El plan de salvación Introducción: Dios es santo, bueno y puro—completamente justo. “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Jn 1:5).
1.
2.
El problema: Nuestros pecados nos han separado de Dios. Porque
hemos pecado—hemos hecho cosas que sabemos que son malas—no podemos tener comunión con Dios. Nuestros pecados nos hacen muy sucios para venir ante la santa presencia de Dios. Así como no podemos entrar a un cuarto con los zapatos enlodados, tampoco podemos venir ante la presencia de Dios con nuestros pecados. “Todos pecaron” (Ro 3:23). La paga por nuestro pecado es la muerte—muerte espiritual—que es la eterna separación de Dios. Los que rechazan a Jesús morirán en sus pecados. Pasarán la eternidad atormentados en las llamas del infierno, alejados de la presencia de Dios.
La solución: Dios nos ama tanto que mandó a Jesús para salvarnos. Su nombre es Jesús, que quiere decir “Salvador,” porque Él nos salvará de nuestros pecados (Mt 1:21). Jesús, el Hijo de Dios, se hizo hombre y vivió una vida perfecta, sin pecado. Murió en la cruz en nuestro lugar—Él tomó el castigo por nuestros pecados. Todo quien cree en Jesús—que entrega su vida a Él—Dios lo declara perdonado, limpio, y justo. Jesús dijo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn 14:6). 3.
Invitación: Arrepiéntase de sus pecados; o sea, deje lo que usted sabe que es malo. Ponga su confianza en Jesucristo, el Hijo de Dios. Crea que Él murió para salvarlo a usted de sus pecados. Pídale que lo perdone y que lo liberte de la esclavitud del pecado. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Jn 1:9).
4.
Prométale tratar de obedecer su enseñanzas en la Biblia. A todos los que lo reciben Él da el derecho de ser hijos de Dios (Jn 1:12). Jesús dice, “He aquí, yo estoy a la puerta [de tu corazón] y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él” (Ap 3:20). Invite a Jesús a su vida, y Él entrará. Él lo guiará a tener comunión con Dios. Bautícese en agua, y hágase parte de una iglesia local que predique y enseñe la Biblia. Reciba a Jesús en su vida.
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