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Perfiles vocales

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La ciudad eterna

La ciudad eterna

> Fígaro: barítono > Conde de Almaviva: tenor > Rosina: mezzosoprano > Don Bartolo: barítono > Don Basilio: bajo-barítono > Berta: soprano > Fiorello: barítono

> Fígaro

Como contraparte de Almaviva, Rossini decidió que el rol de Fígaro, el barbero de la ópera, fuera dado a un barítono antes que a un tenor. Luigi Zamboni, quien estrenó el rol, tenía larga experiencia como cantante bufo, habiendo estrenado roles para Cimarosa y Paisiello, entre otros grandes de la época. Para 1816, cuando se estrenó El barbero de Sevilla, contaba ya con más de 25 años sobre los escenarios y su experiencia como actor-cantante era ideal para este personaje incurable. El mismo término con que él se presenta al público (“factótum”) habla de su rol: un personaje que es capaz de hacerlo todo en la ciudad, lo que se refleja también en la amplitud de expresiones y voces que debe utilizar a través de la ópera.

> Conde de Almaviva

Así como en la trama de Beaumarchais, el Conde de Almaviva es también el protagonista de esta ópera. El rol fue estrenado por Manuel García, quizás el más grande de los tenores cómicos de su tiempo y quien haría una carrera formidable en Europa y América. La agilidad de García era ya famosa en su tiempo, especialmente su agudo –podía hacer un Do de pecho cuando nadie lo hacía aún– y utilizaba su conocimiento de la teatralidad de la tonadilla española para dar carácter a sus personajes, además de hacer de sus presentaciones operáticas algo especialmente dinámico para el público.

> Rosina

Cantado en la première por Geltrude Righetti –quien también estrenó el rol principal de La Cenicienta– es uno de los papeles más controversiales en la historia de la ópera. Originalmente pensado para una cantanteactriz contralto, con algunas notas agudas, rápidamente tornó en un rol clásico para mezzosoprano lírica, agregando al original de Rossini mucho más color y notas de lo que él había imaginado. Con el paso del tiempo, la escena de la clase de música ha sido el espacio para transformar a Rosina, incansablemente, en lo que cada cantante prefiera.

> Bartolo, Fiorello y Basilio

Una de las grandes críticas tempranas a El barbero de Sevilla de Rossini era el abundante uso de la voz de bajo, tan criticada por burda o de poco efecto según Paisiello y sus seguidores. Rossini amaba esta voz y aquí la muestra en sus dos aristas más frecuentes: la seria de Bartolo (doctor) y la buffa de Basilio (el hipócrita profesor de música de Rosina). Además, Rossini agrega otros tres bajos, algo totalmente inédito e inusitado para la época: dos sirvientes –uno de Almaviva y otro de Bartolo– y un oficial de policía, completando así todas las aristas posibles para este rango de voz típico de la ópera buffa.

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