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TERCIOPELO Revista del Museo Nacional de la Historia del Traje

Viajes

N°4 Noviembre 2012 ISSN: 2250 - 7477

La ruta de la seda y su paso por Samarcanda Viajes de película Ellas hicieron camino al viajar El gran viaje del mantón de Manila

Siguiendo la luna… Equipaje con Museo propio


Viajar es imprescindible y la sed de viaje, un síntoma neto de inteligencia. Enrique Jardiel Poncela (1901 - 1952)

A quienes me preguntan la razón de mis viajes les contesto que sé bien de qué huyo pero ignoro lo que busco. Michel de Montaigne (1533-1592) Escritor y filósofo francés

El cabalgar, el viajar y el mudar de lugar recrean el ánimo. Séneca (2 AC-65) Filósofo latino


Editorial Por

Analía Yaker Valle Directora editorial

Ir...Más allá...Lejos. En busca de lo desconocido. De la aventura. En busca del tan merecido descanso, de diversión. Por pocos días o por un largo tiempo. A un destino o a varios. Es innato al ser humano el querer ir “más allá”. Para conocer, o para salir de lo habitual, de la rutina; hacer un alto en los días con horarios laborales ya establecidos. Una recompensa al esfuerzo de todo un año o incluso más. Cambiar de lugar puede estar ligado a un cambio interno o el simple y muy necesario derecho a no hacer nada (conocido como vacaciones). Cualquiera sea la razón, los viajes tienen el poder de transformarnos. Un viaje programado puede terminar en la improvisación absoluta, y a la vez, un destino incierto puede convertirse en un tour organizado. ¿Qué llevar? ¿Qué no? ¿Qué ropa? ¿Un abrigo por si acaso? ¿O algo livianito por si sube la temperatura? ¿Ropa cómoda o también le sumamos algo más elegante? Quién no tuvo en su mente esta incesante catarata de preguntas días o incluso semanas antes de iniciar una travesía. ¿Mochila? No, no, mejor valija (o maleta, dependiendo del castellano que cada uno hable). ¿Está todo? Reservas: medio de transporte, hotel...o hostel, dependerá del capital con que se cuente, claro; o lo que también lleva a: “ voy para allá, me hacés un lugar?” Auto, avión, tren, crucero...viaje de mochilero...una expedición en solitario. Una aventura con amigos. Vacaciones familiares. O un paseo de a dos. Millones de opciones para un momento con el que todos soñamos de una forma u otra. Ir en busca de experimentar nuevos sabores, aromas, paisajes, personas e historias diferentes. Un lugar para cada viaje o el mismo destino en distintos momentos del año o de nuestra vida, lo que posiblemente haga que lo veamos como si fuera nuevo. La experiencia de viajar no necesariamente implica recorrer grandes distancias o abultados presupuestos...alcanza con querer experimentar algo fuera de lo habitual o conocido. TERCIOPELO viaja por todo el mundo. Ahora puede estar en pantalla en Mar del Plata, en Barcelona, en Buenos Aires; ha llegado hasta Los Ángeles, Madrid, New York, París e Israel. Este viaje que se inició en Mayo de 2012 tiene muchos destinos y viajes temáticos planeados. Esta edición del mes de Noviembre cierra el tour 2012 y ya se divisa la puerta de preembarque 2013...nos vemos en enero, BUEN VIAJE y...

Continuemos, entonces, haciendo historia.


STAFF DE TERCIOPELO Directora Editorial Analía Yaker Valle Editora Agustina Fornasier Jefe de arte y diseño gráfico Dacio Luna Álvarez Columnistas Bárbara Brizzi Delia Etcheverry Rosa Iglesias Susana Speroni Colaboran Guadalupe Kleimann Sabrina Mazzalupo ISSN: 2250 - 7477

Se prohíbe la reproducción total o parcial del material publicado

Edición Noviembre 2012

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Historia Social de la Moda Cine Anécdotas Entretejidos

10 Foto del mes 11 Comparaciones de moda 13 Museos del mundo


Historia social de la moda Por Rosa Iglesias

La ruta de la seda y su paso por Samarcanda

Aunque hacia el siglo III a.C., la seda se convirtió en un producto comercial que circulaba a través de la ruta del mismo nombre, su historia empezó varios milenios antes. Varias leyendas apuntan datos desde el 3000 a.C., como una hallada en los escritos de Confucio: Según el sabio chino, un día, alrededor del 2700 a.C., el emperador chino Huang Ti, le pidió a su esposa Si Ling-chi, que acudiera a los jardines de palacio para averiguar por qué se marchitaban las moreras. La mujer, recogió unos capullos y, sin querer, se le cayó uno en una taza de té muy caliente. Cuando la emperatriz intentó atraparlo, el capullo se desenrolló en un hilo de seda interminable, que ella enrolló en una bobina para evitar que se enredara. Ling-chi, se interesó por el descubrimiento que acababa de realizar y aprendió por su cuenta la manera de criar las orugas y de devanar los capullos. Pero sólo la emperatriz y sus doncellas conocían el secreto de la fabricación de la seda, ya que un decreto imperial condenaba a la tortura y a la muerte a quienes divulgasen el secreto del capullo blanco. Estaba prohibido, bajo pena de muerte, que las labores, los gusanos de seda e incluso, las moreras, traspasaran las fronteras del Imperio. Por esa razón, el secreto de la producción de la seda permaneció bien guardado durante cientos de años. Los romanos creyeron que la seda procedía de una especie de fibra vegetal cardada. Hasta aproximadamente el año 550 d. C., el arte de la cría, la hilatura y la tejeduría de la seda dejó de ser patrimonio de los chinos, y fue conocido en Bizancio. La ruta de la seda fue un gran puente entre dos mundos: Oriente y Occidente, entre el imperio chino y el Mediterráneo. Una ruta que, a partir del 200 a.C. y durante más de 1000 años, recorrieron cientos de caravanas cargadas de seda y de muchos otros productos. Varios imperios controlaron una parte de la ruta de la seda en un momento u otro. En China, hubo dos dinastías que se interesaron en el desarrollo del comercio en la ruta de la seda: Hang y Tang, entre el 206 y el 907 a.C. En el Asia Central, la ruta estaba, primero, bajo el control de los

persas y, con el advenimiento y expansión de los árabes, en los siglos VII y VIII, se adentraron profundamente en Asia Central y convirtieron al Islam a los pueblos que iban conquistando. Sin embargo, entre el 1220 y 1368, con el imperio mongol (una tribu nómada procedente de las estepas del Asia Central que construyó un gran imperio de la mano de Gengis Kan) fue, sin duda, cuando la ruta de la seda alcanzó su máximo apogeo. En cuanto a la parte occidental, estuvo dominada por el Imperio Romano de Occidente hasta el siglo V y después, por el Imperio Bizantino hasta el 1453. La denominación de “ruta de la seda”, en singular, no es correcta porque no existía una única ruta de la seda, sino una red de rutas que cruzaban montañas, desiertos y estepas en un abanico de itinerarios. El viaje era muy poco seguro, cualquier desierto representaba una aventura, no había un solo punto de referencia en el horizonte. Por momentos el calor era infernal y el viento levantaba tormentas de arena, que se metía en los ojos, en la boca y debajo de la ropa, el frío por la noche era glacial. También eran muchos los bandoleros y saqueadores que acechaban la ruta. Es fácil entender que pocos lograran realizar el viaje entero con éxito. En cada oasis, en cada caravansar y en cada ciudad, los comerciantes intercambiaban las mercancías trasportadas. Se necesitaban entre 8 meses y un año para cubrir el trayecto entre China y el Mar Negro. Se calcula que en la antigüedad y la Edad Media, las caravanas estaban compuestas por 100 a 500 personas, ya que los mercaderes solían considerar que era más prudente agruparse para evitar los ataques.

Las ciudades de la ruta Hallarse en uno de los tramos de la ruta de la seda era una garantía económica para cualquier ciudad, oasis o

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caravansares, “palacios de caravanas”, donde los viajeros podían detenerse de forma segura para comer y dormir y donde las mercancías estaban protegidas de los saqueadores. Algunos de estos, adquirieron mucha importancia y se convirtieron en pequeñas ciudades. Por lo tanto, eran muchas las ciudades que se beneficiaban con esta vía y que se convertían en importantes centros con almacenes, bancos y mercados que producían el desarrollo del comercio y de las artesanías locales. Mientras que las caravanas que se dirigían de Europa a Oriente trasportaban oro, piedras preciosas, tejidos, marfil, coral, frutas (uvas, granadas), verduras (pepinos, zanahorias) y frutas secas, las que viajaban de Oriente a Occidente iban cargadas de seda, pieles, cerámica, porcelana, té, papel, especias, lacas, objetos de bambú, pólvora y armas de bronce. Por otro lado, la ruta de la seda también representó un eje privilegiado de circulación e implantación de religiones.

Samarcanda Es una ciudad cuento, una ciudad leyenda. En este viaje que hacemos hoy a la ruta de la seda, podríamos haber elegido cualquiera de estas ciudades que crecieron a la vera de esta

corriente de cultura, pero nos decidimos por esta maravilla arquitectónica de la ruta. Samarcanda, un nombre misterioso, que incita a soñar, una ciudad de “Las mil y una noches” en mitad de la Sogdiana, el actual Uzbekistan. Tomada por Alejandro Magno en el 329 a.C., se convirtió en una ciudad comercial y, luego, en una de las capitales del saber del mundo islámico. Vivió su apogeo cuando Tamerlán, el gran conquistador de Asia Central, hizo de ella su capital. Debe su prosperidad a su ubicación en el cruce de distintas vías de la ruta de la seda, entre las llanuras de Fergana, al nordeste y Bactriana, al sur; entre el Pamir y China, al este, y el imperio sasánida y luego musulmán, al oeste. También debe su riqueza comercial a los numerosos sogdianos instalados en los imperios circundantes: en China, la India o en Oriente Medio que continuaron comerciando, de forma activa, con su “madre patria”. Esta ciudad de nombre mágico, que lleva más de 27 siglos habitada, sigue albergando hoy, tesoros arquitectónicos, testigos de su gloria y riqueza.

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Cine Por Bárbara Brizzi

Viajes de película Viajar...Viajar en forma real...Viajar en forma virtual....Viajar con el pensamiento... ¡Cuántas veces el cine nos ha hecho viajar! A tierras lejanas, a países de fantasía, a épocas remotas y no tanto. No es fácil abordar la propuesta de este número. Podríamos hablar de viajes iniciáticos como el emprendido por Leonardo Di Caprio en la película La Playa (Dany Boyle – 2000), que provocó que el interés de los viajeros por lugares exóticos colocara en los mapas turísticos el archipiélago de Kho Phi Phi Leh, cerca de Phuket en Tailandia.

que la pequeña librería que atendían Hugh Grant y su socio nunca existió y sólo se armó como ambientación para la película Un lugar llamado Notting Hill (Roger Michell – 1999).

Algo para recordar, 1957

Viajes que deparan romance como aquel realizado en un transatlántico de lujo por Deborah Kerr y Cary Grant en Algo para recordar (Leo Mc Cary – 1957), donde la pareja iniciaba su romance junto al sabor burbujeante del champagne rosado haciendo que el interés y las ventas de este producto (en el mundo real, claro) se incrementaran exponencialmente. Viajes de trabajo como el que llevó a Julia Roberts, en su papel de una exitosa actriz norteamericana a recalar en Londres y más precisamente en el bohemio barrio de de viaje tuvieran que incluirlo en sus recorridos y explicar Notting Hill que hizo que el interés por conocer este rincón tan particular creciera hasta hacer que las agencias

También viajaron Leonardo Di Caprio y Kate Winslet en aquel malogrado Títanic (James Cameron – 1997), donde la recreación de vestuario, costumbres, ambientación, gestos y actitudes revivieron la pasión, siempre vigente, por la historia de esta nave lujosa que transportaba a lo más granado de la sociedad europea y norteamericana y, cubiertas mediante, a los ilusionados trabajadores que pretendían ampliar sus horizontes en América. Su banda de sonido hizo viajar a los corazones románticos y a los nostálgicos por aquella banda que siguió tocando... Si de romanticismo hablamos, cómo no recordar el

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viaje que unió a Jennifer Jones y William Holden en Hong Kong. Ella, una médica euroasiática viuda, él, un corresponsal de guerra y entre ambos, un amor irrefrenable que, ni las estructuradas costumbres de ella ni la imposibilidad de divorciarse de él, podían destruir. El argumento con final dramático de Angustia de un querer (Henry King - 1955) hizo suspirar a varias generaciones que, sin poder contener las lágrimas, dejaban viajar su fantasía al son de El amor es una cosa esplendorosa, que acompañaba las escenas finales. Ella, con su esbelta figura enfundada en los vestidos de toque oriental realizados en sedas naturales de colores atractivos y siempre bien combinados, hizo que, una vez más durante el siglo XX, los toques orientales, las sedas y las manguitas japonesas aparecieran en el guardarropas de las mujeres occidentales siempre atentas a las propuestas llegadas desde la pantalla grande.

Casablanca, 1942

Viaje protocolar transformado en vacaciones el que la llevó a Audrey Hepburn, encarnando a una princesa de un país ignoto del centro de Europa, a Roma y allí, encontrarse con Gregory Peck, convertido en un reportero un tanto inescrupuloso que la hace pasear y liberarse de las ataduras de las reglas diplomáticas a esa deliciosa representante de la realeza. La película, por supuesto, La princesa que quería vivir o Vacaciones en Roma, según su título original (William Wyler – 1953). Ella, encantadora como siempre, con sus modales suaves y su figura delgadísima, vistió las faldas acampanadas tanto en los vestidos bordados para las ceremonias formales, generalmente strapless o con breteles muy finos y una camisa blanca y una falda plato para recorrer la ciudad montada en una motoneta. Demás está decir que en el mapa de las potenciales turistas, sobre todo norteamericanas, apareció Roma como lugar ineludible, tal vez pensando que un encuentro

con el elegante y simpático Gregory Peck aún era posible. Viajeros esperando su viaje en la exótica Casablanca, compartían mesa en el Café de Rick, tratando de conseguir un salvoconducto que los llevara a Lisboa y así evadir las contingencias de la Guerra. Según pasan los años, tema musical emblemático, ponía un telón de fondo al romance entre Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en Casablanca (Michael Curtiz – 1942). Él vistiendo un smoking blanco en la mayoría de las escenas, hizo entrar esta prenda a los guardarropas masculinos más sofisticados así como también el trench coat de la escena final en la que, envuelto en la bruma, decide su destino y el de su amada. Tan hondo caló en el imaginario colectivo esta Casablanca de cartón que en la Casablanca real, en Marruecos, se construyó un Café de Rick y aún hoy los turistas se dejan llevar por la imaginación de estar un poquito dentro de aquella película que trascendió su tiempo y el de sus actores según pasan los años. También el cine imaginó viajes interplanetarios como el desarrollado en la película 2001 Odisea del espacio (Stanley Kubrick – 1968) que, en plena carrera espacial y con una visión un tanto críptica de un futuro que se veía lejano y próximo a la vez, contribuyó a la difusión y aceptación de la moda propuesta por diseñadores como Courreges y Cardin, que vieron en las telas laminadas, los géneros rígidos, los sombreros tipo casquete con cierto aire espacial, una visión innovadora y renovadora para fin de la década del '60, momentos en que todo parecía posible. Seguramente, con este tema podríamos seguir viajando hasta el infinito, pero cada uno tendrá sus propios viajes en la memoria que tal vez, a esta hora, ya se hayan liberado y estarán esperando para salir a realizar su periplo...

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Anécdotas Por Lic. Susana Speroni

Ellas hicieron camino al viajar Desde tiempos remotos y por muy diversas razones, tanto hombres como mujeres se han planteado la aventura de recorrer el mundo. Llevaron la delantera en esta gesta los señores que fueran recordados minuciosamente por sus otros congéneres los historiadores que relataban sus hazañas y penurias exaltándolas. Estamos en un mundo de hombres. En cuanto a ellas, las que se atrevieron a viajar allí donde los mapas estaban en blanco poco se conoce aunque la mayoría se convirtiera en excelentes escritoras de viajes. Jane Robinson en su libro Wayward women deja bien claro el nombre de más de 400 mujeres escritoras de viajes en idioma inglés. Para mal del sexo masculino casi todas cuentan excelentes relatos y apreciaciones sociales, históricas, arqueológicas y etnológicas de gran valor, muchas premiadas, otras verdaderas autoras de culto. Optaban por el enfoque epistolar o el más íntimo de diario personal. Cómo no recordar a Margaret Fountaine nacida en Norwich, Inglaterra en 1862, llamada la “Reina de las Mariposas”, quien con la excusa de recoger mariposas recorrió los cinco continentes. Dejó como legado más de 20.000 de esos insectos perfectamente clasificados y ordenados al Museo de Norwich y un cofre sellado para que se abriera el 15 de abril de 1978 y cuando se abrió allí se encontraban los 12 volúmenes de su diario íntimo que empezó a escribir en su juventud, un verdadero tesoro Margaret Fountaine de información. Generalmente, las protagonistas intrépidas en recorrer el mundo en el siglo XIX, fueron europeas, inglesas la mayoría, que respondían al patrón de crianza de la sociedad victoriana educada para cuidar el hogar, atender al marido y criar a los hijos reprimiendo su talento natural. Para muchas, la única manera que encontraron de romper con ese esquema asfixiante fue viajar. Las presentaban en sociedad y si en tres temporadas posteriores no lograban “cazar” al marido adecuado, se las iba relegando al cuidado de padres, sobrinos y demás parientes. Cerradas las puertas de todo, estas mujeres cultas, inquietas y fuera de lo común encontraron su válvula de escape en los viajes. Solteras, casadas o separadas, ricas o pobres, intelectuales o no, se negaron a ser elegantes damas del Imperio y asumieron una nueva existencia. Criados los hijos y concluidos los deberes con sus padres después de los 30 años y más, salieron a la aventura. Las

lecturas de escritores y poetas como Pierre Loti, Alfonso de Lamartine y el Vizconde de Chateaubriand, entre otros, fueron un imán para recorrer Egipto, Siria, Líbano, y la zona de lo que fuera el antiguo imperio persa; el desierto las atrae e hipnotiza con los románticos relatos; el África de los Massaí, las selvas de Borneo, Kenia, el Himalaya… Tuvieron que adaptarse a otros modos y usos desde las normas de la convivencia diaria, el aseo, la comida, el transporte, el empleo del caballo, camello, canoas o piragüas. Como decía Freya Stark, última representante de las viajeras románticas que murió a los 100 años: “A uno le sobreviene una especie de locura a la vista de un buen mapa” y sobre todo “lo más importante que el viajero lleva consigo es su propia persona”. Todas ellas han contribuido para afianzar el camino que en el siglo XX recorrieron etnólogas, arqueólogas, zoólogas, historiadoras o fotógrafas. La idea de este artículo es conocer cómo afrontaban en el ramo vestimentario sus largos recorridos lejos de la civilización en una época donde la vestimenta reflejaba como nunca el estatus de quien la portaba y sobre todo por ser mujeres viajando solas sin provocar escándalos. La lectura de sus obras nos cuentan cuáles fueron sus respuestas ante un mundo sin fronteras, sin geografías, sin caminos, sin aduanas ni pasaportes, con pocos mapas, con salvoconductos. La barrera de los idiomas no fue infranqueable porque casi todas hablaban varios, incluido el árabe que se preocuparon por aprender. Para muchas, sus dotes de organización fueron de gran ayuda. Sus escritos nos allanan el camino y también los valiosos repositorios de imágenes como los archivos fotográficos de Londres y sus universidades, de Berlín, de Francia incluido el material de las cinematecas. Antes de proseguir, un recuerdo para las peregrinas devotas viajeras que en la Edad Media emprendían la ruta de Santiago de Compostela o el recorrido a Roma. Se basaban en el uso de guías a la manera de nuestras guías turísticas, empleadas por los romanos. Una era la Itineraria Adnotata que indicaba los caminos, sus cruces y lugares para descansar y la Itineraria Picta con ilustraciones, rudimentarios mapas con montañas y cauces de agua, iglesias, monumentos históricos y otros datos de interés. Las viajeras con esa información se entregaban a los grupos de peregrinación. No se lo podían prohibir. Recordemos a Ingrid de Suecia que recorrió a pie con sus

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jóvenes nobles y damas el camino de Santiago (1270); a Sancha Raimúndez, que dedicó su vida al culto de las iglesias y socorro de los pobres, fue hermana de Alfonso VII, llegó a Santiago y a Roma. Todos estos viajes se podían emprender gracias a la red de calzadas y a la pax romana. De Escocia a Mesopotamia; del Atlántico al Mar Rojo; de los Alpes a los Balcanes, del Danubio al Sahara. Viajaban con lo puesto y quizás alguna muda, camisa interior, túnica, manto, cabeza cubierta con una toca o un chal, calzado tipo sandalias o borcegos. En cuanto a nuestras heroínas las había con diferentes y firmes pensamientos sobre la vestimenta y su apariencia. “Me encontraría ridícula si en mi viaje a África me vistiera de otra forma como suelo hacerlo en casa. Me parece que lo que resulta correcto para Cambridge y Londres lo será entre los africanos”, para Mary Kingsley los apretados corsés, calzones, enaguas, faldas, blusas, medias, botines, sombrero y una larga sombrilla eran indispensables. Otras, a manera de las que viven en la India pueden usar las botas de caña alta, la camisa y los pantalones de montar. La vestimenta masculina árabe fue adoptada y montan a caballo usando pantalones debajo de las faldas. Con lo puesto, recorren su camino como verdaderas reinas. No se niegan a la almohada, el té, una bañera de zinc. Gertrude Bell nunca renunció en el medio del desierto a cenar con porcelana, cristalería y cubiertos de plata. Elegimos algunas de estas maravillosas mujeres haciendo hincapié en sus atuendos. Hester Stanhope (1776-1839): “Amo el silencio eterno de los espacio infinitos”, es decir, el desierto a la manera de los poetas. Aristócrata, sobrina del Primer Ministro William Pitt, culta y educada. En 1806 comienza su recorrido por Siria y Líbano; fumaba la pipa turca y recorría a caballo todo el desierto. Fue la primera mujer blanca en conocer las ruinas de Palmira. Hasta su muerte, vivió en un viejo monasterio en la colina de los montes del Líbano. Lady Anne Blunt nació en 1837, hija del Conde Lovelace y nieta de Lord Byron, casada con el poeta Wilfred Blunt, emprendió con su marido un viaje por Egipto y el desierto cercano. Abandonó sus ropas londinenses de sedas y encajes adoptando los atuendos árabes, la usada por los nómades beduinos que tanto admiraba. Así se sentía libre y cómoda. El matrimonio compartió largas noches en los campamentos, saboreando café y dátiles, y durmiendo bajo las estrellas. Alexandra David Neel nació en París en 1868 y murió a los 101 años. Fue rebelde; no quiso usar corsé en época de pompas y crinolinas. Usó pantalones, se casó y no tuvo hijos. Fue cantante de ópera, fotógrafa, viajera, conferenciante. Primera en visitar la ciudad prohibida de Lhasa. Amó el Asia y se vestía de largas túnicas naranjas a la manera budista. Conoce Ceilán, India, Nepal,

Tíbet. Viste a su aire, adopta los vestidos libres de esos lugares; sólo cuando dan una cena en su honor usa el corsé, el vestido de gala. “Durante mi estancia en Benarés he vivido como una salvaje, sin corsé, sin cuello ni zapatos de verdad”. Gertrude Bell nació en 1868 cuando el Imperio Británico controlaba el mundo. Lo exploró impecablemente vestida en seda, encaje, corsé, enaguas; asistió al cambio de moda después de la guerra del '14. Fue infatigable viajera, conoció políticos y sultanes, califas, emires, jefes de las tribus del desierto; exploró tierras ignotas y con Lawrence de Arabia contribuyó a la creación del moderno Irak. Su padre y su madrastra la apoyaron y fue a Oxford donde recibió la licenciatura en Historia Moderna. Brilló en los salones y realizó una intensa vida social. Decidió abandonar Londres y marcharse a Persia en 1892. Conoció Petra y Palmira, aprendió el árabe. Comenzó sus exploraciones a lomo de caballo o camello; el Oriente la había capturado. “No volveré a usar sillas femeninas para un largo viaje, jamás como ahora me había sentido tan cómoda montando a caballo”. Su atuendo en el desierto se componía de corsé, calzones, enaguas, camisa blanca de algodón, falda larga con bolsillos aplicados, camisa caqui masculina, medias negras, zapatos con cordones y sobre la cabeza el salacot envuelto en una tela de algodón. Cuando regresa a Londres aprende cartografía y algo de topografía. Otros viajes la llevan a Siria, Mesopotamia y Bagdad. Se convierte en una reputada arqueóloga mientras sirve políticamente a su país durante la Primera Guerra Mundial. Viajaba con gran despliegue de equipaje, tiendas de campaña, red de mosquiteros, cama plegable, alfombras, sillas tijera, batería de cocina, provisiones, mantelería, vajilla de porcelana, cristalería, juego de té, cubertería de plata. Para 1911 había adoptado como traje de viaje falda de pantalón larga, chaqueta de hilo y kefiah drapeado alrededor del ala del sombrero de lana. En noviembre de 1913 se encuentra recién llegada de Londres en la ciudad de Damasco. Al bajar del tren que la traía desde Beirut luce: vestido de seda de amplia falda cuyo vuelo se recogía en los tobillos y sombrero de plumas. Se dirige al “Palace Damasco” y en su habitación procede a distribuir su equipaje. “El pesado baúl de barco… lleno de elegantes vestidos franceses, faldas de pinzas, abrigos de piel, chaquetas de tweed, chales con flecos, blusas de volantes, sombreros con plumas, sombrillas y ropas de montar confeccionada en lino… artículos de tocador en un estuche hecho a medida”. Instalada en Basora puso sus conocimientos y su esfuerzo en la creación del Museo de Arqueología de Irak, siendo su Directora Arqueológica Honoraria hasta su muerte en 1926. Cuando se leyó su testamento apareció un legado de 50.000 libras esterlinas para proseguir con su obra. Todas ellas, mujeres de maravillosas existencias que a pesar de todo y contra todo cumplían con sus ilusiones creándose una nueva forma de vida.

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Entretejidos Por Delia H. Etcheverry

El gran viaje del mantón de Manila

El mantón de Manila nos cuenta una historia plena de matices. Se inicia hacia el siglo XVI, en tiempos de descubrimientos de nuevas tierras, de impresionantes travesías marítimas donde los galeones ayudados por las corrientes atravesaban de lado a lado los océanos. El mantón es uno de los tantos productos que se comercializaban gracias al tráfico marítimo entre Asia, Nueva España y Europa. Este intercambio dejó una importante huella en la vida cotidiana de la entonces Nueva España (México), influyendo en su cultura, costumbres y artesanías. Para comenzar nuestro viaje, debemos remontarnos a 1521, momento en el que ocurren dos sucesos muy importantes. Por una parte, Hernán Cortés terminará de conquistar al imperio Azteca, y por el otra, la expedición de Magallanes – Elcano, que en su travesía alrededor del mundo descubrió el archipiélago filipino.

las costas de la alta California para descender finalmente al puerto de Acapulco. Posteriormente las mercancías, una vez descargadas, eran trasladadas por tierra hasta el puerto mexicano de Veracruz situado en la costa atlántica, desde donde eran embarcadas nuevamente hacia España. Es decir que desde Filipinas a los puertos de España había un recorrido bastante extenso, que recorría el Pacífico, México y finalmente el Atlántico. El galeón era en realidad una nave de guerra, que se utilizó con fines comerciales, para proteger a los barcos mercantiles. Aseguraba la llegada de lujosos productos, haciendo frente a posibles ataques de piratas e incursiones de contrabandistas. A pesar de las medidas restrictivas de la corona acerca del

Esto posibilitó la creación de una red comercial entre España y Filipinas, vía el Galeón de Manila. El nombre dado a las islas Filipinas fue en honor al Rey Felipe II, siendo Manila su capital y centro receptor de las mercancías del Lejano Oriente, que eran transportadas hasta allí en los famosos “juncos chinos”. Los llamados mantones de Manila nunca fueron realizados en esa localidad, sino que provenían de China.

El mantón de Manila, desde China a España por México

Ruta Galeón de Manila

tonelaje autorizado de carga de los navíos, la mayoría de ellos superaron el límite de las 300 toneladas y llegaron a La nave proveniente de Manila llamada “La Nao” o “La flota de la nueva España”, zarpaba anualmente en el mes de junio. Aprovechando el monzón, navegaba por el Océano Pacífico

traer hasta 2000. La mayoría se construían en Filipinas, con maderas resistentes traídas especialmente de la India o de Conchinchina (zona meridional de Vietnam, al sur de

haciendo escala en las islas Marianas y, ya en América, bordeaba

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Camboya). La carga debía ser verdaderamente valiosa para

consolidó hacia fines del siglo XVIII.

justificar este recorrido. La misma consistía en sedas chinas, telas de algodón, seda cruda o en rama, porcelanas, especias, labores orientales, maderas nobles, trabajo en cobre, nidos de salangana, aceite de algalia, y otros muchos materiales y objetos apreciados en Europa.

Los bordados chinos eran muy apreciados tanto por su finura y su delicado acabado, como por su bella combinación de colores, algo que entusiasmaba a la corte y a la alta sociedad española y mexicana. El bordado chino también comenzó a ser realizado en México, con el fin de

El galeón partía de regreso a Filipinas cargado de plata y oro en

engrosar el comercio.

barras, pesos acuñados procedentes de la venta de sus productos (en parte para el pago de los funcionarios de las Islas), y otros productos como cochinilla de Oaxaca, cacao, café, vainilla, azúcar, jabón, piezas de cuero, barajas y sombreros. El puerto de Acapulco y su feria pasaron a ser parte importante del comercio, y centro redistribuidor de los productos de lujo hacia lugares remotos de las colonias americanas. Los mercaderes del Perú eran los principales compradores en esta feria y estos objetos pasaron a formar parte de la vida cotidiana de la acaudalada

Lo cierto es que fueron los mexicanos los primeros en adoptar el uso de los mantones chinos, quizás atraídos por sus diseños coloridos, asociándolo hasta cierto punto con el rebozo, que es una prenda típica de esta región; si bien en un principio no eran del gusto español, fueron impuestos por los Austrias. Fue en Andalucía donde se popularizaron, predominando los grandes motivos de rosas y claveles de vivos colores.

aristocracia americana (no olvidemos la riqueza de las minas de Potosí).

Comercio directo con Filipinas

En 1795 se fundó la Real Compañía de Filipinas, que realizaba el comercio directo con la región por la ruta del Cabo de Buena Esperanza. Fue entonces cuando se llamó a los barcos que realizaban esta ruta “Galeones de Manila”, a los anteriores se los conocía como “Flota de la nueva España”, puesto que realmente de allí procedían. A partir de ese momento el comercio a través de México comenzó a declinar. En 1811 fue enviado el último de los galeones, dando fin a estas travesías marítimas. En el balcón. Juan Cardona y Tío. 1977-1958

El mantón fue evolucionando en las distintas épocas según

Cabe destacar que el mantón no fue un artículo habitual en China,

las modas. Las primeras representaciones pictóricas de

ya que no se adaptaba a su vestimenta tradicional, pero lo

mujeres vistiendo mantones en España son de mediados del

fabricaban con el propósito exclusivo de la exportación que se

siglo XIX, formando parte de la indumentaria femenina

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indispensable en todas las clases sociales. Así, tenemos el ejemplo

los mismos métodos trasmitidos a través de generaciones.

de las cigarreras sevillanas, trabajadoras de la Fábrica de Tabacos

También la colocación de los flecos, su anudado y trenzado,

de Sevilla, que utilizaban las telas de seda, en que venían envueltos

requiere

los fardos de tabaco, para protegerse del frío de la madrugada.

Lamentablemente es una actividad que va en disminución.

Gonzalo de Bilbao las pintó trabajando y a la salida de la fábrica,

Hacer un mantón de Manila es un arte que debido al tiempo de

luciendo sus maravillosos mantones con flecos y grandes

trabajo y a las exigencias del diseño tiene un alto costo

bordados.

económico. En la actualidad, como en los tiempos donde el

de conocimientos

técnicos

precisos.

Galeón los transportaba, llegan desde China, debido a sus El mantón de Manila también está fuertemente asociado al baile

menores precios.

flamenco, pero además es una prenda típica de las chulapas de Madrid; incluso se lo ha instituido como símbolo cultural de España. Actualmente se lo confecciona principalmente en algunas zonas rurales de Andalucía, donde muchas mujeres lo siguen bordando con

Damas con Mantón. Francisco Iturrino. (1864-1924)

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Foto del mes

San Juan C. 1928

C. 1952

30 de enero de 1960

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Comparaciones de moda Por Agustina Fornasier

Siguiendo la luna… Linda combinación esta de escribir sobre Moda y Viajes aunque

Y para fines de los años '50, también pugnaron por el espacio

bastante compleja y para la que hay que agudizar la mente y el

en una dura competencia donde midieron sus fuerzas. La

ingenio.

URSS lanzó el Sputnik I, el primer satélite, en 1957 y como

Cuando hablamos de viajes, o cuando podemos, de hecho,

respuesta, al poco tiempo, Estados Unidos colocó el Explorer I

emprenderlos, nos trasladamos a otros países, a otras ciudades, a

en la órbita. La perra Laika fue el primer animal que los rusos

distintos continentes; y para hacerlo usamos autos, aviones, barcos,

enviaron al espacio en tanto los norteamericanos hicieron lo

micros. Sin embargo, siempre se puede ir más allá de los límites. Qué propio con dos chimpancés. Ya entrando propiamente en los sería de la vida sin esos momentos donde soñamos imposibles y

'60, los primeros seres humanos orbitaron la tierra pero todo el

creamos fantasía. Pero a veces, esos imposibles no son tales y nos

honor y toda la gloria se la llevó Neil Armstrong cuando el 20

encontramos

de julio de 1969 logró el gran hito por el que durante tantos

atravesando

fronteras

que antaño

parecían

infranqueables.

La “99” en 1960

años se luchó: pisar la Luna por primera vez.

Por eso, en este artículo salimos del

¿Qué tiene que ver esto con

planeta Tierra y nos adentramos en

la moda? Todo. Porque la

un viaje que nos lleva a la década

moda,

del '60 y a la Luna. Durante

acompañó el desarrollo del

aquellos años, tiempo de Guerra

hombre y fue y es el fiel

Fría y mundo bipolar, empezó una

reflejo de los cambios y de la

nueva lucha entre las dos grandes

realidad de cada tiempo. En

potencias

1965 estaba

allí André

mundo: Estados Unidos versus la

Courrèges,

diseñador

Unión Soviética;

francés que comparte con

que dominaban

el

Capitalismo

desde

siempre,

versus Comunismo; la CIA y la KGB; espionajes y propagandas.

Mary Quant el trono de los

Kaos y Control, según la magistral serie en forma de parodia del

creadores de la minifalda. Tenía estudios de ingeniería, trabajó

Superagente 86..

con Cristóbal Balenciaga y fue llamado el Le Corbusier de la

Modelos de André Courrèges

moda. Al igual que en la realidad, Courrèges fue un poco más Estados Unidos y la Unión Soviética, enfrentadas desde el fin de la

allá y, siguiendo la Luna, instituyó lo que llamamos Moda

Segunda Guerra Mundial en 1945, se disputaban países e ideologías.

Espacial. Para crear sus diseños dentro de este nuevo estilo,

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utilizó cueros y charol arrugados, botas blancas de taco bajo,

También podemos destacar, no ya

sombreros que simulaban los cascos de los astronautas y las formas

dentro de la Moda Espacial, pero

geométricas en sus vestidos, generalmente blancos o plateados, eran

sí enmarcados dentro de un estilo

su debilidad.

futurista a los diseños del español Paco Rabanne estaban

cuyos

trajes

confeccionados plásticos,

con

Si bien Courrèges fue el

aluminio,

papel o

pionero y sus prendas,

nailon, materiales difíciles de

absoluta vanguardia, también

emparentar anteriormente con la

se destacó por sus diseños

indumentaria. Sólo él lo hizo posible.

Diseño de Paco Rabanne para Audrey Hepburn en Dos en la Carretera 1967

Pierre Cardin, con sus

Diseño de Pierre Cardin

colecciones pret-á-porter en

Para cerrar este viaje y emprender el regreso a nuestros días,

desmedro de la Alta Costura.

una frase de Rabanne que resume y reafirma el papel de la

Empezó a utilizar materiales

moda y de los diseñadores como intérpretes de los escenarios

como el vinilo, el plástico y, al igual que su compatriota se inclinó

que les toca atravesar: “Un buen diseñador no es tanto el que

por las formas geométricas y los cascos.

inventa, sino el que descubre, anticipa las evoluciones. Por eso es importante interrogarse constantemente sobre los fenómenos que nos rodean”.

Diseños de André Courrèges en los ‘60

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Museos del Mundo Por Analía Yaker Valle

Equipaje con Museo propio A la hora de emprender un viaje, además de establecer el o los lugares de destino y hospedaje, inmediatamente después lo que ocupa el 100% de nuestra mente es: qué llevar y en qué transportarlo. Mochila, morral, maleta o incluso baúles se han utilizado desde la mismísima Edad Media para colocar prendas de vestir y efectos personales que acompañan a todo viajero al momento de salir a recorrer el mundo. Siempre se intenta acomodar todo, casi como un juego de encastre a tamaño real, para que todo quepa y además la maleta en cuestión cierre. Claro está que incluso este elemento tiene su historia y, por si no se sabía, fue la base del inicio de actividades comerciales de una de las más prestigiosas casas de moda de la actualidad: Louis Vuitton...Y por supuesto, tiene su museo.

Vinculado con el taller donde actualmente se continúan fabricando las codiciadas carteras LV, la casa fue construida en el año 1870, tras el suceso de ventas de los baúles de viaje. La familia Vuitton vivió allí hasta 1970, cuando el nieto, Gaston y su mujer, tomaron la decisión de convertir el lugar en Casa – Museo privado. El Museo posee ejemplares de baúles originales que datan de los comienzos de la marca, hace ya más de 150 años cuando Louis Vuitton (el original) abre la primera tienda en París en 1854. El famoso monograma con las iniciales del nombre y apellido se lo debe a su Colección Louis Vuitton hijo, quien lo creara dos años más tarde y fuera utilizado en el textil que recubría los baúles y equipajes. Si bien no se encuentra abierto al público en general, sí se pueden concertar visitas guiadas solicitándolas telefónicamente

Louis Vuitton exhibición el arte de viajar, tour virtual

En el 17 de la Rue de la Comète, en Asnières, un pequeño suburbio a unos 30 minutos del centro de París, está ubicado el Museo Louis Vuitton.

Louis Vuitton Museum 17 Rue de la Comète Asnières, Francia Blog: http://louisvuittonlover.blogspot.com.ar/2010/03 /from-asnieres-sur-seine-with-lvoe.html

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