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Mireia Oriol. La actriz

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Hay vida después

Hay vida después

Mireia le ha robado el alma al aire

Para dártela en los suspiros que provoca su serie en Netflix, por los giros de guion y por el complejísimo e hipnótico trabajo de una actriz de apariencia frágil pero de espíritu bravo

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Texto GONZALO CORDERO Fotografía ANA RUIZ

Esta historia empieza y acaba en un convento de Kensington, el barrio victoriano de Londres. Mireia Oriol (Barcelona, 1996) se alojó allí durante los meses en que se fraguó el cambio más importante de su vida, cuando dejó el mundo de la moda para dar un salto de fe hacia el de la interpretación. Una fe, una espiritualidad, llámalo X, que se ha expandido en modo caleidoscópico después de protagonizar Alma, la serie de Netflix creada por Sergio S. Sánchez –guionista de El orfanato y Lo imposible y director de El secreto de Marrowbone, ya sabes por dónde van los tiros– que se estrena este verano. Un thriller sobrenatural ambientado en Asturias en el que Mireia transita por un laberinto de espejos que reflejan el dolor del duelo y la construcción de la identidad. Es un desafío colosal para cualquier actriz porque, a ver cómo cuento esto sin spoilers, digamos que son múltiples las almas a las que da vida. O muerte. O ni una cosa ni la otra. ESQUIRE: Ya habías hecho películas como El pacto y series como Las del hockey, pero que tu primer protagonista sea un reto tan bestia debió de darte un vértigo tremendo... MIREIA ORIOL: En la primera semana de ensayos tenía ansiedad real, me ponía a llorar porque pensaba que se iban a dar cuenta de que no era capaz y me iban a echar. Síndrome de la impostora. Pero Sergio me guio en la búsqueda. Es muy reservado, pero con una sensibilidad especial para avivar tu imaginario y que todo nazca de ti. Tiene el poder de hacerte trascender ante los bloqueos y la inseguridad. Entre él, la coach Yasmina Rincón y yo construimos el camino. ESQ: ¿Qué parte de ese viajazo actoral y personal ha sido más heavy? MO: La búsqueda de la identidad. Yo había hecho ese viaje en otras etapas de mi vida y creía que lo tenía dominado, pero empaticé tanto con el dolor de mi personaje que me perturbó. Tras el rodaje, estuve un tiempo perdida. ¿Quién soy? ¿Quiero volver a mi vida de antes de la serie? Fue un proceso rarísimo. Ha tenido que pasar un año y medio para empezar a sentir que soy Mireia otra vez. ESQ: Suena como si este trabajo te hubiera cambiado a nivel profundo. MO: Mucho. Hace meses pasé por otro periodo de ansiedad y lo hablaba mogollón en terapia. De cómo nos pasamos la vida huyendo del dolor y a veces hay que transitar por el túnel más oscuro para abrazar tus miedos y renacer. También de la fe. Yo no soy creyente en plan practicante, pero sí se ha despertado en mí un tipo de fe muy especial que tiene que ver con lo espiritual, con el alma como una energía separada del cuerpo. ESQ: Vamos a bajar un poco a la tierra, que nos ponemos muy intensitos... MO: Durante el rodaje estaba yo de un intenso, ¡no sé cómo me aguantaban! [Risas] La verdad es que me gustaría tener más amigos que no sean actores, que, joder, a veces somos una pesadilla con tanto drama. ESQ: La Mireia del convento de Londres fliparía contigo. MO: [Risas] Viví allí de chiripa, de repente envuelta en tanta religiosidad sin creer yo en eso. Pienso que si esa Mireia me viera ahora se sentiría feliz por ver que me he enfocado bien. Antes, cuando me dedicaba a la moda, ponía demasiado esfuerzo en cosas que en realidad no deseaba. ESQ: ¿Después de esta serie te sientes más poderosa como actriz? MO: Siento que se han caído filtros. He tenido que ser tan honesta y vulnerable que ahora me resulta más difícil mostrarme con máscaras. Y es guay, porque para mí actuar es ser lo más verdadero que puedas en unas circunstancias que no son reales. ESQ: Siguiendo con el juego de espejos, ¿temes que esa imagen de fragilidad que transmites en pantalla se adueñe también de ti como persona? MO: Jolín, esta pregunta me mueve mucho. Porque yo soy una tía bastante valiente, he estado sola muchas veces y he salido adelante sin victimizarme ni pedir ayuda. Cuando alguien me decía eso de que soy frágil, lo odiaba, “¿tú qué coño sabes?”, pero sin querer acababa asumiéndolo. Lo tenía metido en la cabeza. Es peligroso creerte que eres lo que los demás dicen que reflejas. ESQ: Creo que esa valentía te ha llevado a escribir una serie... MO: ¡Me ilusiona tanto! Es sobre algo que viví precisamente en el convento de Londres. Siento que tengo cosas que decir, algunas viscerales que pueden tocar a más gente. También me encantaría hacer la segunda temporada de Alma... Y trabajar en Inglaterra, EEUU, ¡Francia! Hace poco estuve en Cannes, vi a Marion Cotillard, todo el mundo del cine francés... Mis referentes totales.

En la foto, Mireia lleva top de COS, falda de Diesel, zapatos de Jimmy Choo y colgantes de Chaumet.

SOFÍA STEIN Y DAVID G. MIRAS ESTILISMO IDOIA VITAS ASISTENTE DE FOTOGRAFÍA

“Este trabajo ha despertado en mí un tipo de fe muy especial”

En el domo geodésico de MasQi se practican yoga, meditación y otras disciplinas, que puedes reservar según tus necesidades.

Tanto Sainz como Oblak tienen momentos clave en los que deben estar muy concentrados. Para Sainz, la salida y la Q1. Para Oblak... los 90 minutos: “Nunca sabes cuándo va a venir el balón”, dice.

Ponte en mis zapatillas

Puma reúne a Carlos Sainz y Jan Oblak con el fin de que cada uno de ellos se meta en la piel del otro... y descubran que se parecen más de lo que creen POR ANA PÉREZ

Carlos juega en casa, porque el lugar de este encuentro tan singular es un karting en Las Rozas (Madrid), en el que el piloto de Scuderia Ferrari se mueve de maravilla. Sin embargo, el portero del Atlético de Madrid llega allí dispuesto a pasarlo en grande y aguanta más de veinte minutos dando vueltas a un circuito que Sainz se conoce con los ojos cerrados. Sea como sea, da gusto verlos trazar cada curva disfrutando como dos niños pequeños o peloteando con un balón de fútbol.

CAMBIO DE ROLES “Me encanta el fútbol. Juego una vez a la semana un partido en Maranello con los chicos de Ferrari, un siete contra siete. Suelo hacerlo de extremo, porque a mí me gusta mucho correr por la banda. Pero cuando estaba en el colegio era buen portero, tengo buenos reflejos. No tengo la parte técnica, pero me encanta jugar de portero”, confiesa Sainz sonriente, a lo que Oblak responde: “Estoy seguro de que eras bueno, porque serías muy rápido”. Y sigue con el cumplido: “El esfuerzo que hacéis los pilotos de Fórmula 1 es impresionante. No es fácil conducir tan rápido sin estar un poco loco”.

Está claro que estas dos estrellas se admiran y tienen más cosas en común de las que parece. Ya que estamos en un evento de Puma, les preguntamos qué tienen en cuenta a la hora de elegir su ropa deportiva. Ambos aseguran que se fijan en el diseño y que exigen que sea cómoda, pero con una salvedad que los diferencia. Oblak asegura que “no me gusta nada la ropa muy marcada”, mientras que Sainz pide “que se ajuste bien al cuerpo para sentirme atlético. Las prendas deportivas grandes no me gustan. Te tienes que sentir fuerte cuando vas a entrenar, porque te da un extra de confianza”.

Ambos son estrellas, pero forman parte de equipos sin los que, desde luego, no serían lo que son. Pero hay matices: “En la F1, en el momento álgido de la competición estás solo, mientras que en el fútbol siempre necesitas a los otros diez. Eso sí, en ambos casos has de tener buena sintonía y trabajar juntos a la perfección para lograr un buen resultado”, apunta Sainz. Para terminar les contamos cuáles son las cualidades que hacen del puma un animal único. Una de ellas es que es capaz de saltar cinco metros... en vertical. “Si un portero hiciera eso sería imposible marcar un gol”, ríe Oblak. Otra es que es el único depredador que no ruge antes de atacar. “Se puede matar en silencio perfectamente, que es un poco mi filosofía. Tener la misma agresividad que otros, pero ser amable, simpático y tranquilo. Luego te pones el casco, y te conviertes en esa persona más agresiva en la pista”.

¿Sus básicos? Para Sainz, zapatillas, un short y una camiseta. Para Oblak, un chándal, de Puma, por supuesto.

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