelión de

Cuando los Edain llegaron a Beleriand aprendieron no sólo sindarin, sino “también quenya hasta un cierto punto” (WJ p. 410). Aunque el quenya “nunca fue un lenguaje

Mientras los Eldar vivieron en Aman el quenya no era lengua exclusiva de los Vanyar y los Noldor, sino también de los Valar: “Los Valar parecen haber adoptado rápidamente el quenya” después de la llegada de los Elfos, y los elfos no oían por lo general la lengua de aquéllos, el valarin: “En verdad se decía que a menudo se podía oír a los Valar y a los Maiar hablando quenya entre sí” (WJ p. 305).

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Fue así como el quenya sobrevivió, incluso en la oscura Primera Edad. De hecho, e inclusive hubo una expansión del vocabulario por parte de los Noldor, que adoptaron y adaptaron algunas palabras de otras lenguas, como Casar “enano” del término enano Khazad y certa “runa” del sindarin certh (WJ p. 388, 396).


hablado entre los Hombres” (Cartas nº 276), los nombres en alto élfico como Elendil tuvieron mucha popularidad entre los Hombres. Túrin se dio a sí mismo el nombre en quenya Turambar o “Amo del Destino”, y su hermana Nienor gritó algunas palabras en Alto Élfico antes de suicidarse (Silm. Cap. 21).

También hay numerosos ejemplos del quenya de boca de los Exiliados Noldorin: Cuando Turgon construyó su ciudad escondida, “señaló que su nombre era Ondolindë en el habla de los Elfos de Valinor”, aunque la forma adaptada al sindarin Gondolin, se convirtió en el nombre usual de la ciudad. Incluso en Gondolin, el quenya “se había convertido en un lenguaje de libros” para la mayoría de la gente, “y como la mayoría de los otros Noldor, utilizaron el sindarin en su habla diaria”. Sin embargo, Tuor escuchó a la Guardia de Gondolin hablar “en el Habla Alta de los Noldor, que no conocía”. También se afirma que “el quenya se usaba diariamente en la casa de Turgon, y fue la lengua de la niñez de Eärendil” (Cuentos Inconclusos p. 63). Aredhel dejó Gondolin y fue capturado por Eöl, a quien ella dio un hijo, y “en su corazón le dió un nombre en el lenguaje prohibido de los Noldor, Lómion, que significa Hijo del Crepúsculo” (Silm. Cap. 16). Eöl, más tarde, llamó a su hijo por el nombre sindarin Maeglin, pero Aredhel “enseñó a Maeglin la lengua quenya, a pesar de que Eöl se lo había prohibido” (WJ p. 337). A comienzos de la Segunda Edad algunos de los Noldor regresaron a Aman, “pero algunos permanecieron durante muchas edades en la Tierra Media” (Silm. Cap. 24). Así, los hablantes nativos de quenya seguían estando presentes en las Tierras de Aquende. Hay que recordar que, durante esta época el mayor enemigo de los elfos se apareció ante ellos en una bella forma con un nombre en quenya, Annatar, el señor de los Dones (Silm. De los Anillos de Poder). Su nombre real también era una palabra quenya, que no podía usar por obvios motivos: Sauron, el Aborrecido (Silm. Index). Más tarde, los Herreros de Eregion dieron nombres quenya a sus más grandiosos trabajos: Narya, Nenya, y Vilya, los más grandes de los Anillos de Poder, exceptuando al Anillo Único. La historia de la Segunda Edad está dominada

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por la saga de Númenor, la gran isla que los Valar dieron a los Edain. Originalmente todos los Edain fueron amigos de los elfos, y la mayoría de ellos sabía sindarin —aunque el habla diaria de los Númenoróneranos fue el adûnaico, una lengua humana—. Se dice que “los maestros del conocimiento entre ellos aprendieron también el Alto Eldarin del Reino Bendecido, en el cual muchas historias y canciones se conservaron desde el principio del mundo... Así fue como además de sus propios nombres todos los señores de los Númenóreanos tuvieron también nombres Eldarin [quenya y/o sindarin]; y lo mismo ocurrió con las ciudades y hermosos sitios que fundaron en Númenor y en las costas de las Tierras de Aquende” (Akallabêth). Los ejemplos de los nombres quenya en Númenor incluyen Meneltarma, Armenelos, Rómenna y el nombre Númenor mismo. El quenya no era una lengua hablada en Númenor. Sólo lo conocían los instruidos y las familias de alta estirpe, que lo aprendían cuando eran pequeños. Era empleado en los documentos oficiales que se querían preservar, tales como las Leyes y el Pergamino y los Anales de los Reyes, etc. y a menudo en obras eruditas. También se lo utilizaba en abundancia en las nomenclaturas: los nombres oficiales de todos los lugares, regiones y accidentes geográficos de la tierra eran de origen quenya —aunque habitualmente también tenían nombres locales, por lo general con el mismo significado, en sindarin o adúnaico (Númenóreano)—. Los nombres personales, y en especial los nombres oficiales y públicos, de todos los miembros de la casa real, y en general de la Línea de Elros, eran de origen quenya (CI p. 279). Los Reyes tomaron nombres en quenya porque el alto élfico era “la más noble de las lenguas del mundo” (CI p. 279). Los Númenoreanos empezaron a envidiar la inmortalidad de los Elfos, y la amistad con Aman se enfrió gradualmente. Cuando el vigésimo Rey de Númenor ascendió al trono en el año 2899 de la Segunda Edad, rompió con la antigua costumbre y tomó el cetro con un título en adûnaico en vez de en quenya: Ar-Adûnakhôr, Señor del Oeste. “En este reino ya no se emplearon las lenguas élficas


y se prohibió que se las enseñara, pero los Fieles las hablaron en secreto; y en adelante los barcos de Eressëa visitaron las costas occidentales de Númenor (muy pocas veces y siempre ocultándose)” (CI p. 284). En 3102 Ar-Gimilzôr se convirtió en el vigésimo tercer Rey, y “prohibió totalmente el empleo de las lenguas Eldarin y no permitiría que ninguno de los Eldar fuera a Númenor y castigó a quienes los hospedaban de buen grado” (CI p. 285). De hecho, “los Reyes rebeldes proscribieron las lenguas élficas, y sólo se permitió que se usase el adûnaico, y muchos de los libros antiguos en quenya o sindarin se destruyeron” (The Peoples of Middle-earth p. 315).

Las cosas cambiaron un poco e intentaron volver a las viejas tradiciones cuando el hijo de Gimilzôr, Inziladûn, se convirtió en rey en el 3177. Se arrepintió de los caminos tomados por su padre y tomó un título en quenya de acuerdo con la antigua tradición: Tar-Palantir, el que alcanza a ver de lejos. Tar-Palantir “hubiera querido recobrar la amistad de los Eldar y los Señores del Oeste”, pero ya era demasiado tarde (CI p. 285). Llamó a su única hija Míriel, en quenya. Ella debería haber sido reina regente después de la muerte de aquél en 3255, pero la obligaron a casarse con Pharazôn, hijo del hermano de Tar-Palantir, Gimilkhâd. Pharazôn la tomó como esposa en contra de la voluntad de ella, para usurpar el cetro de Númenor. Evidentemente él no podía soportar su nombre quenya y lo cambió por Zimraphel en adûnaico. Orgulloso y arrogante, Ar-Pharazôn desafió a Sauron en la Tierra Media. El malvado Maia, astutamente, pretendió rendirse, después de lo cual Pharazôn “en la locura de su orgullo, lo llevó como prisionero a Númenor. No transcurrió mucho tiempo antes de que Sauron hechizara al Rey y dominara a los consejeros y pronto cambió el corazón de todos los Númenoreanos, excepto los que quedaban de los Fieles, y los arrastró a la oscuridad” (ESDLA Apéndice A). Sauron hizo creer al Rey que podría volverse inmortal si se las arreglaba para disputar el gobierno de Aman a los Valar, y finalmente Pharazôn intentó invadir el Reino Bendecido. Como Sauron sabía bien, los Númenoreanos nunca podrían conquistar los Poderes, y

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como había previsto, la armada de Pharazôn fue absolutamente derrotada. Sin embargo, Sauron no preveía que los Valar pudieran llamar a Eru, y que él pudiera utilizar su poder para cambiar la forma entera del mundo. El Reino Bendecido fue retirado del mundo visible para ponerlo en el mundo de las cosas escondidas, y con él partieron todos los hablantes nativos de quenya menos aquellos Noldor que se demoraban por la Tierra Media. Númenor en sí desapareció en el mar, y nunca sabremos el número de libros escritos en quenya que se perdieron en la ruina de la Isla de los Reyes. Se dieron nuevos nombres en alto élfico a la isla hundida: Mar-nu-Falmar, Tierra (lit. Hogar) bajo las Olas, y Atalantë, la Caída —No el sustantivo, sino el adjetivo—.

Los únicos supervivientes de la Caída fueron Elendil, Isildur, Anárion y los que los siguieron en sus barcos. Como revelan sus nombres en quenya, eran Amigos de los Elfos y no tomaron parte en la rebelión contra los Valar. Al llegar en sus barcos a la Tierra Media fundaron los Reinos en el exilio de Arnor y Gondor. Pronto, Sauron atacó Gondor, pero fue derrotado en la Batalla de Dagorlad, y después de siete años de acoso tuvo que dejar Barad-dûr y fue muerto por Gil-galad, Elendil e Isildur; sólo este último sobrevivió. Así terminó la Segunda Edad del Mundo, pero los Reinos en el Exilio sobrevivieron en la Tercera Edad, y entre los sabios de Arnor y Gondor se preservó el conocimiento del quenya.

Los reyes de Arnor y Gondor utilizaron nombres en quenya, como habían hecho los fieles Reyes Númenoreanos de la antigüedad (861 años dentro de la Tercera Edad, sin embargo, Arnor se dividió en los pequeños reinos de Arthedain, Rhudaur, y Cardolan; los Reyes de estos reinos utilizaron nombres en sindarin). Los Senescales de Gondor también usaron nombres en quenya hasta la época de Mardil, el primero de los Senescales Regentes. Sin embargo, los sucesores de Mardil cesaron de usar nombres en alto élfico. Los Senescales nunca tomaron el título de Rey, y es posible que pensaran que resultaría presuntuoso usar nombres quenya como hacían los Reyes. Pero cuando Aragorn fue coronado Rey en 3019, se llamó a sí mismo Elessar Telcontar en quenya, siguiendo la antigua costumbre.


Entonces comenzó la Cuarta Edad, y los últimos Noldor se hicieron a la vela desde los Puertos y dejaron la Tierra Media para siempre, volviendo a Aman. Los últimos hablantes nativos de quenya se habían ido de nuestro mundo, pero como Gandalf apuntó a Aragorn, era su deber “preservar todo cuanto sea posible” (ESDLA L. VI Cap. 5) incluyendo el conocimiento de las lenguas Eldarin. Sabemos que Aragorn dio un nombre en Alto Élfico a su hijo Eldarion, quien le sucedió en el trono de Gondor cuando murió en el año 120 de la Cuarta Edad. Aunque se sabe poco sobre esta Edad, poca duda puede caber de que mientras el reino de Gondor duró el quenya siempre fue usado.

HISTORIA EXTERNA

El quenya, originalmente escrito “Qenya”, se remonta al menos a 1915. Parece que fue en este año que Tolkien a sus 23 años compiló el “Léxico Qenya”, una de las primerísimas listas de palabras élficas (El Libro de los Cuentos Perdidos I p. 301). Revisiones incontables que afectan tanto a la gramática como al vocabulario separan al más temprano “qenya” de la forma más o menos definitiva que se ejemplifica en El Señor de los Anillos, aunque el estilo fonético general estaba presente desde el principio. El quenya casi maduro emergió gradualmente en los años treinta, pero Tolkien lo fue revisando conforme escribía ESDLA, un ejemplo de esto es el cambio del genitivo de -n a -o. Hubo también algunos cambios menores en la segunda edición revisada de ESDLA, como cuando Tolkien decidió que la palabra vánier en el Lamento de Galadriel debería ser avánier.

A lo largo de su vida, Tolkien continuó refinando el idioma. En una de sus cartas, Tolkien mismo escribió: “La lengua arcaica del folklore tiene la intención de ser una especie de “latín élfico”, y transcribiéndolo en una ortografía estrechamente semejante a la del latín... la similitud con el latín ha sido incrementada ocularmente. En realidad, podría decirse que, sobre la base del latín, se la ha compuesto con otros dos ingredientes (principales) que me producen placer “fonoestético”: el

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finlandés y el griego. Sin embargo, es menos consonántica que cualquiera de las tres. Esta lengua es el alto élfico o, en sus propios términos, el quenya (élfico)” (Cartas nº 207 y 208). El quenya fue el experimento definitivo en eufonía y fonoestética, y de acuerdo con el gusto de muchos, fue un éxito glorioso. La estructura gramatical, que contiene un gran número de casos y otras inflexiones, está claramente inspirada en el latín y el finés. El ejemplo más extenso de quenya en ESDLA es el Lamento de Galadriel (el poema Namárië) cerca del final del capítulo Adiós a Lórien (ESDLA L II Cap. 8), que empieza Ai! laurië lantar lassi súrinen... Otros textos importantes en quenya incluyen el poema Markirya (Los Monstruos y los Críticos y otros ensayos p. 222-223, CP p. 87), aunque la gramática de este último difiere un poco del estilo del quenya ESDLA; representa una de variantes anteriores del “quenya” (Markirya es muy tardío y totalmente fiable).

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REFERENCIAS Carpenter, H., & Tolkien, C. (1993). Las cartas de J. R. R. Tolkien. Ediciones Minotauro.

Tolkien, J. R. (1978). El Señor de los Anillos. Ediciones Minotauro.

Tolkien, J. R., & Tolkien, C. (. (1984). El Silmarillion. Ediciones Minotauro.

Tolkien, J. R., & Tolkien, C. (. (1990). Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media. Ediciones Minotauro.

Tolkien, J. R., & Tolkien, C. (. (1990). El libro de los cuentos perdidos I. Ediciones Minotauro. Tolkien, J. R., & Tolkien, C. (. (1994). The War of the Jewels. George Allen & Unwin.

Tolkien, J. R., & Tolkien, C. (. (1996). The Peoples of Middle-earth. George Allen & Unwin. Tolkien, J. R., & Tolkien, C. (. (1998). Los monstruos y los críticos y otros ensayos. Ediciones Minotauro.


IN MEMORIAM Christopher John Reuel Tolkien 1924-2020 “Y tú fuiste para mí un don muy especial en un momento de dolor y sufrimiento mental; y tu amor, que floreció casi en el momento en que naciste, me fue predicho, casi como si las palabras hubieran sido pronunciadas, al punto que me siento consolado, aun cuando esto fuera por siempre así. Probablemente nos volveremos a encontrar bajo la mirada de Dios «en entereza y unidad» antes de no mucho, mi muy querido, y es seguro que tenemos un vínculo que perdurará más allá de esta vida.” Carta nº 64, J.R.R. Tolkien (1944) 28


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