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culturas

N° 05 Suplemento de

artes y letras

TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 5 de diciembre de 2004

ENSOR El pintor de las máscaras 4

‘De noche cartografiaba mis sueños’ es el título de la muestra dedicada al maestro belga en San Eloy

7 MANKELL

7 PIXAR

Cortafuegos es el último título de la serie de Ku rt Wallander, una visión oscura de la sociedad del bienestar en el norte de Europa.

Divertir a los niños y resultar inteligente a los mayores es la máxima de la productora que ha rev o l u c i onado el cine de animación.


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ames Ensor se calificó a sí mismo como ‘el pintor de las máscaras’, motivo en el que e n contró el sello difere n c i ador de su pintura. La exposición que acaba de abrirse en la sala de San Eloy muestra una selección de su obra, basándose sobre todo en sus dibujos y grabados, en los que es posible observar su rechazo por el ac ademicismo y su viaje hac i a lo gro t e s co como forma de ex p resión. Pintor de gran influencia, rechazó las va n g u a rd i a s parisinas de principios del siglo por co n s i d e-

rar que los impresionistas y puntillistas eran fríos, que no se ace rcaban a la luz y el color de una forma vital. También es interesante comp robar la importancia que sobre su estilo pud i e ron ejercer los gra b ados de Goya, especialmente la serie de ‘Los caprichos’ y la que posteriormente recibieron de él pintores españoles como Darío de Regoyos, pero también otros ex p resionistas europeos. En este n ú m e ro, José Manuel Caballero Bonald hace, en su discurso de recogida del Premio Reina

Recortes 1 CIERRA ‘EL VÍBORA’ DESPUÉS DE 25 AÑOS DE CÓMIC Es una lástima, pero después de una llamada de socorro en marzo, la única superviviente de la época dorada de las revistas españolas de cómic echa el cierre y sigue el mismo camino que ‘Cimoc’, ‘Makoki’ y tantas otras. De cuarenta mil lectores en los mejores tiempos de su larga trayectoria de veinticinco años, ahora ya sólo pasaban por el kiosco unos seis mil, y la empresa editora no puede afrontar los costes. La novela gráfica, el ‘manga’ y otras opciones de ocio han atraído al público potencial de la revista, que también es cierto que en sus últimos años tenía una trayectoria un tanto errática, aunque siempre ofrecía páginas que merecían la pena. Se pierde también una plataforma más para los nuevos autores que se quieren dar a conocer, una de las facetas más interesantes de cualquier revista de cómic. Su editor, Josep María Berenguer, afirma que ‘El Víbora’ ha sido una «crónica social de la sociedad a través de la ficción, un reflejo del pensamiento de los jóvenes». El de diciembre será el último número.

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MARTIN AMIS, SOBRE EL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO El escritor británico Martin Amis se ha forjado una etiqueta de polémico a través de sus libros y sus declaraciones. En una entrevista en el diario argentino ‘La nación’ da su opinión sobre cómo afecta la crisis de la masculinidad en el fundamentalismo islámico: «Los hombres somos muy sugestionables y estamos hablando de sociedades donde al hombre se lo trata como a un semidiós, mientras que las mujeres no cuentan y son analfabetas. Al crecer, vemos a nuestras hermanas, a las madres y a las abuelas, y sólo por ser hombres es inevitable sentir que se ha recibido algún tipo de gracia divina. Ahora, estos mismos hombres después miran alrededor y esa potencia que sienten en sí mismos no la ven traducida en la realidad política, en sus países débiles y corruptos, que son una ofensa a la idea de justicia universal del Islam. Y eso es una gran humillación. En Occidente no entendemos la humillación como la siente esta gente tan oprimida. Es algo aguado, en comparación. El

Sofía, una defensa de la poesía como asidero terapéutico ante todo lo que nos desag rad a del mundo. Henning Mankell continúa la fructífera saga del inspector Wallander, un hombre común enfrentado al derrumbe del bienestar social en la siempre mitificada sociedad sueca. Y también proponemos un repaso por la obra de la productora Pixar tras el estreno de Los Increíbles y vemos cómo ha cre ado un sello que ha acabado con los tópicos más establecidos del cine de animación.

Antonio Marcos fundamentalismo islámico se entiende, de alguna manera, por esta tensión entre el sentimiento de omnipotencia de los hombres y la inhabilidad de transformarlo en poder político. Es una reacción a siglos de hombres humillados. Ya tras perder la Alhambra, quedó la célebre frase de la madre del sultán, que le dijo: ‘No llores como mujer por lo que no supiste defender como hombre’».

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MIGUEL MARTÍN, MÚSICA Y HUMOR CONTRA LAS CARENCIAS AFECTIVAS Hacer reír es difícil. Decía un guionista de comedia que detrás de cada carcajada hay horas de trabajo y Luis García Berlanga se quejaba el otro día en una conversación con López Vázquez en Radio Nacional de las pocas comedias que habían recibido un ‘Oscar’. Pues Miguel Martín lleva ya años haciendo reír, en formaciones como ‘Las tres gracias’ o ‘Nicolás y Miguelón’. Durante este tiempo, en sus actuaciones en el Café Teatro de La Vega y en pequeños locales ha ido encarnando a unos personajes metidos de lleno en el absurdo. Primero, es capaz de hacer creíble cualquier situación imposible (por ejemplo, una entrevista al toro que mató a Manolete) y después establece una complicidad con el público a través de la naturalidad con la que actúa, que fomenta algo que siempre da resultado: lo imprevisible. En este espectáculo, el próximo sábado, en el Auditorio Calatrava, además canta, con números musicales que comienzan en lo paródico y terminan en su terreno de siempre. Le acompañan el pianista Pablo Ruiz, el Mago Miqui y la bailarina Elena García.

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GLOBOS TERRÁQUEOS Y VIEJAS PORTADAS Por último, la cosecha de la red. worldprocessor.com es un proyecto gráfico que analiza el planeta desde puntos de vista políticos y geográficos, interesantísimo por plasmar gráficamente los fríos datos. Y además bonito. Y también lo son las portadas de libros de vintagepbks.com, una extensa colección de viejos libros de género: negro, ciencia ficción y erótico. Revelador.

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Martin Amis. Miguel Martín en una de sus actuaciones. El mundo tiene muchas vistas. Adiós a ‘El Víbora’ y portadas ‘vintage’ para clásicos de la novela negra


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e pro d u ce especial sat i sfacción que este premio, según su enunciado, esté abierto al ámbito de la poesía i b e roamericana, es decir, a una doble órbita lingüística que incluye a decenas de países y a ce n t en a res de millones de hablantes. Por lo que a mí respecta o, mejor, por lo que se refiere a la lengua en que me ex p re s o, nada me puede atañer de un modo más lisonjero que el hecho de que este pre m i o engl o b e, aparte de al portugués, al inmenso territorio de la poesía escrita en lengua española. Yo siempre me he sentido, desde una doble perspectiva humana y profesional, vinculado a una tradición de neto engranaje hispanoamericano. Y no ya porque mi pad re fuese cubano y yo haya vivido durante años en Bogotá y La Habana, sino porque mis primeros m ae s t ros literarios ve rd ad e ramente estables fueron poetas y n ovelistas sudamericanos. Entiéndase bien: no digo que careciera de unos esenciales apre n d izajes en el fértil y eminente espacio de la literat u ra española, es que mis pre d i l e cciones literarias también entroncaban de modo muy especial con la poesía y la narrat i va latinoamericanas. El ejemplo de eficiencia y pericia, de capacidad indagatoria en la lengua escrita, que me llegaban –pongo por caso– de Colombia o Cuba, de Chile o Perú, de México o Argentina, tuvo para mí el valor de un magisterio que me alentó durante mis iniciales tentativas literarias y que ya no olvidaría nunca. Esa evidencia apasionante de la lengua española tra s p l a n t ada a tierras americanas, con la que yo conviví durante años, contenía como el germen de una predisposición sensitiva que educó de modo cat e g ó r i coal escritor que he llegado a ser. Lo cual supone algo más que una mera anécdota biográfica: es como una co n ex i ó n operativa que acabó suministrándome no pocas compensaciones humanas y literarias. Por eso co ntinúan fielmente instalados en mi memoria –por citar unos poco s ejemplos notables– Vallejo y Neruda, Rulfo y Onetti, Carpentier y Lezama, Borges y Octavio Paz... Ni siquiera hace falta recordar el carácter sustancialmente plural –mestizo– del español, fruto admirable de tantas sucesivas herencias oriundas de las viejas culturas mediterráneas, aparte –c l aro– de esas copiosas adopciones que han venido engrosando nuestro caudal léxico. No por consabid o, existe más apro p i ado arg umento para valorar un fenómeno que define a la vez la florac i ó n m agnífica del castellano y su asentamiento más allá de nuestras fronteras. En tanto que ve h ículo unive rsal de ex p resión literaria, la lengua española define, como ya se ha venido reiterando, una manco m u n i d ad, una co p ropiedad que atañe por igual a todos los hispanohablantes. Nadie puede reclamar el centro exclusivo de

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Mi palabra escrita reproduce obviamente mis ideas estéticas, pero también mi pensamiento moral, mi manera de intervenir en la historia que comparto

José Manuel Caballero Bonald ❯ Alberto Prieto

JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD

El valor terapéutico de la poesía Discurso del poeta en la recogida del XIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. La Universidad acaba de publicar una antología, Años y libros, con estudio de Luis García Jambrina

una lengua que fue pro f u s a m e nte aclimatándose a medida que se expandía. Por supuesto que ex i sten y hasta se prodigan peculiarid ades, rasgos distintivos acordes con los carac t e res físicos e históricos de cada país, pero la dive rs i d ad de atributos tiene aquí el sentido indisputable de una gran casa cuya unidad viene definida por la plura l i d ad de sus habitaciones. Algo por el estilo se podría plantear respecto al portugués y sus fecundas ra m i f i c aciones por el mundo adelante. Se ha dicho más de una ve z que todas las literaturas que se escriben en una misma lengua deben ser enfo c adas bajo una misma óptica. Estoy de acuerdo. Las literaturas hispánicas constituyen de hecho un co n s o rc i o, una asoc i ación de dife rentes influjos locales, de características no necesariamente afines, pero nada de eso afecta al mestizaje efectivo del idioma común, tanto más rico cuanto más diverso. Todas las lit e rat u ras escritas en lengua española pertenecen, por tanto, a una especie de condominio cultural, aun co n s e r vando sus re s p e ct i vos matices y cualidades. Las dife rencias que puedan rastrearse –por ejemplo– entre el español de Ni c a ragua, Perú o Colombia, vienen a ser del mismo orden teórico que las que puedan ad ve r t i rse en los distintos usos del español en Castilla, Andalucía o Asturias. Cada uno se moviliza, natural y afortunadamente, a partir de sus correspondientes peculiaridad e s . Cuando hablamos de nuestra literat u ra, ese pro n o m b re posesivo –nuestra– debe entenderse en su más palmaria diversificación territorial. Los cultivadores de esas literaturas, estén donde estén, son justamente copartícipes de un legado distribuido según cada personalidad nacional y aun regional. Las mismas fronteras geográficas definen otros tantos aportes de s avias lingüísticas co n f l u yentes en un mismo tro n co. He ahí la vitalidad, la formidable capac i d ad mestiza del español. El pat r i m onio egregio de nuestra literatura clásica se ramificó ejemplarmente desde el mar de las Antillas al cabo de Hornos y dio frutos cuyo p ro l í f i co magisterio se pro l o n ga hasta hoy mismo. No se trata sólo de una evidencia histórica sino de un justiciero veredicto cultural. Y no quisiera finalizar este recuento de gratitudes y emociones

sin hacer mención de mi vieja y afanosa dedicación a la poesía, un oficio en el que he venido ejerc itándome desde hace más de medio sigl o. Al menos puedo alardear de pers eve rancia. Mi palabra escrita reproduce obviamente mis ideas estéticas, pero también mi pensamiento moral, mi manera de intervenir en la historia que co m p a r t o. El instrumento del idioma me ha servido para objetivar mi noción del mundo, y he procurado siempre que esa poética noción del mundo se co r re sponda con mis más irrenunciable p ro g rama vital. Como suele decirse, en mi obra está implícito todo lo que yo pienso, y hasta lo que todavía no pienso. Cada vez estoy más seguro de que la poesía, ésa que ocupa más espacio que el texto propiamente dicho, me explica y me justifica. Incluso podría añadir que la poesía me ha enseñado a co n o cerme mejor a medida que he ido valiéndome de ella para elegir mis propios diagnósticos sob re la realidad. Creo honestamente en el papel s a l vador de la poesía, en su capac i d ad curat i va frente a los tra stornos que pueda depararnos la historia. En un mundo como el que hoy compartimos, asediad o de violencias y tribulaciones, guerras inicuas y menosprecios a los d e rechos humanos, en un mundo como éste hay que reivindicar las soluciones justicieras de la inteligencia, los viejos métodos humanísticos de la razón. Quizá se trate de una utopía, pero la utopía también es una esperanza consecutivamente aplazada, de modo que habrá que confiar en que esa esperanza también se nutra de las

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Leer un libro, escuchar un concierto, contemplar un cuadro, son form a s inmediatas y eficientes para d e f e n d e rnos de todo lo que nos ofende ge n e rosas fuentes de la inteligencia. ¿Qué sería sin ella de tantos h o n rosos títulos como deco ra n nuestra civilización? Leer un libro, escuchar un co n c i e r t o, co n t e mplar un cuadro, son formas inmediatas y eficientes para defe n d e rnos de todo lo que nos ofende o procura mermar nuestras opciones a la libertad y la felicidad. Tal vez se logre así que una nueva sensibilidad colectiva haga prevalecer el pensamiento crítico sobre el pensamiento único. Tal vez una s o c i e d ad perpleja como la nuest ra se tra n s forme así en una sociedad solidaria. Pensemos con el debido optimismo que la poesía también dispone de ese poder terapéutico.


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La conexión española: influencia de Goya ❯ Uno de los puntos en los que la exposición hace espacial hincapié es en la conexión entre la obra de Ensor y la de Goya, al que alguna vez calificó como «el gran inquieto». En una carta escrita en 1884 al pintor y amigo Darío de Regoyos, explica una reciente visita al Museo de Lille. Después de hablar de Corot, Courbet, y Jordaens afirma: «Las obras maestras del museo son los Goya. He visto sus Viejas. Dos viejas vestidas de baile mirándose en un espejo en cuyo reverso está escrito ‘¿Qué tal?’ Al fondo, el Tiempo, que va a darles un buen escobazo. Nunca he visto caras más horribles, me han impresionado mucho (...) Estas pinturas españolas me han hecho hervir la sangre. Deseo ardientemente ver los Velázquez y España». Tras esa visita, realizó algunas copias y grabados, como Los colgados, La precariedad y una versión a partir del ‘Capricho 51, Se repelen’ (reproducido abajo). Isabelle Van den Broeke ha estudiado esta conexión y sostiene que «no sabemos hasta que punto Ensor conocía toda la obra de Goya. Las similitudes resultan particularmente numerosas: ambos pintores exploran detalladamente y sin reserva las formas más dispares de perversión y terror». Herwig Todts da un nuevo giro: «Goya plasmó de forma melancólica la tentación estética del mal, pero siempre profundamente humana. ¿Resultaría demasiado osado afirmar que la imaginación grotesca de Ensor está mas cerca de las estampas blasfemas de Jake y Dinos Chapman, Insult to injury, realizadas en 2003, que de los Desastres de la guerra de Goya?

Los mensajeros del terro Hasta el próximo 15 de enero, la sala de San Eloy acoge una muestra de la obra de James Ensor, el pintor que transformó en máscaras las convulsiones del salto de siglo, y analiza su relación con el art e español

❯ Antonio Marcos

ames Sidney Ensor (Ostende, 1860-1949) firmaba algunos de sus cuad ros de encargo co m o ‘el pintor de las máscaras’ y co n ese sello ha pasado a la Historia de la pintura. ¿Qué se esconde detrás de esas máscaras que Ensor pintó y que veía a diario en la tienda que sus pad res tenían en Ostende? Herwig Todts, autor de los t extos del cat á l o go de la ex p o s ición: «En sus composiciones con máscaras lo feo y lo débil no se esconden tras una máscara amena o amenazadora, como en los emblemas del siglo XVI o en las ilustraciones diabólicas de Félicien

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ARTE

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A la izquierda, Esqueletos luchando por el cuerpo de un ahorcado, 1891. A la derecha, El pintor esqueleto, 1896.

Bodegón con ostras (1882), un ejemplo de la concepción de la luz y el color de James Ensor. Cartel para la exposición en el Salon des Cents (París), con la obra Demonios que me atosigan, 1898

ror de James Ensor Rops. Al co n t ra r i o, la ex p resión del disfraz esconde la auténtica naturaleza de gente loca y maléfica». Ensor estudió en Bruselas dentro de las re glas del academicismo que dominó el arte entre los siglos XV y XIX, una etapa que le forma pero que repudia por su rigidez. «Para aprender a respetar el arte académico, dibujaba cada tarde estatuas de yeso, quitándoles el polvo. Durante tres años, dibujé por la tarde siguiendo ejemplos antiguos y durante el día pintaba según la naturaleza; de noche componía y cartografiaba mis sueños», escribe. Él prefiere enfrentarse directamen-

te a la nat u raleza, a los motivo s más próximos, a las personas del entorno portuario en el que vive, acuñando una conciencia social cercana al socialismo utópico pero que pronto abandonará, desconfiado ante el sentimentalismo y la pre d i c ación humanitaria, hacia una postura cercana al anarquismo intelectual. «Siempre se quema aquello que se ha ad o rado. Tenemos que rebelarnos fre nte a las comuniones. Para ser artista hay que vivir oculto... Cielos duros, cielos carentes de bondad y de amor, cielos cerrados a vuestros ojos, cielos pobres, cielos desnudos sin consuelo, cielos sin sonrisa, cielos oficiales, todos los

cielos, siguen ag ravando vuestras penas, pobres despreciados, condenados al surco. Oprimidos bajo carcajadas y silbidos malignos, no podíais creer en la bondad de los hombres, en la clarividencia de los ministros, y los verd u gos de los despachos os maltrataban. A ve ces, os moríais escupiendo contra las estrellas y vuestros esputos de desprecio constelaban el firmamento de los pintores de entonces...». Ese desprecio hacia ‘las comuniones’ le aleja de las co r r i e ntes artísticas, y sus paisajes y bodegones tienen mucho más que ver con Turner que con los imp resionistas y puntillistas fra n-

ceses: «Detesto la desco m p o s ición de la luz. El puntillismo tiende a matar el sentimiento y la visión fresca y personal. Repruebo todo amanera m i e n t o, método o modelo y todas las medidas, semimedidas o la enseñanza forzada. Todas las reglas, todos los cánones artísticos vomitan muerte...». En 1882, escribe de manera sencilla su teoría sobre la pintura: «La visión se modifica con la o b s e r vación. La primera observación, la del vulgo, es la línea simple, seca, que no busca el color. En la segunda etapa, el ojo más ejerc i t ado distingue los valores de los tonos y sus sutilezas. La última es aquella en que el artista aprecia las sutilezas y los juegos múltiples de la luz, sus planos, sus gravitaciones. Sus inve stigaciones progresivas modifican la visión privitiva y la línea sufre y pasa a un segundo plano. Y es así como el arte evolucionó desde la

línea del gótico a través del color y el movimiento del Renacimiento, hasta llegar a la luz moderna». Su mirada siempre estuvo ahí, menos sarcástica, pero a partir de 1900 se encerró en la pequeña Ostende y llenó su pintura de m á s c a ras mac a b ras, cómicas, trágicas, con la muerte de fondo, con el vislumbramiento de un ter ror procedente de la quiebra espiritual propia del siglo XIX y de los acontecimientos ve n i d e ro s . Mario de Micheli, en Las van guardias artísticas del siglo XX, lo define así: «La visión de Ensor es algo que antes ‘no’ existía, algo inquietante, demoníaco. Su nota fundamental seguirá estando, sobre todo, en su despiad ada ironía, en aquella muchedumbre pataleante de esqueletos y de diablos que soltó por el mundo como mensajeros de un invisible terror que muy pronto atenazaría la garganta de los hombres».


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Cine, literatura y poder JOSÉ ANTONIO PÉREZ BOWIE Cine, literatura y poder Cervantes, 2004 293 pp.

❯ El nuevo libro de José Antonio Pérez Bowie, pro fesor titular de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Salamanca, que acaba de ver la luz, aborda una parcela poco estudiada de la historia del cine español: la de sus relaciones con los textos literarios, a los que acudió de modo sistemático en busca de argumentos, durante la dictadura franquista, un periodo en el que el control ideológico ejercido desde el poder se extendió a todos los ámbitos de la actividad intelectual y artística, especialmente a aquellos medios como el cine, cuya capacidad de influir sobre el imaginario co l e c t i voresultaba innegable. El Estado surgido tras la victoria en la co ntienda civil necesitaba afianzar su implantación en la sociedad española, reforzando los va l o res que constituían su ideario, eliminando toda posibilidad de disidencia interior y procurando, a la vez, proyectar una imagen positiva más allá de nuestras fro nt e ras. El cine se co nvirtió en un instrumento eficaz para llevar a cabo ese programa y sus producciones acudieron re i t eradamente a los textos literarios que les surtiesen de argumentos sobre los que sustentar la defensa del sistema de va l o re s preconizado. Todo un amplio arsenal de literatura conservadora estaba a disposición de los productores: los textos del teatro hist ó r i co postro m á n t i co y modernista que o f recían una visión idealizada y falsa del pasado; la novela conservad o ra de la Restauración con su defensa a ultranza de las posiciones del catolicismo más integrista; la pro d u cción teat ral del periodo de preguerra, especialmente la de aquellos autores que, desde la aparente vacuidad de sus mensajes re p resentaban un sólido bastión de la ideología burguesa más re accionaria; las novelas contemporáneas que exaltaban las gestas heroicas de la recién terminada contienda desde la pers p e c t i va de los vencedores. El presente libro parte de la hipótesis de que el fenómeno de la ad a p t ación cinematográfica necesita ser explicado a partir de la co m p rensión de los fac t o res de dive rs a índole que condicionan la elección de unos d e t e r m i n ados textos literarios para ser t ra s l ad ados a la pantalla; y el cine fra nquista constituía, como se demuestra, un ejemplo elocuente para probarlo. Para ello, además de analizar los casos concretos de algunas ad a p t aciones, se re co n s t r u yeel discurso teórico en torno al cine y al hecho mismo de la adaptación y se establece el sistema de valores a partir del cual una crítica caracterizada por su extrema fidelidad al régimen emitía sus juicios. Las investigaciones de Pérez Bowie se ce ntran actualmente en el teat ro y en el ámbito de las re l aciones entre cine y literatura. Ha publicado, entre otros libros, La novela teatral, Materiales para un sueño (En torno a la recepción del cine en España 18961936), Realismo teatral y realismo cinema tográfico: las claves de un debate.

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Ejercicios de maestría en los límites del relato e los pocos elementos teóricamente fiables de los que dispone el lector para va l o rar una obra ( todos ellos elementos lábiles y variables) la co h e rencia de fondo y forma acaba siendo uno de los pocos factores efectivos. La obra literaria ce n t rada en el campo del re l ato de José María Merino confirma esta apreciación. Aunque publicados en parte, pero retocados para esta edición, Cuentos de los días raros es un paso más en este aspecto narrativo. La temática se articula esencialmente en torno a tres temas: la muerte, el amor y la literat u ra. Curiosamente, los elementos de esta triple temática se entrecruzan, co nvirtiendo lo narrado en un anticipo de la bella irrealidad sobre la que se sustentan los ‘cuentos’. De todos esas sabido que a José María Merino le resulta siempre tentador el intento por descubrir situaciones diarias alteradas por la aparición inesperada de la fantasía, la irrealidad, la teórica inverosimilitud. En cuanto al contenido de los rel atos, la muerte es el primero de los elementos temáticos. La muerte se hace presente de forma anticipad a , espeluznante en ‘Los días torcidos’ e incluso en ‘La casa fe l i z ,’ un re l at o cargado de extraño y misterioso desasosiego. Y muerte es, a fin de cuentas, el desenlace que se anticipa en ‘El viaje secreto’. Una muerte más d u ra, porque es casi una muerte en vida. El amor tiene también su cuota lit e raria; un amor pleno de connotaciones. Se concreta literariamente en situaciones misteriosas (como es el caso de ‘Papilo síderum’) o en las confluencias traicioneras de la info r m ática (‘Celina y Ne l i m a’), en la ‘salvación’ del fumador contumaz (‘El fum ador que acecha’) y en el recuerdo de las viejas epopeyas en bicicleta llevadas a cabo en la posguerra, evo c adas ‘Maniobras nocturnas’. No falta el amor como triste ejercicio de la cob a rdía, en ‘Sinara, cúpulas malvas’, p e ro el fracaso sentimental sirve en este campo de apertura hacia mundos ex ó t i cos. En este mundo pers onal del amor se incluye el afecto, incapaz en algún caso (como observamos en ‘La memoria tramposa’) de re conducir la delirante situación del narrad o r. Con todo, la literatura es el campo en el que tanto los sentimientos humanos como las técnicas creativas hallan su verdadera consumación.. Pero el pro t agonista no es el hombre convencional sino el ser humano enfre n t ado a situaciones irreales y, por t a n t o, inexplicables. El aprove c h amiento de la literatura es tan fructífero y original que se presta a un recorrido ‘cronológico’. El trasfondo literario y amoro s o de ‘Papilo síderum’, refleja el primer momento, a través de la literat u ra

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JOSÉ MARÍA MERINO Cuentos de los días raros Alfaguara, 2004 233 pp.

del Kafka de La metamorfosis. La literat u ra en los tiempos de la posg u e r ra ha sido siempre vive n c i a aprovechada por José María Merino. La literatura como refugio, como huida de un mundo vulgar hacia un mundo lege n d a r i o, se hace pat e n t e en ‘Mundo Baldería’. De ahí la ‘desaparición’ de Fernando, un alto ejecutivo de la Bolsa, que en sueños, recibe la visita de su primo Lito, a quien decidirá ‘acompañar’. Un bello cuento en el esfuerzo por recuperar ciertos libros de la infancia. No faltan las visiones legendarias de espacios leoneses, como se observa en el estremecedor relato ambientado en Las Médulas. El acceso a mundos irreales, de feliz exo t i s m o, toma fuerza también no por la literatura, pero sí por la música en alguno de los cuentos, titulado con una canción de los Beatles. Tal vez el relato que mejor ex p r i m e, vivencial y literariamente estos aspectos sea ‘El viaje secre t o’. La experiencia de Tot o t o ñ o, el niño aco m p l e j ado por su tartamudez, al tener acceso al mundo de la lectura (a través de la amistad de su amigo Froilán Mo n t e ag u-

do) será una experiencia marav i l l osa. Por eso, la tragedia narrada en el c u e n t o, quedará suav i z ada por la fuerza que el chico tartamudo alcanza con su acercamiento a los libros. Amor y literat u ra co n f l u yen en dos relatos de plena actualidad: el milag roso aprovechamiento de la informática para el estudio de la lengua y la pasión que la informática genera incluso en serios y rigurosos investigad o res. El profesor Souto, fracasado en su experiencia sentimental y profesional, se verá abocado a una sit u ación desoladora, descrita en el relato ‘El fumador que acecha’. Estamos ante un peldaño nuevo ; ante el estrato más moderno de la nar rat i va de José María Merino, el mundo del re l ato breve. Cuentos de los días raros es un nuevo paso, pleno de excelentes muestras de técnica lit e raria depurada que son, sin embargo, accesibles a cualquier lector.. No son estos dos elementos, técnica y acce s i b i l i d ad, elementos que se descubran fácilmente en los narradores actuales... Nicolás Miñambres ❮


LIBROS

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icen que es un escritor-estrella de rock, vende millones de libros en el norte y centro de Europa, llena teatros y sus fans lo esperan en los aeropuertos. Se dice que su literatura es negra, porque mezcla un detective, Kurt Wallander, a estas alturas, casi de la familia, crímenes e intrigas; Henning Mankell, sueco 56 años, que vive seis meses del año en Mozambique «para escapar del egoísmo e u ropeo» califica sus novelas como rojas: «Critico la sociedad desde la izquierda». Hay que reconocer que las editoriales a veces aciertan de plano, aunque en España costó darse cuenta de lo que valía Mankell, Tusquets decidió apostar por él; dramaturgo y narrador, un auténtico éxito de ventas nórdico que dicen ha regenerado el género negro con su mirada comprometida y tolerante. Traducido a más de tre i nta idiomas, incluido el vietnamita, Henning Mankell nació en 1948 en Estocolmo, casado con una de las hijas del famoso cineasta Ingmar Bergman, Eva, director de teatro, a Mankell le gusta hablar sobre todo de su vida en Mo z a m b i q u e, donde dirige el Teat ro Nacional: «Llevo una vida muy poco dra m ática. Vi vo en un piso de la ciudad, trabajo en el teat ro y escribo. Lo que sí es dramática es la razón por la que me fui allí, quería encontrar un punto de vista alejado del egoísmo europeo, de ese no escuchar, de ese muro de intolerancia que construimos tras la caída del muro de Berlín». Mankell es un hombre pre o c up ado por lo que ocurre a diario. «Vemos gente ahogada en las playas españolas, inmigrantes que m u e ren asfixiados en camiones, barcos en los que se hacinan los refugiados, hay mucho que escribir sobre esto. Es el peor escenario posible». Huye del calificativo de novela negra para añadir que son los medios los que se empeñan en calificar sus libros como ‘negros’ y que de todos modos espera que en diez o quince años los autores de novelas negras puedan ganar el Nobel, aunque si eso ocurre puntualiza, ya no las llamarán negras.

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Novela negra y sociedad La novela negra en cualquier c a s o, no es un género menor, es una tradición que se remonta a las obras de teatro de la antigua Grecia, donde utilizaban el crimen como un espejo para ver lo que sucedía en la sociedad, asegura Mankell. Lo encontramos en Shake speare y en Dostoievski, y Macbeth es sin duda la mejor novela policíaca que he leído jamás; la co n spiración y los asesinatos son la mejor manera de co n o cer la realidad, porque ponen a las personas y a la sociedad en situaciones extremas. Sin duda, uno de los éxitos de Mankell ha sido la cre ación de un pers o n aje ‘fieramente humano’ Kurt Wallander, un hombre común y corriente, nada que ver con los héroes de la novela negra americana, que todos recordamos mis-

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El paraíso no está en el norte HENNING MANKELL

menudo y continúa: «generac i ones enteras de jóvenes sienten cómo el suelo se tambalea bajo sus pies, muchos de estos jóvenes son inmigrantes en cuya integración hemos fracasado». La violencia se ha co nvertido en algo nat u ral en Suecia y eso que nos sorprende tanto a los lectores, le sorprende también a Wallander y seguramente a Mankell. «Hemos sobrepasado un límite, ¿fue el asesinato de Olof Palme lo que inició este d e s ce n s o?». Es fácil ex p l i c a rs e porque en su tierra le consideran un autor político, inteligente, lúcido y comprometido, algo muy escaso hoy día, y muy observad o r, n ada pasa desapercibido delante de los ojos de Mankell-Wallander, palabras, gestos, tonos de voz, sens aciones, miradas, todo es analizado, diseccionado, tasado y medido. Mankell conoce la sociedad actual como pocos y es capaz de describirla en estupendas novelas.

HENNING MANKELL Cortafuegos Tusquets, 2004 544 pp.

Henning Mankell

teriosos, rodeados de mujeres fa scinantes, un punto soberbios y casi omnipotentes; frente a ellos Wallander es un hombre en constante evolución, lleno de dudas, de miedos, de asombro, cambia de opinión, se transforma de un libro a otro, aunque nunca en lo fundamental; divo rc i ad o, con una hija que a veces siente cerca y a ve ce s tan distante, con un padre anciano; siempre preocupado, reservado, meticuloso, siempre trabaja en equipo, aunque sus escapadas en solitario tienen algo de épico. En las cuatro primeras novelas es un hombre que no se cuida, que come cualquier cosa, bebe demasiado, en el quinto ya es diabético... este tipo de detalles hacen que la gente, los lectores se identifiquen fácilmente con él. Wallander piensa, saca su bloc escolar y toma nota, hace recuento de los detalles; es muy escandinavo, tiene el carácter de los hombres del norte de E u ropa, tra b aja mucho, nunca descansa, es poco apasionado en temas de amor. Tiene una gran ca-

pac i d ad para escuchar y pre o c up a rse por los demás. Henning Mankell comparte esa preocupación por el mundo en el que vive con su policía, además de la edad, el gusto por la ópera y su capac id ad de tra b aj o, pero nada más añade Mankell. La serie de Wallander Juntos dibujan la decadencia de la sociedad del bienestar y reflejan los nuevos tipos de violencia y desigualdad que están surg i e ndo. En Suecia se le ve como un autor político. «Me preocupa el giro de Europa hacia la ex t rema derecha, el agujero cada vez más grande entre pobres y ricos, el aumento de la violencia entre los niños, su fácil acceso a las armas. Tenemos que decidir de una vez por todas en qué tipo de sociedad queremos vivir... ¿Soy un ro m á n t i co por soñar con que aún es posible la solidaridad?». Asesinos sin rostro, el primer libro de la serie es un alegato co ntra la xenofobia y el racismo en la

Autor teatral Aparte de la serie Wallander, que es la que nos interesa, Mankell es un considerable autor de libros infantiles y tiene mucho teatro a sus espaldas, tiene ya ocho títulos en nuestro país, está en preparación el noveno, Pirámide que supuestamente acaba la serie; novelas que han dado lugar a numerosas películas y series de televisión en el norte de Europa. Afortunadamente ya pueden leerse en el orden en que fueron creadas aunque leerlas de cualquier forma no supone ninguna dificultad: tramas inteligentes y poderosas que te arrastran, aderezadas con una p rosa ágil que nos lleva dire c t amente a Ystad, la pequeña ciudad de la región de Escania, alrededor de la que gira todo el universo de E u ropa rica que se atrinchera, si- Wallander, tan lejos, tan cerca. guieron luego Los perros de Riga, Leer a Henning Mankell es suLa leona blanca, El hombre son - mergirte en un mundo de vientos r i e n t e... hasta éste último Corta - y aguas heladas, del que sales para fuegos; novelas admirablemente encontrarte con una taza de café estructuradas, distintas, convin- cargado y unas horas de descancentes; te metes en ellas, vives en so, un mundo que nosotros los laellas; el clima, el frío, el viento, las tinos hemos idealizado tantas veheladas, las noches tan largas o ces, la sociedad justa, perfecta, en tan cortas, la escasez de luz, de sol, la que todo funcionaba y re s u l t a el mar y siempre esa conexión con que no, que no es tan justa, ni tan cualquier otra parte del mundo a pacífica, ni todo funciona. Mankell miles de kilómetros, alguien casi con la ayuda de su inspector de potodopoderoso en alguna parte licía, pasado de peso, fracasado comueve los hilos y todo el mundo se mo hijo, y temeroso de hacerlo cotambalea; plantean siempre un in- mo padre, tan solo, tan asustado, teligente debate sobre cuestiones tan asombrado ante lo que ve y resociales de importancia, racismo, conoce como el estrepitoso frac adife rencias sociales, personas que so de las supuestas buenas intenviven en los márgenes de una so- ciones nos empuja de lleno a la acciedad aparentemente feliz, malos tualidad, a lo que conocemos y no tratos, venganzas, las inexpugna- queremos ver y nos quita la espebles redes informáticas a las que ranza, un esperanza infundada pesiempre se puede acceder, ansias ro que aquí creíamos inge n u ade poder, de controlar... mente que allí todavía era posible, «Cada vez hay más pers o n a s un ensayo de paraíso, también eso abandonadas a su suerte, el prin- era mentira. cipio de la solidaridad ya no funciona», se lamenta Wallander a Charo Ruano ❮


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TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 5 de diciembre de 2004

Fotogramas de Los Increíbles, Buscando a Nemo, Toy Story, Luxo Jr. y Geri’s game

LOS INCREÍBLES: Sueños del pasado, presente y futuro na familia de súper-héroes con trajes a juego. El pad re posee el don de la súper-f u e rza, la mad re puede moldear su cuerpo a voluntad, la hija pread olescente es capaz de hacerse inv isible y el chaval pequeño puede moverse a la velocidad del rayo. Incluso el bebé mocoso de la casa se guarda alguna sorpresa en la manga del pijama. Éste es el punto de partida de Los Increíbles, la última producción de los estudios Pixar, responsables de Toy Story, Mons truos S.A., Bichos o Buscando a Nemo. En esta ocasión, los creat ivos del estudio ponen sus miras en el mundo de los superhéroes, auténtica tabla de salvamento del cine más co m e rcial de nuestro s

u

días: Spiderman, Hellboy o (el también increíble) Hulk han desfilado por las pantallas en fila de a uno, y se espera el aterrizaje de un nuevo Batman y un Superman re m o z ado. Pixar no se conforma, en L o s Increíbles, con abordar un pers onaje y adaptar una historia; toma toda la materia de los tebeos pop u l a res norteamericanos y la refunde en una visión tierna e irónica del maravilloso mundo de los héroes con súper-poderes.

Los ejecutivos de Pixar co n f i aron en este proyecto la batuta de su circo tecnológico a Brad Bird, que ha sabido llevar a la pantalla el mismo mundo estilizado de la América de los cuarenta en que se ambientaba su anterior película: El Gigante de Hierro. Si añadimos la experiencia en familias disfuncionales que pudo adquirir dirigiendo capítulos de Los Simpson, tenemos los ingredientes principales del cóctel: fantasía, nostalgia ‘retro’ y una familia rara. Y es que Los Increíbles se centra tanto en las hazañas de sus protagonistas como en sus debilidad e s , puestas de manifiesto cuando la ley re t i ra a los súper-hombres al a n o n i m at o. La súper-familia se tambalea. La inactividad ha conve r t ido a Bob Parr, antes Mr. In c reíble y ahora cabeza de familia, en un obeso deprimido y gris; Helen Parr, ex Elastigirl y ahora mamá para todo, trata de pacificar su hogar y se preocupa por sus cartucheras y sus hijos, unos auténticos inad a ptados que se sienten diferentes. La idea, desde luego, no es nueva. La re fe rencia directa de la fa m i l i a Parr es la familia Richards (co n ocida también como Los 4 Fa n t á sticos), otra súper-familia con problemas cotidianos que incluía un hombre elástico, una chica inv i s ible y un titán de fuerza sobre h umana. El único cambio en el elenco lo supone Dash Parr, el niño súperveloz, que sustituye a Jo h n ny

Storm, el hombre de fuego o, mejor dicho, la Antorcha Humana. No hay ni que decir que los Parr deberán afrontar el nacimiento de una temible amenaza bajo el lema de ‘la familia unida, jamás será vencida’. Desde su primera secuencia, Los Increíbles es un cariñoso homenaje a las páginas de los tebeos de héroes enfundados en traj e s imposibles: peleas en azoteas al más puro estilo Batman, paradas de trenes al gusto Superman, viajes relámpago tipo Flash, villanosmagnate como Kingpin, robots gigantes heroicidas a lo Patrulla-X, civiles cabre ados con un toque Spiderman… Eso sí, con un dis-

tanciamiento que aporta distinción, muchas sonrisas y alguna c a rc aj ada. Algunos ejemplos: un pequeño antifaz basta para ocultar la identidad secreta de un héroe, hay quien se for ra diseñando los traj e s de los súperhombres y m u j e res, las h a b i l i d ad e s sobrehumanas pueden suponer problemas (y ventajas) en la vida cotidiana… Los Increíbles se separa de este modo de la tendencia que trata de adaptar más o menos literalmente las aventuras de un pers o n aje y asume un mayor vuelo cre at i vo para dirigirs e, más que a los niños de hoy, a los que lo fueron ayer o anteayer. Pixar Animation Studios (que es el nombre completo del negocio) continúa con esta película el desarrollo de su franquicia, que consiste en hacer películas que uti-

lizan de forma exclusiva imágenes generadas por ordenador. La compañía, nacida en el área de influencia de la factoría de George Lucas, de Steve Jobs (pionero de Apple) y de Disney (distribuidora y con un contrato de coproducción a punto de expirar), se sostiene c re ativamente sobre John Lasseter, un tipo con gafas y camisa hawaiana. Lasseter dirige el departamento cre ativo desde la fundación de la compañía en 1986, cuando contaba con 44 empleados. Hoy es un equipo de más de 700 pers onas que han conseguido desbancar de la taquilla a la propia Disney utilizando el mismo método de trabajo: las historias para todos los p ú b l i cos, la perfección técnica, la excelencia artística y la innovación constante. En este caso, en Los In creíbles, el avance apunta a la re c reación eficaz de criat u ra s humanas. Para ello, los t é c n i cos de Pixar se han ce n t rado en el desarrollo de herramientas que simulen el comportamiento nat ural de huesos, músculo y piel. Lo s artistas de la casa han dado buena cuenta de estas innovaciones para crear unos personajes estupendamente diseñados, alucinantes caricaturas co r p ó reas que se mueven (¡y cómo!) por el escenario de los sueños de los niños de antaño. Sí señor. Para increíbles, estos tíos de Pixar. Tomás Sánchez ❮


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