Revista SEA #33

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Diciembre de 2024

ada día, al leer las noticias me quedo más espantada. A la vez, cada día que me muevo mientras estoy viviendo, corroboro que hay personas inventando, y haciendo cosas varias que buscan generar un mundo mejor en un planeta que parecería nos está manifestando a gritos que ya no puede sostenerse. Nuestro rol desde este medio de comunicación es mostrar justamente estas últimas, para que motiven a querer caminar con esperanza de que las cosas se pueden revertir, con una visión más global, trascendental y siempre bajo tres pilares (económico, ambiental y social). Por eso en esta edición, que es la última de un año que ha durado bastantes años por todas las situaciones que han acontecido, traemos a la innovación como nota de tapa, realmente optimistas de que a través de ella se inventen, reinventen y mejoren la gestiones, proyectos, acciones, y sistemas con nuevos procedimientos, para que mediante la tecnología se pueda mejorar tanto la calidad de vida de la humanidad (no sólo de algunos) como la salud del planeta.

Queridos lectores: en tiempos de gran polarización, los llamamos a no perder el foco, a buscar con mayor ímpetu el equilibrio y a no estar sujetos por etiquetas de turno que sólo dividen dentro de un mundo que más que nunca necesita de visiones globales, objetivos comunes y muchísimas compasión y solidaridad.

Columnistas

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Internacionales. Co Fundador y presidente de El Palomar.

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COLABORAN EN ESTE NÚMERO

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DISTRIBUCIÓN

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sumario

ACTUALIDAD

El precio oculto de nuestros dispositivos · 6

Cop29: La Cumbre de las ironías · 8

Delitos ambientales: un vacío que urge llenar · 12

Suelo vivo: los microorganismos del suelo como aliados para una agricultura sostenible · 14

MIRADAS DE EQUIDAD

La Nueva Norma de RAEE en Uruguay · 16

INCLUSIÓN

Federico: una trayectoria educativa inspiradora · 20

INVERSIÓN DE IMPACTO

La fraternidad en lo económico · 22

NOTA DE TAPA

Reimaginar el futuro · 26

EMPRENDEDORES

“Cada gota cuenta” · 32

CONSUMO RESPONSABLE

Comprar como millonario: el espejismo de las ofertas eternas · 34

SOMOS TIERRA

Dejarle hablar a la Tierra · 36

ÁREAS PROTEGIDAS

Un encuentro con la inmensidad · 38

RELATOS DE LA AMAZONÍA

La interrelación de los seres: un llamado al diálogo en tiempos de grietas · 40

CINE

The True Cost· 42 ORGANIZACIONES

Niños rurales de Uruguay: Una educación ecosistémica · 44

EXPLORAR CONCIENCIA

Un encuentro a orillas del mar · 46

El precio oculto de nuestros dispositivos

Por Nicolás Dorronsoro*

LA HISTORIA DE DESPLAZAMIENTO Y EXPLOTACIÓN EN LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO, DONDE SE ENCUENTRAN LA MAYOR PARTE DEL COLTÁN Y EL COBALTO DEL MUNDO.

En el mundo hay 120 millones de personas desplazadas de sus hogares. De 2002 a 2010, fui testigo de algunas de sus vidas en cuatro países africanos: Burundi, Rwanda, República Democrática de Congo y Liberia. Fueron años en los que aprendí de muchas personas, cinco de ellas jesuitas, lo que siempre me enseñaron en mi colegio: que “el amor debe manifestarse más en las obras que en las palabras”. No puedo entenderme sin esos ocho años en el Servicio Jesuita a Refugiados. Aquella experiencia, profundamente humana, sigue resonando hoy, cuando

la crisis del desplazamiento forzoso es más apremiante que nunca. Es difícil hablar de la realidad africana y de la realidad del desplazamiento forzoso desde Uruguay. Son realidades muy desconocidas aquí. Sin embargo, si nos hacemos preguntas y rascamos un poco en la realidad, podemos descubrir que nuestros vínculos con países como la República Democrática de Congo (RDC) son mayores de lo que pueda parecer. De hecho, muchos de nosotros llevamos una pequeña parte de ese país en nuestros bolsillos

Y es que históricamente, la RDC ha sido una de las mayores fuentes de recursos materiales del mundo moderno. En cada etapa de nuestros avances industriales y tecnológicos, materias primas esenciales para nuestro desarrollo han surgido de allí. En el siglo XIX y primeras décadas del XX, el marfil, el caucho y el aceite de palma. Más tarde, minerales como cobre, estaño, zinc, plata y níquel fueron cruciales para la industrialización global. El uranio del Congo fue fundamental en el desarrollo de la energía nuclear en la segunda mitad del siglo XX. Desde el año 2000, la industria de los microprocesadores y los teléfonos celulares disparó la demanda del tantalio. Y a partir de 2012, el cobalto, imprescindible para la fabricación de baterías, se ha convertido en uno de los recursos más codiciados para la transición energética. Por todo ello, el Congo ha sido y es históricamente un país castigado por la maldición de su extraordinaria riqueza.

En Goma, Kivu Norte, donde viví en 2008, miles de personas acampan regularmente huyendo de la violencia, una constante desde los años 90. La extracción minera, dominada por intereses extranjeros y conflictos armados, ha desplazado a millones mientras el pueblo congoleño recibe migajas de esa enorme riqueza.

Sin saberlo, muchos de nosotros cargamos a diario con una pequeña parte de Kivu Norte en nuestros celulares o en nuestros autos eléctricos. La República Democrática del Congo (RDC) posee aproximadamente el 80% de las reservas mundiales de coltán y el 55% de las reservas mundiales de cobalto. En 2021, el Servicio Geológico de Estados Unidos estimaba que cerca del 40% de la producción mundial de tantalio provenía de la RDC (NIMC). La extracción minera, dominada por intereses extranjeros, sigue desplazando a miles de personas mientras el pueblo congoleño no recibe casi ningún beneficio de esa enorme riqueza. Paralelamente a la explotación de los recursos naturales, se suma el impacto del cambio climático en la vida de millones de personas desplazadas. Desde 2013, ha provocado 220 millones de desplazamientos internos, y se espera que estos eventos aumenten en

frecuencia e intensidad para 2040, afectando a 65 países con riesgos climáticos extremos.

Paralelamente a la explotación de los recursos naturales, se suma el impacto del cambio climático en la vida de millones de personas desplazadas. Desde 2013, ha provocado 220 millones de desplazamientos internos, y se espera que estos eventos aumenten en frecuencia e intensidad para 2040, afectando a 65 países con riesgos climáticos extremos.

Tres de cada cuatro personas desplazadas por la fuerza viven en países con alta o extrema exposición a riesgos climáticos y, para 2050, se proyecta que muchos campamentos de refugiados experimentarán el doble de días con calor peligroso, según ACNUR.

La realidad del Congo nos invita a reflexionar sobre el costo humano y ambiental de nuestros avances tecnológicos. Informarnos y hacernos preguntas sobre la realidad que nos rodea es el primer paso. Está a nuestro alcance.

* MA en Relaciones Internacionales y MSc en Sociología Política. Trabajó doce años como cooperante internacional en el África subsahariana.

COP29: LA CUMBRE DE LAS IRONÍAS

LA 29ª CUMBRE DEL CLIMA EN BAKÚ VOLVIÓ A PONER EN EVIDENCIA

LAS TENSIONES ENTRE LOS INTERESES ECONÓMICOS DE LOS GRANDES PRODUCTORES DE COMBUSTIBLES FÓSILES Y LA NECESIDAD URGENTE DE ACCIÓN CLIMÁTICA.

"El petróleo y el gas son regalos de Dios y no debe culparse a los países que los poseen". Así abrió Ilham Aliev, presidente de Azerbaiyán, su discurso en la inauguración de la 29ª Cumbre del Clima, celebrada en Bakú. Aliev insistió ante los líderes internacionales: "Quiero repetirlo ante esta audiencia". Sus palabras, pronunciadas con jactancias en el Estadio Olímpico de la ciudad, resuenan irónicas en un año marcado por inundaciones devastadoras, tormentas extremas y una sucesión de récords inquietantes: emisiones históricas, temperaturas sin precedentes y muertos, cientos de muertos causados por fenómenos meteorológicos. Es innecesaria la aclaración: la industria petrolera es uno de los sectores clave de la economía en Azerbaiyán. El contraste recuerda, inevitablemente, la anterior Conferencia de las Partes celebrada el año pasado en Dubái –la séptima potencia petrolera mundial– donde el presidente de la COP28, el Sultán Ahmed Al Jaber, era el director de la principal petrolera emiratí. Resultaba paradójico que los Emiratos Árabes Unidos, miembro prominente de la OPEP y con el objetivo de incrementar su producción a 5 millones de barriles diarios para 2027, fuera, al mismo tiempo, sede del más importante evento climático destinado a encabezar la transición energética. La alucinación de la autopercepción ha llegado también al mundo de la sostenibilidad. Situaciones que apenas unos años atrás hubieran sido consideradas insultantes hoy se hacen costumbre. Todo, en fin, es una enorme

contradicción. Occidente parece distraído en su liderazgo para combatir el calentamiento global. ¿De verdad creen que de este modo van a erradicar las emisiones de carbono?

Las emisiones entre las dos últimas cumbres

En la mencionada COP28 de Dubái todos los países se comprometieron a alejarse de los combustibles fósiles. Sin embargo, ha ocurrido lo contrario: se están aprobando nuevos proyectos de petróleo y gas en todo el mundo, desafiando completamente la ciencia del clima. Los nuevos datos, publicados en Azerbaiyán, indican que las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes del carbón, el petróleo y el gas marcaron un nuevo récord en 2024 al crecer un 0,8 %, y que las posibilidades de contener el aumento de las temperaturas por debajo de los 1,5 grados para mitad de siglo son prácticamente nulas. En suma, a pesar de la urgente necesidad de frenar el cambio climático, todavía no hay ninguna señal de que el mundo haya alcanzado un pico en las emisiones de CO2 fósil. El año 2024 va camino de convertirse en el más caluroso jamás registrado, con una temperatura mundial anual que se prevé, por primera vez, llegará a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, según informa el Servicio de Cambio Climático de Copernicus. En 2024, las emisiones globales de gases de efecto invernadero alcanzaron un nuevo récord, superando los 40 mil millones de

toneladas anuales, según el Global Carbon Budget. Este aumento subraya la dificultad de cumplir con la meta del Acuerdo de París: reducir las emisiones en un 43% para 2030 y limitar el calentamiento global a 1,5 °C.

Los resultados de la Cumbre de Bakú Uno de los temas centrales de la cumbre fue la financiación climática, es decir, los recursos económicos que deben recibir los países con menores recursos para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a los impactos del calentamiento global. El acuerdo alcanzado establece que las naciones más ricas deberán aportar, como mínimo, 300.000 millones de dólares anuales para 2035, triplicando la meta actual de 100.000 millones de dólares por año. El monto acordado de 300.000 millones de dólares debe servir de base para movilizar recursos públicos y privados por un total de 1,3 billones en la próxima década, aunque no se especificó cuáles serán las fuentes de financiación. En este sentido, y tras años de negociación, en Bakú se llegó a un acuerdo sobre los mercados mundiales de carbono que deberían impulsar inversiones verdes y reducir las emisiones de gases contaminantes. En la anterior cumbre de Dubái se había logrado –por primera vez en más de tres décadas de negociaciones– una mención que podría interpretarse como obvia en el tema: la necesidad de dejar atrás los combustibles fósiles como forma de lograr que el calentamiento no alcance los niveles más peligrosos. En esta COP29, las presiones, encabezadas abiertamente por Arabia Saudita y la calificada “deplorable” actuación del anfitrión lograron que no haya menciones a la necesidad de dejar atrás los combustibles fósiles. Las palabras, a menudo, no sirven para explicar ni precisar, sino para encubrir. No resultan indiferentes los resultados de la Cumbre frente a un contexto mundial muy convulsionado: la elección de Trump, con la consecuente posibilidad de que Estados Unidos salga del Acuerdo de París, como ya ocurrió en su primer mandato, y los candentes conflictos geopolíticos actuales que pueden llevar a los países a postergar su transición hacia un sistema energético sin emisiones.

Conclusiones

Hay algo de irracional y de ceguera en seguir confiando en una metodología que, después de 30 Cumbres internacionales donde participan decenas de miles de personas (en la COP28 en Dubái participaron 70.000 personas y en la reciente COP29 más de 55.000 personas), no ha logrado disminuir, sino aumentar, las emisiones de gases de efecto invernadero. Con los años, las Cumbres han devenido en un mero mecanismo sin épica alguna. Pero ocurre que el mundo cambió, nos guste o no. Incluso ha rebrotado un negacionismo que parecía diluido, tal vez por el hastío de esa cíclica escena donde una burocracia autopercibida como esencial repite, año tras año, que “El tiempo se está acabando” y luego de noches frenéticas posterga

las decisiones ineludibles para la siguiente cumbre. Cabe preguntarse: Las personas ajenas al tema, ¿prestan atención? En el contexto actual el proceso parece secuestrado por intereses corporativos de países que en nada reflejan una acción climática, sino todo lo contrario. ¿Se puede ganar la lucha contra el cambio climático con la ayuda de líderes petroleros? ¿Se puede confiar en que estas reuniones provoquen cambios sensatos y eficaces para construir un mundo mejor?

Más allá de relevantes avances parciales, como los acuerdos globales de Kioto (1997) y París (2015), las COP han funcionado como plataformas de un diálogo global y como punto de presión para que los gobiernos actúen. Aun así, es hora de repensar su estructura: reunir a los líderes y delegados cada dos o tres años, en lugar de anualmente. En los períodos intermedios, se podrían realizar conferencias virtuales o técnicas específicas entre grupos más pequeños de países con intereses comunes. Las plataformas

digitales permiten además negociaciones y presentaciones con un impacto ambiental casi nulo. Es cierto que no se puede reemplazar el impacto político de una cumbre presencial, pero resulta innecesario movilizar a decenas de miles de personas, cada año, con sus consecuentes costos y emisiones. Hay una cierta hipocresía en proclamar acerca de la vulnerabilidad del planeta y promover acciones en sentido contrario. Eso sí, las futuras cumbres climáticas de la ONU solo deberían celebrarse en países que demuestren un compromiso sólido con la acción climática y cuenten con reglas más estrictas de participación, para evitar lo ocurrido en las últimas dos Conferencias celebradas en Dubái y Azerbaiyán. De lo contrario, estas reuniones seguirán siendo escenarios de inercia y contradicción: se decidirá hacer lo que no se hará, perpetuando el aumento de emisiones mientras el tiempo para evitar consecuencias devastadoras en diferentes partes del planeta se agota.

Delitos ambientales: un vacío que urge llenar

A PESAR DE SER CLAVE PARA LA SUPERVIVENCIA HUMANA, EL AMBIENTE NO CUENTA CON PROTECCIÓN PENAL AUTÓNOMA EN URUGUAY. EL CÓDIGO PENAL CARECE DE FIGURAS ESPECÍFICAS QUE LO TUTELEN COMO UN BIEN JURÍDICO, Y LOS INTENTOS LEGISLATIVOS POR REVERTIR ESTA SITUACIÓN HAN QUEDADO TRUNCOS.

El Código Penal uruguayo no incluye delitos específicos que protejan directamente al ambiente como un bien jurídico, lo que genera un vacío significativo en la legislación. Aunque existe una norma penal ambiental fuera del Código Penal, la Ley N° 17.220 de 1999, esta solo sanciona la introducción de desechos peligrosos con penas de prisión de hasta 12 años. Más allá de esto, no hay un sistema integral que aborde la protección del ambiente en términos penales. En la pasada legislatura, se propuso un proyecto de ley que buscaba llenar este vacío, pero aunque fue aprobado por la Cámara de Senadores, no llegó a convertirse en ley.

Algunas disposiciones legales, como el artículo 47 de la Constitución, reconocen la posibilidad de sanciones para quienes causen daños graves al medio ambiente. Asimismo, leyes como la de Evaluación de Impacto Ambiental (Ley N° 16.466) y la del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Ley N° 17.234) mencionan sanciones penales en ciertos casos de contaminación o destrucción. Sin embargo, estas normas no establecen una protección penal autónoma del ambiente, sino que lo abordan de manera indirecta o en función de otros intereses, como la salud pública o la seguridad. Esta ausencia de delitos ambientales específicos en el Código Penal es evidente al analizar ciertas figuras penales existentes. Por ejemplo, el delito de caza abusiva, regulado en el artículo 357, busca proteger la propiedad privada más que a la fauna o la

biodiversidad. De manera similar, el envenenamiento de aguas, previsto en el artículo 218, está orientado a proteger la salud pública, dejando fuera las aguas con valor ecosistémico que no estén destinadas al consumo humano. Algo similar ocurre con el delito de incendio, que prioriza la seguridad pública sin considerar directamente el impacto ambiental.

Esta falta de protección autónoma del ambiente responde también a dificultades inherentes a la tipificación de este tipo de delitos. Muchas veces, los responsables son empresas, lo que plantea desafíos para atribuir responsabilidad penal a individuos específicos dentro de estas organizaciones. Además, la descripción de estos delitos suele requerir términos técnicos y referencias a normativas externas, lo que complica su aplicación práctica. A esto se suma la complejidad probatoria, ya que demostrar la causalidad y el dolo en delitos ambientales exige análisis interdisciplinarios costosos y especializados. La protección penal del ambiente es un tema urgente, no solo por su valor intrínseco, sino porque constituye una condición esencial para la supervivencia humana. A nivel global, existe una tendencia hacia una protección más directa y autónoma del ambiente, dejando atrás enfoques que lo subordinan a la protección de otros bienes jurídicos. En Uruguay, resulta crucial avanzar en esta dirección y actualizar el marco normativo para garantizar que el ambiente cuente con una tutela penal adecuada y efectiva.

SUELO VIVO:

LOS MICROORGANISMOS DEL SUELO COMO

ALIADOS PARA UNA AGRICULTURA SOSTENIBLE

Por Ignacio Sommer, Especialista en Sostenibilidad del DAUA

Cada día pisamos el suelo, muchas veces lo vemos solamente como “tierra”, sea como polvo cuando esta seco o molesto cuando esta mojado. ¿Pero entendemos el verdadero valor del suelo? ¿Somos conscientes de que el suelo es vivo?

Un suelo saludable es fundamental para lograr una agricultura sostenible que asegure alimentos y cuide el medio ambiente. En este contexto, los microorganismos que viven en el suelo, invisibles a simple vista, cumplen un rol clave. Estos pequeños organismos trabajan silenciosamente para mejorar la fertilidad del suelo, ayudar a las plantas a obtener los nutrientes que necesitan y fortalecerlas frente a insectos y enfermedades. También son grandes aliados en la lucha contra el cambio climático, ya que ayudan a capturar carbono y reducir la emisión de gases de efecto invernadero, además de hacer que los cultivos sean más resistentes a condiciones climáticas extremas. Conscientes de esta relevancia, científicos del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) de Uruguay y del Instituto Julius Kühn (JKI) de Alemania están trabajando juntos para entender mejor y aprovechar los beneficios que ofrecen estos microorganismos. Este proyecto incluye estudios en laboratorio, pruebas en invernaderos y

experimentos con cultivos a campo. El objetivo es claro: identificar prácticas que potencien las funciones beneficiosas de los microorganismos del suelo, logrando sistemas agrícolas más eficientes, sostenibles y adaptables al clima. Algunas de estas prácticas incluyen promover rotaciones de cultivos, uso de abonos verdes o cultivos de servicio, el uso de fertilizantes orgánicos y reducir el laboreo del suelo. De esa forma se promueve una relación más eficiente entre las plantas y los microorganismos del suelo. Estas medidas no solo buscan producir de manera más amigable con el ambiente, sino también enfrentar desafíos como sequías o lluvias intensas que afectan cada vez más a la producción agropecuaria.

Este esfuerzo forma parte del Diálogo Agropecuario Uruguayo-Alemán (DAUA), una iniciativa de cooperación que conecta ambos países y también de la región, para compartir experiencias y conocimientos sobre cómo aprovechar el potencial de los suelos vivos. Este esfuerzo compartido es un paso hacia un futuro en el que los suelos sanos sean la base de la sostenibilidad y la vida.

Para saber más acerca del trabajo de DAUA visite dialogoagro.uy

La Nueva Norma de RAEE en Uruguay

EL RECIENTE DECRETO 292/24 ESTABLECE UN MARCO INTEGRAL PARA LA RECOLECCIÓN, RECICLAJE Y VALORIZACIÓN DE RESIDUOS DE APARATOS ELÉCTRICOS Y ELECTRÓNICOS (RAEE). ESTE PASO IMPULSA

LA ECONOMÍA CIRCULAR, PERO SURGEN CRÍTICAS POR LA FALTA DE INCENTIVOS ECONÓMICOS PARA LAS EMPRESAS QUE ADOPTAN PRÁCTICAS SOSTENIBLES.

En un mundo cada vez más digitalizado, la proliferación de dispositivos eléctricos y electrónicos plantea un desafío crucial: la gestión de los residuos que generan al final de su vida útil. En este contexto, Uruguay ha dado un paso significativo hacia la sostenibilidad con la aprobación de la nueva norma para la gestión de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) mediante el Decreto 292/24. Este marco regulatorio busca promover la economía circular y minimizar el impacto ambiental de estos desechos. La constante evolución tecnológica ha impulsado el consumo de dispositivos electrónicos, generando un aumento sostenido de residuos. Si no se gestionan adecuadamente, estos materiales pueden contaminar suelos, agua y afectar la salud pública. La nueva norma adopta un enfoque integral que prioriza la recolección, el reciclaje y la valorización de los RAEE, estableciendo directrices claras para su manejo. Entre las medidas clave, se exige a fabricantes e importadores implementar planes de gestión que aseguren la disposición responsable de los residuos y la recuperación de materiales valiosos. Además, el decreto fomenta la educación y capacitación en prácticas sostenibles, involucrando a todos los actores de la cadena de valor.

Incentivos económicos: un área pendiente

Aunque el decreto se centra en la regulación y gestión de residuos, expertos destacan la falta de incentivos económicos y fiscales para las empresas que adoptan prácticas sostenibles. Inicialmente, los textos preliminares del marco normativo contemplaban beneficios como subsidios, deducciones fiscales e incentivos para invertir en tecnologías limpias. Estos estímulos podrían contribuir a la sostenibilidad ambiental mientras mejoran la competitividad de las empresas en mercados cada vez más enfocados en prácticas responsables.

Economía circular como pilar fundamental

La norma también refuerza la importancia de transitar hacia un modelo de economía

circular. Este enfoque busca prolongar el ciclo de vida de los productos mediante el diseño de dispositivos más duraderos y reparables, reduciendo la extracción de recursos y la generación de residuos. Además de los beneficios ambientales, este modelo abre oportunidades económicas y de empleo en sectores como el reciclaje y la reparación. Con el Decreto 292/24, Uruguay se posiciona como líder regional en la gestión de residuos electrónicos. Sin embargo, para maximizar su impacto, será fundamental garantizar su implementación efectiva y considerar incentivos que motiven a las empresas a sumar esfuerzos hacia un futuro más limpio y sostenible.

SALUS

Federico: una trayectoria educativa inspiradora

UN JOVEN LLENO DE ENERGÍA Y PASIÓN, DESAFÍA BARRERAS. SU HISTORIA DEMUESTRA CÓMO LA EDUCACIÓN Y EL ACOMPAÑAMIENTO

TRANSFORMAN VIDAS, ABRIENDO CAMINO HACIA UN FUTURO SIN LÍMITES.

Fede es alumno de 9º año en el Colegio y Liceo Sagrado Corazón de Paso Carrasco en Canelones, y desde inicios de 2022 forma parte del Programa de Ayuda al Estudiante con Discapacidad (PAED) de la ONG El Palomar. Este programa, que promueve y trabaja la educación inclusiva de niños, niñas y jóvenes con discapacidad, ha acompañado la trayectoria educativa de Federico, apuntalado a su familia y reforzado al equipo educativo de esta institución educativa inclusiva durante estos tres últimos años, con un enfoque centrado en sus fortalezas y habilidades.

Tanto en su vida cotidiana como en actividades recreativas, Federico es un joven colmado de energía y pasión. Le encanta jugar al “Powerchair”, allí demuestra su habilidad y destreza, convirtiéndose en un gran jugador de fútbol. Su entusiasmo por el deporte no se limita a la cancha: es un apasionado hincha del Club Atlético Peñarol, y siempre que tiene la oportunidad, se deja llevar por su pasión.

Sandra, su mamá, hogar monoparental, tuvo que criar a su hijo, como otras tantas madres, con la determinación que tienen casi todas ellas: de que Fede fuera una persona con los mismos derechos que el resto, sabiendo que éstos son vulnerados casi a diario, llevándola por momentos a sentirse muy sola. Sandra tuvo la oportunidad de conocer a diversas personas que acompañaron

a Fede a progresar y desenvolverse con independencia. Carina, su acompañante personal, forma parte de este imparable equipo: trabajan incansablemente para que Federico pueda llevar una vida lo más autónoma posible, convirtiéndose en pilares fundamentales.

Ser parte del Colegio y Liceo Sagrado Corazón ha sido primordial para el desarrollo de Federico, ya que le ha permitido acceder a un entorno educativo inclusivo, donde se fomenta el respeto por la diversidad y la igualdad de oportunidades. Su inclusión en el aula y en las actividades escolares le ha ofrecido la posibilidad de compartir experiencias con sus compañeros/as y participar activamente en la vida escolar, lo que fortalece su autoestima y habilidades sociales. La historia de Federico es un ejemplo de cooperación y colaboración, y expone el poder transformador de la educación inclusiva, demostrándose que no existen barreras para quienes obtienen apoyo y respaldo. Su vida personal y educativa es una demostración de cómo la inclusión abre puertas al conocimiento, fomenta la confianza, la autonomía y la integración plena. Fede sigue avanzando con determinación y su camino refleja una expectativa visible para todos/as los/as jóvenes con discapacidad: un futuro sin barreras, lleno de oportunidades, donde la igualdad y la equidad se traducen en logros reales.

La fraternidad en lo económico

EN UN MUNDO MARCADO POR PROFUNDAS DESIGUALDADES, LA FRATERNIDAD ECONÓMICA EMERGE COMO UN IDEAL NECESARIO PARA CONSTRUIR SOCIEDADES MÁS JUSTAS Y HUMANAS. ESTE CONCEPTO INTEGRA PRINCIPIOS DE SOLIDARIDAD Y COOPERACIÓN, Y SE ENRIQUECE A TRAVÉS DE DIVERSAS PERSPECTIVAS.

La fraternidad es un concepto que proviene del latín fraternitas, y se refiere al vínculo de hermandad o el sentimiento de unidad y solidaridad entre individuos que se consideran hermanos, ya sea en un sentido literal o simbólico. En su uso más amplio, la fraternidad hace referencia a una comunidad basada en principios de igualdad, solidaridad, ayuda mutua y, a menudo, el sacrificio por el bien común. Buscando una justificación espiritual, desde la filosofía antroposófica de Rudolf Steiner hasta las enseñanzas católicas reflejadas en las encíclicas Fratelli Tutti y Laudato Si, completa una visión económica donde la fraternidad es el cimiento de una nueva estructura económica.

La perspectiva de Rudolf Steiner “El bienestar de una comunidad de seres humanos que trabajen juntos, será tanto mayor en cuanto cada uno no requiera para sí mismo el producto de su trabajo. Es decir, cuanto más de este producto ceda a sus semejantes y cuanto más se satisfagan sus propias necesidades no de su propio trabajo, sino de los demás.” Gesamtausgave 3. Artículo 3. Rudolf Steiner, fundador de la antroposofía, proponía una economía tripartita basada en tres principios: libertad en el ámbito cultural y educativo, igualdad en lo jurídico y derechos, y fraternidad en lo económico. La fraternidad, según Steiner, representa la dimensión que une a los seres humanos en su vida material, proponiendo una economía que no se basa en el lucro individual, sino en el bien común. Para Steiner, los individuos en una sociedad deben colaborar conscientemente, creando un sistema económico donde cada acción busca beneficiar no solo a quien la realiza, sino a la comunidad en su conjunto. Es interesante ver que llama a la fraternidad como interdependencia compasiva, y esto requiere que cada individuo supere una visión del mundo egocéntrica y egoísta hacia un visión motivada por el interés en los demás y la confianza en las fuerzas de la reciprocidad. Se sostiene en que trabajemos para satisfacer las necesidades de los demás, del mismo modo que las nuestras se satisfacen a través del trabajo de los demás.

La fraternidad en lo económico se traduce, entonces, en estructuras que faciliten la cooperación y que prioricen el bienestar colectivo sobre los intereses personales. Esto implica un cambio de paradigma: ya no es la competencia el motor económico, sino la cooperación y la ayuda mutua. En este sentido, Steiner nos invita a preguntarnos cómo nuestras acciones económicas contribuyen al bienestar general y nos desafía a construir organizaciones que promuevan el apoyo mutuo y el servicio a los demás.

El llamado a la fraternidad universal en Fratelli Tutti

La encíclica Fratelli Tutti, publicada por el Papa Francisco en 2020, es un llamado a la fraternidad y la amistad social en un mundo fragmentado por divisiones, conflictos y desigualdades. Inspirado en San Francisco de Asís y su mensaje de amor universal, el documento resalta la importancia de reconocer la dignidad de cada persona y de construir una sociedad basada en la paz y la justicia.

En Fratelli Tutti, el Papa Francisco retoma y amplía el concepto de fraternidad desde una visión católica, enfatizando que todos somos hermanos y hermanas, y que este vínculo nos llama a construir una sociedad más justa y solidaria. El Papa destaca que una economía que sirve al bien común es una economía fraterna, y advierte sobre los peligros de un sistema que prioriza el lucro sobre las personas. Francisco sugiere que una economía fraterna es aquella que "ama y busca lo que es bueno para todos y no solo para unos pocos".

Este mensaje va en contra de la lógica de descarte y del individualismo, que tantas veces deja a los más vulnerables fuera del sistema. El Papa propone una economía donde el valor no se mida en ganancias, sino en el bienestar de las personas, en el respeto por la dignidad humana y en la creación de condiciones equitativas para todos. Inspirado por la fraternidad, Francisco nos invita a construir puentes, a mirar más allá de las diferencias y a trabajar juntos para enfrentar los grandes desafíos sociales y ambientales de nuestro tiempo.

Por otro lado, en Laudato Si, Francisco aborda la relación entre economía y ecología

desde una óptica fraterna, señalando que el modelo económico actual a menudo explota tanto a las personas como a la naturaleza. Invita a una conversión ecológica, donde la fraternidad no solo se limite a la relación entre seres humanos, sino que incluya también a la naturaleza, como parte integral de la "casa común".

La fraternidad económica implica cuidar los recursos naturales de manera responsable y sostenible, evitando que unos pocos se beneficien a costa del deterioro del planeta y de la exclusión de otros. Esta encíclica refuerza la idea de que todos estamos conectados, y que un verdadero desarrollo humano debe tener en cuenta el bienestar de toda la creación. Francisco plantea que no es posible tener una economía fraterna sin un respeto profundo por el medio ambiente y por la vida en todas sus formas.

Experiencia Devoto

Hace unas semanas, durante una visita a Devoto, en Córdoba, tuve la oportunidad de conversar con Mingo Benso, uno de los fundadores del Grupo Cooperativo. En nuestra charla, compartió su visión sobre el verdadero significado de la fraternidad, entendida como solidaridad. El cooperativismo y el mutualismo son ejemplos claros de solidaridad, que se puede resumir en esta idea:

“Estoy aquí porque me beneficio, pero también porque beneficio a los demás.”

La fraternidad es ese lazo que nos une como hermanos, donde te trato como tal; sin embargo, la solidaridad va un paso más allá: es el acto de tomar como propia una causa, aunque no conozca a la otra persona.

El desafío, entonces, no está en preguntarnos si queremos vivir como hermanos, sino cómo queremos hacerlo. Incluso entre hermanos hay momentos de egoísmo y desacuerdos.

Y, por supuesto, la gran pregunta es: ¿cómo establecer una economía fraterna en un mundo tan marcado por el individualismo?

Tal vez la respuesta esté en buscar quién está detrás de cada acción, porque, al final, siempre hay alguien.

La fraternidad como base de un nuevo modelo económico

El desafío de construir una economía fraterna es monumental, pero también es una de las tareas más urgentes de nuestro tiempo.

La fraternidad económica nos invita a replantear nuestros valores y nuestras prioridades, a cuestionar el modelo de desarrollo basado en la competencia y en el consumo desmedido, y a trabajar hacia una economía que refleje los ideales de una humanidad solidaria y cooperativa.

Reimaginar el futuro

AMÉRICA LATINA, CON SU RIQUEZA CULTURAL Y RECURSOS, SE PERFILA COMO UN LABORATORIO CLAVE

PARA INNOVAR HACIA EL DESARROLLO SOSTENIBLE.

Los humanos somos criaturas de hábitos, dicen. Quizás estos hábitos, perpetuados sin cuestionar su impacto en el planeta, nos han llevado a una crisis global: cambio climático, desigualdad social y explotación de recursos. ¿Es posible reimaginar nuestra forma de vivir, producir y relacionarnos con el entorno? La respuesta es clara: depende de nosotros. Y el camino está en la innovación.

¿Qué es la innovación? El economista, escritor y emprendedor belga, Gunter Pauli, padre del concepto de la economía azul, relaciona a la innovación con un modelo de negocio. “Si el objetivo es ser ‘el más barato’, se sacrifican salarios dignos, el medio ambiente y el bienestar social. En cambio, si el modelo prioriza generar valor financiero, ecológico y social, la innovación se convierte en un motor de resiliencia y sostenibilidad; es estar al servicio de la población”, asegura. En definitiva, lo traduce en una “decisión que debe tomar la sociedad”: optar entre perpetuar sistemas obsoletos o cambiar vidas y comunidades. En diálogo con SEA, la figura mundialmente reconocida enfatiza el rol de la creatividad a la hora de innovar y ejemplifica con la comunidad cafetera, con la cual ha trabajado muy de cerca. “El café es solamente el 0.2% de la cosecha del cafetero. ¿Y qué hacemos con el resto? Ahí nació toda la cultura que promovemos ya con 6.000 fincas alrededor del mundo, donde somos capaces de cultivar hongos en los desechos de café”. Este tipo de diversificación interna en el ecosistema genera sostenibilidad y valor sin grandes inversiones. Reutilizar, reaprovechar, repensar la manera de hacer las cosas. Innovación. Entonces, según Pauli, la creatividad es central para innovar: libre de prejuicios y con un enfoque colaborativo. “La belleza de un niño es que cuando descubre algo, lo comparte con todo el mundo. Y eso es lo que

Gunter Pauli

Economista, padre del concepto de la economía azul

estamos perdiendo. Por eso para mí, el emprendedor para el bien común es la persona que ha logrado despertar el niño en sí, aquel que no tiene miedo a descubrir ni a lo desconocido. El problema es la educación actual, que mata la creatividad”.

Comparte esta visión Giselle Della Mea, al frente de la empresa B 3Vectores, cuya marca Innodriven trae herramientas para diseñar una nueva economía basada en las leyes de la naturaleza. “Todos nacemos creativos. Pero me encantaría que todas las universidades, las escuelas, incorporen materias de emprendimiento desde la primaria, porque este proceso de generar prototipos, diseñar soluciones, entender el contexto, empatizar, lo tenemos que instalar desde la infancia”. Giselle es especialista en design thinking, o pensamiento de diseño, una disciplina que proporciona un marco para abordar problemas complejos de manera colaborativa y empática. A diferencia de una ciencia exacta, lo que busca el diseño es ir resolviendo con iteraciones y aproximaciones. ¿Puede ponerse al servicio de la innovación? Claro que sí. “Cuando se piensa en los problemas que tenemos hoy en día, de 10 riesgos económicos, 8 son socioambientales. Entonces, lo que más urge es poner toda nuestra creatividad y el design thinking al servicio de

soluciones”. Va mucho más allá de centrarse en lo funcional o estético. Entran en juego factores como qué recursos o materiales se emplean en la producción de algo, y en términos sociales, cómo se está impactando a las comunidades: ¿ se está alivianando o resolviendo algún desafío específico que tenga esa comunidad?

Innovación y tecnología, ¿siempre juntas?

Para Nicolás Jodal, ingeniero y empresario uruguayo, co-fundador y CEO de GeneXUS, una empresa de software cuyo actual foco está puesto en la inteligencia artificial, la innovación tiene que ver con hacer posible algo que antes no era posible. “Es lo que llamamos innovación disruptiva: altera las reglas habituales y abre nuevas posibilidades, como lo hicieron el cohete que nos llevó a la Luna o la primera computadora que permitió cálculos a velocidades inimaginables", amplía, con ejemplos bien alineados a su campo de expertise. Sin embargo, en esta ecuación, ¿la tecnología es una condición sine qua non para innovar? Y más aún, ¿para innovar hacia el desarrollo sostenible? Y aquí se abre el campo de debate. “El planeta se ha metido en una serie de líos relacionados con el ambiente y esto tiene que ver con el aumento de la

población y su impacto. Esto trajo aparejado la aceleración del cambio climático, pérdida de la biodiversidad, entre muchas otras cosas. El asunto es: ¿Qué podemos hacer? Soy de los que creo que la solución viene con tecnología”, afirma.

Jodal principalmente se enfoca en las posibilidades de la inteligencia artificial, que especialmente este año estuvo en boca de todos y con mucha carga de temor asociado, según el empresario, no debería ser tal. “Va a tener mucho impacto en la sociedad, pero no veo que sea negativo. No estamos al borde de la catástrofe, ni mucho menos”. Asocia este miedo con el nombre elegido para tal tecnología, aunque insiste: “No estamos creando un cerebro humano. No tiene conciencia, no tiene valores”.

Entonces, ¿cómo la tecnología sirve a la innovación para el desarrollo sostenible? Mayor precisión. Y eso, según el ingeniero, liberará más tierras gracias a que se podrán fabricar alimentos con menos tierras. “Técnicas como la hidroponía permiten cultivar con menos recursos y menos tierra. Holanda es el mayor productor de lechuga del mundo. ¿En qué tierra?, pensaría uno. En espacios reducidos, como edificios de varios pisos”. “La tecnología es una herramienta poderosa, pero no es el fin en sí mismo”, apunta por otro lado Maca Botta, co-fundadora de

Brava, que inició como una empresa social pero hoy es mucho más: trabaja para cerrar la brecha de género y diversidad en las organizaciones. “Yo siempre digo que es como un martillo: la podemos usar para construir una casa o para hacerle daño a alguien. Debemos verla como un medio para potenciar las capacidades humanas, no como un reemplazo”, agrega, con cierta similitud a lo que planteaba Jodal. También coincide bastante en su definición de innovación. “Me gusta pensar en diferentes formas de hacer las cosas. Se habla también de nuevas formas de hacer cosas que ya hacíamos, pero también de encontrar nuevas soluciones o nuevas respuestas a preguntas viejas”.

El rol de la diversidad

Llevándolo a su área de trabajo y de impacto -la equidad de género- Botta se refiere a pensar en diseñar soluciones disruptivas que desafíen o mitiguen, lo más posibles, los sesgos existentes para fomentar una inclusión genuina.

Innovar no es solamente tecnología, según la especialista, sino que tiene que ver con cambiar estructuras, la cultura, en definitiva. Sin embargo, está convencida de que la verdadera innovación ocurre cuando la tecnología y la humanidad convergen, porque es ahí

donde está la clave para tener resultados. “De hecho, en BRAVA diseñamos una herramienta de base tecnológica de análisis de datos colaborativa que nos permite sacar una foto en tiempo real de la organización con la cual estemos trabajando”, señala refiriéndose una metodología innovadora llamada BDI. La diversidad, entonces, es un eje de extrema relevancia para el desarrollo de sociedades más sostenibles. Y es también una fuente de creatividad, ingrediente indiscutible para la innovación (como bien mencionaban anteriormente Pauli y Della Mea). “De hecho, hay datos que hablan que las empresas con equipos directivos diversos tienen un 38% más de rentabilidad que deriva de la innovación. Porque obviamente, para innovar, cuanto más personas con miradas diferentes, mejor solucionan los mismos problemas y a su vez, generan más valor”.

Entonces, las organizaciones inclusivas tienden a ser más resilientes, más ágiles, más capaces de adaptarse a los cambios, porque tienen una cultura que fomenta la experimentación, valora el error como parte del aprendizaje. “A veces nos enfrentamos a organizaciones donde equivocarse no es una posibilidad, y en esos entornos innovar es imposible. Entonces, partimos de la base de que el error o el fracaso es un ingrediente fundamental para

poder innovar, para poder crear, para poder traer propuestas de valor. Por lo tanto, ese círculo virtuoso entre diversidad, inclusión e innovación es lo que realmente diferencia a las empresas y las hace verdaderamente competitivas y sostenibles”, concluye.

América Latina: territorio para la innovación La transición hacia un modelo de desarrollo sostenible requiere la integración de tecnología, pensamiento de diseño y diversidad. Cada una de estas dimensiones aporta elementos únicos pero complementarios para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Desde la innovación circular promovida por Gunter Pauli hasta los enfoques inclusivos de Maca Botta, queda claro que la colaboración interdisciplinaria y la integración de valores éticos son fundamentales para generar un impacto positivo duradero.

América Latina, con su abundancia de recursos naturales y su diversidad cultural, está bien posicionada para liderar este cambio. Como lo plantea Giselle Della Mea, que describe a la región como “una olla a presión de problemas sociales y ambientales con una cultura de esperar a que la solución venga desde afuera”, rescata asimismo la cantidad de innovaciones que se dan en contextos de escasez y cómo esto puede ser percibido como una oportunidad a la hora de diseñar soluciones. Iniciativas como "Reimaginando Tijuana", o mismo las ciudades de Medellín y Curitiba, son ejemplos de procesos de rediseño urbanístico aplicando design thinking para la escucha ciudadana. Estas experiencias refuerzan la idea de que la innovación, cuando es inclusiva y orientada al bien común, se convierte en un motor de cambio estructural. Este planteo se entrelaza con la visión de Gunter Pauli, quien destaca patrones clave en la innovación. “Por un lado, comienza en la periferia. Nada pasa en el centro. Por otro lado, pasar a la acción se hace más rápido y es más necesario en esta periferia”, reflexiona. El problema, según el emprendedor, es que el ser humano plantea que todo se resuelva recién en 2050. “¡Madre mía! Yo no voy a estar en 26 años”, exclama. “Lo que tenemos que visualizar es cómo llegamos a la abundancia. Cuando decimos que somos demasiados, hay una lógica de escasez,

Co-fundadora de Brava

que entiendo perfectamente. Pero hoy, ahora y aquí, ¿qué es lo que yo puedo hacer para cambiar la situación?”, nos deja el interrogante.

Alineada a ese pensamiento, y al hablar puntualmente de Latinoamérica, Della Mea insiste: “Nos merecemos pertenecer al mismo sistema de valores de otros países. La innovación sostenible puede ser nuestro camino para construir un futuro más justo y equilibrado”. Junto a Botta, ambas destacan que la región tiene una oportunidad única para aprovechar su riqueza cultural y humana, y destacan que integrar diversidad no solo es una cuestión ética, sino también estratégica. La co-fundadora de BRAVA advierte sobre el riesgo de perpetuar desigualdades a través de sistemas tecnológicos y enfatiza la necesidad de fomentar la participación activa de mujeres y minorías en estos procesos. “Sé que la tecnología nos ha metido en muchos líos, pero estoy seguro de que también nos va a sacar de ellos”, confía Jodal. ¿Su predicción? “Surgirá una gran oportunidad para devolver espacios a la naturaleza. El gran debate será decidir entre utilizarlas para actividades humanas o para regenerar ecosistemas y crear áreas de conservación que puedan prosperar sin intervención humana. Personalmente, voto por la segunda”.

Maca Botta

“Cada gota cuenta”

LA AUDACIA DE VIVIR ALINEADA CON SUS VALORES Y TRABAJAR POR UN PROPÓSITO. ENTREVISTA A LETICIA TOBÍA, DIRECTORA Y FUNDADORA DE SCOPO CONSULTORA.

¿Cómo surgió tu interés por las prácticas sostenibles y la economía circular?

Todo comenzó en medio de la pandemia, mientras trabajaba en el entorno corporativo. Me inscribí en un programa de Economía Circular impartido por un experto chileno y fue como si me hubieran puesto lentes nuevos: de pronto, veía con claridad todo el potencial de la sostenibilidad. Inspirada, acepté la invitación de un compañero para diseñar e implementar estrategias sostenibles en TATA, la empresa donde trabajaba.

Ese paso inicial me llevó a formar parte del Consejo Empresarial de Sistema B, desde donde promovimos negocios con impacto positivo. En 2022, logramos hitos como nuestro primer Reporte de Sostenibilidad, alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y el diseño del Código de Ética empresarial. Luego, la Cámara de Industria me invitó a asesorar en metodologías de economía circular, donde me enfoqué en reducir el desperdicio alimentario. Trabajar con el Ministerio de Ambiente y DERES en iniciativas sostenibles me abrió aún más puertas, y como mentora del programa Suma+ de la Universidad de Montevideo, pude acompañar a emprendedores en la integración de prácticas responsables en sus proyectos.

¿Qué te motivó a fundar Scopo, tu consultora de sostenibilidad?

Tras años en el mundo corporativo, sentí la necesidad de conectar mi experiencia con mis valores personales. Así nació Scopo en febrero de 2024. El nombre significa “propósito” en italiano, y eso es precisamente

lo que buscamos: ayudar a empresas y emprendedores a integrar la sostenibilidad, la ética y la responsabilidad en cada aspecto de su negocio.

¿Qué impacto busca generar Scopo? Queremos trabajar con organizaciones que se comprometan a mejorar continuamente. Nuestro objetivo es hacer que la sostenibilidad sea parte de su ADN, para que sus negocios no solo sean rentables, sino también agentes de cambio positivo en las comunidades y el planeta.

¿Podrías compartir un ejemplo de impacto significativo?

Una de las historias que más me llena de orgullo es la de una empresa con serios problemas en la gestión de residuos. Analizamos sus procesos y descubrimos que podían valorizar el 60% de ellos, reincorporándolos al ciclo productivo. No solo optimizamos sus recursos, sino que también fortalecimos su compromiso con la economía circular y la sostenibilidad.

¿Qué has aprendido en este recorrido?

El emprendimiento me ha enseñado a ser flexible y a crear soluciones únicas, siempre guiadas por mis valores. Entender que la sostenibilidad es un proceso de aprendizaje y adaptación constante ha sido clave para mantenerme motivada y seguir innovando.

¿Qué te emociona de trabajar en proyectos de triple impacto?

Es fascinante ver cómo las prácticas sostenibles transforman a las empresas, haciéndolas más eficientes y rentables. Pero lo más emocionante es el efecto dominó: cuando una organización adopta estas prácticas, inspira a otras a hacer lo mismo, creando un cambio mucho más grande de lo que imaginamos.

¿Qué consejo darías a quienes quieren adoptar prácticas sostenibles?

Empiecen por algo pequeño, pero con impacto. Piensen en la historia del colibrí: cada gota cuenta. La sostenibilidad es un viaje continuo, y cada acción, por más pequeña que parezca, suma para construir un futuro más equilibrado y responsable.

COMPRAR COMO MILLONARIO: EL ESPEJISMO DE LAS OFERTAS ETERNAS

Por Eloisa Ponce de León

ENTRE BOMBARDEOS PUBLICITARIOS, SLOGANS PRETENCIOSOS Y DESCUENTOS QUE NUNCA TERMINAN, EL CONSUMO COMPULSIVO SE INSTALA COMO LA NORMA, Y MÁS HACIA FIN DE AÑO. PERO ¿CUÁL ES EL VERDADERO COSTO DE COMPRAR SIN NECESIDAD?

Desde hace un tiempo en casi todas las redes sociales y páginas web, aparece insistentemente la publicidad de una plataforma de venta de productos. No importa cuántas veces se ponga “omitir” o si no nos interesa lo que tiene para ofrecernos, el algoritmo insiste con mostrar más y más al respecto.

Más allá del fastidio que provoca ver una y otra vez la misma publicidad que no se quiere ver, lo que más llama la atención es el slogan de esta marca: “Compra como un millonario”. Porque no se trata de una marca que venda productos de lujo o tenga precios altos, todo lo contrario; entonces es fácil interpretar que lo que promueven es comprar como un millonario, en referencia a comprar mucho. ¿Puede haber algo más pretencioso que fomentar la compra de cosas que probablemente no necesitemos, para sentirnos que estamos comprando como si fuéramos millonarios?

Pero el bombardeo de publicidad no viene solo de esta plataforma, ya que desde hace un tiempo ha crecido la cantidad de publicidad que llega por diferentes vías ofreciendo descuentos con cualquier excusa: “el día de”, “la semana de”, “el día de ... extendido”; y siempre el mensaje que sigue introduce la necesidad de comprar ahora porque se termina, porque no nos lo podemos perder y otros similares.

En lo personal, el “atomice” de publicidades y mails me alejan de las marcas y me llevan a desuscribirme, mientras que los descuentos 24/7 me quitan la presión de comprar ya mismo, porque tengo claro que en cualquier otro momento (o mejor dicho cuando realmente quiera o necesite hacer la compra) alguna oferta va a haber, por lo tanto no surten el efecto buscado.

Después de eliminar, desuscribirme de mails y quejarme de lo pesado que se hace, me quedo con la sensación de que todo el tiempo nos están “tirando los productos por la cabeza”, como si necesitaran más sacárselos de encima que venderlos.

Y entre tantas ofertas, descuentos, 3x2 más el 15% de este banco o el 20% con la tarjeta, me pregunto: ¿cuál es el valor de las cosas?

¿Tienen valor o una vez que salen a la venta el único destino posible es devaluarse minuto a minuto hasta alcanzar precios irrisorios (como si fabricarlos no implicara recursos, personas que trabajan y más)?

Por lo pronto, les comparto el consejo de Carolina Sur: el agua en la cara baja la ansiedad, probalo la próxima vez que quieras comprar algo compulsivamente, que después va a afectar tu economía.

Porque nadie se hizo millonario comprando cosas que no necesita, gastando más plata de la que puede.

UN paCIO dE ENCUENtrO

DEJARLE HABLAR A LA TIERRA

LA OBRA DE TERESA PEREDA,

ARTISTA ARGENTINA QUE

FUNDE SU OBRA CON EL ENTORNO NATURAL.

El arte tiene un enorme poder de enaltecimiento y transformación, y es desde esa potencia de artistas que obran desde un vínculo intrínseco con la naturaleza, que estaré compartiendo aquí, historias de creación de arte y vida.

Esta edición está dedicada a la obra de Teresa Pereda, artista argentina con quien tuve el placer y honor de compartir algunos días en Buenos Aires. Especializada en etnografía indígena, cosmovisión originaria de nuestra región, y la recolección e intercambio de tierras de todo el continente americano, trabaja con diversas técnicas y materiales, como tierra, lana, agua, carbón, fotografía, video, entre otros. Cuando comencé a desarrollar los programas de Studio Tierra, en 2021, la invité a Teresa a ser la artista ‘madrina’ del proyecto, y así la siento en obra y humanidad. Teresa desarrolla

sus propias técnicas artístico-cientícas para darle voz a la naturaleza. En sus obras hablan el tiempo de las aguas y las tierras, las rocas y los minerales, los vientos, las aves, los ácidos, el aire, las lombrices. Su matriz es la permeabilidad, espacios-materia que se funden con el entorno natural e imprimen su temporalidad. No es por acaso que vive en el campo y desarrolla sus procesos de creación en lugares apartados de los centros urbanos.

En 2006 comenzó una serie de ‘dibujos de agua’ cuyo proceso sigue perfeccionando. Ha ido creando sistemas cual pequeñas ingenierías para guiar los escurrimientos de las aguas mezcladas con tierra y carbón sobre papeles de distintos formatos y gramajes. Las imágenes que obtiene resultan de lentos procesos de drenaje que activan la fusión de las sustancias y causan decantaciones, evidenciando sus tiempos geológicos de sedimentación. Desde las muestras que va colectando del territorio americano, Teresa produce los propios polvos con los cuales va tamizando las distintas tierras, y los mezcla con agua y carbón.

En otra serie titulada Land Prints, el cuerpo y el paisaje se vuelven herramienta y superficie,

respectivamente. Papeles de grandes proporciones son sumergidos en humedales - mallines - donde el agua escurre muy sutilmente (Neuquén, Patagonia). Los papeles quedan flotando en los mallines algunos días, periodo en que no se sabe qué tipos de escrituras orgánicas se están generando. Es una ‘escritura del agua a ciegas’ para la artista. Aquí también, Teresa crea una estructura para ayudar a la naturaleza a dejar su huella. “Es como que les hago su propia casita, para que puedan habitar ese lugar y recibir la impregnación”. Teresa comienza a utilizar tierra como elemento principal a principio de los 1990. Su conexión con ella proviene de su estrecha vinculación con el mundo indígena que comenzó en su juventud. Trabaja en la intersección del arte con la arqueología y la antropología, y al mismo tiempo que produce obras-objetos de arte, también desarrolla proyectos de investigación de campo con habitantes originarios de distintas regiones del continente americano, emprendiendo viajes y acciones de recolección e intercambio de tierras procedentes de diversos

Teresa Pereda (Buenos Aires - 1956)

Artista e investigadora www.teresapereda.com.ar

lugares de Argentina y América. Gracias a su belleza, elegancia y presencia aurática y matérica, la obra de Teresa nos acerca a la naturaleza y nos inspira a hacer lo mismo.

UN ENCUENTRO CON LA INMENSIDAD

RELATO DEL AUTOR EN SUS ÉPOCAS DE MOCHILERO INTRÉPIDO QUE SE ADENTRÓ EN LOS SECRETOS DE LOS ESTEROS DEL IBERÁ, DESAFIANDO ADVERTENCIAS Y SOPORTANDO TORMENTAS. UNA TRAVESÍA DONDE LA NATURALEZA Y LA CULTURA SE ENTRELAZAN EN UN ESCENARIO ÚNICO.

El 28 de mayo de 1980, poco después del amanecer, salí de Mercedes, Provincia Argentina de Corrientes. Mi próximo destino eran los Esteros del Iberá, un inmenso pantano situado en el centro-Norte de esa provincia, del que había leído algo antes de comenzar a viajar. Si seguía por esa ruta alcanzaría un pequeño tramo del estero en la Colonia Carlos Pellegrini, pero allí había arroceras, no el estero virgen que yo quería visitar. Así que luego de hacer un tramo a dedo por la ruta 14- que no estaba pavimentada-, al llegar a un empalme pedí para bajar del vehículo que me llevaba. Se decía que no se podía llegar por ningún camino, pero yo creía que si el que había tomado se mantenía con rumbo noroeste por unos cuantos kilómetros, me iba a acercar mucho. Solamente iba a probar, porque no encontré a nadie a quien preguntarle.

Caminé gran parte del día ahorrando agua, pese a que hacía mucho calor y el 29, al armar la carpa para pasar la noche creí estar a unos treinta kilómetros de la costa del estero. A la mañana siguiente, cuando fui a pedir agua a una estancia pregunté por los esteros y me recomendaron no seguir.

-Al estero no le va a entrar- me dijo un hombre con atuendo de gaucho, que se levantó con pereza de su silla situada a la sombra de unos naranjos.

A lo sumo lo podrá a ver desde la orilla. No siga, la gente de allí es muy brava y son cuchilleros.

-Yo también- contesté irónicamente mientras tanteaba mi machete, porque esa

recomendación me pareció demasiado desalentadora. Luego de mucho calor, sed y de sufrir las correas de la mochila como nunca, el 30, al llegar a la cima de una colina se presentó ante mí la plácida belleza de ese descomunal pantano. Se me ocurrió que hasta ese momento había logrado llegar a cada uno de los lugares que me había propuesto en mi itinerario, pese a lo apartados que eran algunos. Bajé la mochila, abrí los brazos y grité: ¨¡Consigo lo que quiero!¨

El manto verde del juncal dejaba claros donde el agua brillaba -no por nada I Berá en Guaraní significa agua brillante-; cerca del horizonte se veían algunas islas boscosas de un verde mucho más oscuro que el mar donde estaban inmersas. La orilla del Estero estaba bordeada de palmares y a éstos le seguían, hacia tierra firme, grandes manchones de bosque húmedo separados por pastizales con espinillos. De los bosques cada tanto sobresalían bellísimos cañaverales de unos quince metros de altura -y luego vi- compuestos por cañas de más de diez centímetros de grosor. También abundaban enredaderas, las que sepultaban algunos sectores del bosque. Al llegar a la orilla del Estero me di cuenta de que estaba muy crecido, porque las palmeras que había en la primera línea tenían parte de sus troncos bajo medio metro de agua. También parte del monte lo estaba y como el sol ya se ocultaría, decidí aprovechar la calma absoluta y armarla al descampado, para el otro día sí, elegir bien en qué sitio del monte permanecer unos cuantos días.

No lejos había un alambrado y con las últimas luces sobre sus postes se fueron posando varios cuervos de cabeza roja. Poco después las ranas trepadoras comenzaron a cliquear y al hacerse de noche se largó una lluvia suave que de a poco se fue haciendo más fuerte. Un trueno, otro y la extraña sensación de que había agua dentro de la carpa. Eso me extrañó, porque estaba seguro de haberla situado en el sitio más alto disponible. Pero mientras los rayos caían, me di cuenta de que no se trataba de una acumulación de agua por el microrelieve, sino que era el propio estero que estaba creciendo. Desarmé la carpa y la metí como pude en la mochila, tomé el sobre y emprendí la carrera hacia los campos más altos. Era tal la frecuencia de los rayos y relámpagos y de sus chasquidos que se sentían tan próximos, que corrí medio agachado y zigzagueando inútilmente ante cada nuevo relámpago. Hasta entonces nunca había vivido una tormenta eléctrica de tal magnitud. Estaba empapado y con carpa y sobre de dormir en las mismas condiciones, decidí ir a pedir refugio en la casita que la tarde anterior había visto cerca del camino que a esa altura era una huella. Mientras me aproximaba y comenzaba a

preguntarme cómo haría para anunciarme, comenzó un viento fuerte que redobló mi decisión de ir hasta allí. No fue necesario hacer nada. Un perro que dormía bajo el alero se puso a ladrar al verme. Se encendió una lucecita y poco después salió un señor muy alto y fornido. Sin duda mi aspecto desgraciado lo hizo descartar de inmediato cualquier suposición de atentado y de inmediato me invitó a pasar. Dentro había tres jóvenes y una anciana, la que no bien me vio dijo:

- “Ahora que está mojado viene, pero ayer pasó por delante del rancho sin saludar”.

- No diga eso mamá. Dijo el hombre. La cosa es que su atención fue extrema. El rancho era chico y había pocas camas. Pese a que me opuse, me dejaron un catre para mi y los tres muchachos durmieron apretados en otro. A la mañana siguiente mientras me convidaban con galleta y mate, intenté darles una idea de lo que era ser mochilero.

El relato continuará en la próxima entrega de SEA o podrás encontrarlo en el libro de Juca “De mochilero a guardaparque”.

La interrelación de los seres: un llamado al diálogo en tiempos de grietas

EN UN MUNDO POLARIZADO

POR DISCURSOS OPUESTOS, RECUPERAR LA NOCIÓN DE QUE

TODOS ESTAMOS CONECTADOS ES CLAVE PARA CONSTRUIR UN FUTURO SOSTENIBLE.

En los artículos anteriores, subyace un concepto básico o central que emerge de la experiencia de vida de muchos de los que estamos comprometidos en estos procesos de búsqueda de la vida y su sostenibilidad. Es el concepto de la “interrelación de todos los seres”. Para muchos de nosotros, es la experiencia de dicha interrelación, la que sostiene la confianza en que nuestras acciones pueden dar nuevas formas a la historia.

Esta interrelación de todos los seres, no sólo se expresa y hace real y concreta en el HOY de la historia, en el tiempo presente, sino que es una realidad que integra lo transtemporal, el ayer y el mañana. En el devenir histórico y cósmico, todos los seres que nos preceden, están presentes en el hoy de la historia. De una forma gráfica, somos parte y estamos integrados en y por el BigBang o el acontecimiento primigenio. La vida, aunque por su linealidad temporal a veces nos engaña, es una sola en su diversidad. El pasado es en el hoy y el futuro abierto a las decisiones del hoy, nos encontrará interrelacionados.

Estos conceptos, profundamente cristianos, subyacen buena parte de la reflexión teológica y espiritual actual. Comprensiones que

invitan a construir y acompañar el devenir de la vida en la historia a partir del diálogo y la confianza. Comprensión que va en comunión con la espiritualidad de nuestras culturas ancestrales originarias de nuestro continente. En estos tiempos de grietas, cada día nos encaramos con discursos contrapuestos y radicalizados. Los que piensan y luchan por el discurso opuesto son demonizados. Las dos miradas cada vez se desautorizan más fuertemente. La lucha por el poder, por el control de los organismos y los estados, se hace más encarnizada. Es cada vez más cotidiana la actitud de descalificar al otro, a aquel que piensa distinto o tiene otra mirada. Esta apasionada forma de relacionarnos atraviesa casi todos los temas de la vida en sociedad de nuestro tiempo globalizado: ambiente, justicia social, economía, sexualidad, relaciones laborales, etc. Es evidente, volviendo al concepto que explicitábamos al inicio, que si el rumbo (productos de nuestras acciones como comunidad humana) desconoce el destino común de todos los seres creados (consecuencia de su profunda interrelación en el ayer y hoy de la historia), no lograremos sostener la vida. Visto con menos pasión y mirada crítica, ambas construcciones políticas o miradas

sobre la historia, la realidad y el camino a seguir (por ej Trump vs Harris), buscan defender la vida. Creen, construyen y refuerzan sus propios relatos y sus propios datos. Se afirman en su posición o punto de vista del tal modo que, para su contrincante, parece negar dimensiones de la realidad. Pongamos un ejemplo sencillo para no ser tan abstractos. En la tensión humana existencial del individuo o lo colectivo; por una parte, unos parecen afirmar a tal punto la libertad individual que parece que negaran la innegable y necesaria dimensión colectiva de la realidad. Por el contrario, los que afirman la dimensión colectiva, diluyen la esencia personal de toda realidad.

Pareciera que, para unos y otros, se trata de conquistar el poder para encaminar la historia para uno u otro lugar. Imponiendo la propia mirada y sensibilidad, descalificando o vaciando de sentido la mirada aparentemente opuesta. En cambio, parecería que el camino es escuchar y acompañar; comprender y dialogar; creer en el todo interrelacionado que se hace historia desde la individualidad. Quizás se trate no tanto de provocar cambios, sino de acoger en confianza un destino común de los individuos en su diversidad.

The True Cost

Dirección: Andrew Morgan

Duración: 92 minutos

Año: 2015

Género: Documental

País de origen:

Estados Unidos

Este impactante documental desentraña los oscuros secretos detrás de la industria de la moda, exponiendo cómo las cadenas de producción de ropa de bajo costo afectan a las comunidades trabajadoras y al medio ambiente. The True Cost no solo critica la lógica del fast fashion, sino que también explora alternativas sostenibles, entrevistando a activistas, economistas y diseñadores que buscan transformar esta realidad. Con una narrativa visual poderosa, el documental invita a repensar el impacto de nuestras decisiones de consumo en el planeta y en las personas detrás de cada prenda.

Recomiendan

Niños rurales de Uruguay: Una educación ecosistémica

Por Ing. Agr. Daniela Schossler, Coordinadora Alianza del Pastizal Uruguay

MIENTRAS LAS CIUDADES CRECEN Y EL CAMPO SE VACÍA, LAS ESCUELAS RURALES ENFRENTAN

EL DESAFÍO DE EDUCAR A LAS FUTURAS GENERACIONES

SOBRE LA IMPORTANCIA DE LOS ECOSISTEMAS NATURALES.

No hay nada más convincente que la educación de un niño. Invertir en su formación es sembrar las semillas de un futuro próspero y sostenible. Sin embargo, nos encontramos en un momento crítico: las ciudades crecen desmesuradamente, mientras que el campo se despuebla, dejando a las escuelas rurales al borde del fin y muchas incluso enfrentando el cierre.

¿Nos hemos preguntado cómo será nuestra alimentación en el futuro si no hay quienes trabajen en el campo? ¿Qué pasará con nuestro hermoso bioma pampa, los vastos campos de biodiversidad (llegando a más de 50 pastos por metro cuadrado), la vida en el suelo, la ganadería y nuestra cultura gaucha? ¿Estamos educando a nuestros niños sobre la maravilla de las aves que vienen del hemisferio norte, haciendo 30.000 kilómetros para invernar en nuestros campos? Los maestros y los estudiantes en las zonas rurales son conscientes de la importancia de este ecosistema, no solo para sus vidas, ¿sino para el bienestar del planeta?

La educación ambiental y la posibilidad de producción sostenible debería ser una prioridad, no sólo en las clases urbanas, sino también en las rurales. Solo así podremos asegurar un futuro donde nuestros niños valoren, protejan y visualicen oportunidades en el Pampa, reconociendo que su salud y la del planeta están intrínsecamente ligadas. ¡El futuro del campo depende de ellos!

En 2022, la Alianza del Pastizal estableció la ciencia ciudadana como uno de sus ejes fundamentales, enfocándose especialmente en las escuelas rurales de Uruguay. Esta iniciativa promueve la producción y

conservación de los campos del Cono Sur, apoyando la ganadería sostenible. En Uruguay, Aves Uruguay, socia de BirdLife Internacional, lidera este esfuerzo, formando parte de una red global presente en 119 países. Para el proyecto piloto elegimos la región de los Campos del Tapado, abarcando Salto y Paysandú, área de importancia para especies amenazadas de extinción y migratorias. El trabajo se extendió en los departamentos de Cerro Largo y Treinta y Tres sumando 220 niños y 30 maestras.

Buscamos involucrar a los agrupamientos rurales de Uruguay, fomentando el conocimiento sobre nuestros campos naturales, las aves de pastizal y las especies exóticas invasoras como el caso del capin annoni (Eragrostis plana). El trabajo fue posible gracias a instituciones como ANEP (Agencia Nacional de Educación Permanente), UTU, Ministerio de Ambiente, Ministerio de Turismo, AUGAP, AGUITA y Mesa de Ganadería sobre Campo Natural, diversas instituciones público privadas en que estamos convencidos que es la fórmula del futuro.

Para más información ingresa en alianzadelpastizal.birdlife.org/es/

UN ENCUENTRO A ORILLAS DEL MAR

por Uriel Sokolowicz Porta

EXPLORAR UN FARO HISTÓRICO ABANDONADO, BUCEAR EN UN SITIO INHÓSPITO Y SALVAJE, ATRAVESAR UN BOSQUE SUBACUÁTICO

INEXPLORADO Y COMO COROLARIO TENER UN ENCUENTRO CARA A CARA CON UN ELEFANTE MARINO DE 900 KILOS Y CASI 3 METROS DE LARGO, SIN DUDA SE TRANSFORMÓ EN UNA EXPERIENCIA MEMORABLE.

Durante el pasado mes de noviembre, formé parte de una expedición científica de la fundación Por el Mar (PEM) en aguas de Puerto Deseado, Santa Cruz, Argentina. Los objetivos involucraban el estudio de la densidad de algas pardas formadoras de bosque y caracterizar la comunidad bentónica que habita el ecosistema de bosques de macroalgas en aguas de la costa norte de dicha ciudad. Con días alternados de buenas condiciones en cuanto a visibilidad para el buceo y viento para la navegación, fuimos desarrollando las tareas asignadas con éxito. Sabíamos que si algún día se nos presentaba demasiado ventoso para navegar y trabajar en dicha área, pondríamos en práctica el plan alternativo. El mismo consistía en viajar hasta Cabo Blanco y hacer un buceo

exploratorio en el bosque de macroalgas que allí se observa desde superficie. Y hacia allí nos dirigimos cuando la naturaleza del viento patagónico lo dispuso.

La Reserva Provincial Cabo Blanco, está a unos 90 kilómetros de Puerto Deseado y es un zona declarada como área protegida. Se destaca geográficamente por los afloramientos rocosos que se elevan sobre la costa alcanzando una altura de 40 metros y que unidos por un istmo forman dos caletas. Sobre la parte más elevada del acantilado rocoso se distingue un antiguo faro, inaugurado en 1917. A su lado, una casa habitación fue durante muchas décadas el hogar de fareros que vivieron en aislamiento extremo, luego el faro se automatizó y ya no fue necesaria la presencia humana.

El cabo tuvo su primer denominación en la lengua del pueblo Tehuelche como “Yenk Aike” (vigía del mar), y luego recibió su nombre actual de los navegantes españoles del siglo XVI, más precisamente durante la expedición de Magallanes de 1520, donde se lo bautizó Cabo Blanco. Su nombre surgió al observar, desde el mar, el color blanco predominante de las piedras del cabo que estaban cubiertas de guano de aves.

Luego de merodear las inmediaciones del faro, apreciar la variedad de aves marinas, la colonia de lobos marinos y explorar el afloramiento rocoso, llegó el turno de la inmersión en las frías aguas de una de las caletas. Hacer un primer relevamiento del bosque de algas era el objetivo principal, nadie de los presentes había buceado en las inmediaciones del Cabo y por ende tampoco en esta bahía. Tenía referencias de fuertes corrientes que han arrastrado a experimentados buzos mar adentro en la punta de esa caleta, por lo que la prudencia era algo que rondaba mi mente antes de ingresar. Las condiciones eran buenas, la marea estaba creciendo y cercana a la estoa (momento en que la corriente asociada a la marea se detiene). Éramos dos parejas de buzos, por un lado la bióloga Carolina Pantano junto a Sebastián García y en mi caso, hacía dupla con la bióloga deseadense Paula Dufourg. Atravesamos un bosque distinto a lo habitual, una disposición alternada de sustrato duro y blando creaba formas del bosque que no había visto en otros sitios. Un paisaje singular que acobijaba como es habitual mucha vida marina, sobre todo invertebrados, donde los caracoles y cangrejos eran los principales protagonistas. Al finalizar la inmersión, comenzamos a quitarnos las aletas con el agua por la cintura, para luego salir caminando por la orilla. Ahí pude intercambiar las primeras palabras con mi compañera Paula, quien me confiesa con una sonrisa inmensa en su rostro que este fue su primer buceo en un bosque de algas, uno de sus sueños pendientes. La felicidad se evidenciaba en sus facciones claramente, pero lo más grandioso que se podía percibir era su estado emocional, era evidente su agradecimiento a la vida, al mar, al bosque, a las criaturas sumergidas que

observamos y su humildad ante la naturaleza que nos rodeaba. Debo confesar que me sentí sumamente honrado y afortunado de compartir junto con ella toda esta experiencia en el mar.

El encuentro

La naturaleza en ocasiones te permite apreciar y vivir momentos especiales, como el descripto previamente, pero Cabo Blanco y su bahía encantada tenía un último mensaje para darnos. Ya en la orilla, mis compañeros se habían quitado el equipo de buceo, yo por el contrario lo dejé colocado por unos minutos más, esos breves instantes en donde uno busca readaptarse, acomodando el cuerpo y el alma nuevamente a la gravedad de la tierra. En el momento que me resigno a caminar hacia los vehículos para quitarme el equipo, escucho que uno de los

compañeros advierte la presencia de un elefante marino. Pensé que lo vería a lo lejos al mirar sobre el mar, pero estaba allí mismo en la orilla, con el agua tapando apenas su enorme volumen corporal. Nos miraba muy curioso y se quedaba allí. No parecía estar lastimado, perdido o en situación de estrés, por lo que decidí volver al agua y aceptar la invitación de su mirada. Entré al mar y me quedé quieto observando su reacción. Me ubiqué a un costado y le dejé el paso libre hacia mar abierto, de esta manera el encuentro podía concluir en cuanto el elefante marino lo dispusiera. Ya había tenido encuentros previos con estas criaturas durante buceos en aguas de la península Antártica, pero todos breves. En este caso, la curiosidad y las ganas de reconocernos mutuamente en este rincón remoto de la Patagonia se estableció de forma muy natural y espontánea. Así fue que nos observábamos a la distancia, unos 10 metros nos separaban al inicio, pero luego esa distancia fue decreciendo lentamente. Este inmenso mamífero marino de 900 kilos y casi 3 metros de largo se fue acercando de forma delicada, metro a metro, centímetro a centímetro, hasta quedar cara a cara conmigo.

Nos conectamos y curioseamos por unos minutos, inmersos cada uno en su mundo de pensamientos. Esos breves instantes que son eternos, que adquieren otra dimensión en el espacio temporal que vivimos a diario. Creo imaginar que durante nuestro encuentro, ambos animales sentimos emociones parecidas. Reflexionar sobre ellas, intentar entenderlas y expresarlas en palabras es algo que siento desnaturaliza el momento. De todos modos, el desafío de compartir experiencias con otros implica elegir palabras, emociones y frases. Así que si tuviese que transmitir qué ocurrió allí, entre un elefante marino y un humano, en un lugar remoto y salvaje de la Patagonia, diría que fue un hermoso encuentro donde la mezcla de emociones como la curiosidad, el miedo, la valentía y la necesidad ancestral de vincularse a otros se hizo presente de forma sana y natural. Sin dudas, una nueva experiencia que atesoraré por siempre en mi memoria.

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