CAPÍTULO I
PERSPECTIVAS DE LA PSICOLOGÍA JUNGUIANA1
1. Contexto histórico-filosófico de la aparición de la psicoterapia. Una genealogía cultural. 1.1 La Ilustración. El método analítico.
C
on el ocaso del Barroco, el contexto cultural e histórico en torno a las enfermedades de la psique cambia profundamente. De las ideas de autogeneración del sufrimiento psíquico se pasa a la posibilidad de una comprensión terapéutica del mismo. En 1775, por ejemplo, las dos maneras de entender el sufrimiento psíquico pueden ser encarnadas por las figuras de Gassner y Mesmer. Gassner, sacerdote y exorcista, se contrapone a Mesmer, laico ilustrado con pretensiones científicas. Gassner, ejemplo de la figura del Barroco, concibe el sufrimiento psíquico como expresión interiorizada del Mal. Este concepto del Mal no puede ser aceptado por Mesmer, quien, por el contrario, concibe el sufrimiento psíquico como un desorden del sujeto, el cual no es capaz por sí solo de comprender la naturaleza a la que pertenece y a la que debe ser devuelto. La Ilustración, en general, defiende la idea según la cual no existen naturalezas humanas incapacitadas a priori de usar la razón; aserción, en cambio, en boga en el mundo barroco, y que implicaba la condición de culpa por la propia inferioridad y la necesidad de acogerse a la ayuda de un representante religioso. Para la Ilustración, no es la pertenencia a una naturaleza inferior lo que determina la aflicción del sujeto, sino la falta de decisión respecto al uso personal de la facultad de razón. Mesmer, entonces, es el primer representante de una práctica psicoterapéutica. Abandonada la idea de la autoridad, y gracias a la consolidación de la clase burguesa en Europa, empieza con la Ilustración del Siglo XVIII la aplicación del método analítico. La Ilustración, aparte de concebir el método analítico y de proclamar los principios de libertad religiosa y de tolerancia recíproca entre las diferentes religiones (véase la exposición al respecto de Lessing en su famosa obra Nathan el Sabio, de 1779), ejerce una directa influencia sobre la medicina en general. Inaugura las disciplinas médicas como la pediatría, la ortopedia, la higiene pública y el inicio de las vacunaciones en masa con la vacuna contra la viruela. Respecto de la psiquiatría, el efecto de la Ilustración empieza precisamente por hacerla laica. Muchos síntomas que habían sido considerados el fruto de la brujería o de una posesión, empezaron a considerarse formas de enfermedad mental. Se empleó para ellas el método científico, al menos en su conceptualización general. Iniciaron las primeras especulaciones racionalistas sobre la enfermedad mental. El empleo de la mecánica –en gran auge-, llevó a que la vida psíquica fuera considerada como perteneciente a la actividad nerviosa. La enfermedad era considerada un problema de la razón. Todas las causas de la enfermedad mental fueron buscadas en una lesión orgánica, sobre todo del cerebro, o por falta de control de las pasiones. Por ello, los representantes de la Ilustración iniciaron la práctica de lo que hoy llamaríamos una “higiene mental”, basada en el aprendizaje de la voluntad y en la subordinación de las pasiones a la razón. Kant mismo, en uno de sus libros, escribió un capítulo titulado La facultad de la mente de controlar los propios sentimientos por medio de la simple decisión2. Otra preocupación de la Ilustración fue la búsqueda del “mundo primitivo”. De ahí que la psiquiatría, durante el periodo de las “Luces”, se desdoblara en dos intereses primordiales: el 23
Perspectivas de la psicología junguiana
método racionalista, científico, empírico, orientado a la búsqueda de una causa orgánica; y la vertiente cognoscitiva, centrada en la comprensión de los sentimientos y de las pasiones, con fuerte influencia antropológica y de retorno al mito. Mesmer fue, ante todo, un representante de la Ilustración, como lo fueron Chiarugi, Tuke, Daquin y Pinel. Y es necesario recordar que si es verdad, por un lado, que durante la Ilustración se erigen los principios de libertad religiosa, de las ideas sociales, de pensamiento y de justicia, es verdad también, por otro lado, que los científicos ilustrados cayeron frecuentemente en una posición que con razón Bachelard llamó “era precientífica”. En muchos científicos de la era ilustrada podemos hallar una curiosa mezcla de racionalismo y de especulaciones irracionales, como las que se hicieron en el campo de las ciencias naturales con la obstinada búsqueda de una fuerza universal: electricidad y magnetismo animal. 1.2 El Romanticismo. El movimiento cultural sucesivo a la Ilustración, originado en Alemania entre 1800 y 1830, y que luego se extiende a Francia e Inglaterra, recoge la idea ilustrada del magnetismo, pero le da una interpretación muy diferente. Fue un vasto movimiento de poetas, filósofos y pintores, con el punto en común de desarrollar una fuerte reacción en contra del excesivo racionalismo de los ilustrados. El Romanticismo abrió de nuevo las puertas al culto de lo irracional y de lo individual. Reemprendieron entonces las tendencias místicas, y la filosofía de la naturaleza alcanzó el apogeo, al igual que penetró en el “alma” humana. De ahí su interés en todas las manifestaciones del inconsciente: sueños, genialidad, enfermedad mental, parapsicología, poderes ocultos y la psicología, con todas sus manifestaciones en el campo del afecto. De ahí también el interés por el folclore, por la narrativa, por el magnetismo (visto ahora como “el lado oscuro de la naturaleza”), por el estudio sistemático de los símbolos y de los mitos, por las singularidades recogidas de la cultura oriental. Empezó entonces a conceptualizarse la posibilidad y tendencia a la metamorfosis, que significaba una idea mutable del ánima humana, contraria a la idea ineluctable de proceso en que se apoyaba la Ilustración. Empezaron valores tales como la similitud humana más allá de un país o etnia, el valor del individuo como elemento separado de su familia y entorno, el valor del amor y del afecto en la relación entre individuos, en contraste con el “matrimonio entre dos razones” que propugnaba la Ilustración. Así, el Romanticismo dio mayor valor al “sentir” que al “razonar”, privilegió la empatía respecto al valor total de la ciencia y de la teoría, o la ironía y la risa respecto a la seriedad o el rigor, o la espontaneidad y el movimiento respecto al sedentarismo y serenidad. En definitiva, los románticos preferían la intuición a la disciplina. Como bien puede suponerse, este conjunto de valores románticos no lograría formular teorías y sistemas completos en cuanto al sufrimiento psíquico. Por el contrario, lo poetizó, lo narró, lo que dio un enorme impulso a la literatura del Siglo XIX, a la música, al arte. Pero también tuvo gran influjo en la filosofía, en la ciencia y en la medicina. En el ámbito de la filosofía el romanticismo generó, mediante la figura de Schelling, la escuela de pensamiento llamada Naturphilosophie, o filosofía de la naturaleza. He aquí algunos de sus principios básicos: la unidad esencial entre el hombre y la naturaleza. La naturaleza es espíritu visible; el espíritu es na24
Psicoterapia junguiana y posjunguiana - Ricardo Carretero
turaleza invisible, en palabras de Schelling, de ahí el interés romántico por la figura de Mesmer y la interpretación de su magnetismo animal. Otro principio es el de las “polaridades”, parejas de opuestos o contrarios cuya complementariedad daba lugar al concepto estable de unidad. Otro principio era el de los “fenómenos primordiales y la serie de metamorfosis que de ello derivaba”; idea que en Goethe no significa ni una transformación material visible a través de la simple observación, ni una mera abstracción. Con todo esto, está claro que existía una considerable distancia entre la práctica romántica y el método experimental. Durante el Romanticismo surgieron conceptos de difícil demostración experimental, pero útiles para conceptualizar gran parte de lo que queda más allá de lo observable. El principal de ellos, para nuestros intereses, es el concepto de inconsciente. En el razonamiento de un filósofo romántico, la realidad susceptible de ser concebida se ensanchaba enormemente hacia conceptos intangibles y de imposible demostración y observación, pero aceptables desde el punto de vista de la realidad humana o como explicación de sus escondidas pasiones y vivencias. El término inconsciente, para los románticos, dejó de significar los recuerdos olvidados de san Agustín o “las percepciones no claras” de Leibniz, para convertirse, por el contrario, en la base auténtica del ser humano. Un ser humano cuyas raíces se escondían en la vida invisible del universo. De ahí que de nuevo se estableciera la conexión entre el hombre y la naturaleza. Relacionado con esta conexión se encontraba, o se trataba de encontrar, el sentido interno o universal de las cosas –el sexto sentido-, gracias al cual cada individuo pudiera conocer la naturaleza real. Aun en estado de imperfección –según los románticos-, este sexto sentido podía dejar caer un cierto conocimiento del universo durante el éxtasis místico, en la inspiración poética y artística, en el sonambulismo magnético, en los sueños… Para una gran parte de los estudiosos, la filosofía romántica lleva consigo las bases sobre las que se fundarán los grandes edificios de las psicoterapias de nuestro tiempo. Leibbrand afirma, por ejemplo: Las enseñanzas de Jung en el campo de la psicología no pueden ser comprendidas si no las ponemos en relación con la obra de Schelling3. El concepto filosófico romántico Urphänomen, no solo reaparece en la obra de Jung con el nombre de arquetipo, sino que también es visible en Freud. En Freud podemos hallar el complejo de Edipo y el complejo del asesinato del padre primordial, y esos conceptos son también Urphänomen, es decir, expedientes de la humanidad entera descritos en los individuos a través de sus varias metamorfosis. El concepto de Jung de Ánima y Ánimus es una diversa acepción del Urphänomen romántico que se expresaba en el mito del andrógino. Especialmente románticos son los conceptos de inconsciente, sobre todo el junguiano inconsciente colectivo, y la particular atención a los sueños y a los símbolos. Es más, a partir de la filosofía de Schelling, pasando por von Schubert, Troxler y C. G. Carus, encontramos la mayor parte de los conceptos de Jung y Freud. Schopenhauer, a pesar de no ser exactamente un romántico, era contemporáneo de ellos y dejó unos cuantos conceptos válidos para la especulación junguiana y freudiana y para la psiquiatría dinámica en general. Pongamos unos ejemplos: von Schubert (1780-1860), autor de una preciosa visión poética de la naturaleza, dividía al ser humano en tres partes constitutivas (el cuerpo vivo o Leib, el 25