TERCIOPELO Agosto 2014. Año 3 ISSN: 2250 - 7477
Lindos muchachos Los hombres, la moda y la belleza
Los modernos de antes El jean: un pantalón con historia El diseño de vestuario masculino
Hombres por el mundo
Hombres de moda
Hombres de moda dicen: “La
moda es cultura, la moda es industria y la moda es visibilidad.” Giorgo Armani Diseñador
“Lo elegante es lo que uno lleva. Lo que no es elegante es lo que llevan los demás.” Oscar Wilde Escritor
“Me visto para matar, pero con buen gusto.” Freddie Mercury Cantante
“Si la gente gira en la calle para verte, no estás bien vestido, sino demasiado rígido, demasiado apretado o demasiado a la moda.” Beau Brummell Creador del dandismo
“La ropa es inevitable. Es nada menos que el mobiliario de la mente hecho visible.” James Laver Escritor especializado en Indumentaria
“El pobre se cubre, el rico o el tonto se adorna a sí mismo, y el hombre elegante se viste.” Honoré de Balzac Novelista
Editorial Por
Analía Yaker Valle Directora editorial
Si nos tomamos unos minutos para observar las modas y la indumentaria femenina, nos será bastante sencillo notar que un gran número de prendas que usan las mujeres en la actualidad, fueron originalmente masculinas. Desde el ya totalmente popularizado pantalón hasta las camisas a cuadros tipo leñadoras o, incluso gran parte de los abrigos de invierno fueron en un principio casacas o chaquetas masculinas. Ahora bien; no es sorpresa que con el avance del tiempo y los cambios sociales se adoptara la funcionalidad de este tipo de ropa para la vida cotidiana, dada la versatilidad de cambio constante de la apariencia de la mujer a lo largo de la historia. Pero, qué ocurre cuando nos enfocamos puntualmente en la evolución de la imagen masculina. Es indudable que tras la hegemónica influencia de la era victoriana en Inglaterra entre mediados y finales del siglo XIX, la estética sobria del vestir del hombre que se estipuló, es una barrera difícil de sobrepasar. Si bien hay excepciones aún hoy, salvo que sea traje regional, un hombre con faldas no es lo habitual. Es muy interesante recordarle a quien lee, que allá por mediados del siglo XVIII (1700s), Luis XIV, rey francés, el hombre más poderoso de la época que convirtió a Francia en potencia, centro del lujo y el estilo, impuso una apariencia basada en pelucas de rizos ensortijados que caían hasta la mitad de la espalda, encajes, sedas, plumas y taco de 3 ó 4cm de alto en el calzado. ¡Para los hombres! Haciendo, por supuesto que su apariencia sea la moda ha seguir. Claro está, que bajo una monarquía, la estructura rígida de la forma de vida cortesana, no daba pie a rebeliones estéticas, por eso es que vemos las mismas estructuras en cortesanos, corsarios, mosqueteros y piratas. Y, claro está, la estética francesa se “adueñó” del estilo de vestir en todas partes. Lo curioso es que, avanzando en el tiempo, y ya sin corona, siguieron surgiendo figuras masculinas que lograron imponer su estilo por sobre el resto. Allí tenemos a Beau Brummell, inglés, a quien se le atribuye la creación de la imagen del dandy: hombre perfectamente vestido, puntilloso en cada detalle y accesorio: desde el anudado de la corbata hasta el recorte del cabello, barba o patillas, las telas y colores, y, dueño de una actitud única acorde...Si esto les suena conocido, es porque el ahora llamado metrosexual (hombre en extremo preocupado por su apariencia) no tiene nada de nuevo. Vale acá hacer una distinción: hombres relacionados a las modas hay muchos. Pero no son tantos aquellos que lograron ese combo completo de imagen y actitud que hicieron que esas prendas que usaron o su estilo se convierta en ícono. A tal punto que inmediatamente asociamos la prenda con la persona, como ese inconfundible piloto de gabardina (trench) del final de Casablanca y el smocking blanco de Humphrey Bogart, o el jean y la chaqueta roja de James Dean. Los hombres imitaron eso que veían haciendo que un vestuario de película se convierta en moda y luego en el ideal estético de la época. Ese condimento extra, ese je ne sais quoi, esa combinación perfecta que hace que la mujer se detenga a observar y que el hombre quiera copiar es el tema que en esta edición de TERCIOPELO queremos presentarles. Porque es sencillo hablar de mujeres pero de hombre hay que saber...de moda, claro.
STAFF DE TERCIOPELO Directora Editorial Analía Yaker Valle Editora Agustina Fornasier Jefe de arte y diseño gráfico Dacio Luna Álvarez Columnistas Bárbara Brizzi Delia Etcheverry Susana Speroni Alejandra Espector ISSN: 2250 - 7477
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Edición Agosto 2014
Sumario En pantalla Ayer y hoy Cosas que pasan Entretejidos
1 Elegancia masculina 3 En las tablas 4 Por el mundo 6
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En pantalla Por Bárbara Brizzi
Lindos muchachos Sugiero como fondo musical para leer esta nota “Según pasan los años”, no sólo porque es el tema musical de la película Casablanca a la que nos referiremos en breve, sino porque veremos cómo, según pasaron los años, fueron cambiando los ideales de apostura masculina y cómo, algunos actores, a través de sus películas, impusieron diversas modas. Allí por los albores del cine mudo, un joven de rasgos latinos, profundos ojos negros y pelo engominado hizo su aparición en la pantalla inaugurando una saga de latin lovers que todavía hoy sigue vigente. Era Rodolfo Valentino, un joven de origen italiano, arribado a Estados Unidos en 1913 y que recaló en Hollywood poco tiempo después. Trabajó como bailarín de pago en salones y hoteles invitando a las señoras a conocer los misterios del tango. En 1921 llegó su momento consagratorio en cine con El Sheik y, en 1926, su secuela, El Hijo del Sheik hizo que sus admiradoras suspiraran con las escenas hot y sus miradas lánguidas y atrapantes llevaron a la platea femenina al cuasi desmayo. Su muerte prematura provocó, según cuentan, varios suicidios por amor. Su rival en la pantalla y en el corazón de las mujeres fue Ramón Novarro, actor mejicano que debutó en Hollywood en 1916 y se consagró en la década siguiente. Sus armas de seducción fueron el pelo lustroso, el fino bigotito y sus ojos negros de mirada insistente. El camino estaba abierto...los amantes latinos harían escuela en la pantalla de plata...llegarían: Anthony Queen, George Chakiris, de origen griego, que ganó un Oscar como actor de reparto en 1961 por su trabajo en Amor sin Barreras, John Travolta, Andy García, Benicio del Toro, Javier Bardem, Gael García Bernal... Con o sin ropa, los lindos muchachos marcaron tendencia y fue así como Clark Gable en Sucedió una Noche (Frank Capra - 1934) hizo que bajaran estrepitosamente las ventas de camisetas interiores cuando, en una escena se quitaba la camisa y ¡No tenía nada debajo!
La aguja de las ventas subió cuando Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo (Elia Kazan - 1951), muestra su esculpida figura cubierta escuetamente por una camiseta de manga corta y escote base. Para 1961 el objeto del deseo va a perder tela cuando Paul Newman aparezca en la película El buscavidas, dirigida por Robert Rossen, con una muy sexy musculosa y los pobres mortales que, aunque sea en algo querían parecerse a él, cambiaron su elección en la sección bonetería de las tiendas. También Paul Newman, para regocijo de la platea femenina, apareció en musculosa en el film Hud, dirigido por Martin Ritt en 1963 y en El Golpe, diez años después, a las órdenes de George Roy Hill. Esta última película, también devolvió, en su momento, al guardarropas masculino, los ambos rayados con cierto toque gangsteril, parecidos al que lucía su otro protagonista, el no menos buen mozo, Robert Redford.
Pero si de trajes icónicos se habla, tal vez, ninguno como el de John Travolta en Fiebre del sábado a la noche (John Bandham –
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1977). Aquel terno blanco inmaculado, de polyester, dio la vuelta al mundo al ritmo de la música disco, acompañado de una camisa negra con el cuello montado sobre las solapas del saco. Osados no faltaron, en su momento, para lucirlo completo o combinando chaqueta blanca y pantalón en otro tono. Blanco también fue el emblemático smoking vestido por Humphrey Bogart en Casablanca (Michael Curtiz – 1942) cuando, llamado por los sones al piano de “Según pasan los años”, irrumpe en la pantalla y en su “Rick's Cafe”, en un plano más elevado, para ver a qué se debe esa música y se encuentra con Ilsa, su amor de tiempos idos. Esta escena tiene su remedo, no menos impactante, cuando Hugh Jackman, en el film Australia dirigido por Buz Luhrmann en 2008, llega a una fiesta en impecable smoking blanco, después de que lo hemos visto trajinando como sudoroso capataz de estancia a las órdenes de Nicole Kidman que, por supuesto, sucumbirá ante esta visión.
Otra imagen inolvidable, y a la que ya hemos hecho referencia en otro número de Terciopelo, es la de Sean Connery en Goldfinger (Guy Hamilton – 1964) emergiendo del agua con un traje de buzo, que rápidamente se quitará para quedar elegantemente vestido con un....smoking blanco y llevando en el ojal un clavel reventón. Escena que repite Arnold Schwartzenegger en Mentiras verdaderas (James Cameron – 1994); escena que repite Pierce Brosnan en Love Punch (Joel Hopkins – 2013) y atuendo que hasta repitió el inefable Rowan Atkinson (Mr. Bean) en Johnny English (Peter Howitt – 2003).
División Miami. Ambos con pantalón de cintura alta y ceñida, generalmente de colores claros o directamente blancos, las mangas del saco arremangadas y, debajo, una remera de escote base...una combinación nunca vista pero muy copiada. También su peinado, con cierto descuido intencional, hizo escuela. Y tanto, que Roberto Cavalli presentó su última colección, Primavera 2015, inspirada en División Miami. En los noventa, los rubios fueron un must. Y cómo no recordar la apostura de Leo Di Caprio ensayando saludos en la cima de la escalinata de Titanic (James Cameron – 1997) calzado en un farc “heredado” que le quedaba como hecho a medida. O a Brad Pitt con su corte algo desmechado en ¿Conoces a Joe Black? (Martin Brest – 1998). Dos rubios que ya demostraron no ser sólo dos caras bonitas. Chicas...pueden suspirar...
Para la década del '80 los hombres tenían que ser rudos y musculosos. Duros como Bruce Willis. De mirada diáfana como Mel Gibson. Secos como Mickey Rourke. De modales amables como Tom Cruise. Para ese momento, las miradas se posaron en Don Johnson y su “look” creado para la serie de televisión
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Ayer y hoy Por Agustina Fornasier
Los hombres, la moda y la belleza Moda masculina, íconos de belleza, hombres guapos que marcaron tendencia, portadores de un estilo único e inigualable. Por prejuicio o costumbre, cuando se habla de moda, en general, se visualiza a una mujer. Famosa o desconocida, actriz o modelo, cantante o princesa de alguna de las casas reales europeas. Siempre mujeres, como si este mundo de telas, trajes y vestidos nos perteneciera sólo a nosotras, de forma exclusiva. Poco se habla y poco se piensa en la moda de los hombres. Sin dudas, debido al hecho de que desde hace ya muchos años, el guardarropa masculino ha variado muy poco su estructura. La Revolución Francesa, a finales del siglo XVIII, marcó un antes y un después. Atrás habían quedado Luis XIV, el Rey Sol, con sus zapatos de taco alto, y Luis XVI, con sus encajes y trajes de seda. Luego de ese hecho crucial para la historia del mundo, la vestimenta de los hombres se volcaría a una sencillez más cercana a los atuendos de campo ingleses. Londres era y será, la cuna de la moda masculina. Durante el siglo XIX y hasta mitad del siglo XX, no se producirán grandes cambios en la forma de vestir. Y mientras las mujeres comienzan a liberarse de los corsés y los armazones de las faldas, modificando para siempre la silueta, los hombres mantienen un estilo: visten, dependiendo de la época, pantalón, levita, chaqueta, chaleco y corbata. Será recién en la década del '50 cuando -gracias a los jóvenes rebeldes popularizados por James Dean o Marlon Brando en el cine-, la indumentaria masculina sufrirá una gran modificación. Los jeans hicieron su gran aparición en escena y desde entonces son los grandes protagonistas de los placares de niños, adultos, adolescentes, hombres y mujeres; las zapatillas y las camperas de cuero completaban el look típico de aquellos años, mucho más desestructurado e
informal de lo que veníamos observando en décadas anteriores. Siempre me gustaron los juegos de buscar las diferencias. Si uno compara una imagen de un joven del 1900 con su par de 1950, sería sencillo marcar todas las que advertimos. Pero si a este mismo muchacho del '50 lo equiparamos con un joven de hoy en día, salvo algunos detalles, bien podría ser nuestro vecino o alguien que nos cruzamos en la calle a diario. Pensando en estructura y tipos de prendas, hace mucho tiempo que vemos a los hombres vestirse de la misma manera. Pantalones, camisas, remeras, chombas (polos) y zapatillas para los más informales; trajes y corbatas para los más serios o los obligados por trabajo a utilizarlos; smoking o jaquet reservado para los novios o para vestirlos en ocasión de fiestas y grandes galas. Las mismas prendas que hace 100 años, aunque, claro está, encontramos variedad en cuanto a los tipos de telas, a los estampados y a los colores.
Los denominados “galanes” de hoy son íconos de belleza. Hombres como George Clooney, Brad Pitt, Johnny Deep o Leo Di Caprio tienen carisma, prestancia, glamour, elegancia y un encanto y atractivo que provocan los suspiros de las mujeres y despiertan la envidia de los señores, pero no imponen moda, y tampoco presentan grandes innovaciones en cuanto al estilo.
Sí existe, cada vez más, un interés por verse bien, por cuidar la imagen, por trabajar el cuerpo, por arreglarse. Y este aspecto, si bien no refiere directamente a la indumentaria y la vestimenta, roza la temática en relación a la seducción. Al fin y al cabo, cuando hablamos de moda también hablamos de embellecerse, de gustar y gustarnos, de conquista y de galanteo.
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Cosas que pasan Por Lic. Susana Speroni
Los modernos de antes Dos momentos significativos y no repetidos en la historia de la moda masculina ocurren de partida en los últimos 25 años del siglo XVIII y en el mismo lapso a principios del siglo XIX. Ambos no son un producto aislado y responden a los cambios sociopolíticos y culturales que abarca el mundo occidental. El primero utilizando un copete moderno para comunicar noticias podría ser: “Moda para morir”. Está relacionado con el gusto introducido en Europa por la adopción de los sastres ingleses que desde ese momento afianzaron su poder que prosiguió hasta ahora. Basaba su prestigio en el corte sobrio y depurado prefiriendo el paño de lana, la batista y el linón a los brocados, terciopelos y sedas. Los colores fueron más vivos y se descartaron los pasteles insípidos del rococó. Someramente descripto, estaba conformado por un frac de paño, faldones estrechos, amplio cuello, cerrado por dos hileras de botones, los calzones adheridos a la pierna se pierden dentro del calzado, generalmente botas de montar, están confeccionados en tejido de punto o cuero de ante de color crudo. Se acompaña con camisa, corbata de linón de hilo blanco, chaleco corto fantasía. El conjunto se complementa con el empleo de un sombrero color negro, de copa alta, guantes de color crudo y bastón de paseo. Con este atuendo vestía el personaje de la novela “Werther”, publicada en 1775 por Johann Wolfang von Goethe, poeta, pensador y escritor alemán de fama universal (1749-1832). Su trágica historia de amor no correspondido entre Carlota y Werther, que culmina con el final del protagonista trajo aparejado el uso de este atuendo, por la juventud europea agregado a una moda de suicidios nunca vista. En Alemania, el traje a la inglesa fue bautizado “traje a la Werther”. Antes de presentar el segundo acontecimiento, un recordatorio sobre hechos ocurridos que se desarrollaron a partir de 1780 cuando los caballeros adoptan la moda inglesa. En Francia, nueve años después (1789) la Revolución Francesa introduce el gran cambio “la libertad de la vestimenta” (por decreto del 29 de octubre de 1793). Recordemos que ya para 1748 los artesanos acomodados y los mercaderes ricos han salido de su clase y se
visten como los nobles. Todo está confundido. Se produce un efecto pivote, la nobleza enfatiza sus gastos y sus lujos para separarse de los esnobistas que quieren parecérseles. Llegada la Revolución, para salvar la cabeza de la guillotina deben cambiar sus atuendos. A los “elegantes a la inglesa” siguen los “increíbles”. Hacer de su aspecto la gran cuestión de su vida es su objetivo. Esta “juventud dorada” excéntrica se hace voluntariamente desaliñada. Como expresan las crónicas de la época “lo sucio, lo mugriento, lo descuidado, lo desaliñado” era su finalidad. Siguiendo otra anotación, los sastres y proveedores de renombre “realizan correctamente prendas incorrectas, cuadradas, informes, con pliegues y colgajos, con botones que no coincidían con los ojales”.
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Esta anti moda masculina se extenderá en forma estable en Francia por unos cinco años hasta el Directorio. Qué análisis certero el de Honorato de Balzac cuando expresaba en su “Tratado de la vida elegante” que la indumentaria constituye “el más enérgico de los símbolos”. Lo ocurrido en Francia, que se recuperará de la debacle producida por el gran cambio, no invalida lo que viene del otro lado del Canal de la Mancha. El mundo de los snobs a quien la leyenda designará en esta época como “los árbitros de la elegancia”. El más reconocible y entrañable fue sin duda alguna, George Bryan Brummell (1778-1840), primer elegante de la vida moderna. Supervisó el guardarropa de los gentilhombres insistiendo en un período máximo de cinco horas para preparar su atuendo y recién presentarse en sociedad. Estos rituales fueron interrumpidos en la vejez pobre y solitaria en que debió renunciar a cambiar su ropa blanca una vez al día. Se cuenta que una puñalada de muerte le fue asestada por una anciana señora que le aconsejó el uso del jabot negro. Lo adoptó porque supo que los suyos habían perdido la frescura de su blancura. Y aunque la vejez lo convirtió en un anciano sucio y descuidado, nunca perdió sus cuidados modales que fueron base para su condición de dandy. El dandy árbitro de la elegancia cultiva los valores de la diversidad, el estilo dandy por definición es personalísimo. El “bello Brummell”, como se lo denominaba, sólo aceptaba y vestía prendas que le calzaran a la perfección y en el momento de elegir accesorios (sombreros, bastones, guantes) lo hacía con minuciosidad porque bien sabía que el estilo se acentuaba con su gusto y calidad. Nada de esto podía haber ocurrido sin poseer buenas maneras y cortesía. Los manuales de la época (1750) definen la cortesía como: “suavidad de carácter y urbanidad de costumbres que hacen al trato”. Para otros, es el arte de engañar ya que “permite la apariencia de todas las virtudes sin tener ninguna”. Esta cortesía
que perfila el dandy marcará todos los actos de su vida. Se puede decir sin temor a equivocarse que una prenda en particular acentúa las peculiaridades del dandismo: la corbata. Y es Brummell quien instruye a sus contemporáneos en el arte irreprochable de anudarla. Conocida es la anécdota cuando un visitante, introducido en su gabinete obrero una caja abierta que contenía corbatas blancas de fino linón, el noble estaba ante el espejo, anudándose una, el piso cubierto de las que habían sido desechadas. El valet se refiere con mesura a éstas con la frase “he ahí nuestros cadáveres”, en referencia a los intentos fallidos. No se cansó de repetir su predilección por el color negro, el corte de un traje y la manera de vestirlo valía más que los adornos. Esa era la base de la suprema elegancia. Muchas de sus frases fueron recopiladas para la posteridad como por ejemplo, “No es necesario usar perfume, hace falta dormir en sábanas finas y lavarse con mucho vigor”. O esta otra: “Si las gentes en las calles se dan vuelta para mirar, no es que estén bien vestidos sino que eres muy rígido o formal o esclavo de las modas del momento”. O esta de fina ironía que expresa: “Si el mundo está así como para seguir con su admiración por todos los absurdos producidos, poco puedo hacer para desacreditarlos”. A pesar del brillo y la apariencia, el bello Brummell aristócrata transitó su vida en una existencia casi inútil que Charles Baudelaire selló con su frase “Un dandino no hace nada”. En la oscura ciudad francesa de Caen terminó sus días, que en los últimos años opacó la locura pero no perturbó su cortesía.
Para más datos sobre dandismo, se pueden consultar los siguientes autores: Charles Baudelaire, Honoré de Balzac y Jules Barbey d'Aurevilly.
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Entretejidos Por Delia Etcheverry
El jean: Un pantalón con historia La historia del jean está ligada a Norteamérica, más precisamente a
Junto con esta oleada de gente, ansiosa de riqueza, se traslada en
California, donde a mediados del siglo XIX se desató la llamada
1853 a San Francisco, Levi-Strauss. Con 24 años de edad, de
“fiebre del oro” (1849- 1855). Durante este período, ocurre un
origen judío, había sido criado en Baviera (Alemania). Al notar el
fenómeno social sin precedentes, ya que llegan a San Francisco
rápido enriquecimiento de los comerciantes que abastecían a los
miles de personas, con la única meta de encontrar oro y
mineros, abre una pequeña tienda. Así observando las necesidades
enriquecerse. Estos hombres venían de distintas regiones y no sólo
de sus clientes, ve la importancia de crear un pantalón resistente a
de Estados Unidos, sino también de todas partes del mundo. Los
las arduas jornadas de trabajo.
mineros provenientes de la costa Este venían en carretas de
Levy Strauss utilizó para su confección una tela de dénim, muy
caballos, solos o en caravanas, superando todo tipo de peligros, en
popular por su resistencia y durabilidad, que se empleaba para la
viajes que duraban seis meses aproximadamente. Los “argonautas”
realización de velas para barcos, pantalones de marineros, toldos y
arribaban de Hawaii, Chile, Perú, México y China. Otros llegaban
lonas. Los primeros vaqueros eran todos de color marrón, ya que
en barcos que navegaban bordeando el Cabo de Hornos en
era la tela usada en las tiendas de campaña. Tenían tres amplios
Sudamérica hasta alcanzar el Océano Pacífico, en un viaje que
bolsillos para guardar el mineral encontrado y tiradores. Estos
podía durar hasta ocho meses. Algunos atravesaban el istmo
pantalones resultaban agradables, cómodos y resistentes; ideales
centroamericano a través de Panamá tratando de evadir las
para el tipo de trabajo rudo de los buscadores de oro.
enfermedades tropicales. En poco tiempo San Francisco creció
La tela conocida como “dénim” o “mezclilla”, está elaborada con
desmedidamente, desarrollándose una fuerte actividad económica
hilos de algodón en ligamento de sarga. Este tipo de tejido se
alrededor de la minería: bares, burdeles, hospitales y sobre todo
realiza pasando el hilo de trama por sobre varios hilos de la
tiendas de ramos generales donde poder abastecerse de
urdimbre y luego bajo ellos, presentando un patrón diagonal en la
herramientas y todo lo necesario para la supervivencia, ya que los
tela. Como resultado, se obtiene una estructura fuerte y compacta,
recién llegados muy poco traían consigo.
resistente y a su vez suave. Esta tela ya era conocida en la Europa medieval, y el nombre “Denim” alude a la ciudad de Nimes (en el sur de Francia), donde se producía. También se la tejía en Génova, para los pantalones de los marineros. Como en los actuales jeans, se usaba hilo de algodón blanco para la urdimbre y azul para la trama; luego los hilos eran encolados para dar al algodón mayor resistencia. Los hilos azules eran teñidos con índigo extraído de una leguminosa
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(Indigofera tinctoria) procedente de Java y de la India. A esta tela
fueron usados por el ejército norteamericano, y sería
se la conocía como “genoese”, y al ser traducida se la conoció
inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, con la
como “Genois”, de allí el nombre del pantalón, “Jeans”. Aunque su
victoria de los aliados, que junto con otros íconos como la Coca
origen sea europeo, el dénim es considerada la tela estadounidense
Cola, se difunde en Europa. También en la década de los '50, el
por excelencia.
cine y la televisión resultaron fundamentales para posicionarlo
En 1872, Levy Strauss junto con Jacob Davis, un inmigrante
como símbolo de la rebeldía juvenil; es así como James Dean
lituano que trabajaba como sastre para empleados del ferrocarril,
representa a un problemático adolescente en la película Rebelde
encuentran la solución al problema de que se descosieran los
sin causa de 1951 y Marlon Brando, en este mismo período se
bolsillos, colocándoles en las esquinas de los mismos, remaches de
transforma en uno de los vehículos más potentes del
cobre. En 1873 el pantalón queda patentado en EE.UU con la
disconformismo. El jean, siempre asociados con el espíritu
marca registrada “Levi´s”. Así se inicia la producción de la prenda
contestatario, acompañó a los movimientos juveniles como el
de vestir más fabricada de todos los tiempos: el jean o vaquero. El
hippismo, de la década de los '60. A partir de allí, estos pantalones
tejido de algodón para los primeros pantalones llegó de la fábrica
son usados masivamente tanto por hombres como mujeres y pasan
Amoskeag Company en Manchester, en la costa este de los
a ser un símbolo de juventud, libertad, potencia y rebeldía. Esto se
Estados Unidos. En 1880 el químico Adolf von Baeyer obtuvo un
mantuvo en el tiempo y grandes marcas como Yves Saint Laurent,
colorante azul a partir del ácido antranílico, y se abandonaron los
Pierre Cardin, Kenzo, Versace y Armani, entre otras, incorporaron
pigmentos de origen biológico.
el dénim en sus colecciones. Por otra parte, esta tela empieza a ser
Una de las primeras publicidades del jean data del año 1886. La
usada para todo tipo de indumentaria, tanto femenina como
etiqueta muestra a dos caballos tironeando que tratan de desgarrar
masculina.
el jean, como referencia a su resistencia. El jean se popularizó extendiéndose su uso para otras faenas, acompañando a los granjeros, herreros, empleados ferroviarios, vaqueros, siempre referidas a trabajos pesados. Fue así como el mítico pantalón pasó a representar el espíritu de progreso norteamericano. Ya a principios del siglo XX aparecerían otras grandes marcas en el mercado como Lois, Wrangler o Lee; este último se especializó en jeans para ser usados en la ciudad y también para obreros industriales.
En la actualidad se producen jeans con tachas, elastizados, bordados, estampados, con tratamiento prelavado, gastados, en todo tipo de colores y hasta rotos. Pero los míticos jeans clásicos poco han variado
A partir de la década del 30, en Hollywood, las películas de Westerns, de la mano de actores como John Wayne o Gary Cooper, evocan el espíritu viril de la conquista del oeste, la libertad y el individualismo de los personajes, donde los jeans son protagonistas de esta historia americana. Estos pantalones también
desde aquel histórico vaquero Levis 501, con tachas en los bolsillos y costuras con pespuntes de fines del 1800, hasta nuestros días. Nunca iba a imaginarse Levi Strauss que sus vaqueros, pensados para el trabajo duro, pudieran ser tan actuales. Quizás por brindar comodidad, soltura y estilo informal es que es la prenda más vendida y usada por millones de personas de todas las edades, y estratos sociales.
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Elegancia masculina
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En las tablas por Alejandra Espector
El diseño de vestuario masculino El capitán Nathan Algren (Tom Cruise) es un personaje en crisis de
Ngilla Dickson, diseñadora de vestuario
identidad. Ha causado mucho dolor como capitán durante la
Ngila Dickson es una diseñadora de vestuario nacida en Nueva
Guerra de Secesión estadounidense, sobre todo habiendo
Zelanda. Trabajó como ilustradora en revistas y diseñadora de
participado de campañas contra los indios que terminaron en
moda antes de iniciarse en el mundo del diseño de vestuario para
masacres, desilusión y tristeza, sin honor ni valores. Es un hombre
cine. Su carrera como vestuarista comenzó en su país natal 1994
casi acabado.
cuando la convoca Peter Jackson para el diseño de vestuario de su
En un mundo opuesto, el último líder de los samuráis, Katsumoto
película Criaturas celestiales, a la que siguieron trabajos en series
(Ken Watanabe), que dedicó su vida a servir al emperador y a su
de TV como Hércules (1995–1999) y Xena, princesa guerrera
país, ve amenazado sus valores, sus códigos (bushido) y su
(1995–2001).
existencia misma, por un gobierno más occidentalizado y
Su consagración llegó con el diseño de vestuario para la trilogía
favorable a los intereses norteamericanos. Sus caminos convergen
de El señor de los anillos: El señor de los anillos: La comunidad
cuando Nathan Algren, contratado para preparar el primer ejército
del anillo (2001) y las posteriores El señor de los anillos: Las dos
moderno de Japón, cae prisionero de los samuráis. En medio de
torres (2002) y El señor de los anillos: El retorno del rey (2003),
otra cultura, otro pensamiento, otra espiritualidad, Algren
todas dirigidas por Peter Jackson, con las que obtiene el premio
desarrollará una profunda amistad con Katsumoto quién lo guiará
BAFTA, el premio de la Academy of Science Fiction, Fantasy &
por un nuevo camino, que le ayudará a encontrarse consigo mismo
Horror Films, y el Oscar. Posteriormente se ha destacado en
y a darle un nuevo sentido a su vida, recobrando su honor perdido
producciones como El último samurái y Diamante de sangre
y convirtiéndose en un samurái él mismo.
(2006) ambas dirigidas por Edward Zwick y Green Lantern ( Linterna Verde) dirigida por Martin Campbell ( 2011).
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El vestuario masculino japonés
Dickson encontró muchos recursos en Japón, como telas originales aún en rollos, que aunque frágiles y antiguas, le sirvieron de fuente
Ngilla Dickson diseñó y supervisó la creación de un vestuario eminentemente masculino, de cientos de trajes a través de diferentes equipos en Japón, Los Ángeles y Nueva Zelanda. Tuvo que realizar una investigación muy exhaustiva de la época Meiji en Japón y basarse en fotos y documentos históricos como también en muchas entrevistas con especialistas, quienes la asesoraron en detalles esenciales, desde la confección de las armaduras hasta la longitud de la manga de un kimono
de inspiración. Allí se hicieron todos los trajes de los protagonistas (kimonos, yukatas, haori (media chaqueta que se lleva sobre el kimono masculino) y hakamas (pantalón masculino de pliegues y holgado) ya que se cosieron a mano de la manera tradicional.
Akira Fukuda, un diseñador de vestuario prestigioso en Japón, trabajó en equipo con Dickson y además consultaron a Sengoku Sensai, maestro de indumentaria y costumbres de la corte de la familia imperial. La Escuela Takakura, Instituto de Cultura de la Corte, realizó dos de los trajes para una escena clave de la película, el encuentro del emperador con Katsumoto. El traje del emperador, un kimono de seda blanco y un hakama rojo, cuyo grado de informalidad implicaba el grado de intimidad que lo unía a Katsumoto a pesar de las grandes diferencias que los separaban, y el kimono del mismo Katsumoto. Como licencia poética, Dickson utilizó el crisantemo, símbolo de la familia imperial, como emblema en las mangas de los uniformes de la Real Guardia del emperador.
Las armaduras samuráis constituyeron un gran reto, ya que no podían ser alquiladas, porque se destruirían en las escenas de
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batalla, por lo que tuvieron que ser construidas, pieza por pieza en Nueva Zelanda. El proceso comenzó montando primero las piezas individuales ya que su número total alcanzaba unas 250 armaduras completas. Un equipo de joyeros crearon placas prototipo en cobre, que luego se reproducían y unían sobre un modelo para comprobar forma y pliegues, para terminar moldeándolos y esculpiéndolos en eurothane, un material rígido, de espuma de poliuretano. También realizaron discos decorativos, filigranas, arandelas y remaches en forma de crisantemos y otras flores, con gran perfección y precisión de detalles. Por otro lado, herreros construyeron modelos para los cascos. Las cotas de malla fueron realizadas también a mano, con excepción de los extras, que fueron resueltas con placas de cota de malla de la India cortadas a medida. Ésta, fue cosida a las telas, a mano como también los cuellos. Estos últimos fueron hechos a partir de una base de tela con las placas metálicas hexagonales unidas mediante una capa de seda, que acomodaba un grueso cordón, cosidos con un dibujo de nido de abejas alrededor de cada placa. Una vez unidas las diferentes piezas de cada armadura, fueron laqueadas varias veces en distintas tonalidades, y sometidas a distintos procesos de envejecimiento para dar a cada una de ellas una historia propia. Las licencias poéticas tomadas por sobre la exactitud histórica están sostenidas por necesidades dramáticas. La paleta de color para el vestuario japonés se basó en tonalidades cálidas, oscuras y apagadas, recreando no sólo la época Meiji sino también sugiriendo una atmósfera melancólica y triste. El color azul, dominante en la paleta de Kasumoto, es símbolo de lealtad, poder y estabilidad.
El vestuario masculino occidental
La armadura samurái de Nathan Algren, en la batalla final, además de haber pertenecido al samurái que él mató, simboliza el lugar
El vestuario occidental presente es en general para eventos
que alcanza después de atravesar todo ese camino iniciático en el
formales y militares. En la paleta predominan también los tonos
bushido, y su color es rojo sangre. Simboliza la fortaleza, el valor,
azules pero fríos vinculados al ejército, y tonos naturales en los
la pasión, y la sangre, y también dramáticamente focaliza la
civiles. La paleta de color de Algren va amalgamándose con la
atención en su personaje durante la batalla.
paleta de color de Katsumoto en la medida que reemplaza su indumentaria habitual por la tradicional japonesa.
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Algren es un veterano de la guerra de Secesión y su grado es de
Para el personaje de Simon Graham (Timothy Spall), quien actúa
capitán. Cuando aparece con uniforme, lo vemos llevando una
inicialmente como principal intermediario de Algren y también
tipología de acuerdo a la situación de acción y dramática. Los
actúa, en cierta medida, como narrador de la historia, Dickson
uniformes son reproducciones de los utilizados en la época
diseñó el típico traje victoriano inglés de lino marfil ya que es el
basados en documentación e investigación. Sin embargo, su
expatriado inglés por excelencia, adscrito a una misión comercial
indumentaria como occidental, debía narrar su propia historia y
británica durante 20 años. En cambio, para el personaje de
personalidad. Dickson diseñó un chaquetón de cuero marrón muy
Zebulon Gant (Billy Connolly), el típico suboficial al que lo une
particular, pesado, flexible y amplio. La diseñadora manifestó que:
una vieja amistad con Algren, se optó por el típico traje masculino
“Tom es un actor muy físico y para él era muy importante sentirse
americano de 1870, con boina en vez de sombrero y en
lo más cómodo posible. El uniforme de la Guerra de Secesión no
materialidades más rústicas. Sin embargo ambos están asociados a
planteó ningún problema; ya estaba diseñado para luchar. En lo
través de su paleta cálida con Algren.
que respecta al abrigo de cuero, necesitábamos algo que le permitiese viajar desde la Guerra de Secesión, pasando por la campaña contra los indios y luego en Japón, y que también se ajustase a su carácter y a su historia. Yo no quería para nada una de esas chaquetas estilo Custer. Al final acabamos con una gamuza de color caoba, muy desgastada y envejecida, como si hubiese sobrevivido a muchas cosas. Desde el momento en que Tom se la puso, fue difícil imaginarlo sin ella. La ventaja adicional, que descubrimos cuando empezaron los ensayos, es que tenía una gran flexibilidad”. El vestuario del protagonista va cambiando de uniforme americano, ajustado con adornos y botones, a un kimono simple, para luego pasar a la armadura. Esto refleja el cambio interno que Algren va teniendo al ir creciendo, dejando de estar cerrado y reprimido (ropa ajustada, militar y occidental) para escuchar y aprender de la cultura Samurái ( kimono suelto oriental).
El equipo de Dickson, integrado por 80 miembros, trabajó a lo largo de un período de 14 meses para satisfacer las necesidades de vestuario de la película: “En total se hicieron más de 2.000 trajes, para cubrir escenas tan diversas como la Convención de San Francisco, el Ejército Imperial japonés y los samuráis en el campo de batalla, la vida en la aldea, flashbacks de las Guerras indias norteamericanas y escenas de calles japonesas”
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Por el Mundo Por Analía Yaker Valle
Hombres por el mundo En este ir y venir a través del mundo y sus exhibiciones de indumentaria, hoy nos detenemos particularmente en aquellas que destacan la vestimenta masculina, esa que creemos igual hace siglos, y que suponemos no ha cambiado tanto. Si bien es cierto que hay ciertas piezas cuyas variaciones han sido más leves, es interesante destacar que en cuestión de 100 años (que para lo que es la evolución humana no es tanto tiempo), los hombres pasaron de un estricto y sobrio traje de tres piezas, conocido como terno (saco/chaqueta, chaleco y pantalón) en tonos oscuros y con un cuadrillé o rayas como máximo estampado, a usar jeans, camisetas con estampados de gran tamaño, tonos que van desde colores intensos y brillantes a flúo o inscripciones y leyendas ligadas a las ideologías, a la música o la publicidad, entre otras. Esta relevancia de la vestimenta masculina hace que en distintas exhibiciones por todo el mundo se destaquen desde las llamativas prendas bordadas en extravagantes textiles como las usados en épocas barrocas hasta los pantalones con roturas del punk de los 70s. A la vanguardia de esta clase de exhibiciones y abarcando la temática, el Museo Nacional de la Historia del Traje, ya en el año 2006, tuvo una exhibición sobre la vestimenta masculina; quizá a nuestro lector regular le resulte conocido, ya que la hemos mencionado cuando TERCIOPELO dedicó su edición a los Deportes a comienzos de este año. En dicha exposición, la sala se dividió en dos partes, una mostrando piezas del patrimonio ligadas a actividades deportivas como el fútbol, boxeo, natación entre otros, y, otra donde se exhibieron prendas que se volvieron icónicas del guardarropas masculino, como las camisas de jean y las chombas (ó también llamados polos)
Entre octubre de 2010 y octubre de 2011, el Philadelphia Museum of Art, en Estados Unidos presentó una exhibición llamada Tailoring Philadelphia: Tradition and Innovation in Menswear (Sastrería Filadelfia: Tradición e Innovación en la vestimenta masculina). Ésta se centró en una de las industrias más importantes de Filadelfia a finales de los siglos XIX y XX: la sastrería. Las piezas exhibidas, incluyendo una levita, un conjunto de la mañana, y la chaqueta formal para cena, ilustraron las formas tradicionales de trajes de hombre de principios a mediados del siglo XX. También en el 2011, en la National Gallery of Victoria en Australia, se pudo visitar ManStyle Exhibition (Estilo Masculino). En esta exposición su pudo ver un amplio estudio de la moda masculina desde 1740 hasta el presente. De la tradición a la transformación, ManStyle consideró los cambios en la proporción, forma y detalle, así como el material, el color y el patrón, incluyendo la influencia más radical de la ropa deportiva, traje subcultural y de la calle en la moda masculina. En el año 2013 el RISDM Museum (Rhode Island School of Design Museum) presentó Artist/Rebel/Dandy: Men of Fashion (Artista / Rebelde / Dandy: Hombres en moda). Aquí, se tomaron piezas de la colección del Museo RISD, préstamos de otras organizaciones de los Estados Unidos, de instituciones internacionales y coleccionistas privados para mostrar al dandy y la variedad de formas que esta personalidad ha abierto a través de dos siglos y que investigan donde reside hoy como elemento innovador.
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Museo Nacional de la Historia del Traje Ministerio de Cultura Presidencia de la Nación Chile 832 - C1098AAR C. A. de Buenos Aires - República Argentina Tel-Fax: (5411) 4343-8427 E-mail:museodeltraje@gmail.com Blog: museodeltrajebuenosaires.blogspot.com/ Página web: http://www.funmuseodeltraje.com.ar/