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La conexión española de J. R. R. Tolkien: Entrevista a José Manuel Ferrández Bru
Isildur Elendion: Antes de empezar, quiero decirte que hace mucho tiempo llevaba ganas de hacerte esta entrevista; pero siempre había algo que se ponía en medio e impedía que la hiciera; así que estoy más que contento de que se haya llegado el día. Para comenzar, hablemos un poco sobre ti ¿Quién es José Manuel Ferrández Bru? José Manuel: Es difícil definirse a uno mismo, pero intentaré hacerlo. Soy un ingeniero español cuya afición desde la adolescencia (ahora ya muy lejana) han sido las obras de J. R. R. Tolkien, autor al que le he dedicado muchas horas de grata lectura y también de investigación tanto a través de los trabajos de otros, como desarrollando mi propia tarea de búsqueda de respuestas a los numerosos aspectos que se derivan de su obra. No obstante, me gusta pensar que mi mundo es más amplio y también puedo decir que tengo una vida al margen de esto y que disfruto con mi mujer y mi hija.
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I. E.: ¿Cuál fue el primer acercamiento a la obra de Tolkien? J. M.: Con trece años cayó en mis manos El Señor de los Anillos y, a pesar de que por entonces ya era aficionado a leer, fue un libro que me tocó muy hondo. De algún modo fue como una revelación, como el descubrimiento de algo que no conocía pero que ya era un lugar familiar y que se convertiría en un refugio al que siempre se puede volver. Después, fueron cayendo el resto de las obras de Tolkien, algunas de las cuales no se habían publicado todavía cuando yo me inicié. Con el tiempo, las sucesivas relecturas (especialmente de El Señor de los Anillos) me han devuelto a ese refugio, pero lo que me resulta más especial es que la obra ha cambiado conmigo. Quiero decir que, aunque las palabras son las mismas, es tal su profundidad que a medida que he madurado se han puesto de manifiesto matices que antaño me pasaban desapercibidos y que enriquecen el mensaje y la dimensión de la creación de Tolkien.
I. E.: En tu página se puede leer que la formación académica que tienes es completamente alejada de la filología y los estudios literarios ¿Cómo ha sido la experiencia de mezclar ambos campos? J. M.: Lo cierto es que, cronológicamente primero fui amante de la obra de Tolkien y luego escogí mi carrera. En todo caso, nunca he creído en la división entre ciencias y letras como si fueran dos compartimentos estancos. En el Renacimiento, por ejemplo, no se daba esa distinción, ¿Miguel Ángel o Leonardo eran de letras o de ciencias? Evidentemente no es mi propósito compararme, pero no entiendo el motivo de que alguien con formación científico-técnica no pueda disfrutar y profundizar en cuestiones de humanidades, como tampoco entiendo que alguien con formación en humanidades deba ser un ignorante en asuntos científicos o matemáticos por su formación. Siempre me ha gustado disfrutar de ambos mundos y gracias a Tolkien he podido cultivar aspectos de las humanidades que también son útiles en otros ámbitos. I. E.: En los últimos años, el campo de estudio sobre la vida y obra de Tolkien ha tomado, de nuevo, fuerza en diferentes partes del mundo; lo cual ha llevado a que se exploren parajes antes no tan tenidos en cuenta. Uno de los títulos que entran dentro de esta categoría
es tu libro ‘El Tío “Curro”. La Conexión Española de J.R.R. Tolkien’. ¿Cómo fue el proceso creativo detrás del libro, sabiendo la importancia que tuvo el padre Morgan en la vida de Tolkien? J. M.: Ciertamente se ha producido un auge en la revisión biográfica de Tolkien con la aparición de trabajos como los de Hammond y Scull o los de John Garth, por ejemplo. Las biografías clásicas de Tolkien, fundamentalmente la de Carpenter, tienen ya muchos años y gracias a las nuevas tecnologías (archivos digitales, mayor facilidad de comunicación, etc.) se han revelado nuevas informaciones que resultan muy ilustrativas a la hora de componer un retrato más completo de Tolkien y de sus antecedentes e influencias. En mi caso, podría decir que en cierto modo la historia me encontró a mí. Conocía que el Padre Morgan tenía alguna clase de relación con España (Carpenter comentaba alguna información difusa sobre este aspecto), pero cuando casi por azar descubrí más información sobre él en la página del Oratorio de Birmingham (que visité por casualidad mientras preparaba un viaje a Inglaterra) y en especial descubrí su segundo apellido, Osborne, fue como si los acontecimientos se precipitaran. Primero empecé a indagar por internet y a mandar correos electrónicos. Con los contactos que obtuve comencé a entablar relaciones más cercanas y pasé a hablar por teléfono y a escribir cartas, y finalmente a viajar para conocer en persona a gente muy interesante o a visitar archivos y otros lugares increíbles. Me gusta pensar que he aportado un grano de arena en un aspecto poco conocido de la vida de Tolkien que seguramente tenga un reflejo en sus obras, o al menos en su interpretación, ya que se trata de una persona y un contexto temporal que necesariamente tuvieron que resultar muy influyentes. De hecho, a medida que iba componiendo mi investigación e iba tomando forma me pareció entender algo mejor la personalidad de Tolkien y algunas de sus decisiones vitales. I. E.: Y durante la investigación para el libro, ¿cuál fue la mayor dificultad? J. M.: Mi objetivo era reconstruir la vida de una persona que había fallecido en las primeras décadas del siglo pasado y de la que sólo existían informaciones fragmentarias y dispersas entre dos países: España y Reino Unido. Al poco de comenzar mis indagaciones me di cuenta de que parecía como si estuviera buscando información de dos personas diferentes, pues las culturas de los dos países son tan distintas que el Padre Morgan creo que hasta cambiaba su personalidad para adaptarse según donde estuviera. En general me he encontrado con gente muy amable y colaboradora en ambas naciones, pero también es cierto que he tenido que usar mucho la diplomacia y la mano izquierda para conseguir obtener lo que necesitaba. En algunos casos me he visto planeando argucias para no sobresaltar a algunas personas y abrumarlas con demasiadas peticiones y me he sentido como si estuviera entrando a casa de Beorn, pero en lugar de Enanos, yo ocultaba una larga lista de peticiones que poco a poco y con la confianza creciente acababa obteniendo.
I. E.: Hay pocos afortunados que cuentan con el apoyo y la ayuda de primera mano de la familia Tolkien a la hora de hacer sus investigaciones, y este es el caso tuyo, en el cual has tenido contacto con Priscilla ¿Cómo fue el contacto con ella? ¿Tenías algún temor antes de poder intercambiar palabras con ella? ¿Qué ha dicho sobre tu trabajo? J. M.: Este fue uno de esos casos en los que fui extremadamente prudente y respetuoso. Para contactar con la familia Tolkien existe un conducto oficial que pasa por contactar con un despacho de abogados que actúan como un filtro, o como un muro según se mire. Por suerte yo ya había tenido contacto con otro miembro de la familia Tolkien, Adam, el hijo menor de Christopher, al que había invitado a unas jornadas que organicé hace unos años y con quien
mantenía cierto trato. La cuestión es que Adam es de mi edad e intercambiamos emails, pero Priscilla tiene ahora más de noventa años y debí contactarla por carta. Sabía, y ella me lo recordó en su primera carta, que estaba retirada harta de llevar medio siglo recibiendo peticiones de gente de todo pelaje pidiendo y preguntando cosas de lo más excéntrico. Yo lo planteé, al contrario, en mi primera carta yo le ofrecí información de mi proyecto sobre su “abuelo putativo” y hasta le envié copias de fotos del Padre Morgan que seguro nunca había visto. Su respuesta fue muy educada y muy satisfactoria, ya que me reveló algunos recuerdos de su infancia, anécdotas familiares y reflexiones nunca antes reveladas fuera de su entorno íntimo. Más delante le envié el borrador del capítulo en que ella era protagonista y no puso ninguna pega. Finalmente le envié una copia del libro en su edición en inglés. Cuando me respondió diciéndome que el libro le había gustado debo confesar que me supuso una gran alegría y, en cierto modo, la constatación de haber logrado mi objetivo.
I. E.: Y ahora, ¿qué viene? ¿Cuál es el próximo proyecto sobre Tolkien? J. M.: Dentro de poco saldrá un libro con las actas del Tolkien 2019, el gran evento internacional que tuvo lugar el año pasado en Birmingham, en ellas va a aparecer un ensayo mío (reflejo de la charla que impartí) sobre el primer trabajo de Tolkien, y que trata sobre su viaje a París en el verano de 1913 en el que actuó de mentor de unos jóvenes mexicanos. Fue una experiencia importante para Tolkien y he conseguido averiguar algunos datos curiosos sobre este viaje y sus protagonistas. También estoy implicado con sendos ensayos en la futura publicación de dos libros en dos editoriales distintas que espero que no se vean afectados por la pandemia (desconozco cuánto tardarán en publicarse y no me atrevo a desvelar más informaciones sobre ellos de momento). Ambos serán una antología de ensayos, aunque de diferente temática cada uno de ellos. En cuanto a eventos, este verano iba a participar en dos importantes actividades, que se han aplazado hasta el verano del año que viene. Por un lado, está un importante encuentro sobre Tolkien en Rímini, Italia llamado Tree of Tales, enmarcado en el Rimini Meeting (un evento que reúne cada año a cerca de un millón de personas) y que incluirá una gran exposición sobre Tolkien gestionada por un comisariado repleto de expertos entre los que han tenido a bien incluirme, además de un congreso sobre Tolkien. Por otro lado, en Septiembre (de 2021 dado el aplazamiento) participaré en un congreso académico de la Spanish Society for Medieval English Language que tendrá lugar en el Pembroke College de Oxford y en el que me han aprobado un paper sobre la influencia europea en Tolkien, gran erudito en inglés antiguo, a través de sus antecedentes personales.
I. E.: Haces parte también de la Sociedad Tolkien Española, uno de los miembros fundadores del grupo y el primer presidente que tuvo el grupo ¿Cómo fue la experiencia en aquellos tiempos? Y ¿cómo ha sido la experiencia dentro del grupo durante todos estos años? J. M.: Cuando comenzó la STE yo era un jovencito de apenas veinte años incapaz de alcanzar a imaginar lo que con el tiempo llegaría a ser está asociación. Se puede decir que todo era una mezcla de candidez y de ambición. Se comenzó modestamente creando unos cimientos fuertes y ello, pese a las dificultades, ha permitido que la asociación crezca y prospere. El año que viene se van a cumplir treinta años de la fundación, de aquellas primeras reuniones informales e ingenuas, así que seguro que se celebrará por todo lo alto. En todo caso, puedo decir que en la STE tengo a mi otra familia, es un lugar donde he encontrado afinidades y numerosas almas gemelas y me siento afortunado pues muchas personas no consiguen algo así en toda una vida.
I. E.: Finalmente, quiero darte las gracias por haber aceptado la invitación para nuestra revista Dragón Verde. Quiero dejarte este espacio para que envíes un mensaje a nuestros lectores o cualquier otra cosa que no hayas dicho antes. J.M.: Pese a la distancia geográfica, creo que cualquier lector de esta revista está muy cerca de mí. Ambos hemos sentido las mismas emociones y hemos recorrido los mismos senderos montados en Sombragrís. Por eso, espero que los lectores del Dragón Verde sigan disfrutando de esos mismos lugares, lo que seguramente les garantizará emociones y experiencias maravillosas. No se me ocurre nada mejor que desearos. q