Cap. XII: El estigma en el psicoterapeuta

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CAPÍTULO XII

EL ESTIGMA EN EL PSICOTERAPEUTA1



Triunfamos sobre lo pequeño y el mismo éxito nos hace pequeños. Ni lo eterno ni lo extraordinario quieren ser doblegados por nosotros. Rainer Maria Rilke. El libro de las imágenes (fragmento).

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ntes de adentrarnos en el tema específico del estigma en el profesional, quisiera recordar el amplio abanico semántico de la palabra estigma, con el fin de no caer precisamente en el error de estigmatizarlo… En una primera acepción del diccionario de la Real Academia Española, el estigma se refiere a marca o señal en el cuerpo. En una segunda acepción, significa desdoro, afrenta, mala fama. En una tercera acepción, muy curiosa, por cierto, significa la huella impresa sobrenaturalmente en el cuerpo de algunos santos extáticos, como símbolo de la participación de sus almas en la pasión de Cristo. Luego es considerado, de forma específica, como marca impuesta con hierro candente, bien como pena infamante, bien como signo de esclavitud. Por otro lado, en botánica, el estigma es el cuerpo glanduloso, colocado en la parte superior del pistilo, que recibe el polen en el acto de la fecundación de las plantas. En medicina, en cambio, es aquella lesión orgánica o trastorno funcional que indica enfermedad constitucional y hereditaria. Y en zoología, por último, es cada uno de los pequeños orificios que tiene el tegumento de los insectos, arácnidos y miriópodos, por los que penetra el aire en su aparato respiratorio, que es traqueal. Si nos detenemos en la extensión semántica del concepto estigma, podemos observar, más allá de la aporía y la paradoja respecto de su origen (puesto que puede ser el resultado de un hecho sobrenatural, pero también un asunto vergonzoso e infamante, o incluso abiertamente enfermizo y hereditario), una cierta estabilidad formal, por cuanto el estigma parece ser algo que siempre se muestra, o se dispone o quizá se asoma para señalar un determinado asunto que, de otra manera, quedaría oculto, yermo o sepultado en un rincón inalcanzable a la simple observación. Así, el estigma parece devolver aquello que la naturaleza humana hubiese preferido que permaneciera negado; parece des-velar lo que, de uno u otro modo, hubiésemos deseado que quedase velado, cobijado lejos del alcance de los órganos del sentido. Sea una marca vergonzante, sea una señal de la parentela sobrehumana propia de esos santos que contactan directamente con los dioses, el estigma vierte en superficie aquello que de una u otra manera seguiría en la profundidad de sí mismo, lejos del alcance de los hombres, en un lugar lejano e íntimo del ser. Pero el estigma siempre opera contra la voluntad de los hombres. La voluntad siempre es otra: cubrir, guarecer, custodiar en lugar seguro esos elementos de intimidad, esa marca negativa o sobrehumana, que acompaña a la vida de ciertos hombres… En palabras de María Zambrano: Allí donde empieza la vida, empieza también la astucia, la simulación y la máscara. La naturaleza física no se envuelve en nada; aparece desnuda. Y mucho menos, podemos imaginarnos dentro de ella, una fuerza, un poder que intente resistir al conocimiento humano. En cambio, todo lo que está vivo, se esconde. Y lo humano mucho más que todo. La primera condición de lo psíquico humano sería la tendencia a encubrirse. El afán de vestido, de máscara2. Así que lo psíquico humano es el encubrimiento, el desarrollo de esa tendencia tan nuestra a dejar elementos y partes de lo psíquico fuera de todo conocimiento, fuera de toda posibi275


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