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Hay vida después
Más allá de Kendall
Jeremy Strong aparca a su emblemático personaje de Succession para meterse en Armageddon Time, la muy personal historia del director James Gray
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POR JANINA PÉREZ ARIAS
Después de tres temporadas (más la cuarta en proceso de gestación) de Succession, Jeremy Strong (Boston, 1978) se da el lujo de desactivar por un rato a Kendall Roy con su mochila de dolor, rabia y desgracia, y acierta en mudarse a otras dinámicas de familia, como la del padre sumido en un caos de emociones en Armageddon Time (de James Gray) estrenada en el reciente Festival de Cannes.
Strong cuenta con dos décadas de una carrera que empezó como un fuerte deseo de adolescente. Hasta lograr que su nombre remitiera a su cara transcurrieron varios años, estudios universitarios, entrenamiento actoral en la prestigiosa RADA, experiencia acumulada en las tablas neoyorquinas –o en lo que saliera en el contexto teatral–, roles de todo tamaño en la tele y en el cine. Hasta fue asistente personal de Daniel Day-Lewis, quien le transmitió esa manera muy particular de asumir la actuación. A veces cierra los ojos cuando habla, pero no se ausenta, ni se pone a pensar en las musarañas. De frente, con una mesilla de por medio, tenemos al Jeremy Strong verdadero y en estado puro. ESQUIRE: ¿Cómo asumes un proyecto nuevo? JEREMY STRONG: Cada vez que trabajas con un personaje tienes que tomártelo como si estuvieras creando un nuevo instrumento musical. Digamos que ese personaje es como un novísimo instrumento de viento, y para su elaboración, que harás de la nada, tienes que hallar los materiales idóneos. Pero la construcción no basta, porque entonces tienes que aprender a tocarlo, y cuando completas ese proceso de aprendizaje, es entonces cuando puedes emprender el camino hacia el escenario para interpretarlo. ESQ: Pero ¿qué pasa cuando el rol en cuestión está basado en una persona real, es más, cuando se trata del padre del director del filme, como en el caso de Armageddon Time? JS: Este es uno de los papeles más intimidantes que he hecho en mi vida. Siempre quise trabajar con James y me sometí a una prueba de fuego, ya que tenía que ser capaz de construir e interpretar a su padre. Eché mano de todo mi arsenal con el fin de entenderle e interiorizarlo, pero a la vez tenía que hacerlo mío, porque lo difícil de jugar con los recuerdos o ideas de otra persona es que siempre te vas a topar con un “él no era así”. Como actor tienes que apelar a tus instintos y en cierto sentido aplicar siempre lo que decía Nina Simone: “Hay que darles lo que necesitan, no lo que quieren”. ESQ: Es la historia de una familia en los 80. ¿Cómo han influido tu familia y tu vida? JS: Recordé mucho a mi abuelo. Se llamaba Charlie, era judío, fontanero de profesión y vivía en Queens. De pequeño y durante muchos veranos iba a visitarle al piso donde vivía, que estaba en un sótano, y pasaba con él largas temporadas. Recuerdo que él soñaba con tener una tienda. No pasó de un sueño. Aún tengo muy presente el olor a bolitas de naftalina y eso me hace recordar todo un mundo. Evoqué su figura para este personaje y hasta llevé su reloj durante el rodaje. ESQ: Es inevitable hablar de Succession. ¿Te abruma ser parte de una de las mejores series de los últimos tiempos? JS: Bueno, así de refilón te digo que no sé cómo responderte. En cierto modo todo el torbellino que se ha creado a raíz de la serie ha sido ajeno a mí. Yo solo estoy intentando trabajar intensamente, en silencio, y tomando riesgos en mi profesión.
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:Nos gusta gustar. Y las estadísticas así lo avalan: el 61% de los españoles se sienten más atractivos cuando están arreglados, y al 56% les resulta muy importante mantener un aspecto joven. Del estudio de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa) también se extraen otras conclusiones: utilizamos entre siete y nueve productos de cosmética al día y solemos invertir una media de 166 euros al año. No hay vuelta de hoja: el hombre explora ya territorios que van más allá, incluso, del uso cotidiano de cremas. Las cirugías han aumentado. Se realizan cerca de 40.000 intervenciones de estética masculina al año, según un informe publicado por la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica (AECEP) en 2021. Una tendencia creciente que avanza en paralelo a otros tratamientos mínimamente invasivos, de lujo y algo más asequibles. Desde sistemas invisibles de alineación dental, hasta llegar a hilos tensores, pasando por el maquillaje con efecto no maquillaje. He aquí los cuatro secretos grooming a los que se someten los más coquetos.
NURIA SERRANO FOTOGRAFÍA JUANJO MADRIGAL REALIZACIÓN
La muerte de la actriz se vivió como una tragedia nacional entre la población estadounidense en el verano de 1962.
E
l hígado no engaña. El de Marilyn Monroe tampoco iba a ser una excepción. Los hígados no tienden a ser mentirosos. Es un órgano tremendamente elocuente. El hígado regula la mayor parte de los niveles químicos de la sangre, así que es, per se, un fabuloso forense. Por eso, cuando el hígado habla, tenemos que escucharle. No es que no quiera mentir, es que fisiológicamente no puede. ¿Sabes quién no miente tampoco? El estómago. Vaya, otro órgano al que le cuesta mentir. Y con él es incluso más fácil saber qué es lo que nos está diciendo: qué lleva dentro y cómo le afecta. El caso es que tenemos que recurrir a los dos, al hígado y al estómago, para poder hablar sobre la muerte y la autopsia de Marilyn Monroe, que desde el 5 de agosto de 1962 han dado lugar a todo tipo de teorías sobre cómo perdió la vida la actriz. La autopsia del cadáver bajo el bisturí del que con los años se convertiría en el forense de la estrellas (Natalie Wood, Sharon Tate, William Holden o James Belushi...), Thomas T. Naguchi, aunque entonces solo era forense adjunto, se realizó el mismo día de su muerte.
El cadáver no revelaba señales de violencia. Tampoco había marca alguna de pinchazos en ninguna parte del cuerpo. Y los buscaron. Se tomaron muestras orales, anales, del cerebro, de la sangre, de orina, de los genitales y del contenido estomacal de la actriz. Los resultados del análisis de sangre fueron concluyentes: la muerte fue causada por la ingestión de una cantidad masiva de pentobarbital, un barbitúrico recetado para trastornos nerviosos e insomnio. La muestra de sangre también mostró un nivel no fatal de hidrato de cloral, una droga que se prescribe (con poca frecuencia) para el insomnio.
La pregunta del millón, y el motivo de que todavía hoy los especuladores
ED FEINGERSH/MICHAEL OCHS ARCHIVES/GETTY IMAGES; BETTMANN; AMANDA EDWARDS/GETTY IMAGES; AP FOTOGRAFÍA puedan dar alas a sus rumiaciones, es cómo entró la dosis letal del barbitúrico en el cuerpo de la actriz.
Solo hay tres posibilidades: por vía oral, mediante una inyección o a través del intestino grueso. La inyección quedó descartada pronto. No fue asesinada con una aguja hipodérmica por dos sencillas razones: una, no había marcas de agujas en su cuerpo; dos, si hubiera sido por inyección letal, la muerte habría llegado rápidamente, antes de que pudiera haberse producido lo que en medicina se denomina ‘metabolismo hepático’.
El pentobarbital se absorbe en el intestino. De hecho, en el momento de la muerte de la actriz se comercializaba además en formato de supositorio rectal, para que los médicos lo usaran cuando un paciente no podía tragar. Sin embargo, las lecturas de sangre e hígado eran demasiado altas para soportar un supositorio como agente portador del barbitúrico.
El examen de sangre fue el que dio la causa de la muerte: dosis letal de Nembutal, uno de los nombres comerciales del pentobarbital. El examen de la víscera indicó que la proporción de ese fármaco era el doble de la encontrada en la sangre. Es en el hígado donde el medicamento se ‘desintoxica’, es decir, se descompone en elementos inofensivos, y el de Marilyn contenía un nivel de un 13% del barbitúrico. Pero que hubiera tenido una lectura tan alta quiere decir que el medicamento fue absorbiéndose lentamente a lo largo de un periodo sustancial antes de que ocurriera la muerte. Y eso indica que Marilyn se llevaba matando desde hacía tiempo y también que nadie la obligó a tomárselo a lo bruto, sino que lo fue consumiendo poco a poco.
UNA SEGUNDA INVESTIGACIÓN Una investigación realizada por la Oficina del Fiscal de Distrito del condado de Los Ángeles en 1982, veinte años después de su muerte, no encontró ni una sola evidencia de una conspiración de asesinato, aunque teorizó con que Monroe pudo haber muerto por una sobredosis accidental y no como consecuencia de un suicidio premeditado. Esta segunda investigación no frenó a los conspiranoicos, sino que avivó el fuego.
¿Recuerdas que había tres opciones para introducir en un cuerpo Nembutal? Resulta que este fármaco se disuelve fácilmente en agua. Según muchos conspiranoicos, es poco probable que Monroe ingiriera una gran cantidad de cápsulas de este barbitúrico sin dejar rastros de la droga en el estómago o en el duodeno (primera parte del intestino delgado, en la que se vacía el estómago). A pesar de que el contenido del estómago desapareció y, por lo tanto, no estaba disponible para su examen, a estos conspiranoicos les sirve para concluir que si hubiera tomado tantas cápsulas por vía oral, el color amarillo de la envoltura debería haber dejado manchas de tinte amarillas en el estómago o el duodeno. No había tales manchas, así que para los adictos a las conspiraciones tuvo que introducirse en su cuerpo mediante un enema. El equipo que realizó la investigación en el año 1982 respondió a esta teoría: resulta imposible la desequilibrada presencia de pentobarbital en sangre e hígado si no es con una ingesta progresiva.
La narración oficial de los acontecimientos reza que la actriz se metió en su habitación de su casa en Brentwood, en California, a las ocho de la tarde del 4 de agosto de 1962; que su ama de llaves, Eunice Murray, se encontró a las tres de la madrugada del 5 de agosto la puerta de la habitación de Marilyn cerrada y que acto seguido llamó a su psiquiatra, Ralph Greenson; que este recorrió los dos kilómetros que separaban su casa de la de Monroe, que rompió la ventana, entró y la encontró muerta. A continuación, a las 4:25 horas, llamaron a la policía.
Según el biógrafo de Marilyn Monroe, Anthony Summers, la actriz habría muerto de una sobredosis accidental, pero mucho antes de la hora oficial (las tres de la madrugada). Según Summers, Murray encontró antes el cuerpo de la actriz, en algún momento entre las diez y las once de la noche. Una ambulancia la recogió, todavía viva, aunque comatosa, y trató de llegar al Hospital Saint Johns de Santa Mónica. Sin embargo, la actriz murió en el trayecto y la ambulancia se dio la vuelta.
Según Summers, se ocultaron detalles de la muerte de la actriz por su relación sentimental con los hermanos Kennedy, concretamente por la que mantenía con Robert, por entonces fiscal general de EEUU, que se encontraba en casa de Monroe la noche de su muerte.
Irónicamente, el forense Thomas T. Naguchi realizaría cuatro años después la autopsia de Robert Kennedy.
En la mesilla de noche de la actriz destacaba un frasco vacío de somníferos. El psiquiatra de Monroe, Ralph Greenson, fue quien encontró el cuerpo de la actriz.