La novicia del Aquelarre

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Darío E. Llerena Torres

La Novicia del Aquelarre Darío E. Llerena Torres Ilustrado por: María Esther Llerena

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© 2021, Darío E. Llerena Torres ISBN: Impreso por: Autor: Darío E. Llerena Torres Ilustraciones: María Esther Llerena Granda Corrección de Estilo: Diagramación: María Esther Llerena Granda Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida son el consentimiento por escrito del autor, ni en todo ni en parte, en ningún medio ni forma.


LA NOVICIA DEL AQUELARRE1 Darío Ernesto Llerena Torres

Quito, noviembre de 2019

1 Cuando éramos niños, mis hermanos y yo, mi madre nos relataba bonitos cuentos y varias historias recogidas de boca de sus mayores. Una de ellas se trataba de un relato anónimo sobre una bruja que, casada con un buen hombre, salía esporádicamente y en su retorno se metía al lecho tiritando de frío. Su marido equivocó las palabras mágicas sufriendo graves afecciones y contusiones. Esta versión escribo para procurar la alegría y el afán de lectura de mis hijos y nietos...


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Para mi esposa Lolita Granda y a mis queridos hijos y nietos

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Agradecimiento a mis adorados padres que me legaron ésta y muchas otras hermosas historias.

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Índice Una Tierna y Hermosa Flor Desalojo Terrible Una Buena Amiga Una Vida Sencilla Misteriosos Arcanos Emocionante Viaje en un Suspiro Nuevas y Gratas Amistades El Amor, la más Bella Historia Curiosidad Insospechada El Nido de Amor

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Una Tierna y Hermosa Flor Hubo una hermosa doncella que por sus encantos cautivaba a todos quienes la veían. Aparte de su belleza natural donde resaltaban sus grandes ojos verdes, cual los reflejos de las plantaciones de tiernas gramíneas, el fulgurante brillo dorado de su cabellera, su talle cimbreante y delicado como el esbelto trigo tierno, las perlas de su boca que se mostraban con su franca, atrayente y alegre sonrisa, en fin, muchísimos dones de la pródiga naturaleza, relievaba, por sobre todo, su carácter amistoso con no pocas muestras de generosidad, sencillez, humildad, condescendencia, imponderable simpatía y una incansable actitud hacia el trabajo y el orden de las cosas. Sus orígenes se remontan a un árbol genealógico de nobleza y dignidad siendo sus antepasados poseedores de cuantiosos bienes, cuyos beneficios satisfacían su alegre ritmo de vida, sin exageraciones ni demostraciones de preponderancia vana. 13


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De niña a mujer fue el paso de mayor trascendencia, puesto que, habiendo sido el encanto familiar, pasó a ser la fascinación del mundo entero. Esta flor, nacida en hermosos jardines, causó, por sus gracias, sin quererlo, verdaderos quebraderos de cabeza, ya que codiciosos pretendientes hacían viajes desde lejanos pueblos para ofrecerle su amistad y, algunos más atrevidos, directamente para solicitarla en matrimonio, muchos de ellos a cambio de ingentes tesoros y hasta de la entrega de cierto número de camellos, caballos, vacas, o lo que sea de su pertenencia. Sin embargo ella, al no ser como las otras jovencitas, casquivanas y alocadas que se abalanzan ciegas en pos de sus ilusiones, sin atenerse a las consecuencias, ni meditar serenamente sobre aspectos de conveniencia y seguridad, creyó no estar madura todavía para tomar partido matrimonial, cualesquiera que sean sus pretendientes, solicitándoles amablemente postergar sus propósitos conyugales en pro de 14


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formalizar una carrera profesional que creía de mucha importancia para su vida, ya que su devoción estaba situada en torno a la formación infantil para mejorar las cualidades de sus conciudadanos, que en ese tiempo, carecían de normas de conducta personal, trato humano y cortesía, en suma, su ética y moral distaban de lo socialmente necesario.

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Las desazones de los pretendientes se multiplicaron y se hicieron casi imposible solucionarlas. Príncipes, nobles, profesionales, propietarios de tierras, empresarios, banqueros, y más, sin contar la presencia de algunos pobres y desprotegidos por la fortuna que pugnaban por lograr su atención. A tal extremo llegó la asiduidad de estos que, como un medio para hacer notoria su presencia o para reclamar sus derechos, cometieron hasta felonías y se vieron inmersos en innumerables trances de contiendas en los que unos y otros quedaron como perdedores, ya que la hermosa dama se mostraba fiel a sus principios y seguía sin tranzar su decisión de no ceder a tanto postulante, cuya larga lista iba desde los caballeros más hermosos a los más feos rufianes. Hubo en este enfrascamiento, casos de difícil desenredo ya que, como en todo, tal como se ha visto en la realidad, esta caterva de solicitantes no era procedente de una capa social uniforme, y se podía contar entre ellos, además de gente honrada, 16


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trabajadora, respetable y digna, a estruchantes, maleantes, asesinos, cuenteros y en general, gente de fechoría, que empezaron a cometer algunos delitos en las cercanías del hogar de la bella. Desafueros y hasta crímenes de varias características se multiplicaron en la zona por lo que, a pesar de los esfuerzos que hicieron los responsables de la ley, el orden y la paz ciudadana, éstos sucesos desbordaron la armonía regional y las posibilidades de solución fueron vanas, degenerando en mayores problemas, ya que, a causa de maliciosas interpretaciones de gentes egoístas y envidiosas, o por acción de despechados pretendientes, o por efecto de reclamos de los afectados por la delincuencia, pronto se levantó el dedo acusador de la sociedad y sin mayores miramientos se dirigió hacia la preciosa joven, quien, inocentemente, había continuado con su rutinaria existencia.

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Desalojo Terrible La maldad de la gente se presentó orientando su furia hacia ella y, en cierto momento, su residencia fue agredida por una turba sin límites que en su afán destructivo irrumpieron la santidad de su hogar y causaron múltiples destrozos en ventanales y puertas, cortinajes y adornos, al lanzar todo tipo de proyectiles, endilgando insultos por demás hirientes y falsos. Se le acusó, como si ella fuese la responsable, de varias ofensas sociales entre las que se habló de crímenes sociales, prostitución, e incluso, de profesar ocultos secretos de brujería, lo que, por esos tiempos, era causal de pena de muerte, de ser posible en la hoguera. Considerando que la situación podría ser superada, la bella evitó imputar denuncias, optando por poner en el saco del olvido las graves injurias recibidas. Perdonando, con su alma noble, a truhanes, escandalosos y falsos, desnaturalizadores de la verdad, esos que desatan su odio gratuito hacia 18


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inocentes que, desconociendo las confabulaciones ocultas y las negras intenciones de inexplicables enemigos, coexisten, permitiendo accionar libremente poniendo en práctica sus artimañas que como la ponzoña de las víboras laceran y destruyen. La animadversión hacia la bella, en lugar de apaciguarse, fue creciendo y desbordándose lo que desembocó en mayores agresiones que hicieron peligrar su vida. Fueron tantas las ínfulas de los facinerosos agresores que cierto día arrojaron contra su casa, antorchas encendidas, amenazadoras llamas, por lo que, aterrorizada, tuvo que escapar con suerte, apenas llevándose una manta para evitar ser afectada por el horrendo fuego y, tomando rumbo hacia lo desconocido, caminaba por senderos de cabras, pedregosos, casi cubiertos por tupidas malezas y que ocasionalmente utilizaban los campesinos de la zona, yendo a parar en las despobladas cercanías de un monte, en cuyas escarpadas laderas divisó una miserable casucha armada con palos y pocas pajas, aparentemente deshabitada. 19


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Una Buena Amiga Como el cansancio le dominaba, además que sus pies, no acostumbrados al silvestre, pedregoso y áspero atajo, se lastimaban; sus delicadas plantas le dolían tanto que hubo de merecer de varios descansos obligatorios, y visto que se aproximaban las horas de la obscuridad nocturna, acudió a ella y al llamar golpeando varias veces la destartalada puertita, cubierta de ramajes, salió una viejecita, muy pequeñita, que aparentaba llevar muchos años encima, por lo que, con el peso de ellos, su espalda se arqueaba dificultando su erección hasta una mejor postura. Muy sorprendida la viejita de ver a la bella, solita en ese desértico lugar, a muchos kilómetros de distancia del más cercano poblado, y, mirándola adolorida, agotada y aparentemente sin haber probado ni agua ni alimento alguno, en muchísimo rato, temblando de frío y miedo, abrió su puerta y la invitó a entrar y acomodarse 21


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en algún lugar, ya que la pobreza era visible y no contaba con ningún tipo de mueble para dar alguna comodidad a su invitada. En tanto esto ocurría al pie de la montaña, la casa de bella sufrió un voraz incendio que calcinó absolutamente todo lo que contenía y, como nadie ofreció ningún dato certero respecto de la bella residente, se supuso que había sido muerta y calcinados sus restos por el espeluznante fuego. Por más investigaciones que hicieron las autoridades de esa provincia, no obtuvieron ningún dato que contribuya a su localización. Enviaron pesquisas y embajadores a diversas ciudades, creyendo que podía haber sido objeto de un secuestro, y nada. Incluso, después de muchos años se argumentaba de diversa manera sobre la desaparición de bella. Se dijo incluso que, como habían supuesto sus acusadores, la bruja simplemente escapó por algún recoveco y desapareció volando en una escoba, con esto, algunos hasta podían jurar que la vieron volar por entre la humareda y emitiendo 22


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unos aterradores gritos, de esos tan espantosos que solo saben las brujas. Sosegado el ánimo de bella, esa noche tuvo que aceptar como cama un sucio rincón que estaba libre y que, retirando tereques y varias prendas de la buena anciana, tuvo un espacio donde pudo estirar sus cansados huesos y descansar, mejor que en un castillo. Apenas pudo recobrarse de su agotador esfuerzo y sosegados sus sentidos, la viejita le había hecho comer algunas pocas habichuelas preparadas en una sopa de hierbas silvestres y apaciguada su sed con agua fresca tomada de un hermoso riachuelo que bajaba por las cercanías de su casita. La buena anciana fue informada de los pormenores de los incidentes que tuvo que soportar la bella joven y confortándola, lo mejor que pudo, logró tranquilizar el sufrido espíritu de la inocente. De hecho, la joven desconocía a profundidad las razones que habrían esgrimido sus agresores, por lo que poco fue lo que pudo proporcionar para el total conocimiento de su bienhechora. 23


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En esas circunstancias, bella que sentía perder todas sus fuerzas y, su espíritu, sin amilanarse, ni sumirse en la desesperación que acarrea la desgracia, se resignó a continuar siendo quien siempre fue, aunque ahora carecía de todos los bienes que antes disfrutaba.

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Una Vida Sencilla Pidiendo el debido permiso y con la aquiescencia de la anciana se dedicó a convertir la sucia casucha que temporalmente le acogía en un lugar menos apestoso, menos desorganizado, menos inhóspito. Para ello, ayudó con el lavado y aseo de algunas prendas aprovechando la presencia de las cantarinas y cristalinas aguas del riachuelo, organizó en provisionales estantes las pobres pertenencias que se encontraban dispersas por los rincones de la casita, quitó los polvos que se acumulaban por doquier y que podían ser causa de enfermedades y, principalmente, sitio de concentración de desagradables insectos, como: chinches, pulgas, piojos y cucarachas. Con ello, las dos, y más con el contento de la viejita, tuvieron un lugar más acogedor y cálido que les permitía coexistir armónicamente en espera de encontrar soluciones a su triste situación. Así mismo, por experiencia, sus curiosidades y lecturas, sabía del proceso de siembra y cultivo 25


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de algunos productos, ayudando a la viejecita a disponer en su pequeñísima huerta con plantaciones de algunas cebollas, coles, fréjoles, hasta maíz, trigo y cebada, inclusive, algunas florecitas que daban mejor apariencia a dicho lugar y agradable acogida a las dos amigas. La viejecita fue muy agradecida con la bella joven, mostrándose feliz y con ella reía compartiendo hasta una taza de agua caliente, pese a sus extremas limitaciones que no permitían algunas satisfacciones, careciendo, en muchas ocasiones, hasta de sal para la sazón de sus sopas y ensaladas y, peor, contar con provisiones de alguna clase de golosinas. De tanto departir con la joven los diversos acontecimientos que relataba, la viejecita fue armando un tejido de revueltas dudas, concluyendo en una esclarecedora verdad, la misma que se cuidó mucho de mantenerla en reserva, para no levantar sospechas que puedan herir a su querida compañera, a quien llegó a quererla como si fuera 26


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su propia hija. Al desenredar todo ese ovillo, se enteró claramente de quienes eran los culpables de las desgracias avenidas a la joven, por lo que decidió identificarlos para, oportunamente, tomar una merecida venganza. La confianza mutua permitió que la viejecita fuera informando a la bella sobre sus años jóvenes, sus esperanzas y desilusiones, refiriéndole que había también sido objeto de agravios por parte de mucha gente, algunos de los cuales, dada su responsabilidad, habían pagado ya sus penas. En su inmaculada e ingenua consciencia, nada vislumbró sobre venganzas ni resquemores para quienes podrían haberle afectado, entendiendo, más bien, que estaban perdonados y su monstruosidad olvidada. Esto contribuyó a que la viejita nada pusiera en práctica de sus proyectadas venganzas y, más bien, hizo todo lo posible para contribuir a que se olvide de sus desgracias y retome una vida feliz, aprendiendo a gozar de las bellezas que, en ese lugar, la naturaleza ofrecía. 27


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Misteriosos Arcanos Bella observaba que la anciana tenía costumbres extrañas, desconocidas totalmente, notando que acostumbraba salir en horas desacostumbradas y cuando inquiría sobre el particular le respondía que sus salidas eran para traer comida, proveerse algunas medicinas o cualquier pretexto con lo que siempre quedaba satisfecha. Sin embargo, el cariño hacia la anciana no declinaba y más la consideraba como si fuera su amada madre ya que la viejita estaba siempre para ofrecerla sus cuidados y muchos apreciados y sanos consejos. Lo más raro era que, en ocasiones, llegaba tiritando del excesivo frío, muy entrada la madrugada, casi con el aparecimiento de la aurora, y para recomponerse de sus fatigas, gustaba prepararse un vaso de agua caliente matizada con infusión de alguna hierba aromática para luego tomarse un descanso reparador. Inquieta como era bella, empezó a buscar razones sobre los actos de la anciana, hasta que, 28


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mientras departían alegremente alguna tisana de media tarde, la anciana le confió que no era su deseo preocuparle y que prefería no conociese sus secretos. Como el mutuo aprecio de ambas era grande, la ancianita, finalmente, asegurándose de su fidelidad y confianza, le pidió mantener la confidencia y guardar absolutamente su secreto, sobre el que le iría dando cuenta y, obviamente, sobre sus actos. De esta forma, bella estaba más que interesada en saber la verdad del comportamiento de la ancianita y quiso participar activamente en las actividades de la buena amiga. De este modo le confesó que gustaba reunirse con algunas amigas para pasar un buen rato de chismes y regocijos y que para ello tenía que desplazarse en la oscuridad de la noche, sigilosamente, a fin de no ser descubierta por otras personas. Conociendo la falta de facilidades para entrar y salir de la choza, las dificultades que una anciana tendría para movilizarse en la oscuridad de la noche por los senderos que ya 29


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conocía, la carencia de medios de transporte y la distancia hacia los pueblos más cercanos, bella tuvo muchas dudas, por lo que insistió en su deseo de saber cómo lo hacía y que también ella quisiera participar conociendo nuevos amigos ya que antes los tenía muchos y eran buenas y alegres todas las reuniones con ellos. Dijo la ancianita: Si es grande tu deseo de venir conmigo y tu ánimo está propicio, yo también quiero que me acompañes y conozcas algunas de mis amigas. Quedando entonces confabuladas en dicha empresa, y, hechos los arreglos básicos y predispuesto su ánimo quedaron en iniciarlo esa misma tarde cuando sean ya avanzadas las horas de obscuridad. Entre los arreglos indispensables estaba el vestirse de oscuro para confundirse con las tinieblas de la noche y proveerse de una escoba de ramas de retama que es la más apropiada para desplazarse por entre las nubes.

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Emocionante Viaje en un Suspiro Esta tarde trabajaron duro en los arreglos de la casita, recolección de las retamas y lianas necesarias, haciendo un buen atado de las mismas, de modo que queden bien apretadas en procura de evitar una catástrofe, en el caso que éstas se zafaran. En el ínterin le enteró de muchas cosas de sus amigas informándole que entre ellas todas se querían, pero, que había algunas que actuaban en contra de las gentes por algunas razones, sobre todo por venganza u odio, causándoles graves daños, mientras que la gran mayoría no hacían ningún mal y más bien ayudaban a otras personas, aunque sin identificarse. Así ella había comprendido que la venganza no es buena y que es mejor perdonar y vivir tranquilamente, muy a pesar que el corazón se reviente al querer actuar en contrario. Ilusionada como estaba bella, las horas le parecieron larguísimas, inacabables, interminables. 31


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Al fin, llegada la hora prevista y con los aprestos necesarios, la anciana le dijo que nunca olvide las palabras mágicas ya que ellas le llevan a cualquier lugar que quisiera y así mismo le traen sana y salva, excepto si se produjera algún error. Las palabras mágicas para volar son: “De villa en villa, de ciudad en ciudad, escobita amada, tú me llevarás” y dando un pequeño salto sobre la escoba, sujetada firmemente, se elevará a las nubes y te llevará hasta donde sea tu deseo. Aprendida la lección fue necesario practicarla, de modo que, como buena alumna, bella estaba presta a explorar el mundo y conocerlo de una manera muy diferente a la que antes creía que era la única. Un deseo ferviente se apoderó de su espíritu que no dejaba de imaginarse en recorrer sus antiguas propiedades, conocer ciudades que había oído y leído sobre sus bellezas, lo interesante de algunos lugares históricos, llegar hasta la cima de algunos elevados montes, conocer la gran amplitud del mar, llegar hasta contemplar la blancura infinita 32


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de los polos y, así, no descansaba con sus ideas y su mente se acaloraba con nuevas ilusiones. Presintiendo sus enloquecidos pensamientos, la anciana le pide calma, no se puede hacer todo a la vez, primero hay que aprender algunas cosas y saber lo indispensable para el viaje, como por ejemplo: elegir las noches más oscuras, no arriesgarse a ser descubierta en las proximidades de las ciudades, sujetarse muy fijamente a la escoba, cuidarse de los cables de los tendidos eléctricos, y, sobre todo, nunca demostrar, ante nadie, su habilidad mágica, ya que en ese caso se pierden para siempre estos poderes y puede causar daños a otras personas inexpertas. Preparadas como estaban, sujetándose a sus escobas y diciendo las palabras mágicas, con un leve silbido del viento, en un abrir y cerrar de ojos, estaban las dos cruzando el firmamento por sobre las nubes, en una noche muy obscura y fría, oteando a la distancia pequeños puntos de luz que al acercarse eran algunos pueblos y ciudades que desde la altura 33


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se distinguían claramente. La experiencia de la anciana le permitía darse cuenta de la orientación que llevaban, los pueblos que sobrevolaban, las ciudades que impactaban con el brillo de sus calles alumbradas y de algunos letreros luminosos.

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Nuevas y Gratas Amistades Conforme la cita prevista a la que acudía la anciana, llegaron a las proximidades de un poblado muy lejano y bajaron en medio de unas casitas abandonadas pero que, esta vez, estaban repletas de locuaces señoras, unas más viejas que otras, pero que muy alegres esperaban a la ancianita con su compañera nueva. Después de abrazos de bienvenida, todas danzaron muy alegremente entonando unas y tarareando otras algunas canciones de antaño, y compartieron ricas degustaciones preparadas para este evento. A todas ellas les causó enorme alegría la presencia de la bella joven, quien a su vez actuó con condescendencia y demostraciones de cariño, cosa que para muchas de ellas era extraña ya que no habían tenido una ocasión como esta en la que alguien, siendo tan joven, congeniara con ellas y fuera tan agradable. De modo que, una más que otra, hasta luchaban entre sí por su compañía y 35


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expresaban sus deseos que en los eventos próximos la anciana, nuevamente, lleve a su compañera, de forma infaltable. En los bailes se formaban ruedos estruendosos por las risas, aplausos, gritos de alegría y hasta silbidos con que festejaban el placer de reunirse. No hacía falta ninguna música ya que con sus cantos y bullicio suplían a cualquier orquesta, siendo nuestra bella la que, con sus aires salerosos y bailes aprendidos en sus mejores días, hacía las delicias de las asistentes. Les entretenía con relatos, chistes, simpáticos gestos, remedos, pasos de baile que las ancianas desconocían y hasta tonadas nuevas que iban aprendiendo a costa de repetirlas una y otra vez, hasta que casi llegó la hora del aparecimiento del alba en que tuvieron que apresurarse para retornar a sus hogares respectivos. Luego del agradable descanso y un ligero desayuno, la anciana mostró hacia bella su agradecimiento ya que con alegría tarareaba algunas melodías aprendidas esa feliz noche, 36


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viéndole como rejuvenecida, ya que recogía leña, se proveía de agua, recogía productos para una buena comida, atizaba el fuego del fogón, y más actos que sorprendieron a bella, que más bien se quedó en su lecho hasta más tarde, con un poco de flojera para levantarse. Se hizo costumbre para las viajeras desplazarse en búsqueda de nuevos saraos de sus amigas, fiestas inolvidables donde la invitada de honor era la más tierna y bella joven que hacía las delicias con el canto, el baile y sus diversas maneras de entretener que las viejas retomaban energía para sacudirse con mayor fuerza y alegría, hasta quedarse casi agotadas, rendidas de la alegría. De esta manera, ella conoció el norte, el sur, el este y el oeste del mundo entero y satisfizo su ansia de conocimiento, por lo que gustó de aprovecharse de su magia para conocer personalmente los pueblos y ciudades que estaban en su mente, guardando todos los preceptos enseñados y recomendados por su salvadora y ahora la amiga inseparable. 37


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El Amor, la más Bella Historia Para ello, con la seguridad requerida y guardando prudencia, aunque siempre vestía de negro, podía moverse entre las multitudes captando en su joven espíritu la belleza de cada rincón del globo. En muchas veces, dado que su juventud se mantenía fulgente y sus encantos estaban intactos, entre las gentes que visitaba, siempre encontraba galanes que perturbaban su tranquilidad, muchos de los cuales quedaban perturbados y la perseguían con la finalidad de conocerla y lograr su amistad. Pasó algún tiempo y de entre los lugares que visitaba recibía impresiones que motivaron en ella profundos suspiros y arrobamientos que denunciaron ante la viejita su enamoramiento. Como ella sabía, más por su experiencia, lo que le ocurría a bella, buscó obtener respuestas directamente de ella y, le contó lo que hacía, los lugares que visitaba, la forma en que disimulaba su presencia, y lo que más llamaba la atención de la querida amiga, se había 38


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quedado prendada de algunos guapos caballeros y especialmente uno de ellos quien le había dominado sus fuerzas y taladrado su alma con impactantes miradas de tierno afecto y cariño. En principio le causó una desazón a la viejita que creyó iniciarse el camino de su separación con su queridísima amiga, más, conociendo que bella es bastante joven y necesita expresarse como mujer y conocer la felicidad del matrimonio, mediante sabios consejos y sesudas razones, hizo que ella se decidiera a unirse en feliz matrimonio con un honrado caballero, muy apreciado por la sociedad, trabajador y responsable de varias sólidas empresas. El meritorio matrimonio se hizo con mucha pompa y algarabía. Ella feliz y él satisfecho de la hermosura que cautivó su corazón y ahora era su esposa. Conocedoras del feliz suceso, la viejita y sus amigas convinieron en hacerle un agasajo para lo que organizaron una fiesta general con nuevos eventos y entretenidos juegos, teniendo que ser de 39


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corta duración ya que no podía aislarse de su esposo más que por solo unos pocos minutos, tanto porque lo amaba demasiado, cuanto porque no quería que supiera que ella tenía encuentros furtivos con personas ajenas, pudiendo causarle algún malestar. Como el hombre era buen trabajador, y por sus altas responsabilidades tenía un horario extendido, luego del saludo cariñoso con su amada, pasadas las altas horas de la noche, se sumergía en un sueño en extremo pesado, esto era aprovechado por ella para sus fugas de encuentro con la viejita y sus amigas. Al regresar, a veces aterida del frío, y en ocasiones cansada, lograba el placentero descanso en su regazo, y al sentirla temblando de frío, procuraba estrecharla en sus brazos y darle su calor. Como, ya eran repetidas las madrugadas en que su querida esposa estaba tiritando de frío, tuvo razones de preocuparse considerando que puede aquejarse de alguna enfermedad o su enfriamiento se debería por descuido suyo, por lo que decidió evitar la profundidad de su sueño, durmiendo para 40


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el efecto con un ojo abierto. Entonces, pasada la media noche, cuando ella suponía que su esposo estaba adentrado en lo más profundo de los sueños, suavemente se retira de sus brazos y sigilosamente se quita las cobijas, se levanta, busca ropas abrigadas, abre la ventana y dice: “De villa en villa, de ciudad en ciudad, escobita amada me harás volar” y dando un pequeño salto desapareció en su vuelo nocturno.

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Curiosidad Insospechada Con honda preocupación contempló este suceso, pensando más bien que se trataba de un sueño pasajero, pero que le mantuvo preocupado, aunque sin decir nada que alarme a su querida esposa, guardó silencio, para ver cuáles eran los resultados de aquella acción. Después de esperar por largo tiempo, llega ella disimuladamente y en silencio se arrima guareciéndose del frío en los brazos de su esposo. Como si nada pasara, guardó su extrañeza confortando a ella para capear su frío y procurar su descanso que pronto se tornó en un sueño profundo que reflejaba su cansancio. La noche siguiente, sucedió lo mismo, y la siguiente noche, igual. Como estaba atento a lo que hacía su esposa antes de desaparecer por su ventana, escuchó sus palabras que decía “de villa en villa, de ciudad en ciudad, escobita amada me harás volar” Entonces, luego del regreso de ella y, luego de unos momentos, al verla en su 42


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más reparador sueño, dormida como un lirón, se levanta, toma la escoba, como vio que hacía su mujer, y dice: “de viga en viga, de pilar en pilar, escobita amada me harás volar” y dando, como su cónyuge, un pequeño saltito, empezó a volar y darse golpes muy fuertes en una y otra viga, contra uno y otro pilar de la casa, causando con sus quejas y retumbos de los golpes un gran alboroto que hizo despertar a su consorte quien angustiada veía a su esposo sacudirse por los aires en continuos tropezones y aventones contra las vigas, contra los pilares, una y otra vez, quedando en condiciones peores que un cristo crucificado, esto es lleno de chibolos, laceraciones, quebraduras de huesos, sangrados y, lo peor, el terrible susto y espanto que no se apartaba de su rostro. Una vez calmado el huracán, vinieron las paces, y bella tuvo que atender a su amado esposo que quedó envuelto en sábanas y vendajes con una buena provisión de bálsamos, antisépticos, cremas y más menjurjes curativos utilizados en esos tiempos. 43


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Sobre sus andanzas nocturnas, anteponiendo que era un secreto y no había posibilidades de divulgación, ni en confidencia para nadie, le reveló

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desde cuándo y cómo se iniciaron sus prácticas, lo qué se debe hacer para no levantar sospechas, cómo se debe controlar la escoba de retamas, que jamás se debe olvidar recitar adecuadamente las palabras mágicas, ya que de eso depende la partida y el regreso. Le contó que ella gustaba muchísimo estar con sus amigas y conocer otros pueblos y ciudades, así como algunos lugares atractivos. La curiosidad del marido fue acrecentándose hasta lograr la aceptación de ella para hacer un viaje nocturno juntos, desde luego, cuando ya se cure de su estropicio y no le empeoren sus males dado el frio nocturnal. De esto le informó a la viejecita, su entrañable amiga, y ella, luego de reírse de lo cómico del relato, se contactó con sus otras camaradas, estando todas de acuerdo en aceptarlo, por el inmenso amor que la bella despertó en ellas y como un agasajo matrimonial, por lo que hicieron los diversos preparativos para la recepción en un hermoso y remoto lugar, muy alejado de cualquier rastro del hombre. 45


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Resuelto todo, y superados los temores que se agolpaban en el espíritu de su abnegado esposo, dispuestos sobre la escoba mágica, listos y a volar, ambos recitaron al unísono: “De villa en villa, de ciudad en ciudad, escobita amada nos harás volar” y dando, ambos, un pequeño saltito, salieron como un suspiro directo a las nubes, escuchando apenas el ulular del viento que silbaba en los oídos. Como la bella no había nunca realizado un viaje en pareja, al comienzo tuvo muchos deslices que aterrorizaron a su pávido marido que solo miraba desde arriba el lugar sobre el cual estaría su destino final, imaginándose si será mejor caer de cabeza o de pies, y ¿Qué pasaría si se cae de espaldas o de frente o de lado? Bella, finalmente, consumada navegante, controló muy bien a la escobita voladora y desde lo alto del firmamento iba mostrando los pueblos y ciudades que ya conocía muy bien, así mismo otros parajes y sitios de turismo que asombraron al, medroso aún, amado cónyuge.

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Hicieron un aterrizaje feliz en medio de una muchedumbre de viejecitas, unas más arrugaditas que otras, algunas más encorvadas y empequeñecidas que otras, quienes les esperaban cantando himnos y hermosas canciones, recientemente estudiadas danzas, enseñadas por Bella, que emocionaron y causaron enorme emoción en su esposo que inmediatamente se vio envuelto en el tumulto participando, como el que más, de toda la inolvidable y bulliciosa jarana, hasta muy avanzada la madrugada en que se iniciaba el brillo de la aurora. Hicieron el fugaz retorno tal como ella acostumbraba, aunque esta vez, con tanto danzar, corretear, comer, reír, cantar, llegaron sin el extremo frío, pero sí, agotados. Fueron a su lecho en el que reposaron por varios días hasta recobrar, felices, sus agotadas energías.

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El Nido de Amor De esta experiencia el esposo confesó a su hermosa compañera que el viaje había sido muy interesante y emocionante y que era preferible participar de su amor dentro del hogar, salvo situaciones que fueran menester por algún evento trascendente y no por la mera costumbre. En este criterio ella estuvo de acuerdo y poco a poco fue siendo retenida por el calor hogareño, prefiriendo los fuertes brazos de su amado esposo a participar en las locas alegrías de las viejecitas viajeras. En poco tiempo tuvo el nacimiento de una hermosísima hijita por lo que su presencia era necesaria aumentando con ello el fuego hogareño, plasmando sus esperanzas en intentar que la familia sea feliz y dedicándose por entero a la crianza de su tierna heredera. A esta niñita hermosa le pusieron el nombre de Isabella, más linda de lo que fue su madre con unos ojos hermosísimos, un talle primoroso, una cabellera que se ondulaba ante el 48


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más leve soplo del viento. Desde pequeñita aprendió a tocar algunos instrumentos musicales, cantar, bailar, pintar convirtiéndose en la alegría del hogar. Igual que la madre, la pequeña fue creciendo con una belleza sin igual motivando la alegría y la unión hogareña, aprendiendo todas las artes y ciencias mientras gozaba de su infancia, además, de los inocentes juegos pueriles que departía con otros niños cercanos. Al cumplir la niña sus quince primaveras, recibió un apreciado regalo de parte de las amigas maternas de antaño. Era una escobita de retama muy bonita que llevó para adornar su habitación hasta que pueda decidir por su propio designio utilizarla para cumplir con sus fantasías. Aún hoy, dicen que en las noches silenciosas que se siente el ulular del viento, se escucha un prolongado silbido, suave y hermoso, es el paso de Isabella con su escobita que visita las casas de las personas buenas, deseando a todos quienes en ella viven, la mejor de las suertes y eterna felicidad. 50


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FIN

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La Novicia del Aquelarre Una historia de:

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