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La evolución del mal: Semilla que nunca para de germinar

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Crónicas Enanas

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La evolución del mal: Semilla que nunca para de germinar Melissa Alzate Suárez, Colombia

La historia nace en El Silmarillion. “Entonces la discordancia de Melkor se extendió todavía más, y las melodías escuchadas antes naufragaron en un mar de sonido turbulento.” (p. 12). Nace con el sonido, con la música. Nace de forma bella y celestial, y es corrompida tan pronto como se va formando. La maldad no espera a nadie ni otorga respiros, y será ese el asunto a tratar hoy. El poder de la maldad en las obras de Tolkien y cómo nunca para de cubrir al mundo que creó como un manto e n s o m b r e c i d o . ¡Tal es el poder de la voz y la palabra! El poder de la seducción comienza con palabras o notas de una melodía. La fuerza de Melkor en la música que dio inicio a

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Morgoth por SpentaMainyu Arda fue tal, que sus cercanos se desalentaron, confundieron y la música vaciló. Tal era el poder del espíritu del mal que tambaleó la obra de Ilúvatar, Dios creador, que, aunque logró culminar su melodía, no pudo apagar el fuego del corazón guerrero de Melkor, nuestro primer protagonista: primera gran fuerza maligna en la historia de Eä. ¿Y de dónde nace la maldad? La maldad es engendro de la seducción por el poder: puede no ser siempre el caso, pero se pensaría que es lo que levantó las fuerzas del mal en el universo del escritor inglés. Y es en realidad un asunto muy común: la maldad como el medio para sobresalir y ganar poderío sobre algo. Esto no se evidencia solo en los grandes y poderosos titanes, también en personajes pequeños –aunque no por eso menos importantes y queridos por el público− como Gollum, que antes de su conversión era un hobbit común y silvestre. Su nombre era Sméagol, y gracias a la codicia que rebotó en su interior, el anillo único le llevó a convertirse en un ser desagradable. En El Hobbit se le describe: “Era Gollum: tan oscuro como la oscuridad, excepto dos grandes ojos redondos y pálidos en la cara flaca.”

(p. 75) porque, como reza La comunidad del anillo y deja claro en varias ocasiones, basta con desear el anillo para que el corazón se corrompa. Y Gollum es solo uno de quienes padecen semejante problema con el control de sí mismo y la convicción de lo que es lo correcto. Gran ejemplo son también los orcos, presentes desde las primeras edades del sol: ejército como ningún otro, firmes ante su líder y la promesa de poder cuando los Valar salgan d e r r o t a d o s y tengan que postrarse ante el gran rey Morgoth. Y es mucho lo que escribiría aquí si tuviese que enumerar todos los que el foso del mal se ha tragado, y aunque al ser juzgados les gana el miedo y piden c l e m e n c i a , a s e g u r a n d o lealtad eterna al buen actuar, Gollum por Argent-Sky la llama encendida no se extingue nunca. Con el encierro de Morgoth en el vacío fuera del mundo, en un primer momento se pensaría que el mal que acechaba a Arda se podría dar por terminado: pero no ocurrió así. Aunque en la batalla de la cólera los Valar y sus aliados dan muerte a muchas de las bestias seguidoras de Melkor, la maldad no se extinguió. En el apartado La caída de Númenor nos encontramos con el nuevo gran jefe: “Sauron se levantó de nuevo en la Tierra Media, y creció y regresó al mal en que Morgoth lo había criado.” (Tolkien, Silmarillion, p. 317) Un Maia que cedió ante Morgoth desde el principio de esta historia y se convirtió en el más grande y seguro de los enemigos. Vuelve y juega aquí el poder de la palabra como la gran arma para vencer. Brotan de boca de Sauron falsedades para que los númenóreanos le sigan, y fácilmente se tragan su discurso sobre “el rey supremo Morgoth” y cómo los Valar, que son el

estamento supremo luego de Eru, son farsantes que les quieren controlar y burlarse de su condición inferior. Y una última parada en la cadena de tres personajes esenciales en la historia que hemos establecido es Saruman. Que al igual que con Sméagol, su esencia se corrompe al darse cuenta del poder que los demás estaban codiciando. Realmente me sorprende que no todos los personajes salgan corriendo tras el ansiado anillo único (y tras los silmarili en el primer libro). Seamos nosotros conscientes también del poder de seducción que mencioné al inicio de este ensayo. Las tentaciones y el vicio, como dijo alguna vez el Marqués de Sade, triunfan siempre sobre la virtud: y desde que le conozco he sentido que tiene toda la razón. La carne es débil, y es realmente valeroso, increíble y merecedor de reconocimiento quien se resiste y continúa por la senda recta. Entonces Saruman es enviado a combatir contra Sauron, pero en el proceso cae rendido ante su deseo de ser él quien dé las órdenes y no ser el enviado. Es el más sabio, viste de blanco, y en las adaptaciones cinematográficas se ve como un ancianito con cara de bonachón. He aquí otra cara del mal: en el caso de Sauron y Melkor, se les describe (y se proyectan en mi imaginación) como oscuros y de apariencia temible, mientras Saruman se presenta como ya mencioné, y aparte, enviado con un trabajo justo y digno de admiración y cánticos si se hubiese llevado a cabo. La fuente de la maldad puede ser cerrada, pero el asunto nunca se cortará de raíz; las falsedades son el virus contagioso y la ambición y envidia serán siempre el motor del mal. Y es esto para mí, el asunto predilecto: el reconocimiento de la cruda realidad donde el mal funciona como la constante que vive en el interior y despierta cuando se enciende la mecha de los asuntos externos. Refleja esto la realidad que se vivió, se vive y vivirá. Como el bando menos malo (porque ninguno es totalmente bueno y justo, aspecto que resaltó Tolkien muchas veces con sus personajes imperfectos) luchará por sus propios

ideales y por defender el honor de una aparente buena causa. ¿Y cómo podemos distinguir entre el bien y mal? ¿Qué significan ambos conceptos? ¿Cómo distingo que los malos son los orcos, los dragones, Sauron, Melkor y todas las demás bestias y no los Valar, Ilúvatar y sus hijos? Es tal vez un juego con la narración. El primer apartado de El Silmarillion (2019) comienza con la mención de Eru como el único y poderoso (p. 23) y creo fielmente que esto nos predispone a confiar en él como figura benevolente y que en toda la obra solo se dedicará a ayudar y a ser justo con todas las criaturas que él mismo creó… ¿podríamos estar seguros? La verdad no lo sé. Y aunque ahora intentase cambiar de opinión y ver a nuestros antagonistas como los buenos, no podría. La representación tradicional del bien y el mal se ha clavado tanto en mí, que me cuesta distinguir ahora con ojo crítico. Eso sí, creo que Ilúvatar, como todos los demás, podría caer en la malicia. Al fin y al cabo, el mal es una elección y es subjetivo. Si decidiese abusar de su condición de Dios supremo, lo podría hacer. No lo creo exento ni perfecto, pues confío en el buen criterio de Tolkien para forjar a sus personajes fantásticos lo más cercanos a las actitudes y sentires humanos que pudo. Dejo aquí la duda, resaltando que el mal está dentro de absolutamente toda criatura viviente. Trasladó así Tolkien a su obra varias de sus inquietudes filosóficas: la lucha del bien y el mal, el destino y el libre albedrío, y los destinos después de la muerte (Bassham & Bronson p. 2). Asuntos dignos de estudio, pero difíciles de concluir. He aquí mi ejemplo de ello: el mal es una DECISIÓN. Y una última pregunta, ¿hacia dónde nos inclinamos?q

REFEREN CIAS

Bassham, Gregory. y Bronson, Eric. (2016). El señor de los anillos y la filosofía. Ariel.

Tolkien, J.R.R. (2019). El hobbit. Booket.---.El Silmarillion (2019). Booket.---. El señor de los anillos. La comunidad del anillo (2019). Booket.

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