Perdida del amor idealización

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Universidad Pontificia de México Diplomado Teórico en Tanatología

PÉRDIDA DE LA PAREJA POR IDEALIZAR EL AMOR.

Autor: Claudia Ma. Navarro Aguirre Nombre del asesor: Lic. Enna María Treviño Villarreal Fecha: 15 de Mayo del 2016


INTRODUCCIÓN.

La pérdida de la pareja es un suceso doloroso que produce un duelo en la persona. El proceso de duelo se vive de manera diferente para cada individuo, aceptar el dolor que conlleva la pérdida requiere de la capacidad para emplear las diversas estrategias de afrontamiento dirigidas al sentimiento y a la solución de problemas, para de esta forma dar expresión a los sentimientos y emociones, que deben ser apoyadas y bien dirigidas. La labor del tanatólogo ante este duelo consiste en promover en el doliente una positiva elaboración de su dolor, es decir, hacerle frente, de una manera sana, a las múltiples reacciones emocionales producto de la separación de pareja Para poder realizar adecuadamente dicha labor es fundamental que el tanatólogo identifique las características particulares de dicho duelo, comprenda los elementos que intervienen en el mismo y defina las estrategias adecuadas para su conserjería.

OBJETIVO GENERAL

Comprender el proceso para elaborar el duelo producido por una terminación de una relación de pareja basada en un amor idealizado después de haber superado un divorcio.

OBJETIVOS PARTICULARES   

Conocer las características del amor idealizado Comprender los sentimientos que se producen por la terminación de una relación de pareja Analizar los pasos para elaborar un duelo por pérdida de una relación de pareja posterior a un divorcio


MARCO TEORICO

El AMOR ROMÁNTICO La fantasía que tengo de mi amado es el asiento de mi deseo, pues amar es también idealizar al elegido, dotándolo de las características ideales en función de nuestros valores. (Durán , 2014). El amor romántico tienen una razón de ser y una función en su momento. Es bueno que el amor nazca idealizado, ya que sobre ese comienzo se construirán los sentimientos altruistas propios de toda relación amorosa. Como expresa Hervada (1975): el amante aparece como sujeto pasivo; el amor es algo que nace en él y no producido por él. Por esta razón, es muy común sentir que el otro siente lo mismo que uno y dejarse llevar por esta fantasía, peste afecto es limitado ya que reside en las emociones, en el sentimiento, que por naturaleza es instantáneo y cambiable. El romanticismo por sistema no tiene sentido. No me refiero aquí al romanticismo de estar ilusionado y tener muchos detalles con la persona amada. Este tipo de romanticismo es bueno en todas las etapas del proceso amoroso. Me refiero al romanticismo de suplantar la realidad de un amor concreto por la ficción de una historia de amor maravillosa (Castillo, 2005). Este tipo de amor es el de idealizar a la persona a quien se ama, el no ver más que sus cualidades positivas, e incluso magnificarlas, y por esta razón, no se ama tal cual es en verdad la persona, sino sólo un espejismo de la misma. Esto acarrea un desengaño. El proceso amoroso debe salir a tiempo de la fase de idealización. Llega un momento en el que ya no es sostenible seguir fabulando y aparentando, cada uno de los amantes debe hacer un esfuerzo por captar la realidad del otro, de sí mismo y de la relación que mantienen. Necesitan conocerse de modo real, con sus virtudes y con sus defectos. También tienen que decidir, en algún momento, si se aceptan y aman como realmente son (incluidos los defectos) y si sus dos vidas son compatibles dentro de un mismo proyecto de amor comprometido. (Castillo, 2005) En gran medida, la idea del amor romántico prevalente en nuestra cultura es un buen caldo de cultivo para pensar que vamos a encontrar a alguien que nos va a dar todo lo que necesitamos y nos va a hacer felices. Al enamorarnos, creemos haberlo encontrado. Mientras se mantiene la visión idealizada e incompleta del otro, todo está bien. Pero llega el momento en que esto se cae.


La felicidad es algo que depende de cada individuo, está dentro de cada ser humano, poner en manos de otros la propia felicidad es, con seguridad, no conseguirla o conseguirla solo momentáneamente, ya que somos seres complejos y no existe en nadie, en nada, ni en ningún momento la perfección. Para Enrique Rojas (2000), la felicidad descansa en dos pilares fundamentales: tener una personalidad equilibrada capaz de encontrarse a sí misma y tener un proyecto de vida realista y coherente que implica tres dimensiones fundamentales: el trabajo, el amor y la cultura. Más allá del mayor o menor grado de realización de los proyectos íntimos, la clave de la felicidad del hombre no pareciera estar tanto en los logros personales, como en su capacidad de asumir y aceptar la vida con sus vaivenes inevitables de la fortuna y del acontecer cotidiano. La felicidad la encontramos en la actitud con la que experimentamos nuestras relaciones y nuestras situaciones, en la generosidad con la que nos donamos y en el descubrimiento de nuestro aprendizaje y lo que tiene positivo cada situación. Se puede ser feliz tanto en la dicha como en el infortunio de la vida: en soledad o en compañía, con amor o sin amor, en la abundancia o en la estrechez, en la salud o en la enfermedad, en el éxito o en el fracaso. La felicidad, en el fondo, es una actitud ante la vida que se caracteriza, precisamente, por la capacidad de superar lo contingente y de trascender a lo precario y la vulnerabilidad inevitable de la existencia. (Peña y Lillo, 1989) Muchas veces, llevamos con nosotros una serie de esperanzas y creencias, de las que no solemos ser conscientes, que nos dicen cómo es nuestra «pareja perfecta», cómo deben repartirse los roles y responsabilidades dentro de la familia y cómo deben resolverse los problemas de pareja. Además, todos tenemos el «sueño» de una relación ideal, sueño que incluye una serie de estándares (a veces imposibles) que solemos utilizar para evaluar a nuestras parejas. (Neimeyer, 2002)

LA RUPTURA AMOROSA La vida es una sucesión de encuentro y desencuentros. Cuando creamos lazos ponemos en ellos parte de nuestro ser, convencidos de que estamos construyendo una relación con futuro. Y a veces el futuro termina antes de lo esperado y la separación rompe los lazos.


Las rupturas siempre son difíciles. Si todavía quedan sentimientos intensos, la ruptura es más difícil, sin embargo una ruptura siempre trae consigo sentimientos que son necesarios de acomodar y trabajar por la necesidad de plantearse una nueva vida, el abandono de antiguos planes, la soledad y la sensación de fracaso pueden ser igualmente demoledoras A una ruptura amorosa siempre le sigue un proceso más o menos largo, que se denomina trabajo de duelo. El tiempo que conlleva asimilar una pérdida varía de persona a persona y, sobre todo, de la magnitud de la situación. Lógicamente, el grado de intensidad con el que se vive una ruptura va a depender del apego y de las circunstancias en que se produzca. Los psicólogos consideran que corresponden con cuatro estados de ánimo: la negación, la rabia, la negociación, la aceptación y la superación. (Bosch, 2009 ) Cuando perdemos a la persona el amor idealizado se desploma, y se derrumba como un edificio al que se le quita alguna de las columnas de sustentación. Aparece el dolor, que procede: -

De la pérdida de la persona del ser amado

-

Del derrumbe de la fantasía que me une a él

-

Del caos emocional que se produce como consecuencia del derrumbe del disque que era el fantasma, y

-

De la hipertrofia de alguna de las imágenes del amado desaparecido

El que sufre confunde el motivo desencadenante de su dolor, la pérdida del ser amado, y sus causas profunda: los trastornos pulsionales, y a veces, también materiales, que esta pérdida ocasiona. Es importante que el consejero no los confunda y pueda acompañar el proceso de duelo, sin querer evitarlo ni postergarlo. Es necesario que pueda acompañar en el derrumbe, poner palabras al dolor, compartir la experiencia de sufrimiento y ayudar en la elaboración del duelo que permita abrirse, en su momento, a otros nuevos elegidos sin perder por eso el amor de la persona perdida. Por otra parte, la pérdida del ser amado, en el caso de la pareja, rompe la identidad que nos otorgaba, porque además de la pertenencia, la pareja nos proporciona identidad, una identidad que se quiera al perder la relación. Y esto ocurre más allá de los sentimientos positivos o negativos hacia el otro. (Durán , 2014).


Diane Vaughan ha estudiado las explicaciones que hombres y mujeres dan de su separación o divorcio y ha intentado identificar un curso típico del «desparejamiento». Este proceso de «desparejamiento» suele ser gradual, evidenciándose más a nivel conductual (ya que se evita el contacto sexual con la pareja o se «olvida» llevar el anillo de casado) que a nivel de manifestaciones directas de descontento. Mientras tanto, la pareja consciente o inconscientemente puede intentar ignorar las señales de que algo no va bien, intentando convencerse a sí misma y convencer a los demás de que «todo va bien». A medida que se va evidenciando el descontento de uno de los miembros de la pareja, ambos desarrollan una historia o una explicación diferente de sus problemas, en la que se excusan a sí mismos y culpan a la otra parte. Sin embargo, al final los dos deben elaborar el duelo que provoca la pérdida de la relación, aunque este proceso suele estar marcado por la culpa en la persona que inicia la ruptura y por la ira en la que se siente traicionada. (Neimeyer, 2002)

PÉRDIDA DE UNA RELACIÓN Las relaciones de pareja corresponden a una de las relaciones más intensas que se pueden establecer entre seres humanos, corresponde al vínculo de mayor significado fuera de la familia de origen. Desolación, desilusión, soledad, entumecimiento: Estas son palabras que describen nuestros sentimientos cuando experimentamos amistades rotas, compromisos rotos o matrimonios rotos. Además, todo sobreviviente de una relación rota se ve acosado por un residuo de temor ante relaciones futuras. Algunas personas enfrentan las rupturas bien, aprenden de ellas, se sobreponen a tus temores y crecen para confiar y amar nuevamente. Otras permiten que sus heridas emocionales permanezcan perpetuamente abiertas; ceden a sus temores alejándose de las relaciones íntimas. El trauma del amor perdido es una de las heridas más dolorosas de la vida, y la aprehensión acerca de amar de nuevo es uno de los temores más grandes de la vida. (Norman Wright, 2004). La ruptura de pareja es un evento doloroso y relevante en la vida de un ser humano y en ocasiones la persona percibe que dicha situación sobrepasa sus propios recursos y atenta contra su bienestar personal y es cuando es necesario hacer algo más; cuando se debe aprender a elaborar dicho duelo, sintiendo lo que haya que sentir, haciendo lo que haya que hacer, lo que implica buscar ayuda porque no se puede solo.


El duelo es el conjunto de sentimientos, pensamientos, estados de ánimo, comportamientos y reacciones fisiológicas que experimentamos cuando perdemos algo importante para nosotros. Está constituido por varias etapas que es necesario enfrentar, como si fuera un camino que nos condujera a ciertos lugares por los que debemos pasar; como un viaje que nos lleva a diferentes estaciones en las que hay que detenernos hasta llegar al final, pues de no hacerlo, no podemos continuar avanzando. Cuando al proceso de duelo le encontramos un crecimiento, llegará el final del mismo, de ese camino llamado “duelo”, volviendo a sentirse en paz, a estar alegre, atener planes maravillosos para la vida;

dejará de llorar, extrañar, sufrir. Sin embargo cuando las

personas no se dan la oportunidad de vivir cada etapa de su duelo, pueden pasar años, o el resto de su vida, atrapadas en esos sentimientos dolorosos y limitantes producto de su pérdida, sin llegar al final del túnel y salir de nuevo a la luz. (Chávez, 2003).

ETAPAS PARA SUPERAR UNA PÉRDIDA AMOROSA Como la pena que sentimos cuando muere una persona, las etapas por las que atravesará para recuperarse de una relación perdida son predecibles. Estas etapas constituyen el proceso normal y sano de la recuperación. Si la sanidad es completa, tendrá algunas cicatrices emocionales pero no tendrá heridas abiertas emocionales. Las etapas que se identifican varían en su duración e intensidad, dependiendo de la duración y la fuerza de la relación. Cuando la ruptura no partió de su hacer ni de su deseo, el resultado es aún más intenso. Por lo general hay seis etapas por las que atravesará cuando se rompe una relación amorosa. Su dolor será mayor durante las primeras tres etapas. Al pasar de una etapa a la otra, la intensidad del dolor disminuirá. Cuanto más haya recorrido, menos temor sentirá. Lo peor que puede suceder es quedarse atascado en una etapa y no completar el proceso. Algunas de estas etapas se solapan, y tal vez avance y retroceda durante un tiempo. Esto es bastante normal. Es pare del proceso de sanidad. Primera etapa: Impacto. Cuando pierde una relación amorosa, se siente pasmado y abrumado por el impacto. Incluso cuando ya se ha anticipado la ruptura o el divorcio, la realidad del mismo tiene un efecto único. Algunas personas no pueden siquiera llevar a


cabo sus actividades cotidianas; incluso comer y dormir se convierte en tareas. Uno no vive por lo que se siente en esta etapa. Pueda o no identificarlo, usted experimentará un temor intenso de estar solo o de haber sido abandonado para siempre. Pero debe experimentar estos sentimientos para poder avanzar en el proceso de sanidad. En esta etapa, necesita que haya otras personas a su alrededor, ya que se trate de que usted quiera que estén o no. Solo la presencia de otras personas puede ayudar a facilitad el temor a la soledad. Segunda etapa: Pena. La etapa de la pena puede ser extensa puesto que incluye hacer el duelo por la pérdida de lo que compartieron juntos y lo que podrían haber compartido. Durante esta época, el enojo puede sentirse y expresarse. Usted puede estar enojado con usted mismo, con Dios y con los demás que no comprenden su pena. Puede llegar a deprimirse por la relación rota y la falta de esperanzas de relaciones en el futuro. Etapa tres: Culpar a alguien. Los sentimientos de culpar a alguien acompañados de enojo, pueden sentirse hacia su ex conyugue, novio, pareja de salida o incluso hacia usted mismo. Su conducta durante esta etapa puede sorprenderlo mientras intenta quitarse de encima esos sentimientos. Su acción puede no parecer encajar con sus patrones del pasado. No es inusual que las personas tomen malas decisiones en esta etapa. Los temores al rechazo, al aislamiento o el sentimiento de poca adecuación personal hacen que algunas personas actúen de la manera contraria a sus propios sistemas de valores. Cuarta etapa: Adiós. En esta etapa con frecuencia es difícil de enfrentar, puesto que involucra el decir adiós. Es cuando finalmente usted se admite a sí mismo: “la relación terminó; esta persona está fuera de mi vida y yo debo seguir adelante” Algunas personas suelen atorarse en el umbral de esta etapa, a veces durante más de un año. Algunas de esas personas parecen avanzar, y sin embargo, tres semanas más tarde están haciendo las mismas preguntas y diciendo las mismas cosas acerca de una reconciliación que nunca tendrá lugar. No están dispuestos a decir el adiós final. Quinta etapa: Reconstruir y Resolución. A la altura de estas etapas, usted finalmente puede hablar acerca del futuro con un sentido de esperanza. Acaba de haber completado su desapego de la otra persona, con suerte sin temores que persistan. En esos momentos pueden producirse nuevos apegos sanos. Sin embargo, debemos recordar que hay tres resultados posibles de la ruptura de una relación: Un cambio para ser mejor; un cambio para peor; o un retorno al nivel de la vida


anterior. Al comienzo de la ruptura, es casi imposible concebir que las cosas cambien para mejor, especialmente si usted es el que ha sido rechazado. En las últimas etapas de la crisis, tal vez pueda ver asomos de la posibilidad para un cambio positivo. Sus juicios y decisiones durante este momento de cambio en su vida influirán en el resultado. (Norman Wright, 2004) El duelo por la ruptura de una relación comparte características similares a las de un duelo por fallecimiento, salvo que implica la toma de decisión de alguna de las dos partes de terminar con una pareja que se había constituido libremente y con expectativas en común (Neimeyer, 2002) Generalmente al terminar una relación amorosa el dolor obliga a examinar el pasado. Para aquellos que cargan con una pérdida no resuelta, el duelo amoroso puede tornarse particularmente difícil, pues reactiva las experiencias de abandono, rechazo o separación vividas previamente. Son muchos los síntomas que puedes experimentar en esta etapa: sentirte emocionalmente agotado, tener insomnio, perder el apetito, bajar de peso o por el contrario, comer compulsivamente. Son comunes también los cambios de humor, la sensación de pérdida del sentido de realidad y la experiencia de desconexión emocional. Todas son estrategias del cuerpo y de la mente para no sufrir demasiado. Experimentarlos es parte natural de lo que estás viviendo, y podrás manejarlos mejor si los reconoces y admites. Las primeras relaciones después del divorcio deben ser encuentros que ayuden a volver a confiar, que faciliten sanar la herida anterior. (Díaz, & Turrent, 2013)

ELABORACIÓN DEL DUELO El duelo es el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida. La elaboración del duelo se extiende desde la pérdida hasta que se supera. Puede comenzar antes de la pérdida, en caso de que se pueda prever con antelación (Balmaceda, 2014) A medida que vamos avanzando en nuestras vidas, la pérdida nos enseña sus lecciones en cada contexto vital por el que pasamos. Las pérdidas significativas plantean una serie de desafíos continuados: Las tareas para el proceso de duelo según Neimeyer, (2002) son:


Reconocer la realidad de la pérdida. Aunque esta tarea puede parecer obvia, el desafío que plantea puede ser difícil de superar. Nos obliga a aprender la lección de la pérdida a un nivel intensamente emocional. A través de una serie aparentemente interminable de confrontaciones con las limitaciones que nos impone' el daño que hemos sufrido, la ausencia de nuestro ser querido o la desaparición de un rol valioso que ayudaba a definir nuestra identidad. Abrirse al dolor. En los momentos que siguen inmediatamente al conocimiento de la noticia de una pérdida, lo habitual es que nos veamos superados por un dolor que nos resulta insoportable y que intentemos distanciarnos de él. Sin embargo, si intentamos mitigar o evitar de manera continuada los sentimientos más estresantes que despierta la pérdida, podemos retrasar o perpetuar nuestro duelo. Las personas que han sufrido una pérdida necesitan identificar los matices de los sentimientos que deben elaborar y poner orden en ellos, ya sea en momentos de reflexión y contemplación privada o en momentos compartidos de conversación. Si desarrollamos la conciencia que tenemos de nuestras emociones, podremos superar los restantes desafíos que plantea la elaboración del duelo con un sentido claro de dirección, cultivando nuestra madurez y profundidad personal al hacerlo. Revisar nuestro mundo de significados. La experiencia de una pérdida importante no sólo nos roba nuestras posesiones, nuestras capacidades o nuestros seres queridos, sino que también suele minar las creencias y presuposiciones que habían sido hasta ese momento los ladrillos que sustentaban nuestra filosofía de la vida. Al enfrentarnos a un mundo que puede parecernos aleatorio, injusto, o incluso malévolo, podemos responder de diversas maneras, maneras que determinan en última instancia cómo nos adaptamos a la pérdida nosotros mismos y quienes nos rodean. Por un lado, podemos hacernos recriminaciones y culparnos por no haber previsto y evitado la pérdida, incluso aunque los demás no nos hagan responsables de ella. Por otro lado, Podemos entender la pérdida como una «llamada de atención» para revisar nuestras prioridades y asegurarnos de que estamos dedicando tiempo y consideración a las personas y proyectos que más valor tienen para nosotros, al tomar conciencia de que, como seres humanos que somos, tenemos un final.


Si incorporamos la realidad de los acontecimientos traumáticos a nuestro mundo revisado de creencias y les damos un significado personal, dejaremos que la tragedia nos transforme, haciéndonos «más tristes pero más sabios».

Reconstruir la relación con lo que se ha perdido. Especialmente en los casos de muertes de seres queridos o de rupturas relacionales, los individuos afectados pueden sentirse obligados a «olvidar» a la persona que han perdido, partiendo de la idea equivocada de que deben «seguir adelante sin mirar atrás». A la vista de estos hallazgos, quizá lo más acertado sea decir que la muerte transforma las relaciones, en lugar de ponerles fin. No parece tan necesario distanciarse de los recuerdos del ser querido como abrazarlos y convertir una relación basada en la presencia física en otra basada en la conexión simbólica. Conservando esta conexión con una relación que fue fundamental para nosotros en el pasado podemos dar continuidad a una historia vital interrumpida por la pérdida, emprendiendo el duro trabajo de inventar un futuro lleno de sentido.

Reinventarnos a nosotros mismos. En un sentido casi literal, una parte de nosotros muere cada vez que perdemos a un ser querido. Esa persona especial con la que vivimos una parte importante de nuestro pasado ya no volverá a estar ahí para recordarnos ese fondo compartido de experiencias y recuerdos que sólo están vinculados a la relación que manteníamos con ella lo que puede desestabilizar nuestro sentido del sí mismo, al exigir el establecimiento de nuevas relaciones. Nos guste o no, nunca volvemos a ser «nuestro antiguo yo» después de una pérdida importante, aunque con mucho esfuerzo podemos construir una identidad que encaje con nuestro nuevo rol, al mismo tiempo que establecemos una continuidad con el anterior. La necesidad de reinventarnos también está íntimamente relacionada con la revisión de nuestro mundo de presuposiciones. A medida que vamos aprendiendo las lecciones de la pérdida, podemos afrontar nuestra vida con otras prioridades, con un criterio más claro respecto a lo que es importante y lo que merece que le dediquemos nuestra atención. Al revisar la filosofía que orienta nuestra vida, también nos «revisionamos» a nosotros mismos, abriendo posibilidades que antes parecían cerradas, desarrollando habilidades e intereses que habían permanecido dormidas en nuestro interior o cultivando relaciones que habíamos abandonado o no habíamos explorado. En este sentido, aunque la pérdida puede ser dañina, también puede orientar nuestra renovación. (Neimeyer, 2002)


INFORME DE LA PRÁCTICA

La paciente es una mujer de 41 años, divorciada sin hijos, trabajando y superando dicho duelo de manera positiva, actualmente vive con su mamá, trabaja en una universidad y sus tiempos libres los dedica al servicio en la Iglesia. Hace un año inició una relación con un hombre de 40 años, con un año de divorciado y con dos hijos, es la primera vez, después del divorcio que la paciente decidió darse la oportunidad de volver a tener una pareja. Después de meses la relación terminó provocando en la paciente un duelo por el cual acudió a conserjería.

SESIÓN 1 La sesión inició presentándome como consejera y compartiendo con mi paciente cuál sería nuestra forma de trabajar, a lo que respondió con gran apertura y disposición. Acto seguido se le solicitó al paciente compartir sus datos generales y que relatara el motivo de su consulta. La primer parte de la sesión se llevó a cabo por medio de una entrevista, con el objetivo de recabar información específica con el paciente, siendo ya ésta una intervención terapéutica, ya que en este contexto se comenzó a construir una nueva historia vital para el paciente, (Willard & Spackman, 2005), Al inicio del diálogo, la paciente compartió que se sentía angustiada por el trágico fallecimiento de unos chicos a los que conoce. Para que pudiera tranquilizarse y centrarse en el objetivo de la reunión, se invitó a la paciente a relajar de forma progresiva y pausada todos los músculos de su cuerpo a través de tensar y relajar paulatinamente cada uno hasta llegar a un momento de relajación total (Hernández Lira & Sánchez Sánchez, 2007). Esta técnica sirve para como una técnica para poder hacer frente a las dificultades, calmar la mente y permitir que el pensamiento sea más claro y eficaz. (Fernández- Abascal, 1997) Ya tranquila, la paciente se mostró muy abierta y dispuesta al trabajo; la sesión se llevó a cabo con naturalidad y confianza tanto por su parte como de la mía como consejera y se fue abriendo a través del diálogo socrático, que tiene como finalidad la toma conciencia de


la naturaleza de su situación y procurar un distanciamiento del problema. (Hernández Lira & Sánchez Sánchez, 2007). En la sesión la paciente compartió que su pareja perdida reunía todas las características que a ella le gustaban, y que dicha relación la hizo volver a creer en el amor, sin embargo mientras tuvo la relación sentía vergüenza de que los vieran en público ya que él era menor que ella, dijo además que nunca estuvo interesada en relacionarse con los hijos que él tuvo en su anterior matrimonio , aunque C, se lo pedía, pues no quería tomar el papel que le correspondía a su madre; así que decidió terminar la relación. Manifestó que extrañaba sentirse querida, buscada, cortejada; que se sentía con tristeza, culpa, vergüenza, miedo a la crítica, soledad, melancolía; sin embargo, manifestaba cierta resistencia a aceptar que ya terminó la relación. Como logros de esta primera sesión se tuvieron el lograr su conciencia y aceptación acerca de los sentimientos que le provocaba el haber terminado dicha relación.

SESION 2 La segunda sesión transcurrió con muy buena disposición por parte de la paciente y con mucha tranquilidad de mi parte como consejera. Iniciamos el diálogo con un saludo y posteriormente se hizo una recapitulación de la sesión anterior, hablando acerca de lo más importante, y por mi parte, proponiendo trabajar en esta sesión las razones por las cuales terminó la relación. Durante la sesión era notable el cambio en el tono de voz de la paciente, variaba cuando hablaba: su voz era más profunda y suave al referirse a sus sentimientos y cuando narraba hechos se le escuchaba más alegre y fuerte. Existe una clara distinción entre la manera que una persona emplea las palabras (comunicación verbal) y cómo emplea su voz. La comunicación no verbal o paralenguaje, incluye características como velocidad, inflexión, potencia y tono. (De la Mora Medina, 1999) y nos sirve como referencia no verbal en el momento del diálogo. Se tenía planeado realizar posteriormente la técnica de la silla vacía con el fin de ayudar a la paciente, por una parte a desatascar contenidos emocionales que la oprimen y hacen


sufrir y, por el otro lado, para tener oportunidad de ponerse en el lugar de su exnovio y poder entender mejor tanto sus conductas como la propia relación de convivencia. (Centro de Humanización de la Salud , 2007) . Por las razones tecnológicas, fue imposible, así que se realizó un ejercicio utilizando el role-playing o juego de papeles, en donde se le pide al paciente que vivencie partes suyas que tienen conflictos , dándole la oportunidad de explorarse a sí misma en un plano realista, sin miedo de ser escuchada o rechazada. (Cukier, 1995). En este caso, le pedí a la paciente que imaginara que yo era su exnovio y me hablara de sus sentimientos, dándose el permiso de expresarlos de forma completa: ¿si yo fuera C. y no tuvieras tapujos es decirle todos tus sentimientos, aun cuando estos no fueran los más adecuados, qué le dirías?... La paciente expresó libremente sus sentimientos y al terminar el ejercicio expresó que le había ayudado mucho el escucharse y darse cuenta de sentimientos, que ni ella misma quería reconocer: que se sentía en dicha relación como la tercera en discordia, como usurpando un lugar que no le correspondía; que sentía que estaba haciendo algo mal y se sentía culpable al relacionarse con él debido a los valores religiosos y familiares que profesa. Compartió que en esa relación se había sentido utilizada ya que percibía que C. la buscaba solo para ser escuchado y comprendido, pero que ella no era escuchada, lo cual le dolía. En la reflexión final la paciente comentó que se daba cuenta de que había idealizado a C. por las cosas tan bonitas que le decía y sus detalles, pero que en realidad no compartían ni formas de pensar, ni proyectos en común. Además no estaba interesada en relacionarse con alguien que no le podía dar el lugar de mujer, debido a los hijos, que para C., eran lo más importante. El éxito de la sesión estuvo basado en la utilización de la escucha activa, es decir, hacer eco, reformular e intentar descubrir lo que expresa una persona (verbalmente o no) y reconocer los sentimientos expresados, siendo mi papel, como consejera, escuchar atentamente e interrumpir solo para reformular y confirmar los sentimientos de la paciente, para aceptar lo que ella expresó o para buscar una aclaración. (Myers, 2005) Se terminó la sesión haciendo un ejercicio de conciencia de que haber tomado la decisión de terminar, fue ella la que había tomado la batuta de su vida y futuro, lo cual aunque doloroso, era positivo. Ella al descubrirlo experimentó una sensación de paz y tranquilidad.


Acordamos que le hiciera a su exnovio una carta en donde le expresara lo que no le dijo cuando terminaron y se despidiera de él, la cual trabajaríamos la sesión siguiente.

SESIÓN 3 La sesión inició con un saludo cálido y la referencia por parte de la paciente de que esta semana había sido difícil, ya que el reconocer todos los sentimientos la sesión anterior y plasmarlos en una carta de despedida le había obligado a enfrentarlos. De esta forma se inició el diálogo comentando cómo se sentía el día de la consulta, compartió que sentía que había avanzado mucho en estas últimas dos semanas y se sentía más segura para continuar con el proceso. Al expresar todo lo anterior pude darme cuenta de que estaba un poco alterada así que decidí poner un alto al diálogo para realizar una técnica de respiración. Con la técnica de respiración se busca ayudar a relajar el cuerpo y calmar la mente. (Guidón, 2012). Al terminar la respiración la paciente expresó que se sentía mejor, se le sugirió entonces que me compartiera la carta de despedida que había escrito, procurando leerla despacio. Este procedimiento da permiso a las personas para que expresen la cambiante corriente de sentimientos y creencias en torno a la pérdida. (García Hernández, 2010) La paciente fue haciendo pausas compartiéndome lo que pensaba y sentía en cada parte de la misma. Yo utilizaba el parafraseo para que ella fuera profundizando en su redacción y así llegamos al final de la carta, en ese momento lloró, se le acompañó en su tristeza y al cabo de unos momentos de silencio, comentó que ahora si veía que esa relación había terminado. Solicitó entregar la carta a su exnovio por medio de una amiga en común, que necesitaba que él la leyera para que conociera sus sentimientos. Le comenté que era su decisión y si eso la hacía sentirse bien, que lo hiciera. Terminamos la sesión identificando los sentimientos que le había provocado el escribirla y acordamos trabajar su enojo la siguiente sesión.


SESIÓN 4 La sesión inició con un saludo cálido, la paciente compartió que con el ejercicio de la carta había podido sentir finalmente que su relación había terminado, y aunque había sido doloroso, se sentía con paz por haber podido expresarse y su tristeza había disminuido y que a diferencia de otras semanas ya tenía grandes momentos en los que no se acordaba de este problema. Le comenté a la paciente que en esta sesión trabajaríamos su sentimiento de enojo. A través del diálogo socrático, la paciente fue haciéndose consiente de que su principal enojo era contra si misma por darse cuenta que se había enamorado de una fantasía, que había idealizado a C. A continuación le propuse que tratara de visualizar su enojo y que definiera en qué parte de su cuerpo lo sentía, compartió que sentía su enojo en todo su cuerpo, que era una sensación que la inundaba por lo que se le pidió que se pusiera de pie, se permitiera sentir todo su enojo y lo expresara tanto con sus palabras como con el movimiento su cuerpo, es decir que utilizara frases que lo expresaran unidas a movimientos que las representaran. . Con la expresión corporal, se trata de representar a través de la acción y movimiento su enojo dando un campo abierto para la creatividad y espontaneidad (Viciana Garófago & Arteaga Checa, 2004) con el fin de que lo exteriorizara. Al terminar el ejercicio y hacer su análisis se concientizó que tenía razones válidas para sentirlo , que este enojo era algo inconsciente para ella y le impedía tanto compartir con las personas cercanas su sentir como reconocer las cosas positivas que esta experiencia le dejó. Compartió que se sentía muy bien después de haber podido sacar su enojo con palabras y movimientos, sentía sensación de bienestar y paz.

SESION 5 La sesión comenzó con unos comentarios muy positivos acerca del proceso, por parte de la paciente, indicó que durante la semana se había mantenido con los sentimientos positivos que había conseguido la sesión anterior.


Pedí a la paciente se pusiera en una posición muy cómoda y cerrara los ojos para hacer un ejercicio, a continuación pedí que hiciera un ejercicio de respiración, posteriormente fui guiando la relajación progresiva de su cuerpo, dando tiempo a que cada acción se llevara con calma y profundidad. Comenzaríamos entonces la técnica de la fantasía guiada que trata de poner escenas planeadas que toman direcciones, introduciendo superaciones imaginarias (Almendro, 2006). Se guio a la paciente en una visualización que tuvo como objetivo que recreara imaginariamente un encuentro con C en su lugar preferido, la playa frente al mar. Se le pidió que abriera una caja que le daba C, llena con papeles que tenían escritos cada una de las hermosas palabras que él solía decirle; que las leyera una a una y también, una a una, las fuera poniendo sobre su corazón, de esta forma cada palabra quedaría tatuada en él. Al terminar de leerlas se le pidió que las tomara todas y las aventara al mar porque ya no las necesitaba, ya eran parte de ella. Para finalizar su encuentro voltearía a ver a C., se despediría de él y regresaría al aquí y ahora. Al terminar la fantasía, la paciente compartió que se sentía feliz de haber hecho el ejercicio y saber que esas palabras, que tanto bien le hacían, ahora formaban parte de ella. El encontrarse así con C., comentó, la había hecho consciente de lo positivo que le había aportado y que al despedirse se daba cuenta podía seguir viviendo feliz sin él. Manifestó que había ya desaparecido el sentimiento negativo por el que se había sometido a consejería y para reafirmar su sensación de bienestar se le pidió que en voz alta se dijera a sí misma cada una de las palabras : “soy hermosa.. soy … “ Para terminar el proceso de consejería se realizó un resumen de todo lo que se había trabajado durante en el proceso pidiendo que la paciente fuera compartiendo lo que había aprendido y con lo que se había quedado. Ella compartió que a través de este proceso ella había podido reencontrarse con su valía personal y que se sentía más segura para relacionarse con los demás y, agradeció el trabajo hecho.


CONCLUSION El trabajo Tanatológico, no solo se enfoca hacia la muerte, considerada como la interrupción irreversible de la vida, sino a todas aquellas pérdidas significativas que sufre cada persona durante el transcurso de su vida. Una separación amorosa, conduce a la persona hacia un desequilibrio, a una desestabilidad emocional, se generan sentimientos de tristeza, culpa y de fracaso; hay un dolor por la pérdida de los sueños, ilusiones y proyectos compartidos. Este duelo origina crisis de identidad, que genera inseguridad e influye en que la autoestima se vea mermada. Ante la pérdida de la pareja, la labor tanatológica adquiere gran importancia ya cuenta con las herramientas para ayudar a doliente a llegar a la aceptación de la ruptura, utilizando técnicas que le permitan al doliente reconocerse, valorarse, expresarse y canalizar positivamente sus sentimientos, de tal forma que llegue a encontrarle un sentido a la pérdida, fortaleciéndose con sus propios recursos, madurando emocionalmente. La Tanatología es una herramienta fundamental para la vida y felicidad del ser humano.

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