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REPORTAJE / Pejín

ECO DE CANTABRIA “EL PEJÍN”

El Pejín hace 30 años

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Por Luz Riego Nebreda y Rocio Riego Nebreda

Corría la mitad del año 1988 cuando la revista de El Pejín se reinventaba tal como decía su director Mariano Riego. Y lo hacía dirigiendo su mirada no solo a la comarca de Laredo, sino que `con los brazos abiertos´ (titular del editorial del Nº 79), la revista ampliaba sus horizontes hacia otros pueblos y comarcas aledañas con la ciudad de Santander capital, tras casi siete años bregando con el resto de los editores de revistas de Cantabria. Como hace cinco siglos, los cofrades de la gran institución, añeja entre las que más, fueran de España e incluso de Europa. Con ambas perfectamente podía competir no en años, sino en siglos, pues la Cofradía de pescadores de San Martín de Laredo se cree que ya existía en el siglo XII, con unos Estatutos simples pero bien reglados y conocidos por toda la marinería. Al igual que sucediera al final del siglo XV con las cartas enviadas por los responsables de la citada Cofradía a los Reyes Católicos, solicitando ayudas para reparar su puerto, lindante con los astilleros de La Taleta, orientados al regañón es decir, al viento del Oeste, más conocido como El Gallego por su origen continental en aquellas costas del cuadrante noroeste español.

Como sucediera cinco siglos atrás, el rey Fernando prometió unos dineros para el arreglo de los cays y contra-cays, es decir los malecones que protegían las naves de pesca y en sus inicios, quizá en los siglos X y XI, pues los papeles que lo acreditarían, como todo lo antiguo de nuestro país, se han perdido caso de los anteriores al siglo XIII, que es cuando Laredo recibe el Fuero al año 1200 por el rey Alfonso VIII de Castilla. Éste fue el mismo personaje regio junto al de Aragón y Navarra, vencedores rotundos en la batalla contra los musulmanes en las Navas de Tolosa, Jaén, contra su homónimo mahometano Miramamolín, el año 1212. En los arreglos del puerto laredano a finales de la década de 1980, intervino

la Universidad cántabra con sus proyectos para el que fue el primer puerto que tuvo la Armada española, probablemente desde el siglo IX. La acción fue impulsada por Alfonso II el Casto, temeroso de un desembarco musulmán por alguno de los puertos del Cantábrico como ya hizo el emperador romano Octaviano con trirremes procedentes de la Galia para doblegar a los cántabros. Objetivo logrado el año 18 aC. Esta estrategia combinada de mar y tierra, la copió el visigodo Leovigildo quién desde Peña Amaya lanzó su ataque por tierra y mar, sometiendo a las tribus indígenas del norte de una Hispania a la que transformó en España cuando fijó en el siglo VII, con el Código de Leovigildo, las bases jurídicas de España como nación, algo que muchos de los actuales políticos no se han enterado.

Las páginas 8 y 9 las dedica El Pejín a Antonio Fernández Enríquez, ‘Toñín’ que fuera alcalde Laredo durante una década (1964-74). A lo largo de la entrevista, ‘Toñín’ se muestra como un personaje cercano, nada esquivo con sus convecinos laredanos y orgulloso por haber cumplido los objetivos que se propuso durante su década, entre otros el de lograr para su villa pesquera, que se la reconociese a nivel nacional para el Laredo medieval, el título de Patrimonio Histórico-Artístico. Aquel reconocimiento cumplió el pasado diciembre 2020, el medio siglo, aunque la villa histórica no esté hoy en las mejores condiciones de revista, tal como hubiera deseado ´Toñín’, sin duda el regidor más querido por sus vecinos de esta villa histórica.

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