TERCIOPELO Octubre 2014. Año 3 ISSN: 2250 - 7477
Criaturas encantadoras... y no tanto
Pequeñas adultas
El trajecito marinero: un must en la vestimenta infantil Los legendarios Quilt de Marsella
Claudia, la trágica niña-mujer vampiro
De adultos pequeños a niños
Niñitos
A menudo los hijos se nos parecen, así nos dan la primera satisfacción; esos que se menean con nuestros gestos, echando mano a cuanto hay a su alrededor. Esos locos bajitos que se incorporan con los ojos abiertos de par en par, sin respeto al horario ni a las costumbres y a los que, por su bien, hay que domesticar. Niño, deja ya de joder con la pelota. Niño, que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca. Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma, nuestros rencores y nuestro porvenir. Por eso nos parece que son de goma y que les bastan nuestros cuentos para dormir. Nos empeñamos en dirigir sus vidas sin saber el oficio y sin vocación. Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones con la leche templada y en cada canción. Niño, deja ya de joder con la pelota... Nada ni nadie puede impedir que sufran, que las agujas avancen en el reloj, que decidan por ellos, que se equivoquen, que crezcan y que un día nos digan adiós Joan Manuel Serrat
Editorial Por
Analía Yaker Valle Directora editorial
De niños nos disfrazábamos de grandes, usando la ropa de nuestros padres. Ignorantes de la gran ironía que ello implicaba, al desconocer por completo, que durante siglos los pequeños no tenían otra opción en su vestimenta, más que prendas idénticas en forma, materiales y claro está, restricciones, como las que usaban los adultos. A la vista está si se observan cuadros en los que parecen niños y niñas como si fueran adultos en miniatura, cubiertos (más que vestidos) con trajes encorsetados y faldas de varios tamaños, calzones, y jubones o chaquetas ceñidas, armadas, rellenas, con varios adornos. Imágenes que nos transmiten una inmediata sensación que esos pequeños tenían más bien una vida de obligaciones que de entretenimiento. La indumentaria que por lógica debe acompañar el desarrollo de los nenes, es más bien una creación reciente...muy reciente. No podemos ir muy lejos en el tiempo si queremos ver fotografías de chicos corriendo, jugando y divirtiéndose. Incluso durante gran parte del siglo XX, los hijos debían reflejar la perfección de su crianza. Quién no habrá oído, o dicho quizás, a un pequeñín con ropa nueva “¡Si te ensuciás ya vas a ver!” Demás está decir, que incluso son más de estos años 2000, las publicidades que muestran chicos jugando en el barro, o patinando con medias, sin que ello implique castigo alguno. Lo saludable del juego y su consecuente enchastre que la ropa debe sufrir es parte intrínseca de ser niño, (entiéndase niño o niña, que la construcción de la lengua castellana no nos arruine la idea). Saltar en los charcos cuando llueve, pintar a dos manos (y a veces a rodillas y pies), correr, o también comer un chocolate y que la evidencia quede plasmada en la camiseta, pantalones, falda y demás prendas, es como las cosas deben ser. En aquellas recreaciones de época que muestran niños en un ámbito social, se los ve siempre en impecables condiciones. Y no es que los pequeñitos de antes no se ensuciaran, sino que estaba mal visto que esto se notara. El cambio (por suerte) de mentalidad producido en los últimos años les ha brindado a los chicos la posibilidad de hacer, sin tener que parecer. Por eso hay niñitas que sin problema alguno visten sus trajes de princesa a cualquier hora del día. Hablar de moda infantil es hacer referencia a un proceso actual de realidad para los chicos. Por eso anteriormente, se puede hablar de vestimenta infantil, pero no moda.
STAFF DE TERCIOPELO Directora Editorial Analía Yaker Valle Editora Agustina Fornasier Jefe de arte y diseño gráfico Dacio Luna Álvarez Columnistas Bárbara Brizzi Delia Etcheverry Susana Speroni Alejandra Espector ISSN: 2250 - 7477
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Edición Octubre 2014
Sumario En pantalla Ayer y hoy Cosas que pasan Entretejidos
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Fotos de ayer En las tablas Por el mundo
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En pantalla Por Bárbara Brizzi
Criaturas encantadoras...y no tanto Ya desde los albores del cine, los chicos tuvieron su protagonismo en la pantalla grande. Tal vez, la primera aparición haya sido en uno de los cortos con los que los hermanos Lumiere inauguraron la cinematografía en 1895. Allí, el propio Auguste Lumiere junto a su esposa, “actúan” con sus pequeños hijos en una escena absolutamente familiar, en la que los chicos tratan de comer algún alimento con una cuchara y uno de ellos se perfila como el líder pelador amenazando la integridad de su hermano (mellizo) tratando de clavarle la cuchara en la tierna manito. Muy llamativa es la vestimenta de ambos bebés que se lucen con sus vestiditos llenos de puntillas y cofias ad hoc. Para 1907 los espectadores se impresionaron con el vuelo de un bebé colgando del pico de un águila en el film El nido del águila, dirigido por Edwin Porter y en la que actuó el que sería el padre de la cinematografía como arte David W. Griffith. Siguiendo con el cine mudo, cómo no recordar a ese pequeño malandrín encarnado por Jackie Coogan en la película El pibe, de 1921, con su gorra de medio lado, sus pantalones raídos y su histrionismo nada menos que junto a Chaplin. Quien hubiera pensado, en aquel momento, que se convertiría en el inefable “Tío Lucas” de la serie de TV Los Locos Adams... Chicos en el cine hubo muchos, muchísimos de uno y otro lado de la pantalla. Algunos “veían gente muerta” como Haley Joel Osment en Sexto sentido (M. Night Shyamalan – 1999) o encarnando a un humanoide, competía con su hermano en Inteligencia artificial (Steven Spielberg – 2001). O les giraba la cabeza y se elevaban haciendo ruidos guturales como Linda Blair en El exorcista (William Friedkin – 1973) aterrorizando a todos a su alrededor e impidiendo que la actriz se pudiera sacar de encima
Otros eran lanzados a un temprano estrellato como Drew Barrimore que, con solo seis años de edad, enamoró a la concurrencia adulta con su aparición en E.T. El extraterrestre (Steven Spielberg – 1982) y espantó con la misma contundencia cuando se conoció su adicción a las drogas cuando sólo tenía trece años. Suerte similar corrió el expresivo Macaulay Culkin, a los diez añoz, cuando encantó y enterneció, a la platea con sus andanzas en Mi pobre angelito (Chris Columbus – 1990) cuando, abandonado por omisión en su casa debe defenderse del acecho de unos disparatados ladrones con más disparatados artilugios. Un casamiento casi adolescente, un divorcio al poco tiempo y algunos temitas con la droga hicieron el resto. A algunas chicas les tocó encarnar papeles algo subidos como a Jodie Foster que a los trece años representó a una prostituta a la que el desquiciado Robert De Niro, en su papel Travis, un excombatiente trata de redimir, en Taxi driver (Martin Scorsese – 1976). También Brook Shields debutó, a los once años, como prostituta infantil en Pretty Baby (Louis Malle – 1978), una película que mostraba el mundo descarnado de un prostíbulo en 1917 con escenas de subida sensualidad, sobre todo, pensando en la edad de la protagonista. Un erotismo solapado pero siempre a punto de estallar era el que alcanzaba Natalie Portman en El perfecto asesino (Luc Beson – 1994) La adolescente de tan solo doce años hizo su debut junto a Jean Reno estirando la cuerda en este extrañamente conmovedor thriller, hasta un punto insospechado en que el espectador se encariña con el asesino y entiende la admiración que la niña siente por él y hasta justifica que le enseñe a manejar armas. Duros papeles para jovencitas en un camino que, en algún punto,
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inauguró la legendaria Baby doll (Elia Kazan 1956) en la que Caroll Baker, encarnaba a una joven aniñada que, aunque casada, no podía ser tocada por su esposo hasta llegar a la mayoría de edad. Tal fue el impacto de este film con libro de Tennessee Williams, que apareció, y se hizo emblemática, una prenda de dormir para mujeres que consistía en un escueto camisón tipo enagua corta, con breteles, voladitos y puntillas, y bombacha haciendo juego a la que se le dio el nombre de baby doll en alusión a esta niña-mujer de la película homónima. Muy lejos de esto estaban los papeles encarnados por Elizabeth Taylor en Lassie (1943-1946) o Fuego de Juventud (Clarence Brown – 1944) que a los doce años la convirtió en una taquillera estrella, junto a Mickey Rooney (otro niño prodigio) cuando, salvando de la muerte a un caballo, logran que gane el Grand National y, aun más, haciéndose pasar, ella misma como jockey para lograrlo. La archiconocida Mujercitas (Mervyn LeRoy1949) fue la despedida, para Elizabeth Taylor, de los exitosos papeles de adolescente. También Judy Garland se destacó en su papel de Dorothy en El mago de Oz (Victor Fleming, Meryn LeRoy, Richard Thotpe, King Vidor – 1939), como actriz adolescente, muy desenvuelta en sus zapatos rojos brillantes, de taco alto. Y si de adolescentes hablamos, no podemos soslayar la saga de Harry Potter (Chris Columbus -2001- 2002/ Alfonso Cuarón – 2004/Mike Newell – 2005/Davis Yates – 2007 – 2009 – 2010 – 2011) en la que, no sólo pasaron los años en la trama sino, también, para sus protagonistas: Daniel Redcliffe, Emma Watson y Rupert Grint, logrando que algunos chicos que debían usar anteojos, no lo hicieran con tanto disgusto si podían elegir el típico modelo de círculos perfectos y mejor aun, si los combinaban con una linda bufanda rayada en amarillo y bordó. Más pequeña pero no menos encantadora resultó Abigail Breslin como Olivia en Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton y Valerie Faris – 2006), en medio de aquella familia disfuncional, tratando de llegar a un concurso de belleza infantil de esos que someten a las nenas a presiones y exposición de adultos y en los que no se sabe bien si las que compiten son las madres o las nenas. Nada encantadora fue la actitud de Saoirse Ronan en Expiación, deseo y pecado (Joe Wright – 2007) delatando a su hermana por algo que supuso había ocurrido pero....sólo en su imaginación de niña.
Algunos nombramos, muchos quedaron en el tintero pero, si de niños en la pantalla hablamos seguramente la que todos esperan que aparezca es Shirley Temple. Sin duda la nena más famosa de Hollywood. Apareció por primera vez en 1931 con apenas tres años y en 1934 ya hacía largometrajes que resultaron muy taquilleros dada la gracia de esta nena encantadora que, ya a los cinco años bailaba tap y hacía las delicias del muy joven cine sonoro levantando el ánimo de los espectadores alicaídos después de la crisis desatada a raíz del crack de la Bolsa de 1929. Ricitos de oro, como se la conocía, provocó que las mamás de nenas de corta edad, sometieran a sus hijas a la tortura de la permanente o croquignole, como se la conocía entonces, para lograr que tuvieran el cabello encantadoramente enrulado como Shirley. Todos los modelos que lucía en sus películas se convertían en moda fueran vaporosos vestiditos de verano y elegantes tapaditos invernales. Y colorín colorado.....este cuento, ha terminado.
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Ayer y hoy Por Agustina Fornasier
Pequeñas adultas Como ya habrán leído, podemos hablar de moda infantil recién a partir del siglo XIX. Hasta ese entonces, los más pequeños de las familias eran vestidos a imagen y semejanza de sus padres, e incluso, hasta los 6 años, la indumentaria era la misma, sin distinción entre los sexos. Pero más allá de la historia de la indumentaria de niños, quisiera abordar el tema desde otro ángulo: el trato de las niñas como mujeres adultas. No pretendo hacer un análisis sociológico porque no soy especialista pero sí quisiera aportar un pequeño granito de arena para que todos empecemos por lo menos a pensar y reflexionar sobre cómo las educamos y en qué mundo las formamos. Hace algunos años se expuso en el Museo del Traje un vestido de niña con polisón, aunque un poco menos abultado que el que usaban las madres. Llamaba mucho la atención por lo exigente de esa vestimenta y lo poco adecuado para las actividades, sobre todo lúdicas, de las “purretas”. Es cierto, era llamativo, pero no representaba algo muy diferente de lo que sucede en la actualidad, aunque hoy, producto de la sociedad de consumo y el culto de la imagen, esa mimetización, en algunos casos extremos, sobrepasa algunos límites. Desde siempre y con la más absoluta inocencia, las niñasadolescentes jugaron a ser mayores. Los vestidos y zapatos de sus madres o tías son los disfraces ideales para hacer realidad ese sueño de “ser grande”. Es un juego divertido, que disfrutan tanto las niñas como los adultos. Pero siempre desde la inocencia, la ingenuidad y la espontaneidad. Pero a veces, sobre todo hoy en día, ese juego deja de serlo y, en muchos casos, se las trata como si verdaderamente fueran grandes, sin contemplar su inmadurez y su precocidad. Y es así, entonces, que las marcas de ropa reproducen a escala los modelos de las mujeres adultas. Así como hace más de cien años existían los polisones, hoy las chicas se visten con calzas, botas, remeras
ajustadas o camisas similares a las de sus madres. No cambió el concepto, pero sí cambió la sociedad, convirtiendo a las nenas en mujeres que seducen y consumen. Esta hipersexualización trae aparejado otros tantos temas relacionados con el cuerpo, los trastornos en la alimentación y la autoestima, que son producto de esa falta de madurez para entender y comprender situaciones que no son acordes a su edad. Pensando en estos temas, vienen a mi memoria dos situaciones que no hacen más que contribuir a este sistema, en algunos casos perverso. El primero, es una de las tapas de Vogue Paris, la revista de moda más importante e influyente, en la cual retrataban a niñas de 8 años vestidas, maquilladas y lockeadas como mujeres adultas luciendo pestañas postizas, vestidos sensuales de Alta Costura, zapatos de taco aguja, joyas y uñas pintadas. Niñas vestidas como mujeres fatales. El segundo, refiere a los tan famosos Concursos de Belleza, donde las pequeñas dedican un tiempo infinito a producirse como una modelo y luego desfilan por la pasarela, coqueteando con el público. Niñas actuando como adultas. Hablé de la sociedad, pero no pretendo escatimar críticas a los padres de esas niñas que las someten a una situación de competencia tan delicada como morbosa. Querer “ser grande” es un juego de chicas. Tratarlas, exponerlas y exhibirlas como tales, es un juego de adultos. De los padres, de la sociedad y de los medios de comunicación
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Cosas que pasan Por Lic. Susana Speroni
El trajecito marinero: un must en la vestimenta infantil Estallido de color, empleo de nuevos materiales, diseños cada vez más prácticos y encantadores impactan desde las formas tradicionales; muchas que han surgido gracias a los emprendimientos de las jóvenes generaciones de diseñadores que se internan en este mundo de la moda. Un modelo en particular, que ha sido muy utilizado, irrumpe a través de testimonios iconográficos, lecturas y recuerdos...se trata del traje de marinerito usado por los niños. Puede decirse, sin temor a equivocarse, que el origen de este atuendo se encuentra en la decisión de la reina Victoria I de Inglaterra (1819 – 1901), quien con amor maternal, encargará en 1846 un traje de marinero para su primogénito el príncipe de Gales, Alberto Eduardo (fallecido en plena juventud), y lo hiciera retratar en un óleo de cuerpo entero así vestido, por el pintor Franz Xaver Winterhalter. Recordemos de paso que este artista, excelente retratista, se desempeñaba además en la corte de la emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo, casada con el emperador Napoleón III. Volviendo al traje, con este diseño, la reina quiso exaltar la Real Armada Naval Británica (Royal Navy), la más poderosa del momento. Se valió para ello, de la imagen del sailor (marinero), el tripulante que maniobra y conduce los barcos. La Royal Navy adoptó para los oficiales en 1748 uniformes que se hicieron populares, en Europa, las colonias de América, África y las Indias. Se componía de un conjunto de pantalones blancos o a rayas, camisetas o camisas también blancas acompañadas por gorros o cubrecabezas de distintos tipos y, como signo de distinción, pañuelo al cuello. El atuendo todo azul o todo blanco, se utiliza de 1778 a 1815, relacionado con la Revolución Francesa. En 1830 se agrega el típico collarín de tela, en principio circular pero por razones de practicidad (empleo de menor cantidad de tela) se lo empieza a hacer cuadrado. Se producen leves modificaciones entre 1872 y 1890. De allí en más, su uso se generaliza, utilizando un corbatín en lugar del
collarín y junto con el cuello cuadrado es lo que actualmente se conoce como “cuello marinero” Se conoce que la camiseta que aparece por debajo del conjunto, debe su diseño al Almirante Hameli quien decide sus especificaciones que se publican en el Boletín Oficial de la Marina Inglesa en 1858 que dice: “...para el cuerpo de 21 rayas blancas que deben ser dos veces más anchas que las 20 ó 21 rayas azules”. Para los varones, se utilizó hasta los primeros años de la década de 1920. Fue furor entre las clases altas, no en valde el genial Luchino Visconti recrea en su film Muerte en Venecia al joven Tadzio vestido con esa indumentaria. Había adoptado cinematográficamente la moda homónima de Thomas Mann. Para las niñas, los años '20 establecieron el uso de vestido marinero, así lo recuerda Susanna Agnelli, escritora, ex-senadora, madre de Christiano Rattazzi. Su infancia se ve muy bien descrita en una autobiografía titulada Vestivano alla marinara(Nos vestíamos a la marinera), Allí relata la estricta disciplina impuesta por su familia consciente de su carácter de elite. Pasando a nuestro país, se encuentra en los archivos fotográficos, la documentación iconográfica de la época del Centenario (1910) y, por supuesto en los afiches publicitarios y populares catálogos de las casas Harrod's, Gath&Chaves, y Saulquin Niños; material que ilustra este tema en amplitud.
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Entretejidos Por Delia Etcheverry
Los legendarios Quilt de Marsella El Museo Nacional de la Historia del Traje atesora, dentro de las piezas para bebé, dos gorritos confeccionados a mediados del 1700. Los mismos pertenecen a la técnica textil de acolchado de telas conocida como Broderie de Marsella, Marseille white corded quilting, piqûre de Marsella o Quilt de Marsella, en todos los casos haciendo referencia a esta región de la Provenza, en el sur de Francia, donde se lo produce desde el siglo XVI hasta la fecha.
además de proporcionar abrigo confeccionándose prendas de vestir y colchas. Este trabajo se hizo muy popular debido también a que resultan tejidos muy fuertes, pueden soportar altas temperaturas al lavado, y no necesitan ser planchados. Las piezas de quilt de Marsella, tienen características estéticas y técnicas propias de esa región. Para su confección, se utilizan dos capas de tela de algodón, lino o seda, de color blanco o en tono natural. Para unir ambas telas y delinear el diseño se usa la costura del punto de pespunte, que es muy resistente y forma una especie de trazado en el lienzo. El hilo debe ser al tono. Para realizar el relleno se deben poder pasar por el lado del revés, cordones o bolitas de algodón por entre las líneas de costura ya que se forman cavidades o pequeños túneles, como parte del diseño. No usa paño de relleno. A veces, el resto de la obra se cubría de puntadas de
Entre los textiles de acolchado o de superposición de capas de tela (quilting), se distinguen tres técnicas distintas: el Patchwork, que viene de la palabra “patching” (emparchado o remiendo) que se confecciona uniendo fragmentos de tela para formar un textil. El Appliqué, donde se aplican figuras de telas sobre un lienzo. Y el trabajo que consiste en “la acción de coser entre sí dos o más capas de tejido, con líneas de costura”, conociéndose la pieza final con el nombre de quilt.
bordado, usando diferentes puntos y técnicas. El resultado es similar al de una escultura o tallado en el textil. De allí el nombre “Marseille white corded quilting”, para referirse al trabajo de acolchado con cordones sobre tela blanca.
Estos tres tipos de labor han existido durante varios siglos en el Norte de África, Turkestán, las regiones que conformaban Persia, Siria, la India y China. Entre los siglos XIII y XV se desarrolló en Europa el Quilting como una forma estética, además de utilitaria. Hacia el Siglo XVII evolucionó su técnica a la forma que conocemos hoy día. Hay que destacar que era una excelente manera de reciclar telas gastadas,
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Es probable que este estilo de quilt proviniera originariamente de
imitar el aspecto acolchado del bordado a mano, tejiendo la tela en un
Sicilia. Provenza pasó a ser parte del Reino de Francia en 1481; hasta telar. Ésta fue llamada paño de Marsella, y pronto se hizo muy ese momento tenía estrechos contactos con Sicilia, a tal punto que el popular. Los comerciantes de Inglaterra y las colonias americanas último Gobernador antes de la incorporación a Francia fue René d'
podían elegir entre docenas de diseños de patrones, que se distribuían
Anjou, con el título de "Conde de Provenza y Rey de Sicilia".
en los de libros de muestras, algunos de los cuales aún hoy existen en
En Sicilia a esta técnica se la conoció con el nombre de “trapunto”,
los museos. Cien años más tarde, se lo comenzaría a fabricar en telar
haciendo referencia al punto de pespunte con que está hecha la
Jacquard, obteniéndose mejores resultados. La mayoría de las
cortura. Uno de los ejemplos más antiguos es del siglo XIII. Se trata colchas que actualmente se venden están así tejidas. de una colcha de regalo de boda en tela de lino siciliano, conocida
Un auténtico quilt de Marsella es una pieza de lujo y muy costosa,
como “Tristán”, una de sus partes se encuentra en el Museo
requiere mucho tiempo de trabajo y habilidad en el manejo de la
Victoria&Albert de Londres y la otra en el Bargello en Florencia.
técnica. Además posee características imposibles de imitar, como por
En Francia a mediados del siglo XVII, debido a la popularidad de los ejemplo el efecto de luz y sombra logrado gracias al relleno en el algodones de la India, se impusieron prohibiciones de importación
interior de los motivos, su diseño cargado de imágenes y símbolos
para proteger a los fabricantes nacionales de seda, lana y lino. Debido alegóricos, la exquisitez del trabajo de bordado donde la puntada es a las protestas de la gente del lugar, a Marsella le fue permitido
protagonista, y finalmente su resultado final, que es el de conseguir el
finalmente importar el algodón, pero con la condición de ser utilizado aspecto de una escultura textil, donde el diseño emerge a modo de para acolchar, pudiendo entrar al resto del reino, una vez
talla. Aunque la tecnología textil haya avanzado y los telares puedan
confeccionados las piezas como cobertores, colchas de cama, faldas, confeccionar muy buenas imitaciones, nada se compara con una enaguas, canastillas, gorros, chalecos de los hombres, y el famoso
pieza original.
petasson, una colcha utilizada para envolver y mantener a los bebés en los brazos, entre otras piezas realizados en esa ciudad, convirtiéndose así en una gran industria. Durante el siglo XVIII los quilt de Marsella fueron artículo de exportación, sobre todo hacia Inglaterra, Alemania, España, Italia y los Países Bajos. En estos países también se los confeccionaba aunque no masivamente. En Provenza era común que toda muchacha que se estuviera por casar bordara su colcha de boda para la cama. Con el paso del tiempo y los requerimientos del mercado, los diseños del bordado y la técnica se fueron perfeccionando. Confecciones lujosamente cosidas, con símbolos de amor, de femineidad, fidelidad, fertilidad y prosperidad, así como motivos de importancia personal como las iniciales de la pareja y la fecha de la boda, abundaban dentro de cada pieza. En la década de 1760 el inglés Robert Elsden inventó una técnica para
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Fotos de ayer
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En las tablas por Alejandra Espector
Claudia, la trágica niña-mujer vampiro
Entrevista con el vampiro es una película que fue dirigida por Neil Jordan en 1994 y protagonizada por Tom Cruise y Brad Pitt. Se basó en la novela gótica homónima publicada por Anne Rice en 1976. Sandy Powell, vestuarista británica, ganadora del Oscar en 1999 por la película Shakespeare in love, en el 2005 por El aviador y en 2010 por The Young Victoria, diseñó el vestuario.
Kirsten Dunst interpretó a Claudia, la niña vampiro, sorprendente en su oscilación entre la inocencia infantil y la sensualidad adulta. Su interpretación fue mucho menos siniestra que la Claudia original del libro pero el cambio transmitió claramente al público el sufrimiento causado por su conflicto. Era una mujer, pero dentro del cuerpo de una niña. El desafío para Sandy Powell fue narrar a través del vestuario la transformación de Claudia de niña a mujerniña, respetando la imagen de muñeca en su cuerpo infantil pero otorgándole toda la sensualidad de la mujer. El personaje (de 5 años en el libro, pero mayor en la película) aparece en la historia en 1789, durante una plaga que afecta a la ciudad de Nueva Orleans. Claudia, junto al cadáver putrefacto de su madre, está al borde de la muerte, pero Lestat ( interpretado por Tom Cruise) la salva convirtiéndola prematuramente en un vampiro.
Los tres vampiros, Lestat, Louis (Brad Pitt) y ella forman una especie de "familia" durante unos 75 años. Claudia madura intelectualmente pero físicamente permanece siendo una niña y aunque nunca envejecerá tampoco podrá crecer. Su vida está rodeada de muerte, morbosidad, sangre y dolor, sin madre, sin pasado, sin futuro. Es una niña hermosa, de pelo largo y rizado de color dorado, grandes ojos azules y piel blanca. Es semejante a una muñeca de porcelana perfecta. Es a la vez discípula y juguete de Lestat. Él la viste como una muñeca a la moda, con sombreros, guantes y vestidos encantadores infantiles: ella es "siempre una visión." Sus primeros trajes entonces, responden a la silueta de una niña perteneciente a clase noble acorde a cada época durante las cuales se van desarrollando las situaciones. Los colores dominantes de su vestuario van desde los marfiles y rosa viejo hasta los azules Prusia, pasando por los diferentes tonos de verde. Las telas son gasas, rasos, satén, sedas, terciopelos, con mucho preciosismo en los detalles y accesorios, pero siempre mostrándola similar a sus muñecas de porcelana.
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escenas más lograda e impactante cuando una vez que ha degollado a Lestat, le pide a Louis que la levante, ya que su vestido podría ensuciarse con la sangre derramada de su otro su 'padre', transmitiendo a la vez, la vulnerabilidad trágica y desgarradora de un niño al sufrir un desengaño junto a la frialdad y crueldad con que comete el asesinato. Sus trajes han dejado de ser tan marcadamente infantiles y su silueta en forma gradual comienza a tener sugerencias de mujer adulta aunque sin perder del todo la imagen de muñeca de porcelana. Cuando mata a Lestat su vestido es simbólicamente rojo.
Claudia se convierte de una niña virginal en una princesa de la oscuridad, quien no se conforma con menos que anillos de diamantes y vestidos lujosos.Su aspecto sigue siendo angelical pero sus ojos, su expresión, se tiñen con la sensualidad, el erotismo y la crueldad de la mujer en la que se convirtió. Presa de una frustración eterna por su deseo de ser tratada como una mujer adulta y no como una muñeca, la convierte en un ser devastado y amargado hacia sus creadores. Claudia acaba odiando a Lestat por haberla convertido en vampiro siendo aún una niña. Con su inteligencia y capacidad para la violencia, es fácil olvidarse de que está atrapada en el cuerpo de un niño, siendo una de las
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Luego de la muerte de Lestat, Claudia viaja a Europa junto a Louis donde encuentran a Armand, (Antonio Banderas) y su grupo de vampiros que trabajan en el Theatre des Vampires, momento en que el destino de Claudia es sellado, ya que a los vampiros transformados a una edad tan joven, nunca se les permitió seguir viviendo.
Claudia se siente amenazada y le solicita a Louis una compañera para ella, sabiendo que no puede quedarse sola y que no tiene la fuerza suficiente para crear un vampiro. Louis le otorga una tutora en la persona de Madeleine, quien no puede llegar a protegerla: Madeleine y Claudia son encerradas en una torre sin techo para que mueran consumidas por el sol al amanecer, reducidas a cenizas. Sus trajes y accesorios, en esta etapa final, así como sus peinados, son de mujer adulta. Deja la silueta infantil atrás y se convierte en la mujer que siempre quiso ser. Su vestido azul final es impactante y está totalmente asociado al vestido de Madelaine con quien comparte su destino trágico. Ambas se ven como una unidad en estilo, silueta, e imagen. Por supuesto que en cada época hay ciertas licencias poéticas y dramáticas ya que muchas veces las siluetas se adelantan o se atrasan respecto a la realidad histórica, pero justamente se han tomado para utilizar a pleno el vestuario como recurso dramático visual acompañando no sólo los cambios cronológicos en la vida de Claudia sino también su madurez y evolución, haciendo hincapié en aquellos puntos de inflexión y de giro que marcan tanto su conflicto como las decisiones que definen su destino. También es importante comentar como se adapta el cambio de color o silueta de acuerdo a los momentos en que está más asociada a Lestat o a Louis en su relación amor-odio. Claudia es un personaje muy difícil porque todos estos cambios son graduales y sutiles, ya que siempre mantiene su cuerpo de niña, pero Sandy Powell logró de una manera excelente a través del vestuario, retratarla, acompañarla y transmitir al espectador estas ambigüedades y contradicciones propias del personaje.
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Por el Mundo Por Analía Yaker Valle
De adultos pequeños a niños
En nuestro recorrido por las más variadas exhibiciones de indumentaria en Museos del mundo, en esta ocasión, curiosamente no he podido hallar exposiciones dedicadas exclusivamente a la vestimenta infantil. Quizás, sea porque desde sus comienzos, la vestimenta utilizada por los niños era exactamente igual que la de los mayores. Con todas sus formas, textiles, adornos y restricciones. Así es que podemos observar en varios retratos y pinturas a través del tiempo que los pequeños son una copia fiel de los adultos.
El Philadelphia Museum of Art posee dentro de su inventario de objetos para niños, piezas que abarcan desde un corset infantil hasta una gorra de Mickey Mouse. En sus comienzos, las colecciones de este Museo consistieron en objetos de carácter industrial, así como objetos de arte y decorativos, como la cerámica europea. Los libros también estuvieron entre las primeras adquisiciones al igual que muebles antiguos, esmaltes, marfiles tallados, joyería, trabajos en metal, vidrio, cerámica, porcelana, textiles y pinturas. Museum of fine arts Boston, C. 1899
1620s Unknown artist, portrait of a Young Boy, Henry France or Wales
Este ejemplo, pertenece al Museo de Bellas Artes de la ciudad de Boston (Museum of Fine Arts of Boston). El MFA abrió sus puertas al público el 4 de julio de 1876, en el año que los Estados Unidos celebraba su centenario. Entonces albergaba 5.600 obras de arte. En los años siguientes, la colección y el número de visitantes creció de manera exponencial, y en 1909 el museo se trasladó a su actual sede en Huntington Avenue. Hoy el MFA es uno de los museos más completos del arte en el mundo; la colección abarca cerca de 450.000 obras de arte.
Demás está mencionar que aquellos a quienes hoy en día identificamos como adolescentes, en el pasado ni siquiera existía esta categoría propia. Fue recién a partir de la década de 1950 cuando los jóvenes comenzaron a demandarle al mundo, elementos que los identificaran y por ende, también una apariencia que incluyera prendas de vestir particulares, que por sobre todo se diferenciaran de las que usaban sus padres. Por eso es que en esta ocasión nos enfocaremos en prendas usadas por niños en diferentes épocas que hoy en día se encuentran en las colecciones de los más importantes museos del mundo.
Ca. 1810, American. MetMuseum
Un referente constante en lo que a colecciones de indumentaria se refiere es el Instituto de Vestuario de Museo Metropolitano de Arte de la ciudad de Nueva York, del que ya hemos hablado en varias publicaciones anteriores. Reciente rebautizado como Anna Wintour Costume Center, en honor de la editora en jefe de la revista Vogue, una de las personalidades más importantes del mundo de la moda y responsable del auge de las exhibiciones de indumentaria en el Museo. E rango de prendas que contiene abarcan más de 300 años e incluyen prendas de vestir y accesorios.
1770s Philadelphia Museum of Art
C. 1890 Philadelphia Museum
Finalmente, cabe destacar que el Museo Nacional de la Historia del Traje , sí les ha hecho un lugar especial a los pequeños, y desde el año 2007 la sala 6 ha estado dedicada a la vestimenta infantil abarcando un periodo de 100, desde 1860 a 1960 aproximadamente. Allí se pueden ver piezas que conforman la colección de vestimenta, accesorios y juguetes del Museo.
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Museo Nacional de la Historia del Traje Ministerio de Cultura Presidencia de la Nación Chile 832 - C1098AAR C. A. de Buenos Aires - República Argentina Tel-Fax: (5411) 4343-8427 E-mail:museodeltraje@gmail.com Blog: museodeltrajebuenosaires.blogspot.com/ Página web: http://www.funmuseodeltraje.com.ar/