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Editorial
Daniel A. Penagos-Betancur , Isildur Elendion - director STCO
Decir que el 10 de diciembre del 2009 mi vida cambió, sería asumir que iba por un rumbo diferente antes de aquel día, lo cual no es cierto pues llevaba tiempo buscando la senda que me trajo a este lugar llamado STCO. Lo cierto es que esa tarde de miércoles encontré la puerta definitiva a la Tierra Media cuando don Guillermo —jamás fui capaz de tratarlo de tú a tú— abrió la puerta de su apartamento y en la pared del frente había colgado un afiche enmarcado de los Argonath, a lo mejor dándome la bienvenida. En ese momento supe que ese era el lugar que había buscado por mucho tiempo y que allí podría encontrar todo lo que alguna vez imaginé. Luego de esa vez, y durante al menos los siguientes cinco años, para Rúmil —él—, Ælfwine, Bilbo, Elessar y yo, el segundo miércoles de cada mes se convirtió en un día casi sagrado para reunirnos a hablar sobre Tolkien, la Tierra Media, otra literatura, más fantasía, las novedades que había y de nuestras vidas. Evocando este recuerdo es inevitable no sentirlo como una especie de T. C. S. B. o incluso de Inklings, pues sin duda, allí nos congregaba la fraternidad y camaradería que nos daban las historias que tanto amábamos. Fueron también muchos los momentos que tuvimos para hablar nosotros dos a solas, momentos en los que jamás me sentí intimidado por tener al frente a una persona mayor, con más conocimiento y muchas más horas de lectura que yo; en cambio encontré un amigo del cual podía aprender muchas cosas y del cual nunca desperdiciaba recomendación literaria alguna, era muy agudo en eso; quizás un relicto de su vida como profesor de español y literatura en el Gimnasio Los Alcázares y luego en el Colegio Benedictino de Santa María, donde terminó su vida laboral. En aquella época, también dedicamos mucho tiempo a hablar de la STCO de tiempo atrás, de esa “época dorada” cuando todos eran jóvenes y el furor de la trilogía por venir de Peter Jackson animó a mucha gente a unirse a las filas del grupo. En este entonces, solo podía anhelar vivir algo similar a las historias que cada tanto resonaban en mí. Poco a poco, y conforme iba recorriendo más y más parajes —unos ya caminados, otros no— de la Tierra Media, inevitablemente también, me sentía más y más vinculado en este legado. Si bien, llegado el momento Rúmil “se retiró” de la vida pública y nos dijo que lo hacía contento y seguro de que el legado de la STCO estaba más que seguro con nosotros, nunca perdimos el contacto y mantuve hasta una “doble vida” al reunirme con toda la nueva STCO los sábados en la tarde y luego con él, como siempre los miércoles para hablar de como iban las cosas; casi casi, como volviendo a casa a contar las aventuras vividas. Mentiría al decir que lo que he hecho junto a la STCO en estos cinco años de nuevo en plena actividad, no ha sido buscando conservar, alargar y enaltecer el legado del cual él me hizo partícipe en aquella ocasión, pues es un legado grande, pesado y lleno de muchas historias que siento sobre los hombros y que hace que saque pecho cada tanto cuando cosechamos un nuevo logro. Sin duda, el logro alcanzado con la STCO del cual me siento más orgullo es justamente Dragón Verde, idea que cuando se la presenté a principios del 2015, le encantó desde el primer momento; por lo cual no dudé en invitarlo a inaugurar este espacio en el cual hoy, le dedico tan sentidas palabras. En Dragón Verde 1, mi queridísimo Rúmil dejó consignadas estas palabras,
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que leídas hoy golpean el corazón y calan hondo debido a su ausencia: “Yo he caminado por el camino de Tolkien: y el camino sigue y sigue, y seguirá haciéndose camino en la lectura de sus obras y en la lectura-camino de la Revista hoy fundada con el empeño de los jóvenes integrantes de la actual Sociedad y por los primeros fundadores (jóvenes de espíritu) de la siempre amada Sociedad Tolkien Colombiana Orodruin.” De un tiempo para acá, cuando la enfermedad se apoderaba de su cuerpo, fue cada vez más difícil establecer contacto con él y tener esas charlas largas que tanto nos gustaban a ambos. Supe aprovechar cada momento de fuerza que sacaba para cruzar unas cortas palabras conmigo, que supiera que estaba con él y que estaría eternamente agradecido de ser parte de tan mágica aventura. A veces no me explico de dónde saqué fuerzas cada vez que cogía el teléfono para llamarlo, pues al colgar era inevitable que rompiera en llanto al saber lo que estaba pasando. El pasado 1 de marzo, paradójicamente mientras celebraba junto a otros amigos algunos logros, recibí la llamada que inevitablemente llevaba días sintiendo que era inevitable recibir: Rúmil había partido junto al Profesor. En medio del ruido, de las risas, de las historias que se contaban en la sala principal, todo dentro de mí se llenó de un silencio tan absoluto como nunca en la vida lo he sentido. Solo atiné a recordar, de nuevo, aquella tarde del 2009 cuando lo vi por primera vez. Podría contar cientos de historias de las que viví junto a Rúmil en estos diez años como miembro de la STCO, pero con ello le quitaría espacio a tan magna edición que tengo el orgullo de presentar. Así que, con todo el amor, cariño y admiración que le profeso a la memoria de Rúmil, quien fue mi mayor maestro en Tolkien en todos estos años, entrego al viento la edición más magna que hayamos hecho hasta hoy de esta revista, así él ya no la vea. Tengo el honor de presentar una edición con portada de uno de los más grandes ilustradores de Tolkien de la era moderna, que fue una bella sorpresa cuando acepto con el mayor de los gustos participar en nuestra publicación. Entrego también, una revista con la cuota más alta de artículos publicados hasta la fecha con participaciones que vienen de Chile, España, Países Bajos e incluso Brasil. Una revista con una participación especial de los estudiantes del seminario El universo literario de J. R. R. Tolkien, dictado por la profesora Maria Cristina Machado Toro en UPB, un logro para Tolkien dentro del plano académico local. Una edición que ahora cuenta con ISSN, un logro que pone a otro nivel este Dragón Verde que cada vez vuela más lejos. Sea lo que sea que pase luego de que uno deje este mundo, estoy seguro de que ahora Rúmil tiene frecuentemente conversaciones con Tolkien y sabe cosas que el resto de los mortales desconocemos. Solo resta continuar este legado del que somos parte y esperar por un futuro encuentro para retomar la conversación donde la dejamos la última vez. Solo me resta esperar esta vida, o quizás toda la eternidad.q