Restos de telares y mazorcas de maíz, del cementerio “Pica 8”, analizados por la investigadora Francisca Santana.
dan a conocer los vestigios arqueológicos “encontrados” en sus operaciones con mayor transparencia en los medios de comunicación y algunas presentan reportes anuales. Por ejemplo, Teck Quebrada Blanca informó de cuatro fosas con restos humanos, ropa y sandalias en perfecto estado que datan de entre los años 1.100 a 400 antes de Cristo, en el marco del proyecto “Quebrada Blanca Fase 2”, en 2020. BASE DE DATOS Ante la consulta para este reportaje de un registro neto de hallazgos arqueológicos en proyectos mineros de cuatro regiones del norte del país, el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) respondió que no cuenta con un registro, sino que con “una base de datos parcial actualmente en etapa de elaboración y validación por el área de Arqueología del CMN”. Tampoco existe un registro de los lugares de residencia de esos hallazgos arqueológicos. “El Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) no cuenta con la información solicitada en los términos por usted planteados, pues, a la fecha, no ha sido elaborado un registro de instituciones depositarias de hallazgos
arqueológicos, tanto de las regiones objeto de su consulta como del resto del territorio nacional,” señala en otra respuesta a la consulta efectuada a través del Portal de Transparencia. Por mientras, el CMN tiene disponible “actas” en su página web donde existe un registro tipo lista con una muy breve descripción de los acontecimientos que suceden mensualmente. El cementerio indígena “Muru muru” o académicamente llamado “Pica 8” es uno de esos sitios descritos antes, sin ramos de flores ni letreros advirtiendo su gran valor patrimonial. Está ubicado en lo alto, en un lugar silencioso del pueblo de Matilla, en la co-
muna de Pica, donde el doctor en Ciencias Antropológicas y Premio Nacional de Historia en 2002, Lautaro Núñez excavó y estudió el lugar durante cinco años en la década de los sesenta. Obtuvo textiles, utensilios, restos humanos en 254 tumbas. Parte de esa colección está en el Departamento de Antropología de la Universidad de Chile. “Pica-Tarapacá que era del oasis, es una identidad de ahí. No vienen de ningún lado, son piqueños (…) no hay que pensar en Pica como ‘eran quechuas o eran aymaras’, porque eso es más histórico, hay que pensar en el pasado, en el momento cuando ellos eran una identidad cultural independiente”, explica sobre
el origen de los habitantes, Francisca Santana, quien investigó la dieta y movilidad de los habitantes; esta incluía maíz y alimentos marinos. Francisca también fue elegida por la revista National Geographic para la realización de una investigación sobre la agricultura precolombina de la Primera Región de Tarapacá en 2020. El Cementerio Muru Muru que aún conserva restos en la superficie según cuenta Francisca Santana, por poco se transformó en un proyecto inmobiliario de parcelas de agrado en 2016. El lugar ancestral fue dañado por la construcción de un cercado perteneciente a un “proyecto habitacional”, según destaca un acta de CMN en 2019.
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