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La música en las obras de Tolkien

Elisa Valderrama Correa, Colombia

La música despierta en nosotros emociones variadas, pero no las más terribles, tales como horror, miedo, ira, etc., sino más bien los sentimientos más cálidos, como dulzura y amor, que se transforman en devoción. [...] Posiblemente estos sentimientos confusos y poderosos hagan surgir el sentimiento de lo sublime. Charles Darwin

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En El Silmarillion, El Hobbit y El señor de los anillos aparece un tema hermoso que va ligado a la recreación de sucesos pasados, pero también va unido a la aparición del lenguaje y a la creación misma de la Tierra Media; ese tema es la música, que acompaña los relatos de J. R. R. Tolkien de principio a fin y que es usado —de distintas maneras— por todas las criaturas de su universo. La música para Tolkien representa algo muy importante, porque aparte de que su querida esposa era una amante de esta, él al ser un aficionado a los lenguajes antiguos, gozaba con la sonoridad de las palabras al ser pronunciadas. La música en El Silmarillion se presenta en tres ocasiones de distintas maneras: la primera, es cuando Ilúvatar y los Ainur están creando Arda, la música es un elemento de creación; la segunda es cuando los Valar utilizan la música para divertirse y la tercera es que esta se convierte en un elemento de memoria. A través del canto se crea la Tierra Media y todo lo que vive en ella. Incluso cuando Melkor se revela contra sus hermanos, los Ainur, empieza a crear su propia armonía con el propósito de arruinar la música de sus iguales:

Melkor entretejió algunos de estos pensamientos e inmediatamente una discordancia se alzó en torno, y muchos de los que estaban cerca se desalentaron, se les confundió el pensamiento, y la música vaciló; pero algunos empezaron a conectar su música con la de Melkor más que con el pensamiento que habían tenido en un principio (Tolkien,2002, 12). Tolkien muestra en este primer momento cómo la música es utilizada para revelar las diferentes características de los Ainur y de Melkor. A pesar de que en El Silmarillion no hay un registro sonoro de esta magnífica música, Tolkien nos reta a que con nuestra imaginación nos hagamos una idea de cómo sonaría ese revoltijo de armonías. Para cuando aparecen los Elfos en la Tierra Media, la música se convierte de un agente usado para la creación y pasa a ser un elemento usado para el aprendizaje del lenguaje. Esta música viene ahora de un componente más tangible que es el mar. Los Elfos (los Eldar) van a utilizar el mar como fuente primaria de su lenguaje y como base para crear su propia música. Por ejemplo, cuando los Primeros nacidos despiertan, lo primero que oyen es “[…] el sonido de una corriente de agua, y el sonido del agua al caer sobre las piedras” (Tolkien,2002, 52). Más

adelante, los Teleri utilizarán el sonido del agua para crear sus instrumentos y para crear el canto: […] los Eldar que aguardaban allí, contemplando las olas oscuras, por causa de sus palabras y de la música que hizo para ellos con cuernos de madreperla, el temor que les despertaba el mar se convirtió en algún modo en deseo (Tolkien, 2002, 62). La música, en Tolkien va evolucionado mientras pasan las edades y empieza a ser utilizada ya no como un objeto de creación del mundo y del lenguaje, sino como un instrumento para recordar los eventos del pasado; esto último está plasmado en El Hobbit: al principio la música aparece como un recordatorio para los enanos de cómo habían perdido su hogar en la Montaña Solitaria por el dragón Smaug. En el caso de El Hobbit, la música se manifiesta de varias formas y también se muestra cómo —

dependiendo de la situación— es utilizada por los personajes del libro: la primera, es cuando los enanos están reunidos en la casa de Bilbo Bolsón y cantan cómo el dragón Smaug los exilió de su montaña; la segunda, es cuando Bilbo y los enanos llegan a Rivendel, los Elfos los reciben con picardía y les cantan a los recién llegados con una cómica canción. ¡Oh! ¿Qué hacéis, y a dónde vais? ¡Hay que errar esos poneys! ¡El río corre! ¡Oh! ¡Tra-la-la-lalle! […] (Tolkien,2002,58). Más adelante, cuando los enanos, Bilbo y Gandalf están siendo acorralados por los trasgos en un acantilado, estos últimos les cantan una canción entre jocosa y maliciosa para asustar a nuestro grupo de aventureros que, finalmente, logra escapar de las garras de los enemigos, gracias a las águilas. Los trasgos demuestran el enojo hacia nuestros “héroes” ya que ellos traspasaron su territorio y, además, mataron a su líder. Aquí se demuestra que algo tan bonito como la canción —música— puede ser utilizado para generar dolor, enojo, miedo, diversión o advertencia. El tema de las canciones y la música en la guerra también se demuestra claramente en El señor de los anillos, que se verá más adelante. Tolkien nos muestra un espectro muy grande en cuanto a la utilización de la música para diferentes tipos de ambientes y situaciones, además está claro en el libro la importancia de la tradición oral, que es la que principalmente guardaba todo este espectro de experiencia con la música: Bilbo durante su viaje con los enanos hacia la Montaña Solitaria también recurre a la música en varias ocasiones, en un primer momento cuando está en el juego de adivinanzas con Gollum y en un segundo momento cuando se está enfrentando a Ella-Laraña. Sabemos que al final del libro, las aventuras de Bilbo se vuelven una historia que el viejo hobbit cuenta sin cesar y nos sirve de preludio para El señor de los anillos cuando Frodo hereda el anillo de Bilbo. Como se mencionó anteriormente, en El señor de los anillos aparece la música y el canto en cuanto a la guerra; pero en el primer libro, cuando se muestra la música, lo hace previamente como un elemento de alegría y de acompañamiento en el cumpleaños del Señor Bilbo; después ésta aparece cuando los cuatro hobbits (Frodo, Sam, Merry y Pippin) se encuentran con un grupo de Elfos que iban caminando hacia la orilla del mar y cantaban: ¡Blancanieves! ¡Blancanieves! ¡Oh, dama clara! ¡Reina del más allá de los mares del Oeste! ¡Oh luz para nosotros, peregrinos en un mundo de árboles entrelazados! ¡Gilthoniel! ¡Oh Elbereth!

Es clara tu mirada y brillante tu aliento. […] (Tolkien,2002,100) Esta canción es un claro ejemplo de cómo los Altos Elfos extrañan Valinor y muestran un deseo profundo de volver a las tierras inmortales, donde Varda, su señora, los espera. Esto es un claro ejemplo de cómo los Eldar recuerdan los días de su estancia en las tierras inmortales y cómo a través de canciones mencionan ese deseo de volver a casa en la tierra de los dioses. Aunque la canción de aquellos Elfos es triste, Tolkien hace un excelente trabajo mostrándonos el añoro de estos seres a la tierra que abandonaron incontables años atrás. Después de este triste encuentro aparece Tom Bombadil, un personaje muy singular y que increíblemente solo habla en rimas y le da a nuestros Hobbits un descanso de tanta malicia por unos días. Tolkien nos introduce este personaje tan alegre por medio de una canción y, además, nos muestra desde un principio cómo va a ser la relación de los cuatro Hobbits viajeros con él. A partir de ahí, cada vez que Tom Bombadil va a hablar lo hace por medio de rimas y canciones, al igual que Baya de Oro, su esposa. Lo más lindo de este capítulo es la musicalidad que Tolkien le pone a Tom y a su mujer, esto demuestra lo joviales que se encuentran a pesar del peligro en la Tierra Media. En esta primera parte de El señor de los anillos la música varía entre alegre y triste, pero siempre con el propósito de recordar algo ya sucedido, ya sea la historia de Beren y Lúthien o cuando están en Lothlórien, que los Elfos cantan tristes recordando a Gandalf. La tarea de la música es también educar a los hobbits en las historias pasadas, ya que ellos poco saben de lo que pasa a fuera de la Comarca y Bilbo les contó solo la superficie de la extensa historia de la Tierra Media.

Ya en la segunda parte de El señor de los anillos, la música aparece como un elemento que los guerreros utilizan para alistarse para la batalla. Esto se ve en un primer instante cuando Boromir, antes de morir,

sopla su cuerno de batalla. Este símbolo del cuerno también aparece como un elemento en común entre los Rohirim y los del pueblo de Gondor, aunque son pueblos muy diferentes, tienen este elemento en común que los mantiene ligados uno con el otro como pueblos amigos. El símbolo del cuerno tiene sus orígenes en El Silmarillion, cuando los Eldar fueron instruidos por Ulmo y sus sirvientes en el arte de la música; aquí vemos que la tradición de crear cuernos como elementos de batalla vienen de los hombres de Númenor, del cual el pueblo de Gondor es descendiente. El cuerno es utilizado por estos dos pueblos para simbolizar un último contraataque o como señal antes de empezar una batalla –como es el caso de la batalla del Abismo de Helm o en la batalla de los campos de Pelennor, en el tercer y último libro de El señor de los anillos—. En cualquiera de los casos el cuerno es un instrumento que da esperanza y ánimo a los guerreros que lo escuchan: […] - ¡Helm! ¡Helm! – gritaron los caballeros - ¡Helm ha despertado y retorna a la guerra! ¡Helm ayuda al

Rey Théoden! -.

En medio de este clamor, apareció el rey. Montaba un caballo blanco como la nieve; de oro era el escudo y larga la lanza. […] (Tolkien, 2002,118). Pero en el tercer libro no todas las canciones y la

música son para avivar los corazones despernancados de los guerreros. También está la canción como forma de encuentro, sin embargo, no un encuentro de reunión jovial –aunque sí la hay al final— sino para encontrar a alguien, tal y como pasó en El Silmarillion cuando Lúthien fue en busca de su amado y cuando llegó a la fortaleza de Sauron cantó en un puente que miraba a las fosas donde estaba Beren encerrado y con ese canto Lúthien encontró a su amado. Lo mismo pasa en el primer capítulo del libro sexto de El Señor de los Anillos, Sam, desesperado por encontrar a Frodo, llega hasta el último piso de la torre en donde los orcos tenían a su señor cautivo, pero no lo encuentra allí. Sin más esperanzas, el jardinero de repente recuerda la canción que escuchó por primera vez cantada por aquellos Elfos que se encontraron al principio de su viaje, recobra la esperanza y esto hace que Sam encuentre a Frodo. La música se muestra como un elemento que da esperanza y es lo que hace que brille en el corazón de Sam en uno de sus momentos más oscuros. Para concluir, quiero señalar que la música en los libros de Tolkien es un elemento bastante hermoso e importante, porque nos muestra su capacidad de volverse un amuleto que lleva a los personajes a la esperanza y a la memoria. Es capaz, en los momentos más oscuros, de volverse una luz brillante de esperanza —como lo vemos en El Silmarillion y El señor de los anillos— y también puede volverse un instrumento en donde se recuerden las más épicas

batallas y la historia de la Tierra Media. q

Referencias:

Tolkien, J.R.R. Ed. Christopher Tolkien. 2002. El Hobbit [The Hobbit]. Trad. Manuel Figueroa. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Minotauro.

Tolkien, J.R.R. Ed. Christopher Tolkien. 2002. El Silmarillion [The Silmarillion]. Trad. Rubén Masera y Luis Doménech. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Minotauro.

Tolkien, J.R.R. Ed. Christopher Tolkien. 2002. EL Señor de los anillos: La comunidad del anillo [The Lord of the Rings: the Fellowship of the Ring]. Trad. Luis Domènech y Matilde Horne. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Minotauro.

Tolkien, J.R.R. Ed. Christopher Tolkien. 2002. El Señor de los anillos: Las dos Torres [The Lord of the Rings: The Two Towers]. Trad. Luis Domènech y Matilde Horne. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Minotauro.

Tolkien, J.R.R. Ed. Christopher Tolkien. 2002. El Señor de los anillos: El retorno Del Rey [The Lord of the Rings: The Return of the King]. Trad. Matilde Horne y Luis Domènech. Aires, Argentina: Ediciones Minotauro.

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