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ESCUELA Y DISCAPACIDAD
Lic. Demetrio Hernández Llamas Supervisor de la zona 16 estatal de Educación Especial
Desde hace varios años la preocupación por incorporar al desarrollo a los niños y jóvenes con alguna discapacidad, ha sido aún un reto que no consigue ser consolidado en las aulas de las escuelas de educación básica de manera generalizada, en un contexto del día internacional de las personas con discapacidad vale la pena recordar que aún hay muchas cosas por hacer en este sentido.
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Incluir a todos los alumnos para que participen activamente en las actividades escolares, en particular en las clases, juega a veces más como un ideal debido a que no siempre se consigue o ni siquiera se pretende realizar, pese a que la Ley es cada vez más explícita al respecto, salvo
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en algunas pocas escuelas que ya han cobrado interés en la protección y atención de los alumnos con discapacidad.
Son principalmente las barreras actitudinales las que siguen impidiendo el avance hacia la inclusión, la falta de experiencia expresada por los docentes de grupo, el desconocimiento de cómo favorecer que un alumno ciego, sordo, o con discapacidad intelectual trabaje en un grupo de alumnos comunes, respetando sus ritmos, estilos y vías de acceso a la currícula puede en sí misma ya ser una barrera muy significativa. Sobre todo si el maestro solo se reduce a decir “no sé cómo trabajar con esos niños” sin intentar buscar una solución, ello por ende acentúa el problema inicial o las barreras para que los alumnos aprendan y participen activamente en la vida escolar plenamente.´
Las Unidades de Servicio de Apoyo a la Educación Regular (USAER) que educación especial dispone para brindar asesoría a docentes y orientación a padres de familia principalmente, no obstante son reducidas en número, bajo el esquema actual de operación solo atienden aproximadamente entre el 10 al 12% del total de escuelas de las comunidades y en algunas poblaciones no existe este recurso.
Las USAER existentes no siempre cuentan con estructura organizativa completa y muchos directores realizan doble función, los maestros de apoyo en algunos casos son solamente dos, y en una buena parte se establece un maestro de apoyo por escue-
la, esto independientemente del número de alumnos con discapacidad y aptitudes sobresalientes que se atienden, y aquí señalo estos dos grupos de alumnos porque es el espectro de atención que la Ley General de Educación a partir de 2019 establece para la atención del servicio de educación especial. Adicionalmente los equipos de apoyo no siempre están completos, ya que son trabajador social, una maestra de comunicación y un psicólogo. Todo este equipo de especialistas de educación especial ya no dirige o no debería dirigir sus esfuerzos a tratar de manera directa al alumnado que está enfrentando barreras para participar y aprender en las escuelas como lo fue en años anteriores, sino que ahora de lo que se trata es que el maestro reciba los apoyos, asesoría y acompañamiento para la escuela sea la que haga los ajustes para responder a las características del alumno, a sus necesidades específicas, a sus ritmos, estilos e intereses, es decir “poniendo al centro del aprendizaje al alumno” y que no sea ya el alumno el que debiera ajustarse a la escuela, esto es que no se trata ahora de hacer adecuaciones curriculares para un alumno sino diseñar actividades planificadas que respondan a las características específicas del alumnado sea este con discapacidad, aptitudes sobresalientes o no. Pero este transitar de dar atención a los alumnos en lo individual a re-direccionar el apoyo a la escuela por parte de los maestros de educación especial no ha sido tarea fácil, en parte porque no se deja de pensar la práctica con esquemas tradicionales de atención ni para especialistas ni para los maestros de las escuelas regulares. Aún hoy en día no existe un marco referencial metodológico claramente definido desde la institucionalidad para el enfoque de las intervenciones de los maestros de educación especial en las escuelas regulares y cada zona escolar y hasta cada USAER establecen sus propios criterios de operación específica al intervenir en las escuelas beneficiadas. Además la formación tradicional que los maestros de grupo recibieron durante su proceso formativo como docentes frente a grupo donde se partía de la idea de un grupo homogéneo (supuestamente) y que pretendía buscar fórmulas simplificadas tanto en el diagnóstico, la planeación y la evaluación a partir del programa de estudios, en lugar de partir del nivel de desempeños académicos alcanzado por los alumnos y sus particulares formas de aprender, deja en una situación compleja a la población que no se ajusta a las tradicionales formas de brindar la clase deja fuera de lugar a un buen número de alumnos con discapacidad en el ejercicio del derecho a la educación de excelencia.
Hoy en día ya se contempla en el rompecabezas del plan de estudios vigente la atención a la diversidad como un derecho de los alumnos a recibir, independientemente de sus características, un servicio de excelencia educativa, sin embargo estas nuevas formas de hacer la educación en las aulas implica mayores retos para los docentes frente a grupo, lo que implica poseer mayores competencias profesionales, no solo para poder realizar evaluaciones más precisas, sino además para poder realizar planificaciones más acordes a las características de los grupos, saber cómo involucrar a los padres de familia en el proceso educativo, el saber trabajar con el uso de las tecnologías de la información y la comunicación en las actividades escolares, estas metas son hoy en día una exigencia enorme para todos los actores educativos que no resultan fáciles de conseguir mayormente en grupos saturados de alumnos y con un limitado presupuesto destinado a la educación por parte de los gobiernos locales, estatales y nacionales.
Vivimos en tiempos de la renovación de viejos esquemas de operación en educación especial, sin duda estamos en el preámbulo de replantearnos como poder ampliar la cobertura de atención optimizando los pocos recursos que se han destinado en los últimos años a este servicio educativo, revisar cómo podríamos estar siendo, en ocasiones por las prácticas, más un obstáculo a una educación inclusiva con plena atención a la diversidad al despertar la idea falsa de que el problema se deriva del alumnado con ritmos más lentos para aprender o más acelerados, o de alumnos que tienen una limitada capacidad para ver o escuchar lo que se plantea en las clases. Se reconozca o no las nuevas formas de la enseñanza nos están llevando a que las actividades escolares deban ser más diversas no solo en los grados de complejidad de los contenidos, sino de los medios para presentarles a los alumnos la información, en las formas en que los alumnos elaboren sus trabajos y los presenten, y en los métodos y principios para motivar a los alumnos hacia el aprendizaje.
Sí, todo esto podrá beneficiar sin duda a la población de alumnos con discapacidad pero de la misma manera lo hará con todo el grupo al margen de las características que éste tenga, algunos podrán decir que es más trabajo, cuando en realidad es solo un trabajo diferente y más de acuerdo a la naturaleza humana que es la diversidad.