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Le sacamos los colores a Luis Fonsi.

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Stromae. Hablamos

Stromae. Hablamos

:Estadio de Wembley, julio de 1997, 72.000 personas escuchan embelesadas a Michael Jackson. Entre ellos, un jovencísimo Luis Fonsi (San Juan, Puerto Rico, 1978) que estaba de viaje allí con el coro de la Florida State University School of Music, en la que estudiaba entonces. “Ver la reacción de la gente, que lloraba con solo escucharlo, y presenciar el concierto de un artista tan importante... Fue el momento en el que confirmé que quería vivir encima de un escenario por el resto de mi vida”, asegura. Y ahí sigue 25 años después de aquel deseo, con una retahíla de premios en su poder, una carrera internacional que catapultó su Despacito (2017), once discos y otras tantas giras. Con la última, aterriza en España en julio para cumplir con una decena de conciertos, empezando por el Starlite de Marbella.

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ESQUIRE: ¿Piensas en tus conciertos alguna vez en aquel momento mágico? LUIS FONSI: Antes de salir a un escenario siempre hay un momento en el que uno mira hacia atrás, se mira por dentro y da gracias a Dios de tener la oportunidad de hacer lo que soñó. Es mi momento de retrospección, de no dar nada por hecho. ESQ: Después de tantos temas compuestos, ¿hay algo que te indique que una canción va a petarlo? LF: Cuanto más compongo más me doy cuenta de que hay que dejar que las canciones respiren. Cuando uno compone, tiene el instinto de clasificar ese tema antes de apagar el ordenador o dejar la guitarra. Pero ahora estoy tratando de no hacerlo, de olvidarme y retomarlo unos días después con el oído fresco. Porque muchas veces sales del estudio emocionado con una canción y después la escuchas y hay algo que te empieza a molestar. O al contrario, sales del estudio como esperando más de la canción y cuanto más la escuchas, más te enamora. Es un proceso que no sé definir, pero forma parte de lo más hermoso de la música. Así que ahora las escribo, convivo con ellas un tiempo y luego elijo mis favoritas. ESQ: Y de tu último disco, Ley de gravedad, ¿cuáles son? LF: Me encanta Bésame, con Mike Towers, y también Luna e Iglú. Estas dos últimas no van a ser single, pero son especiales. Iglú porque tiene un mensaje delicado sobre la muerte, pero muy alegre, y Luna porque es mi versión de una balada moderna. ESQ: En un panorama copado por los ritmos urbanos chirría hablar de baladas modernas. ¿No está el romanticismo en peligro de extinción? LF: Creo que estamos en un momento muy importante para la música urbana. En un momento muy acaparador en detrimento de otros estilos, como la música melódica. Pero no creo que vaya a desaparecer. La música romántica siempre va a estar presente. Es mi estilo y, aunque en los últimos trabajos hay mucha fusión con ritmos urbanos, en mis discos siempre hago un balance entre canciones melódicas y temas en medios tiempos y hasta rítmicos, que no necesariamente caen en el género urbano. En este disco está Bésame, que tiene un poco de bachata y el sabor urbano de Mike Towers, pero también me gusta agarrar la guitarra y cantarte Iglú. ESQ: Precisamente el boom de lo urbano ha hecho que la música esté más involucrada que nunca con el mundo de la moda. ¿Es tu caso? LF: Quizás al inicio de mi carrera no le prestaba tanta atención, pero en estos últimos años he tenido la oportunidad de tener colaboraciones, de ser invitado a eventos importantes de moda y me siento más comprometido. En este show llevo cosas muy elegantes de Dolce & Gabbana, que me hicieron a medida con cristales, y de repente otra cosa muy sport con botas y shorts. Porque así es mi música, hay momentos muy románticos y tradicionales y otros muy divertidos e informales, alegres y de fiesta. ESQ: ¿Y fuera del escenario? LF: Me gusta mucho leer sobre moda y, aunque tengo mi estilista, me gusta ir de shopping. Tengo una humilde colección de Jordan, por ejemplo. Tengo la colaboración con Dior, que es bastante difícil de conseguir, y las tradicionales del 86, que esas ya no me las pongo: son de colección. ESQ: Al hilo del título del disco, ¿qué te atrae de otro ser humano y qué te repele? LF: Yo tengo un sexto sentido con la gente. No sé qué es, pero conecto con la gente humilde, que no tiene muchas capas.Y no me gusta lo contrario, las personas imposibles de descifrar. Intento ser cordial con todo el mundo, pero soy muy cuidadoso con la gente que dejo entrar en mi casa. Allí está mi familia, mis dos hijos, y es mi rincón de paz y de buena energía. Así que soy muy selectivo con la energía de quienes dejo entrar en ella. ESQ: ¿Y qué es lo que más te quita el sueño como padre? LF: Me afecta lo que a todos los padres: la velocidad a la que vivimos, la accesibilidad en internet... No quiero ser un padre demasiado estricto y que estén fuera del ritmo natural, pero tampoco que lo tengan todo tan fácil. Ese balance perfecto es el que busco. Trato de llenarlos de mucho amor y muchos valores, que sepan que lo que tienen es fruto del esfuerzo. Y yo vivo en EEUU, y aquí estoy muy preocupado con el tema de las armas. Ya viste lo que pasó hace unas semanas en Texas...

Luis Fonsi posa en esta imagen sobre el capó de un Mercedes-Benz A 45 AMG, con camisa de MANS y abrigo y bolsa de viaje de Louis Vuitton.

Bañador bóxer de Blauer (95 €).

INVERSIÓN EL MÁS ESPERADO

VACHERON CONSTANTIN HA REEDITADO EL 222 Y TODOS LOS AFICIONADOS ANDAN COMO LOCOS POR CONSEGUIR UNO. NO ES DE EXTRAÑAR: ES UNO DE LOS RELOJES MÁS BONITOS DEL SIGLO XX

POR ANDRÉS MORENO

MOMENTO EXACTO Vacheron Constantin presume de ser la firma relojera más antigua del mundo: 267 años de actividad ininterrumpida. Tan largo periodo de tiempo les ha dado la oportunidad de lanzar fabulosas creaciones, algunas de ellas recogidas hoy en día en la colección Historiques. Lo que no cuadraba a los aficionados es que Vacheron Constantin no se hubiera animado aún a rescatar su modelo 222, un reloj creado en 1977, en plena moda de los relojes deportivos de lujo –como el Audemars Piguet Royal Oak o el Patek Philippe Nautilus–, y que años más tarde acabaría transformado en el Overseas, aún en su catálogo. En cualquier caso, eran muchos los aficionados que pedían recuperar el 222 original.

BELLEZA ABSOLUTA Y entenderás por qué. Diseñado por el mítico Jorg Hysek, el 222 es un reloj de belleza atemporal. Tiene unas medidas muy comedidas para el gusto actual: su diámetro es de apenas 37 mm y la altura no supera los 8. En cualquier caso no se hace pequeño en la muñeca. Quizás sea por su extraordinario diseño, con una caja perfectamente integrada en la forma del brazalete, de la cual surge la esfera, flanqueada por un bisel estriado. El detalle de la cruz de Malta en un saliente de la caja es una delicia. Esta reedición se ha realizado en oro amarillo, uno de los materiales elegidos por Vacheron Constantin en la primera época del 222.

PEQUEÑAS MEJORAS Las referencias de la colección Historiques son muy fieles respecto a los modelos en que se inspiran. No obstante, sus responsables aplican pequeñas mejoras para los gustos actuales. En el caso del Historiques 222 se centran en la sustitución del calibre anterior por el más moderno 2455/2, con una reserva de marcha de 40 horas. El movimiento es visible a través del fondo transparente, otra mejora respecto al primer 222, originalmente fabricado con una estructura de caja monobloque y fondo macizo. El acabado del cierre y los eslabones también han sido modificados.

LA PERFECCIÓN COMO META Vacheron Constantin tiene fama de hacer algunas de las esferas más bonitas del mercado, y el 222 da buena prueba de ello. Mantiene el color dorado a juego con la caja y el brazalete. Tanto los índices aplicados como las agujas rectas han recibido un tratamiento de SuperLumiNova blanco con luz de emisión verde que recuerda al tritio usado en el modelo de 1977. La ventana de fecha queda un poco desplazada hacia el interior debido al menor diámetro del movimiento. Y no hay segundero, porque el 222 es un reloj para disfrutar el tiempo, no para controlarlo.

INVERSIÓN SEGURA El 222, creado con motivo del 222.º aniversario de Vacheron Constantin, ha visto escalar su precio en el mercado de segunda mano durante los últimos años. Y lo mismo podremos decir muy pronto de esta reedición, porque los coleccionistas andan como locos por hacerse con los escasos ejemplares que salen de la manufactura. Parece que no tienen problema en pagar los 69.000 euros que cuesta.

La estrella de la NBA Jalen Green es la nueva imagen de Invictus

Platinum.

Invictus Platinum (100 ml/103 € ) es un elixir revitalizante de lavanda, menta y absenta. Un revulsivo hecho perfume para un hombre nuevo.

EL AROMA DE DOS LEYENDAS

JALEN GREEN Y PACO RABANNE SE UNEN PARA CONQUISTAR A QUIENES QUIERAN EXPERIMENTAR NUEVOS TERRITORIOS CON SU PERFUME

:Jalen Green lo tiene todo. A sus 20 años ya sabe lo que es saborear el éxito profesional –debutó como titular en la NBA en octubre de 2021– y lo que es haberse convertido en un icono. Acaba de fichar como nuevo rostro de Invictus Platinum, la renovada fragancia de Paco Rabanne. Dicen de él que ya ha hecho historia e incluso hay quienes lo comparan con Kobe Bryant. Sus jugadas son puro magnetismo con ese arranque explosivo que le permite atacar al aro y zafarse de sus defensores por pura velocidad. “Estoy trabajando por reescribir mis objetivos y mi trayectoria, aprendiendo cómo ser la mejor versión de mí mismo”. Lo de Green son palabras mayores.

Su declaración de intenciones, valiente, refleja un temperamento trabajador y un espíritu auténtico.

Y esa es la razón por la que la firma se empeñó en convertirlo en el nuevo hombre Invictus. Una palabra procedente del latín y que derivó en ‘invicto’, ‘siempre victorioso’. De ahí que la firma y el baloncestista hayan trazado un objetivo común: el de servir de inspiración para otros jóvenes atletas que quieran perseguir sus sueños huyendo de las covenciones. Un discurso contagioso, que deja rastro, como las notas de esos perfumes que son de este y otro tiempo.

HARRIS GREG FOTOGRAFÍA

PESCA DE FONDO

LOS OCÉANOS ESCONDEN GRANDES TESOROS COSMÉTICOS, ACTIVOS CON FUNCIONES ANTIMICROBIANAS, ANTIOXIDANTES, ANTIINFLAMATORIOS Y ANTIENVEJECIMIENTO. ¡SUMÉRGETE EN SUS BONDADES!

POR VIRGINIA DE LOS RÍOS

:Dice la bióloga marina Sylvia Earle que no hay verde sin azul. Bonita metáfora para sacar a flote lo más feo de los océanos, eso que suena de todo menos poético. Porque la verdad es que estamos llenando de basura los mares y olvidando que el 70% del planeta es agua y que esas gigantescas balsas que contaminamos albergan el mayor ecosistema del mundo.

De hecho, en el fondo del mar los grandes tesoros no son los pecios de buques hundidos, sino la flora y fauna que alberga. Los océanos constituyen una fuente inagotable de activos para los laboratorios, especialmente para los que investigan nuevas formulaciones cosméticas, lo que explica que la llamada blue beauty se haya convertido en una tendencia al alza en este mercado. Como señala el doctor Juan Gavín, miembro del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica (Gedet), de la Asociación Española de Dermatología y Venereología, debido al aumento de la demanda de nuevas moléculas de origen biológico se están explorando varios tipos de biomasas marinas para su uso en el campo de la dermocosmética: “Son los conocidos como new hero ingredients, que confieren beneficios ‘nutracéuticos’ a la piel, gracias a moléculas como diterpenos específicos, pigmentos, péptidos bioactivos y polisacáridos. Estos componentes procuran hidratación y elasticidad a nuestra piel, previenen el envejecimiento al luchar contra el estrés oxidativo y también aportan beneficios descongestivos y anticelulíticos. Además, los tensioactivos marinos tienen función antimicrobiana, antioxidante, antiinflamatoria y antienvejecimiento”.

¿QUÉ HAY AHÍ ABAJO?

Pero ¿qué hay exactamente en esta gran reserva marina? De todo, desde polvo de perla hasta productos derivados de la fauna marina, como el chitosán o el caviar. La doctora Arantxa Arana, dermatóloga de la Clínica Dra. Pérez Sevilla, da cuenta de la bondades de estos componentes: “Las algas rojas tienen antioxidantes, que frenan el envejecimiento de la piel, y proteínas, que refuerzan la elasticidad de los tejidos. Se utilizan como extracto en el cuidado hidratante y aportan calcio y magnesio a la piel. Las algas verdes contienen clorofila, que contribuye a mejorar el sistema inmunitario. Y zinc, magnesio y colágeno, que cuidan y protegen piel, cabello y uñas. La sal de mar, por su parte, lleva minerales, que eliminan las toxinas de la piel y, además, su textura permite despojarla de las células muertas al realizar una exfoliación. Los fangos, barros y limos poseen magnesio, cobre, zinc y silicio, grandes regeneradores celulares, encargados de activar la formación de elastina y colágeno. Por tanto, su uso es ideal para fortalecer y tensar la piel, además de para retirar el exceso de grasa, debido a la capacidad de absorción de sus minerales. El fitoplacton es rico en omega 3 y vitamina C y actúa como un reparador del ADN de las células cutáneas. Y, finalmente, el caviar marino ayuda a mantener los niveles de hidratación, mejorando y reforzando la barrera cutánea, gracias a los fosfolípidos, encargados de la reconstrucción de la membrana celular”.

Parece ciencia ficción, pero algunas de estas técnicas, como las envolturas con algas o la fangoterapia, ya se empleaban en el Antiguo Egipto, aunque ahora se han sofisticado. Y, según afirman desde Stanpa, el futuro de la cosmética estará muy ligado a la biotecnología: “Una de sus principales ventajas es que permite elegir los mejores ingredientes para reavivar las funciones de las células, que están íntimamente unidas al envejecimiento prematuro de la piel”. El doctor Gavín abunda en la idea: “Con estas técnicas de modificación científica es como se han creado los ‘cosmecéuticos’, productos que cumplen funciones terapéuticas de aplicación tópica que persiguen un fin estético. Se trata de sustancias altamente activas que, por sus características bioquímicas y su potente acción sobre el tejido cutáneo, se aproximan a los fármacos”, concluye.

Pero aún hay otro motivo de peso para apostar por esta industria: resulta más respetuosa con el medioambiente. Paola Gugliotta, fundadora de Sepai y APoEM, máster en dermocosmética y postgrado en genética e inmunología por Harvard, lo explica: “Utilizar activos marinos que existen en grandes cantidades es más sostenible que la extracción de un recurso que ha sido plantado en la tierra, con todo lo que eso significa: altos consumos de agua o de terreno, que debería dedicarse a la alimentación y a la cosmética. En los océanos hay muchos recursos que nacen, crecen y se gestionan solos, y lo único que hacemos es coger una mínima cantidad”. ¡Larga vida al mar!

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