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COSTA BLANCA TRAILS
from TRAIL n.88
PARAÍSO CALCÁREO
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ROCA MEDITERRÁNEA
Texto y fotografía: Eliseu T. Climent
Los días 16 y 17 de noviembre se celebró en Finestrat (Alicante) la Costa Blanca Trails. De los diferentes recorridos ofrecidos, la distancia de 84 kilómetros cerraba la Copa de España de Carreras por Montaña Ultra de la FEDME. Gemma Arenas y Ramón Recatalà se impusieron con autoridad.
Fue en 1964 cuando el entonces Ministerio de Información y Turismo creó el Registro de Denominaciones Geoturísticas, lanzando entre otras marcas la denominación de Costa Blanca para el litoral alicantino. Lo que tenía que ser una operación de promoción turística se apoyaba en una dudosa tesis histórica, alegando que los antiguos pobladores — griegos, cartagineses y romanos— habían recorrido al blanco como color identitario de esta zona. En realidad, el ministerio franquista no hacía más que seguir la estela de sus vecinos galos, que habían identificado las áreas litorales más preciadas con colores y caracteres. Hoy la Costa Blanca, como la
42 Costa Brava, la Costa Dorada o la Costa de Azahar, potencian un turismo de sol y playa que ha conseguido taìzar el litoral de un manto inmobiliario. No hay más que echar un ojo a Benidorm, paradigma de la aberración especulativa. A pocos kilómetros de la costa, el fenónemo se apacigua. Es el caso de Finestrat, todavía contenido en una estructura compacta aunque con alguna irremediable urbanización. Al pueblo se puede llegar por una sinuosa carreterita de montaña. Y es aquí, en Finestrat, donde se ubica el epicentro de uno de los eventos más significativos del trail alicantino, el Costa Blanca Trails. La cita otoñal, además, servía en
Roca, paredes y bancales resumen el paisaje agreste del interior alicantino.
esta ocasión para clausurar la Copa de España de Carreras por Montaña Ultra de la FEDME. La disputada carrera era la distancia de 84 kilómetros, el Ultra Trail Costa Blanca. En esta se impusieron con autoridad los incombustibles Gemma Arenas, quien quedaría además octava de la clasificación general, y Ramón Recatalá, con más de una década de competición a sus espaldas.
Una fiesta a tocar del mar Todo empezaba en Finestrat el viernes por la noche. Poco antes de las 12, hora de salida del Gran Trail Costa Blanca —101 kilómetros— las voces de los speakers animaban una velada que prometía ser fría y ventosa. Corredoras y corredores se apiñaban dentro del pabellón deportivo bebiendo pócimas calientes que ofrecía la organización. La primera dificultad de las muchas que depara esta geografía era común para todas las distancias —101, 84, 46, 29 y 20 kiló
44 metros— y casi no permitía a los participantes calentar motores. Se trata del Puig Campana, una majestuosa pirámide caliza que con sus 1406 metros de altitud se vuelve omnipresente desde cualquiera de los valles que la rodean. Su ascenso, con casi 1.200 metros, tenía que servir de entrante. Como todo en estas montañas, la blancura de la roca calcárea, que en las horas centrales del día reverbera una luz cegadora, potenció la sensación de dificultad de los obstáculos que salieron al paso a lo largo y ancho de todos los recorridos. Con el transcurso de las horas, los tramos técnicos y los polvorientos, la aridez y aspereza de un paisaje cataclismático de cuyas profundidades emergen de golpe y sin aviso montañas que sincopan la fluidez de la carrera, se volvieron un verdadero calvario. Y es que este espacio, apreciadísimo por escaladores, que encuentran refugio en las murallas del Puig Campana, el Ponoig, el Peñón Divino o el Tozal de Levan-
El almendro, principal fuente de subsistencia tradicional de la zona.
te, depara al corredor dificultades constantes donde uno no puede bajar la guardia. A parte de los desniveles que en la Costa Blanca Trails se presentan, con permiso del Puig Campana, en otras cinco cumbres como la de Aitana —que con sus 1558 metros es el techo alicantino—, la Mallada del Llop, el Pla de la Casa, el Pico Serrella y el Recingle Alt, las sendas y caminos más agrestes alternan con pistas en un paisaje rural de bancales donde el almendro, hoy en declive, es el rey. Correr en esta tierra es lento y laborioso; la media se reduce inevitablemente, mientras que el esfuerzo del corredor por avanzar resulta inversamente proporcional a su baja velocidad.
Sella, mejor con una paella Aunque el avituallamiento situado en la plaza Mayor de Sella no marca el ecuador de las carreras, sí que anuncia que se acerca el final. Este punto de recarga compite con el resto, y desafía en festividad y oferta gastronómica. Animado como pocos y organizado por el Club de Atletismo Maratón de Crevillent, no faltó la paella como principal manjar que, con muchas dificultades a causa del viento, llegó a cocinarse al aire libre. Buen ambiente, mejor humor y seguidores poblaron la plaza principal de este pueblecito encaramado a una de las miles vertientes blanquecinas de la montañas de Alicante. A poco menos de 20 kilómetros para la llegada, era en Sella el momento de saludar y resetear la mente, tomar aire para el tramo final y bromear. Hasta la misma Gemma Arenas aprovechó la ocasión para intercambiar muecas con niños. Un año más, la Costa Blanca Trails supuso el contrapunto otoñal de una marea turística que ha contaminado a modo de epidemia uno de los litorales con más encanto de la costa mediterránea.