S.G. Suplemento RAIGAL II - 2015

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Crece desde el pie Aspectos y relevancia de la categoría de pueblo en el pensamiento de Enrique Dussel Una aproximación T

odo lo expuesto anteriormente, anclado en un contexto internacional sumamente dinámico donde chocan lógicas de desoccidentalizacion por un lado, y por otro, lógicas de reoccidentalización que disputan hacia donde va el planeta, y nosotros y nosotras no estamos aislados de ello. En este sentido, los gobiernos posneoliberales con proyectos populistas/neodesarrollistas de América Latina que actualmente están gobernando, han encontrado serias limitaciones estructurales para “cambiar todo lo que debe ser cambiado”, mermando su capacidad de iniciativa política y encontrándose erosionados. En el caso de los procesos revolucionarios, la revolución bolivariana, las comunas y demás formas de organización del poder popular en Venezuela junto a la construcción del Estado Plurinacional en Bolivia, se encuentran en una etapa de resistencia ante el embate del imperialismo norteamericano y sus lacayos locales. Ilustrativo de esto son los continuos intentos desestabilizadores que ha sabido frenar el gobierno y el pueblo organizado venezolano, como lo fueron las “guarimbas” o la modalidad del “golpe suave”, a lo que

Pablo Delgado

“Estamos en un contexto nacional difícil, complicado, atravesado por una conflictividad social ascendente, en donde pareciera ser que todo “gira a la derecha” y el poder real sigue sin disputarse ni discutirse, por ende, sin aparecer en las grandes agendas políticas como posibilidad a futuro. Un recambio conservador en el gobierno con un programa totalmente antipopular del cual ya estamos viviendo su embestida”. se suma la guerra económica que está librando la burguesía venezolana y que no cesa. Países como Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia no estuvieron exentos de estos intentos desestabilizadores, aunque tales intentos no llegaron a la modalidad de un golpe suave, sino más bien, a saltos cualitativos en términos de erosión y desgaste por parte de los opositores políticos y económicos, muchos casos en pleno año electoral. Aun así, América Latina sigue siendo fuente de inspiración y esperanza para

muchísimos y muchísimas, su primavera política desde los albores del siglo XXI, su historia y sus resistencias, su potencia plebeya y sus victorias lo han demostrado. En estas tierras, y pecando de un cierto romanticismo, nos jugamos una oportunidad, una chance de tamaña importancia frente a la continua embestida del capital; América Latina es como un “vientre para la humanidad”, pero su fecundidad no radica solamente en sus interesantes y fecundas experiencias políticas de gobierno


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Aspectos y relevancia de la categoría de pueblo en... que han determinado transformaciones profundas que no pueden ignorarse tanto a nivel de la agenda política y de las estructuras institucionales como en el tejido social, caemos en un error importante si solo, siempre, miramos

debate reflexionando sobre la categoría de pueblo en el pensamiento de Enrique Dussel, tratando de dilucidar su potencial y en qué se manifiesta su fuerza. Debemos preguntarnos entonces: ¿Tiene un sentido preciso la categoría

“arriba”, más bien quiero indicar que hay algo que desde el subsuelo político siempre emerge, nos interpela y hace a la fecundidad de la que hablo. Como bien expone Sandro Mezzadra:

pueblo? ¿Por qué es tan usada por líderes revolucionarios de los países “periféricos” desde Mao, Fidel Castro hasta Hugo Chávez? ¿Nos está queriendo decir algo todo esto? veamos. Enrique Dussel, pensador nuestroamericano, fundador junto a otros pensadores de la Teología de la Liberación y de la Filosofía de la Liberación, siendo también uno de los más grandes exponentes de tales corrientes en la actualidad, yendo desde lo más abstracto hacia lo más concreto, parte de una serie de preguntas: ¿Puede distinguirse entre lo “populista” y lo “popular”? ¿Entre el “populismo” y el “pueblo”?. Pero haremos hincapié en la pregunta ¿A qué se denomina “pueblo”?, o más simplemente: ¿qué es el “pueblo”?, de cuya clarificación dependen las otras. Tanto el populismo como la categoría política de pueblo deben aclararse. Lo importante aquí es que Dussel descubre que ya el mismo Marx nos da los primeros indicios importantes a través de su método y de su producción teórica para comenzar a clarificar el tema. Para el alemán, la categoría “pueblo” (nunca constituida explícitamente como categoría) se usa de hecho, junto a la de “pobre” (pauper ante o post festum), cuando las masas de siervos deambulan por Europa después de haber abandonado los feudos y

“Apuntando simplemente al reforzamiento del Estado, a recentrar a su alrededor el proceso político por completo, se puede lograr alguna ventaja provisoria en el terreno de la retórica política y, tal vez, de la competencia electoral. Pero es cuestión de realismo reconocer que no se contribuye a construir el poder que es necesario para sostener en el mediano plazo un proceso de transformación: es esto lo que ya empezó a verse claramente en varios países latinoamericanos”. Ese poder que necesitamos construir solo puede venir del pueblo, “desde abajo”, desde los condenados de la tierra; la palabra “pueblo” es tan fértil para el lenguaje y los símbolos de transformación en los últimos años, que se requiere volver a debatir en torno a su sentido, debido a que es imprescindible tanto para entender los procesos de transformación latinoamericanos como a la hora de querer politizar y desfetichizar la ontología. En este sentido, en este artículo trataremos de arrojar luz al

antes de ser subsumidos por el capital. En esa “tierra de nadie” Marx no puede usar las categorías económicas de “siervo” o “clase obrera”, sino que se remite a la categoría política de “pueblo”. Ahora bien, Marx realizó a lo largo de El Capital la crítica de las categorías de la economía política burguesa, una crítica radical, ética, anti-fetichista, anti idolátrica y “religiosa”, desmenuzando una por una, erigiéndose así su obra como un marco categorial critico para entender la economía política, pero no desarrolló la crítica de las categorías de la filosofía política burguesa, no era su objetivo o parte de su proyecto, ergo, no podía tener una clara definición de pueblo. En cambio, es el argentino Enrique Dussel quien realiza esta tarea en su proyecto, aún por terminar, de “La Política de la Liberación”, utilizando el método del mismo Marx y encontrando las categorías análogas. Se trata de una filosofía política crítica, no eurocéntrica y no posmoderna sino transmoderna, en el marco de la cual encontraremos la categoría de pueblo en sentido estricto, desarrollada, pero veremos un tanto más adelante esto con más detenimiento. Ahora, primero veremos como el argentino va descubriendo el tema. Ya en su libro “La producción teórica de Marx, un comentario a los grundrisse” (segunda edición: 1991) aparece explícitamente esta cuestión en el itinerario del pensador argentino, más precisamente, es en las últimas páginas de dicha obra donde quiere “indicar cómo es que se debiera intentar comenzar a construir esta categoría política” (Dussel. 1991:402). Entonces, retomando, es Marx en este sentido el comienzo. Dussel descubre que “será la “cuestión del populismo ruso” la que más se liga, como antecedente, a nuestra problemática” (Dussel. 1991:405), cuestión que ejerce una radical influencia en el pensamiento de Karl Marx, dado que abonará así por la tesis de que el


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Aspectos y relevancia de la categoría de pueblo en... desarrollo desigual del patrón de acumulación capitalista desplaza el centro de la revolución de Europa occidental hacia los países dependientes y coloniales. A esto se suma que dicho pensador oriundo de Tréveris “considera el fenómeno del pauperismo ligado a la situación del pueblo” (Dussel. 1991:410), es decir, Marx usará gran cantidad de veces la palabra pueblo, volk en alemán, como en 18 de brumario de Luis Bonaparte, Los Grundrisse y en todo El capital, pero sistemáticamente aparece volk en un punto, este es el de la acumulación originaria (capitulo XXIV de El capital), ¿por qué? porque tiene un “lugar lógico”, porque la acumulación originaria es lo que comienza un nuevo sistema, esto es, los siervos abandonan el feudo y se transforman en masas de pobres populares, lo cual significa que la categoría “siervo” desaparece con la caída de feudalismo o la totalidad que lo determina, como el esclavo con el esclavismo, etc. Entonces ¿Qué es lo que queda? ¿Qué permanece? El pueblo. Marx sólo tuvo la intuición de todo esto, nunca la desarrolló como categoría estricta. En concatenación a esto, Dussel expone que: “pueblo es la categoría histórica que atraviesa una formación social” (1995:151). Como veremos, pueblo no es la pura multitud amorfa, ni el estado dominante cuasi divino en una edad del mundo como en Hegel ni puede identificarse con una clase. En este primer libro, “La producción teórica de Marx”, el cual es parte de una serie de estudios sobre El capital en los que se destacan “Hacia un Marx desconocido, un comentario a los manuscritos del 61-63”, “El último Marx y la liberación latinoamericana” y “Metáforas teológicas de Marx”, se vislumbra ya una definición estricta. Citamos al propio Dussel: “En un sentido estricto “pueblo” es un bloque social. No un bloque político, como definiría Gramsci a los grupos hegemónicos. Un “bloque social” de la sociedad civil, anti hegemónico en cuanto oprimido y explotado en épocas finales de un sistema, de un modo de apropiación y producción, cuando la estructura no resiste el empuje creador de las fuerzas productivas (o improductivas con respecto al capital) y debe reprimir el surgimiento de un nuevo sistema.” (1991:408).

En párrafos subsiguientes del mismo texto se lo describe a pueblo como: “el colectivo histórico de pobres en los momentos límites del aniquilamiento de un sistema y el pasaje a otro nuevo… El pueblo es la sustancia de una forma-

ción social histórica concreta.” (Dussel. 1991:410), con memoria, identidad y estructuras propias. Queda así planteado el tema. No abordaremos en detalle las demás producciones sobre Marx, porque mueven la dirección de la reflexión hacia otras temáticas, que si bien están sumamente relacionadas como lo son la cuestión de la dependencia en América Latina y, los aportes del propio Marx hacia ello sumado a su definición de ciencia y la crítica de las categorías de la economía política burguesa, no giran específicamente en torno a la teorización sobre lo que es pueblo. ¿Cómo construye la categoría de “pueblo” el pensador argentino? Veamos un ejemplo de cómo sería el tema. Marx en los manuscritos de 1861-1863 decía: “La confusión de los economistas [consiste] en que no existe para ellos la diferencia entre ganancia y plusvalor [para Dussel ahora: entre populismo, popular y pueblo], lo que prueba que no han comprendido con claridad ni la naturaleza de la primera [el populismo y lo popular] ni la del segundo [el pueblo]”. Es decir, el concepto de “pueblo” (más profundo fenomenológicamente) funda a los conceptos de “populismo” y “popular” (fenómenos más superficiales). En efecto, la cuestión previa, entonces, es preguntarse por el signifi-

cado de la categoría política, tan usada cotidianamente, denominada “pueblo”, y construirla explícita y precisamente como una “categoría” teórico-política, filosófica. Veamos otros ejemplos: “Todos los economistas [diríamos ahora para aplicar el texto a nuestro tema: muchos filósofos políticos] incurren en el mismo error: en vez de considerar el plusvalor puramente en cuanto tal [diríamos: la categoría de pueblo], lo hacen a través de las formas particulares de ganancia o renta [diríamos: la usan en la de sus formas derivadas de populismo o popular]”. (Marx, manuscritos de 1861-1863). En relación a lo ya adelantado sobre dicha categoría, pueblo no debe confundirse o igualarse a la mera “comunidad política”, al todo indiferenciado de la población o de ciudadanos de un Estado nos expone Dussel. El concepto de “Pueblo” se “origina en el momento crítico en el que la comunidad política se escinde, ya que el `bloque histórico en el poder´ deja de constituir una clase dirigente” (Dussel, 2007:7). Tal crisis es de legitimidad y hegemonía, en donde el concepto de “Pueblo” aparece fenoménicamente (es decir, se “hace presente” o “aparece” a la conciencia política de la esfera público-ontológica de los mismos actores colectivos oprimidos). Pasamos a así de “nuestro” Marx situado en el nivel de las necesidades básicas, un Marx económico-antropológico y ético, al nivel concreto de la táctica y la estrategia política, en cuyo horizonte nos encontramos con Antonio Gramsci. Cuando el italiano describe al pueblo como “el bloque social de los oprimidos” (antepuesto al “bloque histórico en el poder”) está describiendo de manera precisa e inesperada la cuestión. Ahora bien, la categoría política de “pueblo” no puede confundirse con al categoría económica de “clase” (tampoco de clase obrera), es decir, la clase obrera es el conjunto de los sujetos del “campo económico” que son subsumidos por el capital transformándolos en trabajadores asalariados que producen realmente (formal y materialmente) el plusvalor de las mercancías. Tal es así que el “campo político” debe distinguírselo formalmente del “campo económico”. El mismo Dussel expone que: “J. C. Mariátegui mostró en la dé-


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Aspectos y relevancia de la categoría de pueblo en... cada del 1920 en Perú, que el actor colectivo popular político que podía tener un proyecto hegemónico era la población indígena (económicamente no esencial para el capital en abstracto), y no la inexistente clase obrera (y ni siquiera la clase campesina en sentido estricto), porque el capitalismo industrial no existía prácticamente en el Perú. Por el contrario, el pueblo indígena originario era la referencia hegemónica en la política peruana del momento. Mariátegui fue tachado de “populista” por los marxistas ortodoxos que fundaron el Partido Comunista peruano (así como el mismo Marx debió de ser tachado por Vera Zasúlich o Plejanov de “populista”, por haber dado razón a Danielson y sus amigos en Rusia en la cuestión de la obshina)” (Dussel, 2007:7). ¿¡Marx populista!? El oriundo de Tréveris claramente apoyó el populismo ruso. Para cierta izquierda esto es difícil de tragar, hasta inaceptable. Incluso, podemos ver que ciertos marxismos ortodoxos a ultranza actuales siguen señalando a la “clase obrera” como el sujeto histórico, cuasi metafísico, fetichizado e idealizado, en última instancia de todo proceso político transformador (no reformista) o revolucionario. Pero: “lo cierto es que siempre, en concreto, histórica y políticamente fue el “pueblo” el actor colectivo (dirigido o no por la clase obrera, o la campesina como en la Revolución china, o una élite de pequeña burguesía con la clase campesina como en la Revolución sandinista, etc.)” (Dussel. 2007:8). El pueblo entendido como el bloque social de los oprimidos y excluidos, puede estar durante décadas, siglos dentro de un “estado de derecho” de obediencia pasiva, teniendo como base una legitimidad aparente de un consenso prestado por la comunidad política al bloque histórico en el poder, pero, cuando se torna “pueblo para-sí” o toma “conciencia de ser pueblo”, abandona la pasividad de la obediencia cómplice ante la dominación encubierta bajo una hegemonía que en verdad no cumple con sus necesidades, y entra en un “estado de rebelión”, lento proceso que puede durar decenios, nos indica

Dussel. Esta irrupción como estado de rebelión, estalla como un volcán y nos recuerda que la única sede del poder político es la comunidad política misma, como “plena individualidad en la plena comunidad” diría Marx, nos recuerda que la totalidad nunca se cierra del todo, está fallada, que hay espacios para millones de prácticas intersticiales,

para los movimientos sociales y populares, pero por sobre todo, nos recuerda que ningún sistema es eterno, porque todo, aun el sol y la tierra, es contingente (puede no ser) y posible. Para ser más precisos, entre la vieja y la nueva totalidad, se encuentra lo que produce ese pasaje entre una y otra, se trata del momento analéctico y antifetichista de un pueblo que clama e interpela desde su dolor, verbo que se hará carne en la nueva totalidad, todo lo cual “es la garantía de la perenne dialéctica de la historia, de la destotalización que la liberación produce en todo sistema fosilizado” (Dussel, 1996:118). En nuestro caso, la totalidad del sistema del capital es la excepción y no la regla en la historia. Dussel sigue: “cuando dicha comunidad ha sido dominada por el bloque histórico en el poder, el pueblo que irrumpe con conciencia escinde el todo, produce una fractura. La “comunidad política” deja lugar al “pueblo” –que sugestivamente E. Laclau denomina plebs- que ahora se opone al “anti-pueblo”, a la minoría que ejerce el poder fetichizado”. (2007:10). “Pueblo” sería así el actor colectivo que se manifiesta en la historia y en los procesos de crisis de hegemonía (y por ello de legitimidad), donde las condiciones materiales de la población llegan a límites insoportables, lo que exige la

emergencia de movimientos sociales y demás fuerzas populares, que a su vez servirán de catalizador a la unidad de toda la población oprimida, la plebs, cuya unidad se va construyendo en torno a un proyecto analógico-hegemónico, que incluye progresivamente todas las reivindicaciones políticas, articuladas desde necesidades materiales económicas. En este plano táctico-estratégico, toda la discusión teórica se centra hoy en el cómo se va construyendo ese proyecto hegemónico, o aún mejor, un proyecto anti-dominación que se irá imponiendo como hegemónico, cuando el pueblo organizado (la plebs) trascienda la sociedad civil e irrumpa en la “sociedad política” para ejercer obediencialmente el poder (“mandar obedeciendo”) como nuevo bloque histórico en el poder institucional. En este contexto, como actor colectivo y constructor de la historia futura, se da un consenso crítico del pueblo (nuevo pueblo que va surgiendo) como disenso ante el antiguo consenso devenido ideología de dominación a través de una praxis represiva del bloque histórico en crisis de legitimidad. Tal es así, que los movimientos sociales deben entrar en un proceso de diálogo y traducción para llegar a la unidad de la “plebs”, de comprensión transversal. En esos momentos emerge la hiperpotentia del pueblo como soberano y autoridad. Estos temas están desarrollados con mayor profundidad en el conjunto de obras y artículos que conforman la “Política de la Liberación”, aquí deseamos dejar algunos trazos gruesos de tal monumental cuestión. Siguiendo el razonamiento que se plasma en esta crítica a las categorías de filosofía política burguesa, vemos que lo “popular” es lo propio del “pueblo” como plebs, como actor colectivo, y no como “substancia que recorre metafísicamente la historia como sujeto histórico, demiurgo omnipotente e infalible, de ciertas ortodoxias cuasi-anarquistas de la izquierda extrema” (dussel, 2007:11). Mientras que lo “populista”, en el sentido válido del populismo histórico de las décadas posteriores al 1930 (el cardenismo y el peronismo como ejemplos paradigmáticos) es la confusión entre lo propio del “pueblo” como “bloque social de los oprimidos” con la mera “comunidad política” como


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Aspectos y relevancia de la categoría de pueblo en... un todo explica el argentino. Cabe recordar que el populismo histórico al que hacemos referencia fue la alianza entre el Estado, la burguesía nacional y el proletariado, una alianza policlasista (Ansaldi, 2011), tal es así que, por ejemplo, toda la comunidad cubana, argentina o mexicana sería considerada el “pueblo” cubano, argentino o mexicano por el “populismo”, incluyendo a las clases, sectores de clase y grupos dominantes que constituían el bloque histórico en el poder y que serían necesarios derrocar si de otro conjunto de mediaciones más democráticas, comunitarias, superadoras del capital y no coloniales quisiéramos hablar para afirmar la vida de la comunidad en su plenitud. Si bien, en el plano discursivo, se caracterizaron los populismos por una interpelación discursiva constante por parte del “líder” en términos de pueblo y no pueblo (oligarquía) o por una re-definición de la comunidad política en términos simbólicos discursivos polares, en un plano material concreto, sucedió que culminaron en una “modernización conservadora dependiente” con cambios en las estructuras y no de las estructuras, teniendo como límite los bordes más ásperos de la democracia liberal y sus instituciones (Ansaldi, 2011), totalmente insuficiente frente a un contexto en el que las bases que sostuvieron la civilización por cinco mil años se quebraron. Volviendo a nuestro eje central, lo “popular” y el “pueblo”, en cambio, no son la totalidad de la comunidad política sino que son un sector de la población, pero además, pueblo no será entonces ya simplemente, como decía Ernesto Laclau, un efecto de la apelación discursiva que lo convoca y que lo recorta en oposición al bloque dominante, articulando y ordenando una variedad de demandas en una opción binaria, porque, como bien Jan Patocka nos indica con claridad meridional: “no vivimos en el puro lenguaje, sino en aquello a lo que el lenguaje se refiere”, en este sentido, en el pensamiento de Dussel encontramos (la influencia de Marx aquí como en otros puntos es evidente y clave) que la razón es una astucia de la vida y no al revés, o dicho de otra manera, la “comunidad de comunicación de los que argumentan” (al estilo Apel, Habermas) es una expresión de la “comunidad de vida”, de la comunidad

de los vivientes que reproducen la vida, la forma viva es la comunidad real. En concatenación, el propio Marx ya nos mostraba que es necesario no solamente pasar del lenguaje filosófico al común o cotidiano, sino también de este a la vida real y que “el ateísmo en cuanto negación de carencia de esencialidad no tiene ya más sentido, pues el ateísmo es una negación del dios (fetiche), y afirma mediante esta negación, la existencia del hombre, del pobre, del oprimido” (Dussel, 1996:120/121), posición claramente influenciada por Feuerbach quien decía que era necesario abandonar la teología hegeliana, fetichista y abrirse a la antropología. Retomando lo que veníamos planteando con respecto a Laclau, Mezzadra nos puede ayudar a ilustrar dicha posición: “los movimientos (movimientos sociales se refiere) resultan valorizados por las “demandas sociales” que expresan, pero el momento propiamente político de la “articulación” de estas demandas heterogéneas, a través de la producción de “cadenas equivalenciales”, se congela en su autonomía porque se vuelve pertinencia de sujetos

como el partido y el Estado… la referencia a la teoría de Laclau está frecuentemente asociada a un énfasis sobre la “autonomía de lo político” que termina por reproponer la centralidad de una imagen totalmente tradicional respecto del Estado, del pueblo y de la “patria”. Lo que nos preguntamos, de modo simple y al mismo tiempo “realista”, es si estas imágenes son las adecuadas para los desafíos políticos que hoy enfrentamos”. El pueblo como una parte de la población es el tema también de Giorgio Agamben en su ineludible obra El tiempo que resta, un comentario a la carta

de los romanos, en la cual se denomina semitamente a pueblo como “el resto”, el cual redimirá, rescatará a toda la comunidad. Quedan expuestas así las diferencias entre pueblo, lo popular, y populismo, pero aclaramos que deben ser profundizadas y enriquecidas por el debate. No debemos olvidarnos también de que la categoría “pueblo” en el pensamiento de Dussel no puede ser desligada de su Filosofía de la Liberación. Si toda la filosofía se ha movido en torno al Ser, la Filosofía de la Liberación pretende repensar e ir más allá de todo lo que la filosofía occidental ha pensado para encontrar un fundamento último escondido detrás del ser, estando en cuestión ya no el modo de aproximarnos al ser, sino la noción misma del Ser de la filosofía occidental. Nos habla de lo trans-ontológico. En clave levinasiana, pero superando su eurocentrismo, más allá de la fenomenología de Husserl, más allá de Heidegger, del racionalismo humanista, del marxismo-leninismo, más allá del empirismo, de la “cristiandad”, etc., se realiza en la filosofía de la liberación un nuevo abordaje en el cual nos encontramos con que hay un más acá de la noción de Ser que la misma filosofía del Ser no pudo ni puede captar, ni alcanzar a pensar. Se trata entonces de comprender que hay que pensar todo desde otro fundamento, y que muchas cuestiones, deben ser refundadas. En fin, de que hay algo anterior y diferente al Ser que estaría por debajo, antes y detrás de él, su reverso, algo anterior a todo lo que se presenta como punto de partida, hablamos de la Nada. En palabras de León Rozitchner citando a Emmanuel Levinas: “hay un decir antes que los juegos del lenguaje de Wittgenstein, “anterior a los signos verbales… a los sistemas lingüísticos y a las cosquillas semánticas”, que sería el “prólogo de las lenguas”, “el decir original o pre-original, el logos del pro-logo” que abriría a un orden más grave que el del ser y anterior al ser.” (2013:26). Pues bien, la filosofía de la liberación latinoamericana se interroga por esa Nada y afirma: “el Ser es, y el No-Ser (la Nada), también es”. Al abrirse así a la Nada y decir la Nada es real aunque


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Aspectos y relevancia de la categoría de pueblo en... no tenga todavía sentido nos permite pensar y sentir la alteridad antropológica, los pobres y excluidos, y no caer en un pensamiento abstracto o formalista. Lo que nos interesa es que Dussel, dada la gran influencia que tiene Levinas sobre él, pone allí, en esa Nada, algo negado del cual el Ser, sin embargo, emerge. Por ejemplo, Dussel a través de Marx explica que en el capital, su Ser o esencia es el valor, ese valor proviene de una “fuente creadora”, desde la nada, del “señor del ser”, el trabajo vivo, el cual es negado y oprimido por el capital. No sin razón se pregunta el argentino Rozitchner: “¿Qué oculta esa Nada que desde el comienzo de la filosofía se enuncia como un vacío que sin embargo señala el comienzo de la plenitud del Ser desde el cual comenzamos a pensar todo lo pensable, al mismo tiempo que dejamos el fundamento del Ser como impensable en la despreciada Nada?” (2013:26/27). Siguiendo de nuevo a Rozitchner, si partimos de la palabra y ya no de la experiencia corporal este supuesto y punto de partida reposan en el vacío, ahora bien, ese vacío del “no hay” es lo que pretende ser llenado por Levinas por el “hay” sensible donde se inserta lo infinito, el Otro. Enrique Dussel sigue el mismo camino, y en este sentido, el movimiento de la filosofía de la liberación rebasa, va más allá de la dimensión ontológica y descubre lo trans-ontológico (la Nada como realidad anterior al Ser) como momento antropológico que permite pensar y afirmar un nuevo ámbito para el pensar filosófico, nos encontramos con el estatuto de “la revelación del otro”, revelación que proviene desde la Nada, desde la exterioridad y es desde ese “otro”, el pobre, el oprimido, el no-ser, el bárbaro o la nada de sentido, que la filosofía de la liberación pretende repensar toda la filosofía. Entonces ¿Cómo se inserta el pueblo en esto? El pueblo es la otredad, es la apoyatura tanto teórica como práctica, el desde “el dónde” se ejerce el antifetichismo, y que cuando aparece (como bloque social de los oprimidos, como explicamos en los comienzos de este artículo, como hiperpotentia) produce la revelación y epifanía de lo absolutamente otro, que interpela y clama desde su dolor mediante su palabra provocadora, irrumpe así portentosamente y comienza la fiesta del pueblo, la fiesta de la liberación.

Se trata sin más de: “la fiesta política de los hermanos que crean la patria nueva; la fiesta erótica de la pareja que encuentra el orgasmo plenificante en el mutuo servicio desenajenante; la fiesta pedagógica de los jóvenes de la rebelión juvenil, cuando pareciera que ya tocan con la mano un mundo más justo, más humano en el cual puedan entrar sin ser reprimidos. Esa fiesta… es fiesta de liberación. El culto supremo, la praxis misma de la liberación, otorga la alegría suprema. La fiesta del pueblo que se libera es la

fiesta infinita, inconmensurable, la que mide toda otra alegría y la que permite seguir viviendo. Es un derramarse sobre la historia la Alegría del Absoluto.” (Dussel, 1996:128) Por último, la inscripción de sentido a la categoría de pueblo, tal como la venimos exponiendo en el pensamiento de Dussel, tiene también sus raíces en la Teología de la Liberación, es decir, pueblo en esta corriente también se identifica con los pobres y oprimidos (Panotto. 2015:175), pero por cuestiones metodológicas detendremos la reflexión aquí. Aun que sin ánimos de clausurar la definición de pueblo u obturar otras posibilidades de sentido, queda fuera de nuestra reflexión la relación de dicha categoría con el relato del éxodo en la biblia Hebrea, cuya narración tiene innumerables interpretaciones debido a su condición simbólica y mitológica importante lo cual ya nos habla de su riqueza de contenido y de posibles sentidos del mismo relato. Conclusión Cuando hablamos de pueblo en la

obra del pensador Enrique Dussel, dicha categoría tiene un sentido profundo, tanto en un nivel antropológico-económico como en el táctico-estratégico, como apoyatura teórica y práctica desde la cual se ejerce el antifetichismo y como garantía de la perenne dialéctica de la historia, de la destotalización, es decir, su reserva de sentido es inagotable. ¿Por qué? Porque tanto en este continente como en cualquier otro lugar del planeta donde existan pobresoprimidos-excluidos, podrán pasar gobiernos, crisis económicas y políticas, dictaduras sanguinarias, golpes de estado, represiones, conquistas, guerras, pero hay algo que siempre queda y es constante a lo largo del tiempo y de toda formación social, algo que introduce un fermento contestario contra las clases dominantes, algo que teje, zurce y remienda la historia a contra pelo, que se rompe y se vuelve a unir con la técnica apropiada: queriendo querer vivir. Siempre en un ritmo proximidad-lejanía, eterna cadencia, resumen mismo de toda la vida y la historia. Haciendo nuestras las palabras de Goytisolo (premio Cervantes 2014) hablamos de “un portentoso relato de relatos que se despliega hasta el infinito”, que está destinado a la actualidad pese al ostracismo que a menudo sufre y que asume “la locura del quijote como una forma superior de cordura”, hablamos de una fuerza que está más allá del ego y metafísicamente más allá del ser, su reverso. Esta “trascendentalidad” es la otredad, pobre y oprimida, despersonalizada y alienada, cual su rostro refleja primeramente a un pueblo y no a una persona singular. Hablamos entonces de pueblo, raíz, horizonte, principio y fin como decían los sandinistas, palabra viva para nuestro tiempo que tiene capacidad de activar reservas humanas de esperanza y audacia y que sigue liberando sentido en hermenéutico contacto con la praxis sociohistórica.


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Movimientos Sociales

Surgimiento del EZLN Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Pucci, Agustín Miguel Torti, Patricio Iván

“En esta monografía, nos explayaremos principalmente sobre las teorías de los movimientos sociales. Este trabajo está enfocado principalmente en un suceso importante ocurrido hace tiempo ya, como lo fue el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional o EZLN. Con motivo del cumplimiento de sus veintidós años de vida en este año, nos propusimos rendirle un homenaje a esta heroica acción. Para ello tuvimos en cuenta diferentes autores, los que realizaron -en algunos casos-, un análisis de la historia de su lugar de origen, hasta llegar a la actualidad; mientras que otros nos introdujeron en sus diferentes teorías, algunas de tipo marxista como Gramsci y Mariátegui principalmente. Por último, quisimos en este trabajo mostrar cómo se fue configurando el contexto en el cual surgió el zapatismo en 1994, y, si esto fue un suceso de carácter sólo nacional o internacional”.

P

ara poder analizar desde distintos autores el Movimiento Zapatista en México, es necesario establecer de antemano una contextualización de su surgimiento, y cómo se fue configurando, primero a nivel regional y luego nacional. En toda América Latina, se desarrolló un proceso económico de carácter neoliberal aludiendo a las premisas establecidas desde los dos principales centros ideológicos existentes en aquel momento: el gobierno de Margaret Thatcher en el Reino Unido (1979 - 1990) y la presidencia de Ronald Reagan en los Estados Unidos (19811989). Desde esas dos potencias mundiales se fue gestando lo que se llamó Revolución Neoliberal. Dicho proceso fue simbolizado en América con lo que se denominó Consenso de Washington (término acuñado por John Willianson), por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, firmado en México el 17 de diciembre de 1992. A lo anterior -de carácter político y económico- hay que sumarle un dato importantísimo, como lo fue intelectualmente en ese momento Francis Fukuyama, que en su libro “El fin de la Historia y el último hombre” cristalizó el pensamiento neoliberal por excelencia, dándole a los intelectuales latinoamericanos fundamentos para legi-

timar las políticas llevadas a cabo por los gobiernos de Menem (Argentina), Salinas de Gortari (México), Fujimori (Perú), entre otros. México sufrió profundamente las consecuencias de esta nueva política económica. Con el avance del modelo extractivo-exportador, la desregulación económica, el ajuste fiscal (impuestos), las privatizaciones (Petróleos Mexicanos), la explosión de los agronegocios y la reprimarización económica, la situación social y política se volvió desastrosa. Generó asimetrías extremas en su aplicación y sumió a la población en el descontento general. Este malestar se simbolizó con el lema ¡Ya basta!, como bandera del Movimiento Zapatista. El discurso crítico contra el neoli-

beralismo fue tomando mucha fuerza a partir de los reclamos de diversos grupos sociales, bajo algunos puntos claves, como ser el cuestionamiento de las nuevas estructuras de dominación imperantes, la total mercantilización de las relaciones sociales, la desvalorización y la indefensión que existía, ya sea a nivel nacional, o desde los Estados nacionales (Svampa 15-16). El 1° de enero de 1994, al entrar en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, se produjo la irrupción del zapatismo en Chiapas, desde la selva Lacandona, México. Fue el primer movimiento de lucha contra la globalización neoliberal en América Latina. Pero según Svampa, el movimiento que nos ocupa no fue de carácter fundante para el nuevo ciclo de lucha contra el neoliberalismo, sino que ese acontecimiento ocurrió en el año 2000, en Bolivia con las Guerras del Agua (Svampa 4). Los zapatistas intentaron por la vía institucional, es decir legal, poner en debate sus inquietudes como pueblo indígena. Éstos grupos de etnias indígenas, lograron importantes compromisos como una posible reforma constitucional que no se concretó (Acuerdo de San Andrés en 1995). El nombre del movimiento se pensó en homenaje a Emiliano Zapata (defensor de los derechos campesinos


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Surgimiento del EZLN e indígenas junto a Pancho Villa) impulsor de la Revolución Mexicana de 1910. Los reclamos de los campesinos mexicanos (pertenecientes a los grupos indígenas chamula, tzeltal, tojolabal, chol y lacandón) tuvieron desde el comienzo como núcleo central la autonomía de las regiones. A ello debe sumarse el desaprovechamiento de los recursos naturales (territorio y tierra) por parte del neoliberalismo. Todo lo anterior ayuda a comprender las motivaciones que llevaron a estas capas sociales a consolidarse como Ejército en un principio, y más tarde adquirir el carácter político de Movimiento. Apuntaban con todo esto a la relegitimación de la matríz comunitaria, pensamiento desde donde se enmarca la forma de pensar el poder, “mandar obedeciendo”; y la conformación de un Estado plurinacional en detrimento de uno de carácter sólo nacional. En términos de Svampa las matrices político-ideológicas son “aquellas líneas directrices que organizan el modo de pensar la política y el poder, como también la concepción del cambio social”. Estas matrices del pensamiento se clasifican según la autora en: a) Indígena comunitaria. b) Nacional popular. c) Izquierda tradicionalpartidaria. d) Nueva narrativa autonomista. Cabe aclarar que todas ellas (matrices) se entremezclan porque (como explica Weber en su clasificación de dominación) son tipos ideales, es decir, en la realidad no se hallan en estado puro nunca, de ninguna manera. Agrega la autora antes mencionada (Svampa), que existen en estas matrices memoria tanto larga, mediana, corta o una fusión de ellas. En la matriz Indígena Comunitaria sobresale la primera (memoria larga); no pasa lo mismo con la Izquierda tradicional partidaria, en la que prima el tipo mediano. El mismo caso sucede con la de tipo Nacional Popular. La Nueva narrativa autonomista se diferencia de las anteriores, ya que en ella principalmente se manifiesta la memoria corta. A su vez

son elementos que la caracterizan también la horizontalidad y la democracia por consenso (Svampa 8-9). Analizando el Movimiento Zapatista con la teoría expuesta anteriormente, podemos decir que, al no contar con una organización de carácter verticalista como lo serían los partidos políticos y sindicatos, existe una desconfianza hacia ese tipo de organizaciones, que es una de las características de la Nueva narrativa autonomista. Dentro de esta matriz se encuentra la afirmación de la autonomía por la que luchan -vi-

sibilizados desde hace veintidós años (1994-2016)- los zapatistas. Ustedes dirán que esto es una falacia, que existe una verticalidad, pues hay un líder: el Subcomandante Marcos. Pero a pesar de todos los intentos de capturar o darle muerte, esta persona nunca fue atrapada, ni sus restos exhibidos. Bien se sabe que tal personaje (el cual siempre lleva su cara cubierta con un pasamontañas) es una “creación” del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), es decir, es una herramienta que utilizaron para distraer a las fuerzas militares. Según las últimas noticias, tal personaje, ha muerto. Según dijo él mismo, cuyo nombre real es Rafael Guillén Vicente “hemos decidido que Marcos deje de existir hoy”, a la prensa mexicana. El

personaje de Marcos, fue reemplazado por la figura del “Subcomandante Insurgente Galeano”, en referencia a José Luis Solís, un activista zapatista que falleció en un enfrentamiento armado en mayo de 2014. El movimiento que analizamos también posee su matriz Indígena Comunitaria, porque la visión indígena respecto de la tierra no es de apropiación, sino más bien una cuestión de constitución; es decir, no se creen dueños de la tierra (según el pensamiento capitalista), sino que se consideran parte de ella. El EZLN está formado por mestizos e indígenas cuyos pensamientos se encuadran en dicha concepción de la tierra. Según dice Mariátegui, mucho antes en “El problema de la tierra”, “no nos contentamos con reivindicar el derecho del indio a la educación, a la cultura, al progreso, al amor y al cielo. Comenzamos por reivindicar, categóricamente su derecho a la tierra” (Mariátegui, 1), aunque se diferencia de Fray Bartolomé de las Casas (declarado protector universal de todos los indios). “A través del tiempo, muchas personas se han dado cuenta de que América es una tierra, desde siempre, agricultora al igual que sus habitantes, Así lo visualiza mejor Valcárcel al decir que la tierra (…) es la madre común (…) El culto de la Mama Pacha es como el Sol, no es de nadie en particular, tampoco el planeta lo es” (Mariátegui, 3). Esta reivindicación, en los conceptos de Svampa, sería de memoria larga, es decir, en la lógica liberal, serían dueños de su territorio, por residir allí desde hace mucho tiempo. Aunque lo que explicamos anteriormente no sería a lo que ellos aspiran a poseer, sino que es otro tipo de relación. Mariátegui da una definición de ¿qué es el “comunismo incaico”? para él, que es igual al comunismo agrario. Ésta es la “propiedad colectiva de la tierra cultivable por el «ayllu» o conjunto de familias emparentadas aunque divididas en lotes individuales intransferibles; propiedad colectiva de las aguas, tierras de pasto y bosques por


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Surgimiento del EZLN la marca o tribu, o sea la federación de ayllus establecidos alrededor de una misma aldea; cooperación común en el trabajo; apropiación individual de las cosechas y grupos” (Mariátegui, 3).

Contra esto, ha surgido hace tiempo una descripción de movimientos sociales, denominada “bandoleros sociales”; ésta caracterización fue realizada por Eric Hobsbawm, tomando casos en diferentes partes del mundo en donde el capitalismo está en formación. Estos grupos de personas aprovechaban la ausencia de control estatal para robar diferentes posesiones como modo de protesta social. Si analizamos desde este punto de vista a nuestro movimiento, podríamos encuadrarlo en esta clasificación, porque ocurre en un mundo rural en transformación de una agricultura comunitaria y familiar pasando al capitalismo agrario (Merklen, 89). Como señala Denis Merklen en “Pobres Ciudadanos” los movimientos sociales, en su caso los “piqueteros” de Argentina, poseen sólo un arma para visibilizarse, que “es la de ocupar un lugar, apropiarse de una parte del territorio que pueda otorgar una posición más o menos estratégica” (capítulo N° 3, El movimiento de los piqueteros: supervivencia e integración). De acuerdo al desarrollo de los acontecimientos, primero el Ejército Zapatista intentó instalar el debate de sus

derechos por las vías institucionales; pero al no conseguir ninguna respuesta satisfactoria se vio en la coyuntura de seguir esperando que se le reconocieran o “levantarse en armas”, es decir, tomar un territorio mediante el uso de la fuerza -las armas-, tal como lo hicieron en siete municipios del Estado de Chiapas. Siguiendo con la dinámica del libro citado anteriormente, existe una tensión en la política, entendiendo a ésta como forma de enfrentamiento o lucha por sus derechos. Lo que está en discusión son las condiciones que poseen los individuos de la comunidad: si son personas excluidas y desde allí enfrentan la lucha por la supervivencia siguiendo con su exclusión, o, si son excluidas y quieren reivindicarse, volver a formar parte realmente de la sociedad. Porque no es lo mismo pedir, en un contexto rural, que se le devuelvan las tierras arrebatadas para poder trabajarlas, que solicitar trabajo. Desde allí podemos posicionar al movimiento que analizamos en la condición de que se le devuelvan las tierras, para adquirir autonomía tanto económica (posesión de los medios productivos) como política (Municipios Autónomos Zapatistas o Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno). La discusión sobre la condición de la comunidad (tercer registro), la lucha por el acceso a bienes y servicios (segundo registro) y la actuación simultánea hacia el interior y hacia el exterior del movimiento (primer registro), la efectúan tanto hacia adentro (Caracoles) como hacia afuera, con la difusión de su pensamiento con medios comunicacionales propios (sobretodo Internet) reconocidos internacionalmente (Merklen, 91-92). Alain Touraine, distingue en su análisis empírico en Santiago de Chile -realizado en los años setenta-, que hay una doble lógica en la movilización barrial de allí. Los movimientos sociales, mediante la acción colectiva deben colaborar y negociar con las autoridades, y por otro lado, realizar protestas ejemplares y violencia política. Pero aunque juega la reacción que tenga el movimiento frente a su pobreza y exclusión, el único motivo al que obedece la movilización es al de la desafiliación y su lucha. (Merklen, 95-96) Merklen utiliza un concepto como el de “desafiliación” para explicar la huida de las personas de los sindicatos y

partidos políticos de los que formaban parte, atribuyéndolo a la retirada del Estado, la corrupción, la flexibilidad de las relaciones, la “desolidarización” total de la sociedad, la sumisión de los sectores más desprotegidos, entre otros. Simultáneamente al proceso anteriormente descripto, se produjo una “reafiliación” en otras estructuras, que en Argentina fueron barriales, pero en México -para nosotros- fueron regionales, y luego se fueron expandiendo (Merklen, 79-82). Dentro de la teoría de Gramsci (Gramsci y el Bloque Histórico de Hugues Portelli), se encuentra el término “bloque histórico”, que ya hemos descripto sintéticamente al principio del trabajo. En él podemos diferenciar: A) una base (estructura) con sus relaciones, y; B) una hegemonía imperante (superestructura), cuyo modelo se basa en el esquema marxista. Pero Gramsci amplía considerablemente lo referente a la superestructura, dividiéndola en dos partes (que se relacionan dialécticamente): 1) la “sociedad civil”, entendida como el conjunto de organismos privados (instituciones fundamentales y secundarias) y actores sociales (intelectuales). Estas organizaciones a través de su funcionamiento reproducen la hegemonía (ideología), la cual posee diferentes grados de coherencia y sistematicidad (en orden descendente): a) filosofía, b) religión, c) sentido común y d) folklore. 2) la “sociedad política”, constituida por el Estado en sentido amplio, es


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Surgimiento del EZLN decir, todo su aparato administrativo, gubernativo y de acción, y todos los partidos políticos u organizaciones que pretendan llegar al Estado en sentido restringido, es decir, a su aparato. Este Estado ejerce, con el fin de mantener un orden establecido, una coerción (de forma militar) y una coacción (de forma jurídica). En nuestro análisis del movimiento zapatista, la estructura estaría constituida por las relaciones existentes entre los campesinos e indígenas, y todos los propietarios de las tierras. La superestructura, estaría conformada por el Estado mexicano, el PRI y el PAN (partidos políticos mexicanos), en la parte de la sociedad política; mientras que en la sociedad civil se encuentran la Iglesia (Obispo Samuel Ruiz García), los medios y las instituciones educativas (tanto zapatistas como no zapatistas); éstas son las fundamentales. Y por otro lado, las organizaciones culturales de las diferentes etnias indígenas, que logran visibilizarse a través de la opinión pública, como también lo hacen las anteriores. Con el fin de mantener el orden establecido, el gobierno nacional mexicano, utilizó en muchísimas oportunidades su “monopolio de la coerción lícita” (concepto weberiano), para reprimir y mantener una cierta estabilidad dentro de sus fronteras. Para nosotros es importante destacar, ¿qué es el sujeto social? según Gramsci, para así ver si es posible la revolución, mediante la transformación de la estructura, es decir, las relaciones sociales. Con los intelectuales propios u orgánicos, que participan en los distintos grados de ideologías, se debe fomentar la conformación de una contrahegemonía y el consiguiente cambio del orden establecido. Llegamos a dilucidar mediante la lectura de diferentes autores (entre ellos Svampa) y nuestras propias perspectivas sobre la situación actual, que es difícil para nosotros verificar la cuantía del avance ya que

se debe hacer un examen muy pormenorizado de los diferentes aspectos de la realidad. Svampa dice que “las comunidades autónomas y auto-gestionadas (…) cuan desarrolladas están (…), cuántos avances han realizado en términos de pasaje de una «comunidad de resistencia», «comunidad proyecto», es algo difícil de dirimir” (Svampa, 12).

Sin embargo, a pesar de las trabas del sistema conservador en el que estamos inmersos, somos optimistas en que el zapatismo lograría el cambio social postulándose como el sujeto social necesario para la transformación. También Taddei, Algramati y Seoane, postulan en su texto que las puebladas y levantamientos urbanos, como la recurrencia de largas marchas y manifestaciones aparecen como el “repertorio de protesta” para, de manera estratégica, lograr la reapropiación colectiva del espacio comunitario y la recuperación de una visibilidad social denegada por los mecanismos de poder (Seoane

y Taddei 2003). Por último, y como hecho evidente, en los años 90 y luego de ellos, hubo una suba en el conflicto dentro de la sociedad: “las características que presenta, por su perdurabilidad, este incremento de la conflictividad social da cuenta de la aparición de un nuevo ciclo de protesta social que, inscribiéndose en el campo de fuerzas resultante de las regresivas transformaciones estructurales forjadas por la implantación del neoliberalismo en nuestros países, emerge en contestación a éstas” (Seoane, Taddei, Algranati; 229). En el texto anterior, ellos dan cuenta de los movimientos surgidos por el neoliberalismo aquí (América), en nuestro caso la “revolución productiva menemista”, llamados por los medios como grupos “antiglobalización” o “globalofóbicos”, pero para los autores es más preciso hablar de movimiento “altermundialista” (Seoane, Taddei, Algranati; 230). Para concluir podemos decir que con lo dicho, creemos que queda demostrado que toda esa lucha que llevan a cabo los diferentes movimientos sociales en los países de América Latina, es parte de una situación generalizada de crisis institucionales de parte del Estado en sentido amplio. Como respuesta a esta problemática en México nacieron los zapatistas, que con el uso de su fuerza lograron obtener uno de sus principales objetivos, la autonomía; y desde allí, comenzaron a formar la contra-hegemonía que luchó, lucha y luchará para lograr los derechos que les fueron arrebatados. Otra meta es la de lograr la propiedad comunitaria de la tierra, en la que han avanzado bastante. Dentro del movimiento que analizamos, creemos en una de las frases en las que inspiraron su acción fue lo dicho por Emiliano Zapata (1879- 1919) hace mucho tiempo: “Si quieres ser ave, vuela, si quieres ser gusano, arrástrate, pero no grites cuando te aplasten”.


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PALABRAS DEL EZLN EN EL 22 ANIVERSARIO DEL INICIO DE LA GUERRA CONTRA EL OLVIDO.

Primero de Enero del 2016

BUENAS NOCHES, BUENOS DÍAS COMPAÑEROS, COMPAÑERAS BASES DE APOYO DEL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL, COMPAÑEROS/AS MILICIANOS Y MILICIANAS, INSURGENTAS E INSURGENTES, RESPONSABLES LOCALES Y REGIONALES, AUTORIDADES DE LAS TRES INSTANCIAS DE GOBIERNO AUTÓNOMO, COMPAÑEROS/AS PROMOTORES Y PROMOTORAS DE LAS DIFERENTES ÁREAS DE TRABAJO. COMPAÑEROS, COMPAÑERAS DE LA SEXTA NACIONAL E INTERNACIONAL Y TODOS LOS PRESENTES. Compañeras y compañeros, hoy estamos aquí para celebrar el 22 aniversario del inicio de la guerra contra el olvido. Durante más de 500 años sufrimos la guerra que los poderosos de distintas naciones, lenguas, colores y creencias nos hicieron para aniquilarnos. Quisieron matarnos, sea matando nuestros cuerpos, sea matando nuestras ideas. Pero resistimos. Como pueblos originarios, como guardianes de la madre tierra, resistimos. No sólo aquí y no sólo el color que somos de la tierra. En todos los rincones del mundo que dolía antes y duele ahora, hubo y hay gente digna y rebelde que resistió, que resiste contra la muerte que impone el de arriba. El primero de enero de 1994, hace 22 años, hicimos público el “¡YA BASTA!” que preparamos en silencio digno durante una década. Callando nuestro dolor preparábamos así el grito de nuestro dolor. De fuego fue entonces nuestra palabra. Para despertar a quien dormía. Para levantar a quien caía. Para indignar a quien se conformaba y se rendía. Para rebelar la historia. Para obligarla a decir lo que callaba. Para develar la historia de explotaciones, asesinatos, despojos, desprecios y olvidos que se escondía detrás de la historia de arriba. Esa historia de museos, estatuas, libros de texto, monumentos a la mentira. Con la muerte de los nuestros, con nuestra sangre, sacudimos la modorra de un mundo resignado a la derrota. No fueron sólo palabras. La sangre de nuestros caídos y caídas en estos 22 años se sumó a la de años, lustros, décadas, siglos anteriores. Tuvimos que elegir entonces y elegimos la vida.

Por eso, entonces y ahora, para vivir morimos. Tan sencilla como nuestra sangre pintando las calles y muros de las ciudades que nos desprecian ahora como antes lo hicieron, fue nuestra palabra entonces. Y lo sigue siendo: Como bandera de lucha fueron nuestras 11 demandas: tierra, trabajo, alimentación, salud, educación, vivienda digna, independencia, democracia, libertad, justicia y paz. Estas demandas fueron las que nos hicieron levantarnos en armas porque es lo que nos hace falta a los pueblos originarios y la mayoría de las personas en este país y en todo el mundo. De esta manera, emprendimos nuestra lucha en contra de la explotación, marginación, humillación, desprecio, olvido y por todas las injusticias que vivimos causadas por el mal sistema. Porque para los ricos y poderosos sólo servimos para sus esclavos, para que así ellos sean cada vez más ricos y nosotros cada vez más pobres. Después de vivir tanto tiempo bajo esta dominación y despojo, dijimos: ¡YA BASTA! ¡Y HASTA AQUÍ SE ACABÓ LA PACIENCIA! Y vimos que no nos quedó otro camino más que tomar nuestras armas para matar o morir por una causa justa. Pero no estábamos solos, solas. No lo estamos ahora. En México y el Mundo la dignidad tomó las calles y pidió espacio para la palabra. Entendimos entonces. A partir de ese momento cambió nuestra forma de lucha y fuimos y somos oído atento y palabra abierta, porque desde un principio sabíamos que una lucha justa del pueblo es por la vida y no por la muerte. Pero tenemos a un lado nuestras armas, no las dejaremos, estarán con nosotros hasta el final. Porque vimos que donde nuestro oído fue corazón abierto, el Mandón opuso su palabra de engaño, su corazón de ambición y mentira. Vimos que la guerra de arriba siguió. Su plan y su objetivo era y es hacernos la guerra hasta exterminarnos. Por eso en lugar de resolver las justas demandas, preparó y prepara, hizo y hace la guerra con sus armamentos modernos, forma y financia grupos paramilitares, ofrece y reparte migajas aprovechando la ignorancia y la pobreza de algunos. Ésos mandones de arriba son tontos. Pensaron que


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quienes estaban dispuestos a escuchar, estaban también dispuestos a venderse, a rendirse, a claudicar. Se equivocaron entonces. Se equivocan ahora. Porque nosotras las zapatistas, los zapatistas, tenemos bien claro que no somos limosneros o inútiles que esperan que todo se les resuelva solo. Somos pueblos con dignidad, con decisión y conciencia para luchar por la verdadera libertad y justicia para todas, para todos, para todoas. Sin importar su color, su raza, su género, su creencia, su calendario, su geografía. Por eso nuestra lucha no es local, ni regional, ni siquiera nacional. Es universal. Porque universales son las injusticias, los crímenes, los despojos, los desprecios, las explotaciones. Pero también son universales la rebeldía, la rabia, la dignidad, el afán de ser mejores. Por eso entendimos que era necesario construir nuestra vida nosotros mismos, nosotras mismas, con autonomía. En medio de las grandes amenazas, de los hostigamientos militares y paramilitares, y las constantes provocaciones del mal gobierno, empezamos a formar nuestro propio sistema de gobernar, nuestra autonomía, con nuestra propia educación, nuestra propia salud, nuestra propia comunicación, nuestra forma de cuidar y trabajar a nuestra madre tierra; nuestra propia política como pueblo y nuestra propia ideología de cómo queremos vivir como pueblos, con otra cultura. Donde otras, otros esperan que desde arriba se solucionará lo de abajo; nosotras, nosotros, zapatistas, empezamos a construir nuestra libertad como se siembra, como se construye, como se crece, es decir, desde abajo. Pero el mal gobierno intenta destruir y acabar nuestra lucha y resistencia con una guerra que cambia de intensidad como cambia su política engañosa, con sus malas ideas, con sus mentiras, usando sus medios de comunicación para difundirlas y con la repartición de migajas en los pueblos indígenas donde hay zapatistas, para así dividir y comprar conciencias, aplicando de esta forma su plan de contrainsurgencia. Pero la guerra que viene de arriba, compañeras, compañeros, hermanas y hermanos, es siempre la misma: sólo trae destrucción y muerte. Pueden cambiar las ideas y las banderas con las que llega, pero la guerra de arriba siempre destruye, siempre mata, nunca siembra como no sea el terror y la desesperanza. En medio de esa guerra tuvimos que caminar hacia lo que queremos. No podíamos sentarnos a esperar a que entendieran quienes no entienden ni siquiera que no entienden. No podíamos sentarnos a esperar a que el criminal renegara de sí mismo y de su historia y se convirtiera, arrepentido, en alguien bueno. No podíamos esperar una larga e inútil lista de promesas que serían olvidadas unos minutos después. No podíamos esperar a que lo otro, diferente pero igual en dolor y rabia, nos mirara y mirándonos se viera. No sabíamos cómo hacer. No había ni hay libro, manual o doctrina que nos dijera cómo hacer para resistir y, al mismo tiempo, construir algo nuevo y mejor.

Tal vez no perfecto, tal vez diferente, pero siempre nuestro, de nuestros pueblos, de las mujeres, hombres, niñas y ancianos que con su corazón colectivo cubren la bandera negra con la estrella roja de cinco puntas y las letras que les dan no sólo nombre, también compromiso y destino: E Z L N. Entonces buscamos en nuestra historia ancestral, en nuestro corazón colectivo, y a los tumbos, con fallas y errores, fuimos construyendo esto que somos y que no sólo nos mantiene con vida y resistiendo, sino que también nos levanta dignos y rebeldes. Durante estos 22 años de lucha de Resistencia y Rebeldía seguimos construyendo otra forma de vida, gobernándonos nosotros mismos como pueblos colectivos que somos, bajo los 7 principios del mandar obedeciendo, construyendo un nuevo sistema y otra forma de vida como pueblos originarios. Uno donde el pueblo manda y gobierno obedece. Y nuestro corazón sencillo lo ve que es lo más sano, porque nace y crece del mismo pueblo, es decir, es el mismo pueblo que opina, discute, piensa, analiza, propone y decide qué cosa es lo mejor para su beneficio, siguiendo el ejemplo que nos dejaron nuestros antepasados. Como iremos explicando después, vemos que en las comunidades partidistas reinan el desamparo y la miseria, manda la holgazanería y el crimen, la vida comunitaria está rota, lastimada ya mortalmente. El venderse al mal gobierno no sólo no resolvió sus necesidades, sino que sumó más horrores. Donde antes había hambre y pobreza, hoy las sigue habiendo, pero además hay desesperanza. Las comunidades partidistas se han convertido en grupos de limosneros que no trabajan, sólo esperan el siguiente programa gubernamental de ayuda, o sea esperan la próxima temporada electoral. Y esto no aparecerá en ningún informe de gobierno municipal, estatal o federal, pero es la verdad que se puede ver en las comunidades partidistas: campesinos que no saben ya trabajar la tierra, casas de material vacías porque ni el cemento ni las láminas se pueden comer, familias destruidas, comunidades que sólo se reúnen para recibir las limosnas gubernamentales. En nuestras comunidades tal vez no hay casa de cemento, ni televisiones digitales ni camiones último modelo, pero nuestra gente sabe trabajar la tierra. Lo que se pone en su mesa, la ropa que las viste, la medicina que las alivia, el saber que se aprende, la vida que transcurre es SUYA, producto de su trabajo y de su saber. No es regalo de nadie. Podemos decirlo sin pena: las comunidades zapatistas no sólo están mejor que hace 22 años. Su nivel de vida es superior al de quienes se han vendido a los partidistas de todos los colores. Antes para saber si alguien era zapatista se veía si traía paliacate rojo o pasamontañas. Ahora basta ver si sabe trabajar la tierra; si cuida su cultura; si estudia para conocer la ciencia y la técnica; si se respeta como mujeres que somos; si tiene la mirada en alto y limpia; si sabe que manda como colectivo; si ve los cargos de gobierno autónomo rebelde zapatista como servicio y no como negocio; si cuando le preguntan algo que no sabe, responde “no lo sé… todavía”;


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si cuando se burlan diciéndole que los zapatistas ya no existen, que son muy pocos, responde “no preocupas, ya vamos a ser más, de repente tarda, pero sí vamos a ser más”; si mira lejos en calendarios y geografías; si sabe que el mañana se siembra hoy. Pero pues sí, reconocemos que nos falta mucho por hacer, nos hace falta organizarnos más y mejor. Por eso nos tenemos que esforzar más por prepararnos para realizar más y mejor nuestros trabajos de gobernarnos, porque ahí viene de nuevo el mal de los males: el mal sistema capitalista. Y tenemos que saber cómo enfrentarlo. Ya tenemos 32 años de experiencias de lucha de Rebeldía y Resistencia. Ya somos lo que somos. Somos el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Somos aunque no nos nombren. Somos aunque con silencios y calumnias nos olviden. Somos aunque no nos miren. Somos en el paso, en el camino, en el origen, en el destino. Y en lo que somos vemos, miramos, escuchamos dolores y sufrimientos cercanos y lejanos en calendarios y geografías. Y miramos antes, y miramos ahora. Una noche cruenta, más si posible fuera, se tiende sobre el mundo. El Mandón no sólo se empeña en seguir explotando, reprimiendo, despreciando y despojando. Está decidido a destruir el mundo entero si eso le da ganancias, dinero, paga. Está claro que viene lo peor para todas, todos, todoas. Porque los grandes ricos multimillonarios de unos cuantos países, siguen con el objetivo de saquear todas las riquezas naturales en todo el mundo, todo lo que nos da vida como el agua, las tierras, bosques, montañas, ríos, aire; y todo lo que está bajo el suelo: oro, petróleo, uranio, ámbar, azufre, carbón, y otros minerales. Porque ellos no la consideran a la tierra como fuente de vida, sino como un negocio y todo lo convierten en mercancía, y la mercancía la convierten en dinero, y así nos quieren destruir por completo. El mal y el malo tienen nombre, historia, origen, calendario, geografía: es el sistema capitalista. No importa cómo lo pinten, no importa el nombre que le pongan, no importa la religión que lo vista, no importa la bandera que levante. Es el sistema capitalista. Es la explotación de la humanidad y del mundo que habita. Es el desprecio a todo lo que es diferente y que no se vende, no se rinde, no claudica. Es el que persigue, encarcela, asesina. Es el que roba. Frente a él surgen, nacen, se reproducen, crecen y mueren, salvadores, líderes, caudillos, candidatos, gobiernos, partidos que ofrecen la solución. Como una mercancía más, se ofertan las recetas para resolver los problemas. Tal vez alguien todavía crea que de arriba, de donde vienen los problemas, vendrán las soluciones. Tal vez todavía hay quien cree en salvadores locales, regionales, nacionales y mundiales.

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Tal vez hay todavía quien espera que alguien haga lo que nos corresponde hacer a nosotros, nosotras mismas. Sería muy bueno, sí. Todo fácil, cómodo, sin mayor esfuerzo. Sólo levantar la mano, tachar una boleta, llenar un formulario, aplaudir, gritar una consigna, afiliarse a un partido político, votar para botar a uno y que otro entre. Tal vez, decimos, pensamos nosotras, nosotros, zapatistas que somos lo que somos. Sería muy bueno así, pero no lo es. Porque lo que hemos aprendido como zapatistas que somos y sin que nadie nos lo haya enseñado, como no sea nuestro propio paso, es que nadie, absolutamente nadie va a venir a salvarnos, a ayudarnos, a solucionar nuestros problemas, a aliviar nuestros dolores, a regalarnos la justicia que necesitamos y merecemos. Sólo lo que hagamos nosotras, nosotros, cada quien según su calendario y su geografía, según su nombre colectivo, su pensamiento y su acción, su origen y su destino. Y también hemos aprendido, como zapatistas que somos, que es sólo con organización que es posible. Aprendimos que si se indigna una, uno, unoa, es bonito. Que si se indignan varios, varias, muchas, muchos, muchoas, entonces una luz se enciende en un rincón del mundo y su luz alcanza a alumbrar por unos instantes toda la faz de la tierra. Pero también aprendimos que si esas indignaciones se organizan… ¡Ah!, entonces no es una luz momentánea la que ilumina los caminos terrenales. Entonces es como un murmullo, como un rumor, como un temblor que empieza a sonar quedo primero, más fuerte después. Como si este mundo fuera a parir otro mundo, uno mejor, más justo, más democrático, más libre, más humano… o humana… o humanoa. Por eso hoy empezamos esta parte de nuestras palabras con una palabra ya de antes, pero que sigue siendo necesaria, urgente, vital: tenemos que organizarnos, prepararnos para luchar, por cambiar esta vida, por crear otra forma de vida, otra forma de gobernarnos, nosotros mismos los pueblos. Porque si no nos organizamos, seremos más esclavizados. Ya no hay nada ya de que confiar en el capitalismo. Absolutamente nada. Ya lo vivimos cientos de años su sistema, ya las padecimos sus 4 ruedas del carruaje del capitalismo: la explotación, la represión, el despojo y el desprecio. Ya sólo queda la confianza entre nosotras, nosotros mismos, donde nosotros, nosotras sí sabemos cómo construir una nueva sociedad, un nuevo sistema de gobierno, con la vida justa y digna que queremos. Porque ahora nadie se salva en la tormenta de la hidra capitalista que destruirá nuestras vidas. Indígenas, campesin@s, obre@s, maestr@s, amas de casas, intelectuales, trabajadores y trabajadoras en general, porque hay muchos trabajadores que luchan por sobrevivir su vida diaria, unos con patrón y otr@s no, pero que caen en la misma garra del capitalismo. O sea que no hay salvación en el capitalismo. Nadie nos va dirigir, somos nosotr@s mism@s los


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que nos dirigimos, tomándonos en cuenta de cómo lo pensamos resolver de cada situación. Porque si pensamos que hay quien nos dirige, pues ya vimos cómo nos dirigieron durante los cientos de años antes y en el sistema capitalista, no sirvió para nosotros los jodidos. Para ellos sí, porque ahí sí, sólo sentados, ganaron dinero para vivir. A todos les dijeron “voten por mí”, voy a luchar porque ya no haya más explotación y ya cuando ya llegaron en el puesto donde se gana dinero sin sudar, automáticamente se olvidan de todo lo que dijeron, empiezan a crear más explotación, a vender lo poco queda de la riqueza de nuestros países. Ésos vende patrias son unos inútiles, hipócritas, parásitos que no sirven. Por eso, compañeros y compañeras, la lucha no ha terminado, apenas estamos empezando, apenas llevamos 32 años, de los cuales 22 son públicos. Por eso debemos unirnos más, organizarnos mejor para construir nuestra barca, nuestra casa, es decir nuestra autonomía, porque es la que nos va a salvar de la gran tormenta que se acerca, debemos fortalecer más nuestras áreas de trabajo y nuestros trabajos colectivos. No tenemos otro camino más que unirnos y organizarnos para luchar y defendernos de la gran amenaza del mal sistema capitalista, porque las maldades del capitalismo criminal que amenaza a la humanidad no va a respetar a nadie, va a barrer a todos sin distinción de raza, de partido, ni religión porque ya lo han demostrado durante muchos años que siempre han mal gobernado, amenazado, perseguido, encarcelado, torturado, desaparecido y asesinado a nuestros pueblos del campo y de la ciudad en todo el mundo. Por eso les decimos, compañeros, compañeras, niños y niñas, jóvenes y jovenas, ustedes como nuevas generaciones son el futuro de nuestros pueblos, de nuestra lucha y de nuestra historia, pero deben de entender que tienen una tarea y obligación: seguir el ejemplo de nuestros primeros compañeros, de nuestros compañeros mayores de edad, de nuestros padres y abuelos y todos los que iniciaron esta lucha. Ellos y ellas ya nos marcaron el camino, ahora nos toca seguir y mantener ese camino, pero para esto solamente se logra organizándonos en cada generación y en generación, entender eso y a organizarse para eso, y así hasta llegar al final de nuestra lucha Porque ustedes como jóvenes son parte importante de nuestros pueblos, por eso deben de participar en todos los niveles de trabajo que hay en nuestra organización y en todas las áreas de trabajo de nuestra autonomía, y que sean las generaciones que sigan dirigiendo nuestro propio destino con democracia, libertad y justicia así como nos están enseñando ahora nuestros compañeros y compañeras primeros. Compañeras y compañeros todos y todas, estamos seguros que vamos a lograr un día lo que queremos, para todos todo, o sea nuestra libertad, porque ahora nuestra lucha está avanzando poco a poco y nuestras armas de lucha son nuestra resistencia, nuestra rebeldía y nuestra palabra verdadera que no hay montañas ni fronteras que puedan impedirla, sino que llega hasta en el oído y en los corazones de otros hermanos y hermanas en el mundo entero. Es decir que ya somos cada vez más los que enten-

demos la lucha en contra de la gravísima situación de injusticia en que nos tienen, que causa el mal sistema capitalista en nuestro país y en el mundo. También estamos claros que a lo largo de nuestra lucha ha habido y habrá amenazas, represiones, persecuciones, desalojos, contradicciones y burlas de parte de los tres niveles de los malos gobiernos, pero debemos de estar claros que si el mal gobierno nos odia es porque vamos en un buen camino; y si nos aplaude es que nos estamos desviando en nuestra lucha. No olvidemos que nosotros somos los herederos de hace más de 500 años de lucha y resistencia. En nuestras venas corre la sangre de nuestros antepasados, ellos nos heredaron el ejemplo de lucha y rebeldía y el ser guardián de nuestra madre tierra porque en ella nacimos, en ella vivimos y en ella moriremos. -*Compañeras, compañeros zapatistas: Compañeros, compañeras, compañeroas de la Sexta: Hermanas y hermanos: Ésta es nuestra primera palabra en este año que comienza. Más palabras vendrán, más pensamientos. Poco a poco se irá mostrando de nuevo nuestra mirada, nuestro corazón que somos. Ahora sólo queremos terminar diciéndoles que para honrar y respetar la sangre de nuestros caídos, no basta con solo recordar, extrañar, llorar, ni rezar, sino que debemos de seguir el ejemplo y continuar la tarea que nos dejaron, hacer en la práctica el cambio que queremos. Por eso compañeros y compañeras para este día tan importante es el momento de reafirmar nuestra conciencia de lucha y de comprometernos para seguir adelante, cueste lo que cueste y pase lo que pase, no permitamos que el mal sistema capitalista destruya lo que hemos conquistado y lo poco que hemos podido construir con nuestro trabajo y esfuerzo durante más de 22 años: ¡nuestra libertad! Ahora no es el momento de echarnos para atrás, de desanimarnos o de cansarnos, debemos de estar más firmes en nuestra lucha, mantener firmes las palabras y ejemplos que nos dejaron nuestros primeros compañeros: de no rendirse, no venderse y no claudicar. ¡DEMOCRACIA! ¡LIBERTAD! ¡JUSTICIA! Desde las montañas del Sureste Mexicano. Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Subcomandante Insurgente Moisés. Subcomandante Insurgente Galeano. México, Primero de enero del 2016.


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Guillermo Fracarolli

LA ESCUELA FÁBRICA EN CRUZ DEL EJE Experiencias, automediación y autogestión “¿Cuáles son las pautas escolares de la enseñanza técnica estatal que vinculan y vincularon la educación con el trabajo? ¿Qué esquema pedagógico y tecnológico abrazan y abrazaron los educadores de la escuela técnica? ¿Qué concepción de cultura del trabajo puede ser comprendida en una práctica escolar que busca la productividad social de los saberes? Con el presente informe no pretendemos atender a la profundidad de cada interrogante pero sí a su definición y comprensión, desde la historia escrita y desde la historia oral, y a través de una perspectiva estratégica, transformadora y `más allá del capital´”.

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esde su fundación, la escuela técnica estatal, cualquiera sea su comprensión cronológica, propició la relación entre el contexto productivo y los saberes que brindaba, en general, bajo la forma de capacitación para el mercado de trabajo ya sea en términos de demandas empresariales o bajo la modalidad de los oficios. Para mediados del siglo XX, el sistema de educación media se dividía entre la formación tradicional y la formación técnica: La primera, abrazó como objetivo el ingreso a la universidad y la carrera docente y se repartía concretamente entre la orientación comercial, la normal y el bachillerato. La rama técnica, por su parte, se componía por las Escuelas de Artes y Oficios (creadas entre 1909-1918) y las Escuelas Técnicas de Oficios (1935), ambas destinadas a obreros sin aspiración a la educación superior; y por otro lado, las Escuelas Industriales de la Nación (creadas en 1897, 1899 y 1909) que propiciaron el ingreso a las carreras de ingeniería. Todas requerían el pago de una cuota, inalcanzable para cualquier familia obrera. Además del sistema formal, durante la primera parte del siglo se vio desplegada una serie de escuelas no estatales pertenecientes a diversas corporaciones: la Unión Industrial Argentina, gremios y sindicatos, Sociedades Populares de Educación, las mismas fábricas,

las Sociedades de Beneficencia y los grupos eclesiásticos de tendencias corporativistas. Debe reconocerse a estos sectores de la sociedad civil como pioneros en la gratuidad de la enseñanza técnica, e incluso en algunos casos, brindaron una retribución económica a sus alumnos y al mismo tiempo, obreros. Puede afirmarse que hubo una gran demanda de los sectores obreros de educación para el trabajo y, aunque se comenzó a generar cierta oferta desde el Estado y desde la sociedad civil, nunca fue orgánica ni suficiente como consecuencia de la ampliación de la clase obrera y el desarrollo de las primeras industrias originarias del modelo agro exportador. En términos de Dussel y Pineau (1995), en las décadas de 1920 y de 1930 hubo una expansión de los saberes del pobre y se originó una verdadera “ruptura del orden simbólico” que no podía hallar aún, expresión en el Estado. Es entonces cuando el peronismo entra en escena, desafiando ciertas preocupaciones heredadas: El tipo de técnico necesario para el contexto productivo, la armonía y la articulación del conjunto de la formación técnica, la vinculación del mismo con la dicotomía sobre el acceso y no acceso a la universidad, y la insuficiencia y baja calificación de los cursos y conocimientos brindados. Todos aspectos que no debían perder de vista una industria nacional en crecimiento por la sustitución de importaciones. Las cuestiones

pedagógicas, por demás profundas y complejas en este período histórico, hallan en general una articulación del modelo normalista con una concepción de educación integral proveniente del espiritualismo, es decir la formación intelectual, física y moral. En la rama técnica, en cambio, el espiritualismo logró calar más profundo a instancias de la creación del sistema de la CNAOP, corriente encarnada por Juan José Gómez Araujo y Pedro Arizaga, ideólogos del órgano. Propio de ello, es un sujeto “aprendiz” claramente espiritualista, que dejó una huella imborrable en el imaginario obrero y en particular en el ferroviario. Entre 1944 y 1945 fueron creadas la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional (CNAOP) y la Dirección General de Enseñanza Técnica (DGET), dependiendo la primera de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social y la segunda de la Secretaría de Educación. Es importante entender las consecuencias de cada dependencia. La CNAOP tuvo entre sus fines la promoción social de forma focalizada, y dada su pertenencia a la órbita de la Secretaría de Trabajo esta promoción se realizó por medio del movimiento obrero organizado, que vinculó a diferentes sujetos por su condición de “obreros”. Además, la Comisión tuvo ingerencia en aspectos tales como la regulación de las condiciones materiales de trabajo y la extensión del conocimiento del derecho laboral, entre otros.


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La Escuela Fábrica en Cruz del Eje Los diferentes sindicatos, por primera vez se vincularon entre sí a través de su aporte para la definición de la propuesta educativa de la CNAOP. La DGET, en tanto, continuó ligada, en cuanto a sus programas, al desarrollismo espiritualista sin fines sociales, dando continuidad a los establecimientos existentes hasta el momento (Escuelas de Artes y Oficios, Técnicas de Oficio, Industriales y Comerciales) y las recién creadas Escuelas Profesionales para Mujeres y Misiones Monotécnicas cuyos objetivos sí tendrían un alcance más popular. De todas maneras, vale aclarar que a partir de entonces, el sistema educativo en su conjunto fue gratuito para todo obrero, artesano o empleado que viviera de su trabajo. Los decretos de 1944 y 1945 fueron convertidos en Ley en 1946 y 1948, año en que se creó también la Universidad Obrera Nacional (UON). Así, nuevas y diversas alternativas dentro del sistema educativo fueron incorporándose: Cursos de aprendizaje y formación profesional y, Misiones Monotécnicas, que incluían educación primaria; y las que incluían el nivel medio, como la Escuela Fábrica y la Escuela Industrial de la Nación; llegando al universitario con la creación de la UON, que también pertenecía a la Secretaría de Trabajo por encontrarse en la órbita de la CNAOP. El sistema no fue una suerte difusa de elementos agregados, sino una verdadera institución creada por un conjunto de decretos y leyes instituido en muy pocos años, por lo que puede hablarse de una Escuela Técnica propia del peronismo. En este sentido, en 1951, la CNAOP pasó a depender del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, por lo que cabe sostener que se trasladó la función social de la educación desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social hacia el Ministerio de Justicia e Instrucción: La promoción educativa se extendía hacia todos los niveles y se destinaba a un universo más amplio. Dejó de constituir un sistema paralelo y focalizado, para ser complementario, permitiendo el ingreso masivo del movimiento obrero a la educación técnica formal y a la carrera universitaria. Las primeras Escuelas Fábricas de la CNAOP datan del año 1946, tenían tres años de duración, contaban con un plan mixto de enseñanza y trabajo y, si bien se exigía la escolaridad primaria, podía rendirse el examen equivalente. Algo inédito fue la Ayuda Escolar, el comedor y la entrega de uniformes, textos, útiles escolares y herramientas de taller; que permitieron la incorpo-

ración de un sector social muy amplio al sistema educativo medio. Las orientaciones eran variadas y dependían de las fábricas relacionadas al contexto en donde tendría su lugar la Escuela, otorgándose el título de experto en electricidad, radiocomunicaciones, tornería, mecánica, carpintería, construcciones, entre muchas otras. La matrícula llegó a incrementarse de un 8% en 1930 a un 22% en 1950 del total de los jóvenes en edad escolar, debiendo destacar que la

inclusión de nuevos sujetos al sistema educativo se dio hacia las modalidades no tradicionales y recién instituidas (Dussel y Pineau, 1995), tal es el caso de las Escuelas Fábricas, que tuvieron un papel destacado en los centros urbanos regionales. Concluido el proceso militar de 1955, el radicalismo se definió por un proyecto de industrialización exógena, de acuerdo a modelos internacionales de desarrollo, desde el capital extranjero. Ejemplo de ello fue el llamado “Plan Larkin”, que tuvo la intención de minimizar el papel de la industria ferroviaria para permitir el ingreso al mercado del capital automotriz norteamericano. En el aspecto escolar esta etapa se inicia con la creación del Concejo Nacional de Educación Técnica (CONET) bajo el amparo de los nacientes organismos internacionales, dando lugar a un nuevo modelo histórico de la Escuela: La ENET (Escuela Nacional de Educación Técnica), como continuación y fusión de las distintas instituciones del peronismo. El decreto originario de 1958 fue convertido en Ley al año siguiente, signado por la proscripción sentenciada por la Revolución Libertadora, y resultando una clara

prohibición que alcanzó aquel sujeto “aprendiz” del peronismo, entre otras acciones, a través de la clausura de la Escuela Fábrica y demás modalidades. El CONET integró la CNAOP, la DGET y la UON, que hasta entonces se encontraban intervenidas por sectores católico-liberales ligados al gobierno de facto. La unificación no desembocó más que en la rigidez y la repetición de las mismas especialidades en todo el territorio nacional, finalizando para el resto de la historia la diversidad y adaptabilidad que caracterizaron al peronismo. La lógica de la adecuación a la productividad se socavó ante una educación abordada como necesaria para el desarrollo, y por lo tanto, sus parámetros fueron determinados por el nuevo economicismo tecnocrático en pos de la eficiencia y la neutralidad del sistema en su conjunto, a través de la planificación y los diagnósticos cuantitativos y estandarizados. La UON por su parte, dejó de estar intervenida en 1959, cuando pasó a denominarse Universidad Tecnológica Nacional. Para Myriam Southwell (2003), esta etapa histórica constituyó un deslizamiento de la autoridad del saber hacia especialistas ajenos a la práctica educativa, como fueron los diseñadores del currículum, con el pretencioso objetivo de abarcar qué y cómo conocer y, qué y cómo evaluar. A diferencia de la discontinuada CNAOP, la participación de la clase trabajadora en el CONET fue prácticamente nula, expresión de la dramática relación del radicalismo con el sindicalismo. A propósito del peso de la rama técnica en relación a las demás modalidades del sistema medio, puede afirmarse desde los datos estadísticos que van de 1950 a 1960 (Gagliano, 2003), que la creación del CONET no representó ni siquiera la duplicación del número de escuelas técnicas. Lo mismo ocurre con los Colegios Nacionales, encargados tradicionalmente de la formación para el ingreso a la Universidad. En su lugar, los colegios Normales se cuadruplican, y los Comerciales se quintuplican. Esta tendencia grafica el tipo de productividad social de los saberes que ponía en vigencia el desarrollismo. Con el proceso militar, las prácticas represivas también llegaron a los colegios secundarios incluyendo la censura, las cesantías y el control ideológico. Los convenios que mantenían numerosos colegios con los talleres de las bases militares, navales o aeronáuticas debieron finalizarse porque los ámbitos de trabajo comenzaron a funcionar como centros clandestinos de deten-


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La Escuela Fábrica en Cruz del Eje ción por lo cual los estudiantes no pudieron acceder más. Al mismo tiempo, se produjeron las primeras transferencias educativas a las provincias dando lugar por ejemplo a los IPET (Instituto Provincial de Enseñanza Técnica) y a los IPEA (Instituto Provincial de Enseñanza Agropecuaria) como en el caso cordobés. El principal rasgo que va a adquirir por mucho tiempo el sistema educativo es la denominada “secundarización” de la educación media y la regresión hacia un modelo enciclopedista y tendiente al bachillerato que excluye la vinculación con el trabajo real. Cabe recordar, además, que en 1980 se promulgó la Ley Nº 22.317, por la cual se modifica el sistema de recaudación impositiva del país, suprimiendo el impuesto a la educación técnica. Con la reforma educativa de 1993, a través de la Ley de Transferencias Educativas y la Ley Federal de Educación, la totalidad de las ENET existentes, sumado a los Comerciales, Normales y Nacionales, pasaron a depender de las provincias dando lugar en Córdoba, por ejemplo, a los actuales IPEM (Instituto Provincial de Enseñanza Media) que también incluyó bajo esta denominación a los IPET e IPEA. En total, se transfirieron a las provincias más de 2.500 escuelas. La secundarización significó, esta vez y directamente, la eliminación de las especialidades. La desvalorización del título de técnico en el mercado laboral y la imputación de la tragedia a la Escuela como moneda corriente. Aunque críticos, estos factores fueron propiciados por una reforma que buscaba el final de la participación del Estado en la economía y también en la educación. Por otra parte, se propició y subsidió la gestión privada de las escuelas, con lo cual, la calidad educativa pasa a ser rentada para cumplir con el libre juego de la oferta y la demanda. Cruz Del Eje Oficio, producción real y autogestión En Cruz del Eje, la historia comienza en 1876 cuando se construyó la línea que va desde Deán Funes hasta Chilecito, provincia de La Rioja. Luego se extendió hasta Chumbicha, provincia de Catamarca y más tarde hasta Tucumán (pasando por los históricos talleres de Tafí Viejo). En el año 1890 quedó oficialmente inaugurado el recorrido que va desde Cruz del Eje a Paso Viejo (Provincia de Córdoba) y un año después se habilitó el ramal que partiendo de la ciudad de Córdoba, atraviesa las

sierras de Punilla y llega hasta Cruz del Eje. En 1909 se unen las tres líneas ferroviarias, momento que le da esplendor a la región. A partir de 1890 se comienza la construcción de los talleres encargados del mantenimiento, reparación y desarrollo de locomotoras, coches y vagones de carga y pasajeros, con una superficie cubierta de 750 metros cuadrados. La dependencia administrativa de Cruz del Eje contaba, en total, con unos 3000 trabajadores (cifra por esos días excepcional), en su mayoría anarquistas y encolumnados tras el sindicato FORA. La ciudad vio llegar centenares de obreros de otras provincias que hicieron de Cruz del Eje su hogar.

Para 1947, Juan Domingo Perón nacionalizó la red ferroviaria en su totalidad. En su manifiesto de 1958 “La fuerza es el derecho de las bestias”, expone las idas y vueltas del plan y la estrategia financiera de Miguel Miranda, un pequeño pero astuto comerciante encargado de la negociación con los capitales ingleses. Así es como se logró dar impulso a la industria ferroviaria nacional, una de las preferidas del peronismo, y sin duda el orgullo de sus trabajadores. Durante el segundo gobierno, se comenzaron a construir los nuevos talleres con instalaciones más amplias y modernas, contando además con la usina eléctrica que proveería un importante caudal de potencia. La iniciativa se paralizó al caer el gobierno de Perón, sólo fue completada la realización de la usina. Para tener una referencia de su envergadura, cabe señalar que el mismo complejo edilicio constituye en la actualidad, la cárcel provincial construida hace algunos años. En cuestiones educativas, se creó en 1946 la Escuela de Aprendizaje Ferroviario que dictaba sus cursos en los talleres del Ferrocarril General Belgrano. En paralelo, durante el primer gobierno de Perón, se crearon los Cursos de capacitación profesional para mujeres. Hacia 1950 la modalidad pasó a ser la de Escuela Fábrica Nº 19, que-

dando en la memoria de todos los trabajadores de la época. Ser la primera Escuela Fábrica que el CONET elige para convertir en ENET (de allí el Nº 1) le otorga una importancia de magnitud a propósito de la desaparición de las instituciones peronistas y obreras. Las memorias de los ferroviarios y ex alumnos de la Escuela Fábrica quedaron expresados en un archivo de historia oral que comenzamos a indagar durante 2010 y 2011: Raúl (73) es jubilado ferroviario y trabajó durante cuarenta años como obrero en el taller de Cruz del Eje. En la actualidad desarrolla la actividad comercial pero mantiene aún su oficio en la rama de la fundición ya que se dedica a la fabricación de placas de bronce. Ramón (79) trabajó en el ferrocarril desde 1947 y durante cuarenta y tres años; en Cruz del Eje permaneció hasta 1978, cuando es trasladado al Desvío Mixto Córdoba (Capital) por el cierre de los talleres en su ciudad; en 1990 es despedido y jubilado. José C. (71) relata también su historia: “nos corren en el año 78, los militares”, cuando es trasladado a Córdoba. Al ver que ya se aproximaba el fin de esta industria decide abandonar su actividad ferroviaria y volver a Cruz del Eje para dedicarse a la docencia. José R. (71) fue desde 1955 hasta 1968 obrero de los talleres de Cruz del Eje, lo indemnizan y continúa su vida como docente. En paralelo y hasta la actualidad mantiene su taller domiciliario de tornería, oficio adquirido en la histórica Escuela, aunque ya con poca actividad. Ramón ingresa a la Escuela Fábrica en 1947, Raúl en 1953, y José R. y José C. en 1955; todos con 14 años de edad. La escolarización contemplaba cuatro horas de formación teórica, que correspondían a formación en Cultura General y cuatro horas prácticas que se desarrollaban en el taller ferroviario o en la misma Escuela, según como hubiese rendido el examen de ingreso. “Los mejores” eran distribuidos en el taller y su ubicación también dependía de la nota obtenida. A los que acudían al ferrocarril les asignaba la calificación el jefe del taller y el jefe de aprendiz: “Sumaba capacidades de aprender, de saber, el respeto, la conducta. Taller, tanto. […] El maestro de taller no era maestro de la Escuela, era un obrero con capacidad para enseñar. […] El jefe de aprendiz ya era el jefe de la técnica” (Raúl). José C. también recuerda que “habrán sido exactos treinta y seis o treinta y cinco” las vacantes en el taller ferroviario en el año de su ingreso y por lo tanto de “alrededor de dos-


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La Escuela Fábrica en Cruz del Eje cientos niños” que rendían, unos treinta entraban al taller, hecho que “era como una suerte porque vos entrabas de aprendiz y ya quedabas inserto en el ferrocarril”. En el taller de la Escuela también disponían maquinarias para poner en práctica los mismos conocimientos, aunque no se producía de forma real para el ferrocarril, ni tampoco contaban con la misma infraestructura. El maestro “era obrero simplemente, un obrero más destacado con alguna condición que no tenía otro” (José C.). Quien designaba al maestro era el jefe de aprendices que a su vez formaba parte del plantel docente de la Escuela porque era el nexo entre la Escuela y el taller. José C. también recuerda que el maestro “nos exigía, nos tenía días y días cortando madera, para que manejes el serrucho […]. Él estaba verdaderamente las cuatro horas pegado a nosotros para poder enseñar detalles que en otro lado, tal vez otros no los van a tener. […] Lo tuve a Escunter, lo tuve a Don Trápani, que fueron maestros de la sección carpintería. El primer tema que nos enseñaron fue el respeto a las máquinas, el cuidado de herramientas, el afilado, a valorizar lo que era el trabajo, a valorizar la máquina, después todos los días media hora antes de irte venía la limpieza del lugar de trabajo. O sea que tenías que dejar todo como entrabas […]. No podía quedar la máquina llena de aserrín, madera, porque todo eso podía producir un accidente. O sea que nos enseñaban a cuidarnos y cuidar la integridad física de cada uno.” Al comenzar el cuarto año y una vez finalizada la etapa escolar, los aprendices, ya en su calidad de “aprendiz curso terminado”; podían rendir un examen de acuerdo a las vacantes que hubiese en el taller ferroviario para quedar como oficial de sección: “Me acuerdo que a nosotros a los cuatro años nos hacían hacer una banderola. Y a los cinco años, una puerta de entrada. Tenías que trazar, tenías que llevarla a la sección aserradero que te hagan la enconfradura, la espiga y ahí la traías, la encolabas, la armabas, lijabas y entregabas la puerta lista y ahí te controlaba el maestro” (José C.). “Había cada

prueba para vos pasar a aprendiz curso terminado, que ya pasabas a cobrar como oficial... Para rendir, había que hacer un hexágono macho y hembra con los ajustadores; tenías que poner la hembra y el macho y no caerse, si se caía es porque lo había comido, como le decíamos” (Raúl). La autogestión como perspectiva para la comprensión de la relación entre escuela y trabajo y como camino alternativo para alternativizar la educación estatal, fue un elemento clave

en la indagación de la historia oral. La cuestión del “oficio” como idea conectada a la de “autogestión”, no implica equivalencia alguna más que permitirle a nuestros participantes, de una u otra manera, desarrollar una capacidad propia y autogestiva que supieron desarrollar durante toda su vida, independientemente del cierre del ferrocarril. Todos nuestros participantes continuaron con el oficio con verdaderas pautas de productividad, incorporando innovaciones, estrategias de trabajo, o visiones particulares acerca de la docencia, de alguna manera también, herencia de una perspectiva pedagógica en la que el maestro es obrero y no guarda ninguna relación con la pedagogía bancaria. Para los ferroviarios, la capacidad de autogestión productiva es la naturaleza escolar perdida y a la vez necesitada en el momento histórico actual, para el cual, jamás expresaron la necesidad de carpinteros o torneros específicamente, sino que hicieron referencia más bien a otro tipo de cualidades. La palabra oficio implica aspectos que van más allá del saber teórico concreto y particular, por encima del cual se encuentra el trabajo. Pero el aprendizaje de ese trabajo y lo que ello representa como proceso, excede la mera escolarización: Ejem-

plo de ello es la expresión de José R. ante nuestro comentario de que uno de sus compañeros (José C.) había obtenido el título de Técnico Mecánico (ya en la ENET), a lo que José R. comenta: “Sí, es Técnico Mecánico, pero es carpintero de oficio”. Observemos que el oficio adquirido en la Escuela Fábrica presenta más fuerza que el título otorgado por la ENET (que también es un oficio), ya que les abrió el camino para seguir desarrollando un medio de vida aún cerrado el taller ferroviario. Efectivamente, José C. no se dedicó a la mecánica sino a la carpintería. Además, “mucha otra gente de acá se iba a trabajar a Córdoba cuando cerraron la Escuela. Chrysler y Fiat se llenaron de ferroviarios, con gente muy pero muy capaz que había adentro del ferrocarril” (José R.). “Esos tipos se fueron allá a la fábrica Renault y entraron a ver, eran todos unos capos allá, por la práctica. […] (José C.). “Al taller se iba a trabajar y a aprender el oficio” (Raúl). “Te daban a hacer cincuenta piezas de una determinada y hacía una o dos él ahí [el maestro de taller] y después te decía “esta es la medida”, al día siguiente ya lo hacía yo. […] Era un maestro para cada alumno, para cada aprendiz” (José R.). “A los dos meses ya estábamos haciendo cosas para la locomotora, enseguida empezabas a trabajar, enseguida te metían en la cosa… […] Algunos tenían mala suerte, te tocaba calderería y no sabés lo que era eso. Tenía instalado maquinarias, de todo, hacíamos trabajos para afuera. […] Fundíamos cosas para la locomotora, toda la robinetería es de bronce, todos los movimientos también son de bronce, todo eso hacíamos nosotros” (Raúl). José C. que concurría a la sección carpintería, recuerda también que “era todo para producción”. “Me acuerdo que cuando era aprendiz se fabricaba y se reparaba acá coches de pasajeros. O sea que tenías 44 banderolas, 44 persianas, 44 ventanas. Había que hacer juegos, juegos de ventanas, persianas, esas llenas de tablitas. Y las sacaban y fabricábamos nuevas, se fabricaban 44 de cada una. Había trabajo a rolete, me acuerdo. […] Acá hasta se han fabricado coches de pasajeros, en este


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La Escuela Fábrica en Cruz del Eje taller. Me acuerdo que había una niqueladora, o sea que todas las cositas desarmadas iban allá, se limpiaban y se niquelaban. Carpintería era una sección amplia, grande, ya te digo, habrá tenido cincuenta operarios”. La retribución que recibían fue un tema recurrente en nuestros diálogos: “Era bárbaro lo que ganábamos, trabajábamos cuatro horas y nos pagaban ocho, las de la Escuela también nos pagaban, ganábamos muy buena plata” (José R.). “En la calidad de aprendiz ya entrabas con sueldo, no era “el” sueldo, pero para nosotros era plata. Como aprendiz no ibas a vivir, pero te vestías, te comprabas tus cosas: O sea que el aprendiz, era un chico que estaba correctamente vestido, podías sentarte a tomar un helado, una gaseosa” (José C.). En relación a la magnitud de los talleres originarios, vale recordar por ejemplo, que “en la parte de tornería, en cada torno había un oficial con un aprendiz”, contaba con unos “cuarenta o cincuenta tornos” y “tenía unos ochenta metros de largo por cuarenta o cincuenta de ancho. Había cuatro hileras de máquinas en los 80 metros. Yo te digo tornería y nada más […]” (José R.). Después de la gran huelga de 1961 y 1962, y como consecuencia del Plan Larkin, el taller, que contaba con unos 3000 obreros, contaría con 1060; en 1963, 432 en 1978; 300 en 1985 y 100 en 1990. La etapa del famoso plan, coherente y coincidente con el proceso de conversión de las Escuelas Fábricas en ENET, fue la de mayor alcance a través de lo que nuestros obreros llaman “extorsión”: No se efectivizaban los sueldos por lo cual muchos de ellos debieron buscar otros medios de subsistencia. Los que logran sostener su situación durante estos meses, conservaron el trabajo, como fue el caso de Raúl. Ramón y José C. son trasladados a otros talleres; y José R. logra mantener el trabajo en su ciudad debido a que durante los meses de la huelga se encontraba realizando el servicio militar, por lo que, a su salida, aún conservaba su puesto. El cierre definitivo fue dispuesto por la dictadura militar el 15 de mayo de 1978. Sólo en Cruz del Eje “mil ferroviarios quedaron de la noche a la mañana en la calle y la región perdió el motor principal de su actividad económica. Decenas de industrias y cientos de comercios cerraron sus puertas en un inexorable proceso de decadencia -luego acentuado durante el menemismo- que ubicó a la zona entre las más castigadas del país” (Alexis Oli-

va, 2006). El gobierno de Raúl Alfonsín continuó el vaciamiento a través del llamado “Plan Terragno”, cuyo objetivo principal era reestructurar el sistema ferroviario a través del gerenciamiento privado, propuesta que no

prosperó. En la década del noventa, Carlos Ménem, con la Ley de Reforma del Estado, logró el marco jurídico necesario para la privatización de los Ferrocarriles Argentinos y con ello el cese definitivo de los pocos obreros que aún continuaban en funciones. Y aunque ya no fuera necesario, se reactivó como en otras oportunidades en la historia, el mito de que el tren no era rentable. Comprendiendo la autogestión desde la ex ENET, hoy Existen razones vitales para la humanidad que demandan alternativas que avancen “más allá del capital”, dada la culminación del proceso de su ascensión histórica. La evidencia de la incontrolabilidad de un sistema destructivo y autodestructor por ser causa de su propia existencia, sumada al fracaso de las diferentes formas de desarrollo del siglo XX (acumulación y expansión del capital, modernización del tercer mundo y economía planificada del tipo soviético) permite identificar, según István Mészáros (1995), cuatro aspectos que agrupan una serie de contradicciones por las que atraviesa el capital de manera crítica, activando sus “límites absolutos” de expansión. En primer lugar, el antagonismo entre los estados nacionales y el capital global, que incluye la incontrolabilidad de los monopolios (ya que la misma competencia tiende necesariamente al monopolio), “la socialización cada vez mayor del proceso de trabajo” como contracara de la “apropiación desigual de sus productos”; y la división internacional del trabajo en interminable crecimiento, en contradicción con “la incontrolable tendencia de los poderes preponderantes del capital global a la dominación hegemónica” (básica-

mente Estados Unidos). Segundo, una aguda crisis de los asuntos ambientales cuya magnitud limita la tendencia creciente de la rentabilidad: Deterioro, envenenamiento, basura tecnológica, es decir, “desperdicio provechosamente institucionalizado”. Tercero, la liberación femenina como un reto no integrado al dominio del capital: “No puede haber emancipación de la mujer sin un cambio en la relaciones sociales de desigualdad establecida”. Cuarto, el desempleo estructural, la necesidad de mayor disciplina, flexibilidad, eficiencia, la depresión salarial y el subempleo, el tiempo necesario de trabajo reducido a un mínimo rentable, en suma una “fuerza de trabajo superflua”. Esta subsumisión del trabajo por el capital bajo la lógica de los imperativos expansionistas tiene como consecuencia, la rentabilidad cada vez menor del plustrabajo, que decanta en sofisticados mecanismos de disminución de las horas necesarias de trabajo y también de su valor relativo. Estas formas antagónicas de Estado, mercado y trabajo como aspectos del sistema de reproducción metabólico social del capital, deben ser superadas por formas alternativas relacionadas a la “automediación”, inseparable del “autocontrol” y de la “autorrealización” a través de la libertad sustantiva y de la igualdad, en un orden social reproductivo conscientemente regulado por los individuos asociados. La necesidad de realizar una mirada hacia la estructura actual y global del sistema económico dominante, nos permite entender el necesario alejamiento de la lógica de la empresa privada en la nueva cultura del trabajo. La división jerárquica, de ninguna manera puede servir de pauta para la nueva cultura del trabajo. Así como se vieron agotadas las formas de estado y las formas de crecimiento económico, en la actualidad se ven minimizadas las posibilidades de acción estratégica que no contemplen formas productivas más autogestivas e independientes del capital. La “autogestión del orden social reproductivo” no se logra sin el debilitamiento gradual del Estado, que debe producirse al mismo tiempo que el del capital, pero también deberán generarse estrategias de control autegestivo de la producción material para el aniquilamiento de la división jerárquica del control reproductivo. En este sentido, la educación en su conjunto y más particularmente las ramas técnicas, deben enfrentar procesos radicales en todas sus dimensiones, redimensionando cualitativamente su


Octubre/Noviembre 2015

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La Escuela Fábrica en Cruz del Eje estrategia como “síntesis global de innumerables tareas inmediatas”. La educación “es inseparable de la práctica significativa de autogestión” y, en el momento histórico actual de crisis global del capital, tener conciencia de ello nos permite redefinir las estrategias para una educación “más allá del capital”. No obstante, así como la educación formal no es una fuerza ideológica que consolide por sí sola al capitalismo como lo es el trabajo, tampoco “por sí sola es capaz de proveer una alternativa radicalmente emancipadora. [...] Por eso es que, también en el ámbito educativo, las soluciones “no pueden ser formales; deben ser esenciales” (Mészáros, 1995). En otras palabras, deben abarcar “la totalidad de las prácticas educativas de la sociedad establecida” (Mészáros, 2001), como único modo para desafiar la lógica autoritaria global propia del capital. Más particularmente, lo esencial vendría a ser la posibilidad de cuestionar los procesos de internalización con formas más inclusoras de comprender la realidad, al margen de que se trate de modelos formales o no formales de educación, reivindicando una educación plena para toda la vida. “La participación positiva de la educación en la elaboración de modos de anular la dominación global del capital a través del establecimiento de formas de solidaridad socialista viables en lo que a organización se refiere es vital para enfrentar el gran desafío internacional de este momento histórico.” (Mészáros, 1995). En relación a la dimensión del trabajo, puede observarse un aspecto de nuestra realidad que nos permite sostener la existencia de una cultura del trabajo emergente y tiene que ver con la perspectiva de la autogestión desde el movimiento de fábricas recuperadas: Desde las organizaciones barriales de los setenta pero con fuerza desde fines de los noventa y los primeros años del nuevo siglo, “veíamos el surgimiento de nuevas fuerzas: trabajadores desocupados, poblaciones sumidas en la pobreza extrema, los piqueteros, grupos que iban apareciendo con picos de crecimiento y de decrecimiento. Diversos sujetos en todos los sectores aplastados, expoliados por el capital” (Sirvent, 2008). En la misma línea, Roberto Elisalde (2008) sostiene que, esta nueva impronta “es la reacción estratégica de los trabajadores (desocupados o precarizados) a la crisis de la tradicional territorialidad de la fábrica y la hacienda”. La lógica neoliberal se había agotado provocando la desterritorialidad productiva global acentuada

durante las dictaduras y, en la década del noventa. Así, la problemática tiene un matiz muy amplio: La reapertura de fábricas en manos de los trabajadores también dio a luz, valiosísimos proyectos educativos vinculados a ellos, dando lugar a lo que estos autores denominan “alternativizar” la educación pública o formal. Las experiencias educativas de los movimientos sociales no sólo actúan internamente sino que se proponen como experiencias autogestivas interesantes para pensar proyectos específicos para la Escuela estatal: “Aspiran trascender el adentro,

suprimiendo los límites de la diferencia entre uno y otro espacio; donde la escuela pueda ser parte de la comunidad, concibiéndola como un campo de tensión y discusión permanente entre una y otra dimensión” (Elisalde, 2008). La idea de productividad atada al crecimiento capitalista en la forma dominante de producción destructiva deja de ser viable y comienzan a darse los procesos de autogestión encarnados por las bases. “Es necesario adoptar principios regulativos de un orden social cualitativamente diferente. En otras palabras, el actualmente negado potencial de productividad de la humanidad debería ser liberado de la camisa de fuerza capitalista para convertirse en poder productivo socialmente viable.” (Mészáros, 2007). Desde el ámbito de la Escuela Pública, también existen intenciones interesantes: Continuando con el caso de Cruz del Eje, el IPEM Nº 253 Juan Domingo Perón, heredero de la historia de la Escuela Fábrica, cuenta actualmen-

te con unos 700 alumnos en una única orientación cuyo título es, a partir de 2005, “Técnico de nivel medio en Equipos e Instalaciones Electromecánicas”. Por estos tiempos, enfrenta el inmensurable desafío de la práctica cotidiana productiva, en un contexto local de escasa producción, dadas determinadas condiciones naturales que imposibilitan por ejemplo el cultivo de la soja, y un sector privado industrial casi inexistente. No obstante se encuentran desarrollando verdaderos proyectos de vinculación del trabajo con la producción primaria de aquella región, truncados por problemáticas que luego mencionaremos: 1) fundición y reciclado de latas de cerveza; 2) procesadora de tomates, conjuntamente con la Escuela Arturo Capdevila (con especialidad en alimentación); 3) fabricación de hornos de pan; 4) máquina liberadora de los pupos de la tuna para ser envasada y comercializada; 5) fabricación de piezas de fundición para una empresa cementera; 6) mejoramiento y automatización de camas ortopédicas y afines. Tanto la experiencia de las Escuelas de Fábricas Recuperadas como los proyectos de la Escuela Pública, representan verdaderas alternativas que comprenden la vinculación entre educación y trabajo, como se vino sosteniendo, bajo una perspectiva ontológica que se inclina por la autogestión y la producción real como consecuencia necesaria. En efecto, los proyectos específicos que posee la comunidad educativa de Cruz del Eje son interesantes, aunque cruzados por diferentes problemáticas que exceden la docencia, como es el caso del personal necesario para tareas extracurriculares, la comercialización de la producción escolar, la seguridad en el trabajo, la infraestructura y otras cuestiones. La Ley 26.058 de Educación Técnico Profesional promulgada en 2005, ha producido grandes avances, aunque tan amplios como los retrocesos de las tres décadas anteriores. Los esfuerzos circulan entre lo objetivo y lo subjetivo, pero ningún trabajador de la educación debe perder de vista que pensar en una Escuela vinculada al trabajo productivo debe replantearnos su lugar en un contexto amplio de agotamiento de un modelo y, por lo tanto, las respuestas no deben inscribirse en renovaciones sino en transformaciones que persigan el objetivo del autocontrol, la participación, la reflexión y la memoria para la construcción de concepciones alternativas de trabajo y productividad.


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