culturas
N° 62 Suplemento de
artes y letras
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de febrero de 2006
El fragmentado mundo de 4
Comocemos su escritura a través de las imágenes de Amores perros, 21 gramos y la recién estrenada Los tres entierros de Melquiades Estrada.Ahora publica sus relatos en el libro Retorno 201.
GUILLERMO
ARRIAGA
3 ARCTIC MONKEYS
7 L. G. JAMBRINA
Son jóvenes con pose rebelde y han llegado a la cima gracias a la autopromoción en Internet. En la música británica, todo es posible.
El profesor de la Usal pisa el terreno de la narrativa fantástica con su libro de relatos Muertos S.A., donde ficción y realidad se confunden.
N°62
2 culturas
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de febrero de 2006
cinematográficos suelen queen la sombra. Cuando se dice ‘una pelílculaosdarescritores de’ enseguida ponemos detrás el nombre del director, obviando que cualquier filme es el resultado de un trabajo colectivo. El guionista –aunque esta palabra no le guste a nuestro invitado de hoy– es el que primero ve las imágenes que luego se llevarán a la pantalla, pero es al último al que se invita a los cocteles de estreno. Por eso es grato comprobar cómo en el cartel de Los tres entierros de Melquiades Estra-
da pone bien grande: «Del guionista de Amores perros y 21 gramos», aunque la película esté dirigida por un actor de sobra conocido, Tommy Lee Jones. Pues ese guionista, ganador del premio en Cannes, es Guillermo Arriaga, escritor de fondo e inventor de esas historias de destinos trágicos y entrecruzados con México de escenario. Escritor de fondo, Arriaga ha presentado en España un libro de relatos editado y aprovechamos la ocasión para charlar con él sobre cine y narrativa. También charlamos en es-
te número con Luis García Jambrina, a propósito de Muertos S.A., otro volumen de relatos donde la muerte se confunde con la vida y la fantasía con la realidad. Y, muerte y México, se encuentran en el pintor Juan Soriano, del que ya les hablamos hace algunos meses, que nos acaba de dejar y su despedida nos demuestra el carácter de este tránsito en aquel país. Les explicamos también algunas claves del éxito de Arctic Monkeys, la última revelación que nos llega desde la envidiable música inglesa.
Antonio Marcos culturastribuna@yahoo.es
1 EL CALLEJERO OCULTO Leía hace poco en bldgblog.blogspot.com que la ciudad es un avatar de sí misma, algo que habla de la constante transformación del territorio urbano en el que vivimos. Algunos de esos cambios cristalizan en evidencias físicas permanentes, otros pugnan por sobrevivir hasta que desaparecen. De muchos, sólo queda el recuerdo por el nombre de una calle o una plaza. El Pozo amarillo, Tentenecio, Adela Lastra nos hablan de hechos y geografías constatables que perduran más allá de sus modelos. Ahora vamos a tener una calle de ‘El Expolio’, y con ello el actual alcalde pretende que nunca se olvide que la Administración Central decidió devolver a la Generalitat unos legajos que figuraban en unos de sus archivos. Se intenta elevar a acontecimiento histórico algo que, fuera de la desquiciada lógica política que vivimos, no supera lo básicamente burocrático y que, realmente, no tiene ninguna influencia en la vida de la ciudad. Incluso si el edificio entero con el archivo dentro desapareciera y levantaran allí un centro comercial. ‘El Expolio’ parece un nombre poco perdurable, porque lleva implícito de una manera demasiado evidente el clima político en el que se genera y el sesgo del interés de una de las partes. Y, como reflejo de una forma de hacer política, resulta indignante. Con este criterio, la Comisión del callejero –menudo papel el suyo– no tardará en recibir propuestas como ‘Plaza del Parking de los Bandos’, ‘Plaza de Los Anómimos’, ‘Barrio del Abandono Municipal’, ‘Avenida de Los que se fueron a trabajar a Madrid’ o ‘Calle Reventón 1’ y siguientes.
2
EL PATRIMONIO IMAGINARIO Si la semana pasada hablábamos en el suplemento sobre Luis Cortés y su labor de documentación de aquella Salamanca de los años cincuenta y primeros sesenta, se podría decir que Victorino García Calderón realiza una labor similar en el presente. El miércoles, en el Aula Salinas de la Universidad, presenta una proyección que bajo el título de ‘Patrimonio imaginario’ engloba fotografías realizadas en los últimos años bajo un concepto muy amplio de patrimonio: industrial, rural, comercial,
paisajístico, arquitectónico. Le gusta a Victorino estar presente con su cámara en ese momento de tránsito en el que algunas cosas se encuentran a punto de dejar de ser, en un punto intermedio entre el abandono y la desaparición. Así, muchas de sus fotos, unen a su carácter documental el matiz de la denuncia por los olvidos o el de la nostalgia por lo que no vuelve. Una de las recomendaciones de la semana.
3
LA LÍRICA DEL COMPARTIR «Los miércoles a las nueve de la noche, hora de Nueva York, la cadena norteamericana ABC emite una serie de televisión que me gusta. A esa misma hora un mexicano llamado Elías, dueño de un vivero en Veracruz, la está grabando directamente a su disco rígido, y tan pronto como acabe subirá el archivo a Internet, sin cobrar un centavo por la molestia. Tiene esta costumbre, dice, porque le gusta la serie y sabe que hay personas en otras partes del mundo que están esperando por verla. Lo hace con dedicación, del mismo modo que trasplanta las gardenias de su jardín para que se reproduzca la belleza». Es un fragmento del artículo ‘Los justos’ que, evocando a Borges, ha escrito Hernán Casciari en su blog, Orsai, uno de los más visitados de la Red. Sin duda, uno de los mejores textos que he leído sobre la capacidad de las nuevas tecnologías para compartir gustos, conocimientos y emociones.
4 OTRAS RECOMENDACIONES Después de programar un espectáculo de danza de Gelabert-Azzopardi –hacía ya meses que no se veía danza contemporánea en la ciudad– la Fundación trae la música de Yann Tiersen. Evocador y nostálgico, el músico se hizo conocido por la banda sonora de la película Amelie, pero su discurso musical no es flor de un día. También recomendable resulta la lectura de Pío Baroja, ahora que vuelve a salir en los periódicos con motivo de no sé qué efeméride, quizá un centenario. Tusquets ha editado un volumen titulado La raza con las novelas Una dama errante, La ciudad de la niebla y El árbol de la ciencia. Qué manera de escribir la de este hombre y que necesario su pensamiento.
Arriba, fotografías de la serie ‘El patrimonio imaginario’, que Victorino García Calderón mostrará el miércoles en el Aula Salinas. Abajo, portada de uno de los discos de Yann Tiersen
MÚSICA
culturas 3
Un cierto toque ‘british’
deo publicitario para la música de calidad. Por supuesto que en Gran Bretaña también hay ‘triunfitos’ dando saltos y grititos académicos entre los escenarios y los programas de vídeos musicales, pero uno puede conectar el más odiadoamado electrodoméstico para ver a Paul Weller en horario ‘prime time’ tocando un par de temas en acústico y analizando con el presentador de turno la actualidad del pop-rock británico. Un lujo, un verdadero lugar donde reconfortarse y del que nosotros carecemos, aunque siempre haya intentos como ‘IPop’, de La 2 de TVE, que muestran síntomas de cierta recuperación. En todo caso, resulta insuficiente porque, para completar nuestro desolador panorama, las cadenas ‘especializadas’ en vídeos musicales han decidido copiar esquemas propios de Estados Unidos, lo que en ningún caso conecta con la idiosincrasia de nuestro público y además propicia modelos globalizados que no son beneficiosos si hablamos de cultura. El mercado británico también ha sabido promocionar el formato single, es decir, la canción como elemento aislado de consumo. La vida de un tema no se limita a rebotar de forma cíclica entre las distintas radio-fórmulas puesto que el público está acostumbrado a comprar este material. Esta situación se beneficia del hecho de que las compañías, a la vista del éxito del CD single, cuiden las ediciones y ofrezcan a los seguidores de los grupos (no siempre tienen que ser ‘indies’) tomas inéditas, descartes de estudio, versiones de clásicos o grabaciones en directo que hacen mucho más atractiva la canción extraída del disco grande. Todo esto queda reflejado en las listas de canciones más vendidas, por donde durante los últimos meses se han asomado nuevos grupos locales como Kasabian, Kaiser Chiefs, The Futureheads o Mäximo Park, algo impensable en la escena ‘alternativa’ española, salvo la rara excepción de La Buena Vida hace un par de años. Esta vertiente comercial deriva, de forma inevitable, en que los promotores musicales públicos y, sobre todo, privados apuesten por programar a estas nuevas bandas en directo y sus nombres terminan por ser conocidos en cualquier lugar del territorio británico. Esto es lo que ha pasado en las últimas semanas con Arctic Monkeys, un fenómeno que –otra característica muy ‘british’– es muy exportable y se ha extendido rápidamente por toda Europa. Si en los años noventa Sheffield se sitúo en el mapa musical gracias al impacto de Pulp, con Jarvis Cocker ejerciendo de mordaz y despiadado cronista social con un aire a lo Oscar Wilde, ahora se han hecho un hueco también Arctic Monkeys, aunque sus textos y música recuerden, por su impacto y sordidez, mucho más el ladrido de un ‘perro callejero’ del último Martin Amis.
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de febrero de 2006
ARCTIC MONKEYS
O de cómo la industria británica exporta todas sus revelaciones porque allí, la música sí importa. La última es un grupo de chicos con pose airada, descaro y autopromoción a través de Internet. Sí, suenan bien. ara empezar, una historia. Un relato corto sobre cuatro jóvenes (ahora) que en 2002 (casi unos niños) se reúnen en un garaje para tocar rock emulando a sus ídolos. Deciden llamarse Arctic Monkeys y a alguno de ellos se le enciende una bombilla sobre su despeinada cabellera y piensa que, aprovechando las nuevas tecnologías, no estaría mal grabar unos cuantos de sus temas en una ‘demo’ –maqueta, vamos– y regalarla por los lugares más efervescentes de la industrial Sheffield. Comienzan a tocar por todos los locales de la ciudad y el siguiente paso es permitir descargar gratuitamente sus canciones de Internet, lo que conlleva contratos para actuar por todo el Reino Unido. De viajar apiñados en una furgoneta a conseguir el número uno de las canciones más vendidas con ‘I bet you look good on the dancefloor’ –un título que define actitud y territorio emo-
p
cional de su música– sólo transcurren tres años. Ya estamos en octubre de 2005 y el nudo de la historia muestra a cuatro adolescentes de una ciudad gris de Inglaterra que han dado otro golpe de efecto a la industria musical con dos jugadas de marketing casero, a base de CD vírgenes y una conexión a Internet, y ahora se preparan para encontrar su hueco en el gran mercado de la mano de Domino, que protege también la carrera de Franz Ferdinand, los niños prodigio de la temporada pasada. El relato concluye con la edición de su álbum de debut Whatever people say I am, that´s what I’am not, demostración de que no pretenden abandonar su pose de jóvenes airados que tocan rock, escupen rimas como si manejaran hip hop –curiosa conexión entre el estilo del cantante Alex Turner y el particular ‘flow’ de The Streets– y piensan que sus problemas existenciales se reducen a chicas, discotecas y juergas salvajes que arrancan un viernes con una bronca y terminan el domingo con la apatía que producen las últimas horas de luz del fin de semana. Pueden quedarse en el enésimo bluff o bien confirmar que la mezcla de su lírica descarada con lo mejor del rock de los últimos años seguirá consiguiendo adeptos y no sólo entre el público más joven. De momento, Arctic Monkeys ha lo-
grado el récord de ventas de un primer disco, arrebatando este honor a Definitely Maybe de Oasis, y, de paso, situarse entre los preferidos de la crítica británica de los últimos meses, gracias a su habilidad para hacer converger la herencia de The Jam y The Kinks con el impacto mediático de The Strokes. Tras analizar el último fenómeno musical de Gran Bretaña, ahora quedan al descubierto algunos factores que componen lo que se podía denominar el toque ‘british’ o esas condiciones adecuadas que se dan para que la música de calidad emerja del anonimato. Además de la utilización de las nuevas tecno-
logías como elemento amplificador del talento artístico –Internet suplanta el tradicional efecto del ‘boca a boca’– hay otros elementos que confluyen en un mismo concepto: cultura musical. Estamos ante una industria que, aparentemente, goza de una buena salud y cuyos cimientos se sostienen primero en la prensa musical; ésta posee un curioso sentido de la pluralidad puesto que abarca desde la crónica social (amores, desamores y escándalos en los locales de grabación, ya saben por dónde va la historia) al análisis en profundidad y los grandes análisis retrospectivos que indagan en los orígenes de cada nuevo fenómeno. Y la letra impresa, más culta y mejor considerada, no es la única vía de transmisión de estos conocimientos y opiniones; la televisión, siempre tan difícil de combinar con el concepto de (alta) cultura, también reserva un hueco entre su bombarARCTIC MONKEYS Whatever people say I am, that’s what I’am not
Domino-Pias Spain, 2006
Pueden quedarse en el enésimo bluff o bien confirmar que la mezcla de su lírica descarada con lo mejor del rock de los últimos años seguirá consiguiendo adeptos
Fernando Bernal
4 culturas
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de febrero de 2006
Ivana Mollo
uillermo Arriaga (México 1958) no cree ni en Dios ni en el destino, será por eso que le obsesiona el amor, la muerte y el vaivén de circunstancias que se mueven en medio. Es, ante todo, un escritor conocido por los guiones de Amores Perros, 21 Gramos y Los tres entierros de Melquíades Estrada –guión premiado con la Palma de Oro del Festival de Cannes en 2005–, que nos presenta su libro Retorno 201 (Páginas de Espuma, 2005), una serie de historias escritas hace 20 años que muestran cómo los temas y el tratamiento narrativo forman un corpus que se unifica en la labor de un escritor que se asume como tal y que está de paso por el cine.
No me gusta la palabra guión, me parece más adecuado el término ‘play’. No uso nunca la palabra guionista, no quiero hacer guías, yo no hago guías
g
otros, la violencia aparece como un destello, ¿cuántos hay que de un arranque súbito actúan violentamente y se condenan? Tú puedes ser un hombre pacífico toda tu vida, pero basta un momento de desesperación, un segundo de violencia, para que seas condenado incluso a la muerte. Aunque también hay muchas otras formas de violencia: el ostracismo, el lenguaje, la mirada.
¿Cómo pueden los personajes de Retorno 201 sobreponerse a su destino, a su naturaleza? Recuerdo una película en la que un tipo decía: «prefiero creer en el destino que en el azar, porque el destino le da cierta dignidad a lo que sucede». Como no soy creyente, no creo en manos gigantescas que se posan sobre nada, en cambio ¡el azar es tan absurdo! Creo en la concatenación de hechos fortuitos que de pronto se dan en una situación y en ese sentido, me adhiero a lo que decía Borges: «un encuentro casual en una cita». Sin embargo, hay momentos en los aparece una especie de escritura interna del propio personaje que no se deja vencer, y aunque ellos intenten sobreponerse, están embarcados en esa misma dialéctica, siempre cumpliendo ese mandato. Yo creo que nacemos en circunstancias particulares y eso constituye un signo inevitable sobre nosotros. Mis personajes son, siguiendo el lema de Ortega y Gasset, ellos mismos y sus circunstancias. A mí me interesan todas las contradicciones, todo el abanico de la experiencia humana, porque la experiencia humana es la paradoja donde el hombre mejor se revela. Yo quiero presentar situaciones paradójicas, desde quien quiere vencer su destino y desde el que lo cumple tal cual se le presenta, o el que vence sin saber realmente por qué venció. Naturalmente, me llaman los personajes que van a los extremos, y me interesan sobremanera los que caminan al borde del abismo y no se caen, los que pueden llegar al borde y no tienen vértigo. Me molestan los que sólo quieren mantener su seguridad a toda costa. No me parecen interesantes ni literaria ni vitalmente. Entonces hay algo más que determinismo, porque sus personajes están muy localizados, más allá del marcado uso de la oralidad, por una fuerte presencia del entorno que condi-
El escritor Guillermo Arriaga
GUILLERMO ARRIAGA
«Perdemos la capacidad de contar historias» Es el responsable de esas historias fragmentadas y con raíz trágica que nos contaban las películas Amores perros y 21 gramos. Ahora estrena Los tres entierros de Melquiades Estrada, dirigida por Tommy Lee Jones. En su libro Retorno 201 se revela como un gran contador de historias.
ciona las circunstancias que le toca vivir, defender o revertir. Hay muchos resortes que pugnan entre nosotros mismos: primero nuestros instintos, nuestra animalidad, nuestros genes, las historias que cargamos, los prototipos universales, el entorno en el que crecimos y lo que es propio de cada cual. El entorno influye, pero no es lo decisivo. Hay misterios mucho más recónditos, hay resortes mucho más oscuros, y lo que le interesa a un escritor creo que no es tanto cómo son esos resortes sino cómo actúan y entre qué fuerzas pugnan. No obstante, existe una intención, planteada desde la escritura, de redención, de justificación de esos personajes que caminan entre la dignidad y el abismo. ¿Hasta dónde se justifica la muerte o la violencia? La violencia me parece absurda y estúpida, pero no por eso deja de ser un elemento de relación. Hay quienes se relacionan con el mundo sólo por la violencia. Para
Su biografía, sus obsesiones, sus pasiones están presentes en los escritos como parte de la historia: la muerte, el amor, el azar, las circunstancias... ¿Por qué adoptar una estructura narrativa fragmentaria? ¿Por qué ir destapando agujeros hasta que todo se alumbra? Yo siempre he creído, como Faulkner, que cada historia tiene una forma distinta de ser contada. Yo quería que las historias empujaran hacia sus propios problemas de sentido. Ninguna de las historias del libro se cuenta de la misma manera, por eso he dicho que estos relatos son el germen de cómo cuento las historias en el cine, por eso he dicho que mi obra de cine es parte de un corpus literario, por eso, precisamente, he insistido en que las obras para cine son de autor. La historia que está contada en 21 gramos viene de ‘En Paz’, Amores perros viene de ‘Nueva Orleans’, cuentos que tienen 15 o 20 años. ¿Cuáles son las diferencias entre escribir un guión y escribir un cuento? Más allá de las de las dificultades formales que implica cada género, a mí no me gusta la palabra guión, me parece más adecuado el término ‘play’. No uso nunca la palabra guionista, no quiero hacer guías, yo no hago guías. Lo que puede ver la gente es que las películas mantienen una coherencia con lo anterior, y espero que eso suceda con otros escritores de cine. Estoy absolutamente por la labor de que haya un respeto por el trabajo de quien escribe, porque hasta ahora había una especie de complot: uno sabe perfectamente quien dirigió, quién actuó, pero no quien escribió. ¿Cómo ve el panorama del cine y de la ficción en general? Creo que vivimos una situación de pérdida de la capacidad
LIBROS
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de febrero de 2006
Un auténtico bestiario de lo cotidiano
presente y el destino o el azar. ‘Retorno’ también es el nombre de la calle donde nació y vivió su infancia, un territorio que según sus propias palabras, se gana a los golpes.
El libro abre con un relato a cuyo Como en tantas ficciones tono nos viene acostumbrando contemporáneas, en Retorno la retórica mexicana reciente 201 las atmósferas se en su vertiente cinematográfica construyen en la oralidad y en y plástica más popularizada: el manejo verbal de lo desordenes familiares y cotidiano. Sin embargo, y aún económicos, clases en tiempos de completa acomodadas, desordenes experimentación sobre el punto sexuales, hastío, desdén y de vista, la mano de Arriaga finales fatales. Lilly, la niña con dirige el armado del puzzle en cara de rinoceronte, abre el el que vive cada uno de los libro y prologa el resto de los relatos y el total de esta relatos en tipos de personajes y historia. La alternancia entre un circunstancias sociales. Un hilo tiempo y otro está manejada conductor que va desde la por un yo externo que ordena. violencia repulsiva y La narración avanza en diversos desgarradora inspirada en el juegos temporales y faulkneriano Benjy de El Ruido y gramaticales y se deja llevar la Furia, al juego casi por una estructura lógica adolescente de pasiones no donde, como en los mejores correspondidas. El efecto escritos clásicos, cada estremecedor va dejando paso elemento está en concordancia al amor y a la extraña forma con el conjunto. Es decir, se que puede adoptar su van armando los laberintos en liberación, a la los que los proximidad de la personajes muerte y a la marca descubren las que ambos razones de sus acontecimientos dejan actos. Para ello se en los vivos. La vale de la fiabilidad fatalidad y el juego de autobiográfica y de las posibilidades que una secreta conducen a un destino aspiración a lo hacen de este libro un universal que verdadero bestiario de comparte con los lo cotidiano, donde las que argumentan GUILLERMO ARRIAGA certezas pueden ser sobre el amor, la Retorno 201 tan paradójicas como muerte, la la mirada de un pintor persistencia del Páginas de Espuma, 2005 ciego. Ivana Mollo pasado en el 160 pp. / 13 euros
Desembarco de un original pensador Michel Onfray, éxito de ventas en Francia, defiende un hedonismo libertario
MICHEL ONFRAY Tratado de ateología Traducción: Luz Freire Anagrama, 2006 249 pp. / 16 euros
Traducción: Irache Ganuza Edaf, 2005 340 pp. / 18 euros
Imagen de Los tres entierros de Meliquiades Estrada, con guión de Arriaga
man. Hay una cosa televisiva consumista que ha favorecido asociaciones terribles: los viejos muriéndose en Francia o los viejos muriéndose en Nueva Orleans. Ya son como desechos y es obligación de los escritores y de todos los que se dedican al arte, pensar la capacidad de contar historias porque sólo pensándonos a nosotros mismos podemos entendernos.
i mis datos no están incompletos, el primer libro que se tradujo de Michel Onfray al español se publicó hace tres años y tres meses, y lo hizo la editorial Pre-Textos. Encomiablemente traducido por Ximo Brotons, Teoría del cuerpo enamorado. Por una erótica solar, cuya edición original es de dos años antes, sirvió para mostrarnos a este raro filósofo francés que tiene ahora cuarenta y seis años y al que, con una treintena de libros publicados, parece increíble que le quede tiempo para dar sus clases de instituto. Teoría del cuerpo enamorado nos mostró el carácter sorprendente de Onfray: ante todo, un delicioso estilo poético, cuyo entusiasmo solo puede recordarnos a Nietzsche, pensador continuamente citado por Onfray a lo largo de una bibliografía que es una invitación a la vida y al goce. Además, Onfray es autor de la recuperación de un pensador olvidado: Georges Palante, nietzscheano de izquierdas del que ha publicado su obra y una biografía. Teoría del cuerpo enamorado es un libro sobre la sexualidad, que pretende «liberar al eros de las múltiples trabas a las que el cristianismo y la sociedad normalizada lo tienen sometido». Antimanual de filosofía, orientado a los estudiantes de bachillerato, fue publicado hace unos meses por la editorial Edaf. La novedad radical de este curso de filosofía para adolescentes, que nada tiene que ver con El mundo de Sofía, está en partir de las preguntas que se hacen los propios adolescentes, y en que, partiendo de ellas, llega hasta donde puede llegar y no más allá. Pero la comparación con el libro de Gaarder da para más: el libro de Gaarder es una historia tradicional de la filosofía, este no. Gaarder nos habla de Platón, Aristóteles, Kant, Marx, etc., Onfray no hace esfuerzos por acercarnos a esos grandes pensadores, sino que trae hasta el lector a
s
MICHEL ONFRAY Antimanual de filosofía
de ficcionalizar el mundo. Hemos perdido la capacidad de contar historias porque estamos perdiendo la capacidad de la vida interior. La vida interior no puede convertirse en el cristal por el que pasa la realidad y se transforma en otra cosa. Estamos sometidos a una serie de banalizaciones constantes. Yo he sido maestro universitario durante 26 años; ahora tienes que ser un show-
culturas 5
MICHEL ONFRAY Teoría del cuerpo enamorado. Por una erótica solar Traducción: Ximo Brotons Pre-Textos, 2002 244 pp. / 18 euros
los que éste necesita, y lo hace dándoles la palabra. Todo para responder a preguntas como ¿Queda mucho en vosotros de chimpancé?, ¿por qué vuestro instituto está construido como una cárcel?, ¿debéis negaros a obedecer a vuestro jefe de estudios cuando suelte tonterías?, ¿podrías prescindir de tu móvil? Onfray podría haber caído en la banalización, pero no: este antimanual es un manual alternativo, y se parece demasiado poco a un manual al uso para ser una simplificación. Es otra cosa, y esa otra cosa es francamente interesante. Y ahora Anagrama ha publicado Tratado de ateología, libro del que, según tengo entendido, se han vendido cincuenta mil ejemplares en Francia, país que quizá hiciera la Revolución para que no fuera vergonzoso ser ateo. «¿Dios ha muerto? Está por verse... Tan buena noticia habría producido efectos solares de los que esperamos siempre, aunque en vano, la menor prueba. En lugar de que dicha desaparición haya dejado al descubierto un campo fecundo, más bien percibimos el nihilismo, el culto a lo fútil, la pasión por la nada, el gusto malsano por lo sombrío propio del fin de las civilizaciones...». Tal vez no haya muerto nunca, pero indudablemente está resucitando. Frente a esta resurrección, Onfray propone un ateísmo en positivo, que se enfrente a las tres religiones del libro. Tras desmontar «la neurosis infantil de la humanidad», el hedonismo libertario que propone Onfray se opone también al consumo compulsivo de nuestra época, para defender la risa, la rebeldía, el goce. Es de esperar que los próximos años nos deparen traducciones de ese Onfray que ha dedicado cientos de páginas al mundo de los sentidos: Critique de la raison diététique, La raison gourmande, L’art de jouir... Garcimuñoz
6 culturas LIBROS Vanidades literarias
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de febrero de 2006
Con los pies en la basura Joël Egloff ejercita una comprometida simbiosis de humor y denuncia en un escenario distópico
PABLO SÁNCHEZ Caja negra Lengua de Trapo, 2005 254 pp. / 17,95 euros
Después de varios años de frustrantes y continuos rechazos del mundo editorial, Raúl Garay consigue publicar su primera novela: Indicios del caos. Aclamada por crítica y público, el éxito de la obra lleva al joven escritor a disfrutar de las bondades de la fama y el reconocimiento público. Instalado en el campo cultural nacional gracias a su triunfo literario, entra en un mundo de cócteles, presentaciones, viajes y dinero fácil en el que «los caprichos se vuelven genialidades» y «las lagunas culturales argumentos de autoridad». En medio de esta continua celebración, recibe una denuncia por plagio de Elías Betancourt, autor de una novela publicada años antes cuyas coincidencias con su obra son escandalosamente evidentes. Su carrera literaria, lo único que había dado sentido a una experiencia marcada por la muerte y el fracaso, se viene abajo humillantemente en pocos meses en beneficio de la de Betancourt, estableciéndose desde ese momento entre ellos una relación de obsesión absoluta que desemboca en la locura de la venganza y la alienación total. La inquina contra el usurpador de su puesto en la cima intelectual conlleva el desprecio hacia la propia literatura. El amor por la letra escrita, generador de esperanzas ilusorias («sé que la literatura no me salvará, pero prefiero engañarme»), se transforma en odio hacia la ambigüedad de los cánones, la parcialidad editorial y la facilidad con la que se erigen y se destruyen los dioses literarios. Garay narra la historia de su desastre personal en forma autobiográfica, como si de la caja negra de un avión que acaba de estrellarse se tratara. A través de un discurso cínico y soberbio, aunque tremendamente lúcido, reconstruye su descenso a los infiernos en una constante reflexión sobre la creación literaria y las miserias del mundo editorial que mantiene en todo momento en el aire la incógnita planteada al inicio de la novela. Esa intriga termina convirtiéndose en dilema para el lector, atrapado entre una contradictoria voz que proclama su inocencia con la misma fuerza que reclama vanidosamente su lugar entre la elite literaria y una serie de indicios plagiarios que parecen ir más allá de las simples casualidades. Lejos de resolverse, a medida que avanza la trama esas dudas se van haciendo más complejas y difíciles de resolver cuando las aparentemente opuestas posturas ante el mundo de los dos protagonistas se descubren similares. Coincidir en la forma de haber vivido, sentido y creado con el doble antagónico resulta tan insoportable que lleva a los irreconciliables enemigos a una espiral aniquiladora que termina por volverse autodestructiva y que conduce a una inquietante tesis que cuestiona la genialidad en un mundo posmoderno lleno de relecturas y referentes culturales. Javier Sánchez Zapatero
o más extraño de esta obra no es lo que el autor propone, sino, paradójicamente, aquello que no se planteó como objetivo. No es difícil adivinar y comprobar cuáles son las intenciones de Egloff. Basta echarle un vistazo por encima para identificar la lectura metafórica de esta ciudad que crea, a la que no le dedica más que una descripción, al inicio de la novela, y que tiene por atmósfera la inmundicia. Dada la índole ficticia, tal vez demasiado ficticia, hasta el extremo de sacar al lector de su comunión con la propuesta narrativa, uno se traslada inmediatamente al género de la ciencia ficción, donde las sociedades dibujadas son un vaticinio y, por lo regular, una denuncia. El protagonista, un neurótico pusilánime, huérfano y medio sordo, pertenece a los estratos bajos de la urbe, sobrevive trabajando en lo más oscuro, que es el matadero, donde se sacrifica cualquier tipo de animal doméstico en una cadena de liquidación y despiece en la que puede llegar a aparecer el cadáver de un ser humano. Las vacaciones de su infancia las pasó en un lugar de veraneo junto a la depuradora, en cuyos tanques iba a bañarse en compañía de su primera novia. Cuando de la ciudad se apodera la niebla ésta es tan densa que distorsiona hasta la voz, que impide la percepción de la propia mano. Y por la ciudad, a la hora del crepúsculo, vagan jaurías de perros sarnosos dispuestos a robar la comida o los trozos de pantorrilla del que se descuide. A todo esto cabe añadir algún capítulo con piezas tan esperanzadoras como la luz al final del túnel, como es el caso de un atisbo de puesta de sol, o una capa de olor a primavera que flota, minuciosa y tenue, durante unos segundos por la ciudad. Estos capítulos son los más cortos, pues obedecen a plumazos de esperanza. Por el contrario, Egloff se entretiene con ese secundario que vive en el desguace, que atiende a sus visitas en los asientos de los vehículos, o en la imposibilidad de dar la no-
l
JOËL EGLOFF El aturdimiento Lengua de Trapo, 2006 136 pp. / 14,60 euros
ticia de un fallecimiento a una viuda. Una vez expuesta la intención de denuncia, la metáfora que no precisa aclaración, al lector le queda por comprobar si el tono designa algo, si esa labor entre la ironía y el existencialismo sucio trascenderá más allá del entretenimiento. Y será ese misterio, que Egloff deja sin resolver, suponemos que intencionadamente, lo que más incomoda de la novela. ¿A qué se debe el paso de aviones que participan de una realidad paralela, que dejan caer sus restos sobre los hogares hasta el punto de que los habitantes se ven obligados a dormir con casco? ¿Pretende forzar una sonrisa o pretende forzar la irrealidad para hacerla increíble? En este caso, ¿qué busca un autor que saca a sus lectores de la narración? En principio, este no es un objetivo corriente en la historia de la literatura. Acaso sea esa comprometida simbiosis de humor y denuncia lo que no termina de funcionar en esta obra, lo que la transforma en una lectura en la que los atisbos de otra vida posible, extraídos de las conversaciones entre el protagonista y su mejor amigo, son lo más convincente. Es posible que falte un poco de rigor, ese que hace al autor abandonar constantemente los términos referidos a la basura y a las complicaciones de sobrevivir, en aras de lo absurdo, y que podría haberse solucionado con un poco más de trabajo, pues facilidad inventiva no le falta a Egloff. Por eso no deja de ser insólito el final, que es una metáfora dentro de la metáfora de la narración, con ánimo de expresar los límites del desconsuelo. Más aún teniendo en cuenta que uno sueña de noche, y que en esta ciudad constreñida no existe diferencia entre la luz de la noche y la del día. Cuando Egloff habla de un tiempo de perros en una noche polar, se limita a solventar el problema de no habernos transmitido esa sensación durante el relato. Ricardo Martínez Llorca
Ambicioso juego cervantino Jiménez Lozano, profundo conocedor de los clásicos, visita a Cervantes en Las gallinas del licenciado uy pocos escritores mantienen un ritmo literario comparable al de José Jiménez Lozano. Hombre de vasta y profunda cultura, nunca ha abandonado en su obra la reJOSÉ cuperación de los JIMÉNEZ LOZANO clásicos, vistos desLas gallinas de perspectivas del licenciado muy distintas. Por Seix Barral, 2005 ello, era impensable 190 pp. / 15 euros que Jiménez Lozano dejara pasar el año de celebración de Cervantes sin dedicarle su particular homenaje. Lo ha hecho sin estridencias y, sobre todo, sin agobios cronológicos. La obra ha aparecido cuando el año cervantino iniciaba su final y no se trata de un estudio monográfico sobre del autor del Quijote. Se ha dicho incluso que la imagen de Cervantes aparece demasiado tarde en la obra, pero es discutible. Un lector atento observará cómo en el capítulo IV aparece ya un personaje de Esquivias de claras trazas quijotescas, Alonso Quijada de la Torre: «Aunque, ahora, había aquí un hi-
m
dalgo cincuentón, letrado y a la vez hombre de armas, que estaba preparando éstas, y vengaría todos esos atropellos» (p. 33). En el capítulo XIII, el susodicho hidalgo desaparecerá de Esquivias acompañado de Juan Martínez el posadero. Hay que admitir que el título de la obra justifica la importancia del tratamiento de las gallinas, una broma literaria cargada de ironía que a Jiménez Lozano le sirve para recuperar en sus páginas el mundo humilde de la España del siglo XVI, tan lejano de brillos culturales y fastos políticos. El encargo de una docena de gallinas griegas hecha por el Licenciado Palacios del pueblo de Esquivias a su amigo don Diego de Ávalos sirve de pretexto para la visión de la España popular, si bien el lector puede pensar que este juguete literario no merecía tantas páginas. Esquivias sirve también como enlace geográfico para acercar la imagen de Cervantes, a quien Alonso Quijada de la Torre ha conocido en Toledo («un cierto soldado de Lepanto, con el que trabó conversación»). Tal soldado acabará unido en matrimonio con doña Catalina, vecina de Esquivias. A partir de este momento, dentro del ámbito de la España rural, la personali-
dad de Cervantes va tomando cuerpo estético y humano. Jiménez Lozano sigue de cerca sus avatares vitales, así como los escenarios donde se desarrollan, pero no faltan ciertos guiños literarios, como es el regalo del Coloquio de las gallinas, u ocasional y galleril discurso entre doña Basilisa y donna Laura, por un escuchador amigo. La cárcel de Sevilla, Valladolid (con la recreación del oscuro suceso ocurrido en la casa de las Cervantas) serán referencias espaciales donde se sitúa el fracaso vital de ese Cervantes al que nunca le llega el merecido sosiego: «Pero ni adelantado en canas ni en achaques, ni con fama de escritor de libros y amor de lectores secretos, ni cosido a alfilerazos y desdenes le dejaban en paz a este hombre los oficios obligados…» (p.183). El final de la obra esconde uno de los secretos de su elaboración, próxima a la técnica del manuscrito encontrado. Quien narra la obra, no está preparado para su redacción escrita, pero encuentra quién puede hacerlo. Se remata así una novela sobre Cervantes, cuyo mejor homenaje es la recreación moderna de muchos de los recursos cervantinos. Nicolás Miñambres
LIBROS
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de febrero de 2006
LUIS GARCÍA JAMBRINA
Polisemia estética de la muerte
«La verdad, si llega, lo hace demasiado tarde» Planea en el libro un tono de naturalidad sobre la muerte, de proximidad con los muertos... Me interesaba que desapareciera esa frontera porque, de alguna manera lo siento así, esa sensación de que los muertos tienden a permanecer, en las casas, en la memoria, en los objetos. Al final, el libro constituye una serie de variaciones sobre esto. Para mí, en un relato lo importante es la trama, que sea contundente y que enganche al lector y no lo suelte hasta el final, pero luego estas tramas pueden ir estableciendo conexiones y parece que los cuentos dialogan entre ellos.
¿También se dirige contra ese tipo de literatura que explica la historia en base a tramas ocultas? Con eso podría haberse hecho una de esas novelas pseudohistóricas, con intriga... creo que hago justamente lo contrario: ambigüedad, broma, ironía. Se abusa de esta literatura porque hay una fórmula que funciona y se explota hasta la saciedad hasta que produce hartazgo en el lector y entonces se busca otra. Así funciona el mercado editorial. Ese investigador-profesor tiene un carácter bastante pasivo, de poca iniciativa, al que se le escurre el conocimiento entre las manos... Quizá lo que se está planteando, intuitivamente, es la imposibilidad de conocer la verdad, que es algo muy de nuestro tiempo. Y también, una falta de sentido de la tarea. El mundo ha cambiado y a veces seguimos haciendo cosas que han perdido el sentido dentro de los nuevos parámetros. Eso está ahí, latiendo. Por eso hay muchos cabos sueltos. A algún
FOTÓGRAFO
lector puede quedar insatisfecho, a aquel que le gustan los finales cerrados, pero es deliberado. Llegar a la verdad es imposible y si llegas, o da igual, o es demasiado tarde. Una pregunta a raíz de ‘Una cita aplazada sine die’ ¿Consagrar la vida a la lectura es una forma de muerte? Es una de mis obsesiones, si la lectura y la escritura son una forma de vida o son una forma de escapar a la vida. Este dilema, de carácter vital y en alguna medida moral, está sin resolver, no sé qué pensar. Me ha resultado triste ese cuento en el que se sigue la pista a la hipótesis del asesinato de un Unamuno desplazado, excluido de la ficción que la ciudad se hace de sí misma... Se les asigna un papel y si no lo cumplen, se les machaca, se les expulsa, se les condena al ostracismo. Este es un cuento de encargo, pero sobre un tema que siempre me ha fascinado. La abuela de la editora le contaba que de niña estaba fascinada por Unamuno y que cuando murió para ella fue un golpe y estaba convencida de que le habían envenenado, algo que se rumoreaba en aquel momento. Yo parto del convencimiento de que a Unamuno lo asesinaron, lo que pasa que
no lo asesinaron de la forma convencional porque no interesaba. Franco era muy inteligente y sabía que mandar matarlo iba a ser malo desde un punto de vista propagandístico en ese momento. Pero hay otras formas de matar, sobre todo a una persona que tiene ya setenta y tantos años, que está afectada, dolida, con mala conciencia también por su ambigüedad con respecto al alzamiento nacional... había que buscar un cuento que hiciera una justicia poética a Unamuno. Y ahora vuelve a vivir porque sus palabras se han materializado en una pancarta... Son los riesgos de la pervivencia. Cuando uno hace algo y eso alcanza la gloria, deja de ser de uno, ésa es la verdad. Y cualquier puede usarlo, incluso en tu contra, violentando las intenciones iniciales del autor o su espíritu. Ante eso no se puede hacer nada, no queda más que la resignación y esperar a que deje de utilizarse. Esas palabras le pudieron costar la vida en ese mismo momento y, de hecho le costaron la vida, estoy convencido de esto. Luego se empezaron a trasmitir de boca en boca, salieron en prensa, los historiadores lo han ido recogiendo... Ahora son de todos. Cualquier empleo es legítimo, no viola ninguna ley ni moral ni jurídica.
LUIS GARCÍA JAMBRINA
uis García Jambrina reúne en Muertos S.A. su condición profesional reEl Gaviero Ediciones, gistros muy variados. Profe- 2005 sor titular de la Universidad de 120 pp. / 12 euros Salamanca, experto conocedor de la poesía contemporánea (es uno de los mejores conocedores de la poesía de Claudio Rodríguez), director de actividades como los Encuentros de Escritores y Críticos de Verines, es crítico de reconocido prestigio. Toda esta labor científica halla una precisa complementación en la faceta creativa. Sus experiencias narrativas de Oposiciones a la Morgue y otros ajustes de cuentas (l995) renacen ahora en esta serie de relatos con la muerte como trasfondo. Pero esta realidad humana no aparece tratada con recursos truculentos o macabros. El final de la vida tiene aquí formas distintas, acordes con el personaje elegido o con el simbolismo que a su semblanza el escritor quiere darle. En efecto, como recuerda Pilar Pedraza en el prólogo del libro: «la muerte no existe. Sólo existen los muertos». Por ello ‘Muertos’ es el título y ‘S.A’ el teórico y ambiguo grupo que los muertos integran. Desde esta perspectiva, la muerte aparece como una realidad cotidiana, unida no a un sentimiento de veneración o temor sino asociada a tratamientos y miradas irreales. Si se exceptúa ‘Postales desde N.Y’ y ‘Overbooking’, el resto de los relatos se desarrollan desde la perspectiva de lo fantástico (es el caso, por ejemplo, de ‘Sólo cuatro o cinco almas’) o desde una interpretación culturalista. Incluso, podría hablarse de un tratamiento metaliterario: la prologuista Pilar Pedraza aparece como personaje fugaz en el primero de los relatos, ‘La verdadera historia del Quijote’ y la ciudad de Toledo como escenario real y mítico, lo mismo que el propio autor. Cuando éste pasea por las calles toledanas (tratando de superar el desasosiego que le ha provocado el original de un escritor novel) se topará con personaje misterioso. Él será quien lo conduzca por las calles de ‘La Toledo sumergida’, donde los moriscos refugiados le harán partícipe de un curioso secreto cervantino. La llegada del día pone al escritor de nuevo frente a la realidad diaria. Parecido recurso metaliterario es el que sigue en el relato dedicado, con toda justicia, a Rosa Navarro. La literatura clásica española sirve de nuevo como pretexto para confirmar, por curiosos procedimientos de espiritismo, la hipótesis de la autoría del Lazarillo propuesta recientemente por Rosa Navarro. Parecido tratamiento espiritista presenta ‘El cáliz de cristal romano’, en el que se narra el efecto de los poderes suprasensoriales de un personaje para detectar la autenticidad de piezas de arte antiguas. Aunque los libros sean una obsesión humana enfermiza, no dejan de ser un factor cultural que provocará la muerte en ‘Ventajas e inconvenientes de tener una casa con sótano’. Y no sería descabellado recordar alguno de los romances clásicos como lejano antecedente del relato ‘Una cita aplazada sine die’. El protagonista de ‘El enamorado y la muerte’ pide también un aplazamiento ante la presencia de la Dama Blanca. Todos los elementos de los relatos convergen con resultados literarios muy felices en el homenaje que Luis García Jambrina tributa a Unamuno en ‘El último café’. El testimonio que el escritor recibe de Filomena, la niña que conoció a don Miguel de Unamuno, se transforma en un símbolo perfecto de los recursos con los que Luis García Jambrina ha tejido magistralmente sus cuentos: el afecto, lo literario y lo irreal, evocados a través de una variada y polisémica visión de la muerte.
l
Antonio Marcos
En tres de ellos, el protagonista es un profesor que investiga hipótesis como las autorías de El Quijote o El Lazarillo que usted no podría defender en clase... ¿Aprovecha la ficción para esto? No lo sé. Cuando escribo aparco mi condición de profesor. En estos cuentos que tocan temas literarios hay una actitud más bien irónica. En pleno ‘año Quijote’ me apetecía hacer una broma, algo que me parece muy cervantino y le sigue el juego a Cervantes. Sí, hay una hipótesis literaria, y a uno le gustaría que fuera verdad, porque sería demoledora no sólo contra los cervantistas sino contra todo este montaje político-cultural que se ha ido tejiendo en torno a esta obra. No es una hipótesis académica, pero si vital y de actitud ante la vida. Hay ironía respecto a la condición de profesor, a la obsesión por investigar determinados temas que en el fondo no interesan a nadie, porque, qué más da ya quién es el autor de El Lazarillo. La obra se ha impuesto durante varios siglos de manera anónima, algo hoy en día inconcebible porque hoy es primero la firma y luego la obra.
culturas 7
Nicolás Miñambres
8 culturas ARTE
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de febrero de 2006
Juan Soriano, la muerte chiquita Nos acercamos a su obra cuando recibió el Premio Velázquez, a finales del pasado año. Soriano nos ha dejado y su despedida demuestra qué significa morir en México, donde la posteridad es tan cierta como el día a día n México eso de morirse es un acto estético. Se la pasan viviendo en equilibrio entre la vida y la muerte, por eso cuando viene la pelona no lo hace al modo de Santa Teresa , ese de ven muerte tan escondida que no te sienta venir, sino con fanfarria de mariachis y gritos rancheros. ¡Si me han de matar mañana que me maten bueno y qué! En México a todos se nos ve la calavera debajo de la piel, andamos a puros huesitos desnudos, huesitos santos que nos comemos felices tronando cráneos: para horror de mis visitas y desesperación de mi madre, tengo en casa una calaverita de azúcar a la que Elena Poniatowska no le pudo, por falta de tiempo, poner m nombre en la frente -¿quién le teme a la pelona habiéndose pasado todo los días de difuntos comiendo calaveras de azúcar con el nombre en ella?y un esqueletito rumbero que me sigue en todos los traslados, regalo de Hugo Argüelles, que me enseñó que el Viernes Santo se queman esos judas, muertos y demonios, en medio de la calle. Presencia macabra que fascina a mi hija, empeñada en arrancarle brazos y piernas con estrépito de calcio. La mía es una muerte dulce, un espectro de papel maché, una foto de niños muertos engalanados en los brazos de la solemne madre, un cuadro de Soriano en el que “La muerte niña” aparece inocente y cercana como la vida misma. En México los pobres se acicalaban para llevar su muertito al estudio fotográfico y fijar en papel de plata algo tan cotidiano y memorable como la muerte. Por eso Juan Soriano pintaba sus niños ángeles en su cuna de mortaja, en su blanca quietud de querubines de mejillas gordezuelas. La muerte le resultaba tan cercana como esa vida pintada que retrató México desde una universalidad0 furiosa convertida en obra. El sábado
palo, y a veces, tiene hallazgos a la mexicana, ráfagas de genialidad: en las puertas del edificio montan guardia tres de las esculturas monumentales más características de Soriano, dedicado en sus últimos años a conjurar la fragilidad física con la titánica empresa de forjar enormes masas animales de rotundas formas. Colocados con la velocidad de la ocurrencia, el pato y los dos pájaros gigantes de Soriano, de más de cuatro metros de altura y novecientos kilos de peso, velan la salida de su artífice.
e
Pie de foto/ FOTO: NOMBRE FOTÓGRAFO
Ese niño de mil años se atrevió a desafiar a los muralistas y a salir de un México al que retrataba con la misma fuerza con la que vivió una vida tan intensa once de febrero, a los 85 años, al pintor mexicano Juan Soriano, le visitó una dama de estola de serpientes y grandes sombreros de alas: la muerte de los murales de Diego Rivera, esa dama nada boba sacada de los corridos en blanco y negro de José Guadalupe Posada, el grabador anterior a la Revolución mexicana que nos convirtió a todos en siluetitas de papel de china. Ándale, ándale, en México los cuerpos no caminan, se transparentan en una radiografía de limpio hueso y ahí van, tan desnudos e ino-
Morirse es un arte en este espacio brocado de murales, habitado de aves que sobrevuelan los cuerpos convertidos en esqueletitos santos
centes como los personajes de Soriano, ese niño de mil años que se atrevió a desafiar a los muralistas y a salir de un México al que retrataba con la misma fuerza con la que vivió una vida tan intensa como entregada. Cuando en noviembre el Reina Sofía se pueble de sus ángeles, de sus ros-
tros, de sus colores sulfurosos, de sus animales gigantescos, sabremos aquí en la metrópoli que Juan Soriano no se ha ido para siempre, sino que ha tomado vuelo para acompañar a sus pájaros alados desde ese nido art-nouveau que es el Palacio de Bellas Artes, ahí, pegadito al Zócalo mexicano, donde todo pasa, donde velaron el cuerpo de Frida Kahlo en 1954 cubierto por la bandera comunista. En su capilla ardiente de amor, entre los dorados del teatro y los murales de los Tres grandes, el cuerpo del artista se mimetiza con el escenario del dolor de sus amigos, sus cuadros como tríptico religioso, las aves que custodian su camita de niño. Tocan a Mozart, a Bach y se oye una banda de mariachis. La burocracia cultural siempre pone cara de
Un hombre intenso Soriano era, para todo, intenso; la suya es una escultura densa y potente, valiente como su vida, rotunda como su conciencia. Un pintor que se dibujó a sí mismo transcendiendo su propia persona, su obra fue su vida y su vida su obra, por eso rodean el féretro tres cuadros que recuerdan que Soriano siempre se mantuvo fiel a sí mismo, a su compromiso creativo, a su círculo amoroso, a un país plástico hasta la locura que hace de cada acto una manifestación artística. Morirse es un arte en este espacio brocado de murales, salpicado de pinturas, habitado de aves que sobrevuelan los cuerpos convertidos en esqueletitos santos. El color nos embriaga, emborracha de pinceladas fluidas, de intensidades surrealistas, aguarrás con gusto a tequila. Rostros amados y ángeles incorpóreos, animales imaginados y mujeres desnudas, potentes esculturas y, sobre todo, un cuerpo delicado incrustado como una piedra preciosa en la caja modernista del edificio de Bellas Artes. La muerte institucional, la muerte cultural es en México un acto revolucionario, nos jala a todos, nos sacude como seísmo, nos revuelve la sonajera de huesos. Soriano ya no es el niño de mil años que fascinara a Octavio Paz, como Octavio Paz no es aquel que escribió “voy por tu cuerpo como por el mundo”. La despedida ha sido tan apoteósica que la eternidad es una resaca inacabable y lenta. La posteridad en México resulta tan cierta como la vida de cada día, más aún, porque nos devuelve a nuestro estado básico de esqueletitos revolucionarios, mero estrépito de huesos blancos. Ay, qué arte enfrentarse a la tristeza de la pérdida con la certidumbre de que nunca se ha ido. Y los pájaros que levantan un pesado vuelo incierto con un niño de la mano, un niño fotografiado tan quieto y feliz en su sueño eterno como un Soriano dormido. Un Soriano pintado. Un Soriano eterno. Charo Alonso