Cap. VI: Aplicabilidad práctica del análisis de los sueños

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CAPÍTULO VI

APLICABILIDAD PRÁCTICA DEL ANÁLISIS DE LOS SUEÑOS1



1. El sueño y los sueños.

La eficiencia no estriba en romper el espejo, por oblicua que sea su superficie, sino en insinuarse, en ir insinuando la conciencia, en ir abriendo dentro del mismo mundo onírico -la realidad hermética y absoluta- un camino o esbozo de penetración. Después de todo como ante la realidad sucede; la realidad que tan a menudo se nos vuelve extraña, inaccesible, justamente cuando más se acentúa su carácter de realidad. Entonces en la vigilia se está en un sueño. María Zambrano. Los sueños y el tiempo.

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uizá, en la noche de los tiempos, existió un orden uniforme en la vida del hombre. Atareado de continuo en las faenas de la supervivencia, acaso su tiempo de vigilia estaba repleto de ocupación y extrema dedicación a la naturaleza nutricia. Precisamente por ello, la naturaleza misma lo apoyaba y cuidaba, suministrándole, cuando ya caía rendido por su tremendo esfuerzo, un sueño reparador desprovisto de exaltaciones. Quizá, entonces, hubo un tiempo en que la vigilia era verdadera vigilia y el sueño un auténtico reposo. Pero de esto hace ya mucho tiempo. Pasaron siglos y siglos, en realidad milenios, de lenta o rápida evolución. Y esa evolución conllevó adiestramiento y un uso de artilugios y herramientas cada vez más perfeccionado, vale decir, conllevó una paulatina separación, un ir abriendo distancia entre el hombre y la naturaleza. Y así llegó el día en que, acaso llevado hacia un aumento de complejidad en su contacto con la naturaleza, el hombre acabó por acumular en su vivencia los lentos aprendizajes de su periodo de adiestramiento: halló en el fuego al ahuyentador de las bestias, extrajo metales de la madre tierra para construir armas y escudos; es decir, suplantó a la naturaleza misma en la orientación primigenia de sus propios pasos. Y entonces, en ese mismo instante, hace ya tanto tiempo, la psique, esa particular membrana de contacto que había ido separando al hombre de la naturaleza, fruto de la complejidad naciente se plegó sobre sí misma, y asumió sobre sí todo el peso (el goce y la responsabilidad) de ordenar el ritmo de la totalidad de la vida. De eso hace ya mucho tiempo. Desde entonces, la vigilia, concentrada en pasos y proyectos cada vez más específicos, a cada meta conseguida necesitó regalarse un reposo, para llevar a cero su gradiente de actividad dirigida, para descansar antes de volcarse en otra actividad. Pero entre sol y noche, cuántas actividades, cuántos reposos... De aquel orden binario (vigilia-reposo), si es que en verdad existió, nada nos queda. La vigilia de un solo día es un periodo en el que suceden tantas atenciones como desatenciones, tantas concentraciones como contemplaciones, tantas ideaciones como huecos y vacíos hay durante el curso del pensamiento. De la misma manera, por el otro lado de la vida, ya de todos es sabido que el sueño no significa solo reposo. El sueño, después de los descubrimientos neurofisiológicos de la actualidad, que no cesan de crecer y causar sorpresa, se ha convertido en un periodo de gran complejidad: sabemos que existen fases, progresiones y regresiones de la acti137


Aplicabilidad práctica del análisis de los sueños

vidad cerebral, sabemos y hemos observado la fase REM, donde la actividad se vuelve máxima -movimientos y tensiones rapidísimas- y donde acontecen la mayor parte de los sueños. Sí. Si en el tiempo de vigilia nada hay que impida, ni que pueda impedir, la irrupción constante sobre el plano de conciencia de material subliminal, inactivo o inconsciente (de ahí la complejidad del estudio del estado de conciencia y de la psicopatología); asimismo en el tiempo del sueño nada hay que impida, ni que tampoco pueda impedir, la irrupción, junto a la relajación que les sirve de base, de actividades complejas, cuyo más alto fruto, para lo que aquí nos interesa, son los sueños. Debe quedar claro, a partir de aquí, que llamaremos “sueño” al periodo total del dormir, y “sueños” a esa especial producción onírica de la que nos vamos a ocupar. Así, los sueños, por lo que conocemos, ocupan el veinte por ciento de la duración del tiempo total del dormir. Ocurren cuando el animal está en aparente reposo, en ese reposo absoluto respecto solo de las actividades de la vigilia; y constituyen una necesidad biológica del hombre, imprescindible además, que retorna espontáneamente si el hombre se ve impedido por alguna razón de cumplir su reposo. En la actualidad, hallamos a los neurofisiólogos y a los psicólogos ocupándose de los sueños, con paradigmas distintos y algunas concordancias. La neurofisiología estudia los sueños en tanto elementos fundamentales de las secuencias del sueño. La psicología, por el contrario, estudia los sueños en tanto elementos fundamentales de la secuencia total de la psique. Probablemente, ambos paradigmas sean susceptibles en un futuro de acercar sus presupuestos, ya que ni uno ni otro agotan las interrogaciones sobre el fenómeno onírico. Por ejemplo, y dado el hecho incuestionable de la correlación entre la fase REM y la aparición y recuerdo de los sueños, ambos paradigmas muestran sus límites. Veamos qué nos cuenta Angiola Iapoce, una estudiosa junguiana sobre el tema onírico: …los neurofisiólogos no consiguen explicar algunos hechos fundamentales, tales como: ¿por qué solo una parte de la actividad onírica, que en gran medida corresponde a la fase REM, se recuerda como sueños; y por qué los sueños, para ser percibidos, necesitan del recuerdo, que los convierte así en un fenómeno altamente subjetivo, respecto a su contenido y al estado de ánimo? Los psicólogos, a su vez, viendo prevalentemente los aspectos subjetivos de la percepción, del recuerdo y de la emoción, no consiguen responder a la pregunta acerca de su universalidad y de su estar presentes desde siempre en la historia de la humanidad2. En efecto, los sueños, como cualquier otro evento psíquico, encierran una gran complejidad. Basta pensar en la más que probable estructura poliédrica de la psique para que, dado un específico fenómeno psíquico que queramos estudiar, tengamos a disposición infinitas posibilidades de aproximación, según la cara desde la que dispongamos nuestra mirada. Por consiguiente, los sueños son susceptibles de múltiples aproximaciones, tal como lo demuestra la atención diversa que, desde la antigüedad, han recibido a través de las culturas que han ido sucediéndose en el tiempo. En realidad, los sueños, desde que aparecieron al recuerdo en el despertar, no han dejado nunca indiferente al hombre. Este no solo ha intentado comprenderlos interrogándose sobre ellos, sino que también los ha contado a otros hombres (en ocasiones al chamán o al hechicero) para ampliar aún más la interrogación. En toda cultura, 138


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