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Dentro, fuera... o
FUERA, DENTRO...
O EN CASA
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NATURALMENTE
NO ES UNA TENDENCIA NI UNA MODA, SINO UNA REALIDAD. CADA VEZ MÁS BUSCAMOS COMER O BEBER DE LA FORMA MÁS SALUDABLE POSIBLE
POR A. AVILLEIRA
:Si cada vez que oyes la palabra ‘natural’, ‘orgánico’ o ‘tradicional’ frunces el ceño incrédulo... haces muy bien. Se han pervertido tanto estos conceptos que cuando algo lo es de verdad, se nos suelta una lágrima. Nos pasó probando las empanadas artesanas argentinas de La Regustosa (start up nacida en 2019), con ingredientes naturales, sin aditivos y cerradas a mano una a una. También con los envíos que hacen desde Te Llevamos al Huerto, proveedor navarro de frutas, verduras y hortalizas cultivadas de forma manual y sin intervención en los ciclos de cultivo. Y del norte también nos ha gustado la apuesta de Exner, una sidra 100% natural creada por la familia del mismo nombre, de origen alemán y asturiano.
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1. En La Regustosa no solo sus empanadas son naturales, sino que el packaging está fabricado con material reciclado y es biodegradable.
2. Daniel Blázquez, con 33 años, cambió su trabajo de consultor para gestionar el negocio familiar en Navarra y llevar sus productos a toda España.
3. La familia Exner (de origen alemán y asturiano) compró una finca cerca de Gijón en 2015. Allí plantaron diez variedades de manzana para sidra.
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ARX. El nombre es un guiño a Arx Arcis, la fortaleza elevada que fue Arcos de la Frontera, lugar de enclave de la bodega Tesalia. Syrah y tintilla de Rota, con toques de petit verdot y cabernet sauvignon. Un vino diferente, muy fresco y frutal (18 €).
ÁERES UN FRESCO!
LAS ALTAS TEMPERATURAS REQUIEREN UNA HIDRATACIÓN CONSTANTE (LO DICEN EN EL TELEDIARIO), ASÍ QUE AQUÍ TIENES UNOS CUANTOS BUENOS LÍQUIDOS FRESCOS PARA ESTA ÉPOCA DEL AÑO
POR ALEJANDRO AVILLEIRA
EL TOMILLO Y EL VIENTO BAILAN 2020. Con este nombre tan sugerente, ¿cómo no caer en sus redes? Elaborado íntegramente con viognier, la uva de moda, este vino de Bodegas Carrascas destaca por su aroma limpio y fresco, y un fi nal que no se te irá de la cabeza (13,95 €). PREDICADOR BLANCO 2020. lo que hace Bod Contador merec capítulo aparte. es la 14.ª edició su blanco más j elaborado con v malvasía y garn blanca. Una exp total de la viña, tierra y la barric Muy fresco, fi no persistente (25
BEIO GODELLO. Nuevo miembro de la familia de vinos de Vegamar, 100% godello, que es una uva que nos tiene enamorados. Aroma a fruta madura, con ese frescor especial que lo hace imbatible para una buena cena nocturna o un aperitivo (9 €).
ESTE VERANO SE VA A LLEVAR EL VERDE
TENEMOS UN VINO ÚNICO QUE TIENE LAS TRES ‘B’ BIEN CERQUITA. ¿POR QUÉ NO LO APROVECHAMOS?
Texto MURRAY CLARK Fotografía AARON TILLEY
:A Plinio el Viejo le gustaba la bebida, sobre todo, según los rumores, si procedía de las vides que crecen entre el Duero y el Miño, en el extremo nororiental de Portugal, cuna de un vino famoso por su refrescante efervescencia. Se llama vinho verde, y su popularidad no ha disminuido desde los días de los pensadores clásicos.
Pero ni siquiera es verde. Su nombre se refiere a que la zona donde se produce esta bebida burbujeante y un poco mentolada es realmente verde. Es, además, un vino bastante barato de producir y, por lo tanto, de consumir, ya que se elabora a partir de uvas muy verdes, apenas maduradas. Y muy fácil de beber, aunque hay algunas etiquetas que, para los más sibaritas, llevan el vinho verde a otro nivel. En cualquier caso, puedes apurar dos o tres botellas sabiendo que no te vas a arruinar y tampoco a cabrear demasiado. Podría ser el vino perfecto.
Como decíamos, algunas referencias son mejores que otras. Una de las mejores para comenzar a conocer el vinho verde es Chin Chin de Quinta do Ermizio (variedades arinto de Bucelas, loureiro y treixadura), aunque en los últimos tiempos se está poniendo de moda Aphros, elaborado en la Quinta Casal do Paço íntegramente con loureiro: un vino cítrico muy serio. En esta misma liga, la de los vinhos verdes más especiales, juegan Quinta da Palmirinha, también 100% loureiro y muy delicado, y prácticamente cualquier cosa de la que se encargue Anselmo Mendes, uno de los grandes productores de la zona y el nombre que más se asocia en el sector con el vinho verde. Solo superado, por supuesto, por el propio Plinio el Viejo.
DALE UNA VUELTA
YA ESTÉS EN UN CHIRINGUITO EN LA PLAYA, EN EL BAR DE UN HOTEL RURAL EN PLENA NATURALEZA O EN UNA TERRAZA SOPORTANDO LOS RIGORES DE LA URBE, UN CÓCTEL BIEN PREPARADO SIEMPRE SABE A VACACIONES
POR ANA PÉREZ
Pressé & Tonic
Basado en el clásico Tom Collins, a base de limones y ginebra, este cóctel está firmado por los expertos de Bombay, cuyo nuevo Citron Pressé trae el zumo de limones mediterráneos naturales de serie, sin azúcares añadidos y con ligeras notas picantes, a lo que solo hay que añadir la mejor tónica.
Paradise Pineapple
Como tumbado en la playa de una isla paradisiaca, así es como te sientes desde el primer sorbo que le das a este cóctel, una reinterpretación de la piña colada elaborada por Ana Suárez, brand ambassador de Barceló, a base de jugo de piña, crema de coco, lima y el mejor ron, el Barceló añejo.
Manifest Sour
Mezcla sirope de azúcar, Jägermeister Manifest, clara de huevo, añade hielo, agita y decora con una piel de limón. Así es este cóctel a base del licor de hierbas de moda como protagonista. La más atrevida de las tres propuestas, especial para esas noches que recordarás para siempre.
Hay seres humanos a los que no les importa ganar o perder. Sencillamente porque no se juegan (no nos jugamos) nada. Paula (Nueva York, 1997) no pertenece a esa especie. Habita el vértigo de jugarse cada punto de la vida. No en vano, se dedica a una de las profesiones mentalmente más exigentes que existen: el tenis profesional. Si te ganas la vida con la raqueta y eres la tercera mejor del mundo (a cierre de esta edición) y ganaste un Grand Slam (Roland Garros en categoría júnior) con 17 años y has recaudado mas de 4 millones de dólares en las pistas y te persiguen las cámaras de medio planeta entre partido y partido, aprendes que en tu día a día tienes que elegir bien el spin de tus decisiones, el golpe preciso que le imprimes a tus acciones de derecha o de revés. Para cualquiera de nosotros, levantarse por la mañana consiste en poner el pie derecho o izquierdo (hay gustos para todo) en la alfombra calentita. Para Paula es empezar el movimiento de un servicio ganador.
PAULA BADOSA: En el tenis, cada punto es la vida. Es un deporte muy duro en ese aspecto. El día que estás mal, estás ahí sola. En cada golpe te sientes cuestionada, valorada. Te estás analizando movimiento a movimiento. Emocionalmente, es el deporte más duro que existe. ESQUIRE: Para triunfar, entonces, es imprescindible sufrir... PB: Bueno, para todo en la vida hay que sufrir si quieres conseguir algo de gran nivel. Lo que he mejorado con el paso de los años es la capacidad de gestionar el sufrimiento. In-
En la página anterior, total look de Versace.
A la derecha, total look de Prada. “Me encanta que los hombres se vayan acercando cada vez más a productos de belleza como los de Kérastase”.
cluso de disfrutar de él. En los momentos tensos, en los más importantes y claves de un partido, busco cómo disfrutar de ello. ESQ: ¿Y aplicas la misma filosofía a la vida cotidiana o en tu día a día pretendes fundamentalmente ser feliz? PB: Cuando empecé no era capaz de verlo de ese modo. Trasladaba el miedo y las frustraciones y las derrotas a todos los aspectos de mi vida. Pero ahora todo ha cambiado. ESQ: ¿Ahora le das más importancia a cuidarte también por dentro, a tu bienestar anímico y mental? PB: Sin ninguna duda. Tengo 24 años y creo que en los anteriores 22 o 23 he cometido el error de no dedicarme a disfrutar fuera de las pistas. Me tomé toda mi vida como una dedicación 24/7 al tenis y no dejé una parte exclusiva para mí. Hoy sé que puedes dedicar el ochenta por ciento de tus energías al trabajo que te apasiona, pero hay que reservar siempre ese veinte por cien que te corresponde a ti, a tu familia y a tus seres queridos. Si no eres feliz fuera de las pistas, dentro rindes la mitad de la mitad. ESQ: ¿Y cómo es Paula Badosa durante ese veinte por cien del tiempo que no es tenista? PB: Me parezco mucho a como soy en el terreno de juego. Emocional, pasional, esforzada. Me gusta vivir cosas nuevas, me gusta viajar. Creo que los que me conocen pueden decirte que soy alegre. ¡Muy activa! ESQ: ¿Realmente eres capaz de desconectar de la raqueta? PB: Es muy difícil. Una de las cosas más negativas que tiene el deporte de élite es que te enfoca tanto en tu actividad profesional que se hace complicado darte libertad para practicar cosas diferentes. Es algo que tengo pendiente en mi vida: incorporar nuevas costumbres que llenen cada vez más la parte no profesional del día a día. Y cada vez encuentro más opciones para ello. Por ejemplo, más tiempo para aprovechar los viajes y desconectar un poco, conocer la cultura de esos países que visito profesionalmente, descubrir nuevos rincones, nuevos museos... Desde hace poco empiezo a tener mucho más en cuenta esas cosas. ESQ: En tu vida privada también estás muy relacionada con el mundo de la moda y la belleza femenina. Eres embajadora de la marca Kérastase y sueles ofrecer consejos sobre el cuidado del cabello y de la piel. El público masculino se está incorporando cada vez más al mercado de la belleza. La propia marca Kérastase cuenta con una creciente gama específica de tratamientos masculinos que cada vez tiene más éxito. ¿Crees que nos cuidamos lo suficiente? PB: Aún tenéis camino por recorrer, pero me encanta que los hombres se vayan acercando cada vez más a estos productos. Es un complemento necesario de la belleza: la belleza masculina. Cada vez me encuentro con más hombres que usan productos de última generación para el cuidado del pelo o de la piel. Me parece muy atractivo. “Para una mujer deportista decir quetienes pareja es difícil, pero yo no piensoocultarlo”
“No haynada más fuerte ue una mu er líder”
A la izquierda, total look de Michael Kors Collection. ESQ: Algo reciente que se ha incorporado a ese veinte por cien de tu vida fuera de las pistas es el amor. Resulta muy curioso y, por cierto, muy admirable, que tú y tu pareja [el modelo Juan Betancourt] hayáis naturalizado vuestra relación del modo que lo habéis hecho. No suele ser normal entre personalidades tan mediáticas que muestren su vida en pareja con tanta espontaneidad y libertad. PB: Sí, hemos querido que nuestra relación sea lo más natural posible. No tiene sentido andar escapando de algo tan bonito y normal. Aunque he de reconocer que para mí quizás ha sido algo más difícil. ESQ: ¿Has tenido más pegas para manifestar tus sentimientos quizás por el hecho de ser mujer y líder? PB: Por desgracia la prensa deportiva en el mundo femenino puede ponerte las cosas más difíciles. Tienes que demostrar aún más que estás capacitada para darlo todo en las pistas y ser campeona. Y todavía es más duro si dices que tienes pareja. Entonces creen que te vas a descentrar y empiezan a surgir comentarios relacionados con la influencia de tal o cual cosa en tu rendimiento. Quizás eso hizo que al principio yo tuviera más miedo a mostrar en público mi relación con Juan. Pero en realidad ocurre todo lo contrario. La pareja puede ser el apoyo necesario para que tu vida esté equilibrada, y eso puede ayudarte también a ser mejor profesional. En el tenis pierdes algo todas las semanas. No se pueden ganar todos los partidos de todos los torneos. Y si no tienes también un apoyo personal que te hace feliz, se te complica mucho la gestión del fracaso. Quizás en algunos entornos siga habiendo gente que eso no lo entiende, pero yo he querido normalizar lo más posible mi vida en pareja. Desde luego, no la voy a ocultar. ESQ: ¿Crees que todavía el liderazgo femenino implica demostrar valores diferentes? PB: Obviamente, ser una mujer líder es diferente a ser un hombre líder. Negarlo sería negar una realidad. Pero tenemos que poner en valor esas diferencias porque nos igualan en capacidad de liderazgo. En mi mundo, el del deporte, cada vez hay más referentes femeninos que son motores de inspiración para hombres y mujeres, para niños y niñas por igual. Y estoy convencida de que no hay nada más fuerte que una mujer que sea líder y poderosa. ESQ: ¿A qué le tiene miedo Paula Badosa? PB: Siempre he tenido miedo y siempre lo tendré al fallo, a la decepción. Ese temor siempre aflora, estés en el top del ranking mundial o en la parte más baja, da igual. Pero creo que he aprendido a gestionarlo muy bien. Hay una frase que me encanta y que he puesto alguna vez en redes sociales: “Si tienes miedo, hazlo con miedo”. Yo he hecho muchas cosas con miedo, pero es eso precisamente lo que te convierte en una mujer valiente. ESQ: Los y las líderes de hoy no solamente sois números uno en vuestros ámbitos, sino que sois ejemplos a seguir, transmisores de valores... De hecho, tenéis la capacidad de ser motores de cambio y muchas veces usáis ese poder para tratar de mejorar cosas de vuestro entorno. Por ejemplo, desde hace un par de años muchas personalidades del deporte habéis abrazado la causa de la salud mental. ¿Crees que estamos presionando demasiado a las nuevas generaciones para que lleguen a tener éxito demasiado rápido? ¿Que a veces generamos ídolos demasiado deprisa que acaban rotos? PB: Sin lugar a dudas. Y es algo que me preocupa tanto a mí como a muchos compañeros y compañeras deportistas. En los pasados Juegos Olímpicos varias figuras internacionales hablaron abiertamente del riesgo de querer ser número uno demasiado pronto, de la presión emocional que genera y del daño que se puede estar haciendo a mucha gente joven con ello. Yo también hablé en su momento de mis emociones y de lo difícil que me resultó lidiar con la presión en las pistas cuando era muy joven. Creo que este tipo de confesiones transparentes y sinceras ayudan a
muchos jóvenes que están empezando sus carreras. Hay que dejar bien claro a los más pequeños que un deportista, por muy ídolo que sea, es un ser humano como cualquier otro tratando de hacer su trabajo de la mejor manera posible. Con 18, 19, 20 años o con 25, da igual, la cabeza puede no estar preparada para soportar ciertas cosas. Jugar delante de veinte mil personas, sentirte juzgada en cada movimiento... es demasiada presión. El chico o la chica que se sienta delante de la pantalla solo ve el momento del partido, pero antes y después hay infinidad de ocasiones para sentirse presionado. Y hay que normalizar que los deportistas fracasen, fallen y tengan malos momentos. No puedes pedir que cada jugador o jugadora sea una leyenda, porque eso solo pasa una vez cada millón de intentos. Lo importante es llevar tu carrera por las riendas y terminar siendo la mejor versión de ti misma. ESQ: Otra de las grandes iniciativas a la que os habéis incorporado con fuerza desde el mundo del deporte es la lucha por la igualdad salarial. Movimientos como Equal Play, Equal Pay han tenido mucho eco de la mano de primeras espadas de diferentes disciplinas como el fútbol o el baloncesto. ¿Cómo está la situación en el mundo del tenis? PB: En el tenis las cosas son algo diferentes a otros deportes. Es cierto que aún queda mucho camino por recorrer, pero también que en nuestro caso hay grandes leyendas históricas de la disciplina que han luchado mucho por poner a las mujeres en un escalón más cercano a la igualdad con nuestros compañeros del circuito masculino. Insisto, todavía nos queda un recorrido por delante. El tenis tiene que reconocer que es de justicia que se igualen cada vez más las condiciones de hombres y mujeres. La competición femenina ofrece un gran espectáculo y unas prestaciones mediáticas y deportivas de altísimo nivel. Hay compañeras mías que son capaces de hacer un primer servicio a 200 kilómetros por hora igual que lo haría un hombre. El espectáculo es muy parecido en ambos circuitos. Las mujeres hemos evolucionado una barbaridad en los últimos años y es mérito nuestro. El tenis femenino y el masculino están cada vez más parejos y algún día serán lo mismo. ESQ: Cuéntanos algo de tus primeras experiencias como tenista. ¿Cuál es tu primer recuerdo de ti misma con una raqueta? PB: Mi primer recuerdo lo tengo muy nítido: el primer día que fui a apuntarme en la escuela de tenis. Era el típico campus de verano, pero para mí tenía una significación especial. Acababa de llegar de EEUU, tenía siete años y acercarme al tenis era como empezar una vida nueva. En otro país, con un idioma al que tenía que acostumbrarme, en un pueblo pequeño. El tenis era una especie de renacimiento para mí. ESQ: ¿Y te enganchaste pronto con el deporte? PB: Me encantó desde el primer día. Tuve la suerte de contar con un entrenador espectacular que fue mi segundo padre desde los siete hasta los trece o catorce años. ESQ: ¿Cuándo empezaste a sentir que te ibas a dedicar a esto de por vida? PB: Cuando llegó el momento de tomar una decisión muy importante: irme de casa y empezar a entrenar y trabajar con vistas a ser profesional. Es un momento de gran incertidumbre. No sabes si vas a obtener recompensa del paso que estás dando, y al principio es muy duro. Lo pasé fatal, pero siempre tuve claro que tenía que seguir ese camino. Todos los sinsabores los podía superar por la idea de que algún día llegaría a ser profesional. ESQ: En esos primeros pasos o se forja el carácter o te terminas de hundir. PB: Obviamente a mí me forjó el carácter. El tenis me ha hecho ser la persona que soy, me ha dado mucha capacidad de sufrimiento, de superación, de aceptar las cosas que controlo y las que no. ESQ: ¿Qué esperas de lo que te queda de temporada? PB: La plena normalidad lo antes posible y seguir teniendo salud en lo personal. Profesionalmente solo pido seguir disfrutando de mi trabajo. Claro que me gustaría ganar los máximos torneos posibles, pero solo pido mantener el grado de disfrute que este deporte me da. Estoy viviendo un sueño.
En la página siguiente, americana de Bleis Madrid. “Cada vez me encuentro con más hombres que usan productos de última generación para el cuidado del pelo o de la piel”. Lo sabe de buena tinta desde que decidió representar a la prestigiosa firma de belleza Kérastase.
esde el sábado 14 de mayo de 2022, marcarse un ‘chanelazo’ ya no es exhibir con poderío una prenda de la diseñadora francesa (aunque, cosas de la vida, la madre de nuestra protagonista la llamó así en honor a esta pionera en ponerse pantalones y liberar de corsés a las mujeres), sino el golpe en la mesa que dio la representante española en Eurovisión 2022, Chanel Terrero (La Habana, 1991), con una actuación a base de ritmo, presencia y una coreografía de lo más currada, que le valió la mejor puntuación (y puesta en escena, hay que reconocerlo) de nuestra larga historia en este festival. Confieso que nada más verla sentada en la puerta de nuestras oficinas con unos vaqueros y una camiseta al uso me pareció más menuda de lo que esperaba. Está claro que esta chica crece, casi de manera literal, sobre un escenario. Su gesta ya la ha puesto en el olimpo de los españoles ilustres, y los mismos que la humillaron a finales de enero, tras el Benidorm Fest, y asociaron su nombre con #tongoChanel, ahora se suman al #chanelazo sin ningún pudor (incluida Irene Montero, que le deseó suerte en un tuit, a pesar de todo).
LLEGÓ LA MAMI Así que, ¿quién mejor que la española que ha demostrado tener más bemoles ante toda Europa para protagonizar una portada sobre el liderazgo femenino? El día que la entrevistamos comprobamos la expectación que levanta. Durante las siete horas que duró nuestro encuentro con ella se produjo un goteo constante de visitas. Todos querían ver en persona a la mujer que nos dejó con la boca abierta en Turín. Ella atiende a todos con una amabilidad y un entusiasmo admirables y, cuando terminamos con las fotos, buscamos un lugar tranquilo para charlar sin interrupciones (spoiler: tras hablar con ella, en las distancias cortas también crece, pero de dentro hacia fuera). ESQUIRE: Dime la verdad. Cuando ibas de camino a Benidorm, ¿pensaste en que podías ir a Eurovisión de verdad o solo fuiste a probar suerte? Al fin y al cabo eras una aspirante algo atípica porque era tu primera canción como solista... CHANEL: Pues la verdad es que simplemente iba a vivir la experiencia a tope y a retarme como artista, a aprender, a conocer y a nutrirme. Iba llena de energía, era una bola de energía y a la vez una esponja, para absorberlo todo. ESQ: ¿Vives todas las experiencias con tanta intensidad? CH: Sí, es mi manera de ser. Pero tengo que aprender la lección, porque hay actores buenísimos, tremendísimos, y artistas muy grandes que saben separar muy bien la entraña real y su parte más de raíz, del arte. Pero yo soy muy intensa y conecto mucho con la emoción madre de todo. ESQ: Estas muy acostumbrada a la presión de los castings y a las horas de ensayos en los musicales, te duela lo que te duela. ¿Eso ha sido una ventaja ahora? CH: Creo que sí, aunque yo suelo ver las cosas sin el “y si...”. Y si no hubiera hecho musicales ¿no estaría aquí ahora mismo? Pues no lo sé, yo vivo el presente, pero la verdad es que siento que la rutina y lo duro, la ‘mili’ de los musicales y el ballet, me han dado esa disciplina y esa fuerza para hacer funciones, aunque estés enferma o sin voz. Te las tienes que apañar, salir adelante y dar el cien por cien, sea como sea. Obviamente, toda esa experiencia me ha ayudado, porque esa forma de ver la vida es parte de mí, soy yo. ESQ: Después del Benidorm Fest vinieron los ataques. Ahora oyes a mucha gente, que entonces los jaleaba, diciendo que, visto con perspectiva, con otra canción no habríamos quedado tan bien. ¿Cómo viviste todo aquello? CH: Sí, ahora se suben al carro... Lo pasé mal, porque fue algo muy grande, que venía de todas las direcciones a la vez. Pero por suerte tengo los pies bastante en la tierra. En el momento, si me hubieras preguntado, no habría admitido que lo estaba pasando mal, porque me repetía a mí misma: “Soy fuerte y estoy por encima”. Pero viéndolo con perspectiva, fue un momento horrible. ESQ: El problema que se alegaba, en el fondo de tanta confusión, era el retrato que hacía tu canción de la mujer, sexualizándola, como ocurre en el reguetón. CH: ¿Y qué hay más sexista que el hecho de juzgar a una mujer porque cante lo que quiera? ¿O porque se sienta cómoda enseñando una nalga? Si hubiera ido tapada hasta arriba me habrían criticado de la misma forma, y yo lo habría hecho igual y me habría sentido igual de orgullosa y de segura encima del escenario. Me parece que hay una línea muy fina en estas críticas, que raya en la censura. Y respecto al reguetón, no todo es igual.
Vestido y americana de Adriana Iglesias y pendiente de Swarovski.
importante tener tu propia voz, porque muchas veces nos van a intentar hacer callar, pero hay que alzar la voz, quitarse esa mano de la boca. Es triste, porque deberíamos ser libres, pero estamos en esa lucha todavía. ESQ: Ahora que tienes más relevancia pública, ¿en qué te gustaría influir en los demás? CH: En muchas cosas, tantas que abruma. Pero si hay algo que me gustaría hacer, transmitir, conseguir, es que haya más empatía entre nosotros. Porque desde la empatía nace la escucha y el comprender al otro, el nutrirse, el crecer y el tener una opinión propia. Porque creo que ahora hay mucha tendencia a subirse al carro de la mayoría, y tener una opinión propia es muy importante. Pero para conseguirlo hay que hacer mucha introspección y escuchar más. ESQ: Y si tuvieras que nombrar alguna referencia de carne y hueso, una mujer que te haya influido tanto como para querer ser como ella, ¿cuál sería? CH: Un montón. De cada mujer que conozco cogería un poco, pero, obviamente, en mi familia tengo mujeres extraordinarias, empezando por mi madre, siguiendo por mi abuela y mi hermana, a las que admiro muchísimo. ESQ: Tu madre es cubana y tú naciste allí, aunque vives en Cataluña desde niña. ¿Cuánto de caribeña hay en Chanel y qué relación tienes con la isla? CH: Tengo todo del carácter caribeño. Y a Cuba iba mucho cuando era chiquita, pero desde que he empezado a trabajar no he podido ir y tengo muchas ganas. En cuanto a la situación allí, yo el filtro con el que lo veía entonces era supernaif, un filtro infantil. Así que estoy segura de que ahora, al ser adulta, lo viviré de otra forma. Aunque es evidente que las cosas han cambiado y espero que cambien aún más. Hay mucho que avanzar, que curar, y espero que pase. ESQ: Hablas mucho de tu familia. ¿Qué papel han jugado ellos estos meses? CH: Yo soy una persona, de naturaleza, con los pies muy en el suelo. Pero ellos son los pilares que me mantienen ahí. Obviamente, vuelas, porque sueñas, pero cuando las cosas van mal, y cuando van bien también, sentir los deditos en la arena es muy importante. En estos meses, con tantas entrevistas hablando de mí todo el rato, necesitaba llegar a casa y hablar de cosas banales, de horóscopos, ser uno más y salir de la nube en la que llevaba todo el día. ESQ: Te he visto preguntando por su horóscopo a todo el equipo y, sin embargo, luego tienes un discurso de esfuerzo y curro. ¿Cómo se come eso? CH: Es verdad. Desde pequeña me han llamado la atención los horóscopos, me atrae esa cosa mística. Y fíjate que cuando me encuentro con alguien escéptico en estos temas no tengo un discurso elaborado y firme, así que cuando me dan sus argumentos en contra me convencen un poco y dudo si estaré en lo cierto, pero es que me divierte. Además, si puede ayudarte en un momento dado a conectar con alguien, me parece genial. ESQ: Entonces, ¿qué parte de lo que te está pasando ahora mismo se debe a que las estrellas se han alineado y qué parte es fruto del trabajo? CH: Pues tengo una contradicción en esto, porque pienso que hay un angelito, o llámalo equis, que te hace colocar las cosas donde están. Y también creo que todo está escrito, que si algo ha pasado es porque tenía que pasar, porque voy a aprender algo de esa experiencia para el futuro... Pero también creo mucho en el trabajo. Sin él, aunque tengas un golpe de suerte, no durará, estará cojo. ESQ: Y tu vida, ahora, ¿la vivirás en slo-mo o a cámara rápida? CH: Me gusta vivir en slo-mo porque soy muy intensa, me gusta analizar las cosas y disfrutar del momento. Ahora mismo estamos aquí, en esta terracita, hablando tan ricamente, hace un día muy bonito, me gusta mucho tu energía y me gusta absorberlo todo. Pero luego, sobre todo con el trabajo, soy un poco impaciente, quiero saberlo ya, quiero que pase ya... Pero una vez que pasa, freno y absorbo todo. Así que, sin duda, en slo-mo.
Vestido negro de Juan Vidal y pendientes de Emporio Armani.
MARTA SÁNCHEZ PRODUCCIÓN OLGA HOLOVANOVA MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA BELÉN RASTROLLO ASISTENTE DE ESTILISMO OLIVER Y MIKEL CABELLO ASISTENTES DE FOTOGRAFÍA
EN
1957 parecía un auténtico dios. Era guapo a rabiar, casi resultaba indecente. Ahí plantado, con su traje de lamé dorado de 10.000 dólares, el rostro cincelado, los ojos saturninos, el tupé engominado con un remolino cayéndole sobre la frente y el gesto de sus labios, arrogante y socarrón.
El traje lo había confeccionado Nudie, de Rodeo Tailors, en Hollywood, a instancias del mánager de Elvis, el coronel Tom Parker, que quería un traje dorado para su chico de oro. Así es como su agente se refería a menudo a su representado, al que veía como algo de su propiedad, pues era de oro la moneda que Elvis acuñaba cuando estaba en la cima de su fama... sobre todo para el coronel. El precio de 10.000 dólares era una
exageración, pura teatralidad: la factura real de la venta fue de 2.500. Elvis llevó el traje por primera vez en una actuación en el Anfiteatro Internacional de Chicago en marzo de 1957. En solo tres años había grabado ocho discos número uno, entre ellos Heartbreak Hotel, Hound Dog, Love Me Tender y All Shook Up. A los 22 años ya era el producto más codiciado de la industria musical estadounidense y no tardaría en convertirse en el cantante más famoso del mundo. Veinte años después, estaba muerto.
Elvis era EEUU a lo grande, en toda su magnificencia y chabacanería. Representaba sus sueños y desilusiones, su historia fracturada y su promesa de redención. “Los productos puros de América se vuelven locos”, escribió el poeta y escritor William Carlos Williams, y ninguno se volvió tan loco como Elvis, cuyo corazón se detuvo el 16 de agosto de 1977 mientras estaba sentado en el inodoro de su mansión de Graceland, hinchado, destrozado y desconcertado por la ingestión de unas 10.000 pastillas en el último año de su vida. Tenía 42 años. Los forenses hallaron en su organismo hasta catorce drogas en cantidades significativas, entre ellas codeína, morfina, diazepam, pentobarbital y etinamato, fármacos prescritos habitualmente para la ansiedad y el insomnio.
Es fácil creer que Elvis es ahora más grande que cuando estaba vivo. Se ha convertido en un mito. Un relato moralista. Su música ha quedado grabada para siempre en la memoria colectiva. Sus películas se reproducen en un bucle interminable en algún canal de televisión. Su vida ha sido diseccionada, analizada y referencia
da innumerables veces en libros y en artículos como este, estudiada en cursos universitarios, conmemorada hasta la saciedad en películas, en merchandising y en esa caricatura que son los imitadores de Elvis. Al igual que las otras dos figuras definitorias de su generación, Marilyn Monroe y James Dean –la trilogía trágica–, su imagen es icónica.
En 2008, el coleccionista de arte italiano Annibale Berlingieri vendió por 100 millones de dólares la serigrafía de Andy Warhol Ocho Elvis a un comprador anónimo, se supone que de la familia real catarí. En 2014, otro cuadro de Warhol, Triple Elvis, se vendió por casi 82 millones de dólares en una subasta de Christie’s en Nueva York. Desde su muerte, el personaje de Elvis ha aparecido en unos 31 largometrajes, interpretado por actores como Kurt Russell, Harvey Keitel y Don Johnson. Según el crítico de cine John Beifuss, desde 1957 ha habido un mínimo de 400 películas que contienen alguna alusión a Elvis, dieciocho al año desde 1998. Desde este mismo mes, el director australiano Baz Luhrmann, creador de Moulin Rouge y El Gran Gatsby, engrosa la lista con una nueva cinta, protagonizada por Tom Hanks como el coronel. La estrella revelación Austin Butler interpreta a Elvis.
Es fácil comprender el atractivo que supone el personaje a cineastas como Luhrmann: se calcula que Elvis es el mayor superventas musical en solitario de todos los tiempos, con más de 500 millones de discos vendidos. Solo los Beatles le superan, con 600 millones. Hace poco, al salir de la exposición de Francis Bacon en la Real Academia de Arte de Londres, me llamó la atención escuchar Suspicious Minds en la librería del museo mientras la gente ojeaba las postales, los carteles y los catálogos ilustrados con los infernales estudios de Bacon sobre la bestialidad del hombre. La canción sonaba como un recuerdo de la fugacidad de la vida. Todos acabaremos abandonando este mundo, pero los más grandes pueden alcanzar una especie de inmortalidad.
LA CREACIÓN DE UN MITO Hubo gente que se llamó Elvis antes que él, pero nadie puede llevar después el nombre de Elvis sin que sea un acto de reconocimiento y un homenaje. Era suyo y de nadie más. Nació en la ciudad de Tupelo, en uno de los condados más pobres de Misisipi, un lugar de campos de algodón y fábricas textiles, de escasa seguridad laboral, donde la vida era muy dura. Su padre, Vernon, era aparcero y a veces se ganaba la vida conduciendo camiones. Su madre, Gladys, era costu
rera, una mujer que, en la jerga sureña, “no conocía extraños”, un alma cálida y de buen corazón. Elvis la idolatraba. Gladys tenía 21 años y Vernon 17 cuando se casaron, pero ambos mintieron sobre su edad. Gladys dijo que tenía 19 años y Vernon, 22. Elvis nació el 8 de enero de 1935. Fue el primogénito de dos gemelos, aunque su hermano Jesse nació muerto. Cuando Elvis tenía 13 años, Vernon fue a buscar trabajo a Memphis, en Tennessee, y se llevó a toda la familia. “Estábamos arruinados”, recordó más tarde Elvis, “y tuvimos que dejar Tupelo”.
Asimilaba la música de la radio y de la gramola: The Ink Spots, el cuarteto de góspel sureño The Blackwood Brothers y su favorito, el cantante de R&B Roy Brown. Su voz suave tuvo una gran influencia en Elvis. En 1954 versionó su éxito de 1947, Good Rockin’ Tonight, para su segundo single con Sun Records.
Cuando estaba en la escuela secundaria Humes High School se dejó crecer el pelo y las patillas. Empezó a vestir de rosa y negro y se peinaba el cabello con aceite de rosas, vaselina y lubricante para moldearlo en un tupé. “Simplemente era diferente”, comentó una vez su amigo de la adolescencia, Red West. “Y eso daba a la gente algo que hacer: incordiarlo”.
Elvis aceptó un trabajo conduciendo un camión para una empresa local de suministros eléctricos. Nadie pensó que llegaría a nada. En el verano de 1953, entró en un estudio local, Memphis Recording Service, con la intención de hacer una grabación como regalo de cumpleaños para su madre. El estudio era propiedad de Sam Phillips. Era una figura pionera, con una visión progresista de las relaciones raciales –un tema espinoso en el Memphis en los 50–. Grababa todo tipo de música en su estudio, pero tenía un amor especial por el blues y el R&B. Había realizado grabaciones con artistas como Howlin’ Wolf, BB King y Junior Parker antes de crear su propio sello, Sun Records. En una época en la que la música estaba rígidamente dividida por la raza, a Phillips se le atribuye tal vez la declaración más visionaria de la historia del rock and roll: “Si encontrara a un blanco que tuviera el sonido y el sentimiento de los negros, ganaría mil millones de dólares”.
Elvis pagó cuatro dólares por grabar dos canciones esa tarde en Memphis: My Happiness, que había sido un éxito para The Ink Spots, y una
balada lacrimógena, That’s When Your Heartaches Begin. Cuando se fue, se añadió una nota a su ficha: “Buen cantante de baladas. Retener”.
Al cabo de unos meses, volvió al estudio para otra grabación de cuatro dólares, está vez con los ojos puestos en hacer carrera como cantante. Phillips quedó impresionado y le invitó, esta vez acompañado por dos músicos locales: Scotty Moore y Bill Black. Trabajaron en un par de baladas y canciones country, y al final de la sesión, Elvis comenzó a cantar That’s All Right, un blues escrito y grabado originalmente por Arthur Crudup en 1946.
El disco se publicó en Sun Records en 1954 con Blue Moon of Kentucky en la cara B. Sam Phillips llevó el vinilo a una emisora de radio local de R&B, a un Dj blanco llamado Dewey Phillips. Después de ponerlo una sola vez, la centralita se iluminó. Dewey llamó a Elvis para entrevistarlo en vivo. “Sr. Phillips, no sé hacer entrevistas”, confesó Elvis. “Simplemente no digas nada sucio”, respondió Dewey. Dewey preguntó a Elvis cuál había sido su escuela secundaria. “Humes”, respondió Elvis. “Lo hice a propósito”, recordó más tarde Dewey, “porque mucha gente que lo escuchaba había pensado que era de color”. “Tiene una voz blanca y canta con ritmo negro, con el tono y el énfasis de los estilos country”, publicó un periódico de Memphis. Sin embargo, el disco no fue un éxito. Fueron sus actuaciones, en el escenario y en la televisión nacional, las que dispararon el fenómeno Elvis.
Hay una grabación de 1956 en la que Elvis está sobre un escenario en su ciudad natal de Tupelo. Va vestido de negro, con una guitarra acústica colgada al hombro, canta Heartbreak Hotel y se contornea. Arrastra las pa-
labras de un modo lascivo que acompaña con movimientos pélvicos. Scotty Moore interpreta el solo de guitarra mientras las chicas que se agolpan junto al escenario extienden los brazos en un gesto de lujuria. Tres policías con gorra de pico miran el espectáculo desconcertados.
Elvis fue la mecha, la cerilla y la explosión. Los padres se asustaron y los políticos, los sacerdotes y los oportunistas se quejaron de la influencia perniciosa de la “música negra” en los adolescentes blancos. Después de Elvis, la música pop nunca volvió a ser la misma.
EL CORONEL TOM PARKER Fue a la vez un golpe de suerte y un cruel giro del destino que Elvis conociera al coronel Parker: un cantamañanas astuto, codicioso e insensible. Fue el hombre que convirtió a Elvis en estrella y después jugó un papel crucial en su destrucción. En realidad se llamaba Andreas Cornelis van Kuijk y había nacido en Holanda y entrado ilegalmente en EEUU cuando tenía 20 años. Trabajaba como vendedor ambulante. Uno de sus trucos consistía en pintar a los gorriones
Al principio, mucha gente que lo había escuchado pensaba que era un cantante negro
Elvis, en una entrevista en el hotel Hilton de Las Vegas el 4 de septiembre de 1972, para promocionar su concierto televisado Elvis: Aloha from Hawaii. de amarillo y venderlos como canarios. Parker se convirtió en una figura muy conocida en el sur del país. En 1948, el gobernador de Luisiana le concedió el título honorífico de coronel y, a partir de entonces, ordenó a todos que se dirigieran a él como tal. Para entonces se dedicaba a la promoción de espectáculos. Cuando vio el efecto que Elvis causaba en su público, ofreció a Sam Phillips 35.000 dólares por el contrato de grabación de Elvis. Parker no tenía esa cantidad, pero convenció a RCA para que adelantara el dinero. Así fue como se convirtió en el mánager de Elvis: mediante un acuerdo sellado con un apretón de manos, el coronel se quedó con el 50% de las ganancias.
A Parker le importaba muy poco la música de Elvis. Lo veía como una mercancía. En los primeros espectáculos se movía entre la multitud con un cigarro entre los dientes, vendiendo fotos autografiadas a 50 céntimos y chapas producidas por él mismo
que decían “Amo a Elvis” y “Odio a Elvis”, aprovechando la controversia. Por muy perjudicial que fuera el coronel para su carrera, Elvis se sometió a todas sus decisiones. Parker le había proporcionado riquezas y reconocimiento más allá de sus sueños más salvajes, y Elvis se sintió obligado por gratitud y obediencia.
En 1958, ya en la cima de su popularidad, Elvis fue reclutado por el ejército. Pasó dos años destinado en Alemania y regresó con un nuevo corte de pelo y una nueva carrera. Antes de entrar en el ejército había participado en cuatro películas, entre ellas Jailhouse Rock y King Creole, y albergaba el deseo de seguir los pasos de sus modelos, James Dean y Marlon Brando. Parker accedió a ello y llegó a un acuerdo cinematográfico por el que Elvis –y, por tanto, el coronel– recibiría una parte del dinero de la película por adelantado. Hal Kanter, que dirigió dos películas de Elvis, Loving You y Blue Hawaii, describió a Parker como “uno de los estafadores más astutos que he conocido”. Pero la ambición de Elvis por ser un actor serio se vio frustrada por la basura en la que estaba obligado a aparecer por contrato. Las 27 películas que hizo en los 60 fueron, en su mayoría, comedias musicales cortadas por el mismo patrón: meros vehículos para canciones cada vez más mediocres.
En 1968 resurgió su carrera musical gracias a un especial de televisión en directo llamado simplemente Elvis. Al año siguiente fue a grabar las sesiones From Elvis in Memphis, de donde saldrían dos de sus éxitos imperecederos, In The Ghetto y Suspicious Minds. Se volvió intocable, el coronel era su guardián, recluido en su propio mundo con su camarilla de amigos de la infancia y sus parásitos: la mafia de Memphis, chicos sureños
como Elvis a los que les gustaban las motos, los coches, las armas y perseguir a las chicas. “Había creado su propio mundo. Tenía que hacerlo”, tal como dijo el cantante Johnny Rivers. “No tenía otra cosa que hacer”. No le llegó la rebelión cultural que se estaba gestando tras las puertas cerradas de sus mansiones de Memphis y Bel Air. Era un patriota, un americano orgulloso, invitado a la Casa Blanca en 1970 por Nixon, que le entregó, sin ironía, una insignia honorífica de la Oficina de Narcóticos. Elvis regaló a Nixon un Colt 45.
En Alemania, Elvis había conocido a Priscilla Beaulieu, la hijastra de 14 años de un oficial de las Fuerzas Aéreas destinado allí. Elvis quedó prendado y, en 1963, Priscilla se trasladó a Memphis. Al principio vivió con los padres de Elvis y luego, castamente, en sus propias dependencias en Graceland mientras Elvis estaba en Los Ángeles haciendo películas y teniendo un romance con la actriz sueco-estadounidense Ann-Margret. En 1967 se casó con Priscilla en una ceremonia organizada por el coronel en el hotel Aladdin de Las Vegas, porque Parker pensaba que tenía las mejores mesas de ruleta de toda la ciudad. Según la escabrosa biografía de Albert Goldman, el matrimonio se consumó en la noche de bodas, pero las relaciones sexuales cesaron poco después.
Durante los siguientes diez años, Elvis se embarcó en un intenso régimen de actuaciones en directo, en anfiteatros y salas de conciertos de todo EEUU, pero sobre todo en Las Vegas, porque al coronel le gustaba y los cheques eran más grandes. “Elvis ha abandonado el edificio” era lo que anunciaban cuando se le sacaba del escenario, pasando por delante de las fans.
Las Vegas lo destruyó. El coronel le presionó para que actuara incluso cuando ya estaba enfermo e hinchado y su espectáculo era una parodia de lo que había sido: Elvis fue el primer imitador de Elvis, como alguien dijo una vez. En 2007, cuando cubrí el juicio por asesinato de Phil Spector en Los Ángeles –apodado “el primer magnate de los adolescentes”, cuyos temas para los Crystals, las Ronettes y los Righteous Brothers a principios de los años 60 habían eclipsado las ventas de Elvis–, me sentaba en la sala del tribunal al lado de Linda Deutsch, de Associated Press, que había estado en los juicios de Charles Manson, O. J. Simpson y Michael Jackson. Su pasión era Elvis. Lo había visto actuar varias veces en Las
Vegas, y me dio una de las mejores descripciones que jamás he oído de su poderío artístico: cuando miraba al público, decía, era como si mirara directamente a los ojos de cada uno. Spector había producido maquetas de grabaciones de Elvis, aseguraba que había trabajado en su primer álbum al salir del ejército –aunque eso es motivo de discusión– y lo idolatraba, como hacía todo artista y productor de la época.
John Lennon confesó años más tarde que los Beatles estaban “aterrorizados” la noche de 1965 en que el grupo se dirigió a la casa de Bel Air de Elvis para tener una audiencia con ‘el Rey’, negociada por su representante, Brian Epstein. La carrera de Elvis estaba en su punto más bajo en diez años. No había tenido un número uno en EEUU durante tres años. Los Beatles habían tenido diez. A él le desconcertaban y ellos lo adoraban hasta el mutismo. “Fue un poco incómodo porque no dejaban de mirarle y no decían nada”, recuerda Priscilla. Finalmente, Elvis rompió el hielo: “Bueno, chicos, si os vais a quedar ahí sentados mirándome, mejor me voy a la cama”. Cogió un bajo y se puso a acompañar con él la canción que estaba sonando en la gramola, Mohair Sam, de Charlie Rich. Se pasaron tres horas tocando y hablando de música. Al terminar la velada, los Beatles le dijeron a Elvis que esperaban que los visitara en Los Ángeles. Cuando se marcharon, parece ser que Elvis le confesó a uno de sus allegados: “No voy a ir. He cumplido con mi deber. Me he reunido con ellos, y eso es todo”. Cuando visitó al presidente Nixon cinco años después, Elvis le dijo que los Beatles eran “una fuerza real para el espíritu antiamericano”.
Teniendo en cuenta que con su ingente fortuna podía permitirse un inmueble de primera categoría, resulta curioso que Elvis eligiera pasar sus días en una falsa mansión colonial encaramada en la cima de una colina con vistas a una autopista de cuatro carriles, que hoy lleva el nombre de Elvis Presley Boulevard.
Los alrededores de Graceland se han ampliado desde la muerte de Elvis. La finca original de 5 hectáreas
es ahora un complejo de casi 50 que incluye su propio centro comercial, un hotel de 450 habitaciones y un museo del motor. Cada año acuden más de 500.000 visitantes.
Peregriné hace unos años. Un pequeño autobús transportaba a los visitantes hasta la mansión, a la que entrábamos con la silenciosa reverencia de los que van a la Capilla Sixtina, excepto que aquí había un gusto atroz, una ostentación demencial, la evidencia de un alma desquiciada. Recorrimos sus habitaciones de fantasía, admirando las paredes y los techos enmoquetados, los accesorios de bar de color amarillo nitroso y los muebles tapizados con piel de imitación, y las cámaras de seguridad de cada habitación, conectadas a una consola central para que Elvis pudiera espiar a sus invitados desde la intimidad de su dormitorio, cerrado al público por respeto a Elvis.
El ‘paseo de la fama’ estaba atestado de discos de oro y trajes de escena, incluido el de lamé dorado por el que Elvis Presley Enterprises pagó dos millones de dólares a Parker en 1987 para recuperarlo. Es una de las 35 toneladas de cosas que se calcula que Parker tenía almacenadas en cuatro edificios en Nashville.
También estaba la colección de armas de Elvis –su favorita era un Colt 45 con empuñadura turquesa– y sus insignias honoríficas de sheriff. La guía de la visita, una mujer muy señorona, destacó del artista el respeto por la ley y el orden, la filantropía, el amor por su madre y su patria y su profunda religiosidad. “Le llamaban el Rey del Rock‘n’Roll”, murmuró, “pero él les contestaba que solo hay un rey, que es Jesucristo”.
Busqué en vano las pruebas de su perdición: una selección de botes de pastillas, recetas médicas enmarca-
das, una recreación simbólica de platos amontonados con comida basura de la que te ciega las arterias. Pero no había nada de eso.
Su funeral se celebró en Graceland, y miles de personas hicieron cola para verlo en un ataúd abierto. A la entrada a la finca, dos personas murieron cuando un coche perdió el control. Más de 80.000 fueron en procesión desde Graceland hasta el cementerio de Forest Hill en Memphis, donde fue enterrado en la cripta de un mausoleo privado. Pero después de que los fans y los buscadores de recuerdos manipularan su tumba, Elvis y su madre, Gladys, fueron trasladados a su actual lugar de descanso en los Jardines de la Meditación de Graceland, donde más tarde también fue sepultado su padre, Vernon.
Junto a la tumba, perfumada con abundantes ofrendas florales, las mujeres se secaban los ojos con pañuelos y se aferraban a los brazos de sus maridos en busca de apoyo. Un hombre me susurró: “Es como un estudio antropológico de cómo surgen las religiones”. Pero, por supuesto, la religión había comenzado el día en que Elvis murió.
El 27 de junio de 1968, Elvis actuó en los estudios de televisión de la NBC de Burbank (California) para celebrar su regreso a la música tras siete años de carrera cinematográfica.
LYNN GOLDSMITH/CAMERA PRESS, GETTY IMAGES FOTOGRAFÍA