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RAMIRO REGALADO
VALOR DE SER Y COMPRENDER PARA REALMENTE SABER
Un maestro no sólo brinda conocimiento, sino también una perspectiva, un criterio. El saber surge de tu formación, pero el criterio es lo que da forma real a tu profesión. Creo firmemente en el ideal de ser un instrumento de cambio.
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ola lector, gracias por acercarte a Heste pequeño espacio. Siéntate, sírvete un café, la música suena suave y ligera de fondo. Hoy te voy a platicar un poco de mí. No, no es una muestra de ego, sino lo contrario, quiero que sea un gesto de humildad el invitarte a entrar y servirte un poco de lo que puedo ofrecer. Hoy soy yo quien se presenta ante ustedes. Disculpen el atrevimiento de tomar la iniciativa en la redacción, pero no me sentí ni arrogante ni con agallas como para pedir a alguien que escriba esto. Prefiero ser yo quien cuente a la distancia éste fragmento del cuento que forma la historia de mi vida, conservando la esperanza de tal vez no ser un extraño, un ajeno o un anónimo en las ocasiones que podamos coincidir.
Nací en Ciudad Guzmán un jueves 11 de un octubre en el año de 1990, el mismo día que Octavio Paz recibía su premio Nobel. Ciertamente no lo recuerdo, pero se ha vuelto mi cumpleaños con despiste, con recelo, con orgullo y ahora con tranquilidad. Mis padres son Ramiro Regalado Horta, hijo de Basilio Regalado y Carolina Horta; mi madre es Ma. del Sagrario Chávez Zepeda, hija de Eugenio Chávez y Rosa Zepeda. Somos tres hijos, yo siendo el mayor, posteriormente mi hermano Efraín y mi hermana Andrea del Sagrario.
Crecí en Tamazula, con el cerro siempre como testigo de las andanzas de su pueblo. Comparto que mis padres tienen fuertes valores personales, inculcando a mis hermanos y a mí la importancia de la religión, del trabajo y de la familia tal y como a ellos se los inculcaron mis abuelos. Mi padre se dedicó al comercio y a la agricultura, mi madre a la crianza. Mi padre jugó y se apasiona con el futbol, mi madre siempre ha tenido la vocación de la catequesis. Solíamos visitar a mi abuela materna casi diario, mi mamá quería estar al pendiente de ella, así que la calle de mi abuelita se volvió el patio de juegos con los que compartí tardes y noches con valiosos amigos, siempre una pelota, siempre corriendo.
Mi periodo de preescolar lo viví en el Kínder Yolanda Castillero, recuerdo a mis maestras Claudia, Mari y Helena, siempre lloro con la canción “Adiós jardín querido”, recordando a mi maestro en su teclado y a mis compañeritos abrazados.
Posteriormente, la primaria la cursé en la José Clemente Orozco, me ilusionaba que mi tía Alicia fuera directora del plantel. Recuerdo con cariño a mi maestra Reyes, que descanse en paz, quien fue mi maestra desde primer grado hasta tercero. Mi maestra Matilde lo fue para mi cuarto grado. Y el maestro Alfredo, que descansa en paz, fue mi gran maestro durante quinto y sexto grado. Gracias Totales maestros. Conservo recuerdos, anécdotas y muy buenos amigos que conservo hasta hoy.
La secundaria, qué gran cambio, la cursé en la Escuela Secundaria Técnica No.9, con grandes maestros. Fernando y Guillermo fueron mis memorables maestros de tecnología. El maestro Refugio quien siempre me brindó su apoyo. El maestro Zaizar, con su trato hizo que tantos nos sintiéramos en confianza. El maestro Martín al cuidado; la teacher Pina, gran anécdota por el desafío que implicó su clase. El grande, el único Carlos Ríos Castro, fue y es un
ejemplo de pasión, dedicación y alegría. Ya entonces empezaba a perfilarse la vocación, yo era el clásico ingenuo y sensible, que viene a ampliar su panorama con todos los compañeros, con todos los amigos con los que logramos coincidir; creo que fue el momento en el que descubrí que algunas personas se sentían en confianza para compartirme secretos e inquietudes, para mediar entre ellos y sus maestros, para no dejar que se derrumbaran en soledad. Mis maestros me dieron saber y comprensión, mis amigos me dieron cariño y confianza, y yo dejé un fragmento de mi corazón entre las aulas y canchas de ése plantel.
Para el bachillerato elegí a la Preparatoria Regional de Tamazula “Roberto Mendiola Orta”, principalmente por sus talleres (aunque desistí de ellos, irónico). Mis maestros me inculcan el valor de ser y comprender para realmente saber. Grandes maestros, cuyas enseñanzas me acompañan hasta éstos días, como Ignacio, José de Jesús, Patricia, algunos maestros célebres y conocidos por sus motes como el gran Calliyo que volvía a ser mi maestro, mi querida maestra Cuquita una de las mujeres que más admiro y respeto, el Cone, quien siempre está dispuesto a escuchar a sus alumnos y brindarles su apoyo, Oscar “el principito”, un ejemplo de calidez humana.
La universidad la cursé en el Centro Universitario del Sur, mi primer y única opción fue y es la licenciatura en psicología. Tuve maestros grandiosos, verdaderos profesionales del área como Patricia Trujillo, Patricia Torres, Mirella, Thelma, Mercedes, Salvador, Felipe, Consuelo, Francisca, Víctor, José de Jesús, Yolanda, Elizabeth, Rodrigo, Hugo, Óscar. Todos ellos granes maestros, cuya perspectiva forjó el ideal a seguir y lograr como profesionista. Elegí dentro de mi formación las especializantes de psicología clínica, psicología educativa, psicología laboral y psicología social. Realicé prácticas profesionales en el CISAME y en el CBTis 226 ambos de Ciudad Guzmán, y en una empresa de construcción llamada UXMAL. Las experiencias estudiantiles incluyen voluntariado en IMSS, intervención en comunidad de El Rodeo, ponencias, brindar charlas y orientación en escuelas, impartir cursos de inducción, aplicar examen de ingreso, visita a CRIT y casas hogar. A todo ello le debo el ideal de “Ser un instrumento de cambio”, el cual creo que es el firme propósito del psicólogo independientemente de su campo de acción. Mis maestros de universidad me brindaron no sólo conocimiento, sino también una perspectiva, un criterio. El saber da la formación, pero el criterio genera la real profesión.
A estas alturas puede surgir la interrogante en ti, lector, sobre por qué me centro en los maestros que he tenido y sigo teniendo, y créeme que tiene un sentido para mí. En realidad son dos razones: Primeramente creo que por el enfoque de la revista es importante recalcar la labor docente, además, creo que éste mes invita a la reflexión y a la gratitud, por lo que aprovecho para agradecer a ellos. No menciono a todos los maestros que quisiera, ni agradezco todo
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lo que quisiera de ellos, pero creo que es un primer homenaje desde su humilde servidor. En segundo lugar porque creo firmemente, que una vez que trabajas en el área de la docencia, nunca te encuentras realmente solo ante los estudiantes. Siempre te están acompañando todos tus maestros, toda su enseñanza, memorias, y recueros. Dejan de ser tuyos para volverse Nuestros Maestros, pues ellos también están generando un impacto en aquellos alumnos que tú atienes. Las alas de un maestro son de enorme envergadura, lo sé porque lo he vivido y trato de repartirlo con mis alumnos.
En mi experiencia laboral, tuve la oportunidad de cubrir mi primer interinato por ingravidez en la USAER Pihuamo, mi primera experiencia en el área de Educación Especial. Compañeros maravillosos me dieron la bienvenida al área y me mostraron que realmente tengo algo que ofrecer. Tuve mi segundo interinato, esta vez sindical, en el año 2015, mismo que mantuve durante dos ciclos, donde conocí a nuevos compañeros, nuevas experiencias. Pude identificar la dificultad del área de psicología, ya que el psicólogo no es normalista. Pude acercarme a una práctica más en forma gracias a mis compañeras Ana Elena y Verónica, quienes me orientaron y apoyaron como no tienen idea y les agradezco en éste pequeño espacio. Todos mis compañeros dejaron una huella en mi espíritu, una calidez que me hizo reconocer que ésta puede ser mi profesión, mi labor y mi trabajo. Jesús, el ATP de la zona amplió el radio de intervención, pues realicé talleres en Tamazula, en Tonila e incluso en ciudad Guzmán. En el ciclo 2017 - 2018 se me brinda mi plaza definitiva, con una asignación temporal al CRIE t/v de la zona 12 de Educación Especial, una maravillosa experiencia que cambia mi perspectiva de trabajo hasta la actualidad, retomando la función y perspectiva como especialista del área. Conocí a excelentes profesionistas especialmente agradeciendo a Brenda, a Enriqueta, a Yadira, a Karla, a Ernesto, a Miguel Ángel, a Teresa y a todo el equipo de CRIE, ambos turnos. Pero tristemente al culminar tuve que elegir el centro de trabajo definitivo.
En ese momento elijo Tizapán el Alto, en la USAER Tizapán 2. Estuve dos años maravillosos, mi muy estimado y siempre bien ponderado director Guillermo, una persona inteligente, pragmático y cercano, siempre buscó que se priorizara la intervención con el alumno, que se lograra un impacto y se pudiera hacer una diferencia, por pequeña que fuera. Me encontré con grandes compañeros y amigos en los docentes del equipo como Marco Antonio, José Antonio, Paloma, Araceli, Gris, Gabriel, Rosana, Alejandra, Juan. Así también en los maravillosos docentes de escuela regular, directores y los pobladores de un lugar que aprendí a querer y llamar hogar.
Al finalizar el ciclo 2019-2020 pude realizar mi cambio y regresar nuevamente a la zona 17, ahora como titular, desde el inicio del ciclo 2020-2021. Ahora formo parte del equipo de la USAER Tamazula 2, un equipo al que espero poder aportar y fortalecer, pues de ellos sigo aprendiendo.
Hasta aquí, estimado lector. No pude centrarme en gustos, intereses, inquietudes y más experiencias formativas; es ridículo tratar de englobar, de resumir una vida así y más si ésta está siendo vivida. No es reducir, sino resaltar parte de ésta. Si gustas, podemos charlar de lo que me interesa o te interesa, podemos profundizar y detallar. El libro está para ser leído.
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