Tlaloke Revista de literatura crítica
Cuando las palabras galopan salvajes en la sangre Noviembre de 2012 Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 1
Directorio Diseño, ilustraciones, fotografías, edición y distribución: Odilón Moreno Rangel Prohibida la reproducción de cualquier elemento de la revista, sin previa autorización de los autores. Enlaces: http://facebook.com/teskatlipokatepetl http://issuu.com/teskatlipoka http://tlalokerevlitcritica.blogspot.mx/
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, noviembre de 2012, es una publicación mensual editada por Odilón Moreno Rangel. Número de reserva de derecho al uso exclusivo: 04-2012-020810221300-102. Dirección: Buenavista # 702-A; colonia Cuauhtémoc; Pachuca, Hidalgo, México; C. P. 42020.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 2
Editor En este número hay dos partes importantes. La primera es historias y relatos de vida de escritores, así como sus creaciones literarias. En números anteriores se consideraban estos dos aspectos por separado, pero derivado de las primeras interpretaciones se concluyó que vida y obra literaria no están desvinculadas, una es recíproca de la otra. De hecho en la obra del escritor se objetivan las formas en que el autor comprende el mundo y a sí mismo. A este respecto, el presente número de Tlaloke está dedicado al escritor peruano Adán de Mariass, seudónimo de Miguel Ángel Colán Ramos. La dedicatoria responde a que el escritor mencionado cumplió el pasado mes de septiembre 30 años de trayectoria como creador. La mayor parte de su vida lectoescribiendo como un modo de irse formando a sí mismo, forma de ser que sin lugar a dudas merece un reconocimiento. De esta manera hay una aproximación a historia de vida de Adán de Maríass y tres cuentos de su autoría. En esta misma sección un relato de vida de Salomón Touson y tres relatos extraídos de su más reciente publicación “Todo es vida”. La segunda parte importante de la revista son las narrativas de experiencias de enseñanza y aprendizaje del arte. Inicialmente se había contemplado sólo la literatura pero se dio la apertura para que participaran artistas que enseñan y profesores de otras disciplinas del arte. En esta sección de narrativas de enseñanza aprendizaje de las artes, participan Rosalva Garcia Acuña, alumna en formación docente, y Denis Yakov Gómez Vargas, profesor de educación artística en preescolar, y recién egresado de la escuela normal en la que se forma Rosalva. Rosalva ofrece una narrativa en la que plasma su experiencia de cómo le fue enseñada la literatura en su trayectoria escolar y cómo son sus primeras experiencias de enseñanza. Yakov además de enseñar arte, es compositor de canciones infantiles y creador de representaciones infantiles que emplea como dispositivos didácticos para la formación de los preescolares.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 3
Éste número también incluye la promoción del denominado turismo cultural. Al respecto cabe apuntar lo siguiente. El turismo como una actividad intencionada y promovida por el estado para la generación de economía es un fenómeno propio del siglo XIX. El mayor auge del turismo es a finales del siglo XX. México es uno de los destinos turísticos preferidos en el mundo. Anualmente se trasladan a distintos lugares de la república mexicana más de veinte millones de turistas. Hay diferentes modalidades de turismo: ocio, de salud, ecológico, cultural, entre otros. La actividad turística de las personas depende de su capacidad económica y volumen de capital cultural. Hay ciertos lugares turísticos con mayor prestigio social que otros y que no todas las personas pueden acceder a él. Por otra parte en el turismo cultural los bienes considerados dentro del patrimonio cultural, son el objeto del turismo. Así zonas arqueológicas, edificios de la época colonial, entre otros son lugares a promocionar. Dentro del turismo cultural hay distintos actores, desde luego el turista, el ofrecedor del servicio, los académicos, y los gestores culturales. La actividad turística ha tenido críticas en razón a que el desarrollo de algunos sitios turísticos ha implicado serios daños ecológicos, pero también culturales. La perspectiva bajo la cual se publica en Tlaloke el turismo cultural es bajo la intención de comprender los significados que le dan al turismo los diferentes actores sociales involucrados en esta actividad. En este número se referencia a los arcos del padre tembleque, ubicados en el municipio de Zempoala, y artesanías de máscaras de carnaval de la localidad de Carpinteros en el municipio de San Agustín Mezquititlán.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 4
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 5
Índice Historias de vida de escritores y creación literaria, 07 Adán de Maríass, historia de un escritor, 09 Dos veces siete, 18 Desde el adiós, 23 P S, 26 Relato de vida de Salomón Touson, 29 Dos bellezas, 31 Dos hermanos, 32 Solo una tabla, 35 Turismo cultural, 36
Experiencias de aprendizaje y enseñanza de las artes, 45 Una forma de enseñar arte a los niños, 47 La literatura como parte de mi vida cotidiana, 54
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 6
Historias de vida de escritores y creación literaria
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 7
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 8
Adán de Maríass, historia de un escritor Por Odilón Moreno Rangel En la trayectoria del escritor, hay momentos significativos de su vida. Desde nuestro punto de vista y según lo citado por Adán de Maríass (seudónimo de Miguel Ángel Colán Ramos), reconocemos tres puntos en su biografía de escritor. El primero es la presencia del abuelo Teodoro y el siguiente es cuando el escritor, se reconoce como tal el martes 2 de septiembre de 1980. A nuestro juicio un tercer punto lo constituye la entrada del escritor peruano Adán de Maríass al cibermundo en el 2010. Intercambiar significados sobre su obra y la de otros escritores en la internet lo adscribe a la posmodernidad y se constituye como un migrante digital. El martes 23 de agosto del 2011 Adán de Maríass, publica en su blog personal el poema “Vejez” (http://adandemariass.bligoo.com/vejez) que a la letra dice:
el frío me sigue encerrando como un juguete inservible salgo a caminar me pierdo entre estúpidas calles sin historia nadie me sigue eso espero mis pasos se oyen cansados sobre la senda de otros pasos todo me sabe a pérdida de recuerdos viajeros y a papel quemado debajo de mis ojos ausentes mis dientes son postizos
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 9
y masticar se me hace lamentable estoy mal peinado el dichoso peine se me pone torpe en la testa de escasa cabellera y demasiado usado por las circunstancias de un negocio existencial donde desoyeron mis pocas exigencias a estas alturas de mis años no me siento muy humano que digamos soy un pobre viejo mal aconsejado por un tiempo huraño que busca fosilizar mis contadas expectativas si hasta amar nuevamente pensé pero mi enfermo corazón ya no quiere participar sus latidos perdieron fuerza y ganas ahora sentado en la banca de un parque dejo que la noche venga hacia mí El autor compone este poema a los 51 años de edad y 31 años de escritor. Los versos nos dicen de una manera de entenderse a sí mismo desde un camino recorrido. No es el escrito desde la posición de la juventud, sino de quien asume de cierta manera el paso del tiempo, quien hace el balance de cómo ha sido su vida y qué es lo que anhela para el futuro. A toda edad hay futuro. Para algunos el futuro todavía es un largo camino para otros no tanto. Sin embargo en todo momento hay un modo específico de entenderse para sí mismo y para los demás. El modo de entenderse de Adán de Maríass es la escritura. Como dice el autor
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 10
“escribo porque es mi manera singular de estar en este mundo, no me veo sin escribir” (Adán de Maríass, 2012: 46). Sobre el poema «Vejez» Adán de Maríass dice lo siguiente: “… por un arranque de nostalgias, verme frente al espejo de la vida por todos los años vividos, los cambios físicos que son inevitables, los estados emocionales donde siempre me veo angustiado, intenso, desbordado, pienso que transmito en el poema todo mi sentir actual, los deseos por un nuevo amor pero desconcertado veo que de mi propio corazón no encuentro respuestas, la proximidad de una muerte inevitable, y una frustración que intranquiliza el diario transitar por la vida misma, y ya se me hizo fatal costumbre perderme o extraviarme por estas estúpidas calles sin historia.” (Comunicación personal 16 de septiembre 2012). Pero cuándo inicia la trayectoria como escritor, cómo se llega a la convicción de que escribir es un modo de ser. Cada escritor tiene sus circunstancias. Ninguna igual a otro escritor. Relata el propio Adán de Maríass que decidió ser escritor el “… martes 2 de septiembre de 1980 cerca de las seis de la tarde, y la verdad no elegí esa fecha, sucede que es el momento en que decidí escribir mis poemas y no tenerlos desperdigados por allí. Para esto contaba con dos libros de notas que me regalaron en ese momento, libreta de notas que conservo. Aquellos tiempos de cuando iba a ingresar a la universidad.” (Comunicación personal 9 de octubre de 2012). Aunque el 2 de septiembre es una fecha que retoma el autor como punto de partida, su trayectoria creativa se inicia años antes: “En mi caso empecé a escribir a los 9 años de edad mis primeros usos o batallas con el ejercicio de la palabra…”. Si como dice Adán de Maríass, escribir es una forma de ser en el mundo, esta empieza a los nueve años. Desde esta perspectiva, el autor lleva 43 años de escritor. Tal vez no sea relevante la edad a la que inició Adán de Maríass su trayectoria como escritor, si es a los 9 o 20 años sino los significados que tiene sobre esta forma de ser. Sin embargo un escritor no puede ser comprendido sin considerar su faceta de Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 11
lector. Los escritores son lectoescritores. Leen su obra para corregirla y leen las obras de otros para recrearse o para tomarlas como referencia o elemento de su obra. La trayectoria de lector y escritor corren paralelas y en algún momento se imbrican. Un buen lector no es necesariamente un buen escritor, pero un escritor necesariamente debe ser un buen lector. La trayectoria de lector de Adán de Maríass se inicia con su trayectoria escolar. Pero el amor a la lectura le vino gracias al abuelo materno Teodoro: “… a quien le debo el valioso contacto de mis primeras lecturas no solamente a través de los clásicos cuentos infantiles sino a través de los periódicos, «siéntate aquí, me decía mi abuelo, léeme este editorial». Después de haber leído correctamente y despacio, me hacía algunas preguntas como qué has entendido.” (Adán de Maríass, 2012: 47) Una de las lecturas que marcó la vida de Adán de Maríass fue un cuento de Felipe Pardo y Aliaga titulado “Un viaje”: “… al leer las primeras líneas del relato quedé deslumbrado, empieza así: “El niño Goyito está de viaje. El niño Goyito va a cumplir cincuenta y dos años; pero cuando salió del vientre de su madre le llamaron niño Goyito; y niño Goyito le llaman hoy, y niño Goyito le llamarán treinta años más, porque hay muchas gentes que van al panteón como salieron del vientre de su madre”. “Cuando terminé de leer, el escritor (yo) empezó a asomarse a través de las ventanas abiertas del mundo, y ya no fui el mismo, todo cambió.” (Muro de Facebook de Miguel Ángel Colán Ramos, el 8 de septiembre de 2012). Hernández (2005) en base a Eisterhold y Parodi, cita tres modelos para comprender la relación entre comprensión lectora y composición escrita: direccional, no direccional y bidireccional. En el primero se plantea que la lectura es necesaria para el desarrollo de las habilidades escritoras, y hay una relación unidireccional, es decir la escritura depende de la lectura. Este modelo sería acorde a que “un buen escritor es un buen lector”. En el segundo modelo se considera que lectura y escritura son independientes, mientras que en el tercer modelo las relaciones entre lectura y escritura son recíprocas y complejas. Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 12
Nosotros coincidimos con el tercer modelo, el bidireccional. El escritor nunca deja de leer. Se lee para autocorregirse e intercambiar significados con sus lectores. También lee a otros lectores para intercambiar significados con otros autores o con los lectores de estos autores. Es decir, desde el enfoque histórico-cultural de la composición escrita (Hernández, 2005) el escritor se halla en una comunidad discursiva que se autorregula en la construcción de discursos escritos y orales. A este respecto Adán de Maríass menciona: “Dicen que escribir es un acto solitario, es cierto pero también es cierto que uno llega tarde o temprano a descubrir que los lectores siempre han estado allí, como esperando que venga la lluvia, es decir las páginas escritas.” (Adán de Maríass, 2012: 52). Ahora desde un enfoque cognitivo de la composición escrita, se reconoce que el sistema simbólico del pensamiento, es independiente del sistema simbólico de la escritura (Hernández, 2005). Sin embargo el escritor tiene cierta capacidad para trasladar significados de un sistema a otro, es decir del pensamiento a la hoja en blanco. Esta capacidad tiene que ver con tres procesos que siguen los escritores para realizar sus obras: planeación, redacción y revisión (Caldera, 2003). En este orden de ideas Adán de Maríass a partir de su experiencia como escritor nos ofrece un excelente poema que alude el tema tratado. El trabajo se intitula “Detrás de la página en blanco” y a la letra dice: intento salir de mis ojos que me ofrecen la mezquina visión de las imágenes repetidas admitir que se contraen los días cuando la tensión actúa insoportable el cómplice silencio de la página en blanco me mira detenidamente hay cierta tibieza en el papel
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 13
cuando presiente mis pulsiones y su densidad atrae lo que va a ser escrito hasta que se desequilibra el instante donde urge la absorción de las ideas la esperada inspiración asoma irresistible cuando abre las ventanas del poema ensimismado preciso las palabras como si la eternidad estuviera dispuesta a escucharme
Hasta este momento lo dicho sobre Adán de Maríass como escritor corresponde al mundo analógico. Hacia los años noventa, la presencia de la internet en América Latina, ofrece a los escritores otro espacio en donde expresarse y difundir la obra sin la intervención de una editorial. En el año 2010, con cincuenta años de edad, y casi a los treinta años de escritor, Adán de Maríass decide entrar al cibermundo. En dos años ha tenido que desarrollar por cuenta propia habilidades digitales para comunicar su obra. El día miércoles 21 de julio de 2010 se unió a Facebook, cuya dirección electrónica es http://facebook.com/adandemariass; el día jueves 14 de abril de 2011, crea su primer blog http://adandemariass.bligoo.com/; el 9 de abril del 2012 publica el cuento «Dos veces siete» que es el cuento inicial de su libro titulado «Zona VIP» a punto de ser publicada; y el día 5 de octubre del 2012 publica su tercer libro de poemas titulado «Donde apenas empezaba a ser yo», todas estas publicaciones en el link o enlace http://issuu.com/adandemariass; el día jueves 27 de octubre del 2011 se une como colaborador de “El Teléfono Público”, (prestigioso programa que es emitido en España, EE.UU. y Latinoamérica) y que está a cargo del escritor y músico argentino Ernesto Fucile, ganador del Premio Twitter 2011 en idioma español. En el episodio Nº 4 del programa, su poema “Composición del amor puro”, es leído por Ernesto Fucile. El jueves 1 de marzo del 2012 empieza como colaborador literario a publicar en Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 14
Revista Culturamas de España con el artículo titulado «Con ustedes, Blanca Varela». El viernes 28 de octubre del 2011 crea su segundo blog como Adán de Maríass en Transbordo. El día lunes 21 de noviembre del 2011 crea su tercer blog como Adán de Maríass.Blog. El día jueves 1 de marzo del 2012 se publica en Revista Tlaloke en su primera edición, el artículo “Origen y construcción en el Acto Creativo”. Un domingo 26 de agosto de 1984 a la una de la tarde, crea su nombre de escritor o seudónimo Adán de Maríass. El día jueves 29 de marzo del 2012 Adán de Maríass crea su página de escritor en Facebook. El día 2 de septiembre del 2012 hace mención de lo siguiente: “Comparto queridos amigos el primer poema con que inicié mi vida como escritor, primera vez que lo hago público, así escribía y pensaba en aquellos tiempos cuando recién ingresaba a la Universidad a fines de 1980. “Ilusión viva “La alegría de pensar que he triunfado la tristeza por haber sido derrotado son polos opuestos que transcurren en la vida diaria el dilema por cortejar y la expresión fundamental que rubrica el acto como si fuera un hecho histórico pero más que esto es de pensar que en las cosas de la vida el que llega primero pierde toda posibilidad y el que llega último vence sin saber por qué
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 15
“Lima, martes 2 de septiembre de 1980” Aun cuando se reconoce que los nativos digitales son aquellos que nacieron en la década de los 90, no significa que tengan desarrolladas habilidades digitales (Piscitelli, 2006). Por otro lado un migrante digital no es quien tiene una cuenta de Facebook o correo electrónico. Desde nuestro punto de vista un nativo o migrante digital con habilidades digitales es un sujeto social virtual capaz de consumir y producir información en la red de internet. De esta manera puede haber escritores que tienen una página de internet o un blog en el que se difunde su obra pero eso no significa que tengan habilidades digitales. En el caso de Adán de Maríass, consideramos que es un migrante digital con habilidades digitales. Bibliografía Adán de Maríass (2012) “Destino de escritor”. Tlaloke. Revista de literatura crítica, núm. 3, pp. 46-52. Caldera, reina (2003) “El enfoque cognitivo de la escritura y sus consecuencias metodológicas en la escuela”. Revista Educere, núm. 020, pp. 363-368. Hernández Rojas, G. (2005). “La comprensión y la composición del discurso escrito desde el paradigma histórico-cultural”. Revista Perfiles Educativos, núm. 107, pp. 85-117. Piscitelli, Alejandro (2006) “Nativos e inmigrantes digitales: ¿Brecha generacional, brecha cognitiva, o las dos juntas y más aún?”. Revista Mexicana de investigación Educativa, núm. 11, pp. 179-185.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 16
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 17
Dos veces siete Por Adán de Maríass La señora salió del restaurante apurando sus pasos, como si tuviera más que una sobreactuada urgencia, una cita marcada con anticipación en su agenda bien estructurada. Antes dijo: -Hazme un favor Pepe, cóbrate, y el vuelto me lo das a la hora que regrese. Pepe asintió sin dejar de mirarle las piernas. Siendo el dueño hace de todo, atiende como buen anfitrión, cobra, conversa, es muy atento, y vuelve cuando el agitado cocinero sirve en las tres bandejas el menú esperado. -No nos han servido-se quejan otros comensales. En una esquina hacia el fondo, Pepe me dice mira… -Tengan paciencia, fíjense que somos dos. Veo que alguien levanta la cuchara y empieza el acelerado concierto de tomar la sopa caliente, mientras el otro con su plato servido y casi frío, ríe ante ruidosa manifestación de hambre. -Es lo mismo de siempre ¿no, Pepe? -Ni respira bien el blanquiñoso, mira como se atraganta… -Ya suéltalo, déjalo que coma tranquilo-dijo el buen Pepe. -Parecen esos niños desnutridos de aquel orfanato donde los platos tienen hueco en el medio. Pepe le arrojó una mirada caliente, agresiva, sin contemplaciones. El cocinero se fue directo a la cocina, tragándose sus propias palabras, donde en un rincón se establece el reloj antiguo, sucio y sin cucú sobre este frigider que aún le falta Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 18
mantenimiento, porque hace poco las verduras cambiaron de sabor y color, como la carne va perdiendo su acostumbrado color rojizo. En pleno otoño hasta el viento cambia con autoritaria dirección, el manual de los buenos modales queda a un lado cuando el aparato digestivo avisa con insistencia que el hambre no acepta excusas, se oyen más cerca las quejas intestinales. No lejos en el tercer piso de un edificio mal pintado, oigo las agradables melodías de una música ecualizada que fluye ambiciosamente romántica, sale de aquel ventanal, todo el barrio la escucha, se deja oír complacida, y se va acercando como una presencia zigzagueante hacia el restaurante, y no la detiene ni el claxon reiterado y maniático de un maleducado chófer. -Oye Pedro, que me dices de tus soldados. -Aquí están en mi mochila, ¿quieres verlos? -No, déjalos en su cuartel, están concentrados. Pepe volvió a contar los nuevos billetes, los levantó hasta lo más alto de su desconfianza, y los depositó sin remilgos en la caja registradora. -Gracias-dijo por decir algo. Saliendo uno de los comensales guardó en su billetera una estampita de San Judas Tadeo que Pepe le había regalado, a raíz de una conversación laboral que sostuvieron días antes. -Voy a venir con mis amigos del trabajo-habló en voz alta. -Los espero-dijo Pepe sin el menor asomo de entusiasmo. -Oye Pedro, ¿cuéntame…? Pedro siguió tomando la sopa que no le gusta a su amiga Mafalda, pero se detuvo un instante, animado por un clima nostálgico que va subiendo de temperatura. -¿Qué hay Pedrito?-insistió su hermano Tito. -Nada hermano son los años, que quieres que te diga, me siento molido, a mis 77
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 19
años estoy fregado hermano, déjame comer, porque me duelen hasta las bisagras, con las justas muevo algo de mi cuerpo, si no sopeo me muero. -Tranquilo, yo preguntaba nomás-rió sin gracia Tito. Pedro se pasó el pañuelo por la boca húmeda y grasienta. Se quiso poner de pie, pero un ligero mareo por falta de magnesio, y de higiene, lo hizo sentarse nuevamente. -Así no eras cuando afanabas a la Tongolele de Lince, esa zamba robusta que hacía guiños a todo el mundo, y al final se iba con nadie, rara la tipa. -Ah hermanito, es que tú no sabes… -Claro, lo dices por tu problemita con las bolas. -Precisamente me iba al bowling con ella. -Y después se iban al Country. -No, la acompañaba hasta la casa de su tía, donde se hospedaba, pero pasado un rato entraba por la ventana, para cantarle valses. -No me digas, ¿y la tía? -La tanteaba, esa noche se fue al teatro donde cantaba una que se parece mucho a María Callas, alta, de nariz larga y distinguida. -Como si estuviera anclada en esa moda sesentera. -Exacto. -Y la tía cuando regresó que pasó, cuéntame… -Fuga. -No te quedó otra-dijo Tito. -Flaco, imagínate esta escena…la tía entrando a la casa, despacito, subiendo la escalera mientras intentaba darle a la zamba un beso al vuelo con lenguazo de cortesía, la tía girando lentamente la perilla de la habitación de la sobrina, y yo tuve que volar Tito, crees que me iba a quedar parado mirando como se iba Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 20
abriendo el asombro en la cara de la tía. -Pensar que llevabas a la zamba a cenar a buenos sitios, hasta dabas propina a los mozaicos, y ahora fíjate bien lo que son las cosas, ella en Nueva York, vieja, guapa aún según el dato que nos han dado, pero bien casada con el primo lejano de Dean Martin, y tú mi querido Pedrito que caminas como si te estuvieras cayendo en cámara lenta. -Ah flaco, tú siempre con tus ocurrencias… -Sabes Pedrito, con las justas llegué a pagar los recibos de luz y de agua, con mi pensión de jubilado apenas como dos veces al día, nada de lonche ni de cena. -Me pasa lo mismo, el Estado ni se acuerda de mí, y eso que vivo bastante cerca de Palacio de Gobierno. De rato en rato, Pepe los observaba, como si estuviera mirando a dos niños viejos sin saber que ambos apenas tienen siete años. El cocinero dejó caer a propósito el cuchillo, y luego la sartén, Pepe volteó y le espetó: -Concéntrate. Cuando regresó la mirada los vio extrañamente un poco más lejos, como si la distancia coludida con el paso del tiempo montara su propio escenario en aquella esquina de los recuerdos. -Don Pepe, cóbrese, estuvo rico el tacu-tacu. -Sí don Riquelme, la próxima le sirvo un poco más, y se lo adorno con un exquisito asado de tira. -Sale y vale-dijo el antiguo comensal, yéndose con ese andar tembleque de quien lleva arrastrando la pesada y larga cola de su prehistoria. -Amigo de mi viejo, de años-gritó como dirigiéndose hacia aquella esquina. Ellos dejaron correr tranquilamente el agua clorificada de esa expresión.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 21
Se sirvió un vaso lleno de cerveza, levantó el vaso a la altura del diafragma, enseguida dejó venir un recuerdo, tragó saliva, y luego otro tras otro, hasta que el paso apurado de una señora con ese taconeo intencional lo distrajo, vio como ella se acercaba hacia aquella mesa, pero desgraciadamente no pudo oír nada, de pronto se le taparon los oídos, aunque su curiosidad chismosa y su descontrolada respiración lo agitaban, se metió por instinto la mano al bolsillo, se acordó del vuelto. -¿Qué hacen mis niños?-dijo la señora del taconeo. -Nada mamá-dijeron a una sola voz. -Como que nada, sus caras me dicen otra cosa. -Es que…estábamos jugando a ser viejos. La mamá extrañada por semejante frase, y poniéndose las manos en la cintura les dijo: -Ya les he dicho que no se juega con el futuro-dijo con voz severa. -¿Por qué mami?-preguntaron sin mirarla. -Porque el futuro es cosa seria.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 22
Desde el adiós Por Adán de Maríass No le dije nada a mi mujer, ninguna excusa. Duerme profundamente. Ya son las dos de la madrugada y aún no tengo sueño. Salí de la casa, con un libro bajo el brazo, y el sombrero a lo Bogart. Encendí el Renault, felizmente esta vez no me olvidé de mis cigarrillos. Llegué a casa de Romina cerca de las tres. -Te estaba esperando. Porqué te demoraste. La quedé mirando unos segundos… -No sabes que soy casado o ya te olvidaste. Ella cerró la puerta. -No te enfades, sabes que soy impaciente. Busqué en el bar un trago para calcular mejor mi estrategia. La sentí detrás de mí pero no tan cerca. Quería abrir y cerrar mis pensamientos, pero siento que no se conectan. -Hoy vino Manuel mi vecino, me dejó unos libros, no para que los lea sino para que los venda. Sabes que hoy no he comido. Me muero de hambre. La quedé mirando unos largos segundos… -Y lo que te di para esta semana, que has hecho con el dinero. -Solo me has traído un libro, y eso no basta. Esperé su respuesta mientras metía mi mano al bolsillo. -Tienes que traerme más libros para venderlos, tengo mucha hambre, acaso no te importo. -Te hice una pregunta. -El dinero me lo gasté en un solo día, comiendo mucho, tengo tanta hambre que ni
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 23
estas malditas pastillas para la ansiedad me calman. -Mi mujer empieza a sospechar, faltan libros, me dijo-. Y para colmo te gastas todo el dinero que te di para toda la semana, eres una irresponsable. Unos inesperados pasos desde su amplio dormitorio se acercaron rápidamente, lo empecé a mirar desde abajo hacia arriba, y ante mi sorpresa se despidió de ella con un beso como si yo no estuviera allí. -Qué pasa, estás puteando, con que cuerpo, estás hecha una desgracia. -Lárgate, ya no quiero verte. Hizo el intento brusco de arrojarme el florero sin flores, pero la pude detener antes que me hiciera más daño. Volví a meter la mano al bolsillo, vi que ella sonreía estúpidamente, como si le fuera a dar algo. -Ni te ilusiones. Me dio la espalda, y quiso hacer ante mí un llanto teatral, pero ya sé como actúa. Saqué de mi bolsillo un papel y antes de irme se lo arrojé, léelo y ve a esa dirección que te estoy dando. Adiós. Encendí el Renault, cerré la puerta del auto, advertí que me había olvidado de recoger mi sombrero, creo que lo dejé en el sofá. Pero ya me había despedido. Dudé. Después de unos largos segundos, salí nuevamente del auto, la puerta estaba entreabierta, entré. Mi mujer me despertó a besos. Son las nueve, te has quedado dormido, te estuve despertando, pero ni caso me hacías, seguías roncando. Tienes que ir a la oficina, inclusive te preparé un buen desayuno. -Amor hoy es domingo. -Verdad, tienes razón, me ganó la velocidad del entusiasmo. -No te preocupes Pamela eso a veces pasa.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 24
-Voy un rato donde mi hermana, tengo que ir a llevarle su encargo. -¿Cuál encargo? -Está buscando una empleada, para que le ayude en la limpieza de su casa. -No te estés comprometiendo, por más hermana que sea, ahora hay que tener mucho cuidado, ojos bien abiertos. -La joven va a venir ahora. Aquí tengo la foto que me dio la agencia de empleos. Me quedé sin habla. Es Romina, mi otra mujer, la que tiene mucha hambre. -Oye, ¿por qué pones esa cara?, acaso la conoces. -Como se te ocurre, que cosas dices. -Eso espero. Anoche en sueños me parece que hablabas con alguien… Entro a la casa, se respira un tenso silencio, un misterioso silencio, tomé mi sombrero a lo Bogart, lo puse en mi cabeza, miré a mi alrededor, sentí como si estuviera dentro de una casa abandonada. Su repentina ausencia me congela cualquier intento de pensamiento. Avancé hacia la puerta. Entré al auto y me fui. Iba a 50 kilómetros por hora, no estaba muy lejos de mi destino. Llegué. Vi mi reloj, son las cinco de la madrugada. El amanecer va entrando a mi casa y también a mi estado de ánimo. Mi mujer duerme profundamente. Y con la ropa puesta me acosté a su lado. Las preguntas que me hago es en que momento me quité la ropa, porque cuando mi mujer, Pamela, me despertó a besos, yo tenía puesto el pijama, y la misma sonrisa idiota de todas las mañanas, ¿acaso mi mujer o acaso Romina?, o ¿acaso las dos son la misma persona?, o ¿será que aún no he podido despertar?
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 25
PS Por Adán de Maríass Se me ocurre pensar que Petunia Saldarriaga debe estar en su casa pero no, no está en su casa. Ni en la mía, ni en la de ustedes, simplemente porque no la conocemos. Entonces qué esperamos para conocer a Petunia Saldarriaga, mejor toquemos la puerta, no vaya a ser que ella se moleste. -Porque escribes un cuento sobre mí si no me conoces, quien te dio el derechome increpó. -Y ustedes porque leen todo lo que escribe este señor (con énfasis) acaso tienen alguna obligación con él. A alguien se le ocurrió dejar caer la silla y sobre ella los periódicos del día. -Es una falta de respeto venir aquí indagando sobre mi paradero como si fuera una convicta, la culpable de un delito que no existe, yo hago de mi vida lo que me venga en gana. Mejor váyanse por donde vinieron. Se hizo un largo silencio, donde todos nos miramos como si fuéramos esclavos de nuestro propio desconcierto. -¿Cómo llegaron hasta aquí?, dar conmigo no es fácil, les debe haber costado mucho llegar hasta mí. -Déjame que te cuente... Estaba en un Café donde sin motivo alguno conocí a tu padre... -¿Cuál padre?-dijo molesta. Si ya murió hace años, será su fantasma, y de mi madre no me digas nada porque yo soy mi propia madre. Ella se detuvo al final de esa palabra, bajó la mirada, quiso decir algo... -¿Puedo continuar? -No, no quiero que continúes, si hay un culpable eres tú no yo, culpable porque se
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 26
te ocurrió hacer un cuentito sobre mí, ni que fuera yo tan importante, vaya escritorcillo, y toda la jauría que ha venido contigo, déjenme en paz, lárguense, quiero volver a estar sola. -No seas así de injusta, si supieras lo que tu padre me dijo... Sin pensarlo mucho, Petunia Saldarriaga nos apuntó con una pistola empuñada por una mano temblorosa. No supimos que hacer. Mientras con el arma amenazante en la mano daba vueltas a nuestro alrededor como si esperara el instante decisivo para dar cuenta de nosotros. Hay un odio gigantesco dentro de ella. Ha crecido demasiado y ahora es un monstruo que ella consiente en tenerlo dentro de sí. Todos salimos como frustrados espectadores de un acontecimiento que pudo tener mejor desenlace. Petunia nunca cambiará. Tiene un odio más que visceral, está enferma. Fui el último en salir, al voltear la mirada, vi a alguien dispuesta a cumplir su amenaza. Quisimos ser solidarios con ella, hablarle, ayudarle, pero todo intento fue vano. Pienso que Petunia ya no pertenece a esta realidad, está viviendo otras circunstancias, desdichadas por cierto. La recuerdo desde aquella vez, pero ella me interrumpe, «si no me conoces». Intenta recordar, le dije como queriendo convencerla. Petunia por primera vez sonrió, pero fue una sonrisa a medio camino entre la burla y el desconcierto. Ya ni sentí los pasos ni las voces de mis amigos que vinieron conmigo. Llegó la noche y mientras miraba fijamente a Petunia Saldarriaga quien está ya a punto de disparar. No pude evitar pensar que ella se parece y mucho a un personaje de uno de mis cuentos nunca terminados, caí en la cuenta que ese personaje sí disparó. Y ante su amenaza a punto de cumplirse salí de allí lo más rápido que pude. Sin embargo las balas de esa arma no esperaron más y fueron tras de mí. De lo único que me acuerdo fue que caí. De ella lo único que me acuerdo es que nunca estuvo allí.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 27
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 28
Relato de vida de Salomón Touson Tendría unos nueve años cuando, habiendo extraviado mi cuaderno de clases, la maestra me ordenó que lo rehiciera copiando el cuaderno de un compañero. Si bien la tarea era tediosa y tenía algo de castigo, a poco de empezar, quizá estimulado por las hojas flamantes o porque no debía pensar en lo que estaba escribiendo, comencé a poner esmero en la caligrafía. Al terminar me gustó comprobar que mi letra era mucho más clara y armoniosa que antes. Desde entonces, el mero hecho de escribir, no importa qué escriba, me resulta placentero. Ahora pienso que mi ya manifiesto gusto por el dibujo debía estar influyendo en ese devenir. Bien distinto ha sido el camino de los contenidos. Llenar unas pocas líneas siempre me ha resultado penoso. Pude eludir mi limitación hasta que, al llegar a los veintipocos
años, tenía que escribir los informes de encuestas que me
encargaban. Corregía los textos una y otra vez. Me costaba una enormidad desplegar textos extensos. Ensayaba las palabras varias veces para expresar claramente un resultado; a la vez que, lo confieso, esperaba generar una buena impresión en el destinatario de aquellas líneas. Es cierto también que nunca criticaron mi síntesis y que el resultado por lo general me parecía logrado. Más adelante comencé a sentir la necesidad de anotar ideas, pensamientos o imágenes que se me ocurrían. Lo hacía solo para evitar que se perdieran. Se fueron juntando así un cúmulo de hojas sueltas que no contenían más que pequeños párrafos. Siempre los guardé con especial afecto. Cada tanto volvía a leerlos y los retocaba un poco a este, otro poco a aquel otro; como quien cultiva una huerta. Esta tarea siempre me resultó placentera. Era un proceso íntimo sin ningún objetivo. Ya entrado en años, liberado en buena parte de los apremios familiares, consideré que algunos escritos estaban maduros y los di a la prensa. Así fue que en el 2000 salió La Imagen vs. La Palabra. Si bien la tirada era limitada, al año siguiente Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 29
(2001) fue necesaria una segunda impresión. Es indudable que la buena acogida de ese primer intento me estimuló y en el 2003 publiqué El Dibujo en la Terapia. Es un libro relativo a mi profesión en el que propongo un método para incluir el dibujo en el proceso psicoterapéutico. Todo es Vida se parece más a mi primer libro. Es una recopilación de textos, comentarios, relatos y cuentos por los que tengo un cariño especial. Como estaban muy pulidos (algunos fueron escritos hace más de veinte años) la dificultad mayor estuvo en determinar cómo los ordenaría (difieren entre sí tanto en la forma como en su contenido). Finalmente, cerré los ojos y adopté un criterio un poco arbitrario para crear capítulos que le confieren al libro una apariencia sensata. Me resulto muy esclarecedor el camino que seguí para elegir la ilustración de tapa ya que opté por un cuadro de mi gran amigo Jorge Kleiman; un Artista (si con mayúscula) de notable profundidad. Quiero consignar aquí mi enorme agradecimiento a Tlaloke; ya que si no me hubieran pedido esta reseña, jamás hubiera puesto en palabras lo que aquí va escrito.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 30
Dos bellezas Por Salomón Touson Está la belleza de la música. La hace el que la escribe y quienes la tocan. Nos llega en el ritmo, en la melodía, en la audacia de sus disonancias y en la riqueza de su polifonía. En el amor de los músicos por la música y por los músicos. En el dominio del instrumento. En la alegría de hacer música y, aunque
parezca
paradójico, en el sentirnos escuchados. Estoy pensando en la Banda Hermética. Hay también la belleza del alma. No se hace. Está en la naturaleza de la persona. Nos llega en su voz, en la audacia de su forma de ser y en la dulzura que derrama su mirada. En la alegría con que hace lo que hace y en su figura. Se adivina, además en el gesto o en la palabra que pronuncia y, aunque parezca paradójico, en el tono de una prenda que luce. Estoy recordando a Marina Belinco.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 31
Dos hermanos Por Salomón Touson Cuenta la leyenda que cuando nació el mayor, la madre se ufanaba por haber dado a luz un varón. Sin embargo resultó un hijo difícil. Era inquieto, exigente. Tenía cambios bruscos de humor. Por momentos era un estorbo y una preocupación. Cuando creció se tornó arrogante, hablador y empecinado. Físicamente poderoso, no se detenía ante ningún obstáculo así como no reparaba en medios para lograr lo que se proponía. Era el típico triunfador. Al menor se lo recuerda enclenque, torpe pero imaginativo. Le gustaba escuchar. Era romántico, peregrino infatigable, amante del viento y de los caminos. Nómada eterno, nunca se sintió en casa y tampoco la quería tener. Andaba por el mundo como un inocente. Tímido, dulce, reconciliador. Le sorprendía el rumor de los árboles o simplemente el hecho de estar vivo. Era el auténtico hombre-niño. Un hermano era el opuesto del otro. Resulta inquietante que algunos aventuraran la idea de que los dos hubieran nacido el mismo día. Lo que parece cierto es que la vida o quizá su propia naturaleza los llevó por caminos muy diferentes. El mayor se dedicó a trabajar la tierra. Se levantaba antes del alba para estar en el surco cuando despertara el día. Entonces, con la mirada perdida entre los terrones, levantaba la azada y la volvía a clavar en la tierra virgen, una y otra vez, con el ritmo justo. Como para que la fatiga no detuviera el trabajo y que la molicie no lo prolongara demasiado. Cuando el sol estaba alto, se detenía para beber, del pellejo que colgaba de su hombro, un poco de ese agua que ya estaba tibia. Y al secarse la frente con el dorso de su mano encallecida, no podía evitar un pensamiento hostil para con ese astro que, sin embargo, sería el que haría madurar su mies. Al terminar de roturar, la tierra desnuda yacía como una mujer extenuada que se deja fecundar. Entonces arrojaba la semilla. Esa semilla que se había privado de Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 32
comer y que había conservado celosamente, aguardando la época propicia. Después debía esperar. Entre la siembra y la cosecha había un tiempo que le resultaba irritante. Todo el esfuerzo realizado quedaba en manos de la lluvia, el sol, el viento. Los caprichos de la naturaleza podían hacer que todo fructificara o que todo se perdiera. El menor fue pastor de ovejas. El amanecer lo sorprendía recostado en la hierba, con una brizna de pasto entre los labios. Gozaba del aire y del cielo. Cuando el sol estaba alto, se dejaba transportar por los sueños, envuelto por el perfume de la tierra, en una larga siesta bajo el árbol cercano. Conocía y se entendía con cada uno de sus animales. Era parte de la majada como era parte del universo. Cuando la sed quería insinuarse, las ovejas, sin dejar de pacer y él, sin dejar de embriagarse con la fragancia de las matas silvestres ni dejar de divertirse con el revoloteo de los pájaros y de las mariposas, comenzaban a desplazarse muy lentamente. Parecía que vagaban sin rumbo alguno. Sin embargo, cuando la sed estaba en el punto en que reclamaba ser saciada, se encontraban con la orilla del arroyo donde las aguas cantaban de alegría porque ellos habían llegado para beberla. Después, hasta el sol se recostaba para descansar. Al entrar la noche, permanecía absorto contemplando el cielo cuajado de estrellas, en una vigilia llena de misterios. Lo acompañaban su perro y el silencio. Ese silencio de gentes que da lugar a que la claridad llegue al corazón. Transcurrió mucho tiempo sin que los hermanos tuvieran noticias uno del otro. Pero un día, quiso la casualidad que se encontraran de visita en la casa paterna. Ni la madre ni el padre pudieron evitar que en sus rostros se reflejara la alegría que les producía la visita del menor. El mayor sintió una violenta indignación que inflamó todo su cuerpo. Los padres, al advertir el cambio en el semblante de su hijo, lo reprendieron. Esta nueva humillación superó su ya menguada posibilidad de contenerse. Lleno de furia, invitó a su hermano a salir al campo y lo acosó con reclamos por la posesión de algunos bienes. El menor no respondía, permanecía
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 33
callado. En realidad no entendía de qué se le estaba hablando y esto exacerbó aún más la cólera del mayor. Algunos dicen que éste, cegado por la ira, arremetió contra su hermano y de un solo golpe lo mató. Otros sostienen que, como el pastor era ágil y vigoroso, logró imponerse en aquel enfrentamiento. Pero, en el momento en que el resultado de la lucha era inevitable, el mayor, que era astuto, le hablo de los padres. El menor, que era compasivo, aflojó el brazo. El otro aprovechó el descuido, saltó, hirió y mató a su hermano. En un principio, el labrador intentó desentenderse de su crimen. Después encontró algunas buenas razones para justificarse. Sin embargo, no pudo volver a sembrar. La tierra siempre le recordaba aquella sangre que había derramado. Así, sintiéndose ajeno de todo, huyendo del vacío que había creado, buscó llenarlo con riqueza y poder. Construyó ciudades y creó industrias. Pero nunca más hubo paz en el mundo. N.del E. : Los dos hermanos (que para algunos exégetas habrían nacido el mismo día) bien podrían representar dos tendencias que conviven, o litigan, dentro de cada uno de nosotros.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 34
Solo una tabla Por Salomón Touson Estoy caminando por la costa de una isla muy poco habitada, en el delta del Paraná. Veo algunos tramos de tierra desnuda que me sugieren un sendero y repentinamente me siento impulsado a internarme en la espesura del monte virgen. Si bien el día es propicio, pues se nota la ausencia de los mosquitos, el suelo no está muy dispuesto a facilitar la aventura: la crecida se ha retirado a la mañana dejando una capa de ese limo fértil que cultivó la historia del Nilo. Las aguas que pasaron por aquí iniciaron su viaje muchas jornadas más arriba. Digo jornadas porque prefiguro que ha sido un viaje laborioso y no de placer. En ese trajinar, el río ha visitado innumerable paisajes y variadas comarcas. Ha dejado sus nutrientes y se ha llevado lo que cada tierra y su gente quisieron darle. Con esa carga es que llega a este delta. Solo que aquí el lecho es tan ancho que el río no puede negarse a descansar. Así es que se hunde en los pliegues de esta sábana verde y duerme. Algunas veces solo por unas horas y otras se demora uno o demasiados días. En su sueño afloja los brazos, relaja sus manos y, aquellos tesoros que fue acumulando durante el viaje, se le caen por entre los dedos. Cuando se despierta y parte jubiloso para bañarse en el mar olvida, en su apuro, recoger su equipaje. Aunque quizá sea esta su discreta manera de entregar lo que ha traído para nosotros. El sendero que me incitó a la aventura solo me acompañó algunos pasos. Ahora avanzo entre las matas. Observo plantas que fueron desarraigadas en otras latitudes, montones de hojas muertas y ramas podridas que se aprietan contra los obstáculos como si hubieran sido arrojadas por el huracán. Una nutria se escapa y me hace pensar que otro animal, eventualmente peligroso según mi criterio urbano, podría presentarse. Busco una vara que también pueda servir para afirmarme en el piso resbaladizo y continúo por una senda que voy creando entre los ligustros, las madreselvas y las cortaderas. Un Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 35
claro en la vegetación me permite erguirme y descansar. Aquí entra algo del sol. El silencio es más denso. Una tabla podrida duerme con los clavos apuntando hacia las nubes. Me sobresalta la idea de que esas púas pudieran atravesar la suela de alguna zapatilla poco advertida y decido doblar las puntas oxidadas con mi vara. Esta operación consigue que me detenga el tiempo suficiente para que se despierte mi curiosidad y me interese en este trozo de madera. Veo entonces que los clavos no son su única defensa; también se ha cubierto con una fina capa de barro para que no interrumpan su descanso. Tiene poco más de un metro de largo y unos treinta centímetros de ancho. Debe haber sido una tabla respetable. Uno de sus extremos está cortado con un ligero ángulo de modo que pudo haber formado parte del espejo o del asiento de alguna embarcación de trabajo. Por las huellas que dejaron en su cuerpo, puedo suponer la rudeza de las faenas que soportó. Apenado, la levanto para observar la esquina enterrada. Pesa mucho más de lo que imaginé. Este síntoma me lleva a pensar que la tabla no dormía sino que había muerto y estaba empeñada en su tarea de volver a ser barro. Pienso también que esa gravedad podría corresponder a una madera de noble origen. Mi uña, cuando no logra hundirse en la veta, me inclina por la segunda teoría. Alentado, volteo la tabla y compruebo que su reverso se ha conservado mucho más sano que la cara que, aviesamente, me mostraba. Con la agilidad que me otorga el entusiasmo, cargo la tabla y emprendo el regreso. Uno de los clavos, antes aborrecido, me sirve ahora de prolijo asidero. El sendero se ha tornado familiar y deja que mi imaginación se adelante. Me veo quitando con cuidado los clavos y lavando la tabla para después dejarla secar al sol. No pienso qué haré con ella y creo que ella tampoco me lo preguntaría. Es solo la alegría de habernos encontrado.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 36
Turismo cultural
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 37
Máscaras de carnaval
San Agustín
Metzquititlán
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 38
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 39
Máscaras para carnaval Por Odilón Moreno Rangel Pedro tiene cerca de sesenta años, vive en la comunidad de Carpinteros del municipio de San Agustín Metzquititlán, en el estado de Hidalgo, México. Desde hace cuarenta años trabaja la madera. Se dedica a hacer máscaras de madera que se usan para la fiesta de carnaval. Dice que algunas máscaras las adquieren personas de la localidad para el carnaval y otras las compran turistas o revendedores. Pedro aprendió a hacer máscaras por sí mismo. Dice que empezó a
realizarlas
porque
en
la
comunidad ya no había quien las hiciera. De su padre heredó el gusto por el trabajo con la madera. Su papá hacia yugos y bateas de madera, así como cabos para palas y hachas. Él sigue haciendo estos utensilios pero en mucho menor cantidad, sólo por encargo. Pedro dice que sólo uno de sus hijos le nació el gusto por hacer máscaras, los demás no. Dedica las tardes para hacer las máscaras, y por las mañanas trabaja en su milpa. Su taller lo tiene en el patio trasero de su casa. Dice que el diseño de algunas de las máscaras ya las tiene de memoria y es fácil de hacerlas, mientras que otras le resultan complicadas.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 40
Ha ganado algunos concursos de artesanía y ha ido a exponer su trabajo a ciudades como Toluca, el Distrito Federal, y Pachuca. Pero afirma que no le gusta ir porque sólo vende una o dos máscaras, en cambio él puede estar en la comodidad de su casa y llegan más compradores.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 41
Acueducto del padre Tembleque
Zempoala
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 42
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 43
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 44
Acueducto de padre Tembleque Se trata de una obra hidráulica realizada en el siglo XVI en lo que es hoy el municipio de Zempoala en Hidalgo, México. En ella se encuentra la visión de los nativos de Mesoamérica y de la cultura europea. Gerardo Bravo Vargas, oriundo de Zempoala, director de la Casa de Cultura de Zempoala, ha realizado importantes estudios históricos sobre esta obra.
La información se puede consultar en la página de Facebook: “Acueducto del Padre
Tembleque,
breve
estudio
de
la
arquería
mayor”
(http://www.facebook.com/pages/Acueducto-del-padre-Tembleque-breve-estudiode-la-arquer%C3%ADa-mayor/137861379624431?fref=ts) y para contactar a Gerardo, su Facebook: http://www.facebook.com/gerardobravovargas.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 45
Experiencias de aprendizaje y enseñanza de las artes
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 46
Una forma de enseñar arte a los niños Por Denis Yakov Gómez Vargas Nací en el Distrito Federal el 6 de octubre de 1981. Fui el quinto hijo de un matrimonio de clase media. Mi padre Arcadio M. Gómez Pérez, trabajaba en el hospital donde nací. Él laboraba como técnico radiólogo de la clínica del Instituto Mexicano
del
Seguro
Social
(IMSS).
Mi
madre
Teresa
Vargas
Flores
era
profesora
normalista, residía
y
laboraba en la ciudad
de
Pachuca, Hidalgo. En esta ciudad viví con mis cuatro hermanos. Mis hermanos me querían mucho, pero también se aprovechaban de mi edad en ciertas circunstancias. Aunque es duro ser el hermano menor, también tiene sus ventajas. Mis hermanos, tres mujeres y un hombre, actualmente se desempeñan como docentes. En relación a mi trayectoria escolar en primer término ingresé a un Centro de Desarrollo Infantil (CENDI). Estuve en la guardería, lactantes uno y dos. Recuerdos de esa época son distantes pero aún conservo algunos. Cursé el preescolar en el Jardín de Niños “Enrique Laubsher”, ubicado en la colonia Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 47
"Aquiles Serdán". Estudié la primaria en la Escuela “Profesor Teodomiro Manzano”, ubicada en la colonia Morelos, la cual está cerca de la casa de mi mamá. Los estudios secundarios los realicé en la “Escuela Secundaria General Número Tres”, institución ubicada en la colonia Cuauhtémoc. Me inscribí en el “Colegio de Bachilleres del Estado de Hidalgo”, pero deserté y fui a realizar esos estudios en la Escuela Preparatoria número tres. Inicié la licenciatura en psicología en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, por consejo de mi hermano, pero no duré ni dos meses y abandoné esos menesteres porque los que necesitaban una consulta éramos mi hermano y yo. Presenté examen en la carrera de comunicación en la misma universidad donde llegué a cuarto semestre, abandonando nuevamente los estudios. Pienso que desde la
Escuela
Preparatoria, debí tener orientación vocacional. Me dediqué a varios trabajos. Deseaba juntar algún dinero para poner un negocio de serigrafía. Dos años tuve que ahorrar e ir comprando material y herramientas, aprendí el oficio y lo trabajé durante un tiempo. Por ese entonces mi hermana, me hizo la invitación para entrar al Centro de Educación Superior del Magisterio (CESUM), donde se impartía la Licenciatura en Educación Artística. Ella trabajaba en esta escuela. Me dijo que podría ser profesor. Dudé un poco y además de llamar mi atención, me pareció algo parecido a un Déjà vu, porque no sé cuántas veces me visualicé en un aula, con mi escritorio, mi silla, alguno que otro material y los muchachos sentados en sus pupitres. Hoy en día no tengo en mi salón un escritorio, ni silla, ni bancas para los chicos y hay veces que ni zapatos usamos, no porque no los haya, sino porque son materiales que no son necesarios en mi forma de trabajo. Los zapatos no los usamos porque la directora no quiere que se maltrate la duela del salón, -así llamada por ella-, que se me otorgó para laborar. Fue entonces que ingresé al CESUM, a la edad de 23 años. ¿Para qué? En ese momento no lo sabía y las materias a cursar no mostraban un camino seguro. Los maestros de los primeros semestres trataron de persuadirnos para abandonar la licenciatura. En algún momento dado me hicieron creer que el sacrificio de levantarme los días sábados y domingos, perderme de fiestas y reuniones Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 48
familiares, sería en vano. Pero supe confrontarlo y decidido a lograr la meta continúe, fue por convicción y por lograr aprender mucho más acerca de la pedagogía, además del gusto por enseñar en el nivel en el que me encuentro. Es impresionante el estar frente a grupo, esto lo he percibido desde mis prácticas docentes por parte de la escuela y después laborando. Para enseñar en un principio utilicé los conocimientos adquiridos en la escuela normal. Pero con el tiempo, diversas circunstancias y situaciones hicieron que construyera mis propias estrategias para llamar la atención del alumno, para hacer gustosa la clase. Entré a la docencia en el 2007, como Profesor de Enseñanza Musical en el nivel preescolar. Debido a la circunstancia en que me veía envuelto con respecto a mi situación escolar me interesé por trabajar los cuatro aspectos o disciplinas artísticas en al campo formativo de Expresión y Apreciación Artísticas, reconociendo que son importantes en el aprendizaje del niño. Busqué contenidos significativos que ayudaran a lograr las competencias que se desean conseguir en los niños. Comencé a diseñar estrategias y a utilizar recursos didácticos que yo mismo creaba, como guiñoles, indumentarias, etc. También empleé como recurso didáctico, instrumentos musicales como la guitarra, panderetas, cascabeles, etc. Como parte de las actividades de aprendizaje en la escuela normal, estaba el ir a practicar en grupo, así como observar a profesores y profesores en la enseñanza. Hacía registros a partir de los cuales se analizaba la práctica docente. Me di cuenta de las debilidades que tenía, así como en las educadoras, en cuanto al manejo del grupo. Una de estas debilidades era mantener la atención de los niños.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 49
Comencé a leerles cuentos como
lo
hacían
las
maestras, pero obtuve un resultado similar al de ellas, pues
los
niños
concentraban.
no
se
Después
preferí aprender el cuento para poder desarrollarlo sin necesidad de sostener un libro y estar pendiente de la atención
que
ponían
y
usando
un
poco
la
expresión
corporal,
acercándome a los chicos para
que
continuaran
atentos a la narración. Los cuentos eran motivo de disfrute del niño. Había cuentos que aprendía de memoria pero otros los creaba. Cierto día debido a que un grupo no atendía el relato quise llamar su atención y me sumergí en la actuación. Convertí mi persona en una distinta, con expresiones corporales ajenas, expresiones faciales extrañas y voz distinta. Daba vueltas en el aula pues requería ocupar todo el espacio. Había colocado a los alumnos en el centro del salón. De esta manera construí una forma de enseñanza. Ahora es común que empiece la situación didáctica con una pregunta como “¿Ustedes saben por qué…?” o si saben cierta fecha. Cuando realicé mi autoevaluación como profesor pude darme cuenta que los alumnos se interesaron en la manera que les enseñaba. Hubo ocasiones en que necesité la colaboración de niños para la representación de personajes donde repetían lo que les iba diciendo. Los alumnos se emocionaban. Me di cuenta de
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 50
que algunos alumnos temían participar, pero al ver a sus compañeros y a mí, la inhibición parecía ser un viejo concepto en las mentes de los alumnos. Niños y niñas
por
igual
participaban
en
cantos,
expresiones,
movimientos,
transformaciones, juegos, siendo este un verdadero “Jardín de Niños”. Todo lo que realizaba tenía un objetivo: desarrollar las habilidades, actitudes y aptitudes de los alumnos. Un día una niña me dijo que la maestra les había comunicado que se acercaba el día de la Revolución Mexicana y que iban a participar en esa fiesta. Pregunté a todos los niños si sabían por qué se hacía esa celebración, al no saberlo, comencé a contarles la historia que dio paso a la revuelta en México. Escenifiqué la historia apoyado de una litografía que utilicé para mostrar a los personajes llamados héroes por sus hazañas en las batallas. Para mis próximas representaciones habría de utilizar recursos que hicieran sensibilizar a los chicos, llevarles a ese contexto del pasado, con trajes, música, instrumentos utilizados en las distintas épocas, la forma en que bailaban y convivían. De esta forma fui vinculando los cuatro aspectos de la Educación Artística. De tal manera la representación la inicié con cuentos y después pasé a las situaciones históricas o a aquellas que refieren el contexto cultural del pueblo mexicano. La representación fue un recurso para despertar el interés por la materia de Expresión y Apreciación Artísticas, así como para transmitir conocimientos importantes y necesarios para los niños. Por medio del juego, la expresión dramática y el humor es como llevo a cabo mi práctica docente, como se socializan mis alumnos y obtienen conocimientos significativos. Las materias que cursé en el CESUM, enriquecieron mi acervo pedagógico y me dieron herramientas teóricas para entender mi práctica, detectar dificultades para darles una solución. Los maestros de la escuela normal me mostraron caminos, despertaron en mí ideas para nuevas estrategias, métodos a los que podía recurrir para perfeccionar mi enseñanza. A veces pensaba que la forma de solución o enseñanza no eran adecuados y al llegar los fines de semana a la escuela,
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 51
comunicaba mi vivencia y las problemáticas en la escuela, y con los demás compañeros compartíamos opiniones las cuales ayudaban a tener una respuesta satisfactoria en el trabajo con los chicos. A medida que los semestres fueron transcurriendo, aquellos profesores que nos querían encaminar a la deserción, se convirtieron en aliados que cambiaron sus comentarios a palabras de aliento que nos volvían más fuertes, más capaces. Mi vivencia en el CESUM fue grata porque no veo los días oscuros que se presentaron, porque los días de sol opacan en mi mente aquellos que fueron duros y en ocasiones dolorosos. Los compañeros, los profesores fueron quienes me forjaron dentro de este rubro el cual se ha convertido más que en una labor en un buen pasatiempo y aunque laborioso, ha sido el que aumenta mi satisfacción. Vuelvo a recordar que fueron muchas las estrategias que llegué a conocer, las que utilizaron los distintos profesores, cada uno con un sello, con un estilo, una forma única de transmitir los conocimientos. Aunque fueron muy gustosas las formas de enseñanza no logré hacerlo como cierto profesor, sólo pude haber adoptado aspectos, pero aun así no se puede igualar y al ver ahora el resultado de mi evolución en el aula, con una estrategia y estilo distintos que desarrollé me produce satisfacción.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 52
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 53
La literatura como parte de mi vida cotidiana Por Rosalva García Acuña Mi nombre es Rosalva García Acuña, nací en Atotonilco el Grande Hidalgo, el 30 de marzo de 1990. Actualmente estudio la licenciatura en Secundaria con especialidad en Telesecundaria en la Escuela Normal Superior Pública del Estado de Hidalgo. A continuación narraré mi
experiencia
en
cuanto a cómo me enseñaron literatura a lo
largo
de
mi
escolaridad y cómo la he
enseñado
como
instructora comunitaria en
el
Consejo
Nacional de Fomento Educativo (Conafe), y como alumna en formación docente. La educación básica la cursé en escuelas ubicadas en Atotonilco el Grande, el bachillerato lo realicé en una escuela de Omitlán de Juárez. La escuela en la que estudio actualmente para profesora está en el municipio de Mineral de la Reforma. El preescolar lo cursé en la escuela “José Ángeles”, de 1993 a 1996. Me dio clases la profesora Verónica Crespo. Ella era de complexión delgada, alta, de carácter muy comprensible y carismática, tenía paciencia con todos, era muy dinámica en sus actividades. Lo primero que nos enseñó fueron las vocales. Cada inicio de clase cantábamos una canción de las vocales y posteriormente en un libro que traía dibujadas las Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 54
letras las coloreábamos con crayolas o las rellenábamos con semillas, estambre o plastilina. La finalidad era conocer la forma de la letra para que después pudiéramos escribirla e ir conociendo su sonido. La profesora también nos proporcionaba algunos dibujos donde se encontraban algunas letras que estaban representadas con algún dibujo. Por ejemplo la letra “A” con un árbol, la letra “E” con un elefante, y así sucesivamente. Esto nos facilitaba el aprendizaje. Posteriormente una vez que aprendimos las vocales la docente comenzó a enseñarnos las consonantes con los mismos recursos y actividades que empleó para la enseñanza de las vocales. Después nos enseñó a escribir nuestro nombre, utilizando las letras del abecedario. Nos enseñó a descubrir la unión de letras y sus sonidos para pronunciar una palabra. Nos leía un sin fin de cuentos tales como “La caperucita roja”, “Los tres cochinitos”, y “Blanca nieves”. Ella nos leía con alegría y ademanes, entonces me imaginaba las historias de los cuentos. Tenía muchas ganas de aprender a leer por mí misma esos cuentos maravillosos para imaginar a todos esos personajes que componían una historia. Soñaba con ser una princesa, rodeada de seres increíbles que sólo habitaran en mi mente. En el kínder nunca se reflexiona sobre lo que está bien o está mal, lo que demos aprender y lo que no, simplemente nuestra mente está inmersa de juegos, de seres imaginarios, de fantasías, y lo que más anhelamos es jugar con nuestros amiguitos. No nos preocupamos por reprobar o no aprobar, ya que todos nuestros esfuerzos dentro del aula eran recompensados por igual. La maestra siempre nos felicitaba por cada trabajo que realizábamos, nos pegaba una estrellita en la frente, como símbolo de un buen comportamiento y una muy buena participación. La maestra nunca nos regañaba, sólo en casos excepcionales como el que los alumnos estuvieran de groseros o golpeándose, pero lo común era que nos mimara. Constantemente la docente nos sacaba al patio para realizar algunas actividades de aprendizaje en forma de juego. Por ejemplo si veíamos los colores, jugábamos “stop”.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 55
La Primaria la cursé en la escuela “Dr. Antonio peñafiel”, de 1996 al 2002. La profesora Marta Escamilla Velázquez me impartió clases durante 4 años. Fue la peor maestra que tuve. Nos enseñaba de mala gana, en particular hago referencia a la asignatura de español. Al comenzar cada sesión siempre nos revisaba la tarea: resúmenes y organizadores gráficos derivados de las lecturas contenidas en el libro de texto. En ocasiones era algo monótono porque no recurría a otros textos que no fueran los del libro oficial. En la revisión la maestra nos hacía preguntas con relación a lo que le habíamos entendido de los textos leídos. El alumno que no le contestara o peor aún que no hubiese cumplido con la tarea era sancionado, lo dejaba parado por dos horas en una esquina con orejas de burro, por lo que para muchos representaba vergüenza y cansancio. Siempre, todos las clases se la pasaba gritándonos e insultándonos y lo peor es que a todos nos tenía amenazados, o más bien todos le teníamos miedo. Un día uno de mis compañeros llamado Antonio con sus actitudes negativas sacó de quicio a la profesora al responderle frente a todos y sumado a ello que no había traído la tarea. La profesora se levantó fue directo a su butaca y le dijo “salte no quiero verte”. El sólo se burló de ella. La docente se enfureció y al no poder controlar al pequeñito se le hizo fácil usar la violencia. Así que tomó a mi compañero del oído y casi se lo arranca y así hasta que lo hizo llorar. El niño nunca volvió a rezongar. Después como el grupo ya se encontraba atemorizado, ninguno de nosotros se atrevía a manifestar dudas o inconformidad. En algunas ocasiones la docente nos enseñaba a separar las palabras en silabas, con la finalidad de identificar las palabras que eran graves, esdrújulas y sobresdrújulas. También nos enseñaban a identificar en una oración el sujeto, verbo y predicado. Estos conocimientos gramaticales nos llevaban a la lectura y tener un mejor léxico. Con respecto a las exposiciones o escritos que se realizaban dentro del aula nos evaluaban la coherencia, fluidez, espacio en cada párrafo entonación. Cuando
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 56
escribíamos evaluaba ortografía la cual siempre se me ha dificultado, pienso que se debió a que la enseñanza era lineal y memorística. Por lo que en cada escrito que la docente pedía siempre obtenía muy bajas calificaciones. Las causas son varias, en primer lugar porque en mi hogar no había las posibilidades de que mis padres me orientaran, pues toda la tarde trabajaban y sumado a ello que mi maestra no era accesible para poder hacerle las preguntas con relación a mis dudas, así que tuve muchos vacíos conceptuales que no me permitieron aprender de manera satisfactoria. Mi experiencia en la secundaria “Jorge Viesca Palma” fue más significativa ya que la maestra que me tocó mostraba interés por la asignatura y se veía que tenía más conocimiento. La docente se llamaba Isabel Vásquez Rodríguez. La secundaria la cursé del 2002 al 2005. Nos dio lecturas de diversos géneros para leer en clase. Nos organizaba en equipos para llevar acabo la lectura y posteriormente hacer ya sea un resumen o la síntesis del texto leído. Pero de manera individual expresábamos nuestro punto de vista. Esto tenía el propósito de irnos adentrando a la lectura. Se trataba de mejorar la fluidez verbal y adquirir el hábito de la lectura. En lo personal había lecturas en las que no comprendía algunos términos y esto me confundía. Cuando hacia una lectura frente a grupo, hacía muchas pausas, y malas pronunciaciones. La maestra comenzó a inculcarnos el hábito de la lectura en base a las lecturas que sugería el programa de estudio. Leimos diversas obras como “El Mio Cid”. Era un libro muy pequeño en cuanto al tamaño y a su grosor, pero aun a si yo no tenía el hábito de la lectura pues nunca había leído un libro en mi vida, y nunca había visto que mis padres leyeran uno. Este libro no era de mi agrado ni mucho menos de mi interés, así que lo leí sólo por cumplir. Lo tuve que leer dos veces por que en la primera lectura no le entendí, había términos antiguos que me eran desconocidos. La segunda vez que lo leí, le entendí un poco mejor pero no en su totalidad. La maestra nos dio una semana para leer todo el libro. Por lo general mis compañeros y yo leíamos un día o dos Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 57
días antes de que nos evaluaran. La evaluación consistía en que por número de lista pasábamos a dar una breve sinopsis de lo que trataba el libro, el que no respondiera a las preguntas que la profesora hacía de facto obtenía una mala calificación. Después la docente nos pidió leer otro libro que se llamaba "Don Quijote de la Mancha", de Miguel de Cervantes. El libro estaba más grande y más grueso por lo que nos dio pereza leerlo. Pero esta vez en lugar de decir algo referente de lo que trataba el libro, la profesora dejó hacer una historieta. Se veía más interesante la actividad pero el simple hecho de tener que leer un libro que no era de mi interés y hacer la historieta, hizo que la actividad fuera desgastante. Me veía obligada a leer completamente el libro. La literatura en esta etapa no fue lo mío, se me hacía algo aburrido y sumado a ello que mis papás nunca me inculcaron el hábito por la lectura, y era algo que no me favoreció en la vida futura. Las lecturas que llevaba a cabo por gusto, sólo eran las revistas y periódico y algunos cuentos o novelas. La educación media superior la realicé en el Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Hidalgo (CECYTEH), del 2005 al 2008. La maestra Marlene Jaqueline Sánchez Lozano me impartió la asignatura de Lectura, expresión oral y escrita. Esta docente nos enseñaba las reglas gramaticales. Era muy buena al principio, pues al parecer dominaba el tema, pero después eso cambio pues sólo nos dejaba leer textos y hacer el reporte de lectura o contestar preguntas de las mismas lecturas. La maestra pedía una carpeta la cual debía ser forrada con mucha creatividad. La carpeta contaba mucho para la evaluación final, pues en ella debían estar almacenados todos nuestros reportes de lectura. Algunos de los productos de aprendizaje consistían en la realización de organizadores gráficos como mapas mental y conceptual. La manera de ser evaluados era, que en la realización de nuestros organizadores gráficos, estuviera acorde a las características que deben tener y otra que siempre Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 58
nuestros trabajos debían ser muy creativos, a lo que me refiero es que siempre debían estar muy coloridos y con dibujos. Algo que nos molestaba a todo el grupo era que la docente nos vendía copias para su beneficio. Las copias las vendía más caras y teníamos que adquirirlas de manera obligatoria pues ella ya tenía todo el juego de copias para cada uno. De igual forma la maestra pedía material didáctico o vendía boletos a su beneficio y a los que los adquirían les proporcionaba puntos extra, o los dejaba exentos en la materia, lo cual para muchos representaba desigualdades pues no todos podían adquirirlos, pero la mayoría buscábamos la manera de obtener los puntos correspondientes para estar exentos. Hubo una actividad que me gustó mucho, fue la realización de un periódico que se publicaba mes con mes. La maestra sólo seleccionaba a 3 personas. En una ocasión me tocó participar. Se tenía que hacer el diseño del periódico, buscar anuncios o fechas importantes, hacer una lista de aquellas personas que quisiesen publicar algún mensaje en el periódico, algún “chisme”. El costo era de 5 pesos por mensaje. Se organizaban todos los anuncios en el periódico. Lo recaudado era para beneficio de la maestra, pero a mí me gustaba formar parte de ello. En el 2009 ingresé como instructora comunitaria en el Conafe. El Conafe es una institución que brinda becas a las personas que quieran seguir estudiando. La beca se obtiene a través de un servicio social que consiste en dar clases en educación básica en comunidades rurales y marginadas. Ingresé a esta institución pero no obtuve la beca pues sólo estuve 4 meses dando clases en nivel preescolar, en una escuela de la comunidad Tlaxocoyucan, municipio de Huasca de Ocampo. En un comienzo no tenía ni la menor idea de qué enseñar. Tenía un tutor que me orientaba de cómo se tenían que impartir las actividades, el uso de los libros, el registro de asistencia, los formatos para realizar un diario sobre todas las actividades y actitudes de los alumnos. Con el tiempo comprendí que el papel del instructor sólo era guiar el aprendizaje de los alumnos acorde a lo que viene
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 59
establecido en los libros de texto, por supuesto cada quien era libre de hacer las adecuaciones correspondientes. Para planear las actividades para mis alumnos tenía que investigar y leer algunas historias con relación a los temas a tratar. La enseñanza en preescolar es de caracter lúdico. Así que por lo general las actividades de enseñanza y aprendizaje las realizaba con dinámicas acordes para el desarrollo intelectual de los alumnos. Siempre iniciaba la clase cantando una canción correspondiente al clima de ese día. Había un sin fín de canciones que se podían implementar así que uno hace uso de las que prefiera. Después veíamos algunas asignaturas como español. Siempre escribía la fecha en el pizarrón. Los alumnos tenían que trazar las letras tal cual estaban en el pizarrón y repetíamos 3 o 4 veces lo que decía. Para continuar les leía algún cuento, ellos tenían que poner mucha atención e imaginarse los personajes pues después tenían que hacer una representación del cuento en su libreta. Esta proceso me recordaba mucho cómo aprendí en el jardín de niños así que quise implementar algunas actividades que yo realizaba, pero siempre teniendo en cuenta que se debía lograr el propósito de no ser así se tenía que volver a retomar el tema. Era obligatorio que los alumnos mínimo una vez por semana se llevaran un libro para poder verlo e interpretar lo que decía por medio de los dibujos y después se les cuestionaba sobre ello en la clase. Realizamos un tendedero en donde los alumnos iban colgando todos sus trabajos. La finalidad del tendedero era que los alumnos reconocieran los productos de aprendizaje que habían realizado en la semana. Como instructora comunitaria debía llevar toda la organización de la escuela, desde el aseo hasta el conteo de todos los materiales con las que contaba la escuela, así mismo las juntas con padres de familia para la realización de los eventos tales como el día del niño, día de la madre, etc. Mi experiencia como instructora comunitaria en preescolar realmente fue un tanto difícil pues todos los padres de familia me dejaban a cargo a sus hijos pues a la hora de la salida, yo
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 60
los tenía que llevar a uno por uno a su casa para mejor precaución pues todas las madres y padres trabajan y no pueden ir a recoger a sus hijos. Todo esto me permitió darme cuenta de manera que la docencia era mi vocación, pues me gustaba mucho enseñar y ver que los alumnos aprendían, es inexplicable las sensaciones que se pueden sentir. Pero en definitiva ser maestra de preescolar no era una de mis opciones, pues ya tenía noción el grado de responsabilidad que esto implicaba. En realidad podría decirse que ni siquiera estaba orientada de lo que realmente quería estudiar si maestra de primaria, de matemáticas o de educación física, pero todo tiene un curso y quiero pensar que por algo pasan las cosas. Conocí a una profesora que impartía clases en la secundaria general de Tlaxocoyucan. En una de tantas pláticas que sostuvimos en el transporte que nos llevaba a la localidad donde dábamos clases, me comentó que estaba estudiando para maestra en una escuela llamada Centro de Educación Superior del Magisterio (CESUM). Le pedí de favor que si me podía conseguir la convocatoria. Ella me dijo que era muy difícil entrar pues sólo había modalidad mixta y para poder ingresas a la institución se debía ser maestro frente a grupo. No me desilusioné pues ya tenía pensado hacer examen en el Centro Regional de Educación Normal “Benito Juárez” para maestra de educación física. Dos meses después la profesora me dio la noticia que por primera vez se había abierto en el CESUM la modalidad escolarizada para estudiar la licenciatura en educación secundaria con especialidad en Telesecundaria. Estaba justo a tiempo para realizar todo los trámites necesarios para ingresar, obtuve la guía, me preparé. Me la pasaba todas las noches estudiando de todos los temas que planteaba la guía. Estaba decidida y tenía definida mi meta: entrar a esa institución a como diera lugar. No tenía el apoyo de mi madre y mucho menos los recursos necesarios, pero aun así nadie me detuvo a sabiendas que si quedaba en la escuela tenía que esforzarme para trabajar y estudiar. Finalmente ingresé al CESUM, aunque posteriormente se integró a la Escuela
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 61
Normal Superior del Estado de Hidalgo. Ingresé en la escuela normal en el año 2010. A continuación relataré como fueron los procesos de enseñanza y aprendizaje para saber enseñar literatura en la escuela Telesecundaria. En el primer semestre cursamos la asignatura de Estrategias para el estudio y la comunicación. Las clases eran nefastas, la profesora sólo nos dejaba leer textos y de ellos mismos sacar una breve síntesis y en base a ello se hacía discusión en clase. La profesora hacía un registro de las participaciones lo cual significaba que entre mayores participaciones mejor calificación obtendríamos. Esa era su manera de evaluar, por lo general nunca leí algo sino era por compromiso o sólo por cumplir en la escuela. En Tercer Semestre el profesor Ramón Martínez Chávez me dio la asignatura de Expresión Oral y Escrita. Desde un inicio estableció la lógica de sus actividades, cuyo propósito era fomentar el hábito de la lectura
por medio de textos de
diferentes géneros. Nos daba 15 días para leerlos
completamente y
posteriormente se haría la evaluación del libro leído en donde. Se escogían al azar algunas personas para narrar unos puntos de la historia, esos puntos eran definidos por el docente, si los alumnos no sabían cómo explicar los puntos que se les asignaba de inmediato el docente les decía que se sentaran y les ponía una calificación reprobatoria. Lo que evaluaba más que nada era la fluidez verbal, relación de ideas y coherencia. Leímos un sin fin de libros tales como “La rebelión de la granja”, “Marianela”, “Canasta básica de cuentos mexicanos”, “El llano en llamas”, “La vida inútil de pito Pérez”, “EL zarco”, “Los de abajo”, y “La mecánica del corazón”. En lo personal esta didáctica que llevo a cabo el profesor me permitió ir desarrollando poco a poco el hábito de la lectura pues cada que pasaba a narrar los puntos que me tocaban frente a todos, los hacía con mucho énfasis. Cuando leí los libros pensé, “por qué no leerlos con gusto y dedicación que hacerlo simplemente por compromiso”. Así que cada que leía un libro me enfocaba tanto en la historia que me imaginaba los personajes y continuaba leyendo hasta que se terminaba el libro. A veces los finales de cada libro no me satisfacían consideraba Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 62
que merecían un mejor final con mejor desenlace pero en fin gracias a ello ahora no me cuesta trabajo leer algún otro texto sin importar su extensión. Mejoré la fluidez verbal, mi léxico ya que ahora es más variado pues en los textos vienen distintos términos que ahora uso para hablar en la vida diaria. Me gusto mucho leer este tipo de libros y como no tenía dinero para adquirirlos asistía constantemente a la biblioteca pública. A veces asisto para pedir un libro y leerlo pero nunca los termino pues no me da tiempo porque me dejan demasiada tarea en la escuela normal. También me dio clases la profesora María Isabel Díaz Granillo. Ella trabajó con nosotros la asignatura de “La enseñanza del español” I y II. Sus clases son un poco aburridas y monótonas, no le veía el caso. La docente no me propició el interés o la motivación para aprender en su materia, simplemente hago las cosas por cumplir, o leo los textos tan desfasados de lo que estamos viviendo hoy en día, con la finalidad de obtener una buena calificación. A veces pienso que muchos de mis profesores no deberían estar dando clases de asignaturas en las cuales no tienen dominio de contenidos o algunos simplemente no tienen ni idea de lo que se va a tratar y sólo nos dejan actividades de relleno con la finalidad de mantenernos ocupados. En las jornadas de observación y práctica docente debemos estar durante una semana frente a grupo, impartir los contenidos correspondientes en base a las asignaturas de Español y Matemáticas, conocer las características de los alumnos y el contexto para partir de ello y poder hacer un diseño de estrategias de enseñanza y aprendizaje. Pero con mucha tristeza puedo decir que la escuela no ha sabido proporcionar los conocimientos suficientes para que nosotros los sepamos llevar a cabo frente a grupo. Algunas veces me pongo a pensar que los maestros simplemente cumplen con cubrir las dos horas de enseñanza sin preocuparse por nuestros intereses. Tenemos teoría para la elaboración de las planeaciones e identificación de las problemáticas en el salón de clases. Pero no porque seamos muy buenos en la
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 63
teoría lo podamos llevar a cabo puesto que ya situados en la realidad es necesario asirse de nuestras propias estrategias. Algunos docentes nos han enseñado la estructura de los libros de texto. En el libro de texto de español en telesecundaria está estructurado por bloques, secuencias y sesiones. El enfoque de enseñanza es prácticas sociales del lenguaje. En el programa de estudio se consideran tres ámbitos: estudio, literatura y participación social. En este caso pondré énfasis en el ámbito de literatura. En este ámbito las prácticas se organizan alrededor de la lectura compartida de textos literarios; mediante la comparación de las interpretaciones los alumnos aprenden a transitar de una construcción personal y subjetiva del significado a una más social o intersubjetiva; amplían sus horizontes socioculturales, y aprenden a valorar las distintas creencias y formas de expresión. Si bien en este ámbito se trata de destacar la intención creativa e imaginativa del lenguaje, también se plantean maneras sistemáticas de trabajar los textos, por lo que seguir un tema, género o movimiento literario son prácticas de lectura que ofrecen la posibilidad de comparar los patrones del lenguaje y comprender su relación con las distintas manifestaciones literarias. Asimismo, la lectura dramatizada de una obra, una práctica común en el teatro, resulta de sumo provecho para que los alumnos se involucren y entiendan el complicado proceso de dar voz a un texto. Con referencia a las experiencias de enseñanza de literatura en Telesecundaria, puedo decir en que las estrategias que nos han proporcionado los profesores no son suficientes, hay mucha deficiencia en cuanto a ellos. Pero la gran problemática es el cómo pretenden que con esos escasos conocimientos que nos han brindado aun así nos mandan a practicar. Para nosotros representa día con día un reto por lo cual debemos de asumir grandes responsabilidades al estar frente a un grupo porque si algún alumno nos llega a preguntar algún concepto, o a rectificar alguna falta de ortografía y no sabemos, los que quedaremos marcados
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 64
para el resto de nuestras vidas seremos nosotros y no ellos. Pero si tomamos como punto de partida esta problemática ya siendo un docente ya dando clases en un aula designada representa una problemática mayor porque los alumnos se van con esas creencias erróneas que a veces el docente suele plantear en cada clase y que en un futuro suelen repercutir. Para concluir mi reflexión que he hecho sobre el cómo a mí me enseñaron la literatura y cómo enseñé a los alumnos, puedo decir que sólo me baso de los buenos profesores, y de las buenas estrategias.
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 65
Tlaloke
Revista de literatura crítica
Tlaloke. Revista de literatura crítica, año 1, núm. 6, agosto de 2012
Página 66